AERONAUTAS Y CRONISTAS

viernes, 10 de julio de 2020

PROTECCIÓN DE UNA BASE AÉREA





EXPLICACIÓN:
Con motivo de los dos lanzamientos de cilindros bomba a EMAVI por parte del ELN, investigamos sobre el tema para aprender de otras experiencias sobre como configurar la defensa de una Base Aérea.
Por casualidad este artículo fue publicado en una revista militar norteamericana y nos dio buenas luces sobre el tema. Por eso lo reproducimos en este espacio, ya que, hace poco, otro ataque similar, se repitió contra la Base Aérea de Yopal, Casanare. Por eso cobra actualidad.
En sus ideas nos basamos parar proponer la creación de un Comando Aéreo de Combate en el suroccidente del país. Y para solicitar autorización para extender las operaciones terrestres por fuera del perímetro de la unida por parte del Cuerpo de Defensa de Bases. Y algunas que antes habíamos aprendido y aplicado en la Base de Tres Esquinas. Experiencias contadas en otra de estas crónicas.
Los subrayados son nuestros para resaltar la similitud con nuestro caso.
PROTEGER UNA BASE AÉREA
General de Brigada Raymond E. Bell, Jr.
Una banda rebelde llevó sus Stingers a la base aérea soviética en Qandahar (Afganistán), y se instaló no lejos del final de la pista... Wall Street Jornal.
Es un fuerte reto proteger una base aérea contra un ataque terrestre. Lo fue para los soviéticos en Afganistán Lo será para el Mando Central de Estados Unidos también.
Por tanto, el presente artículo se concentra en el área de operaciones en el Asia Sudoccidental donde se requieren esfuerzos unilaterales para la integración de la defensa terrestre del Ejército y la Fuerza Aérea.
Al contrario de lo que ocurre en Europa donde la defensa terrestre de las bases aéreas es un reto internacional de la OTAN. Este reto, ciertamente, no es nuevo, salvo para el Ejército de los Estados Unidos.
En Vietnam, por ejemplo, la defensa terrestre de las bases aéreas fue un problema importante para la Fuerza Aérea y el Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos.
En realidad, desde el establecimiento del primer aeródromo hasta el 1 de noviembre de 1964, la defensa terrestre de los aeródromos era principalmente un ejercicio académico para el sector militar de los Estados Unidos. Entonces, en ese día de noviembre - dos días antes de las elecciones nacionales en los Estados Unidos - la dura realidad produjo una triste lección para el país.
En la extensa base aérea de Bien Hoa, al norte de Saigón, Sur Vietnam, un repentino ataque terrestre por los comunistas resultó en la muerte de cuatro norteamericanos, 76 heridos y la destrucción de 27 aeronaves.
Fue un punto decisivo para la Fuerza Aérea, que hasta entonces se había concentrado casi exclusivamente en la seguridad interna de las bases. El ataque no dejó a la Fuerza Aérea otra opción sino la de comenzar operaciones de búsqueda más allá del perímetro de las bases.
Sin embargo, se necesitarían otros 20 años para que el Ejército de los Estados Unidos participara doctrinalmente. En todo el conflicto de Vietnam, el Ejército fue un participante casual en la protección de las bases de la Fuerza Aérea. En agosto de 1965, por ejemplo, el Teniente General John Throckmorton dijo que las tropas del Ejército no proporcionarían seguridad a las, bases aéreas. No había suficientes soldados para la misión.
En diciembre de 1965, el General William Westmordand reiteró la postura del Ejército. Expresó la opinión de: que cada miembro del sector militar estadounidense, independientemente del servicio, ha de estar dispuesto a hacer frente al enemigo en el combate. El resultado fue el de que jamás se dedicaron tropas del Ejército a la tarea.
Las palabras de Westmordand siguen siendo válidas, pero el contexto en el que se consideran es diferente hoy. El Ejército y los otros servicios afrontan al reto importante de la defensa terrestre de las bases aéreas. Y eso ha promovido cierta preocupación.
LAS AMENAZAS
En la Segunda Guerra Mundial, la amenaza terrestre más crítica para un aeródromo fue su captura. Las tácticas alemanas contra las bases aéreas aliadas se habían normalizado bastante para 1940.
En su libro titulado The Second World War, 1939-1945, el destacado escritor militar J. F. C. Fuller declara: “La técnica alemana en el ataque de los aeródromos es interesante.
Primero vinieron los bombarderos que, desde niveles medios, atacaron la periferia a fin de desalojar las ametralladoras antiaéreas y hacerles buscar cobijo. Luego vinieron los bombarderos en picado y los cazas con ametralladoras para mantener a los defensores en sus albergues. A estos siguieron, inmediatamente, los paracaidistas sobre el aeródromo. Y así, cuando los defensores salieron a la superficie, se hallaron mirando directamente al cañón de las armas alemanas".
Los alemanes utilizaron estas técnicas en 1941 en la invasión de Creta, pero el ataque fue una operación de captura aerotransportada muy costosa. Los paracaidistas alemanes y los soldados lanzados desde el aire capturaron la base aérea británica en Máleme, que era la clave para desalojar a los soldados de la Mancomunidad de la isla.
Pero a pesar de su éxito, el asalto también significó el final de las operaciones aerotransportadas alemanas en gran escala. Las pérdidas para la Luftwafe y sus tropas aerotransportadas fueron tan devastadoras que disuadieron a Hitler de tratar nuevamente un plan similar. Sin embargo, podríamos esperar que los soviéticos siguieran hoy un patrón similar si trataran dichas operaciones.
Posteriormente, en el Vietnam, las bases aéreas también se convirtieron en blancos importantes del enemigo, pero las principales amenazas terminaron siendo los cohetes y las brigadas de demolición.
El 27 de febrero de 1967, por ejemplo, el Vietcong disparó 56 cohetes de 122 mm, de fabricación soviética, contra la Base Aérea de Da Nang por primera vez. Los cohetes fueron un arma favorita del Vietcong y, en esta ocasión, éstos ocasionaron bajas considerables y grandes daños físicos. Hasta que se les contrarrestó, continuaron siendo eficaces
Por el contrario, el 1° de julio de 1965, una brigada de demolición enemiga atravesó la alambrada del perímetro y entró en la línea de vuelo en Da Nang. Destruyeron tres aviones de transporte C 130 y tres cazas F-102 y dañando a tres F-102 más. Los atacantes vinieron a través de la zona densamente poblada de la que eran responsables las fuerzas armadas sudvietnamitas. Dichas acciones ocurrieron muchas veces.






