AERONAUTAS Y CRONISTAS

jueves, 23 de julio de 2020

FORMAR E ILUSTRAR

EN TORNO A LA ENSENAÑZA MILITAR

IGNACIO MARTINEZ EIROA

Teniente General de Aviación

 Ejército del Aire Español


La enseñanza es un proceso que abarca dos partes independientes. Una de FORMACIÓN y otra de INFORMACIÓN: Un ser humano puede estar muy bien formado y muy mal informado o viceversa. La distancia que separa la "formación" de la "información" es la que va del SER al SABER. Dicho de otra forma, de la abnegación, la fidelidad o el valor, al binomio de Newton. El hombre perfecto será el bien formado e ilustrado. Virtud y conocimientos. Que no siempre van juntos. La vocación es la inclinación innata o el anhelo natural para ser. La profesión es aquello en lo que se quiere ejercer.



No todas las actividades que ejerce el hombre precisan, igualmente, del SER y del SABER. Algunas solo requieren virtudes y otras, primordialmente, conocimientos.  Las actividades profesionales son de estas últimas. El término "profesión" se ha prodigado demasiado, olvidando que "profesión" viene de "profesar". Y por ello también la profesión lleva implícitas, como la vocación, las condiciones de voluntariedad, permanencia y entrega.

Conviene por tanto distinguir entre "profesión", "oficio" y "ocupación". Dice Moskos; "la vocación y la profesión están legitimada en términos de valores y normas.  Un oficio u ocupación es reconocida en términos de mercado". El modelo ocupacional antepone la prioridad del interés personal al de la organización que lo emplea. Podemos decir que lo corriente es que la profesión este entre la vocación y la ocupación. Pero la militar, por su altísimo nivel de desprendimiento, es más de vocación que de profesión. Y, por ello, se justifica en razón del servicio que se presta. El oficio o la ocupación en función del salario que se percibe.

En consecuencia conviene tener claro que aspirar a ser Oficial de la Fuerza Aérea no es simplemente buscar un puesto de trabajo, es algo más. Ese "algo más" condiciona la Enseñanza Militar, convirtiéndola en un proceso educativo completo que abarca las dos áreas citadas, la de FORMACIÓN y la de INFORMAClÓN. La profesión militar reclama al hombre completo. No una parte del hombre durante una parte del día, sino todo el hombre todo el tiempo.

Ahora bien, el proceso formativo es un proceso difícil y largo. El carácter de un ser humano no se moldea en unos pocos años, requiere varios lustros. Hay que iniciarlo en la infancia. Es un proceso de maduración lento y profundo. No es solo pintura, es una impregnación.

“Los niños no obedecen, imitan". En consecuencia el proceso de formación es esencialmente imitativo. Es la reproducción de un modelo. El niño tiende a reproducir los modelos familiares. Del padre, la madre y los hermanos mayores. Más tarde, de un amigo o un compañero de colegio. De un determinado profesor, héroes o antihéroes, reales o de ficción, que van añadiendo estratos, capas sucesivas cada vez más finas a su carácter. Como las pieles de la cebolla. Y lo que deja huella, positiva o negativa, no es lo que el modelo dice, es lo que el modelo hace y siente, pues los sentimientos se contagian.

A partir de cierta edad, que varía para cada persona, el proceso de formación, está ya muy avanzado. De acuerdo con esto, nuestros oficiales, desde el punto de vista del carácter, no se forman, exclusivamente, en las Escuelas Militares. Aunque el entrenamiento y la capacitación militar, con frecuencia buscan borrar mucho de lo que el aspirante trae de su origen. Es decir casi que forjar un hombre distinto en cuanto a su manera de pensar. Porque muchos vicios son contrarios y perjudiciales al principio militar de agregarse en un solo esfuerzo grupal.

