AERONAUTAS Y CRONISTAS

martes, 29 de agosto de 2017

CONSUMIDORES Y PRODUCTORES

CONSUMIDORES Y PRODUCTORES


La actividad agrícola, donde se producen los narcóticos de origen vegetal, no es ilícita en sí misma. Lo que es ilícito es el consumo descontrolado, pues también se emplean con propósitos terapéuticos. Por lo tanto el ilícito es el mal uso por parte de quienes los consumen y no de quienes los producen.

HOJA DE COCA

Por el contrario, lo que nos perjudica son las armas que los gobiernos de los consumidores les venden a los narcotraficantes y a los gobiernos de los productores para que se enfrenten porque se les destruimos sus cultivos.
Si la producción de narcóticos es ilegal también tiene que ser la producción de armas. Pero los países fabricantes de armas y consumidores de narcóticos, consideran legal la venta de armas y no reprimen el consumo ilegal de manera agresiva, ni destruyen las fábricas en la misma forma como nos piden combatir y erradicar los cultivos. No solo lo piden sino que nos amenazan con el bloqueo comercial y para eso se toman el arrogante derecho disque de darnos una certificación cada año de nuestro comportamiento. Como el profesor que califica los malos resultados de sus alumnos díscolos.

Aunque sea algo inaudito, en el actual mundo globalizado, puede sucedernos lo mismo que a Cuba. Porque hemos permitido ser tan dependientes de ellos en el comercio de nuestros productos. Y por no habernos expandido a otros polos de negocios mundiales.

La venta de armas es la forma como los consumidores recuperan el dinero salido en su consumo de narcóticos. Nuestro Gobierno le hace el doble juego al mercado de narcóticos: Por un lado eleva los precios con la represión creando un magnifico negocio. Y por el otro hace que el dinero ilegal regrese a su origen de donde se suministran los pertrechos para que los productores continúen el terrorismo. Mientras nosotros nos quedamos, supuestamente, descalificados. Amenazados de no comprar nuestros productos. Con muchos hombres heridos o muertos. El medio ambiente destruido. El trauma social y una guerra sin fin.


ARBUSTOS DE CAFE

Es un doble propósito de altísimo beneficio. Ellos obtienen grandes utilidades por la venta de armas dándole ocupación a su gente. Al mismo tiempo disponen de los dineros para adquirir los estupefacientes que necesitan. Eso concuerda con los principios de la libre empresa según las reglas del mercado para ellos pero no para nosotros.

También con la iniciativa privada y la autodeterminación de los pueblos. Por eso es imposible que haya un cambio de actitud en los libres consumidores queriendo encarcelar a todos los productores. El asunto es de tal magnitud que si nosotros dejáramos de suministrarles los estupefacientes de manera repentina el Gobierno norteamericano se vería en graves aprietos con las sublevaciones multitudinarias de consumidores a escala nacional.

La producción no es una acción buena o mala en sí misma. Lo que es adecuado o inadecuado, lícito o ilícito, es el abuso de los consumidores de los productos naturales. Siempre han sido buenos los sicotrópicos para propósitos médicos, como anestésicos y otros usos. Incluso para producir bebidas placenteras creando poderosas multinacionales como la Coca Cola. Pero nunca nadie ha pensado en el mundo en prohibir y declarar ilegal la producción de refrescos por ofrecer el adictivo narcótico sobre el cual basaron su publicidad y ganaron la clientela. Es lícito comercializar el producto narcótico mientras es su buen negocio como gaseosa refrescante. Y es ilegal cuando ellos no son los beneficiados. Sobre el daño a la naturaleza.


HOJA DE CAFE

El cultivo clandestino de narcóticos ha destruido más selva y continuara acabándola, que ninguna otra actividad. Si hubiéramos legalizado la producción, las mismas tierras que siempre hemos usado para los cultivos lícitos, pero no rentables como el Café, las estaríamos empleando en producir sicotrópicos sin dañar el valioso ecosistema nativo del trópico.

Son los únicos productos agrícolas que logran ser retributivos en el mercado mundial sin requerir los subsidios, con los cuales los países desarrollados han deformado el mercado. Los lugares remotos y despoblados no están siendo colonizados precisamente por su infertilidad y difícil acceso. Para el cultivo de los llamados ilícitos en las remotas regiones, que no son aptas para los lícitos, se requiere destruir áreas mayores de naturaleza virgen que si sustituyéramos el cultivo lícito por el ilícito, En tierras fértiles ya conquistadas, reduciendo las perdidas ecológicas.
Muchos caficultores están pensando en cambiar sus cultivos de café por Coca, que les es rentable, porque con el Café están pasando física hambre.


