AERONAUTAS Y CRONISTAS

domingo, 19 de enero de 2020

DON WILLYS


DON WILLYS


El Padre Gonzalo Puerta, sacerdote formador y pedagogo del seminario de Jericó durante 50 años, fue el propietario de este vehículo Willys. La crónica que presentamos a continuación es contada por quien fue su propietario. Se refiere a la forma como lo adquirió.


Durante cincuenta años fuimos compañeros

Nos dice el Sacerdote: Que sea esta la oportunidad para contar los antecedentes del carro que cumplió el 20 de julio de este año de 2017, 50 años en mi poder. Es un vehículo modelo 53 por lo cual tiene 64 años de historia al momento de este recuento. Inició desde cuando Don Willys perteneció a la Curia y, después, al padre Eduardo Sierra.

El origen es muy sencillo. La única carretera que existía en la región era la de Jericó hasta Puenteiglesias, en la rivera izquierda del río Cauca. Era un puente que no resistía los vehículos pesados porque era de piso de madera. Solo podían pasar los pequeños.

Todo el material para la construcción de la catedral y del seminario menor, que en ese momento se iniciaba (1954), venia de Medellín por ferrocarril y se descargaba en la margen derecha del río. Había que pasarlo al otro lado, por el viejo puente colgante, llamado “Puente Iglesias”. Nombre que le pusieron los moradores porque las torres se les parecían a las de una iglesia. Fue construido muchos años antes por el ingeniero José María Villa. El mismo que construyó el antiguo puente de Santa Fe de Antioquia. En la otra rivera, el material lo esperaba una volqueta de la Diócesis para subirlo a Jericó.

Por eso se necesitó de un carro liviano para tirar de un remolque por el puente sobre el río. Entonces el carro lo compraron con el fin de movilizar los materiales. Con él se transportaron todos los adobes, cemento,  hierro y muchas otras cosas.

Ese trabajo le duró poco tiempo porque en ese momento se estaba construyendo el nuevo puente metálico que actualmente existe. Por este motivo, cuando el puente nuevo estuvo en servicio, la volqueta pudo pasar. Trajeron a Don Willys a Jericó y lo guardaron en una pieza del antiguo Seminario Mayor. Yo llegué al seminario en 1954 para hacer el primer año de bachillerato. Veía el carro guardado pero como muchacho no le prestaba atención.

Para esa época el Señor “Uvita”, llamado familiarmente así y que no recuerdo su nombre, era el conductor de la Diócesis para transportar al señor obispo a las distintas parroquias. También conducía la volqueta. En algunas ocasiones sacaba a Don Willys para calentarlo y moverlo por la cancha que había enfrente de donde se guardaba. En otras salía a la calle para movilizar al Padre Eduardo Sierra C, cariñosamente llamado, por sus amigos de más confianza, como “Serruchito”.

El Padre vivía en su casa al frente del seminario. Esto era debido a que tenía dificultades para caminar como consecuencia de su considerable edad. Era un Sacerdote anciano e inválido y por eso permanecía sentado en una silla de ruedas. Al padre le gustaba que lo sacaran al pueblo o que lo llevaran de paseo a la vereda Playas.

En cualquier momento, en una fecha que no recuerdo, Monseñor Jaramillo, Obispo de Jericó, le propuso al Padre Sierra que le diera un potrerito que el Sacerdote poseía al frente del seminario. Era un lote pequeño con el fin de guardar una vaca para el servicio del seminario.

El sacerdote se lo cedió con mucho gusto. Pero, a su vez, le pidió al Señor Obispo, que le diera el carro que tenía guardado en el seminario para poderse mover. Que era el mismo Don Willys que le prestaba la diócesis para sus salidas. Entonces Monseñor Jaramillo le dio el carro, pero no le hicieron los papeles de traspaso de la propiedad.

