AERONAUTAS Y CRONISTAS

domingo, 28 de julio de 2013

ENTRE LA EMOCIÓN Y LA RAZÓN



ENTRE LA EMOCIÓN Y LA RAZÓN

Coronel Iván González U.

“En algunos casos la emoción es más peligrosa que la razón”
Testimonio del Comandante de la Base Aérea de Tres Esquinas (TQS), una de las unidades de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), durante el ataque por parte de los terroristas a la Base de las Delicias del Ejército  Nacional de Colombia (EJC).
Las Delicias es componente del Batallón de la Tagua y queda sobre el río Caquetá a 60 km al sur de TQS. Esta última está ubicada en la confluencia con el río Orteguaza con el Caquetá.
Para el comandante de la TQS, el día 30 de agosto de 1996 empezó completamente normal y terminaron las labores habituales sin ningún inconveniente. A las 7: 30 de la noche se presentó el Mayor comandante de la Fuerza de Tarea Cándido Leguízamo, componente destacado en dicha base, para decir que el Batallón de la Tagua se comunicó pidiendo apoyo aéreo en la Base de Las Delicias, donde había sucedido algo pero no sabía con claridad de que se trataba.
Como estaba de noche y nosotros no teníamos capacidad aérea para misiones de apoyo, de manera preventiva llamamos a Bogotá, al Centro de Operaciones Nacionales de la Fuerza Aérea (COFA) para hacer una alerta sobre lo que podría necesitarse.
Alrededor de las 8 de la noche nos llega otra comunicación del Capitán Comandante de la Base de Las Delicias, el Capitán Lazo; quien murió durante ese combate y se encuentra hoy sepultado en el panteón militar en Campos de Paz de Medellín.
Había llamado para anunciar que la situación era muy grave, que lo estaban atacando, que lo bombardeaban, que necesitaba toda la ayuda posible. Narrarían, después, los sobrevivientes que luego de ese mensaje los guerrilleros volaron la caseta de comunicaciones, no hubo más llamados y el Capitán siguió luchando.
Entonces pedimos un apoyo aéreo de ametrallamiento e iluminación al COFA quien encontró apoyo en la Base Aérea de Villavicencio. Esta se encuentra a una distancia de unos 400 km del sitio del combate. Además durante esa noche hubo otros ataques a poblaciones (27), que la base en Villavicencio estaba apoyando. Parece que las FARC lo hicieron predeterminadamente, para disminuir la capacidad de reacción de la Fuerza Aérea.
Hubo mucha angustia, no sabíamos nada, no teníamos la oportunidad de pensar en otras alternativas.
Entonces a media noche llamaron de Bogotá diciendo que ya habían mandado una escuadrilla de apoyo constituida por dos aviones Bronco con la que nos comunicamos a las 00:30 por radio, mientras pasaba sobre TQS. La nubosidad aunque ligera y la oscuridad de la noche no dejó verlos.
Sobrevolaron Las Delicias y nos iban informando de las balaceras, los fogonazos, las bengalas. Trataron de identificar entre amigos y enemigos. Lanzó un ametrallamiento disminuyendo la intensidad del combate en tierra, pero por agotamiento de combustible debieron regresar a TQS.
Había un inconveniente, en ese tiempo. No estábamos equipados para operaciones de aterrizaje nocturno. de ayudas electrónicas de aproximación no se disponían. Teníamos comunicación por radio pero no eran suficiente, se necesitan señales visuales, alumbrado y marcas visibles para aterrizar. Solo se teníamos faro giratorio sobre la torre de control para realizar el patrón de tránsito para el acercamiento mas no las ayudas para la aproximación final.
Estábamos corriendo riesgos muy altos. Presumimos que los pilotos tendrían que eyectarse y abandonar los aviones para salvarse. Esperaba que si lo hacían al menos fuera sobre la Base para facilitar su rescate. En la selva que rodeaba a la unidad era muy difícil lanzar operaciones de recuperación de la tripulación.
Para ayudarles al máximo, ordenamos poner en marcha y a plena potencia los generadores Diésel, encender todas las luces, incluyendo las domésticas y el alumbrado público. Sobre la pista ubicamos mecheros de kerosene y los pocos carros que teníamos para que con sus reflectores la alumbraran.
