AERONAUTAS Y CRONISTAS

domingo, 5 de enero de 2014

HISTORIA DE LA CAJA. PRIMERA PARTE


LA HISTORIA DE LA CAJA DE SUELDOS DE RETIRO DE LAS FUERZAS MILITARES DE COLOMBIA

PRIMERA PARTE

Nuestro fondo de pensiones tiene una vieja historia. Durante los años 1.400 el Sumo Pontífice creó la asociación piadosa llamada “Monti de Pietá” (Monte de Piedad) que debido a múltiples oposiciones solo funcionó cuando el Papa León X la ratificó para los años 1515, como “Montepío”. Buscaban hacer competencia a los altos intereses que cobraban las casas prestamistas y de empeño a la gente pobre y necesitada que debía pagar usuras entre un 20 y 200%.

Consistía en una especie de bancos de caridad inspirados en la solidaridad y la ayuda mutua. Eran depósitos formados con los descuentos hechos a los miembros de los cuerpos organizados, dentro de los cuales estaban los constructores (masones) y otras profesiones, para socorrer a las viudas y huérfanos, facilitándoles auxilios para cubrir las necesidades.




MONTE DE PIEDAD DE MADRID

Los Montes de Piedad atendían las demandas de las clases sociales más necesitadas de protección, a través de la concesión de préstamos gratuitos, sin interés, garantizados con alhajas y ropas, intentando con ello suavizar los abusos. La Iglesia Católica en el Concilio de Letrán V en 1515 admitió la posibilidad de establecer un moderado interés por los préstamos prendarios. El Concilio de Trento (1545-1563) proclamó el carácter benéfico de los Montes de Piedad.

El “Montepío Militar” es creado por primera vez en América en 1761 con aportes de los militares realistas activos en el virreinato de Méjico. En 1773 se anexó el “Montepío de Inválidos” para socorrer a los militares que por edad o por heridas recibidas en combate, no pudieran valerse económicamente por si mismos. También auxiliaba a las familias para atender las exequias de los caídos en acción de guerra. Durante el régimen colonial el Montepío daba ayuda mutua a los militares por vejes recibiendo fondos del estado debido a la falta de un estado organizado. Por eso ese deber oficial era cumplido por la institución eclesial.

En la Nueva Granada, durante el siglo XVIII, la corona española dispuso de algunos fondos asignados al arzobispado de Santa Fe de Bogotá, que se encontraban vacantes porque no habian sido aun entregados a la iglesia, para iniciar un proceso de secularización y autonomía. Buscaba dar independencia a la institución que se perfilaba como el inicio de la seguridad social, por fuera del manejo eclesiástico, para crear el fondo de pensiones que, con los años, terminaría siendo.

Fue el Libertador Simón Bolívar quien primero mencionó, en forma muy indirecta, el concepto de la Seguridad Social en América durante la instalación del Congreso de Angostura en 1819. El propuso un sistema de gobierno que pudiera dar el máximo de bienestar, seguridad social, estabilidad política y felicidad a su pueblo. En muchas oportunidades el mismo ordenó tomar dineros de su sueldo para auxiliar a las viudas, huérfanos o padres de quienes habían caído en la lucha por la libertad.

Para 1821 estableció un régimen de pensiones para los militares que actuaron en la campaña libertadora. Pero mientras adelantaba la campaña del Perú, el poder legislativo, que se oponía a su deseo, dejó en el olvido durante tres años un decreto que reconocía ayudas a los vencedores de Pichincha. El legislativo se mostraba, con frecuencia, celoso por los honores de la carrera militar dados a quienes se distinguían en ella. Acto que suscitó una carta de lamento donde el General Santander, encargado del ejecutivo, le decía al Libertador: “Es una lastima que no se publiquen los debates del Congreso para que se viese todo lo que he tenido que sufrir”.
GENERAL SANTANDER