AERONAUTAS Y CRONISTAS

martes, 19 de marzo de 2013

ENTRE PERÚ Y ARGENTINA POR BOLIVIA. ENTRE ARGENTINA Y BRASIL POR URUGUAY



BOLIVARIANOS

ENTRE PERÚ Y ARGENTINA POR BOLIVIA
ENTRE ARGENTINA Y BRASIL POR URUGUAY

Cuando Bolívar llegó al Alto Perú, actual Bolivia, la región se encontraba en una encrucijada entre el orden interno y la defensa de su soberanía.

Del lado occidental de la cordillera, actual Perú, a Bolivia, se le denominaba como El Alto Perú, desde tiempos realistas. Denominación colonialista que inducía a pensar que era territorio peruano. Claro que a los descendientes del poderoso imperio inca y, después, del fuerte Virreinato del Perú, no les fallaban ganas que así fuera. Sin embargo, cuando los habitantes de esas montañas, agradecidos con Bolívar, decidieron denominarse bolivianos, se perfiló como una región totalmente autónoma.

Además de ello, Bolívar, había avanzado victorioso, desde el norte del continente, persiguiendo a los realistas, hasta esas cumbres. La presencia del Libertador, también ponía en duda la influencia argentina en esa región. Aunque los argentinos lo toleraban porque hacía poco habían declarado su independencia y la falta de organización interna los tenía muy vulnerables ante los intentos de reconquista española

Por el otro lado, los argentinos consideraban que el Alto Perú les pertenecía por ser extensión, de sus planicies y por cedula real. De todas formas, los argentinos estaban ante un dilema entre lo político y lo militar. Porque el gigante vecino, Brasil, gobernado por el emperador Pedro, daba demostraciones expansionistas, bajo la protección de la Santa Alianza. Pedro había declarado de su propiedad la margen oriental del Río de la Plata, actual Uruguay.

Los moradores de esa rivera Rioplatense habían dicho que no deseaban ser parte del Brasil. Por costumbres, modo de vida y lengua, preferían ser parte del Rio de la Plata, actual Argentina. Argentina entró en el dilema de apoyar a los moradores, después llamados uruguayos, aceptando la adhesión de esa provincia pero a costa de una guerra. O dejarlos abandonados aunque admitiendo que no le importaba el expansionismo brasilero que, luego, le podría ser nefasto. Pedro era monarquista y no comulgaba con las inclinaciones republicanas surgidas en la Argentina.

Ante el gran peligro de una inminente guerra con Brasil, los argentinos vieron la llegada de Bolívar, a lo alto de la cordillera, no como otra desgracia, sino como la vía de su salvación. Solo necesitaban dar el adecuado manejo diplomático. Mandaron una comisión a entrevistarlo.
Bolívar había dejado claro que sus intenciones no eran de conquista, solo de persecución temporal del enemigo y que solo buscaba acabar el predominio ibérico en la América del sur. La promulgación de una constitución boliviana lo confirmaba.

Los argentinos decidieron dar un paso igual emulando su actitud. Pretendían retomar la delantera y ganarían un aliado. En lugar de oponerse, decidieron declarar que daban plena libertad a los bolivianos para decidir su propio destino y establecer la forma de gobierno que más les pareciere. También admitiendo que Bolívar designara los límites con Bolivia. Tendrían acuerdo y amistad.
Le ofrecieron a Bolívar nombrarlo Protector de la Argentina, que lo convertía en Protector de América, ya que antes había sido nombrado Libertador en la Gran Colombia (actual Colombia, Ecuador y Venezuela), además de Protector del Perú.
Así contribuían a la idea bolivariana de crear una Alianza de Naciones Suramericanas. La que se opondría las intenciones de reconquista de la Santa Alianza europea, cuyo principal representante, en América, era el Brasil con su monarquía.
Lo invitaron a ingresar a la Argentina con el Ejército y su flota bolivariana, pagando sus gastos. Querían ganar el medio que neutralizara las intenciones expansionistas de Pedro.

