AERONAUTAS Y CRONISTAS

lunes, 18 de diciembre de 2017

NUESTRO DESTINO MANIFIESTO



Nos ha tocado ser una de las generaciones que cargan una gran responsabilidad histórica con Colombia. La de ser una de las que han dejado perder otro pedazo de nuestra soberanía.

La relación histórica que lo confirma.

Las cédulas reales le daban posesión al virreinato de Santa Fe de Bogotá, tanto del istmo de Panamá como de todo el territorio actual de república de Costarrica y la Costa Mosquitia. Con la ida de Bolívar hacia el sur, debió ignorar las posesiones del norte y ellas por si solas se perdieron preservando solo a Panamá. Y aunque el pacto era el de aplicar el principio de lo que “habéis poseído lo poseeréis", sin cambiar para nada los limites determinados por la corona española antes de la guerra de independencia, no se aplicó con todo rigor.


EL VIRREINATO DE LA NUEVA GRANADA

En los tiempos de la independencia perdimos la provincia de Venezuela a manos del llanero arrogante, inculto y burdo del Páez, por no querer acatar las leyes ni la autoridad de la Nueva Granada. Para eso embaucó a Bolívar quien no quería una guerra civil dentro de su obra magna.

También la franja de territorio entre el río Putumayo y el río Napo con los peruanos cuando, por la invasión de estos a la provincia de Guayaquil (actual Ecuador que era territorio colombiano), el General Sucre los debió vencer en la batalla de Tarquia. Y dentro de las condiciones de la rendición aceptó que los límites en ese territorio se pactarían después. Los peruanos aprovecharon ese desliz y desocuparon la provincia de Guayaquil pero se apoderaron de la franja del Napo. Y no hicimos nada.

Luego la Nueva Granada permitió la separación de la provincia de Guayaquil, propiciada por los mismos peruanos en venganza por la derrota de Tarqui y con la ayuda de los revoltosos y rebeldes pastusos, y se separó para crear lo que hoy es la república del Ecuador. Y no hicimos nada.

Y hasta el departamento de Nariño lo habríamos perdido ante los ecuatorianos si Mosquera no los hubiese vencido en la batalla de Changuarchanco.


PROVINCIA DE GUAYAQUIL

Posteriormente, la generación de la primera década del siglo XX permitió la amputación del istmo de Panamá por parte de los norteamericanos y no hicimos nada.


ISTMO DE PANAMÁ

En la década del 10, envalentonados con la osadía de los gringos que nos tenían apabullados, los peruanos nos invadieron La Pedrera y no actuamos ante la invasión de la cauchera "Casa Arana" del Perú. Ya no solo de la franja del río Napo sino de la franja entre el río Caquetá y el río Putumayo. Y nos quedamos tranquilos.

Basados en esa tranquilidad, los peruanos hicieron un pacto secreto de límites con los brasileros donde incluyeron un pedazo considerable del Vaupés que debimos conceder para no tener conflicto simultáneo con los dos y podernos arreglar mas fácilmente solo con los Peruanos.


EL VAUPES

En la década del 20, para convenir amistosamente con los nicaragüenses, les cedimos la franca de la Costa Mosquitia y el archipiélago de Las Islas Maíz. Eso ,para no perder también el archipiélago de San Andrés, pactamos el límite del meridiano 82 que ahora desconocen.


COSTA MOSQUITIA

Lo anterior dio pie para que, después, los peruanos invadieran a Leticia y crearnos el conflicto de la década de los años de 1930. Donde por querer arreglarnos con los peruanos, definitivamente aceptamos lo que Sucre no exigió después de haberlos derrotado en Tarqui, el territorio del Napo.

Los negociadores y nuestros representantes ante la OACI dejaron perder una gran parte de nuestra soberanía aérea con el Ecuador que en los años 90 recuperaron unos acuciosos controladores aéreos aun sin corresponderles esa gestión.


DIFERENCIA ENTRE SOBERANÍAS. MARÍTIMA Y AÉREA.

En el reparto de los espacios aéreos también perdimos el gran espacio aéreo entre nuestro archipiélago de San Andrés y la costa Caribe. El mismo que corresponde a nuestra soberanía marítima. Algo así como más de 450 mil kilómetros cuadrados. Solo preservamos las soberanía marítima pero aceptando la pérdida de la aérea. Espacio que debemos recuperar.


MAPA DEL DOMINIO Y CONTROL DE LA CASA ARANA

Para la década del 80 aceptamos que los venezolanos nos impusieran el atrevido y ofensivo criterio de la costa seca en el golfo de Coquivacoa usando el descomunal desliz de nuestros diplomáticos de admitir que Colombia no tenía ningún interés en los islotes de Los Monjes. Concepto que recomendó el embajador Holguín de Colombia en Venezuela y acogió un imprudente canciller colombiano.


INFLUENCIA DE LOS ISLOTES DE LOS MONJES

Así llegamos a nuestra generación. La que para 1980 aceptó discutir la supuestas invalidez del tratado del 1928 con los nicaragüenses y salimos despelucados perdiendo la soberanía del mar que rodea al archipiélago de San Andrés. 

Y como eso fue poco, ahora, quieren más. No solo perdemos la reserva pesquera, la biodiversidad sino los minerales, los tesoros náufragos, el petróleo y el gas del subsuelo marino.


