AERONAUTAS Y CRONISTAS

sábado, 13 de abril de 2024

 LO QUE MENOS SE ESPERA


Apartes del libro "Testimonio en el Aire" de Rafael Torres Fernández, que agregamos por encontrar sus experiencias, con respecto a la Base Aérea de Tres Esquinas, muy similares a las nuestras en 1995.

Corría el mes de agosto de 1943 cuando fuimos designados para traer desde los Estados Unidos seis aviones adquiridos por la Fuerza Aérea. La comisión de pilotos estaba dirigida por el mayor Jesús García Espinel.

Cuando hicimos escala en la ciudad de Veracruz, México, el mayor García había planeado decolar al día siguiente muy temprano de modo que arruinó nuestras esperanzas de divertirnos un poco en esa ciudad. Según lo convenido con el mayor Jesús García Espinel, alguien golpeó en su puerta de su habitación en hora muy temprana del amanecer y desde afuera una voz lo despertó diciéndole "mayor, es la hora".

Sin pensarlo el mayor se levantó y tomando un baño, arregló su maleta dirigiéndose a la recepción del hotel convencido de que eran las 6 de la mañana cuando realmente serían las 4. La venganza se había consumado y él nunca pudo saber quién "fui" El ejecutor de esa broma. Un tiempo después, cuando estuvimos bajo sus órdenes en Tres Esquinas, me prometió guardar el secreto si le contaba quién lo había hecho amanecer sentado en una banca. Yo lo convencí de que fue posiblemente la comida que le había hecho daño y había soñado que lo llamaban.

Soy de los que piensan que desde cualquier lugar, incluso desde aquellos que se consideran de reclusión o castigo, hay siempre algo que hacer por la sociedad y por la patria sacando provecho de lo que se cree que es una adversidad.

A comienzos de septiembre, después de entregados los aviones, el comandante de la base de Palanquero, el coronel Téllez me anunció que por orden de Bogotá, el día 10 partiría con el vuelo que llamábamos "Correo al Sur", que constituía un honor para el piloto escogido.

Por esos días había arribado a la base un nuevo jefe de operaciones, el mayor Luis F. Pinto quién, 24 horas antes de que yo partiera al Amazonas, me llamó para anunciarme que, sin fórmula de juicio, él sería quien realizaría el viaje, porque él lo había pedido a la Dirección de Aviación.

Mi reacción ante esta deslealtad entre compañeros no fue de subteniente a mayor sino de hombre a hombre. En realidad, todo el respeto que debían merecer sus estrellas lo acababa de perder por haber maniobrado a espaldas solo por envidias profesionales.
Le dije, entonces, dos o tres verdades, sobre las cuales fue informada la Dirección de Aviación. Resultado: se dispuso mi traslado inmediato a la Base de Tres Esquinas, a manera de castigo.

MIAMI EN LA SELVA.

Mientras volaba el avión Junker W-34 FAC 407, aeronave que también había sido asignada a la Base de la Selva, como se solía denominar en forma despectiva, me hacía el propósito de aceptar con alegría esta nueva misión. Lejos de amargarme con la medida disciplinaria que se me aplicó, la recibí positivamente. Resolví que ese tiempo en la selva no sería de "reclusión militar". Sino más bien una oportunidad para hacer algo por esa región olvidada.

Por fortuna el comandante de esa Unidad era precisamente el mayor Jesús García Espinel. Se sorprendió al verme. Conferenciamos largamente y apoyó los planes de remodelación de la Base que le presenté pocos días después. Me prestó toda la ayuda para emprender, primero, una reforma total a la apariencia triste de las instalaciones. Era preciso cambiar la cara opaca y lánguida de los edificios por una cara alegre, tropical y llena de vida. Para que los ocupantes no nos sintiéramos presos sino habitantes de un lugar de veraneo.

Dirigir la tropa a fin de rellenar y nivelar un terreno desmontado para construir una pista en tierra entre las dependencias de oficinas y el lugar donde teníamos el horno del ladrillo, paralelo a la recta del río. (El mismo horno que muchos años después en 1995 descubrimos con el fin de producir ladrillo y mejorar las instalaciones).

La verdad, pues, es que no nos quedamos quietos, contra lo que pudieran pensar quienes dispusieron el supuesto castigo. La estancia allí resultó mucho más agradable de lo que podía pronosticarse porque había un excelente personal. (En cuanto a lo familiar prácticamente estábamos disfrutando de una nueva luna de miel porque las ocupaciones y los ajetreos de la vida moderna en la pesada y congestionada ciudad de Bogotá no nos facilitaban suficiente convivencia familiar).

Teníamos una pareja de recién casados. El teniente Manuel Navia y doña Hilda, su digna señor. Luego del cambio de maquillaje, su luna de miel en la manigua, empezó a parecerse a la que pasan hoy en día los que van a Miami. Ahora, 34 años después, siguen siendo la misma pareja feliz de ese entonces.
Manuel Navia pertenecía al curso 15. Estaba recién graduado en naves de flotadores y había viajado para adquirir experiencia en ese equipo.

García Espinel tuvo la idea de darle una aplicación social al entrenamiento de sus pilotos creando una ruta que la llamó de "Servicio Social". Cubríamos el camino Tres Esquinas - Solano - Puertoboy - Curiplaya y la Tagua.
Por lo menos una vez a la semana realizábamos la travesía aérea para ver si había ayuda que prestar, enfermos graves que movilizar al hospital de Florencia. También visitábamos los puertos principales sobre el Orteguaza. Comprábamos elementos en Florencia de acuerdo con los encargos, del personal de la base y vecinos. Llegábamos a extender esa ruta menor de las selva, hasta Araracuara y la Pedrera. Eran aviones que cumplieron una labor de gran utilidad cívica.

El avión usado era Junker W-34. Si el avión Douglas DC-3 ha sido admirado por toda una generación de pilotos, esta máquina tendría que quitarse el sombrero y saludar al Junker W34. Para la prueba un botón. En el año de 1928 hizo un vuelo sin escalas por el Atlántico Norte, de este a oeste. Hoy en día el FAC 407, siempre arrogante, esta sobre un pedestal en el museo de la FAC en "El dorado".

A mi regreso a Palanquero, los Falcon y los Hawk estaban semiarchivados y reinaban el BT-15 y el AT-6. Que más tarde fueron vendidos como chatarra a los gitanos. No se tuvo la precaución de preservarlos con destino al museo aeronáutico, que es otra forma de hacer historia".
Rafael Torres Fernández.


viernes, 2 de julio de 2021

 

EL ALUMNO Y EL PALO

 

Para matar el tiempo solemos recordar y escribir sucesos del pasado antes de que se nos olviden. Un primer olvido fingido y provocado por un abusivo instructor de vuelo. El segundo inducido debido a ancianidad prematura por volar con frecuencia a mucha altura sin oxígeno.

 

Uno de eso recuerdos es el  "¿Cómo se llama?" para sacarle la piedra a "Caregripa". Un poco común instructor de vuelo que tenía como tic sicológico el de aspirar con fuerza y frecuencia, el aire por la nariz. Razón por el cual le pusieron ese apodo.

 

Contemos con detalle lo que pasó entre los dos. Sobre lo cual hemos dado versiones parciales o diferentes a nuestros compañeros de nuestra promoción “Curso 50” durante años. Por salir del paso cuando inquietos nos han preguntado por lo curioso y muy simpático evento. Incluso hasta ahora después de jubilados. Pues es algo extremadamente inusual y más sabiendo que sucedió en el severo medio de la solemne instrucción de vuelo militar.







Damos una breve y sencilla explicación para los desconocedores de los procedimientos de vuelo.

Momentos antes de aterrizar se cumple un protocolo secuenciado y preciso de ajuste de los controles dobles en ambas cabinas del avión. El avión es de configuración denominada Tándem, porque la cabina del alumno está en la parte delantera y la del instructor atrás. No hay visión directa entre los dos pilotos quienes se intercomunican por medio de un sistema de audífonos y micrófonos de manos libres, instalado en el casco de vuelo usado para proteger la cabeza de golpes contra la carlinga del avión en maniobras bruscas como las acrobáticas.

 

El único contacto visual y muy parcial entre los dos pilotos es, por medio de un espejo retrovisor instalado en la parte superior derecha del bisel de aluminio en forma de arco que sirve de marco entre el parabrisas delantero y la cúpula trasparente corrediza que protege a los pilotos de la lluvia y el viento. Por lo tanto es poco usado porque solo es de aplicación en caso de alguna novedad especial. Como lo sería una pérdida de conocimiento por fuertes gravedades o una imposibilidad de contacto auditivo entre los dos por daño del sistema intercomunicador.

 

En esa ocasión el instructor leía los puntos de la lista de chequeo y el alumno ejecutaba y confirmaba. El último punto era la llamada por radio a la torre de control para confirmar que el avión ya estaba listo para aterrizar y recibir la autorización.

Esa comunicación con la torre también tiene su propio y corto procedimiento, porque en aviación todo es programado, preciso y establecido con antelación con fraseología y glosario reglamentario. Cuando el instructor llegó a ese punto final de la lista lo leyó diciendo: “Llamada”. Para que la ejecutara el alumno.


 



Como la personalidad del instructor era un poco ansiosa no le dio tiempo al alumno de hacerla. A renglón seguido a su orden de llamar a la torre, se le ocurrió introducir por su cuenta y por fuera del protocolo, la pregunta "¿Cómo se llama?" Refiriéndose a la forma de comunicarse con la torre. Tal vez pensando, sin motivo alguno, que el alumno no sabía hacer la llamada.

 

Fue algo inusual e inapropiado, pues los procedimientos de vuelo no pueden ser modificados al último momento de una ejecución. Por el hecho de que tener que contestar su pregunta, que implicaba una larga explicación que la premura del vuelo no lo permitía. Y además de ser ese un momento considerado crítico, el alumno quedó sorprendido. Como no supo si llamar a la torre o explicarle al  instructor ansioso la forma de como ejecutar la llamada, se demoró un segundo. Al instante recibió un golpe en la cabeza.

