AERONAUTAS Y CRONISTAS

jueves, 13 de marzo de 2014

SUR PARTE 18 Y 19



PARTE 18
LAS MUERTES. EL COMBATE DE GUEPÍ. EL MAYOR AGUDELO.
•         Por aquel tiempo se presentó una epidemia de disentería que causó algunas muertes entre las tropas y entre los indígenas. Un día murió un soldado. Otros más hicieron un hoyo en el pequeño cementerio de Caucayá, donde un pedazo de la hélice rota de un avión, clavada verticalmente, señalaba la tumba del Teniente, muerto en un accidente aéreo (debió ser el accidente del Teniente Gil). No había ataúdes y los muertos eran enterrados con sus uniformes o desnudos.
•         Comentario. Heriberto Gil Martínez. Nació en Tuluá. El 21 de mayo de 1933. En el avión Junkers 202, al mando del piloto alemán Martín Haenichen y copiloto Gil, mas los mecánicos Rafael Hernández, Narciso Combariza y Erich Rettich, salió de Puerto Leguízamo al mediodía. Al hacer el viraje hacia La Tagua, una ráfaga lo invirtió cayendo al Rio Putumayo donde perecieron los dos pilotos. El Teniente Gil fue sepultado en el cementerio de Caucayá donde permaneció por 7 años. En 1940 fue trasladó a su ciudad natal. Fin del comentario.
•         Murió de fiebre en escasas 24 horas el Teniente Pulgarín. Lo condujeron a cementerio, y al pasar frente al almacén general, "Uno de Tropa", acongojado por la fiebre, se cuadro melancólico. Se puso recordar que habían llegado juntos del interior y no volvería a ver al Teniente con su vestido de baño de las rayas negras y amarillas. Quizá mañana le seguiré, Teniente, se dijo mentalmente. El Teniente no dejó si no unas pocas cosas y un bote construido con los flotadores del tren de acuatizaje del avión en que se mató el Teniente Gil.
•         Se dio la muerte de un colono a quien acorralaron los vampiros. Estos animales se baten sobre los hombres dormidos, especialmente en las orejas y las extremidades. La víctima nunca se despierta porque dicen que inyecta algún anestésico. Solo se da cuenta cuando el despertar encuentran los vestigios de sangre seca de sus heridas.

ARMAMENTO ANTIAEREO

•         Llegaron a Puerto Leguízamo las cañoneras Santa Marta y Cartagena para unirse con el Barranquilla. Al mismo tiempo las lanchas peruanas pasaban más a menudo frente a Puerto Leguízamo y en dirección a Guepí, materialmente atestadas de tropas y ganados, lo que confirmaba los rumores y haciendo renacer la esperanza de escapar del martirio diario y lento, por la muerte en aras de la paz.
•         El mismo día llegó una noticia. En el Palmar, cerca de Güepí, los peruanos habían disparado una ráfaga de ametralladora sobre las fuerzas colombianas acantonadas allí. Los colombianos contestaron con fusilería. Los soldados no supieron más de aquellos y cuando preguntan a sus superiores éstos les decían que el asunto se arreglaría a base de notas diplomáticas. Las tropas comentaban: No nos libra una bala de esta vida arrastrada, decían con convicción.
•         Fue entonces cuando el Mayor Agudelo quiso poner un remedio a la indisciplina reinante pero ya era tarde. Empezaron los feroces castigos a los pobres soldados enfermos. Cuando uno comete una falta era enviado a la otra orilla del Putumayo, a la ribera peruana, en donde lo dejaban sin más armas que un machete y un cuchillo, defendiendo la vida contra los animales salvajes y hasta contra los mismos peruanos. Otras veces el castigo era una isla en la mitad del río y los soldados palúdicos duraban dos o tres días en esa espesura inhumana.
•         El Mayor Agudelo amenazaba a todos con su pistola. Y era peligroso. Una vez le hizo varios disparos al mecánico por celos. Claro que no hay que decir que el Mayor estaba borracho y por eso envió al mecánico a El Encanto como castigo. En El Encanto estaban los soldados patriotas sufridos de Colombia, muchos de ellos voluntarios, el Mayor creó una colonia penal, igualando a los buenos servidores de la patria con los que él creía reos de sanciones militares. El estímulo para las tropas de El Encanto. 

