AERONAUTAS Y CRONISTAS

viernes, 27 de diciembre de 2013

EL PRIMER BATALLÓN


EL PRIMER BATALLÓN

Todo el mundo  sabe, la disputa que tuvo lugar aquel día (viernes 20 de julio de 1810) en la calle real, entre un co­merciante español Llorente y don Antonio Mo­rales, con motivo del banquete que se preparaba para recibir al comisionado regio Don Antonio Villavicencio, santafereño, educado en España. La revolución se llevó a efecto porque que una simple disputa personal vino a ser la chispa que produjo la independencia de nuestro país.

 

LA DISPUTA

Me sucedió a mí lo que a muchos otros jóvenes de mi tiempo, que de curiosidad pasamos al entusiasmo y de meros espectadores, nos convertimos, en soldados. Sin, saber cómo, fui enrolado en las filas de los patriotas, que engrosaban por instantes y me hallé formando en la plaza mayor con mí lanza al hombro. Así fue que vi aprehender al virrey Amar y a la virreina, su esposa, por cierto más varonil que su marido.

Un señor Posada, que entonces era de los gritones, fue figura en los bochinches y asonadas, pedía las cabezas de Llorente y lo seguía la multitud pidiendo lo mismo, a   manera del eco que se repite en las rocas, pero muchos no sa­bían por qué la pedían, ni cuáles eran los deli­tos que había cometido.

 

PRIMER BATALLÓN

Creo, como lo creían entonces, la misma virreina y don Juan Sámano, que si hubiera salido una compañía del "Regimiento Auxiliar”, que hacía la guarnición de la plaza, se habría terminado todo en pocos mo­mentos.

Sámano aguardaba por instantes la orden que debía dar el virrey; pero éste por fortu­na era pusilánime y no se atrevió a darla ni a hacerse responsable de la sangre que pudiera co­rrer. Más entereza tuvo la señora, y así le echaba en cara a aquel su cobardía.

No hubo más sangre derramada aquel día que la de un sombrerero llamado Florencio, a quien hirió uno de los patriotas por haberle oído decir que tumbaban a los virreyes, por la ambición de mandar ellos, y que esto era peor. Por donde se ve que aquellos primeros patriotas no pensaban todavía en la absoluta libertad de la palabra.

 


BANDERA DE HÚZARES DEL CENTRO

Restablecida al fin la calma y organizado el gobierno, comenzaron a formarse los cuerpos militares, El “Batallón de Guardias Naciona­les”. Había venido a esta ciudad un cuerpo veterano llamado “El Fijo de Cartagena”. Este cuerpo estaba acuartelado en el convento de Las Aguas, y sus oficiales se prestaron volun­tariamente a enseñar el manejo de las armas. Concurrían a esta especie de academia varios señores del comercio y muchos jóvenes, a quie­nes los de Cartagena llamaban los paisanos, así como éstos llamaban a aquéllos los chungos, sin duda por ser, casi todos, gente de color. Y de entre esos jóvenes paisanos salieron varios ingenieros de gran provecho, como D'Eluyart, Macedonio Castro, Pedro y Atanasio Girardot, Hermógenes Maza, el ilustre Caldas, Santander y otros.  
 
JOSE MARIA ESPINOSA "EL ABANDERADO"