 

Todo se inició por usar una primitiva pedagogía de entrenamiento de vuelo que el protagonista se inventó. La que dimos en llamar la "pedagogía del palo de escoba", con el que solía golpear el casco de los alumnos ubicados en la silla delantera, desde la cabina trasera en los aviones Mentor. Pasándolo por encima del tablero de instrumentos que separa los dos compartimentos de pilotos. Su forma de apremiar al alumno cuando no respondía a la mayor premura posible a cualquier explicación o actuación. Que también solía hacer más por medio de gritos que de expresión verbal natural.


 




Entonces, ya con algo de disgusto que venía provocando con su hostilidad desde los primeros minutos de la lección de ese día, el alumno contestó un poco golpeado. No con la ejecución de la llamada ni con la explicación pedida sino con su nombre propio: "Cadete González, mi teniente". Seguido de inmediato con la llamada a la torre. Y, por supuesto, sin mirar por el espejo para verificar la cara que pondría el también sorprendido instructor con la respuesta reactiva de su alumno. Pero imaginándose la rabia que le provocaría tan, igualmente, irregular respuesta. Claro está que de inmediato se imaginó que ese comportamiento de seguro tendría factibles graves consecuencias. Pero lo arriesgaba todo con tal de contener la agresiva forma de enseñar las técnicas de vuelo.

 

Nos arriesgamos mucho a ser descalificados para vuelo con esa respuesta más que suspicaz y con tono algo enojoso. Casi que diciéndole lo inoportuno que era. Además de que no sabía hacer una pregunta en un momento que daba pie a doble interpretación.

Algo no permitido en la comunicación militar. Donde todo debe ser, por dogma: Claro, preciso, conciso y oportuno. Además de respetuoso. Mucho más en  vuelo. Que por lo mismo no debíamos dar una respuesta donde no se sabía si también contenía algún otro mensaje subliminal.

 

Bastante más. Era de suponerse que considerando nuestra vulnerabilidad de alumnos, deberíamos tener un depurado, sacramental, reverencial y agradecido comportamiento  con  el instructor de vuelo. Dotado, adicionalmente, de su respetable posición dominante como superior militar.

Dogmas que estábamos poniendo en duda con nuestro extraño comportamiento y con esa atrevida respuesta como alumno. Que él no logró interpretar si era producto de nuestra brutalidad para asimilar las técnicas de vuelo o una ofensiva burla a su inteligencia.


 



Dualidad que, luego, le produjo fuertes iras. Y cuando trató de resolver la ambigüedad preguntándonos, en privado al otro día y un poco más calmado, cuál era la intención, sutilmente le insinuamos que mejor era no comentar ni llevar más lejos esos percances de vuelo. Porque también habíamos sentido tal disgusto que habíamos decidido llevar el choque a las últimas y más graves consecuencias si fuese necesario.  Incluida la expulsión de la institución.

 

Era la mejor forma de suavizar la situación pues no le convenía a su prestigio profesional dar oportunidad de que se indagase sobre sus raros métodos de instrucción. Entonces se limitó a proponer que dejáramos entre nosotros el asunto como así lo convenimos y no comentamos más el tema.

 

Sólo le agregamos que de nuestra parte no haríamos, en adelante, más difusión ni recordatorio del percance a nuestros compañeros de vuelo. Era una especie de contribución ofrecida y no pedida que hacíamos, a manera de colaborar a su prestigio. Cosa que no agradeció pero tampoco ofreció hacer lo mismo de su parte.

Entonces cerramos el asunto, no uso más el acostumbrado palo, pidió cambio de alumno y no volvimos a volar juntos.

 

Aunque sabíamos que el tema ya hacia parte de las chistes que solían hacernos los compañeros. En especial los más burleteros buscando hacer divertida la estresante vida del cadete. Pero a costa de sutil demérito ajeno. Que aunque su buen humor nos agradaba pues hacía falta para relajar el espíritu pero al mismo tiempo nos disgustaba cuando era usado como burla de los demás. Porque con frecuencia no era del llamado Fino Humor.

 

Razón por la cual cuando en momentos de ocio recordaban el suceso, nosotros solíamos guardar un severo silencio, sin agregar ni explicar detalles de cómo había sido. Ni revelar por qué había sucedido el percance entre los dos en vuelo. Ni demostrar enojo dejando que los compañeros chistosos se divirtieran lo máximo a costa nuestra. Cuando se nos preguntaba dábamos respuestas algo evasivas. Sólo referíamos lo absolutamente indispensable. Sin tanto detalle como ahora lo estamos contando.

 

Después supimos el motivo por el cual el instructor no nos ofreció el mismo prudente recato que le dimos de no comentarlo con sus compañeros oficiales instructores de vuelo, cuando ofrecimos actuar de igual manera con nuestros compañeros alumnos.  Sabiendo que ameritaba correspondencia. Contó a algunos del grupo de instructores lo acontecido con su irrespetuoso alumno. Y uno de ellos, en forma calculadamente amistosa y a manera de prudente reclamo, nos dijo que ese instructor no se merecía tal tratamiento de parte de un alumno.

 

Más aún, con ese instructor quién tenía algo de inseguridad en su personalidad y que hacía considerable esfuerzo por enseñar al alumno. Que el hecho lo había afectado algo más de lo corriente. Hasta en querer no dar más instrucción de vuelo. Nada replicamos ni explicamos dejando con nuestro silencio que dábamos por válida la evaluación. Tanto la nuestra como la del instructor.

 





Esa observación nos recordó que algo habíamos notado al respecto de su carácter. Pero lo ignoramos porque había que pensar en otras cosas más importantes. Al fin y al cabo, si lo habían seleccionado como instructor fue porque calificó de idóneo.

Lo que si nos fue evidente fue que buscó degradar, con esa actitud, nuestros méritos como aprendices de vuelo ante los demás instructores. Tal vez con la indirecta intención de lograr que alguno de sus compañeros nos descalificara echando a perder nuestro deseo de ser pilotos. Algo que no sucedió.

 

El asunto fue olvidado por muchos años hasta ahora que los recuentos del pasado lo traen a la memoria como un simple caso anecdótico. Infortunadamente, algunos años después el personaje cometió algunos otros errores con graves consecuencias.

Iván Gonzáles.

sábado, 5 de junio de 2021

 

UNA HISTORIA PARALELA

 

Nuestros dos padres, que eran primos, pasaron peligros en el tiempo de la Violencia Política. El padre de los Primos, como así nos solemos llamar entre nosotros y mencionaré en este cuento, sufrió fatal agresión y el otro, el nuestro, con un  casi que mortal ataque.

Al primero. Unos asaltantes le causaron un impacto con escopeta para robarle la cosecha de café.

Sobrevivió y los médicos le extrajeron del cuerpo los perdigones. Pocos meses después comenzó a sufrir fuertes fiebres. A pesar de las muchas radiografías no se le pudo detectar la causa.

Después de su muerte se descubrió que una de las partículas aún permanecía en el cuerpo causando infección interna.

El otro, nuestro padre recorría el camino cada fin de semana cabalgando del campo, donde vivíamos, al pueblo para pagar a los trabajadores y hacer la remesa familiar. Regresando en la tarde, o en la noche si se demoraba.

En una oportunidad se salvó de ser asaltado en el camino porque la pandilla lo confundió con otra persona que se le adelantó.

Los victimarios se apostaron en la noche en un lugar para hacerle una emboscada poniendo un alambre alto atravesado para que permitiera el paso de la cabalgadura pero lo derribara de ella. Obstáculo que no vería por la oscuridad.

El otro transitante, un vecino, pasó primero por el sitio porque nuestro padre se detuvo en una fonda del camino a compartir con el dueño amigo.

Debido a la poca visibilidad, al consumo de narcóticos, los atacantes parece que no captaron quién era realmente el viajero. O quizás por haberlos descubierto y quisieron acallarlo. De todas maneras la infortunada víctima casi muere por las graves heridas recibidas. Las que estaban destinadas a nuestro padre.

No mucho tiempo después, nuestro padre sufrió una ceguera casi completa y murió bastante joven por causas naturales. Creemos que debidas a consecuencias del ambiente mal sano que en ese tiempo se daba en las áreas rurales.

Las dos viudas, que eran amigas por la familiaridad y buenas relaciones entre sus maridos, con una decena de hijos, pasaron múltiples dificultades económicas  para sobrevivir.

Además de las diversas consecuencias sociales y sicológicas por haberse convertido en una carga material para sus respectivos parientes. Sin ser su culpa y solo como consecuencia de la brutal Violencia Política entre partidos y la baja calidad de vida, que existía en ese tiempo en el sector agropecuario. Que las autoridades no lograban controlar ni mejorar con suficiencia.

Violencia Política partidista, que se volvió cultural y se diversificó, al haberse alimentado con factores económicos, diferencias de clases sociales e ideologías políticas de la guerra fría entre comunismo y capitalismo.

De todas formas, con bastantes esfuerzos de las dedicadas madres y ayuda de abuelos y tíos, las viudas y los huérfanos logramos un satisfactorio nivel de educación. Que nos permitió oportunidades profesionales para vivir con relativa dignidad.

Sin embargo, en nuestro caso puntual, no pudimos cumplir nuestro deseo inicial de realizar  los anhelados estudios de Ingeniería Aeronáutica por restricciones económicas debidas a la ausencia del padre.

Situación que nos llevó a asumir la vida castrense como una  opción de aproximarnos, como piloto militar, a las aspiraciones de la ingeniería que teníamos desde el comienzo.

Por eso ingresamos a la Fuerza Aérea. En ese objetivo encontramos, casi desde el primer año, que era una buena oportunidad para algún día estudiar la ingeniería. Pero asumimos la vida militar como nuestro proyecto de vida. Lo cual nos aportó muchas satisfacciones y logros personales. En especial por ser otra magnífica oportunidad de ilustración y conducirnos a nuestras metas particulares.

Además de que podíamos contribuir a liberar a la nación de esa terrible situación de turbulencia terrorista de la cual habíamos sido víctimas, tanto nosotros como los primos.

Que aunque primos lejanos, las circunstancias de la niñez ya dichas, nos habían aproximado tanto hasta considerarnos hermanos de sangre.

De tal forma que los planes se nos acumulaban secuencialmente. Primero ser militares para disponer del medio de vida. Contribuir a la paz nacional.También para ser pilotos como aproximación al medio aeronáutico.  Y, aunque ya remota, la ingeniería.