Estando en los últimos años del seminario, en quinto y sexto año de bachillerato, como se llamaba en esa época, me hice muy amigo del padre. Me asignaron para que fuese a su casa para ayudarle con la santa misa, la que él celebraba ya sentado debido a su ancianidad y limitaciones físicas. Luego le regaba las matas de su jardín y se las mantenía organizadas. También le cuidabas un pájaro grande que cantaba bonito. Por estos detalles el padre me cogió aprecio.

Terminé los estudios secundarios y debí salir para Santa Rosa de Osos, donde cursé el primer año de filosofía. En 1962 fuimos trasladados a Medellín para completar los estudios de filosofía y teología. En julio de 1966, después de haber terminado los estudios, y ordenados como diáconos (éramos 5), Monseñor Augusto Trujillo Arango, Obispo de la Diócesis, nos asignó al Seminario menor de Jericó donde nos desempeñamos como profesores durante un semestre. Al llegar al seminario de inmediato me dirigí a la casa del padre Sierra para saludarlo, todavía estaba allí, sentado en su silla de ruedas.
Repentinamente me dijo: Hágame el favor y abra esa cómoda que está al frente y saque un cajoncito. Cuando lo hice me preguntó que había en él. Encontré un llavero y se lo entregué.

Entonces me dijo, estas son las llaves de mi carro. Me las devolvió diciéndome que, cuando yo tuviese tiempo, lo sacara a pasear por la plaza del pueblo o a la vereda Playas. Y cuando quisiera salir en él podía hacerlo sin tener que pedirle permiso. Que lo podía manejar pero con la condición de que no se lo entregara a ninguna otra persona.

Quedé sorprendido y nervioso porque no sabía conducir carros y no podía decirle que no estaba en condición de hacerle ese favor. Se lo comenté al conductor del Señor Obispo, en ese momento era el Señor Carlos Alberto Villa. Lo había conocido en el seminario menor. Me tranquilizó diciéndome que estuviese despreocupado por eso, que como yo sabía manejar moto me quedaba fácil aprender a manejar el carro. Podíamos practicar en la cancha del seminario y, después de unas clases, me sacó a la calle. Así le perdí el miedo y aprendí fácilmente el manejo de Don Willys.

Empecé a llevar al Padre por el pueblo y algunas veces fuimos a Playas. Él se sentía muy contento con esas salidas. Como yo veía que le gustaba, entonces lo hacía con la mayor frecuencia posible para que el anciano sacerdote se sintiera bien.

Llegó el fin del año lectivo. Éramos cinco los diáconos que estábamos en el seminario y fuimos llamados a la ordenación sacerdotal. Pasé donde el padre Sierra para entregarle las llaves del carro, darle los agradecimientos y despedirme.

Al año siguiente, el señor obispo me asignó, ya ordenado como sacerdote, para ir al Preseminario Juan XXIIl que tenía la Diócesis en las afueras del corregimiento de Tapartó, en el municipio de Andes. Ese fue mi primer nombramiento.


En camino a Tapartó

Cuando llegué allí, el Rector del Preseminario, que quedaba en las afueras del pueblo, era el Padre Nabor Suárez A. Hoy Monseñor Nabor. Cualquier día me dijo: Ya que usted es amigo del Padre Sierra propóngale que nos facilite ese carrito para el Preseminario.

En Tapartó solo había un recorrido de servicio público por las mañanas y no había más en el día. A veces se presentaba un imprevisto de mercado o un enfermo y necesitábamos de un transporte.

Sugerí que se lo dijéramos a Monseñor Trujillo Arango, porque era quien tenía más autoridad para pedir el carro. Así lo hicimos. El Padre Sierra le dijo al señor Obispo: Si lo ha de manejar el Padre Puerta, se lo pueden llevar. Si es para otra persona, no. Así se acordó.
El carro fue enviado Medellín donde le hicieron un mantenimiento general y quedó en buen estado.     

                 
                                                                                                                          

El señor Carlos Alberto Villa, llegó con el carro al Preseminario, el 20 de julio de 1967. Fue toda una fiesta la llegada, ya le teníamos el garaje listo. Al día siguiente o sea el 21, teníamos programado un paseo a una finca de Valparaíso y por eso hasta el 22 no pudimos disfrutar del carro.
El 21 de Octubre de 1967 murió el Padre Eduardo Sierra, dueño del Carro. Monseñor Nabor Suarez me pidió que asistiera con Don Willys al entierro en un gesto de agradecimiento con el Padre Sierra por habernos facilitado tan grande favor.

