AERONAUTAS Y CRONISTAS

martes, 5 de noviembre de 2013

CONCORDIA. FRENESI Y GUERRA. CAPITULO 15


CONCORDIA. FRENESÍ Y GUERRA

CAPITULO 15

EL PREAVISO DEL GOLPE MILITAR DE ROJAS.

El 12 junio 53, estando yo en Caucasia, fui a la alcaldía en compañía de Jesús María Urrea quien necesitaba sacar un permiso de traslado de unos cerdos para Medellín. El alcalde era el Sargento Cárdenas, boyacense. Había sido uno de los principales aplanchadores en la cárcel de Tunja durante los años 50 y 51. El 9 abril había marchado con un batallón hacia Bogotá con motivo de las revueltas. Se jactaba de sus hazañas políticas y de su sadismo para con los liberales. Mostrado un cinturón metálico, ensangrentado.

Creyó que nosotros éramos conservadores y por eso nos condujo a un rincón de la alcaldía para contarnos que al día siguiente los militares iban a dar un golpe de estado a Laureano Gómez. Capté inmediatamente, sin expresarlo, que eso era lo que había estado esperando hacia cuatro años el Partido Liberal. Que iba a haber una gran conmoción que por ello podríamos regresar a Concordia. Regrese a Medellín donde tenía algunas propiedades que cambié con Alfonso Montoya por su finca Abejero, sobre el Troncal en Concordia. Después le cambié por unas acciones de la clínica Medellín.

EL GOLPE DE ESTADO

El golpe de estado resultó ser cierto. Estuve con el doctor Eugenio Villa en el consultorio del doctor Joaquín Aristizabal en la clínica Medellín, quien ante nuestra embriaguez militarista nos dijo que eso no era una solución liberal para Colombia. Que lo que había sucedido en un cambio de HP. A la larga la situación política empeoraría: maravillosa premonición.

Entrada la noche, observamos dentro de la gobernación, por una de las ventanas, a Dionisio Arango impasible, serio y callado, rodeado de fuerzas de choque conservadoras, de Bello, Bolívar, Concordia y del oriente antioqueño, las cuales rechazaban el golpe de estado y le pedían a gritos que no obedecía órdenes de Bogotá y encabezar un movimiento a favor de Laureano Gómez.

Al otro día 14 de madruguete para Concordia en dirección a la vereda la Comía. Allí supimos que el 13, en las horas de la mañana, se libró un combate entre La Aldea y la boca de la Santa Lucia, en el cual perecieron varios policías. El liberalismo de Concordia estaba feliz con el golpe de estado y simpatizaba con las promesas de paz de Gustavo Rojas Pinilla. La guerrilla entraba en comunicación con la alta oficialidad del Ejército, porque iban a deponer las armas y esperarían una amplia amnistía.

Unos 20,000 guerrilleros que habían enloquecido a los gobiernos de Ospina y Gómez, en la zona rural de Colombia, habían abierto 300,000 tumbas. Urrao contaba con 4200 muertos y 2300 viviendas incendiadas. Betulia con 2150 desaparecidos, la mitad de sus veredas incendiadas. Concordia con 1000 muertos, Salgar con 800, Bolívar y el cañón de el San Juan con 500, Fredonia, Venecia, Bolombolo y la vertiente caucana de el Troncal, con 600.

NEGOCIOS TURBIOS

Durante los tres años en el sureste desapareció el criadero de ganado blanco orejinegro. Unas 30,000 cabezas de Urrao. Por Concordia, semanalmente, pasaban partidas de 50 a 200 novillos, trayendo salvoconducto de los alcaldes de Urrao, Betulia y Concordia. El intermediario era Pedro Nel Trujillo. Tratábase de negocios turbios e ilegales.

Existía una segunda modalidad: un liberal se hallaba con un conservador como socio. Fue el caso de los Concordianos Victor Laverde y José Pablo Flores. Del boliviano Jesús Velázquez con Libardo Restrepo de Concordia. Una tercera modalidad, legal y honorable, la practicaban compradores de ganado como Félix Gómez. Entraba sólo en un caballito a la vereda la Vargas, la Saladita, en Betulia y a la Comía en Concordia. Sobre el potrero veía al ganado y lo compraba. La cuarta modalidad era la de las expediciones punitivas, las cuales arrasaban y se traían todos los semovientes que encontraban en su camino.