TASA DE CAFE

Otros han creído que en lugar de cosechar del grano del café sería mejor cosechar la hoja del arbusto, que contiene diez veces más alcaloide, cafeína, que el fruto. Aunque la cafeína es menos potente que la cocaína también es verdad que es mucho más abundante y está disponible en grandes cultivos, con múltiples cosechas anuales en tierras ya agrícolas, evitándose destruir la jungla Amazónica.

Ese también es uno de los narcóticos de los muchos que tienen las plantas en forma natural, que desarrollaron durante años de evolución espontánea. Son las armas de la guerra química que acontece en la naturaleza por la competencia entre las especies por la supervivencia.
La Café Cola es otra opción tan rentable y tiene tantas opciones comerciales, como la famosa Coca Cola. Nombre con el cual se dio a conocer el narcótico a todo el mundo, cuando solo era una ancestral costumbre de tribus aisladas en la América Andina. Y eso sin contar el Cacao que contiene niveles más altos de Cafeína que el mismo Café. En el Cacao existe la posibilidad de crear otro refresco sustituto. La Choco Cola, imitando el rentable ejemplo de la multinacional.

Los países consumidores de Café, que ahora son más de Coca que de café y otros narcóticos, lograron destruir la economía cafetera no solo de Colombia sino de todo el mundo, haciendo caer los precios. Restringieron las compras que generaron excedentes en el mercado cafetero. En la misma medida en que se limite la libre comercialización de narcóticos, pretendiendo destruir la producción, se estimulan los precios y con ello la oferta. Si quieren los consumidores acabar la producción de narcóticos deben permitir la caída de los precios con la sobreoferta por sobreproducción.

En la misma forma como se hizo con el café, sin haber disparado plomo ni fumigado herbicidas en ninguna parcela de un pobre campesino andino. Quien trata de sobrevivir aislado en las cordilleras Suramericanas con cultivos de Café a paupérrimos precios.


CRISTAL DE COCA

Cuando la producción sea lícita, que lo será, el terrorismo por su causa se acabará. Primero porque los precios no lo ameritarán y segundo porque los impuestos al mercado irán para la prevención del consumo y demás obras sociales dando trabajo a quienes actualmente se dedican a la producción por necesidad, así ni siquiera lo deseen.

La demanda de trabajadores competirá libremente por la mano de obra empleada en los negocios declarados actualmente ilícitos. La producción será sostenible solo en la medida que crezca la demanda de narcóticos. Será una lucha por la oferta y la demanda laboral en el mismo campo y con las mismas armas, que no son letales como las que actualmente usamos.

Siendo la producción de narcóticos una actividad económica, se combate con los métodos y reglas de la competencia comercial y no con la guerra que traumatiza y hiere a las gentes.

Las plantas y sus químicos naturales, las armas y sus municiones, son buenas o malas solo en la mentalidad de quienes las usan. Sin embargo, las armas de fuego que empleamos en combatir a los productores, destruyen la vida de manera sanguinaria que el daño que causan los narcóticos a los consumidores. La adicción se puede prevenir y las personas se pueden recuperar, mientras que la guerra únicamente ofrece la muerte instantánea y daños irreversibles.

Los norteamericanos no deberían cometer el mismo error de Viet Nam donde se pretendió reprimir las ideologías sociales y políticas, de un país extranjero, descargando bombas en Asia. Y someter la conciencia colectiva de un pueblo de economía agrícola, por parte del pueblo norteamericano, de desarrollo industrial. Además de que también les daban garrote a sus jóvenes en América cuando manifestaban en contra de esa injusta guerra.


FUMIGANDO LA SELVA

Por ello terminó esa guerra en una monumental catástrofe militar y en un indescriptible error político de gobernantes. Es lo mismo en nuestro caso con la guerra antinarcóticos. Mientras ellos se hacen tratamientos sicológicos allá nosotros nos damos bala acá.
La única diferencia con la persecución de los licores y el tabaco en los años treinta, es que fue su conflicto interno y por eso terminó rápido. Los contrabandistas Norteamericanos terminaron teniendo la razón así hubiesen tenido que pagar por su oposición y sus ideas, con persecución y prisión. El consumo se legalizó.

Ahora, como el conflicto nuevamente es en el exterior lo han prolongado. Cuando sea real su confrontación interna, entre quienes apoyan el consumo y quienes lo niegan, correrán a darle solución al problema legislando para legalizar el comercio. Y también se solucionará nuestro problema. Claro está que ya la guerra nos habrá dejado tan lisiados como internos de hospital de veteranos.



ARBUSTOS DE COCA

Todo eso por nada, porque el consumo continuará y con él la producción, ilegal o legal. Entonces mejor de la última manera, reduciendo el daño que nos estamos autoinfringiendo. Dizque por defender, supuestamente, a los jóvenes consumidores extranjeros que no desean dejar de serlo.