Hoy, las operaciones aerotransportadas, cohetes y brigadas de demolición siguen siendo importantes amenazas, pero cada método tiene sus desventajas. Los ataques aéreos requieren tiempo, sorpresa, amplia planificación y superioridad aérea. La eficacia de los cohetes se reduce mediante la dispersión de los aviones, bermas, hangares, revestimientos y emplazamientos. La alerta y defensas generalizadas también pueden reducir la eficacia de los ataques con cohetes y los grupos de demolición. Contra una base aérea bien defendida, las posibilidades de éxito de las brigadas de demolición disminuyen con rapidez.
Aunque las citadas amenazas siguen siendo importantes la tecnología ha proporcionado una amenaza aún más siniestra, el misil guiado lanzado desde el hombro.
La amenaza más difícil de contrarrestar
"Una banda rebelde, destruyó unos cuantos aviones soviéticos a medida que se disponían a despegar con combustible y munición. Luego, se esfumó en las montañas." Así lo declaró el Wall Street Journal el 16 de febrero de 1988. Para una posible historia de horror, empléense las palabras estadounidenses en vez de soviéticos.
El comandante de escuadrilla tiene por misión primordial generar un gran número de misiones aéreas. Es decir, desea lanzar tantos aviones armados como sea posible en misiones contra el enemigo. Necesita poder hacerlo cada vez que se necesiten los aviones, y desea que el cielo sobre su base aérea esté lo más despejado que sea posible, en particular cuando despegan.
Puede argumentarse que un avión es más vulnerable al despegar. El piloto tiene que preocuparse de las maniobras con un cargamento completo de combustible y munición. Está muy atareado con el después del despegue y su capacidad de protegerse contra ataque hostil es muy limitada.
Un avión que regresa de una misión, por el contrario tiene, generalmente, poco combustible y ha utilizado sus municiones. El piloto puede ordinariamente intentar un segundo aterrizaje si lo necesita. Y busca, activamente, impedimentos que le afecten su aterrizaje Si la base aérea está sometida a ataque, probablemente tenga la opción de desviarse a otro campo de aviación para repostar combustible y cargar munición. Sin embargo, el avión en despegue no tiene más posibilidades de despegue o desvío.
Introduzcamos, pues, en la ecuación al agresor con un misil guiado disparado desde el hombro. La amenaza dé los misiles que se introducen en las toberas de cola de los aviones, para los que despegan, es real y difícil de contrarrestar. Si la necesidad de la defensa terrestre de las bases aéreas necesitó alguna vez una razón convincente para recibir atención inmediata, esta razón la constituye, sin lugar a dudas, esa amenaza. Así lo sugirió Bernard E. Trainor en el número del 15 de febrero de 1989 del New York Times cuando escribió:
“Los oficiales de los Estados Unidos también están estudiando el efecto de los misiles antiaéreos transportados manualmente, como el Síinger, en el campo de batalla. Están complacidos con el éxito del Síinger, pero están preocupados con las consecuencias de ese éxito sobre sus propias tácticas.
¿Quién contrarrestará la amenaza¿

