AERONAUTAS Y CRONISTAS

domingo, 19 de enero de 2014

40 DIAS EN EL VAUPES. PARTE 3



PARTE 3
•         LA CASA ARANA. El indio de todas estas tribus es de carácter muy suave. Acostumbrado a los brutales tratamientos y tiránicas maneras y horrenda explotación de los caucheros de la Casa Arana y de otros semejantes empresarios del caucho. Verdaderos verdugos de esta raza atormentada y esclavizada, por lo que nuestros pueblos indios viven tristes y sin esperanza en la tierra. Son dóciles, francos, sencillos y accesibles.

 LA CASA ARANA

•         UNA CARRETERA. El solo Vaupés tiene, en números redondos, 150,000 km². Que decir al pensar en el Vichada, el Meta, el Amazonas, el Putumayo, el Caquetá y el Arauca, en Colombia. Estos indios del Vaupés están en camino de redención y esto se logrará cuando tengamos la carretera que, saliendo de Villavicencio, pase por San José del Guaviare, Miraflores y a Santa Rosa del Vaupés y llegue a Mitú. Para seguir luego por la banda derecha del Papurí, hasta los límites con el Brasil, frente al Yavaraté. Urge igualmente otra carretera que parta de Villavicencio y vaya buscar la cuenca del río Inírida, en nuestro oriente, lindante con el Orinoco. De ahí el que los indios no piensen en vestir, porque no tienen con qué comprar mercancía tan caras, y no piensen tampoco en comprar alimentos distintos de su fariña. Los aviones no hacen viajes a traer víveres aquí, sino cuando hay carga por llevar a Bogotá. El gobierno colombiano prohibió tomar comercio con el Brasil. Si lo hubiera, sufrirían menos.
•         LOS CONSTRUCTORES. Octubre 17. Este día lo pasamos asistiendo en el aeropuerto a la llegada de un avión de comercio (la misma Catalina que nos había traído) y a su partida. Estudiamos luego, recorriendo, el campo de aviación realizando en sus dos terceras partes por el comisario anterior. Cuya terminación, de 1.200 m, ha confiado el gobierno a nuestros amados padres Javerianos. Trabajo que avanza de manera satisfactoria para que pronto puedan aterrizar Douglas y otros grandes aparatos. Pero no está en los aeródromos la redención económica de esas numerosas tribus: está en la agricultura y la ganadería, y en las vías de comunicación urgentísima necesidad en este sudeste colombiano.
•         COMENTARIO. Para finales de la década de los 70, cuando volábamos a ese destino, todavía era motivo de espectáculo y de distracción el que los habitantes de Mitú fuesen a la pista a ver aterrizar y despegar los aviones, no sólo por la novedad del evento aéreo sino también por la escasez de vuelos que había a ese destino. Por esa razón era muy frecuente ver muchas personas, distintas a los familiares que iban a recibir o despedir a los viajeros, en los alrededores de la pista y al pie de los cercos. La pista todavía era en tierra. Había y una pequeña torre de control de dos pisos construida en madera y techada con láminas de zinc, donde se ubicaba el controlador y los equipos de comunicaciones que asistían a las aeronaves. Estas personas también aprovechaban para enterarse del tipo de mercancías que habían llegado porque sabían que rápidamente escasearían en el comercio y necesitaban saber quién había sido el comerciante que las había traído para correr a comprar en su almacén.
•         EL AVIÓN que se utilizaba era primordialmente el DC 3 y Curtis. En ocasiones se reunían hasta tres aviones que escasamente cabían en la pequeña plataforma de parqueo para dejar libre la pista a los aviones que despegaban o aterrizaban. El resto eran aviones menores, fundamentalmente monomotores. La pista era en tierra de arcilla roja que en verano soportaba muy bien las aeronaves pero en el invierno extremadamente fangosa, lisa y riesgosa, puesto que en ocasiones los trenes de las aeronaves se enterraban en el lodo. El DC 3 era muy apropiado para estas pistas por tener unas ruedas bastante voluminosas consideradas como “pantaneras”. La supervivencia de estas poblaciones dependía fundamentalmente de la vía aérea en todos los sentidos. Fin del comentario.

 DC 3 ATERRIZANDO EN MITU
LA PISTA ERA LA CALLE CENTRAL Y PRINCIPAL DEL PUEBLO EN FANGO ROJO

•         EXPEDICIÓN MISIONERA. VIAJE AL PAPURÍ. Octubre 18. Hoy salimos hacia el Papurí, donde los padres tienen tres centros: Montfort, Piracuara y Teresita. Luego hasta Yavaraté, perteneciente hoy al Brasil y regresar de allí a Mitú sobre aguas del Vaupés. Esta última navegación, del Yavaraté a Mitú, nos retardará 15 días en canoa remando duro y seguido. A las 12 del día estamos en la desembocadura del río Yí, de aguas prietas y densas. Hay junto a esa desembocadura una maloca de unos 16 m de frente por 18 de lado. Lleva al centro dos series de columnas que semejan las de un templo. En ella han vivido hasta 12 familias, sin más separación que un bejuco. Y sin otro distintivo que su respectivo fogón sobre tres piedras o tres jarrones de barro. Chinchorros que hacen las veces de camas en todos los llanos y el sur y oriente colombiano. Y unas pocas ollas y cuyas o totumas, único traste para comer que usan todos estos pobres indios.
•         LA FARIÑA, harina de yuca brava, base de la alimentación, por no decir alimentación única de los indios, es lo que más se consume. Es la única planta alimenticia que no ataca las hormigas, el más terrible azote de la agricultura. Casi no comen carne por lo escasa que es la caza.
•         ACAMPAR. Por el río Yí nos vamos a recorrer en dos días por la selva profunda y absolutamente solitaria, hasta su nacimiento. Lleva nuestra canoa remeros muy amables, indios los seis. Como es preciso almorzar, una orilla arenosa nos da albergue y el padre Elorza nos presta sus servicios de cocinero. La tarde se ha tornado oscura, el cielo está plomizo y las nubes negras se tocan casi con las copas de los árboles. A las seis es preciso buscar posada bajo los árboles y preparar la cena. Ayudo a todos y especialmente a los bogas a "ranchar". El rancho es muy sencillo. A las 7, a la luz de la fogata que cocinó las viandas, nos tomamos aquel delicioso ágape montuno. Los bogas han amarrado sus chinchorros de uno a otro árbol, rodeando fogón. A la pura orilla del río Yí hay 10 hamacas que se mecen suavemente acariciando el sueño de los viajeros.