La formación que reciben en las Academias militares complementaria. Se actúa sobre el carácter para modificarlo. Reduciendo o potenciando determinados rasgos, pero no se moldea un hombre nuevo. Esto no es posible pues se parte de una materia muy elaborada. La labor del profesor de la Academia es la del orfebre. Que talla, pule, engarza, pero no transforma el bonito ópalo en un casi que perfecto diamante.

En consecuencia, lo realmente importante no es la edad o la procedencia sino la selección en el ingreso. Es un hecho que la Fuerza Aérea cuenta actualmente con magníficos oficiales. Tanto profesionales como complementarios que han seguido distintos caminos para alcanzar las estrellas del Oficial. Y también lo es que aunque las trayectorias sean las mismas no son iguales los resultados.

¿Porque ocurre esto? Porque partimos de un hombre ya formado en lo esencial. Y así ha de ser siempre. Pues seleccionar a los cadetes en el período de lactancia sería prematuro. Y, aun así, los resultados serían imprevisibles. Ya que cada hombre es único e irrepetible y, en consecuencia, parte de una determinada formula genética.

La formación militar debe estar orientada, por tanto, a potenciar el carácter. A fomentar unas determinadas virtudes que ya existen. A corregir ciertos vicios. ¿Cómo se puede conseguir esto? Con una selección rigurosa. Un adecuado sistema de vida. Con el ejemplo de los educadores y la exaltación de hechos históricos. La elección de modelos de conducta. La creación de hábitos adecuados, la tradición, el estilo y muchas otras cosas.

No es tarea fácil. El primer escollo surge en el examen de ingreso. Valorar el carácter con exactitud es difícil. Por el contrario, determinar el nivel de conocimientos de física, matemáticas o idiomas es sumamente fácil. Como consecuencia, los exámenes de ingreso se orientan casi exclusivamente a la evaluación del conocimiento, lo informativo. Sin hacer hincapié en la valoración del carácter.

Es verdad que se somete a los aspirantes a pruebas psicotécnicas. Pero la incidencia de sus resultados en la obtención del cupo es mínima. Desgraciadamente la psicología no es una ciencia exacta. Pero es la única herramienta con que contamos para valorar el carácter, en el escaso tiempo que dura un examen.

Aunque hay dos factores que actúan a favor. Uno, la autoselección. Pues el joven que elige como profesión la milicia lo hace, generalmente, en virtud de un determinado carácter. El otro, el ambiente que rodea al alumno una vez ingresado. Pues aún sin ser lo mejor es suficientemente estimulante.

Una vez ingresado el alumno en la academia se inicia un proceso combinado de formación, educación y selección. Que ya no se interrumpirá mientras se mantenga la actividad profesional.



¿Quiénes serán los responsables de este proceso una vez que el cadete es promovido a Oficial? De forma directa, todos y cada uno de sus comandantes a lo largo de su vida militar. Por medio del ejemplo, la palabra y las decisiones que adopten ante cada situación. Estimulando su iniciativa y corrigiendo sus errores. Cada jefe, si realmente lo es, irá imprimiendo su huella en la actitud y la aptitud de cada uno de sus subordinados. Les servirá de guía y señalará el camino, preparando al Jefe que ha de sucederlo.

Pero ese hombre, ese Jefe, no es más que una pieza de la organización militar, quien es la realmente responsable. Con su ideario, su doctrina, sus normas y su escala de valores. Sus tradiciones, que serán las de la nación, y de cada uno de los hombres que la componen.

La continuidad de este proceso formativo selectivo es necesaria pues a medida que el militar va ascendiendo en la escala jerárquica, su actividad varia en cantidad y calidad y. El número de funciones aumenta y el nivel de obligación es más exigente. En consecuencia, es necesario aplicar  un criterio selectivo, con el fin de que cada hombre alcance su nivel óptimo de eficacia y no sea rebasado en su idoneidad.

Los parámetros de la FORMACIÓN militar permanecen inalterables a través del tiempo. Las virtudes y los vicios, desde el punto de vista militar de un centurión romano, un Capitán de los Tercios de Flandes y un oficial moderno, son sensiblemente los mismos: El amor la Patria, el sentido del deber, el espíritu de justicia, la disciplina y la abnegación, soportan impasibles el paso del tiempo.