Lamentablemente, la responsabilidad para contrarrestar la amenaza de los misiles antiaéreos transportados manualmente ha sido desde hace tiempo un área poco clara para los norteamericanos. No ocurre lo mismo en el caso de los británicos. Poco después de la caída del aeródromo en Máleme, Creta, los británicos pasaron a resolver su propia situación.
En febrero de 1942, se creó el Regimiento de la Fuerza Aérea Real. La plena responsabilidad de las operaciones de defensa terrestre de los aeródromos locales pasó a ser responsabilidad única del Ministerio Británico del Aire. Hasta hoy, la Fuerza Aérea Real, con su componente terrestre integral, ejecuta la misión de defensa terrestre de las bases aéreas.
También parece que los Estados Unidos se estaban dirigiendo en la misma dirección a principios de la guerra. El 12 de febrero 1942, el componente aéreo del Ejército comenzó a formar batallones de seguridad para las bases aéreas, pero nunca se organizaron plenamente y fueron desactivadas en 1943. 

Posteriormente, un Convenio en Cayo Oeste, Florida, el 21 de abril de 1948 excluye toda mención de una misión de combate terrestre de nuestras bases para la nueva Fuerza Aérea de los Estados Unidos.
En el conflicto de Corea, la defensa terrestre de las bases aéreas fue un punto ficticio. Aunque había miles de guerrilleros coreanos deambulando en las zonas de retaguardia, nunca atacaron un aeródromo. Sin embargo, la Fuerza Aérea casi cuadruplicó su fuerza policial a 39.000 efectivos en un año y medio. También lanzó un programa urgente destinado a conseguir carros blindados, ametralladores, rifles sin retroceso y otras armas de infantería.
Fue el Mando Aéreo Estratégico de la Fuerza Aérea el que primero en comprender realmente la necesidad de una sólida doctrina de defensa terrestre de bases aéreas. En la edición de octubre de 1952 el Manual SAC 205-2, reconoció que no podía esperarse que el Ejército defendiera las instalaciones de la Fuerza Aérea, que no eran vitales para sus propias misiones.
SAC consideró que la responsabilidad era de la Fuerza Aérea. Esperaba la participación del Ejército pero veía que la distancia y otras misiones más apremiantes obligaban a garantizarse su propia defensa.
En Vietnam, sin embargo, ¿La Fuerza Aérea ignoró la defensa terrestre de las bases aéreas? En vez de ello, se concentró en la seguridad interna de las bases. Y dejó que los vietnamitas proporcionaran protección por fuera de ellas.
Sin embargo, no sucedió esto con la Infantería de Marina. En marzo de 1965, la 9 Brigada Expedicionaria de Infantería de Marina recibió la tarea de proteger la base aérea en Da Nang, Pero pasó algún tiempo para formular un plan eficaz y coherente.