Pero en el camino, también, aliviar los sentimientos personales dejados en la niñez por la barbarie. Siendo este otro propósito adicional a los anteriores. Con características ya muy privadas.

De manera tan fuerte que no escatimaríamos empeños de ninguna índole. Así debiésemos pasar obstáculos difíciles que fueron superados, vistos desde la perspectiva de muchos años después.

Aunque con consecuencias traumáticas para quienes casualmente se nos interpusieron en el camino. Como los hemos contado en los otros apartes de la otra historia paralela.

Sucesos complementarios. Puesto que siempre un hecho está relacionado, por casualidad o intención, a una misma historia de vida llena de muchos y variados aspectos.

Entonces, como militares, se nos dio la casi imposible oportunidad de poder rematar tantos fines juntos. Aunque habíamos logrado gran parte antes algo nos faltaba.

Tal suerte se nos presentó cuando nos ordenaron, con opción de aceptar o rechazar, la misión de asumir, por dos años, el comando de una unidad remota. En un lugar selvático, bastante alejado, con restricciones familiares en calidad de vida y en el centro de una zona de fuerte orden público.

Revivimos la intención pendiente de combatir con más determinación, de la que ya habíamos puesto como pilotos de transporte militar,  el terrorismo interno. Con primacía por ser una necesidad nacional justificada y legal.

La cual, también, vimos como opción de satisfacer, de refilón o simple efecto colateral y usando la validez legal, el deseo personal de reclamar las ofensas a nuestros padres y familias. Que nos habían provenido del desorden social.

Por eso no nos importó que  pareciese, ante los ojos de compañeros y colegas, como así lo fue, de indirecta sanción por supuesta descalificación profesional debida a incompetencia militar. Que hasta en cierta razón y aspecto era verdad.

Pero sin ellos conocer que era simplemente visto por quién escribe, como la buena oportunidad final para completar la carrera profesional con plena satisfacción. Pues el plan era permanecer sólo un corto tiempo más, antes de pasar al retiro.

Porque pensábamos que habíamos aportado suficiente potencial mental y cultural a la profesión. Reservando un poco para el campo familiar, personal y más íntimo. Además de no tener ese malsano deseo de competir por los altos grados militares por vanidad. Periodo que completamos con éxito.

Pero indirectamente también para reclamar el atropello y sufrimiento al pueblo colombiano. Además al de nosotros cómo integrantes vivos de ese pueblo, cuando fuimos bastante afectados en la niñez y juventud. Por desprotección oficial e indefección personal.

Luego, con calma y sin los apremios del cumplimiento del deber y el servicio, nos sumergiríamos en el fantástico arte de diseñar y construir máquinas con la asombrosa capacidad de volar. Que también logramos a cabalidad.

Sin importar tampoco que en ese momento, el enemigo que enfrentaríamos en la destinación que nos asignaron, ya eran fuerzas organizadas y que, bien armadas, estaban asolando la nación. Pues se nutrían con la inmensa financiación del poderoso negocio de los narcóticos. Que en grandes cantidades y a muy buenos precios consumen y pagan los norteamericanos.

Ni que de nuestro lado teníamos restricciones de dotación. Pero habíamos logrado una buena posición en rango autoridad y liderazgo para sostener la confrontación.

En gran  parte queríamos desempeñar esa función debido al estímulo de lograr los objetivos abiertos institucionales, impuesto  por el superior y conocidos como por los subalternos. Cómo otro reto personal adicional.

Porque también queríamos demostrar la validez de nuestras teorías que veníamos pregonando de ser necesario e indispensable un importante cambio de doctrina militar operacional. Las cuales habían sido rechazadas con disgusto por los superiores.

Que llegó hasta convertirse en mucha parte de la motivación para esa asignación de guarnición cual subliminal castigo. Sin saber que nos daban la oportunidad de pasar de ser una simple cola espantamoscas  de león a una mordedora cabeza de ratón.

Cómo se vio en los combates acontecidos en ese período y los resultados operacionales durante esos dos años. Incluso por fuera de la jurisdicción y con más amplio impacto en la región.

También, contado por aparte a esta confesión, confirmando que teníamos la razón en nuestras propuestas de cambio de doctrina

Sin olvidar las motivaciones de nuestra intimidad y vieja data ya mencionados.

Así todas las metas las cumplimos felizmente. Que ahora recopiladas al momento de escribir estas letras, bastantes años después.

Que con toda seguridad y más que sobradas razones, muchos calificarán de fantasiosas. Cómo ya lo hemos comprobado con muy pocas personas de bastante confianza a quienes les hemos anticipado verbalmente y en privacidad solo algunos de estos hechos.

Compartidas con el sólo fin de hacer tal verificación de cómo se piensa dentro de la institución. Dando el resultado positivo de lo previsto. De que la parte que a ellos les corresponde, de lo contado acá, es verdad.

Lógicamente que no de todo, pues ellos no participaron en el resto. Sólo nosotros hemos visto el contexto completo. Mirándolo desde la conjunción de las muchas variables que intervinieron.

Pero también cualquiera lo podrá verificar cuando tengan la oportunidad de leer este panorama completo. Porque participaron aportando su parte o sufrieron las consecuencias. Circunstancialmente inevitables sin tener oportunidad de relacionarlas en el momento en que actuaron en esta historia. Entonces cada cual podrá opinar, confirmando o negando, según le parezca, sobre su parte o el todo.

Todo se fue acoplando cuando, por esa misma época, un novel gobernador de nuestra provincia, que seguía camino similar al nuestro, se mostró decidido a confrontar a los violentos.

Pero por la vía política. Ya que su padre también fue sacrificado vilmente por los terroristas. Luego fue presidente y los combatió con más fuerza y resultados que los nuestros. Así, el y nosotros, obteníamos dos logros con un solo esfuerzo y actuando por separado y sin ponernos de acuerdo desde el comienzo. Pero en la misma dirección.

Nosotros usando la legítima fuerza de las armas oficiales para destruir la violencia que había atentado contra nuestros padres. Y él las leyes y el poder político. Entonces con la unificación de esfuerzos familiares, militares, profesionales y políticos, que estos últimos son de nivel nacional, todo fue subsanado.

Incluso con réditos económicos ganados con esfuerzo, legalidad y méritos. Superando la escasez de la niñez. Ya que nuestros dos caminos, el militar y el político, se juntaron momentáneamente cuando éramos comandantes de la mencionada unidad y él gobernador. Instante corto pero suficiente para los fines particulares propuestos.

Pues uno de sus propósitos era modernizar y mejorar la calidad de la administración pública departamental. En parte privatizando debido a la burocrática ineficiencia.

Siendo la mayor ganadora en la contienda, la paz nacional  Sin necesidad de un mal pacto ni vergonzoso Nobel. Y, por supuesto, los Primos.

 

Coronel Iván González.

 

domingo, 1 de noviembre de 2020

AVIACIÓN CONTRAINSURGENTE - ACOIN -

 

ESCALADA SUBVERSIVA

 

General ALVARO VALENCIA TOVAR

Las luchas insurreccionales adelantadas bajo formas guerrilleras, revisten rasgos peculiares. Sus diferencias con los conflictos bélicos tradicionales son tan profundas, que juzgarlas dentro de los mismos patrones es equivocarse de antemano.

Ubicuidad, fluidez, tácticas de combate, compenetración con la oscuridad y el terreno, permiten compensar el número y el poder material de los ejércitos regulares, hasta dar la sensación de equilibrio de poder que, sin no se acierta en los métodos de enfrentarlas, puede lograrse a larga. Las guerrillas combaten en suelo propio, sea contra un invasor. Caso de los españoles ante las divisiones napoleónicas o los rusos ante los nazis o en revoluciones internas. La familiaridad con el entono topográfico facilita los golpes sorpresivos cuyo conjunto desgasta a las fuerzas regulares si no aciertan a atrapar ese adversario huidizo y volátil.

La movilidad guerrillera produce una impresión de poder que desorienta al contrincante confunde a la población civil, vacilante entre las fuerzas enfrentadas. Los factores sicológicos juegan papel preponderante. Es ésta una verdad que poco se valoran en las tablas gubernamentales -políticas y militares - lo que determina ventajas de fondo para la insurgencia guerrillera, que además con el concurso inestimable de los medios de comunicación, esclavos del sensacionalismo que magnifica y desdibuja la realidad.

Este marco de referencia muy general, permite situar las recientes ocurrencias colombianas en un plano objetivo para juzgar la realidad que pueda esconderse tras la careta espectacular del terrorismo y la guerrilla, desatados con furia en momentos en los que van a producirse los relevos en la conducción política de la nación, comprimamos los acontecimientos en tres de sus rasgos definitorios:

    

Multiplicidad de objetivos; La infraestructura de servicios de cualquier país ofrece toda suerte de vulnerabilidades. La banda terrorista puede seleccionar a su sabor puentes, torres eléctricas, oleoductos, transporte, vías, instalaciones, personajes. No hay fuerza pública, por poderosa que sea, físicamente capaz de cubrirlos y protegerlos a todos.

Momento y lugar del golpe: Reconocimientos anticipados identifican blancos remunerativos dentro del amplio repertorio atacable, y calculan los tiempos requeridos para descargarlos con notable simultaneidad.

Efectos psicológicos: La violencia, la audacia, la cantidad, el efectismo de ataques más terroristas que militares, son magnificados por los medios noticiosos. Construcciones en llamas, tomas espectaculares de muertos, reportajes a heridos y a testigos horrorizados, producen imágenes dantescas que hieren la retina y estremecen los sentidos. Los noticieros radiales se concentran en los hechos, en forma que galvanizan la atención pública. Las imágenes de televisión rivalizan en dramatismo. Los grandes titulares y las fotografías de la prensa no se quedan atrás. Resultados: hiperestesia colectiva y pesimismo deprimente.

Bien. ¿Pero qué significa esto como capacidad superior al logro espectacular de objetivos limitados?

Son actuaciones intermitentes, cíclicas, de grupos escurridizos que golpean y se esfuman porque, de persistir en forma sostenida, tendría al Ejército tras sus talones. Además, el reabastecimiento de municiones y explosivos no es fácil. Pasarán semanas antes de que recobren la capacidad le arrebatan con rapidez. Lo que importa, a fin de cuentas, es el balance de enfrentamiento táctico y sus proyecciones estratégicas.

