AERONAUTAS Y CRONISTAS

jueves, 13 de febrero de 2020

ZONAS DE FUEGO 1




Zonas de fuego

Plinio Apuleyo Mendoza

Prólogo. Los diagnósticos políticos sobre el fenómeno de las guerrillas navegan en la ambigüedad, la retórica y las visiones simplistas establecidas con frecuencia con base en posiciones de principio e ideológicas.

Primera crónica

Caquetá: experimento político de la subversión.
Descubiertos y revelados sus  procedimientos terroristas encaminados a suprimir líderes cívicos, políticos o de acción comunal, vinculados al liberalismo, las FARC se apresuraron a buscar acuerdos en torno a una nueva tregua.

Carlos Romero, concejal de Bogotá, es un hombre amenazado de muerte. Se desplacen un Mercedes blindado, color crema, propiedad del Consejo, siempre seguido por una camioneta llena de guardaespaldas. Me esperó en el rincón más oscuro del restaurante, con un abultado chaleco antibalas. Yo del MRL, (Movimiento Revolucionario Liberal, creado por Alfonso López en la década de 1960), teníamos políticamente muchas cosas en común: la defensa de la revolución cubana. Carlos no se ha movido un cm de sus convicciones. Yo sí: bajo el peso de la realidad del mundo comunista, tal como es y no como se fabula.

FLORENCIA

Me dijo: Estamos en guerra. Una hecatombe que nadie puede ganar, ni las FARC ni el Ejército. Sólo queda claro. Me habló de su vida siempre en peligro. Lo peligroso que es estar aquí, en la ciudad. Pero, yo no puedo hacer otra cosa.

Tenía yo cita con un general recientemente retirado: con Rafael Peña Ríos. Primer puesto en el curso de Estado Mayor, entre 800 oficiales occidentales reunidos en Carolina del Norte. Había vivido desde los 16 años en todas las zonas candentes del país luchando contra la guerrilla.

El Caquetá, un plan piloto.
El ejército cumplió una función policial, preventiva, y no la función que le corresponde, la de repeler y reprimir. Se necesitaba una legislación que respaldara la doctrina de operaciones del Ejército. A la subversión no se le podía tratar como insurgencia. Son dos cosas distintas.
La segunda desaparece cuando se eliminen sus causas, sean políticas, económicas o sociales. La primera no, pues su objetivo en la toma del poder. Si se acepta un diálogo lo hace con un sentido apenas táctico para fortalecerse. Por confundir estos dos conceptos, se trazaban políticas erróneas.

En el Caquetá era favorable a la subversión todo el ambiente. Hasta el bajo Caguán. Como no se podía llegar allí por tierra, ni por vía fluvial, él había querido bombardearlos. Pero el alto mando no había sido autorizado por el presidente Barco.

La tropa estaba mal equipada. Ni para tiempos de guerra. Los soldados duermen en los corredores o a la intemperie, por falta de espacio. Sin trabajo, muerto de hambre, el reservistas con frecuencia captado por la subversión, que abunda en dinero y equipos.

Como el Ejército no amenaza la población y su presencia es fugaz, y en cambio la guerrilla está siempre presente y tiene capacidad de intimidación, el campesino tiende a favorecerla. El Caquetá sería modelo piloto en la subversión.

Esta guerra es nuestra.
El Coronel Ignacio Grijalva, comandante de la Doceava Brigada ha pasado su vida combatiendo la guerrilla. Seis años atrás, en el Putumayo, en la frontera con el Ecuador, se batió y derrotó al continente el M 19 que poco antes había desembarcado en el Pacífico. (Operación narrada por el señor General Ospina en su libro “Batallas no Contadas”).

Ese statu quo es fatal, pues en la zona dominada por las FARC hay pistas de aterrizaje las cuales llegan aviones cargados con armas. Aquí y allá, todo el mundo ha visto a los guerrilleros. En las veredas, los pueblos, de civil, compran víveres y desaparecen. Montañita está a sólo 40 km de Florencia. El último 17 de diciembre, a las siete de la noche, más de 100 guerrilleros llegaron en dos camiones a la esquina misma de la plaza. Al otro lado del cuartel de la Policía. Pusieron un retén en la carretera. Un letrero decía somos de la Coordinadora Simón Bolívar. Allí permanecieron desde las siete de la noche hasta la una de la madrugada, cuando llegó el Ejército.