Para finales de 1972, el Obispo, Monseñor Juan Eliseo Mojica, decidió cerrar el Preseminario. A mí me nombró para el seminario de Jericó como secretario. Llegué al nuevo servicio en 1973 y la primera semana fui donde el tesorero de la diócesis para hacerle entrega del carro. Le di las llaves y le manifesté que el carro se encontraba en muy buena condiciones y que podía disponer de él.

El padre tesorero no me recibió las llaves diciéndome que las guardara mientras el hablaba con la Junta Económica de la Diócesis. Que lo cuidara ya que había estado durante tanto tiempo bajo mi responsabilidad. También podía disponer de él en espera de la reunión de la Junta Económica para ver qué se decidía hacer con el carro.

Me preguntó si yo estaría interesado en el carro. Le contesté que yo no tenía posibilidad de comprarlo. Que podía estar tranquilo para lo que quisieran hacer, ya que no disponía de dinero para comprar un carro.

Una persona que tenía interés en adquirirlo era el señor Fidel Castaño. Tenía una tienda y cada que yo pasaba por el frente me decía que le pitara para salir a ver el carro porque lo apreciaba mucho. Que él era primer opcionado para comprarlo en el caso de que yo no quisiera continuar con él. 

Don Fidel Castaño me decía, cuando me veía: No se le olvide que soy la persona con más derecho para tener ese carro. Porque yo fui quien lo saqué de la agencia pagando $1.500 por él, lo traje de Medellín a Jericó y durante algún tiempo yo lo manejé. Quisiera tenerlo personalmente.


Saliendo a un viaje de Tapartó

El Rector del seminario, que era el Padre Rigoberto Gómez. Algún día me dijo: salgo para la Curia a una reunión de la Junta Económica y en la agenda figura el tema de decidir sobre el carro. El mismo que había traído el Padre Puerta de Tapartó.

Me preguntó si yo estaba interesado en comprar el carro. Le expliqué que no estaba interesado porque no disponía del dinero y se me complicaba la forma de pago en caso de tomarlo.

Cuando el Padre Rigoberto regresó de la reunión me dice: En la reunión se habló mucho del carro y se acordó que se le dieran todas las facilidades de pago para que usted se quedara con él. Porque llevaba seis años manejándolo, que lo mantenía y lo había traído bien. Por eso era el primero en tener el derecho de ser el propietario.

El padre tesorero Manuel Vargas me llamó y me dijo que lo llevara donde el señor Carlos Villa. Don Carlos era una persona reconocida por lo honorable, muy honesta y un mecánico excelente en Jericó. Persona a quien todos le tenían plena confianza. Debía pedirle el favor de hacerle el avalúo.  El señor Villa me dio, por escrito, el valor del carro, que fue de $45.000 en letras o $30.000 de contado.

Cuando le presenté el avalúo al Padre Vargas me preguntó: ¿Usted se quiere quedar con el carro? Le doy todas las facilidades para que lo pague. Me puede ir abonando lo que pueda sin mediar ningún afán. Todos los padres de la Junta Económica estuvieron de acuerdo que usted debía tenerlo. Le contesté que no tenía capacidad de comprar el carro porque no me daba el sueldo ni disponía del dinero suficiente.

Yo tenía $7.000 ahorrados en la cooperativa de ahorros llamada “Cooperativa Monseñor Augusto Trujillo Arango” en Ciudad Bolívar. Consulté con la gerente, Señora Marina Correa, y ella me respondió que sobre esos ahorros me podían prestar $20.000. Mi familia me quiso ayudar con $10.000. Le acepté los $20,000 a la cooperativa para poder comprarlo de contado. Así junté los $30,000 que valía Don Willys.