El emperador Pedro, quien seguía con interés esos tratos entre argentinos, colombianos, peruanos y bolivianos, necesitaba saber las intenciones reales del Libertador. Si Bolívar se pondría de parte del Brasil, o de la Argentina por su reclamación de la Margen Oriental del Plata o si actuaría por cuenta propia contra el Brasil por su monarquismo. Ya que españoles no había en Brasil, que era el motivo que había traído a Bolívar desde el Caribe hasta Bolivia.

El que Bolívar tuviese tanto reconocimiento dentro de los argentinos, hasta el punto de haberlo invitado y ser proclamado el “Protector de la América”, título bastante amplio, era cosa ya preocupante para el Brasil. El único lugar que quedaría por fuera de su influencia eran solo los descendientes del imperio portugués, en este hemisferio.

El dilema de Pedro era si Bolívar quería expulsar también al monarquismo portugués, representado por él, como había destruido al ibérico, o si seguiría expandiendo el republicanismo, como lo era Bolívar, en contra del Brasil. Que, a la larga seria lo mismo. Si solo tenía ansias de conquista sobre Brasil o solo de imponer el orden necesario en la Argentina para implantar el republicanismo, en reemplazo del monarquismo, propuesto por San Martín. Quien antes se había unido a los chilenos para marchar contra al hispano virreinato peruano.

No era posible averiguarlo simplemente por las vías diplomáticas, ni su influencia política era suficiente para obligar a Bolívar a expresar sus pretensiones. Solo lo lograría presionando por medio de hechos cumplidos. Por eso, sin declarar la guerra ni dejar ver le objetivo de sus intenciones, pensó en un acto de provocación. Mandó a uno de sus generales a la provincia brasilera de Matogroso para invadir, como así lo ejecutó, a la fronteriza localidad de Chiquitos, perteneciente a la provincia boliviana de Santa Cruz. Según la respuesta obtenida podía saber cuáles eran los planes de Bolívar.

Como Bolívar necesitaba ser prudente porque había avanzado más de lo inicialmente acordado y autorizado por Santa Fe de Bogotá, y con Santander bastante incomodo, se dirigió indirectamente al emperador Pedro.
No podía mostrarse intervencionista dentro de la Argentina provocando una factible guerra interna, así lo alagaran con invitación. Dentro de la Argentina, a pesar de la amenaza brasilera, no había aun total unanimidad de criterios políticos a pesar de los esfuerzos hechos por su Libertador San Martin. Persistían los monarquista y los republicanitas. A Bolívar también lo contenía la declaración de Inglaterra que no deseaba una guerra entre Argentina y Brasil que afectaría sus intereses comerciales con ambos. De intervenir en favor de ese conflicto, Bolívar tendría otro enemigo europeo, adicional al español.

Pero el mismo Pedro le dio la soluciona a tantos dilemas. La endiablada suerte de Bolívar no lo abandonaba. En la invasión brasilera del pueblo boliviano de Chiquitos, Bolívar encontró la manera de dejar claros sus propósitos. Pudo mostrar sus intenciones sin tener que ponerse en favor de ninguno de los dos disputantes del Uruguay. Ni entrar en conflicto con Inglaterra. Ni provocar más a Santander con su disgustado Congreso. Ni quedar mal con los argentinos. Ni involucrar a Bolivia en una discordia con Argentina. Ni ser traidor de los peruanos. Ni mostrarse ante Brasil como un pendenciero que intervenía en cuanto pleito se presentara en el continente. Ni dar más motivos para estimular la consolidación de la amenaza europea de la Santa Alianza. Además de ganarse el respeto internacional para el reconocimiento de sus naciones recién creadas.

Le reclamó a Pedro por el acto inamistoso presentándose únicamente como protector de los intereses bolivianos, mas dejando oculto o, como mínimo, sin mencionar las demás repercusiones. Omitiendo todas esas caras del problema podía quedar bien con los involucrados ante el resto del mundo. Lo hizo en el discurso ante la delegación Argentina que lo visitó para comunicar la intención ya mencionada de Argentina con respecto a Bolivia.