Interesa, entonces, que el cuerpo social, la opinión pública, la dirección, política, conserven la claridad y la sindéresis. Los relumbrones fugaces no pueden enceguecer hasta dominar el análisis lógico. Menos aún enjuiciar la situación por sus apariencias, sin penetrar más allá de su significado visible para descifrar la realidad. Toda guerra envuelve un intercambio de golpes. Asimilar los que se reciben y devolverlos con poder multiplicado, es el juego estratégico que conduce a la victoria.

No sobra reiterar la trascendencia del factor psicológico en esta lucha. Es aquí donde menos hay que hacerle el juego a la guerrilla. Responder un precipitado cuestionario radial de periodistas histéricos. Las preguntas se atropellan sin dar cabida a respuestas explicativas. El simplismo lo reduce todo a conclusiones superficiales, carentes de penetración y buen juicio. Y los medios, no lo olvidemos, son los grandes fabricantes de opinión.

LAS PREGUNTAS

General Álvaro Valencia Tobar

La maltrecha cúpula de las Farc debería preguntarse en alguno de sus cónclaves bajo la maraña selvática -si es que aún pueden celebrarlos- ¿cuál es el futuro para nosotros? La respuesta tiene dos enfoques posibles: la toma del poder por las armas, que fue su objetivo primario y su actual situación como banda terrorista nutrida por el negocio del narcotráfico, que aún en el resquebrajamiento de su golpeada organización produce réditos calculables en algo así como doce cifras.

Es cierto que la manigua limita la visión y cierra los horizontes del país y del mundo. A lo cual se agrega el empecinamiento de hombres que han gastado lo mejor de sus vidas en la lucha por el poder.


Sin embargo, lo uno y lo otro no pueden ocultar una verdad incuestionable: las revoluciones son hechos coyunturales que siguen un proceso histórico definido. O son estallidos repentinos y violentos que requieren una acumulación de circunstancias sociales, políticas, sicológicas, que solo aguardan una chispa de ignición, como ocurrió en la revolución francesa, la de las colonias americanas o la que en la Rusia zarista condujo al nacimiento de la Unión Soviética. Estallido que un liderazgo poderoso utilice y conduzca hacia un objetivo político de ardiente contenido social. O son la explotación calculada y sistemática de condiciones reinantes que requieren incubación, contagio expansivo hacia agrupaciones marginadas, ideario de fácil comprensión popular y, entre otros ingredientes, regímenes políticos desgastados, impopulares, corruptos que posibiliten la transformación de inconformidades en lo que Lenin denominó odio hirviente.

Mao Tse-tung y su guerra campesina prolongada ejemplariza esto último. Castro en Cuba, lo primero. En todos los casos, el proceso revolucionario sigue una parábola ascendente que en un momento dado alcanza su cénit. Es el clímax, la ordenada máxima, el punto de eclosión. Si el sistema político que se pretende derrocar, las fuerzas sociales indecisas, los mecanismos de defensa del Estado, las llamadas condiciones objetivas se modifican sustancialmente y hace irrupción en el equilibrio inestable un liderazgo poderoso capaz de galvanizar voluntades y conciencias, se llega al instante crucial de la confrontación. Este no puede durar mucho. Sobreviene un desgaste progresivo que las fuerzas insurrectas hallan más difícil aguantar, sobre todo si las fuerzas militares oficiales han logrado mantener su disciplina, su cohesión anímica, el íntimo sentido del honor.


Y, sobre todo, si esas instituciones han aprendido de los reveses, los errores, la incomprensión del problema por el Estado y muchas veces por sus propios mandos, para generar dentro de sí mismas las energías necesarias para introducir cambios profundos e inmediatos en su doctrina, metodología, organización, logística, moral. En especial, la moral, expresada en espíritu de combate, reciedumbre de cuerpo y alma, voluntad de lucha, ánimo de victoria.

 

¿No es esto lo acaecido en Colombia? Si las FARC y el mismo ELN no pudieron utilizar ese clímax para dar el salto decisivo hacia el poder, el descenso ineluctable va tomando forma hasta llegar, como ocurre hoy, ante una disyuntiva de vida o muerte. Las Farc se desmoronan, se viene afirmando argumentalmente en esta columna. La muerte de 'Tirofijo', su fundador y máximo jerarca por más de 40 años, es acorde fúnebre del réquiem final. Lo hereda 'Alfonso' Cano, todavía un enigma en cuanto a su actitud frente a la disolución de su fuerza. Quienes lo conocieron en las negociaciones del Caguán lo describen como guerrerista a ultranza, pero reconocen su fundamentación política y académica. Lo primero fue sello de su pensamiento en la etapa victoriosa de las Farc. Otra cosa puede pensar hoy, de cara a la debacle de su movimiento, el acoso del Ejército, la desvertebración de sus agrupaciones de combate, sus comunicaciones internas inoperantes e interferidas por la inteligencia militar. Por ahora, silencio enigmático. Después, ¿negociación o agonía final?


EL PODER AÉREO CONTRA LA GUERRILLA 

CADETE DE PRIMERA CLASE DONALO R. BRUNK. ACADEMIA DE LA USAF

Las guerras contra movimientos insurgentes y grupos guerrilleros son más frecuentes que las guerras convencionales. La Guerra del Golfo nos demostró que la USAF logró formular tácticas y estrategias muy adecuadas para luchar contra un enemigo convencional acostumbrado al método de guerra soviético.

Sin embargo, los conflictos en Vietnam y Bosnia nos han demostrado que la doctrina de la Fuerza Aérea podría tener algunas fallas que reducen la efectividad del poder aéreo contra determinados grupos subversivos. Al comparar la doctrina que actualmente emplea la USAF en los conflictos de baja intensidad con las ideas de Mao Zedong, Hilsman, Clausevvitz, Che Guevara y Larry Cable, estas fallas son evidentes, en tanto que las medidas correctivas se vuelven aparentes.

Entender la naturaleza de la insurrección es el primer paso en la senda de la victoria. Tal como se plantea en el Folleto 3-20 de la Fuerza Aérea, los movimientos subversivos no pretenden derrotar al ejército enemigo en una batalla campal. Realmente, su meta es más bien producir un cambio político o social. El folleto hace alusión a los movimientos subversivos, sin embargo, no se refiere específicamente a las características de un grupo subversivo y los de un ejército convencional. Por el contrario, se clasifica a la guerra de guerrillas como una simple versión de guerra convencional. Propone la aplicación de las mismas armas, tácticas y estrategias pero a menor escala.

Si para matar a un elefante el cazador tiene que disparar dos veces un cañón, para matar un pato ¿Tendrá que disparar el cañón una sola vez? La respuesta, por supuesto, es NO. cada tipo de cacería precisa de diferentes armas, estrategias y tácticas.

En el Folleto se debería recalcar que las diferencias entre una fuerza guerrillera y un ejército convencional convierten la idea de un bombardeo estratégico en un absurdo. Un comandante puede fácilmente emplear la forma tradicional norteamericana de hacer la guerra, la cual pretende destruir al enemigo en el campo de batalla mediante la aplicación de una maquinaria bélica abrumadora. Tal como se demostró en la Guerra de Secesión, en la II Guerra Mundial y en la Guerra del Golfo Pérsico.

Sin embargo, la conformación y los objetivos de los movimientos insurgentes no son los mismos que las de un ejército convencional. Por ejemplo, una fuerza insurgente no necesita una gran cantidad de abastos. El Viet Cong se abastecía de lo que producía la tierra o procuraba alimentos de las aldeas vecinas, en lugar de depender principalmente de largas rutas de abastecimiento. El bombardeo de fábricas, vías de comunicación, o fuentes de energía eléctrica, con el fin de impedir el abastecimiento de las tropas no afecta tanto a los insurgentes como a las fuerzas bélicas convencionales.

Aunque USAF no sugiere que se deba destruir la capacidad de producción industrial del enemigo, tampoco hace ver específicamente que esos esfuerzos serian inútiles. Lo más probable es que la mayoría de los comandantes, no muy versados en combatir la insurrección, empleen la doctrina tradicional de bombardear al enemigo masivamente hasta abatir su espíritu de lucha o su capacidad de combate.

Para detener a una guerrilla, los estrategas primero deben determinar las necesidades de la guerrilla y luego enfocar su campaña aérea en impedir que esas necesidades se vean satisfechas

Hay muchas teorías sobre cómo llevar esto a cabo con éxito. Pero hay diez elementos claves que contribuyen al éxito de la insurrección, los cuales brotan de las ideas que al respecto han planteado los más grandes genios militares. Entre ellos, Mao, Che Guevara, Clausewitz y otros. Los que planean las campañas aéreas deben comprender a cabalidad estos puntos si han de lograr neutralizarlos:

Primero, los mencionados pensadores plantean que la guerrilla debe prolongar la guerra. La guerrilla no posee el personal o el poder de fuego que se requiere para vencer a una fuerza convencional en un ataque masivo. Por consiguiente, debe prolongar la guerra y apuntarse pequeñas victorias. O, por lo menos, impedir ser derrotada. Se ha visto a lo largo de la historia que a los movimientos insurgentes más famosos les tomó muchos años establecer su supremacía. La II Guerra de los Seminólas duró siete años. El conflicto de Vietnam persistió desde finales de la II Guerra Mundial hasta mediados de 1970.

Segundo, también indican que el teatro del conflicto debe estar constituido por una extensa región. Pero solamente lo suficientemente grande como para poderse esconder en ella.

Tercero. Igualmente sustentan que el terreno debe ser accidentado. Mao razona esta opinión diciendo que no necesariamente debe ser accidentado siempre y cuando la región sea suficientemente extensa. Pero que los movimientos insurgentes, de más éxito, han triunfado en lugares donde el terreno es escarpado.

Cuarto, Mao señala que un insurgente necesita bases seguras donde entrenar, organizar y llevar a cabo sus operaciones.

Sexto. Hilsman y Mao explican que las fuerzas insurgentes no toman arraigo. Los movimientos insurgentes no puede darse el lujo de perder sus efectivos. De manera que deben estar dispuestos a ceder terreno a cambio de la seguridad y pensar en continuar la lucha otro día.