Al principio, los batallones del 9o Regimiento de Infantería de Marina se emplearon en coordinación con los vietnamitas, Se organizó un batallón de defensa de la base provisional y luego se desmontó en el verano de 1965.
En 1966 el 1r Batallón de Policía Militar de la Infantería de Marina llegó y ejecutó una operación de protección de tres niveles. Además de patrullar decididamente fuera del perímetro de la base, los soldados de Infantería de Marina fortificaron y alambraron gran parte de la instalación.
Se requirieron casi otros 20 años para que el Ejército y la Fuerza Aérea adoptaran juntos una decisión similar a la adoptada por la Infantería de Marina en Vietnam.
En 1984, se llegó a un acuerdo mutuo entre la Fuerza Aérea y el Ejército para determinar quién proporcionaría protección terrestre a las bases de la Fuerza Aérea. En tiempo de paz y en los Estados Unidos continental CONUS y en todo momento, la responsabilidad corresponde a la Fuerza Aérea. Fuera de CONUS durante la guerra, la responsabilidad de protección por fuera de la base aérea corresponde a la Policía Militar del Ejército.
Fuerzas de seguridad (Defensa de Bases) de la Fuerza Aérea
Si bien hay acuerdo entre el Ejército y la Fuerza Aérea, en cuanto a quién desempeña determinadas funciones, aún existe un dilema interno en la Fuerza Aérea. Todavía no se ha determinado de forma definitiva en qué grado la propia Fuerza Aérea participará en su defensa.
La defensa eficaz de una Base Aérea depende de mantenerla funcionando en todas las circunstancias. La generación de misiones lo es todo. Esencialmente, esto significa el despegue de aviones y su encaminamiento a la batalla. Una vez regresan, los aviones han de ser reabastecidos de combustible, municiones y posiblemente de nuevas tripulaciones con la mayor rapidez posible y ser despachados de nuevo.
El problema surge en lo que respecta al cometido que ha de cumplir el personal de la fuerza aérea no encargado específicamente de guardar la base o sin aviones cuando la base está sometida a un ataque terrestre. ¿”Agarran sus armas y luchan o buscan protección bajo tierra"?
Considerando la técnica de ataque de aeródromos de los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, "ir bajo tierra" pudiera significar la pérdida de su base aérea.
Como resultado de la Orden General 7 del Departamento de Guerra de los Estados Unidos en 1927, no se proporcionaba a los mecánicos de aviones y otros técnicos del Ejército prácticas de tiro.
El personal del Cuerpo Aéreo del Ejército no había recibido más capacitación de infantería que la de marchar y saludar.
Por el contrario, el 29 de junio de 1941, después de la caída de la base en Máleme, el Primer Ministro Winston Churchill de Gran Bretaña ordenó a la Fuerza Aérea Real entrar en función de combate de tierra.
Advirtió que "Cada aeródromo sería un fuerte reducto conformado por el personal de tierra del aeródromo y no la sede de personal civil uniformado, en los mejores años de su vida, protegidos por destacamentos de soldados". No había mucha duda en la mente de los aviadores británicos acerca de cuál era su deber.
De todas formas, hoy, la cuestión no es tan clara. Uno de los elementos que más inhiben la capacitación de todos los aviadores para defenderse y funcionar como infantería, es la eficacia en función del costo ¿Está justificado el costo de capacitar a tanto personal de la Fuerza Aérea para una situación tan problemática como la de defender un aeródromo?
Una situación aún más peligrosa en potencia sería la incapacidad de coordinar bien todo el fuego así generado. ¿Pudiera ser mejor tener unos cuantos aviadores bien armados y capacitados en la lucha, en vez de hacer que todos los aviadores disparen sin distinción contra posibles blancos, poniendo así también en peligro la defensa eficaz de la base? Todavía no ha habido una decisión firme para toda la Fuerza Aérea al respecto
Policía de seguridad PS
La Fuerza Aérea ha adoptado muchas medidas positivas para realzar la eficacia de sus fuerzas defensivas terrestres de las bases aéreas. La principal responsabilidad en la fuerza aérea, para dichas misiones, radica en la PS.
Para seguridad interna normal y funciones de ejecución de la ley y orden, la PS está organizada en escuadrones. De forma muy similar a los elementos de la Policía Militar PM, del Ejército. Está muy visible en funciones de servicio en las puertas de acceso y en las patrullas de la base aérea. Es menos visible en la realización de funciones de seguridad en las rampas de aviones, a menos que tratemos de hacer una entrada no autorizada en alguna zona prohibida.




Para la defensa de la base aérea, la PS adopta una postura diferente. Se organiza en grupos de defensa terrestre de la base aérea. Esta formación básica, que consiste en 44 individuos, es equivalente al pelotón de infantería de la Infantería de Marina y también están organizados en forma similar
El grupo es liderado por un capitán y tiene un Sargento de pelotón conocido como el Superintendente de Policía. Tres operadores de radioteléfono completan el elemento del cuartel general del grupo de cinco miembros. El grupo es una unidad de lucha fuertemente armada con una extensa capacidad de comunicaciones.
Cada grupo tiene tres brigadas de 13 aviadores como elementos de combate. Las brigadas están divididas en tres equipos de cuatro aviadores cada una y tienen un suboficial como Jefe de Brigada. Cada Jefe de Brigada va armado con un rifle M-16. Un segundo miembro del equipo también va armado con un M-16, al igual que un tercero que lleva un lanzador de granadas M-203, instalado. El cuarto miembro del equipo va armado con una ametralladora M-60.
La unidad estándar de defensa terrestre de la base aérea no tiene transporte orgánico. Pero hay grupos móviles que están equipados con el nuevo vehículo de ruedas de fines múltiples de alta movilidad. Además, todos los grupos están bien pertrechados con el material requerido para defender las posiciones de combate Esto incluye copiosas cantidades de sacos de arena, madera, alambre de púas para asegurar emplazamientos defensivos.
La experiencia de la Fuerza Aérea en Corea y Vietnam, en relación con equipo más pesado, tampoco se ha olvidado. Como resultado, la Fuerza Aérea ha seguido adquiriendo una variedad de armas pesadas de infantería. El mortero de 81 mm, la ametralladora pesada del calibre .50, el rifle sin retroceso de 90 mm y el lanzagranadas automático de 44 mm, figuran en el inventario de la Fuerza Aérea.
Equipos especiales, que refuerzan la organización básica, luchan contra armas pesadas. Hay una sección de ametralladora pesada integrada por dos individuos que puede añadirse como refuerzo a un grupo. El arma se utiliza en su configuración montada en tierra o en vehículo.
También hay una sección de rifle sin retroceso de dos hombres para empleo contra tanques y otros vehículos blindados. El rifle de 90 mm es una buena. Montado en los vehículos ligeros de combate de cadena de la unidad blindada aerotransportada.
Luego tenemos la sección de mortero de cuatro hombres. Su función es lanzar bengalas de señales y explotar bombas de humo. Así como disparar contra los blancos señalizados. El alcance del mortero le permite utilizarlo en apoyo del grupo de defensa terrestre de la base aérea y de la PS que opera fuera del perímetro
Finalmente, tememos otras unidades de la fuerza aérea designadas para ayudar en la defensa de la base. Pero estas unidades complementan básicamente el grupo estándar de defensa terrestre de la base aérea.
Aunque, a pesar de todos los ingredientes necesarios, hay un importante elemento que falta en la actualidad. No existe una estructura de unidad por encima del nivel de grupo, como un escuadrón de defensa terrestre de la base aérea, para coordinar eficazmente la defensa contra todos los elementos citados arriba.
Todavía no se sabe de qué forma se organizarán en el campo todos los grupos y equipos para realizar las operaciones bajo el mando central. Así, queda sin responder una pregunta pertinente. Por ejemplo, ¿ha de organizarse un escuadrón estándar de defensa terrestre integrado por varios grupos y equipos de armas para la defensa de bases grandes? En tal caso, ¿se asignarán al comandante de la base aérea varios escuadrones o habrá sólo uno con varios grupos asignados por base?
Dichas preguntas habrán de contestarse pronto ya que las fuerzas de seguridad de la Fuerza Aérea no son las únicas preocupadas con las respuestas. La PM  del Ejército también necesita conocer las respuestas para poder luchar junto a la Fuerza Aérea de forma coordinada.




