AERONAUTAS Y CRONISTAS

viernes, 7 de marzo de 2014

SUR PARTE 10 Y 11



PARTE 10
LA VISITA DEL COMANDANTE
•         Llegó el soldado Villegas deportado. Era antioqueño y venía castigado porque en Puerto Boy estaba enseñando a manejar una ametralladora a unos cinco civiles que se lo solicitaron. El contador era Bejarano y estableció una venta de cigarrillos en el comisariato. Tenía un genio de alacrán y trataba mal a todo el mundo. Éste Bejarano había sido arriero antes y le parecía que tratar a la gente era lo mismo que tratar recuas de mulas.
•         La navegación en el Putumayo había mejorado lo mismo que sus afluentes en el Caquetá. En vez de las balsas pesadas y perezosas, había dos motores Johnson de 32 a 60 caballos de fuerza. Además los cañoneros "Barranquilla", "Santa Marta" y "Cartagena", le dieron a Colombia el pleno dominio de la navegación en el Putumayo, pues los peruanos no tenían sino viejas y pesadas lanchas de transporte y canoas. (Comentario: estas cañoneras estaban en Leticia pero el presidente Olaya Herrera dio la orden de enviarlas al Putumayo porque consideraba que eran una demostración de fuerza desproporcionada hacia los peruanos que no favorecía las relaciones diplomáticos. El puerto quedo desprotegido y los peruanos se los tomaron. Por eso "Uno de Tropa" se las encontró en Caucayá cuando llego a ese puerto sobre el Putumayo. Estos se los cuento mas claro en otra crónica). Daba lástima verlos pasar por la orilla opuesta, frente a Caucayá, moviendo trabajosamente sus canoas al impulso de las palancas.
•         Por aquellos días, a principios de noviembre del año 33, se anunció la visita a las guarniciones del general comandante de brigada. Un día cualquiera el general Dousdebés apareció acompañado de algunos oficiales. Se desmontó de la volqueta que lo trajo y casi inmediatamente se dirigió al casino de oficiales. En realidad los soldados no pudieron darse cuenta de la personalidad de este general que sin duda sería bondadoso, si no miente la regla que exige que todos los hombres gordos son bondadosos. Se demoró una semana larga y luego de Caucayá partió al interior.
MANIFESTACION DE RESPALDO EN BOGOTÁ

•         Antes de su partida, los oficiales de la exposición quisieron hacerle una demostración que "Uno de Tropa" no entendió si era de agradecimiento por haber venido a visitarlos o porque se iba ya. Para estas bodas de Camacho el Capitán Tovar Díaz le encargó a "Uno de Tropa" conseguir la cerveza y éste lo hizo gustosamente. Después de que se fue el general, le cobró al Capitán Tovar, quien le dijo que estaba haciendo las colectas entre los oficiales pero que algunos se negaban a pagar, alegando que no habían tomado cerveza o bien lo hicieron muy poco. Así fue como "Uno de Tropa", un ignorado miembro de la tropa contribuyó, sin sentarse a la mesa, a un banquete en honor del comandante de brigada. Y todavía le debe los siete pesos de aquella cerveza. Capitán Tovar, con este párrafo la cuenta queda saldada.