Allí dijo Bolívar: “Nos sorprende que un Príncipe americano, recién independiente de Europa (Por supuesto se refería a Pedro), destinado a ser amigo de sus vecinos, es el que ocupa una plaza que nos pertenece (se refería a la localidad boliviana de Chiquitos). Y cuando el espanto de nuestras armas lo ha de poner en fuga, ultrajarán a nuestras gentes y propiedades. Sin embargo, estas violaciones las hemos dejado impunes, para añadir más nudos a los vínculos que nos estrechan. Para que, a su vez, podamos reclamar nuestros derechos en la misma forma como los adquirimos”. (Se refería al uso de las armas como lo había hecho durante 15 años de campaña). El mensaje era claro: Acto de perdón pero también de guerra, si era necesario. La persuasión junto con la imposición.

Mas el reproche debía causar adicionales efectos profundos que el de una simple y sola advertencia. Tenia que ratificar que las consecuencias serian terriblemente desastrosas, en caso de no corregir de inmediato. Efectos no solo para el general invasor sino para el Brasil, si no modificaba pronto su atrevimiento.
Simultáneo al discurso, mandó un mensaje directo al General brasilero pero subliminal para Pedro. El que desharía la incertidumbre que había motivado al emperador brasilero a emprender la osada acción. Bolívar esperaba que esa comunicación, por su procedencia y por el carácter que le imprimía, no pudiera pasar desconocida al soberano monárquico.

Escribió al responsable de las tropas brasileras. Con eso pretendía decir, también, que lo consideraba no       SOLO UNA SIMPLE imprudencia de un descarriado subalterno, que había obrado por su cuenta, sino que se trataba un acto original de la voluntad de la gran nación. Y su emperador también sufriría los efectos.

Le dijo al General Araujo y Silva, comandante de las tropas invasoras, en términos categóricos: “Prevengo al Señor Comandante General de Santa Cruz (subalterno de Bolívar Comandante boliviano de la guarnición de la que hacia parte Chiquitos), que si usted no desocupa en el acto a Chiquitos, marche contra usted. Y que no se contente con libertar nuestras fronteras, sino que penetre a su territorio, que se nos declara enemigo. Llevando la desolación, la muerte y el espanto, para vengar nuestra patria. Y corresponder a la insolente y la atroz guerra, con que usted lo ha amenazado”.

No le bastó con el discurso para Pedro y la nota al General. Era necesario hacer algo cercano o similar a la ofensa causada, pero con elegante manejo y explicita determinación. Arengó en proclama pública a sus tropas desde la cumbre del cerro del Potosí. Allí subió con comitiva y las banderas desplegadas de las naciones libertadas, para indicar que hablaba en nombre de todos esos territorios. Bolívar era amigo de actos dramáticos y espectaculares. Dijo: “Soldados. Venimos venciendo desde las costas del Atlántico y, en 15 años de una lucha de gigantes, hemos derrocado el edificio de la tiranía, formado tranquilamente con tres siglos de usurpación y violencia. Cuanto no debe ser nuestro gozo, al ver a tantos millones de hombres restituidos a sus derechos por nuestra perseverancia y esfuerzo. Nosotros estimamos en nada esta mole de plata, llamada Potosí, sobre la que estamos, y cuyas ricas betas fueron de España, cuando la comparo con la gloria de haber traído victorioso el estandarte de la libertad, para hincarlo sobre este tesoro, que es la envidia del universo”

Y marchó hasta la ciudad de la Plata asentada en las moles andinas que descienden hacia la planicie del oriente. La misma que llega hasta el Atlántico, y donde se inician las pampas de la América meridional. Localidad que lo acercaba no solo al Brasil, que lo amenazaba, sino a la Argentina, donde era llamado como aliado.

Las tropas brasileras abandonaron la región restableciendo el equilibrio de la convivencia. Se confirmó que la comunicación había llegado produciendo los efectos deseados. Como el militar brasilero, supuestamente imprudente, no fue descalificado por lo hecho, se evidenció que cumplía instrucciones de un nivel superior, las de Pedro. No era solo una rueda suelta que había rodado por si misma, sino enviada desde Río de Janeiro a la lejana frontera. El manejo de las presiones internacionales por parte de Bolívar, funcionó según lo que el soberano emperador necesitaba saber. Y lo supo claramente.

