AERONAUTAS Y CRONISTAS

viernes, 21 de junio de 2013

LA PERSONALIDAD DEL PILOTO



EL ORGULLO DE SER PILOTO
HAY QUE ENTENDER A LOS PILOTOS, AMARLOS, BENDECIRLOS Y DARLE GRACIAS A DIOS POR HABERLOS CREADO
 1.- El PILOTO no es prepotente, lo que sucede es que está rodeado de inútiles.
2.- El PILOTO no tiene el ego muy grande, lo que pasa es que la cabina es muy reducida.
3.- El PILOTO no quiere tener siempre la razón, lo que sucede es que los otros siempre se Equivocan.
4.- El PILOTO no carece de sentimientos, lo que pasa es que los otros son unas nenas lloronas.
5.- El PILOTO no tiene una vida desorganizada, solo tiene un ritmo de vida particular.
6.- El PILOTO no ve el mundo, lo transforma.
7.- El PILOTO no es un iluminado, lo que sucede es que los simples mortales no lo comprenden.
8.- El PILOTO no es un ser calculador y frío, simplemente le parece divertido pasar por encima de la gente común y corriente.
9.- El PILOTO no es un enredador, lo que sucede es que los demás no entienden nada.
10.- El PILOTO no es un crítico, lo que pasa es que los errores de la gente son muy evidentes.
11.- El PILOTO no es un inútil para hacer tareas cotidianas, lo que sucede es que para que demonios gastar sus valiosas energías en babosadas.
12.- El PILOTO no  permite  que el trabajo lo absorba, lo que sucede es que... de que carajos estaba hablando?.
13.- El PILOTO no comete errores, solo prueba si los demás estaban prestando atención.
14.- El PILOTO no  se cree la gran cosa,  LO ES !!!
15.- EL PILOTO siempre está en el aire porque siempre vuela y nunca camina, levita.
Pero recuerden, ser tan cercano a la perfección tiene sus problemas así que los que no son PILOTOS comprendan a estas tristes almas torturadas entre la genialidad y la incomprensión, que somos LOS PILOTOS.
ESTE MENSAJE ES PARA MIS  AMIGOS, FAMILIARES Y DEMAS  PARA QUE TENGAN UNA IDEA DE LO ALTAMENTE COMPLICADO QUE ES SER....  PILOTO !!!!! 
Juan Salvador Gaviota, es una inspiración para los pilotos. Los pilotos son así. Tan pronto se despega y se remonta en las alturas, se anhela encontrar la Libertad plena, donde el límite, es la infinitud del espacio.
Cuando se llega a la altura de crucero y se mira a través del parabrisas, se siente uno tan pequeño y tan grande a la vez; por tener la grandeza, en esos momentos, de una •percepción• plena de Libertad.
Por eso para los pilotos, todos los vuelos son cortos, y no se ve la hora, de volver a remontarse nuevamente a las alturas.

SIC ITUR AD ASTRA

martes, 4 de junio de 2013

BASE AEREA GERMAN OLANO




EL NOMBRE DE LA BASE AÉREA CAPITÁN GERMÁN OLANO MORENO

Germán Olano Moreno, nació en Medellín el 25 de octubre de 1902, en el hogar formado por Don Ricardo Olano y la señora Matilde Moreno, siendo sus abuelos paternos Juan E. Olano y Clara Rosa Estrada, y abuelos maternos Lisandro Moreno y Flora Ramírez.

Era Germán Olano, de 1.75 mts de estatura, cutis trigueño, frente amplia, boca mediana, labios delgados, ojos medianos castaños oscuros, nariz recta, pelo liso y abundante, con una cicatriz particular en la frente, muy aficionado a la motocicleta, al automóvil y al avión; hábil pianista y destacado bailarín.

Inició sus estudios en el Liceo Antioqueño y en el Colegio de los hermanos Cristianos de Medellín.

A finales de 1915, ingresó a The Michell Military Boys School de Billeria, cerca de Boston, Mass, Estados Unidos, hasta 1.918 de donde pasó a estudiar a la Universidad de Boston, regresando en agosto de 1919 a Medellín para ocuparse en ésta de los negocios de comercio de su hermano Ricardo Olano.