Fuerzas de defensa terrestre de las bases aéreas del Ejército
El Ejército de los Estados Unidos, encargado de la tarea de guardar las bases aéreas en virtud del Memorándum de Acuerdo de 1984, encomendó esa labor a su PM. Una mirada a la estructura de apoyo de combate de la PM indica que está bien adaptada para llevar a cabo la porción que le corresponde de la labor.
La organización básica de la Fuerza Aérea que luchará junto a la PM es la compañía de apoyo al combate de la PS. Consiste en un cuartel general de la compañía y cuatro pelotones idénticamente organizados. El pelotón de 33 miembros tiene un alto mando integrado por tres personas: un jefe de pelotón con el rango de Teniente, un Sargento de pelotón y un conductor que también opera la radio del vehículo. Hay tres brigadas de tres equipos cada una. Dirigidos por el jefe de brigada con rango de suboficial por un total de 10 PMs por brigada.
Cada equipo va armado con rifles M-16, pistolas y un lanzagranadas, una ametralladora y armas antitanque ligeras. En el futuro cercano, se introducirán un arma automática de brigada y el lanzagranadas automático.
Así, un pelotón, con sus diez sistemas de armas montados, representa una fuerza potente de combate cuando se configura como unidad. Al propio tiempo, debido a su movilidad, el pelotón puede operar con eficacia como grupo explorador a través de una extensa zona. La unidad puede comunicarse y moverse en modalidad de vehículo o a pie.
El pelotón rara vez se emplea como un elemento en el sentido en que lo sería un pelotón de infantería mecanizada o de tanques. El valor principal del pelotón está en su capacidad de obtener información, declararla con exactitud, pedir fuego de apoyo y, solo si es necesario, luchar. El PS de combate es realmente un "superexplorador". No obstante, al propio tiempo, también ha de ser un observador avanzado de artillería experto e, incluso, un controlador aéreo avanzado. Por tanto, el PM del Ejército aprende técnicas para llamar a aviones que realizan misiones de apoyo aéreo cercano.
El pedir fuego de artillería y dirigir a los aviones atacantes son tareas relativamente nuevas para la PM. Pero las exigencias de la lucha en zonas de retaguardia obligan a hacerlo. En Vietnam, por ejemplo, el AC-47, fue especialmente eficaz en destruir a atacantes comunistas de aeródromos.
Puesto que Vietnam era realmente una gran "zona de retaguardia" y el AC-47 "Puff," con sus tres miniametralladoras de 7,62 mm, capaz de efectuar 18.000 disparos por minuto, era tan letal, que la versión moderna del "Puff" estará nuevamente en gran demanda.
En consecuencia, el empleo del AC-130 Spectro actualizado, forma parte de la capacitación de la PS de la Fuerza Aérea. Y necesita ser parte del Ejército también.
Técnicas operativas de la Fuerza Aérea
La Fuerza Aérea ha actuado con rapidez para capacitar a su PS en técnicas de defensa terrestre de bases. Dicha capacitación se ha impartido y se está impartiendo en lugares tales como la Base Aérea Nellis en Nevada. El concepto de cómo operar en modalidad conjunta necesita mucha más práctica. El USCENTCOM, reconociendo la deficiencia, ya ha realizado un ejercicio conjunto de defensa terrestre de bases.
Si la práctica acusa deficiencias, no ocurre así con la doctrina. Fundamentalmente, los elementos de PS son responsables de defender el área cercana. Esta área incluye todas las instalaciones. Y el terreno por fuera de lo que se considera como el "perímetro alambrado." Esta línea real o imaginaria, trazada a lo largo de las principales características del terreno, si es posible, está delineada de ordinario por fortificaciones de campaña ocupadas por la PS de la Fuerza Aérea, que se establecen como unidades de infantería para la defensa.
En los casos en que la base aérea y sus elementos auxiliares funcionan en conjunción, la tarea de proporcionar defensa interna a la base es relativamente simple. El problema surge cuando el suministro de combustible o más probablemente, el almacén de munición están a cierta distancia de la línea de vuelo y de las pistas.
Si el almacén, el punto de combustible, el emplazamiento de comunicaciones u otra instalación clave, son responsabilidad exclusiva de la Fuerza Aérea. Pero si las instalaciones se comparten con el Ejército o el país anfitrión, entonces la responsabilidad es compartida. Cada instalación tendría inicialmente que defenderse contra los atacantes. A medida que se recrudece la lucha, la PM y la PS responderían. Finalmente, se emplearía una organización de combate táctico para defenderse contra un ataque importante contra fuerzas aerotransportadas o aeromóviles.
Para facilitar la labor de hacer frente a los atacantes, los planificadores han establecido tres niveles de amenaza a fin de determinar el grado de respuesta necesario.
Las amenazas del nivel L son las que una unidad de tropas del Ejército debería poder contrarrestar. Los saboteadores y agentes caen dentro de esta categoría.
Las amenazas del nivel II son responsabilidad de la pm y consisten en pequeños grupos de merodeadores que las unidades de tropas de apoyo al combate o a los servicios, pueden contrarrestar eficazmente.
Las amenazas del nivel III requieren el empleo de importantes fuerzas de combate de guerra terrestre. La coordinación con la PM del Ejército, operando por fuera del perímetro, mejorará notablemente la seguridad de las bases.
Nota:
En Vietnam, las unidades defensivas del Ejército adquirieron una gran capacidad en la dirección del apoyo aéreo. Como en el caso del AC-47 artillero, en la defensa de las bases aéreas. Esa experiencia ha de recuperarse para defender hoy con eficacia las bases aéreas.
Jun 1999.