La Argentina igualmente sacó provecho. Logró, por amistoso acuerdo, evitar la inminente guerra y contener el expansionismo brasilero. Se restableció la unión interna con la cesación de las facciones entre la clase dominante, que abogaba por una monarquía criolla propuesta por su libertador San Martín, y las montoneras republicanas. Se convenció de que Bolívar no era una amenaza ni una necesidad para fortalecer su débil situación interna, debida a sus desacuerdos partidistas, ni para confrontar el peligro del Brasil.  Se fortaleció la inclinación del pueblo argentino por el régimen republicano, el que profesaba Bolívar y abrió el camino a la fundación de la nación boliviana.

El emperador Pedro identificó la actitud, la capacidad y la influencia del guerrero Cesariano y del político Cicerónico llegado del norte. Pudo definir hasta donde llegaban sus derechos olvidando sus deseos de expansión. Perfiló bien las dos fronteras con Bolivia y Argentina. Evitó una lucha inútil que en nada serviría a las naciones. Supo cómo no exponerse a ser acorralado, por todo un continente a su espalda contra un océano al frente. Se mostró flexible reprimiendo sus deseos de grandeza facilitando que los mismos habitantes de la Franja Oriental del Rio de la Plata decidieran su destino.

Los habitantes de esa rica región escogieron, finalmente, no ser parte de ninguna de las dos naciones que los pretendían. Se declararon independientes creando la actual nación del Uruguay. Eso le sirvió a Pedro para ganar las confianzas de sus vecinos y generar el clima de amistad que ha perdurado hasta nuestros días.

El Perú vio que sus derechos no llegaban hasta el Potosí porque los bolivianos habían dejado de ser súbditos de los habitantes de la planicie del océano Pacifico por la cedula real de los años de 1780. Se afianzaban los principios del “uti possidetis” y el “statu quo”, acordados para después de la guerra de independencia americana. No pudo prevalecer la dominación de una nación criolla sobre otra, en reemplazo de la odiada dominación europea. Motivo ultimo por el cual los peruanos se habían visto obligados a invitar recelosos a Bolívar, cuando San Martín desistió y los dejo sin su apoyo.

Bolivia entonces surgió como nación por la gracia de los argentinos, la aceptación de los peruanos, el respeto de los brasileros, la colaboración de los chilenos y fue el fruto del empeño y del esfuerzo de los soldados Neogranadinos (colombianos) guiados por Bolívar. y fue motivador para que naciera, así como ellos, una nueva nación en América.

Bolívar extendió su influjo hasta el cono sur del continente. Realidad que, después, le reconoció San Martin en cartas promulgadas desde su retiro en Europa. Había realizado su declaración, comprometida en 1816 en Angostura, de llevar su empresa hasta donde lo requiriera la presencia española. Motivo por el cual varios de sus oficiales se habían reído y calificado de loco. Liberó a los peruanos, ecuatorianos y bolivianos de España. Dio a los manipulados bolivianos su propia nación y autonomía según su ideología y modo de vida.
Dio confianza a los chilenos cumpliendo su palabra de usar su contingente de tropas en contra de la dominación española. Motivo por el cual y por determinación de O’Higgins, habían mandado a sus hombres al Perú bajo las órdenes de San Martin.
Puso en claro que la monarquía brasilera no podía extenderse a los andes republicanos. Mucho menos que se prestase de bastión para las inquietantes ideas, que se cocinaban en Europa. La de crear la Santa Alianza con el fin de reconquistar las gigantescas colonias españolas en América.
Mostró que el Ejército colombiano está dispuesto a sostener por las armas sus derechos, si estos no eran aceptados por la razón.

El Libertador dedujo que su presencia y su campaña continental, habían concluido. Emprendió el regreso a la Nueva Granada, evitándose males mayores por haber ido mas lejos de lo que el Congreso le había autorizado. Colombia recuperó a su salvador.
Pero su vida de dificultades no había terminado. Todavía no se habían dado todas vicisitudes que le esperaban de su inevitable destino. El camino al calvario apenas estaba a medio recorrer. Faltaba mucho para su crucifixión como redentor de América. Que es otra historia.