Séptimo, Hilsman plantea que la seguridad de un insurgente estriba en su movilidad. Cuando formaba parte del Destacamento 101 en Burma, cayó en cuenta que la inmovilidad significa una muerte segura.

Octavo, Mao sostiene que los insurgentes deben ejercer siempre la iniciativa. Esto desgasta al enemigo y, a cambio, permite a los rebeldes escoger el sitio del ataque.

Noveno. El Che Guevara anotó que la fuerza guerrillera debe mantener flexibilidad táctica.

Por último. Los insurgentes deben evitar a toda costa el encuentro con el enemigo donde esté mejor apertrechado.

Estos diez elementos son una recopilación de las ideas de famosos expertos en insurrección y guerra no convencional, y su importancia ha sido demostrada hasta la saciedad desde el Siglo XIX.

El insurgente lucha por establecer algún tipo de cambio político. Por consiguiente, el ejército debe concentrar su atención en ese objetivo Antes de ponerse a concebir los medios más eficaces para contrarrestar estos diez elementos, nuestros planificadores deben conocer las herramientas con que cuentan los insurgentes.

El Dr. Larry Cable nos dice que los contrainsurgentes y los insurgentes luchan entre sí aplicando principalmente dos herramientas y que la correcta aplicación de estas herramientas determinará quién es el vencedor.

La primera herramienta consiste en lo que se denomina la “Percepción Popular de Legitimidad” PPL. La segunda, consiste en la “Capacidad Creíble de Coerción” CCC.

La PPL es la herramienta más fuerte y de mayor duración. Puede ser utilizada por ambos bandos en sus respectivos esfuerzos por establecerse como la legítima autoridad en la zona. La población va a identificarse con quien crean que posee la legítima autoridad. Se menciona la legitimidad como un importante elemento del Conflicto de Baja Intensidad CBI y el folleto USAF le concede cierto grado de utilidad. A manera de ejemplo, los colonos norte­americanos no veían al Rey Jorge III como su legítima autoridad. Esto obligó al monarca a utilizar la CCC, a fin de mantener el control.

Por otra parte. Con la CCC un comandante pretende obligar a la población a que acate sus mandatos. Hay tres elementos que deben tomarse en consideración para que la CCC sea eficaz: Presencia. Persistencia y Paciencia PPP. El ejército despliega "Presencia" al involucrarse con la población local. Al no rendirse, demuestra "Persistencia." Y "Paciencia'’ al enfocar su atención en el objetivo final y no desgastándose en los eventos de cada día.

Los EE UU utilizaron la CCC en contra de los Indios Seminólas durante su campaña expansionista en la Florida a comienzos del Siglo XIX. Pese a que los Seminólas nunca reconocieron al Ejército como legítima autoridad. Le faltó al Ejército establecer la P/P de Legitimidad y Autoridad. Solo convinieron en ser reubicados luego de que el Ejército quemó sus hogares y sus cosechas.

En el Folleto 3-20 se analiza el significado de persistencia y paciencia en el contexto de "perseverancia." No se menciona la presencia como elemento de coerción. Tal como lo hace la Policía al realizar sus rondas, el Ejército debe desplegar una determinada visibilidad o presencia para ser eficaz.

Por lo general, un gobierno adquiere legitimidad a través de la adopción de medidas políticas. Haciendo obras que beneficien a la población. Protegiendo a sus ciudadanos o conduciendo programas de reconstrucción nacional.

En contraposición a lo anterior, un gobierno ejerce coerción estableciendo zonas de seguridad militar para la población local. Llevando a cabo patrullajes. Racionando los recursos. Reubicando a la población y persiguiendo a los insurgentes.

Larry Cable señala que para establecer un gobierno legítimo debe eliminar el apoyo de los elementos auxiliadores con que toda organización cuenta. Pero que el núcleo conformado por los radicales ideológicos y armados casi siempre persiste. El Ejército, mediante la coerción, debe eliminar o capturar a aquellos elementos que conforman el grupo radical.

Grecia es un buen ejemplo de la teoría de Cable. Después de la II Guerra Mundial los comunistas trataron de tomar el país. Los EE UU ayudaron a Grecia a establecer un gobierno legítimo y posteriormente colaboraron con ese gobierno legitimizado, mediante operaciones militares a eliminar el núcleo de comunistas.

Para emplear correctamente la CCC. Deben neutralizarse o eliminarse los diez elementos que contribuyen al éxito de la insurrección. La doctrina de la USAF debe, por consiguiente, planear sus acciones a la medida de estos factores.

Algunos de ellos no pueden contrarrestarse con medidas aéreas:

Primero. El poder aéreo generalmente no es el factor determinante del tiempo de duración de la guerra, tal como quedó demostrado en Vietnam. El Viet Cong, pese a la derrota de Tet, pudo replegarse y reagruparse hasta que el momento fuera propicio. Puesto que el plan concebido por el Viet Cong fue el de prolongar el conflicto. La USAF debía continuar bombardeando fábricas y líneas ferroviarias mientras la guerrilla se congregaba en sus aldeas a planear el siguiente ataque.

Segundó. Lo que sí puede el poder aéreo es achicar el tamaño de una región. Una región muy extensa propicia la movilidad. Las aeronaves pueden efectivamente reducir el tamaño de una región haciendo que esa región sea accesible a sus fuerzas aliadas. Cuando Clausewitz y Mao escribieron que era necesario contar con una región amplia, ellos presumieron que el tamaño de una región impediría el acceso de las tropas convencionales a ciertas zonas de esa región. Pero no sabían que mediante el uso del poder aéreo sus enemigos tienen acceso a cualquier parte del mundo.

La tercera medida. El terreno accidentado contribuye a la seguridad tanto de las bases como a la de las tropas en su desplazamiento hacia y desde una zona El poder aéreo puede anular esta facilidad. Con el reconocimiento aéreo. El uso de equipo de visión nocturna. Mediante sensores térmicos, las aeronaves pueden localizar las bases desde el aire. El rastreo de los elementos guerrilleros por entre la selva luego de un ataque puede ser un tanto difícil, pero con los últimos avances de la tecnología, esto se hace cada vez más fácil.

La cuarta se relaciona con la anterior. Con las aeronaves se pueden infiltrar comandos en un área determinada. Proveer apoyo aéreo cercano a esos comandos. Y atacar las bases de operaciones enemigas directamente. La base de operaciones es un área crítica para el insurgente, si la pierde es muy difícil ganar la guerra y hasta perderla. Lo más seguro es que los líderes guerrilleros al darse cuenta de que su base ha sido descubierta la reubiquen en otro sitio. Los planificadores de las incursiones aéreas militares deben mantenerse continuamente al acecho de esos movimientos.

El quinto elemento, que hace referencia a un buen liderazgo y una eficaz dirigencia, podría ser difícil de afectar. Las operaciones aéreas difícilmente podrán desmejorar la calidad del liderazgo guerrillero, a menos que en una misión aérea perezca uno de sus líderes.

El sexto elemento. Con el poder aéreo se puede alterar seriamente la capacidad despliegue o retirada del enemigo. En el pasado, el insurgente no se quedaba a luchar en un sitio determinado si no quería. Cuando una fuerza poderosa atacaba desde una dirección, el insurgente se replegaba hasta donde la fuerza enemiga no pudiera adentrarse más. Solo aumentaba la distancia entre él y el adversario. Gracias a la movilidad, rapidez, oportunidad, alcance y sorpresa, que brinda el poder aéreo, ahora es posible obligar a los insurgentes a continuar luchando. Mediante el uso de fuerzas de asalto, paracaidistas y apoyo aéreo cercano es posible impedir el repliegue de los insurgentes y, por ende, obligarlos a combatir deteriorando su capacidad de lucha en muchos aspectos. Para ello lo único que necesita la Fuerza Aérea es un buen suministro de información. En especial la de superficie se agrega a la inteligencia aérea.

A la Fuerza Aérea le puede resultar difícil afectar el séptimo elemento. La premisa de que la seguridad del enemigo yace en la movilidad, en una espesa jungla o terreno escarpado, la Fuerza Aérea va a experimentar dificultades para eliminar esa seguridad a pesar de su alta velocidad. Aunque que las aeronaves pueden patrullar y encontrar las rutas enemigas de desplazamiento, la guerrilla simplemente cambiará esas rutas, obligando así a las aeronaves a trabajar más arduamente para que la guerrilla no tome la delantera.

En cambio, la Fuerza Aérea si puede afectar seriamente el octavo elemento, al igual que ejercer la iniciativa. Los que abogan por la conveniencia del empleo del poder aéreo han defendido por mucho tiempo que uno de sus mayores beneficios es el hecho de que puede desplazarse en una misión ofensiva. Facilitando a la infantería adelantar una posición defensiva. Llevar  a cabo un repliegue o cualquier otra maniobra táctica de combate. En un conflicto de baja intensidad, a las fuerzas guerrilleras les es imperativo tomar la iniciativa a fin de marcar el ritmo del conflicto. Mediante el empleo de ataques aéreos esporádicos de lugares estratégicos, el poder aéreo puede reducir la habilidad de la guerrilla para iniciar los ataques y de esta manera obligarlos a reaccionar en lugar de ser ellos los que marquen el paso del conflicto.

El noveno elemento, cual es desplegar flexibilidad táctica, es difícil de afectar con medidas aéreas. La Fuerza Aérea debe desplegar, por lo menos, el mismo grado de flexibilidad que la ''guerrilla. Es difícil destruir la flexibilidad táctica del enemigo, pero lo que la Fuerza Aérea puede hacer es contener y disuadir, utilizando aeronaves dotadas de la capacidad bélica necesaria para realizar una variedad de funciones y misiones. Usando aeronaves multipropósito y de rápida conversión. Que fácilmente puedan hacer desde reconocimiento hasta ametrallamiento, logística y demás actividades. Porque lo que cuenta no es disponer de un alto poder de fuego que pueda destruir grandes bancos estratégicos sino flexibilidad según la situación. Porque es imposible matar un mosquito con un bate.

La flexibilidad táctica está directamente vinculada al décimo y último elemento: Evitar  confrontar al enemigo donde se encuentre mejor apertrechado. Como es el caso del uso de la población simpatizante para mimetizarse o como escudo humano.