Lo mismo ocurre con la indecisión, la corrupción, la cobardía y otros defectos. De la flecha al rayo láser, la técnica ha recorrido un largo camino. Pero el espíritu no ha experimentado modificaciones sustanciales. No cambia con el paso del tiempo y tampoco con el color de la bandera. Nuestro piloto de combate se parece más a un piloto de combate de otra nación, que a cualquiera de uno de sus correspondientes políticos.

En el aspecto formativo sabemos lo que queremos que sean nuestros oficiales. Tenemos bastante definido el perfil del militar perfecto, aunque nosotros no lo seamos. La duda y la dificultad es cómo conseguirlo. Debemos aceptar esta dificultad y tratar de resolverla. Si no lo hacemos jamás lograremos formar un auténtico militar, por variados y extensos que sean los conocimientos que llegue a adquirir. Necesidad que es más evidente en el mundo moderno. Con un sistema de comunicación tan sensible y en el cual el militar no es un monje de clausura. No puede vivir aislado sino inmerso en una sociedad a la que sirve.

Sociedades y pueblos que evolucionan y atraviesan, a veces, períodos críticos. Épocas de indefinición nacional. Es entonces cuando más se pone de manifiesto la necesidad de una rigurosa formación militar. Y cuando adquieren su verdadero valor, la disciplina y el respeto a las Ordenanzas inculcadas en la Academia.



EL SABER Y LA INFORMACIÓN.

El SABER, tiene un tratamiento más, sencillo pues se desarrolla en terreno conocido. En la parte consiente de la mente. Sabemos cómo enseñar. Tal vez la dificultad escriba, ahora, en ponderar el "qué” y el "cuanto", ¿Qué materias y hasta dónde? En este sentido nuestra ignorancia no es total, pero titubeamos bastante. Y la mayor parte de las opiniones que escuchamos no nos ayudan, pues ignoran u olvidan la verdadera misión de la Fuerza Aérea: COMBATIR EN EL AIRE.

Esta idea no nos hace particularmente felices. Pero mientras la humanidad no supere su estado actual, lo que no parece que vaya a ocurrir pronto, la única manera de garantizar la paz es tener los medios y la voluntad combatir. Esta es la unirá razón de la existencia de los Ejércitos.

En la Fuerza Aérea la responsabilidad directa del combate recae sobre muy pocos. Un pequeño puñado de hombres con un alto grado de especialización. En nuestra Fuerza Aérea es alrededor de la mitad. Y la razón de ser de todos los demás, incluidos un tercio del Ministerio, es conseguir que la tarea de esos pocos se realice con precisión y eficacia. Para esto ¿Cómo debemos preparar a ese hombre? ¿Qué y cuánto debe saber?

Algunos opinan que nuestros Oficiales deben tener un gran bagaje de conocimientos, tanto científicos como humanísticos. Si esto fuera posible sería lo ideal. Pero la mente humana es limitada (el saber ocupa espacio). El tiempo es breve y los recursos económicos, escasos.

Necesitamos un piloto de Combate joven, porque las arterias también combaten. Y con uno de los mayores grados de especialización que se exigen a los profesionales modernos. Si el flamante Teniente, además de alcanzar su objetivo y regresar a la base con el avión, que es muy caro, fuera un experto en sociología, derecho y economía, sería perfecto. Pero esto no es posible. Y me atrevo a decir que en esa “etapa de su vida” sería innecesario. Además antieconómico, pues el porcentaje de bajas es alto aun en tiempo de paz.

Me permito hacer hincapié en lo que escribí: "en esa etapa de su vida". Este matiz es importante, pues la vida de un aviador militar no termina en Capitán. Si contemplamos su carrera profesional, con la adecuada perspectiva, se compara, desde el punto de vista de los conocimientos, al perfil de un reloj de arena que fluye de abajo hacia arriba. Donde lo especializado y puntual está bajo. Que al pasar por el estrecho medio, se acumula para ser genérico y amplio arriba. Es un reloj asimétrico. Pues la parte inferior nunca sería tan amplia como la superior.