A principios de 1927 se trasladó nuevamente a New York y en asocio con su hermano Ricardo, fundaron una casa de comercio llamada “Germán Olano & Cia “ y también por ese mismo tiempo fundó allí mismo la “Colombian American Chamber of Comerce”.

En el mes de septiembre de 1930, fue nombrado Cónsul de Colombia en New York y como tal le tocó prestar importantes servicios durante el conflicto con el Perú, tales como la compra de busques, aviones, armamento, municiones etc.

Principió a estudiar aviación en el Roosevelt Field, cerca de Nuncela, Long Island y en el mes de enero de 1933, tenía ya 440 horas de vuelo y estaba capacitado para volar máquinas de los tipos de entrenamiento, transición, ataque, caza y de transportes del tipo W-34 y botes volantes.

El 1° de noviembre de 1933, dejó el consulado para ser trasladado de acuerdo al Decreto No. 1836 (Nov-6/33), para ingresar como alumno de pilotaje, en compañía de los señores Hernando Santos Barrios, Fabricio Cabrera Orozco y Nicolás Saenz Dávila en la Escuela de Pensacola, Florida, Estados Unido, en donde les fue conferido el grado de Subtenientes Honorarios Pilotos del Ejército de Colombia y les fue expedido el respectivo diploma de Aviadores Militares.  Estando en esta misma comisión hizo también estudios especiales de Organización Aérea Militar.

El 03 de julio de 1934, llegó a Bogotá y de acuerdo con el decreto 129 (enero 26/35), le confiere el grado de Subteniente de Reserva y el título de Piloto Aviador.

El 28 de junio de 1935 y a la edad de 33 años, en momentos en que cumplía un acto del servicio, murió en un accidente con el avión Junker 406, cerca de la población de El Retiro, Departamento del Huila y fue sepultado en el cementerio de San Pedro, Parroquia de la Catedral de Medellín, el 29 de junio de 1935.  Ese día perecieron: Germán Olano Moreno, Director de Aviación; Juan B. Gonzalez, Inspector de Bases Aéreas y los mecánicos Jorge Jiménez, Juan Palma y Manuel A. Prieto.

El Gobierno Nacional, de acuerdo al Decreto N. 1344 (julio 29-35) y en memoria a que éste distinguido ciudadano fue un intrépido soldado de Colombia, que puso siempre al servicio de la patria los esfuerzos de sus más altas energías, de sus más claros talentos, que en horas difíciles prestó servicios de inmenso valor para la seguridad nacional y que es un deber del gobierno honrar la memoria de los servidores que como Germán Olano, dieron el más alto ejemplo de desinterés, abnegación y de patriotismo, decretó: 

Artículo 1°:  En mérito de sus destacadas virtudes civiles y militares, conferir al señor Subteniente Germán Olano, el grado de Capitán Efectivo del Ejército Nacional y concederle la Cruz de Boyacá, en la categoría de Oficial en la Clase Militar.

Artículo 2°: El gobierno nacional honra la memoria de tan distinguido servidor de la República y presenta su nombre ante el país como uno de los más claros exponentes de acción heroica, de constancia y de espíritu de sacrifico. Y mediante Decreto de fecha 30 de septiembre de 1935, le otorga su nombre a la Base Aérea de Palanquero, quedando esta como “Base Aérea Capitán Germán Olano “.

lunes, 3 de junio de 2013

EL RUMBO



ESTIMADOS ICAROS:

Partiendo de Bogotá y con escala en Villavicencio, debíamos seguir para el pueblo de San Felipe, Guainia, que queda en la frontera con Venezuela. Al otro lado del fronterizo río está la población Venezolana de San Carlos. Cerca a la Piedra del Cocui, en el apéndice de la triple frontera colombian/venezolana/brasilera. Donde existe un viejo castillo de 240 años. Es decir, construido más de medio siglo antes de nuestro grito de independencia. Y dos y medio siglos de hoy en día y en la mitad de la inmensidad de la selva Amazónica.  

Es un vuelo relativamente largo  donde los dos pilotos acostumbran turnarse por tramos el mando del avión. En especial en aviones C-47 sin piloto automático. Todo es manual. Por eso mismo el cálculo y la ejecución de la navegación debe ser lo mas precisos posibles. Se requiere hacer el Plan de Navegación, que normalmente se confunde con el Plan de Vuelo, que presentan las tripulaciones en las dependencias de la aviación civil.