SERVICIO MILITAR VOLUNTARIO



SOBRE EL SERVICIO MILITAR VOLUNTARIO





En la búsqueda de alternativas de solución a nuestra problemática interna y la seguridad nacional, últimamente se han expuesto diversas opciones de solución que han confirmado la relación entre las doctrinas militares y su aplicación en las operaciones. Una de ellas es la opción del servicio militar voluntario.

El gobierno nacional está haciendo esfuerzos por reducir el gasto fiscal mejorando la productividad del empleado público y reduciendo el tamaño de la estructura estatal. También el sobredimensionamiento que sobrepasa la capacidad fiscal.

Una de las cargas más significativas es la seguridad y donde las fuerzas militares ocupan el primer lugar. La organización militar funciona con el criterio del servicio militar obligatorio.

Distintos estamentos nacionales han propuesto modificar la política del servicio obligatorio por el servicio voluntario como alternativa. Entonces, es oportuno conceptuar sobre el sistema para hacerlo acorde con la propuesta.

LA CANTIDAD Y LA CALIDAD DE LA ORGANIZACIÓN MILITAR
Toda fuerza militar debe tener el tamaño apropiado para sobrepasar en capacidad al adversario. No se puede afirmar que por ser suficiente, es eficiente. Un ejército pequeño eficiente puede vencer a un enemigo. Establecer el tamaño apropiado de una fuerza implica medir la magnitud de la amenaza. Cuantificar los medios disponibles, las fortalezas, las oportunidades y las debilidades.

La incorporación obligatoria, por ser masiva distribuye el conocimiento y la cultura militar en la población. El servicio militar obligatorio, facilita el acercamiento de jóvenes procedentes de regiones y realidades diferentes, uniformando los criterios sobre los principios patrióticos y la cultura nacional. La tropa voluntaria y profesional es hábil y especializada pero en menor cantidad.

El servicio militar obligatorio es una forma de disponer de fuerza militar basada en la cantidad. Mientras que el servicio voluntario se apoya en una mejor calidad y capacidad de combate. En el campo militar, lo más deseable es disponer del mayor número de hombres, con la más alta profesionalización, pero solo hasta el límite de la capacidad económica del país. De todas formas se buscan militares activos (pie de fuerza) y pasivos (ciudadanía general), con alta moral y solidaridad nacional.

Es entonces cuando se debe elegir la conveniencia de tener una estructura militar ponderada en el servicio militar obligatorio o en la opción de la tropa voluntaria, según convenga para optimizar los recursos disponibles.

LA TECNIFICACIÓN.
La tendencia siempre ha sido la de tecnificar cada vez más la actividad militar. De por sí, muchos inventos han sido posibles para el campo militar que, luego, tienen aplicación pública. Un soldado con medios técnicos tiene más oportunidades de éxito operacional. Las actividades que exigen esfuerzo físico, rutinarias o de mayor riesgo son ejecutadas con ayuda de las máquinas.