La principal táctica de la guerrilla en el campo es encontrar los puntos débiles del enemigo y luego explotarlos. Por lo general, el número de seguidores de la guerrilla no es mayor que el número de efectivos con que cuenta un ejército convencional. Por consiguiente la Fuerza Aérea debe concentrar sus esfuerzos en atacar unidades pequeñas y solas, quizá aisladas, sobre las cuales pueda tener ventaja táctica. Para arrebatar esa misma ventaja al enemigo.

En este rango se encuentran los blancos de ocasión, que pueden ser muy rentables como blancos de oportunidad. Por ello las unidades combate en el aire deben disponer de flexibilidad por parte del comando central para que las tripulaciones, en coordinación directa con los comandantes en el terreno, puedan actuar.

Con ataques individualizados y de emboscada, la guerrilla aspira debilitar a las tropas  que cuentan con un número mayor de efectivos, hasta que los números se igualen. Como la guerrilla espera y le conviene que la guerra se prolongue, dispone de todo el tiempo del mundo para desgastar al enemigo. El poder aéreo puede utilizarse para contrarrestar esa táctica.

REFLEXIONES ADICIONALES

El comandante del teatro de operaciones debe colocar sus aeronaves de tal manera que puedan negar al enemigo aquellos puntos de mayor probabilidad de ataque en el menor tiempo posible. El asunto está en llegar a esos puntos antes que la guerrilla pueda explotar su ventaja táctica, negándole así, la opción de debilitar o desgastar a un ejército más numeroso.

El Folleto no analiza estos elementos adecuadamente. En él se tratan muchas misiones, tales como el Apoyo Aéreo Cercano (CAS), el apoyo de fuego, la reacción inmediata y el reconocimiento. Sin embargo, en el folleto no se establece la relación entre estas misiones y los diez elementos. Ni a nada de importancia substancial, si hemos de ser sinceros. Se señala que estas son las misiones que conviene realizar, pero no describe en suficiente detalle cómo es que estas misiones van a contribuir a derrotar la insurrección.

Le otorga mérito a algunas ideas importantes que mejoran la efectividad cuando se trata de contrarrestar un movimiento insurgente. En él se indica que la insurrección con la que más probablemente nos enfrentemos es aquella que se basa en las tres fases de la insurrección de que habla Mao. También analiza la importancia de las operaciones psicológicas. Ofrece una explicación en cuanto a cómo el ejército anfitrión debe estar organizado para funcionar a su nivel más alto de eficiencia v efectividad.

El folleto también hace referencia a conflictos de baja intensidad no son de insurrección y contrainsurrección. Particularmente se refiere al terrorismo y a las operaciones en tiempo de paz. Además, incluye otras ideas importantes que un comandante debe tener presente durante un conflicto de baja intensidad.

Si bien es cierto que el folleto contiene mucha información y, que en efecto, brinda a los comandantes orientación, en alguna medida, hay que admitir que no explica cómo usar e implementar el poder aéreo. Un comandante necesita saber cómo utilizar, de la mejor manera posible, los poderosos recursos a su disposición. Sin este conocimiento el poder aéreo es como una bomba accionada por láser que carece de haz lasérico para ser dirigida. Así la bomba se desplazará sin dirección y hasta puede perjudicar la operación si yerra el blanco.

La respuesta al problema consiste en analizar los elementos claves que he descrito anteriormente y luego profundizar en el actual poder aéreo de que se dispone para encontrar la forma de enfrentar estos diez elementos. Yo he comentado apenas unas pocas formas de contrarrestar estos elementos, pero las posibilidades son muchas y nuestros líderes deben tener suficiente autonomía como para dar rienda suelta a la creatividad.

Debemos tener presente que los diez elementos claves que se mencionan en este documento representan el pensamiento de los genios en materia de guerra no convencional: Mao, Che Guevara, Hilsman, Clausewitz y Cable. Estas ideas han sido probadas una y otra vez en todas partes del globo terráqueo. Sabiendo el papel vital que estos elementos juegan en la insurrección, es responsabilidad de la dirigencia analizarlos y encontrar sus propias formas de combatirlos. Según los recursos disponibles y las características propias del terreno, clima, cobertura, oportunidad y demás.

Nota: Muchos de estos aspectos los identificamos cuando pensamos en el concepto de la Aviación Contrainsurgente ACOIN, en 1994. Luego los comprobamos, especialmente, en 1995.


LA TECNOLOGÍA CONTRAINSURGENTE

Coronel Jeffery Barnett, USAF.

Vislumbrar lo que nos tiene reservado el futuro a los militares pone de presente dos temas dominantes:

El primero, es la tecnología avanzada. La tecnología de guerra está cambiando rápidamente que produce un significativo incremento en las capacidades militares.

El segundo, los movimientos insurgentes, durante los últimos cincuenta años, han constituido el tipo de guerra más común. Conflictos que han arrastrado a los grupos insurgentes a combatir a los gobiernos establecidos. Esta trayectoria continuará con toda probabilidad en la medida en que las naciones tienen que hacerle frente a la explosión demográfica, las economías estancadas y a los odios étnicos centenarios. Estimulados también por la lucha de clases en cuanto a las oportunidades económicas y las condiciones laborales.

Los movimientos insurgentes, probablemente, persistirán como la forma de conflicto más común contra la cual las fuerzas militares son las llamadas a combatir.


Un reto de importancia vital, para los planificadores militares, es el reconciliar el concepto tecnológico sofisticado con el de la insurgencia simple y descomplicada. Algunos opinan que los dos temas se excluyen. Que la utilización de alta tecnología contra las guerrillas es inútil. Sin embargo, este argumento no es completamente cierto.


Mirando la naturaleza de la guerra irregular o el conflicto de baja intensidad podemos entender como la tecnología es un gran reto a la insurgencia. Las guerrillas deben atravesar tres fases antes de alcanzar la victoria: La defensiva estratégica. El estancamiento estratégico. Y la ofensiva estratégica.


En la primera fase, la defensiva, los insurgentes utilizan las tácticas guerrilleras para socavar la voluntad y la resistencia de las fuerzas gubernamentales. Éstas atacan a los contrincantes en ofensivas de importancia puntuales. Sin embargo, una sensación de inutilidad y de un conflicto sin fin, se apoderan las tropas gubernamentales.


En la segunda fase, el estancamiento, ninguno de los contrincantes puede conducir una ofensiva de importancia. Las víctimas y los costos aumentan, sin posibilidad de una toma de decisión a la vista. Los insurgentes aprovechan para aumentar sus fuerzas y adiestran a sus tropas.


En la tercera fase, la ofensiva, cuando se ha debilitado a las fuerzas gubernamentales y ha mermado su estado de ánimo, los insurgentes lanzan su ofensiva empleando maniobras de ataque convencionales con unidades terrestres organizadas. Su meta, en esta fase, es vencer a las fuerzas gubernamentales para ejercer el control político.

 

El punto importante, poco entendido por algunos, es que en la primera y segunda fase, los insurgentes no pueden vencer. Los insurgentes deben adoptar, con el tiempo, una postura convencional para poder “vencer” finalmente. Para reemplazar un gobierno existente deben despojarse de sus tácticas guerrilleras y luchar como una fuerza convencional. El objetivo de las dos primeras fases es el de menoscabar al gobierno hasta el punto que una ofensiva estratégica les permita tener la oportunidad de un resultado victorioso.


El concepto de que las operaciones guerrilleras son un fin en sí mismas es incorrecto. No obstante, no caben dudas de que nuestras FF AA  son de una importancia preponderante, ya que son únicamente ellas quienes son capaces de eliminar o contener, en las dos primeras fases. Y el de impedir que se produzcan la tercera y última. Porque los insurgentes, a la larga, tienen que organizarse, equiparse y combatir como un ejército convencional.


Los insurgentes no pueden permanecer como guerrillas indefinidamente y pretender una victoria completa. El terrorismo puede causar terribles daños, pero no puede derrocar a un régimen. El hecho de permanecer indefinidamente en la tapa de guerrillas, prácticamente, garantiza su propia derrota final. El Che Guevara, en Bolivia, y Abimael Guzmán, en Perú, por nombrar sólo dos ejemplos dentro de muchos, permanecieron en la fase de guerrillas demasiado tiempo. La lección es clara: A la larga, las fuerzas de seguridad del Estado acabarán capturando o matando a los líderes de la guerrilla. La victoria de Fidel Castro en Cuba, sin una contraofensiva, fue sólo un caso excepcional. A fin de poder pensar y sobrevivir, las guerrillas deben avanzar a la fase de estrategia ofensiva.


Para las FF AA  siempre ha sido difícil atacar a grupos pequeños que se mezclan con el pueblo. Aunque emplean fuerzas especiales o infantería. La aplicación de la fuerza militar contra la guerrilla tiene un alto costo. Sin embargo, una vez que los insurgentes pasan a la tercera fase, cambiando de postura de guerrillas que opera sin cobertura aérea, ante un ejército convencional, presentan un punto débil clave ante las armas modernas y de alta tecnología. Especialmente aquellas lanzadas desde el aire, el punto más crucial de los insurgentes. Las FF AA  contra un movimiento insurgente, deberían esperar hasta que los insurgentes involucren en una ofensiva estratégica. Cuando esta tercera etapa revela la gran vulnerabilidad de los insurgentes ante el poder aéreo. Cuando los insurgentes emprenden operaciones convencionales, quedan expuestos a una aplastante derrota.


Las armas tecnológicas están especializadas para detectar a las fuerzas de superficie enemigas. Pueden destruir hasta las más modestas concentraciones de tropa insurgente, estructuras logísticas y de mando, sin poner en peligro al personal militar. Cuando estos sistemas de vigilancia funcionan pueden rastrear el blanco con alta precisión. Los pequeños destacamentos probablemente pasen inadvertidos pero las fuerzas del tamaño, tan sólo un poco mayor, son avistadas y batidas.

Una vez detectadas, las fuerzas insurgentes y su infraestructura, pueden atacarse con proyectiles de alta potencia y precisión.


Estas armas tienen la capacidad de alcanzar objetivos insurgentes específicos. Con poco riesgo de causar bajas entre la población no combatiente y destruir la estructura logística y de mando que es vital. Por consiguiente, sólo le queda al enemigo dos opciones posibles: Mantenerse en la defensiva estratégica, en cuyo caso no podrán vencer. O evolucionar hasta llegar a la etapa de ofensiva estratégica. En donde encontrarán una destrucción segura.