En ese tiempo, lo más frecuente era la Navegación por Observación, la Navegación a la Estima, con algo de Radionavegación, cuando era factible. Las radioayudas eran escasas, funcionaban intermitentes, deficientes cuando lo hacían y eran débiles los receptores de los aviones. Casi nunca hacíamos Navegación a la Estima de Precisión. Que es la misma que a la de simple estima, pero con mayores niveles de exactitud y exigentes cálculos de aproximación.

El día anterior había tenido una charla con el copiloto para discutir la operación y elaborar el plan de navegación. Cuando llegamos a ese tema, el compañero se ofreció a elaborarlo y tenerlo listo para el otro día. Yo tenia mis dudadas que el joven copiloto lo hiciera con la rigurosidad que se requería. Para no decepcionar le recibí su oferta con mi verificación al momento de hacer el vuelo.

Al otro día le pedí explicarme el plan. Sus cálculos diferían de los míos, que yo había hecho por mi cuenta a manera de comparación y confirmación. El presumió que yo no lo haría pues pensó que yo creería totalmente en su habilidad. La diferencia estaba en varios grados en el rumbo del largo tramo final. Yo estaba seguro de mis operaciones. Le dije que había cometido algún error. Me di cuenta del motivo, sin decírselo, esperando que él mismo lo encontrara. Como su personalidad era de alguna autosuficiencia, se negó a admitir la diferencia afirmando que había tenido en cuenta todos los parámetros.

Para no entrar en discusión, recalculé rápidamente las consecuencias que su error implicaría. Basado en ello, le propuse un reto razonable. El volaría todo ese tramo de ida, que aunque era largo podía hacerlo. Si daba en el blanco, yo aceptaba que el error era mío. Al contrario, si no acertaba en llegar al destino. Yo volaría el tramo de regreso, tanto si la verdad estaba de su parte como de la mía. Le pareció razonable. Recogido el guante de duelo, partimos.

Después de la escala técnica, y habiendo volado varias horas, llegamos al punto final de verificación. Ya debería verse el destino desde la altura que llevábamos. Solo faltaban 5 minutos, según la navegación del avezado copiloto y matemático náutico. Le pregunté dónde estaba el destino.

Solo se veía extensa selva sin que se notara vestigios de ser viviente. Menos de humanos o civilización alguna. Le dije que había perdido la apuesta. Me pidió que le diera una última oportunidad.  El creía que faltan unos 5 minutos y que después de eso estaríamos sobre el pueblo. Acepté y comencé a hacer una verificación visual mas positiva de las referencias. Si nos pasábamos, además de la desviación que había previsto, las cosas se podrían complicar.

Después del tiempo de gracia concedido, me quedé mirándolo; nada de lo previsto se evidenciaba. Yo ya había notado que habíamos sobrepasado el río Guainia y se apreciaba, al frente, el brazo Casiquiare y la trocha transístmica. El Casiquiare y su canal, es la interconexión fluvial que permite a los navegantes ingresar, desde el Atlántico al río Orinoco en Venezuela al norte y navegar bien adentro del continente. Y por el Río Negro, salir al Amazonas. Así se puede llegar nuevamente al océano Atlántico por el Brasil a miles de kilomentros de distancia del lugar de ingreso.

En el istmo entre el Río Negro y el Casiquiare, los colonos abrieron una trocha peatonal. Se ve desde el aire cuando no la ha tapado la selva. Esas eran mis referencias principales de verificación, saber cuanta desviación habíamos causado y retomar la navegación que nos llevaría al destino.

Ante mi mirada inquisidora, el copiloto me confirmó que estaba desubicado y que se daba por vencido. Le dije que no tanto puesto que yo reasumía la navegación. Que si seguía mis instrucciones el mismo llegaría. Aceptó seguir maniobrando el avion, a pesar de su cansancio, y con mi navegación lo guiaría. Como la desviación era a la izquierda, le pedí hacer un viraje de 90 grados hacia la derecha, mantener el nuevo rumbo por 15 minutos y llegaríamos.