La tecnología aumenta la movilidad, la capacidad ofensiva y la protección de los hombres. Se puede reducir el recurso humano en la medida en que se equipa mejor a la tropa incrementando su eficiencia de combate. La tecnificación es una forma de incrementar la calidad del combatiente al mismo tiempo que disminuye el esfuerzo humano.

Existe un punto máximo en donde dicha transformación es posible por múltiples factores. Como los recursos para comprar o producir equipos o  el tipo de operación a desarrollar. En la medida como los medios técnicos tengan mejores resultados en el combate se justifica usar menos hombres.

LA CAPACITACIÓN
Un aspecto fundamental es la capacitación de las tropas para operar los equipos. El apropiado manejo técnico produce los máximos resultados. Gran parte de las habilidades sofisticadas, se logran después de una considerable experiencia. Se requiere un largo proceso de cursos y prácticas donde el mejoramiento individual no termina con el acto de graduación.

Se requiere un mejoramiento continuo que solo se logra durante una carrera profesional. Y es un activo valioso que amerita el máximo aprovechamiento posible. Lo que no se da con el servicio militar obligatorio. Que por su misma naturaleza, en tiempo de paz, solo puede ser temporal.

No se justifican altos gastos de preparación de un soldado si su vida útil está proyectada a corto plazo o con una alta rotación generacional. Es costoso enseñar el empleo de material sofisticado (helicópteros, lanza misiles, equipo electrónico, de comunicaciones y navegación, etc. O técnicas de combate especiales, si no permanece en las filas lo suficiente para compensar a la sociedad con sus servicios recibida. Necesariamente exige una permanencia mínima a mediano plazo.

Las FF MM están organizadas en tres rangos. Los oficiales, los suboficiales y los soldados. Esos objetivos los hemos logrado haciendo que los dos rangos superiores sean profesionales. Solo los soldados temporales. Así se crean las Reservas con un nivel mínimo de entrenamiento.

Pero la tecnología ya está llegando al nivel del Soldado regular y eso exige más preparación. Por ello otra solución ha consistido en tener dos clases de soldados. Los obligatorios temporales con menor preparación tecnológica, que es la mayoría. Y los profesionales en proporción menor, más capacitados pero con más permanencia.





No solo por recibir más habilidades sino para darle la máxima aplicación. El Soldado deberá mantenerse activo, como mínimo, hasta alcanzar el punto de retorno de la inversión. De lo contrario, el sistema se vuelve deficitario reduciéndose los resultados.

Es necesario establecer la permanencia mínima en la institución por su cualificación.

El ingreso a las escuelas militares profesionales, ya existentes para los tres rangos, se exigen requisitos superiores a los requeridos para los obligatorios. Tanto en condiciones físicas, como intelectuales y sicológicas. El sistema promueve una sana competencia entre los aspirantes a la carrera profesional dando más opciones quienes tienen mejores niveles de educación.

En los últimos sesenta años, después de la guerra de Corea, se ha elevado el nivel promedio de la educación en Colombia. Hasta tal punto que la tendencia actual es la de incorporar solo soldados bachilleres. Por ejemplo, están exentos los analfabetas. Incluso, los soldados bachilleres disponen del mismo nivel académico que se exige para ingresar a las academias de oficiales y suboficiales.

Pero que si no cumple al comienzo con todos los requisitos podrá adquirirlos durante el desempeño. Luego, ascender a los demás rangos de la estructura militar. Así aporta a su vida como oficial o suboficial, la capacitación y el entrenamiento que recibió desde el comienzo para el servicio. Es un estímulo a las personas con capacidades y se remunera a lo gente con conocimientos.

Tal incorporación no elimina la opción de ingresar directamente a los dos rangos superiores exigiendo ser Soldado desde el principio. Podrían Incrementarse las exigencias académicas para ingresar a una escuela militar sin haber tenido un entrenamiento previo. Al mismo tiempo que permite al soldado voluntario ingresar a los rangos superiores cumpliendo los requisitos.

LOS ESTÍMULOS
La mejor forma de estimular a un militar es ofrecerle el aliciente de una larga carrera profesional con el fin de aplicar sus habilidades y transmitir a las nuevas generaciones las experiencias adquiridas. Esto no significa caer en una exagerada aspiración de obtener beneficios ilimitados ni crear expectativas sin condiciones. La norma deberá establecer con todo detalle las oportunidades, tos derechos y los deberes dejando clara la relación entre la institución y la persona.

Las motivaciones son una parte importante en el personal militar voluntario. Históricamente, en los países donde la vida militar es apreciada por la comunidad y depositaria de justos reconocimientos sociales, la integridad territorial y la identidad cultural, nunca han sido amenazadas.