Atacaron el cuartel de la policía. Todavía están los 12 policías que se batieron con fiereza. Aquí tiene uno que vivir con el fusil siempre al alcance de la mano. La gente del pueblo, en su mayoría ayuda la guerrilla. No se puede confiar en ella. Tampoco los refuerzos. Sólo en ellos mismos, los policías.

Lo sorprendente es que el batallón “Héroes de Guapi” se encuentra sólo 16 km de distancia. Tardó seis horas en llegar debido a las emboscadas. Vinieron por los campos cruzando ríos. El avión Fantasma, dotado de potentes luces de bengala enviado desde Palanquero, sobrevoló el pueblo las 12 de la noche enviado por el mismo ministro de defensa. Sirvió para que los guerrilleros huyeran.

Más allá están las FARC.
De Paujil a Cartagena del Chairá está la carretera muy reciente, construida por el batallón ingenieros. Es estrecha y sin pavimentar. No permite el paso sino de Jeeps y camiones. Muy rara vez se encuentra un caserío como el de Versalles. Los habitantes, nos dice un vecino, pasan con frecuencia, para hacer algunas compras, los guerrilleros de las FARC. A cada paso nos encontramos soldados. En los puntos difíciles de la carretera, tienden vigas para el paso de vehículos. Son muy jóvenes, casi niños. Sus uniformes están en mal estado, a veces burdamente remendados por ellos mismos.

CARRETERA

El límite entre el Caquetá, controlado por el Estado, y la parte de ese departamento bajo el control de las FARC está al final de aquella carretera. En Cartagena del Chairá. Los soldados que la construyeron, hace un año, sufrieron más de seis emboscadas, una de ellas con un saldo 27 muertos.

Son tierras selváticas, abandonadas al cultivo de la Coca. Le preguntó uno de ellos si pasan el río Caguán patrullando y me responde con risa: Qué va, camuflado que pase por ahí lo bajan.

Son calles de tierra. Tiendas de baratijas. Cantinas con tangos desgarradores. Hay una sensación de confín. De estar a las puertas del Sur selvático y profundo, en una frontera. Más allá, en el ardiente y dilatado horizonte de enmarañada vegetación y nubes bajas, empieza el Caquetá de la coca y de las FARC. Ninguna barrera armada le impide tomar aún una lancha y bajar por el río hacia la laguna de Chairá o hacia puertos como Remolino, Cuba, Cubica, Puerto Argentino, puerto Nápoles o Santo Domingo. El control es más útil. Desde que alguien no conocido sube a las lanchas, los radios van advirtiendo. La “Trasfluvial”, virtualmente la única compañía de lanchas pertenecientes a las FARC. En aquellos puertos ni la sombra de una autoridad que obedezca al gobierno de Virgilio Barco. Sus hombres andan armados porque ellos son el Estado.

CARTAGENA DEL CHAIRÁ

Época dorada.
Cobran tributaciones. A los 100,000 campesinos Los obligan a sembrar al menos una hectárea de coca. Efectúen reclutamiento forzado. Monseñor Serna, obispo de Florencia dice que las FARC están compuestas en un 70% por mujeres: los campesinos, pensando en términos productivos, prefieren darles una hija.

Allí está el germen de lo que sería una Colombia al estilo de Vietnam, Camboya. Debido a los precios de los tiempos recientes de bonanza de la coca todo aquí es más costoso. El fusil gobierna. La máxima autoridad es el comandante. Se imponen fuertes gravámenes. Como por ejemplo formas de trabajo forzado para los hombres sin empleo.
Los guerrilleros entran a los ranchos y se hacen servir de comer. A los vendedores ambulantes se les asigna un sitio. No tienen problemas de deudas ni robos. No hay presos: el castigo es la muerte. A los sapos, o sospechosos se les da un tiro en la nuca. Cualquier forastero puede serlo.

Son cosas que todo el mundo sabe aunque el alcalde militar se anticipó advertirnos: “Tengo instrucciones de no decirles nada”. No consigue nombrar funcionarios en las veredas. El único inspector de policía  que va a Remolinos es una pobre secretaria por dos días y regresa antes de que la retengan. Un puñado de policías allí sería como dejar un canario al alcance de una boa.