Realmente era menos tiempo de vuelo para corregir la desviación. Yo quise asegurarme de cometer un error por exceso, preferible en este caso, que por defecto. Le pareció demasiada la corrección que le proponía y no de buenos ánimos aceptó. Se resistía, interiormente, a admitir que fuese tanto el error y que no podía comprender. Tenía un conflicto interior. Pero no tenía otra alternativa. Además ya comenzaba a sudar, temeroso de ser inculpado de grave error. Estaba nervioso.

Después de unos 10 minutos llegamos. Se sintió aliviado de haber desaparecido el problema, que pudo ser inconveniente, si su compañero no hubiese estado tan seguro de lo que hacia. Con amabilidad le pedí los mandos, que me cedió con un algo de vergüenza. Me solicitó que le explicara. Mas estando próximos a llegar le dije que con mucho gusto, pero después del aterrizaje para lo cual se apresto, con agrado, a colaborar.

En tierra tomó sus cartas de navegación y las revisó. No encontraba nada raro. Entonces, le confesé que premeditadamente había permitido que cayera en el error porque estaba seguro de lo que sucedería y era corregible. Que no implicaba ningún riesgo para el cumplimiento de la misión y que el recibiría una lección inolvidable, tanto para mejorar su profesionalismo como para enriquecer positivamente su actitud personal.

El error estaba en el cálculo del rumbo magnético. No había tenido en cuenta la “Variación” y, además la carta usada estaba un poco desactualizada, aunque válida si se sabía usar correctamente. Sumados los dos factores no podíamos dar en la diana con el plateado dardo volador. La Variación es la diferencia angular entre la posición del polo geográfico y el polo magnético. Y como este ultimo se desplaza, cada año es diferente. Aumenta o disminuye con el tiempo y según donde uno se encuentre sobre el planeta. Además del error instrumental y la declinación magnética. Como volábamos apura brújula magnética. Todos esos detalles eras necesario considerarlos con importancia ya que la sumatoria es considerable.

Me contó que, en sus clases de navegación, le habían hablado someramente del terma y no lo recordaba. Le dije que cuando se volaba en esos lugares tan asuntes de tecnología moderna, se tenia que ser cuidadosos con las técnicas de vuelo básico. En la medida en que no se disponía de medios actualizados, se tenía que regresar, escalonadamente, según las circunstancias, a la navegación elemental. Más no por eso menos seguro y confiable que la moderna. Como la que hacíamos usando la brújula magnética con  instrumento fundamental  de control en la dirección del vuelo.

Ya no se usaba la navegación astronómica, poco la de observación o paisajeo (como coloquialmente se le llama), muy poco la de estima por precisión. Mucho menos la radionavegación global como el Omega o el Loran o la satelital, que en ese tiempo eran ciencias ocultas, magia negra y secretos militares bien guardados. Las que ya existían pero no teníamos acceso a ellas por restricciones militares y por nuestra ausencia de equipos a bordo. También eran escasas la inercial, la por radar y otras mas que han existido.

Solo podíamos acogernos a la de simple estima con verificación visual y con algo de radionavegación, Y solo donde esta última estaba disponible.
La radio ayuda que nos podía apoyar, el radiofaro del próximo pueblo venezolano de San Carlos, estaba inactivo ese día. Solo funcionaba cuando los aviones venezolanos preanunciaban sus llegadas.

Hice el vuelo de regreso. Hasta le di la oportunidad de tomarse un relajante descanso. Se lo merecía después de su largo y tempranero vuelo, que lo puso al límite del estrés. Todavía no estaba acostumbrado a los niveles de exigencia del vuelo operacional

Años después volvimos a volar y me recordó que no había olvidado mi lección de navegación. Enseñanza un poco fuerte por ser con experimentación real. Y porque yo había recurrido a poner en duda su autovaloración. Sobrevaloración de la que no se daba cuenta aunque era algo desproporcionada. De todas formas, que le sirvió para otras cosas donde era evidente que nunca es tarde para aprender.

Yo también confirmé que en aviación no hay un problema pequeño cuando comienza a salirse de las manos. Lo recalcaba a mis alumnos a los que después di instrucción teórica y entrenamiento real de vuelo. Además del viejo adagio popular que reza: “Lo que no se aprende en la casa con amor, se aprende en la calle con dolor”.

Coronel Iván González.