En tanto que se utilicen las armas de alta tecnología, desde el santuario que ofrece el espacio aéreo, los insurgentes nada pueden hacer para detener los ataques y muy poco para salir bien librados de ellos. Las aeronaves pueden despegar desde bases situadas fuera del alcance de los insurgentes y por eso las pérdidas propias serán mínimas. A pesar de efectuar estas operaciones a gran distancia, las aeronaves modernas han demostrado la capacidad de sus armas de precisión. Pudiendo localizar pequeños blancos, lejanos, mimetizados, difusos y, anteriormente, difícilmente detectables. Pero, indudablemente, capturados por las miras de las armas sofisticadas. Razón por la cual tampoco se requiere un alto poder de fuego ya que sólo es indispensable hacer impacto en el objetivo puntual.


Si se utilizan solas, es decir sin las fuerzas terrestres, las armas tecnológicas transportadas por la vía aérea, niegan indefinidamente, a los insurgentes la oportunidad de salir victoriosos. Se reducen considerablemente la necesidad de enviar tropas de superficie en cualquiera de las etapas de la insurrección y con ello aumentando la posibilidad de hacer bajas enemigas al mismo tiempo que reduciendo la exposición de las propias tropas a la amenaza. Porque los insurgentes, cegados por su fanatismo, son capaces de pagar un precio alto, llegando, incluso, a los ataques suicidas, con tal de causar víctimas.


Y las experiencias pasadas, durante tales ataques, nos han enseñado que desencadenan crisis políticas. Donde para resolver estas crisis, los presidentes, casi siempre, han ordenado la suspensión de operaciones ofensivas, bombardeos y retiradas. Adoptan la posición renuente de negar la reintroducción de cualquier tipo de FF MM y, por supuesto, el empleo del poder aéreo de alta tecnología. De esa forma los insurgentes disuaden a los mandatarios de emplear sus Fuerza Aéreas, como fue el caso del presidente Juan Manuel Santos.


Se puede emplear el poder aéreo de alta tecnología para forzar a un movimiento insurgente. Pero el objetivo no debe ser el de coaccionar a corto plazo sino el de la victoria completa y duradera a largo plazo. Porque los insurgentes pueden siempre revertir a la condición de defensiva estratégica prolongándose el conflicto.


El poder aéreo de alta tecnología puede impedir la victoria enemiga infringiendo daños a los insurgentes hasta hacerlos retroceder a las dos primeras etapas inclinando la balanza a favor de las fuerzas de superficie. Los ataques aéreos de precisión no sólo les negaron la victoria a los insurgentes, al detener las ofensivas que pretendieron desde Marquetalia y sus bastantes operaciones posteriores. Donde las FF MM las detuvieron, sino que pueden debilitar a los insurgentes donde las llevaron al estancamiento. Condición en la que se vieron obligadas a proponer el diálogo. Que es otra forma de lucha dentro de las opciones que tienen previstas para sobrevivir o ganar terreno, ya sea militar o político.


Usar la capacidad del poder aéreo para contener o destruir, es una constante. Ya que tiene gran posibilidad no sólo para negar la victoria los insurgentes en un momento dado sino por un período de tiempo indefinido. En la actualidad, impedir los fines bélicos y políticos de un agresor, con mínimos riesgos para las fuerzas militares, es el objetivo primordial del poder aéreo.


Por el momento, en Colombia, se ha empleado la alta tecnología para destruir concentraciones de tropas obligando al repliegue, la dispersión y, en gran parte, disolución. Situaciones que las FF AA  pueden manejar con el tiempo. Puesto que una vez que la ofensiva estratégica de los insurgentes se vuelve imposible, tarde o temprano, han tenido que negociar acuerdos políticos que le son inevitables.


La defensiva, el estancamiento y la pérdida de la posibilidad ofensiva, revelan el talón de Aquiles de toda insurgencia que el poder aéreo puede aprovechar. Puesto que impide los insurgentes cualquier oportunidad de triunfo indefinidamente y obligan a sobrepasar el punto de no retorno, de su actitud bélica.


Condensado y adaptado por el Coronel Iván Gonzalez, FAC

 

AVIACION CONTRAINSURGENTE – ACOIN

Coronel Iván González. FAC.

Por la necesidad de hacer desaparecer los focos de subversión que persisten en el país es necesario modificar la doctrina aérea que hemos aplicado en el conflicto.

Durante mucho tiempo hemos creído, como un axioma sin lugar a discusión, en la capacidad que para el combate irregular tiene la aviación de alta tecnología constituida por bombarderos de alto rendimiento. No obstante estas reflexiones nos mostrarán una visión diferente.

Un avión ligero, dotado de armamento sofisticado, tiene mejores posibilidades de éxito que un avión avanzado, considerando que la guerra de guerrillas es un conflicto donde la habilidad del enemigo puede amortiguar un alto poder de fuego. Simplemente requiere aplicar un poco de razonamiento común, una actitud intuitiva y una simple lógica ante una ofensiva aérea de esa naturaleza. A un avión de alta velocidad, así disponga de un fuego letal, le es difícil localizar un blanco que no tiene coherencia y se mezcla fácilmente entre la población civil impidiendo la selectividad. La característica de los objetivos blandos es la de no requerir alta potencia de las armas sino la de ser batibles con precisión.

La tecnología aeronáutica tiene que adecuarse con las características del enemigo. Viet Nam puso en evidencia “la dificultad de aplastar un mosquito con un garrote”. De ésta forma el conflicto perdió interés político que se trató de suplir con una masificación tecnológica, contra un enemigo que se hacía cada vez más simple, escurridizo y oculto.

La brecha conceptual, en el sureste asiático, le permito al enemigo sostener favorable ventaja, obligando al atacante a un largo y monumental esfuerzo bélico que, luego, claudicó por sí solo debido a la desmoralización, la injerencia política y el rechazo público por el conflicto por su prolongación y costos.

Por estos motivos el empleo de aeronaves ligeras, provistas de armamento de alta tecnología, junto al apoyo de aeronaves de uso general, es la mejor alternativa en conflictos de baja intensidad. Donde el enemigo es impredecible. En la presente propuesta se esbozan los criterios que sustentan la idea en el ámbito doctrinal, el técnico y el operacional.

SUSTENTACION

Los grupos de bandoleros colombianos han demostrado ser ingeniosos en la dispersión, el camuflaje y el encubrimiento. Son difíciles de localizar y distinguir como blanco apropiado para una descarga de bombas de alto poder. Por ello, el bandolero es un blanco concordante para la “Aviación Contrainsurgente” -ACOIN- que puede aprovechar las desprotecciones momentáneas del agresor debidas a la misma acción del combate.

El excesivo poder de fuego no crea amigos en la población civil. La falta de selectividad da motivos para protestas justificadas con la consecuente pérdida del respaldo moral de la opinión pública. De aquí nace el frecuente temor de los gobernantes de emplear el bombardeo masivo y frecuente contra la guerrilla. Es evidente que una bomba de cien 100 libras mal lanzada y sin precisión, causa el mismo efecto negativo que el producido por mil insurgentes. La probabilidad de cometer esta clase de errores es menor con aviones ligeros aunque no menos letales. Definiendo el blanco, se demostrará que existe el interés de no provocar daños a la población civil ajena al conflicto y que los terroristas suelen usar de escudos humanos.

Uno de los métodos de la guerra irregular es que no tiene, con frecuencia, planes prefijados y fechas determinadas para sus operaciones porque aplica principalmente el concepto de los blancos de oportunidad. La acción terrorista es siempre factible de ejecutar sin muchos preparativos. Tampoco se deja inducir con facilidad al combate regular donde nuestras tropas tienen la ventaja. Una acción constante de intimidación, con aeronaves adecuadas, ejerce efecto directo con alta capacidad disuasiva, obteniéndose la iniciativa en la confrontación. Además de la indispensable ofensiva.

La superioridad tecnológica no es garantía plena de éxito. Pues es un error pensar que se pueden afrontar todas las circunstancias impredecibles, que se presentan en un combate irregular, por el solo hecho de disponer de una considerable capacidad de fuego aéreo. Pero es evidente que en esta clase de conflicto es más efectivo, tanto en lo bélico como en lo económico, el empleo de aviones medianos con capacidad de ametrallamiento prolongada que un bombardero rápido y costoso. De alto poder de fuego pero solo momentáneo. En batallas que son más de tipo prolongado que de un alto daño destructivo de infraestructuras estratégicas.

Una de las tácticas de la guerrilla es recurrir a la negociación como protección mientras se fortalece en posición y recuperación para el combate. Al mismo tiempo que mantiene oculto su desinterés por llegar a un acuerdo de finalizar el conflicto. Esta característica no permite mantener una aeronave compleja y costosa, destacada por un tiempo considerable en las áreas donde fuego. Además de que no se dispone de la infraestructura para su alistamiento y recuperación. Los momentos de ausencia de la cobertura y apoyo aéreo de combate, será aprovechada por el enemigo para llevar a cabo acciones ofensivas. Se requiere entonces tener una alerta mínima y una proximidad al área de conflicto, que sólo puede lograrse con aeronaves sencillas. El soporte logístico de campo, que no demande alta complejidad, podrá hacerse lo más próximo al combate.

En la guerra irregular no existe el blanco rentable que al ser abatido, con un solo ataque, incline favorablemente toda la balanza a nuestro favor. La subversión tiene como doctrina instalarse en áreas remotas y selváticas. Porque sabe que allí las facilidades técnicas y de apoyo están reducidas a su mínima expresión par su contrincante. Y los medios de comunicación y movilidad le serán limitados. Con razón, para los insurgentes: “los pies y las piernas son los motores de la guerrilla” y no son un blanco fácil para un avión diseñado para la guerra regular.

Aplicando con propiedad la tecnología aeronáutica disponible en el momento, podemos adecuar las circunstancias del conflicto, mantener la iniciativa y no estar esperando que las situaciones presentes no sean las que nos empujen. No es bueno tener que lamentar las consecuencias de hechos cumplidos que no evitamos o controlamos por no mantener la delantera y la ofensiva.