El alcalde, capitán Acevedo nada le falta. Ni el desaliento ante un pueblo sin luz ni alcantarillado y en tierra enemiga. Las FARC intentaron dinamitar muchas veces la carretera. Dos años antes, en la zona también controlada por las FARC, los compradores de coca colocaban mesas en las puertas de los hoteles, con una balanza y fajos de billetes encima. Los campesinos hacían largas colas frente a ellos. Cantinas y burdeles florecieron junto al puerto.

La Unión Patriótica es la principal fuerza política en las veredas de tierras robadas a la selva. Detrás de ella, estaba el fusil de las FARC. En las instituciones electorales aparecieron planchones en el río que traía más de 1,000 hombres, de las profundidades del Bajo Caguán. Formaron largas colas dóciles y ordenadas, sujetos a una férrea disciplina. Volverán a votar el 12 de marzo. El alcalde militar deberá pues entregar la alcaldía a la Unión Patriótica. “Es la democracia”.

REMOLINOS DEL CAGUÁN

El mapa terrible.
Las FARC actúan como un estado en más de la mitad del departamento. En la otra actúan como guerrilla. Mucha gente el Caquetá me dijo: “Si, FARC y la UP son la misma cosa”.

El dirigente de la UP, Henry Millán, está rodeado de guardaespaldas. Me sorprendió el despliegue, el mismo que sigue a todas partes al senador Fernando Turbay y su familia. Me dijo: “Somos tan ajenos a las FARC, como el senador Turbay de los grupos paramilitares. Su suplente la Cámara, Iván Márquez, fue acusado del secuestro de un helicóptero. Ahora, se había incorporado a la guerrilla. Millán dice: “no sé nada, hace cuatro meses no lo veo”.
Un mapa desplegado en la mesa de su despacho del obispo de Florencia, Monseñor José Luis Serna, pensé que allí estaban sus parroquias. Pero se trataba de los frentes de la FARC primorosamente marcados con óvalos color naranja. Las FARC estaban, como Dios, en todas partes. La zona oriental los frentes 14 y 15. Al occidente, desde el Huila hasta la Bota Caucana, cuatro frentes más, el segundo, el tercero, el 13 y el 32, formando una herradura amenazante.

RÍO CAGUÁN

Las FARC son a la vez ejército regular y guerrilla en la otra. La UP trabaja con gran habilidad realizando alianzas electorales con liberales disidentes, que juega un papel de idiotas útiles. Pero existe un tercer nivel de acción, el de las FARC como terroristas. Me habían dicho el senador Fernando Turbay, comentando esa ola de asesinatos. La que se abatía sobre dirigentes liberales y los mantienen con la vida colgada de un hilo. “Es un plan”. (Nota: en 1996 lo asesinaron junto con su familia en la carretera a San Vicente del CAGUAN”).

Nota: Cuando estuvo en el Caquetá el general Peña Ríos (1987) gobernaba Virgilio Barco y no se podía bombardear. Después de él estuvo el Coronel Grijalva y tampoco se podía. Cuando estuvimos en la Base Aérea de Tres Esquinas (1997), durante el gobierno de Daniel Samper, las cosas eran exactamente las mismas. Se nos negó el bombardeo.

Más tarde, cuando ya gobernaba Álvaro Uribe, se permitió el uso del poder aéreo. En especial el bombardeo que diezmó el terrorismo. Si se hubiese hecho desde esas épocas anteriores las cosas habrían sido diferentes y mucho sufrimiento se le habría evitado al pueblo colombiano.

Pero su sucesor, Juán Manuel Santos, lo prohibió nuevamente. Para ser restablecido, en el (2018), por el presidente Iván Duque en el 2018.

Lo único estable es el patriotismo, el esfuerzo y la lucha de la institución militar. Desafortunadamente supeditada a la débil y voluble autoridad política. Ya sea por ignorancia o por miedo del manejo de los asuntos militares.

Este sencillo y rápido panorama, de tres décadas, del 1987 al 2018, nos muestra lo poco que de este fenómeno subversivo sabe el pueblo colombiano. Pero que sus FF AA  lo tienen perfectamente claro. Sin poder hacer mucho para cambiar las ideas por su supeditación al poder político. Aún al elevadísimo costo del máximo sacrificio de sus jóvenes tropas.