EL PUENTE

A fines de 53 se inauguró una gallera en Concordia. Invitaron a los guerrilleros del suroeste, especialmente de Urrao. Los tahúres de Concordia me invitaron porque yo era respetado por todas las corrientes políticas y serviría como intermediario o puente entre los antiguos combatientes liberales de la guerrilla y los combatientes conservadores de la chusma. En Concordia, Rafael Londoño, malhablado, machista e inculto, trató de ponerle peleada a Jesús Urrego, paboneño, armado de una navaja. Los dueños de la gallera lo sacaron del establecimiento. Jesús, elegantemente agradeció y agachó la cabeza. Rafael, al año siguiente, apareció muerto de un tiro de escopeta en la vereda Las Vargaz.

CUENTOS INSÓLITOS

Esa noche se contaron historias fantásticas. Ambas guerrillas reconocían acciones heroicas y de barbarie. Manuel Rodas (Barroseño), decía que en Pabón, durante un combate, se había ocultado en una ceja de monte encontrándose muy cerca a el Míster. En ese instante traspasó un tiro de fusil entre los dos cuellos sin herirlos porque el proyectil llevaba una trayectoria circular en lugar de rectilínea.

Sexto Tulio Zapata decía que en Selva Alegre no le hicieron 800 disparos sino 1000 sin ser impactado. Allí se encontraron dos hermanos. El uno de Concordia llamado Arturo Muñoz exguerrillero liberal y el otro de nombre Heriberto expolicía conservador. Difícilmente se hablaron. Un guerrillero de Betulia de apellido Hurtado (Gallo Fino) y su hermano, Sargento de la policía, se estuvieron mirando como dos extranjeros. La cicatriz de Paul Urrea en su frente se debía un tiro de carabina hecha desde la torre de la iglesia de Altamira por el cura. En el municipio de Urrao se efectuaron más de 100 combates con las fuerzas del gobierno con 300 muertos.

EL CAZADOR

En Betulia había el de cabezas y el famoso “corte de franela” empleando el terrible y antiestético machete. Después del 13 junio, del golpe de estado, apareció el cazador de hombres. Sigilosamente averiguaba donde estaba el autor de ciertos genocidios o que había agredido tanto a familiares como a particulares. El cazador salía pagado por intereses superiores o por cuenta propia, solo o acompañado, por Antioquia o por los demás departamentos. Incluso está Venezuela. Ya fuese a los 15 días o a los seis meses capturaba su presa, generalmente a policías activos o retirados y a los llamados Pájaros (una de las denominaciones que se le daba a los conservadores malos, aporreadores, aplanchadores o miembros de las cuadrillas punitivas).

Luis Londoño fue casado en el Águila, Valle por el Barroseño. Pedro Cardona, entre Armenia y Pereira. Domingo Gómez en Antioquia. Las Fuerzas Armadas y organismos paramilitares hacían lo mismo desde la otra orilla. Así cayó Guadalupe Salcedo en Bogotá, Manuel Rodas en Salgar.

El Capitán Franco en el San Jorge, quien fue enterrado en el cementerio de Urrao. Se le rindió un gran homenaje póstumo. La ceremonia fue pacífica. Posteriormente se recogieron los restos de los guerrilleros muertos y que por razones del conflicto fueron enterrados en el monte. Unos 300 llevándolos al mismo cementerio en lo que se denominó "los entierros colectivos".

COMO PERROS EN MISA

En Concordia se presentó un enfrentamiento entre el médico oficial, el doctor Torrente y el personero Miguel Ángel Garcés, ambos conservadores. Una noche, Torrente empacó sus enseres y salió para su solar natal, el Tolima. El alcalde, en tono autoritario e impositivo, me ordenó que me encargara del hospital. Durante cuatro meses trabajé día y noche sin ir a Medellín. Me acostaba vestido. En los parajes aledaños a Bolombolo llegue a quedarme 48 horas sin dormir.