La primera fase de la vida militar es la académica. (La escuela)

La segunda fase es la del combatiente (Oficial subalterno). La de actividad específica en las Bases Aéreas.

La tercera. Que se inicia con el curso de ascenso a Jefe (Mayor). Y que va abarcando cada vez más a medida que asciende en el escalafón. Y no debe interrumpirse mientras permanezca en actividad.

Al revés de lo que ocurre en otras profesiones. Médicos, ingenieros, abogados que pasan de lo general a lo particular. Que se especializan y profundizan a costa de la extensión. En la milicia las áreas de aprendizaje y actividad intelectual son más variadas y amplias a medida que se alcanzan cargos altos.

El Teniente y el Capitán ejercen su función en áreas muy especializadas, como ya lo dije, y lo que la Organización le exige es combatir eficazmente (art. 3A de las Reales Ordenanzas).

A un Oficial de Aviación moderno tiene que ser capaz de emplear, con la mayor eficacia, las armas con que va equipada su plataforma. Y un avión moderno es tan complejo, las armas que transporta tan heterogéneas, las tácticas de combate tan diversas, el nivel de riesgo tan alto, el tiempo para tomar decisiones tan corto y el resultado de cada acción tan definitivo, que si quiere estar a la altura de su misión, debe dedicar a su mejor destreza como piloto, incluida la buena forma física, todas sus horas de actividad.



Cuando por imperativos de su edad y de su empleo deba trabajar en otras áreas (organización, planeamiento, dirección) ira ampliando sus conocimientos en materias más generales.

El esquema de la instrucción de un Oficial de la Fuerza Aérea, en el aspecto INFORMATIVO, es el siguiente:

En los cuatro primeros años de si carrera deberá adquirir unos conocimiento, técnicos y humanísticos, que le permitan "saber poco de todo y mucho de algo", tendrá que conocer diversas materias (sobre gestión), sin gran profundidad, y unas pocas (especializadas) a fondo. Entre estas últimas están, informática, la electrónica, la navegación, los idiomas, la instrucción de vuelo, la disciplina y el ejercicio del mando, a su nivel.

En el quinto, recibirá una instrucción muy especializada, El Mando y Liderazgo. Se le preparará para ejercer una función concreta en los cargos medios, en ellos deberá utilizar el material aéreo de su unidad. Con la mayor eficacia y el menor costo, ejerciendo al mismo tiempo el mando de sus subordinados, tarea inseparable de cualquier actividad militar.

Es en esta fase cuando justifica su existencia y la de toda la Fuerza Aérea. Si al llegar la hora de la verdad, la del combate, el momento para el cual están concebidos los Ejércitos, ese puñado de hombres no fuera capaz de cumplir su misión, la Fuerza Aérea sería como una campana sin badajo.

 

La Organización, instrucción y conducción de un ejército, o de parte de él.

 
Al alcanzar el empleo de Comandante o un poco antes, se inicia la tercera fase, la parte más alta y amplia del reloj de arena (En habilidades de liderazgo, comando, intelectualidad y dirección). Como en esta fase la misión no es combatir sino equipar, instruir y organizar las unidades para el combate

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Pero la guerra abarca todas las disciplinas. Es la más universal de las actividades humanas. Poner y mantener en pie de guerra una buena Fuerza Aérea eficaz, como es el caso que nos ocupa, requiere la suma de un gran número de esfuerzos, de virtudes, de conocimientos, de actividades. Una panoplia tan amplia exige necesariamente ser una persona muy experta en su profesión.



En relación con la guerra aérea se puede dividir la pirámide del personal en tres sectores perfectamente definidos: Los que la ejecutan. Los que la preparan. Los que la dirigen.