PARTE 19

PASE A LA FILA Y TRASLADO A “EL ENCANTO”

•         El Teniente Chacón le dijo a "Uno de Tropa" que era una mierda, porque se quejó del mal trato que se les daba. Reclamó ante el comando del batallón diciendo que los soldados y los subalternos tenían derecho a que se les tratara con decencia. Ni siquiera le contestaron. Es que nuestro servicio militar, que prestaban los obreros, campesinos y soldados rasos, no es sino el patrimonio de oficiales acicalados y pretenciosos que tratan al ciudadano que le sirve a la patria, como a inhumanos. Y lo triste es que los oficiales sacados de las tropas, al ser ascendidos, se vuelven a veces peores que los mismos oficiales de escuela.
•         "Uno de Tropa" hastiado del almacén, hizo solicitud para ir a la fila. Se la concedieron. Pero de ahí en adelante, el Teniente Chacón le amargó la vida constantemente. Propusieron el servicio militar a unos civiles, pero éstos no querían sino sólo disparar. No hacían gimnasia y tampoco querían hacer la fila. Suspendieron la instrucción y "Uno de Tropa" pasó a recibir instrucción de morteros con el Teniente Echeverri. Un oficial de reserva que los soldados llamaban San Francisco de Asís, por su bondad y por su apocamiento. Con el tiempo, fue uno de los mejores oficiales de la reserva y aún de escuelas, entre todos los que fueron al conflicto.

 

TROPAS PERUANAS DISPARANDO A LOS BOMBARDEROS FAC


•         El primer domingo "Uno de Tropa se presentó para pedir permiso con el objeto de ir de cacería. El oficial de servicio que era el capitán Tovar Díaz, le concedió el permiso. A las nueve de la noche "Uno de Tropa" regresó. Deslizó su canoa silenciosamente y logró llegar hasta el puerto sin que le gritaran un alto. En el desembarcadero amarró su canoa y penetró al puerto con el fusil al hombro. A pesar de que penetraba de noche, uniformado, armado y de que casi todos los soldados actuales eran desconocidos suyos, nadie le preguntó quién era. Por eso meditó que con aquellas disciplinas y su forma de prestar servicios, estaban todos a merced del enemigo. Éstos eran los resultados de las actuaciones del Mayor Jesús Antonio Agudelo. En medio de la desmoralización general, nadie cumplía con su deber.
•         Al día siguiente, a las 11, formaron para la lectura de la orden del batallón. Leyó un punto interesante: "Por mala conducta pasa a la tercera compañía acantonada en "El Encanto" el Sargento "Uno de Tropa". Después de ocho meses de servicio en el frente, quien, sin duda, moriría en aquella región, que no resistían muchos los que venían del interior. Y que no estaban, como él, desgastados por el hambre, las penalidades y los efectos del clima. Lo estaban condenando veladamente a muerte. Se dirigió el Teniente Chacón a inquirir el motivo del castigo. El Teniente le explicó que el día anterior había sido nombrado, "Uno de Tropa", comandante de un puesto avanzado que se debía instalar a las cinco de la tarde del mismo día y que como no se había presentado se le castigaba.
•         El Sargento le hizo notar que cuando se dio la lectura de la orden, él estaba a varios kilómetros de la guarnición. Se había ido de cacería habiendo pedido permiso por ser día libre, día domingo. El permiso se lo había dado el capitán Tovar Díaz, oficial de servicio. Que a ningún servicio, según los reglamentos militares, se puede nombrar en un cuartel de guarnición con menos de 24 horas de anticipación. Pero de nada le valieron sus reclamaciones al Teniente.