PARTE 11
CACERÍA PERDIDA
•         1 enero 1934. Aquel día convino "Uno de Tropa" con algunos compañeros, de no poner más en sus cartas “Caucayá” si no “Puerto Leguízamo", que era el verdadero nombre que tenía en honor de un soldado colombiano, Un héroe en defensa de su bandera.
•         Un sábado en el mes de enero salió, en un potrillo, Putumayo arriba, hasta la desembocadura del Caucayá a la casa de su amigo el indio y el colono Castillo. Luego, en compañía de sus amigos y de los indios emprendieron el viaje rio arriba en busca de las "los coches", lugar destinado para la cacería. Se hizo de noche y a las 10 se acercaron a una orilla y colgaron sus hamacas de los árboles más cercanos. Uno de los indios exclamó: vamos a matar "Paujil", Sargento y éste asintió. A poco habían matado dos bellos ejemplares de aquellas aves negras de cuello blanco. Las pusieron en la raíz de un árbol y continuaron tras de otra pareja que cantaba cerca y que no consiguieron. Cuando regresaron no encontraron sino las plumas de los paujiles que habían dejado antes.
•         El tigre está cerca. Ha comido cacería, dijo el indio aterrorizado. El colono explicó: el tigre no ataca por lo regular al cazador pero lo sigue mañosamente leguas y leguas para aprovechar sus descuidos entre la selva y robarle la cacería. Es muy raro que ataque un cazador para quitarle su presa, y si lo hace, basta con arrojarle está para quedar fuera de peligro.
•         Pero continuaron rio arriba hasta un punto en donde hay un zanjón lleno de agua, rastrojos y palos secos, que tendría 1m de anchura, que penetraba hacia el interior de la selva. La entrada a “la Cocha” que tomaron las canoas por el zanjón apartando ramas y palos. De repente apareció la Cocha. Éstas uno de los espectáculos más maravillosos de la selva. Después de la estrechez de aquel cordón de agua por donde se penetra, se presenta a la vista, súbitamente y en pleno corazón de la manigua, un extenso lago bañado por el sol, circundado por hermosas palmeras de yaripa y animado con cantos de patos, trabas, garzas, lobos de agua, nutrias y uno que otro caimán.

MEDIOS Y CAMINOS DELLEGADA

•         Los cazadores enfilaron sus armas sobre una manada de lobos que huían. De la primera descarga, tres lobos hundieron sus cuerpos pesados entre las ondas pero no por eso lo hicieron los restantes. Al contrario rodearon las canoas resoplando rabiosamente con intención de atacarnos. A tiros lograron rechazar a sus enfurecidos pero poco peligrosos enemigos. De entre las aguas rescataron dos de los muertos antes, los cuales fueron izados a las canoas por sus colas en forma de remo perfecto.
•         Una vez en el río propuso Castillo que se acercaran a la otra orilla y penetraran a la selva para más cacería. Llevaban cuatro horas de marcha, cuando exclamó Castillo: estamos perdidos, Sargento. "Uno de Tropa" le dijo: tú llevas años en la selva y debes conocerla así que guianos. El colono partió sin replicar y el Sargento lo siguió silenciosos. A las seis de la tarde no había encontrado el río y se encaramaron en un árbol a dormir. Se amarraron con vejucos para no caerse y pasaron la noche despiertos.
•         Cuando aclaró emprendieron la marcha. Iban hambrientos y decaídos. Encontraron un árbol de "Juan zoco" que produce frutos agradables pero no tenía. Le abrieron la corteza y brotó una leche blanca y espesa que tomaron en hojas. Estos los rehízo aunque puso en tensión los músculos de su cara y los obligó a ser ridículos visajes para moverlos pues una vez seca la leche sobre los labios, se endurece como caucho. Después de ocho horas de marcha, se movían penosamente con los trajes desgarrados y enlodados. El colono subió a un árbol y bajó desconsolado: no he visto sino árboles. En un lodazal encontraron las huellas de una danta. Por la tarde se dispusieron nuevamente a dormir debido al terrible cansancio.
•         Amaneció al tercer día. Llovía copiosamente y se desanimaron más aún. No se sentían con fuerzas para continuar la marcha. A las 11 de la mañana salió el sol. El Sargento puso su fusil vertical hasta que el mecanismo marcó su sombra sobre el suelo: ya tenía la dirección del sol. Se orientó y propuso ser el guia. El colono convino y emprendieron la marcha. A las cuatro de la tarde hallaron el río Caucayá. Se pusieron a derribar un árbol con el objeto de hacer una balsa y echarse rio abajo. En eso estaban cuando llegaron los indios que los buscaban hacía dos días. El indio Julio traía pescado seco al humo con un desagradable sabor. Pero lo comieron rotundamente.

SOLDADOS COLOMBIANOS CONSTRUYENDO UN PUENTE

•         "Uno de Tropa" llegó a Puerto Leguízamo, ácido por la fiebre se presentó al oficial de servicio, relatando su tragedia. Éste le dijo, usted no se perdió sino que se emborrachó, le dijo el Teniente Moreno Córdoba. Después lo miro atentamente y al ver su estado lamentable, lo envió acostarse. Y en verdad en parte cierta por cuanto "Uno de Tropa", hastiado de aquella vida maldita, se había vuelto un borracho empedernido.