Desde tiempos atrás existía cierta duplicidad en los servicios de salud y fuertes enfrentamientos entre los hospitales municipales y los centros de higiene. El gobierno de Laureano Gómez trató de desbaratar este andamiaje. Entonces los centros de higiene fueron provistos con médicos netamente conservadores, llegando los doctores Guillermo Villa y marco Julio Marín. Al primero le entregué el hospital. Fui a la alcaldía a legalizar los cuatro meses de intenso trabajo, respondiéndome el alcalde que yo no tenía derecho y que además él había jurado no firmarle una nómina aún Manzanillo. Salí como perro en misa.

NUEVO HOSPITAL

En 1955 se celebra en Concordia el centenario de Antonio José Restrepo. Liberales y conservadores me nombraron Presidente del Comité. Invité a autoridades nacionales y departamentales. Periódicos e intelectuales bogotanos y antioqueños. Tuve una laguna oceánica: los familiares del doctor Restrepo.

Una distinguida dama la emprendió contra mi persona. Los de Concordia estuvieron ausentes. El día de la conmemoración, los sacerdotes, acompañados por el padre Sierra, ganadero de Jericó, quien estaba de visita, no colaboraron. Ñito Restrepo continuaba siendo el anticristo. Llevé a los secretarios departamentales que habían asistido al acto a conocer el nuevo hospital que estaba en proceso de construcción. Éstos muy receptivos se comprometieron a pasarle un informe al gobernador. Desde ese punto de vista la celebración del centenario de Ñito fue un éxito quedando asegurada la terminación del nuevo hospital.

El doctor Tocayo Ángel Echeverri, en la década del 40, sacó un auxilio nacional de $11,000 con los cuales empezó la obra. El doctor Bruno González, con la ayuda del amigo y político Lázaro Restrepo, la continuaron. El doctor Gustavo Sierra consiguió un buen equipo de cirugía. El doctor Torrente en 1950 vendió una volqueta y con ese dinero lo techó. Dos meses después del centenario de Ñito hizo presencia en Concordia el gobernador Pioquinto Rengifo, militar Tolimense, hombre serio, es complicado y sin pasiones políticas. El hospital tenía carácter de nacional pero el gobernador lo iba a departamentalizar para poderlo terminar. Así lo hizo.

Durante la violencia, yo lo convertí en una especie de refugio para viudas y huérfanos de los muertos en las veredas del Barroso y de Morelia. El doctor Eduardo Botero lo inauguró esmerandose en su organización y administración. Dirigió esa institución por espacio de 15 años. Yo lo dirigí durante cuatro años largos. El doctor Jaime Restrepo construyó la morgue y el pabellón infantil.

ANTONIO JOSÉ RESTREPO. ÑITO

Fue un radical liberal civilista. Se enfrentó a Núñez, a Caro e inclusive al general Rafael Uribe Uribe, ambos del suroeste. Por un tiempo vivieron juntos en un hotel de Bogotá, siendo estudiantes. Una turba liberal enardecida por el asesinato del general trató de linchar a Ñito en su hotel. Este salió por la parte de atrás presentándose en el cementerio en donde pronunció una de las más hermosas oraciones, siendo sacado en hombros por los que antes lo detestaban.

EL PÁJARO VERDE

En Concordia se creó la costumbre de hacer unas fiestas llamadas del almidón. En el año 52 me nombraron tesorero de las fiestas. Se hizo presente el tahur de todo el suroeste, del viejo Caldas y del Valle del Cauca. Vino un señor de apellido Cruz, de Turbo, quien traía un fusil de la alcaldía de esa ciudad y acompañado por el apodado Pájaro Verde. Un hombre de una palidez impresionante y una gran cicatriz en la cara.

Este hombre y otros acompañantes del Valle del Cauca prepararon una expedición punitiva a la vereda la Vargas, en Betulia, acompañados de la policía política que se había estacionado en Concordia. Allí fueron rechazados por los guerrilleros de Franco. El Pájaro Verde recibió un tiro de carabina en el abdomen. Me tocó atenderlo regalándole las medicinas. El doctor Torrente y Gabriel González, aburridos con esta clase de personajes, se fueron para Bolombolo a beber y a bailar intensamente. Carlos casi se ahoga en el Cauca al pisar un terreno movedizo siendo rescatado por sus compañeros de farra.

José Ignacio González Escobar