Busquemos la manera de lograr el liderazgo necesario y anticipamos a las circunstancias presentes, cambiando nuestros conceptos operacionales tradicionales. Es necesaria una nueva y original forma de guiar la doctrina aérea cuando la razón y los argumentos nos indican que son necesarias.

LA ALTERNATIVA

“La victoria sonríe a aquellos que anticipan los cambios en la guerra y no a quienes esperan adaptarse a ellos después de presentados.”

Hemos acostumbrado mantener los aviones concentrados en unidades alejadas de las zonas de conflicto, en parte debido a la compleja logística y que impide la proximidad permanente. Y cuando las fuerzas de superficie requieren de un apoyo, debe seguirse un largo proceso de autorización para obtenerlo. La flexibilidad y la oportunidad son reducidas debido a los inconvenientes administrativos que normalmente se presentan. Todo lo anterior es evitable simplificando el procedimiento. Podemos dotar directamente las unidades operativas con “ACOIN”, preferiblemente orgánico y no agregado.

“La Aviación de contrainsurgencia” - ACOIN - debe reunir las siguientes características:

1.  Aviones mono o bimotores turbohélices con capacidad para transporte de tropa, ambulancia y carguero. Como apoyo de combate, debe ser lanzador de paracaidistas y disponer de soportes para ametralladoras. También montantes para armamento externo como bombas antipersonales, lanzacohetes, dispensadores de bengalas, marcadores de blanco y generadores de humo. Adicionalmente, que pueda adaptarse para propósitos de acción sicológica. Como lanzamiento de propaganda. En versiones de rápida conversión.

2.  Teniendo en cuenta que deberá operar en pistas no preparadas se ha tener en cuenta factores de diseño como el plano alto, el tren de aterrizaje de amortiguación elástica y ruedas para superficies blandas y lisas (alta flotación).

3.  La mayoría de estas pistas son cortas y por lo tanto es lo más adecuado es la capacidad de despegue y aterrizaje corto (STOL) con la mejor relación potencia-peso.

4. La autonomía y el radio de acción se incrementarán con depósitos de combustible de suficiente capacidad. Y en el caso de ser necesario, entendible con tanques auxiliares de fácil remoción.

 

VENTAJAS DE TIPO TECNICO

 

Para un bombardero convencional se requiere de un costoso entrenamiento en la reducción del “círculo probable de error”. Es un gasto que no se justifica para un blanco compuesto por pequeños grupos de hombres, como acostumbra actuar la subversión. Puede hacerse con más facilidad y menor costo si se cuenta con aeronaves ligeras, armadas para este propósito específico. Se diseñarán pensando en un objetivo determinado mejorando los resultados.

Las buenas experiencias operativas obtenidas con el AC-47 tradicional, sustentan la doctrina, incluso con las restricciones técnicas propias de su diseño original. Cabe destacar que si bien no se han hecho análisis que permita evaluar los resultados en forma profunda, éstos se mencionan positivamente en las conversaciones informales.

El tamaño reduce la factibilidad de detección y la probabilidad de ser alcanzado por el fuego enemigo, mejorando el margen de supervivencia en el combate. La alta maniobrabilidad le permite cubrir pequeños blancos dispersos y encubiertos por la vegetación, los accidentes topográficos, etc. Adicionalmente, dispondrá de  puntos duros para montar armamento externo.

Es una ventaja la capacidad de fuego en viraje sostenido del ACOIN. La experiencia nos ha demostrado la poca aplicabilidad del ametrallamiento frontal. Como fue el caso del ARAVA. Un avión con ametralladoras fijas dirigidas hacia adelante. Lo cual le daba solo posibilidad de disparar durante trayectorias delanteras en lugar de laterales. Aunque es verdad que en esa posición ofrece el menor perfil para ser impactado, también es cierto que la insurgencia no dispone de defensa antiaéreas de gran poder de fuego.

A pesar de la razonable autonomía del Arava, para sostener sobre un objetivo, por la imposibilidad de batir en forma continua se desarmó el avión. Debido a sus limitaciones finalmente el avión terminó como un tradicional carguero, lanzador de paracaidistas y esporádico evacuador aeromédico. Esta oportunidad fue un intento fallido por disponer de un ACOIN.

El OV-10. También es un avión de ametrallamiento frontal y adicionalmente un bombardero, mostrando una ventaja en capacidad de fuego sobre el ARAVA original. Sin embargo la topografía y la escasez de vías de comunicación terrestre han mostrado que en la lucha contra la guerrilla, el transporte aéreo es tan indispensable y vital como la misma capacidad de fuego. Este factor es tan necesario que incluso un moderado sacrificio en el transporte de armas, es preferible en favor del apoyo logístico.

Adicionalmente, la alternativa de disparo lateral es más ventajosa que el ametrallamiento frontal. Normalmente el ametrallamiento frontal no es asistido y sólo factible en un corto trayecto de vuelo. El lateral es asistido durante todo el tiempo con posibilidad, durante el combate, de cambios en los ángulos de tiro y rápidos ajustes técnicos.

El ametrallamiento es la acción ofensiva que con más frecuencia se ejecuta desde el aire en la lucha contra la subversión. La experiencia ha indicado que este tipo de armas necesita de cuidadosa y constante atención debido a fallas repentinas por diversos factores tales como: trabas mecánicas, descontrol del automatismo, cambios bruscos de temperatura, recalibración y lubricación. Por estas razones, siempre es preferible el montaje de las armas sobre un compartimento donde los artilleros las atienden en vuelo. De tal manera que es preferible la configuración de ametrallamiento asistido, dejando las armas, que no requieren atención, para ser instaladas en perchas externas.

Los aeroplanos simples de funciones múltiples, resultan menos costosos en el suministro de partes, la preparación del personal de mantenimiento y en el entrenamiento de tripulaciones. Además ahorramos mucho dinero si utilizamos los abundantes aeródromos civiles disponibles que no tienen una sofisticada infraestructura de apoyo, pero están dispersos y operables en todo el territorio nacional.

La baja tecnología de estas aeronaves puede apoyarse en la producción de repuestos a nivel nacional, reactivando el desarrollo industrial en nuestro país. Así mismo se constituiría en un impulsador de la aviación civil. Por otra parte el país ha superado la etapa de la producción artesanal y disponemos de la base industrial necesaria para aliviar la costosa dependencia tecnológica de los fabricantes extranjeros.

VENTAJAS OPERATIVAS

La versatilidad permite diferentes aplicaciones que favorecen el apoyo directo a la operación militar de las Fuerzas de Superficie. También los factores indirectos como la acción cívico militar. Transportando funcionarios locales, personal médico, apoyo directo a la comunidad, acción de socorro en los desastres, etc. Es otra forma de ganar una guerra sin disparar, menguando el espíritu de agresión.

La acción psicológica se puede adelantar como medio publicitario incitando a abandonar la lucha. También aplicaciones para saneamiento ambiental como la fumigación aérea para el control de plagas. La presencia continua y el patrullaje aéreo desestimulan el tráfico ilícito de drogas y el contrabando de armas en la región. La insurgencia depende en gran medida de estas actividades.

El patrullaje de vías fluviales, líneas costeras, zonas lacustres y la presencia en los pequeños poblados ribereños se pueden ejecutar utilizando la configuración de anfibio. Llevando apoyo social y presencia estatal a los rincones de nuestro territorio, donde el aislamiento es evidente y una de las causas de subversión.

La proximidad al blanco aumenta la frecuencia constante de los vuelos para el apoyo aéreo y disminuye los tiempos de recuperación para el reabastecimiento de la aeronave o el relevo de la tripulación. Mejora la capacidad de dar golpes más prontos y frecuentes, manteniendo una operación ofensiva constante. Un grupo insurgente no puede sostener combates prolongados ante la posibilidad de ser amenazados desde el aire.

Aviones de baja velocidad y facilidad de maniobra facilitan el estudio minucioso del terreno, búsqueda detallada del blanco. Al mismo tiempo que actúa como controlador aéreo avanzado.  Rastrea y triangulando las comunicaciones tanto enemigas como de propias tropas. Pueden localizar patrullas propias que han perdido el contacto o se encuentran pérdidas. Otro equipo opcional es la instalación de cámaras para descubrir campamentos, trincheras, emplazamientos y detectar movimientos. Así como obtener información básica en los estudios preparatorios del planeamiento operativo.

Los desembarcos helicoportados serán más seguros ejecutan ablandamiento previo y mantienen cobertura. Como el que habría sido de gran valor en el desembarco de combate ejecutado en Dabeiba. Un factor contribuyente es el bajo nivel de ruido, que facilita la sorpresa disminuyendo las posibilidades de protección del enemigo. Para obtener la más alta ofensiva operativa se logra con la mejor combinación de armas.

Es evidente la conveniencia de formar tripulaciones especializadas en dar un apoyo óptimo a la fuerza terrestre. El soldado y el piloto tendrían un mutuo conocimiento, tanto de la operación como de los planes previos al ataque. Todo esto mejoraría la precisión de los ametrallamientos y la coordinación de los apoyos aéreos.

CONCLUSIONES

1. La aviación ligera, multipropósito y armada, concebida de esta forma no busca desplazar a la aviación de combate avanzada, ni suplanta la operación de helicópteros. Por el contrario apoyará la operación de contra-insurgencia taponando la brecha por donde se nos ha fugado la victoria final. Los helicópteros continúan siendo necesarios para las operaciones que le son propias y los aviones caza no han perdido su valor como poder disuasor estratégico. Pero es necesario complementar todo esto con ACOIN intermedia que nos haga erradicar el mal.

 

2.  La adecuación de la doctrina operativa es lo esencial en el uso del poder aéreo como factor para atenuar los esfuerzos que deben soportar las fuerzas de superficie en la guerra irregular.

 

3.  Podemos evaluar el éxito en la aplicación de esta técnica con la reducción del riesgo humano, tanto de las tripulaciones de helicópteros como de la infantería quienes han tenido que sufrir el mayor peligro durante largos años de conflicto. Esta razón es más que suficiente para hacer un cambio en nuestras costumbres y formas de combatir.

POSDATA

La sabia filosofía popular continuará siendo válida cuando sostiene que: “Para cazar un ratón con un gato basta”.

Coronel Iván González FAC