De los componentes del primer sector, el escaso puñado de hombres cuya misión es combatir en el aire, ya hemos hablado. Lo que deben saber es aquello que les proporcione la mejor aptitud para el combate.

El segundo sector está compuesto por los que preparan la guerra. Simplificando, podemos decir que abarca desde el Comandante al Coronel. Sobre los conocimientos antes adquiridos, irán recibiendo gradualmente dos tipos de enseñanza: Una genérica y otra específica.

Las enseñanzas genéricas los facultarán para ejercer eficazmente el mando en los sucesivos cargos que vayan ocupando. Abarcarán, fundamentalmente, enseñanzas militares y humanísticas.

Las enseñanzas específicas serán, esencialmente técnicas. Y los convertirán en expertos en una área concreta (orgánica, logística, comunicaciones, guerra electrónica, inteligencia, investigación operativa. informática, planeamiento).

El tercer sector, la parte más alta de la pirámide, la ocupan los que dirigen la guerra: los Generales. Deberán ser consecuencia de un proceso selectivo y formativo continuo, que se inicia con el ingreso en la Academia y continua, sin interrupción, a lo largo de toda la vida militar. Este progreso es acompañado y condicionado, en parte, por la evolución continua. Ya que el perfil profesional de un Capitán, de un Coronel y el de un General son, necesariamente, distintos. Un excelente Capitán puede ser un mal Jefe. Pero lo contrario no es cierto, pues un General no puede serlo. A un errado Capitán la Organización puede contenerlo impidiéndole el ascenso. Lo que para un General, ya es tarde.

Para que la Fuerza Aérea responda a lo que de ella se espera, de los jóvenes aspirantes deben salir los mejores cadetes. De estos, los buenos oficiales. De los que surgirán los Comandantes. Y de ellos los brillantes Jefes. Quienes deben ser los magníficos Generales.

Con respecto al proceso de enseñanza, el futuro General deberá sumar, a los conocimientos y experiencias adquiridos en etapas anteriores, la especialización en los conceptos de DIRECCIÓN (Ser especializado en la generalidad). No será necesario que adquiera destreza puntual en otras áreas, aparte de la que ya tenga. Pues siempre lo asiste un equipo de especialistas que analizan cada situación concreta, para que pueda proceder al estudio y a la toma de la decisión.

Por eso podemos decir que la dirección de una organización militar es la habilidad especializada para dirigir la guerra. Como lo es la de cualquier otra gran organización empresarial (Industrial o comercial). Entre las dos hay evidentes principios comunes de dirección que pueden y deben aplicarse en todos los casos. Y diferentes aspectos, específicos, en función de los medios con que cuentan y de los fines que persiguen.

La organización, instrucción y conducción de un ejército, o parte de él, para disuadir al posible enemigo de emprender una acción hostil o derrotarlo si la emprende, es la tarea que la Nación espera que cumpla el General. Y este criterio debe presidir la selección y el equipamiento intelectual de los que vayan a lucir los entorchados (Soles o estrellas).

Ahora bien, la Enseñanza Militar, como cualquier otro sistema de enseñanza, no puede pretender solo la creación de una minoría selecta. Porque los premios Nobel no se hacen en las aulas. El más alto deber y objetivo del sistema de Enseñanza Militar es el de elevar el nivel medio de todo el Ejército (mejorando el profesionalismo de cada individuo). Al mismo tiempo que crear el ambiente que estimule a los superdotados y les permita desarrollar al máximo sus facultades (para que sean los Nobel).



El arte de mandar tiene tanto de oficio como de arte. Y el correcto aprendizaje de este oficio convertirá a la mayoría en los buenos militares con los cuales cumpliremos el objetivo. De esta cantera surgirá, cuando las circunstancias lo hagan necesario, los genios de la guerra. Los que, como todos los genios, serán en gran parte hijos de sí mismos (por medio de su autocapacitación y automejoramiento continuo. Porque el aprendizaje es durante toda la vida y no termina nunca. Los genios no nacen, se hacen)