Existen dos formas de reconocer y estimular al personal: Las materiales son fundamentalmente salariales y con beneficios temporales durante el servicio activo. O permanentes para los Reservistas. La otra es más inmaterial.

La organización militar deberá componerse de hombres estimulados en su mayoría por principios altruistas que les da prestigio individual. La búsqueda del posicionamiento grupal conduce al máximo desempeño por motivos surgidos de su más profunda convicción personal. Por otra parte, la comunidad valora el servicio recibido de una institución que le aporta a su calidad de vida. Cuando con su desempeño le facilita la armonía y la productividad.

Como fue dicho, actualmente son voluntarios el oficial, el suboficial y algunos soldados. Pero eso implica mayor nivel de exigencias que las que tienen el ciudadano no uniformado. Debe ser con proyección profesionales, de tiempo completo, dedicación exclusiva, disponibilidad permanente, sin derecho a horas extras ni limitaciones en las asignaciones de cargos ni guarniciones.

Además de renunciar voluntariamente a algunos derechos civiles. Como la no sindicalización ni ejercer el voto. Ni ser postulado a cargos públicos de elección ni tener simpatías partidistas ni hacer deliberación política. Lo cual no significa no recibir educación en asuntos sociales, humanísticos y políticos. Además de otra serie de exigencias disciplinarias y penales que son propias de la profesión.

Gran parte del tiempo del oficial y del suboficial se invierte en capacitación. Lo que ha sido interpretado por algunos como una cuestión de clase social. Se piensa en rangos surgidos por casualidad. De oportunidades obtenidas por la simple antigüedad o vías no tan nobles y morales. Sin seguir una rigurosa idoneidad, escalafón y méritos. En gran parte debido a un alto desconocimiento de cómo funciona la estructura castrense. Lo cual se corrige haciendo que la mayoría de jóvenes presten el servicio militar.

El sistema ha de permitir que toda la tropa pueda aspirar al rango de general. Tanto de quien ingresa como Soldado como en cualquier otro rango intermedio. El mecanismo ha de ser interno y no solo por esfuerzos individuales de automejoramiento en otras disciplinas diferentes a la militar. Sin que estas también tengan algún valor promocional.





El soldado voluntario recibe el entrenamiento militar básico y adicionalmente a de adquirir varias especialidades. Será un soldado apto tanto para la guerra regular como la irregular. Así será el soldado profesional adaptado a los oficiales y suboficiales con quienes compartirá su vida productiva.

Si adicionalmente, algunos desean alcanzar niveles más altos de preparación la Institución debe capitalizar esas aspiraciones apoyando a quienes tienen inclinación particular por aprender. La Institución deberá propiciar dichas inquietudes lo que resulta en beneficio mutuo.

Será un medio que utiliza la capacitación como estímulo a la persona que quiere prepararse y un método para obtener la promoción profesional. La tropa se mostrará predispuesta al servicio en lugar del soldado obligatorio que siempre se muestra reacio debido a su natural rechazo por actuar en una tarea que no le es de su  voluntad.

El servicio militar voluntario facilitará la preparación por medio de ausencias calculadas del área operativa cuando se requiera. Las FF MM serán una oportunidad de desempeño donde se lo ofrece al joven capaz la posibilidad de calificar y mejora su autoestima.

Es fácil crear un ejército de voluntarios cuando los alicientes satisfacen el nivel de abnegación y sacrificio inherente a la vida militar más demandantes  que las que pide la sociedad a las personas en la vida civil. Sin tan altos riesgos profesionales. Cuando existen justas motivaciones, el servicio militar voluntario es apetecido. Porque desde un comienzos los requisitos de incorporación serán mayores donde clasifican los más aptos. Y los resultados con un recurso humano más motivado los resultados serán igualmente mayores.

LA RELACIÓN COSTO BENEFICIO
Algunas de las inquietudes cuando se hace un cambio de un servicio militar, son: ¿Cuánto costará o si será más o menos? La respuesta amerita un estudio económico. De todas formas depende del presupuesto quien a su vez es producto de la necesidad social. Sabida la magnitud del recurso, la opción está en escoger la figura que resulte en los máximos resultados.



CONCLUSIÓN
El cambio de un sistema de alistamiento obligatorio por un servido militar voluntario implica adoptar nuevos criterios institucionales. Los paisas que lo han hecho con el beneplácito público han superado el inevitable margen de incertidumbre que genera todo proceso de innovación. Ya en Colombia tenemos iniciales experiencias que permiten prever resultados positivos. El efecto total solo podrá cuantificarse después de un tiempo cuando haya producido resultados medibles.

La transformación implicará un gran cambio en la actual doctrina de nuestras FF MM. Exige revisar y adaptar los actuales dogmas arraigados por la costumbre a través del tiempo. Por eso el cambio deberá ser progresivo de tal manera que cause los menores traumas y sobre todo sin arriesgar la capacidad operacional. Teniente Coronel Iván Darío González U.   Mayo 1994