AERONAUTAS Y CRONISTAS

domingo, 14 de julio de 2013

LA MUJER PILOTO (I)



La Mujer en la Aviación Militar (B)

(Primera parte)

Breve Historia de la Mujer en Calidad de Piloto Militar

La historia de la aviadora es breve, e incluso más breve al hablar de la aviación militar. No obstante, es una historia bastante distinguida. En 1911, Harriet Quimby se convirtió en la primera mujer piloto americana y, desde entonces, la participación de las mujeres tanto en la aviación militar como en la civil ha aumentado de manera significativa. Amelia Earhart intentó su escandaloso vuelo alrededor del mundo en 1926 y, para 1935, 700 mujeres en Estados Unidos contaban con licencias de piloto civil. Con el surgimiento de la Segunda Guerra Mundial, las contribuciones de la mujer a la aviación se tornaron más importantes.

A mediados de la década de los años 1940 (Grant, 2001), el “Women´s Auxiliary Ferry Squadron” (WAFS) (Escuadrón Auxiliar de Transporte Femenino) y el “Women’s Flying Training Detachment” (WFTD) (Destacamento de Adiestramiento de Vuelo para la Mujer) se unieron para formar el “Women’s Air Force Service Pilots” (WASP) (Servicio de Pilotos Mujeres de la Fuerza Aérea). Estas valientes mujeres no eran consideradas integrantes de las fuerzas armadas, no obstante, brindaron un servicio valioso a la Fuerza Aérea.

La enorme participación de la mujer en la aviación durante la Segunda Guerra Mundial sirvió como escalón para las aviadoras futuras. En 1953, Jacqueline Cochran se convirtió en la primera mujer en romper la barrera del sonido y para 1960, aproximadamente 3.6% de todos los pilotos con licencia en Estados Unidos eran mujeres. Pero no fue sino hasta 1937 que la mujer llegó a formar parte de la aviación militar cuando seis mujeres obtuvieron sus alas de aviadoras de la Armada. Luego, en 1974, el Ejército permitió que la mujer se uniera a las filas de los pilotos de helicópteros.

Dos años más tarde, la Fuerza Aérea finalmente aceptó las primeras diez mujeres estudiantes al programa de capacitación para pilotos. Si bien para 1977 la mujer volaba en todas las armas del servicio, las regulaciones específicamente prohibían que la mujer volara aviones de combate durante un combate. (Wilson, 2001). Ahora, a la mujer no se le prohíbe volar misiones de combate, salvo las Operaciones Especiales con los MC-130, los AC-130 y helicópteros (Dyson, 1999).

En la actualidad, 3.5% de todos los pilotos de la Fuerza Aérea son mujeres y 1% son pilotos de combate. La mujer navegante en la Fuerza Aérea constituye el 3.3% de todos los navegantes y la mujer desempeña el 12.4% de todos los puestos en gestión de batalla de la Fuerza Aérea (AFPC, 2001). Las cifras continúan aumentado a medida que la mujer se convierte en parte intrínseca de las escuadrillas de vuelo a lo largo de las fuerzas armadas.

Reseña

Con la participación cada vez mayor de la mujer en la aviación militar, preguntas relacionadas con temas del género en la cabina son sumamente relevantes. Mediante repasos de trabajos literarios, entrevistas con hombres y mujeres en la Fuerza Aérea operacional y un simulador basado en computadora, las aptitudes del hombre y la mujer en la cabina fueron evaluadas y comparadas en las siguientes siete áreas: comportamiento, composición del cuerpo, antropometría, biomecánica, fisiología, salud y aprendizaje.

El objetivo principal de este proyecto era bastante sencillo: entender si hay o no diferencias significativas entre el hombre y la mujer que afectarían la capacidad de la mujer de contar con una carrera de aviación militar. Dentro del objetivo principal hay objetivos más pequeños de determinar el resultado que diferentes antropometrías y biomecánicas surten entre el hombre y la mujer, la sicología de la mujer que participa en una carrera “masculina”, el efecto que surte la aviación en la salud de la mujer y temas operacionales que tienen que ver con la mujer en el mundo de la aviación militar. Por último, he intentado establecer si hay diferencias significativas entre el hombre y la mujer por medio de un simulacro de computadora que permite evaluar el aprendizaje de las aptitudes básicas de vuelo.
Comportamiento

A medida que la mujer pasa a formar parte esencial de las misiones de vuelo militares, surgen inquietudes sobre las diferencias en el comportamiento según el género. Algunas investigaciones en este campo ya se han efectuado. Un estudio de la Academia de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAFA) examinó si hay o no “una diferencia en el género al predecir el rendimiento en el adiestramiento de vuelo de maniobras sencillas en un simulador”. (Berry y Koonce, 1986). Cincuenta cadetes masculinos y 50 cadetes femeninas participaron en tres sesiones en el simulador de 50 minutos cada una donde se recopilaron datos.

Los resultados arrojaron que las mujeres cadetes eran más rápidas en tareas de percepción, mientras que los cadetes masculinos eran un poco más rápidos en tareas de memoria visual, orientación espacial y exploración espacial. El rendimiento del hombre fue mejor que el de la mujer en tareas sicomotoras. No obstante, dicho estudio no mostró una diferencia promedio en general entre las aptitudes básicas de vuelo del hombre y de la mujer.