MAPA DELA ARCHIPIÉLAGO DE SAN ANDRÉS Y PROVIDENCIA

Nos ha correspondido ser una de las generaciones donde se ha encogido la soberanía. Y cargamos con la infamia como la que adquirió Marroquín cuando nos arrebataron a Panamá y no hicimos nada.

El recuento histórico es para decir que una de las gigantes obligaciones de nuestro tiempo, si no queremos ser estigmatizados por la historia futura, es la defender a toda costa esa soberanía. Y como eso no se logra simplemente con discursos de cancilleres pusilánimes y rabiosas exhibiciones de presidentes en los medios de comunicación, tenemos que desarrollar los recursos contundentes para hacer respetar esa soberanía.

lo que se logra disponiendo de medios suficientemente defensivos disuasores y, si fuera necesario, ofensivos agresores, para que no tengamos más atrevimientos contra nuestros intereses. No para pretender recuperar lo que ya definitivamente hemos perdido, pero si para no seguir perdiendo más. Lo que nos han usurpado ha sido más debido a nuestra evidente y franca debilidad que por la fortaleza de los atrevidos invasores.

Esos medios son el equipamiento militar, como lo ha sido durante toda la existencia de la humanidad. Porque lo que no se logra defender por las vías pacíficas, como son la diplomacia y los acuerdos, se logra por la fuerza. Lo que no se defiende con la pluma se defiende con la espada. 

Recursos militares tan fuertes que los codiciosos no piensen que osar contra nuestra soberanía sea posible. Y lo único, que logra eso con efectividad, en nuestro tiempo, son los medios de guerra no convencionales.


BASE NAVAL DE CARTAGENA

Como somos adictos a firmar cuanto convenio se propone en la multitud de foros internacionales que surgen cada día, más con fines de intereses extranjeros que nuestros, nos hemos comprometido a ser pacifistas y quedamos en gran desventaja. Ya vemos  las consecuencias.

Por eso las demás naciones no ofrecen desmantelar sus medios militares sino, al contrario, se empeñan en fortalecerse militarmente. Las potencias, al tiempo que piden la convivencia pacífica, argumentando dizque razones altruistas de humanismo, debieran, por esa misma razón, ofrecer desmantelar sus arsenales. Cosa que no hacen y dejan en evidencia ante el mundo, que su objetivo es más el mantener la brecha entre fuertes y débiles, que el de lograr un mundo más pacífico, menos ofensivo y bélico. Nos hemos dejado meter ese sapo en la boca y estamos desprotegidos.

La encrucijada ha sido fatal para nuestros intereses nacionales y para nuestra soberanía. Si dispusiésemos del equipamiento militar indispensable, ninguno de nuestros vecinos habría osado contra nuestros derechos. Lo que debemos hacer es no solo salirnos de esas promesas de no incurrir en una carrera armamentista sino también no firmar más de esas trampas internacionales. Y comenzar el fortalecimiento militar que nos hace respetables ante los atrevidos.


LA ENERGÍA.

EL ÁTOMO

Porque ellos si lo harán y nos cogerán desprevenidos en el futuro.

Vemos los desórdenes y descontentos sociales que se están engendrando en los vecinos. Cuando sus recursos económicos colapsen muchos de ellos se querrán venir a que les demos trabajo y protección. Y si no tenemos como defendernos de la situación, las posteriores generaciones nos incluirán en la lista de los que no fuimos previsivos y actuamos débilmente cuando nos correspondía. Otro caso más para la lista de los eventos mencionados al comienzo.

Son los retos grandes que debemos asumir. Y no podemos decir que es algo tecnológicamente muy difícil de lograr. Con los conocimientos y medios modernos no es tan complicado. La logística y el desarrollo tecnológico militar son fundamentales dentro de los medios de producción de las industrias militares de todo el mundo.
Por eso el poder militar es actualmente más de medios técnicos, de logística, de suministros y de equipamiento. Antes que de operaciones, maniobras, ocupación, dominio y control con tropas. Es mas de sostenerse fuerte antes, durante y después del conflicto operativo. Es decir, más de iniciativa que de fuerza.

En ese entorno está la soberanía nacional del futuro por la vía de la previsión presente.

Si fuera posible lograr que se respetara la soberanía nacional por otros medios no tendríamos que pensar en la fuerza física. Pero está demostrado que el hombre no puede regirse ni sostener las relaciones entre las naciones solo con la simple convicción y la diplomacia, sino que tienen que estar acompañadas de la capacidad de la imposición y el temor a esa imposición. Porque no tememos a la santa ley de Dios de amaos los unos a los otros.

No caigamos en el mundo de nuestros diplomáticos ilusos. Como lo ha sido nuestra alcurnioza familia de los Holguines. Que durante más de un siglo han influido y usado como fortín personal a la Cancillería. Pero han terminado siendo catastróficos para nuestras relaciones diplomáticas y con resultados nefastos para los interese de la nación.

Para que, no nosotros sino la historia futura, diga si fuimos cuerdos o nuevamente ingenuos en nuestro presente. Que actúe la lógica del viejo y acertado refrán: “Entre el clavel y la rosa, su majestad “escoja”.

Coronel Iván González.