Despertamos e incomodamos a toda la gente, incluidos los hogares, pero era necesario. En medio de la selva cualquier luz, por tenue que sea, se ve desde muy lejos y fue una gran ayuda para que la tripulación, carente de combustible, sin sistemas de navegación electrónica, pudiera viajar en línea recta y aterrizar a salvo.
Los reabastecimos de combustible y munición. Pero surgió otro inconveniente: empezó a caer una llovizna, con nubes bajas y una densa neblina. Los aviones, en esas circunstancias podrían despegar, pero si lo hacían era definitivo que no volverían a aterrizar.
Si se daba la orden de despegar, estaríamos mandando la tripulación a una critica emergencia y posiblemente la muerte.
Siempre en estas circunstancias hay algunos que quieren y otros que no, todos tienen un criterio, unos creen que pueden hacer más. Todos en las FF AA tienen horizontes y puntos de equilibrio distintos, entre lo que se puede hacer y lo que no se debe hacer. Algunos son más temerarios que otros. Debíamos cuidarnos del exceso de prudencia pero también de osadia. Los subalternos suelen pensar en lo inmediato. El comandante debe tener un intermedio pensando en la conveniencia macro, en cómo las decisiones van a afectar a todo el país y a la preservación de sus hombres, como factor inmediato.
Ordenamos no despegar. La relación costo-beneficio no lo justificaba, si se les mandaba con esas condiciones se perderían mejores alternativas futuras.
El combate duró más o menos toda la noche, desde las 19:30 de ese día hasta las 07:00 del siguiente. El Capitán Lazo fue herido, pero sobrevivió. Alrededor de las 06:00 trató de salvar cuanto más pudo y a esa hora se enfrentó, prácticamente solo. Le quedaban muy pocos soldados sobrevivientes. Más tarde, mientras suplicaba, ya en forma incoherente, una cobija porque sentía mucho frio por la perdidad de sangre, los terroristas lo asesinaron con un disparo de infamia.
Al día siguiente, como no teníamos como rescatar heridos, sobrevivientes o recuperar los cuerpos, llamamos a Bogotá y enviaron un helicóptero Black Hawk para esta misión, el más cercano estaba a 4 horas de vuelo. En ese traslado se le hizo de noche, pero logró rescatar a varios sobrevivientes.
Cuando empezaron a llegar los heridos sentimos varias cosas: lógicamente lástima y congoja, pero se tiene que mantener el control y un dominio que permita actuar con racionalidad. No quiere decir que se deba tomar una posición de insensibilidad. Todo lo contrario, hay que mantener la cordura, la lucidez y así actuar con el mejor beneficio posible.
Tratábamos de controlar la parte emocional, que en estos casos es más peligrosa que la racional, por eso no le poníamos mucha atención al sentimentalismo, todo está enfocado en la parte operativa.
Cuando dábamos instrucciones sabíamos que eso podía costar vidas o evitar rescates posteriores. Se siente una combinación de sensaciones que debe tratar de controlar. Primero. La emoción y la euforia de la adrenalina fluye, con muchos deseos de colaborar y mucho empeño, pero al mismo tiempo hay mucha tristeza debido a la adversidad, al darse cuenta que no podíamos hacer lo que se quiere hacer y se siente impotencia.
Todos estos sentimientos revueltos hay que intentar combinar para encontrar las acciones más atinadas.
De esta experiencia tanto el país como nosotros aprendimos varias cosas.
El país entendió que no se pueden dejar bases militares estratégicas sin posibilidades de apoyo. También que se debía mejorar la capacidad de Fuerza Aérea. Actualmente somos más poderosos, tenemos más equipo en combate nocturno, estamos mejor preparados, tenemos mayor capacidad de reacción y de sorpresa.
 A nosotros para aprender algunas cosas más. Conocíamos mucha teoría pero nunca lo había visto tan real. La teoría suele ser muy general, vaporosa e irreal. En esas situaciones uno puede ver cómo funciona en la vida práctica y en un momento específico. También que se debía tener en cuenta la parte emocional del ser humano para así tomar las decisiones de mayor conveniencia.
Pos Data: luego les participaremos esta experiencia con mas detalles.