En otro estudio efectuado en la Base Aérea Brooks, Texas, el Dr. Thomas R. Carretta examinó las diferencias entre los géneros en las pruebas de selección de pilotos de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (Carretta, 1997). Los resultados del estudio de Carretta fueron similares a los del estudio de Berry y Koonce; sin embargo, Carretta también proporcionó algunos motivos por los cuales pueden haber diferencias entre ambos géneros. El sugirió que “las mujeres bien calificadas son menos propensas a considerar la Fuerza Aérea como una opción de carrera atractiva” (y los hombres) Además, las mujeres serían menos propensas a tomar cursos o participar en actividades extracurriculares que las ayudarían a obtener mejores calificaciones en las pruebas de selección de pilotos. Aún así, al concluir su informe, Carretta expresó lo siguiente:
A pesar de las diferencias entre los géneros en el rendimiento medio en las pruebas, modelos causales de rendimiento y conocimientos de vuelo previos en la adquisición de conocimientos adicionales y destrezas de vuelo mostraron resultados similares para el hombre y la mujer.
El estudio de Carretta mostró que no había evidencia confiable de diferencias de destrezas entre los dos géneros.

Annette G. Baisden (1997) llevó a cabo un estudio relacionado con el género y el rendimiento en la capacitación para pilotos en la Armada de los Estados Unidos. Ella analizó datos relacionados con el adiestramiento de 13,755 hombres y 42 mujeres estudiantes de capacitación para pilotos. Su análisis indicó que las calificaciones de las mujeres en las pruebas de selección de pilotos eran significativamente mejores que las de los hombres (p<.01). No obstante, las calificaciones de los hombres durante la capacitación académica de prevuelo fueron significativamente más altas que las calificaciones de las mujeres (p<.01).

No hubo diferencias en el índice o los motivos de reducción gradual de personal entre ambos géneros. Baisden sugirió que la especialización de un estudiante en la universidad y “su disposición de apoyar a sus compañeros y las diferencias sistemáticas en cuanto a ser aceptados y la igualdad” podrían ser posibles motivos de las diferencias entre el hombre y la mujer. Estas son áreas que, según ella, podrían analizarse más a fondo.

Con la integración consistente de la mujer en las fuerzas armadas, más mujeres participarán en operaciones militares en ultramar. Para la mujer piloto, éste podría ser un posible problema (Bartholomew, 1999). Estamos mucho más avanzados que la mayoría de los países en el mundo cuando se trata de igualdad de oportunidades. Pocos países extranjeros le permiten a la mujer participar en operaciones militares, mucho menos en la aviación. Por lo tanto, cuando se escucha una voz femenina por la radio o cuando una tripulación, en la que uno de sus integrantes es una mujer, vuela en países extranjeros ella llama la atención. La Capitana Bartholomew, copiloto de aviones KC-135, nos relató una situación en la que ella estaba hablando por la radio mientras se aproximaba a una base militar en Arabia Saudita. En tres ocasiones le solicitó permiso a la torre de control para aterrizar sin recibir respuesta. Finalmente, un piloto habló por la radio e inmediatamente le dieron autorización para aterrizar. Esto es uno de varios casos, y no es uno grave, sin embargo, da a entender que la mujer confronta obstáculos en el mundo de la aviación.
Quizás uno de los temas psicológicos más importantes relacionado con el colocar a la mujer en la cabina es la responsabilidad adicional de liderazgo que las mujeres tienen que asumir en el mundo de la aviación. “Estudios en psicología social han documentado que para una mujer resulta difícil asumir y ser aceptada en un rol de liderazgo” (Hyde 1996).

Hyde explica que las mujeres en posiciones de liderazgo a menudo son consideradas como que no cuentan con las características adecuadas para mandar. Ella destaca tres hipótesis distintas que podrían explicar por qué existe dicha creencia: 1) Las mujeres verdaderamente carecen de los rasgos de personalidad y aptitudes entre personas necesarias para supervisar; 2) Las personas están tan sólo predispuestas con respecto a la mujer en puestos de liderazgo; y 3) Las supervisoras tienen menos poder intrínseco que sus homólogos masculinos (esta opinión puede emanar del comportamiento de los hombres y las mujeres).

En sus estudios, Hyde analizó las tres hipótesis. Ella concluyó que la mujer en funciones de liderazgo si enfrenta algunas barreras, de las cuales algunas son internas, pero la mayoría son externas. El mayor problema podría emanar del hecho que las mujeres en puestos de alto rango carecen de confianza en sí mismas para dirigir. Además, algunas personas podrían estar predispuestas hacia aquellas mujeres que utilizan estilos más autocráticos de liderazgo. Las mujeres que ocupan puestos de poder o de liderazgo están sujetas a la crítica y cuando optan por un estilo de liderazgo más común y autocrático, las críticas son aún peores.

Por último, las mujeres cuentan con una menor cantidad de poder intrínseco a sus ambientes de trabajo, lo que incide en la opinión que los compañeros de trabajo y los subordinados tienen de su estilo de liderazgo. Estos tres factores son importantes para las mujeres en el mundo de la aviación, que, típicamente, ha sido dominado por los hombres. La mujer aviadora enfrentará, y de hecho enfrenta, algunos de los mismos retos que la mujer en funciones de liderazgo, indistintamente si es civil o militar. Sin embargo, dichos obstáculos no son nada que el arduo trabajo y la persistencia por parte de ambos géneros no puedan superar.

Todos los estudios mencionados en este artículo sugieren que no hay motivo para pasar por alto a la mujer como posible aviadora en las fuerzas armadas con base a su comportamiento. Si bien aún quedan factores de comportamiento que deben discutirse y analizarse, hasta el momento ninguna investigación en este campo ha probado que la mujer es menos capaz que el hombre de ser un piloto militar.
(Continua en otra entrega)