Le pagué al Padre Tesorero quien se asombró por la forma cómo había logrado reunir tan rápido el dinero. Dispongo del recibo que me dio el Padre Manuel Vargas por los $30.000 que me costó el carro.


El pago

Se hicieron las vueltas de traspaso. Eso significa que soy el segundo dueño después de la Curia. Al Padre Eduardo Sierra simplemente se lo entregaron de palabra pero no le hicieron cambio de propietario.

Estaba matriculado en Itagüí. Como era dispendioso para los trámites anuales le cambié de distrito para Ciudad Bolívar. Allí me quedaba fácil hacer las diligencias. Por eso, en este momento, está registrado en Ciudad Bolívar. Su primera placa fue A4-4413. Ahora es KCC 588 de Ciudad Bolívar.
La primera revisión técnica mecánica fue difícil porque no pasó. No teníamos experiencia y lo rechazaron dos veces. Para la segunda pasó sin ningún impedimento. Para el tercer año tocó llevarlo a Bolombolo y también pasó sin objeción. El carro está en buen estado de mantenimiento.

Antes, la batería se descargaba con frecuencia. Debíamos prenderlo empujado o con la manivela, que aún conservo. El sistema eléctrico, que anteriormente era de 6 Voltios, se le cambió a 12 Voltios. Así tiene mejor respuesta en el arranque. Las luces son más potentes. La batería dura más.

Es un vehículo de estructura sólida, liviano, todo terreno, con tracción en las cuatro ruedas para caminos malos y no ha sufrido ningún daño ni choques. 

En una ocasión fuimos hasta el Chocó donde cruzamos el río Atrato en un ferry en Istmina. Hemos recorrido todos los pueblos de la diócesis. Durante las vacaciones siempre salgo en él.


Despidiendo al amigo con saludo militar

La idea de bautizarlo Don Willys fue de los niños alumnos del seminario como una forma de distinción, respeto y gratitud con un fiel amigo que les prestó muchos servicios. En una de las fotos, en el Preseminario, se puede ver como uno de los alumnos parece saludarlo militarmente. Por eso ya muchos lo identifican con ese nombre. En nuestras conversaciones, cuando viajamos, me parece que me dice que él me quiere llevar al cementerio.

En julio de 2019, como estaba próximo a vencerse mi permiso de conducción sin más renovaciones, según la ley, decidí cumplir mi promesa de regalarle el carro a mi hermano Jaime, quien vive en Ciudad Bolívar.

El día domingo 07 de Julio hice el último viaje en el carro para entregarlo. Como presto los servicios de capellanía en el poblado de Caucaviejo, los fines de semana, hicimos el recorrido de esa localidad a la orilla del río Cauca en proximidades del corregimiento de Puente Iglesias hasta Ciudad Bolívar en el suroeste de Antioquia. Población que está sobre la vía que conduce de Medellín a Quibdó.


De regreso a las calles de Jericó

Cuando le dije que le entregaba el carro quedó tan sorprendido que no sabía que decir. Pero todos en la familia estábamos complacidos. Días después lo exhibieron en un desfile en el pueblo de carros antiguos. Así que Don Willys siguió en muy buenas manos, para complacencia mía y de la familia. Así inicia una nueva etapa de su vida.    



 
Características. “Yipao” es la máxima carga que estos vehículos son capaces de transportar al mismo tiempo en un solo viaje.

“Yip” es adaptación fonética españolizada de las dos primeras letras GP de su clasificación en inglés del Willys, General Proposit GP o Uso General. Que luego se escribió en inglés como Jeep. Fue diseñado para uso militar cuando la segunda guerra mundial. Después del conflicto se vendió al publico como sobrantes de guerra. Fue tan acogido en el campo comercial que se decidió seguirlo produciendo. Así se hizo conocido en muchas partes del mundo compitiendo con sus homólogos como el Land Rovert británico y el Volkswagen alemán.  

Es tipo “todo terreno”. Con tracción en las cuatro ruedas y palanca de doble y baja velocidad pero alto torque en ejes para terrenos fangosos y blandos. Función en la cual es increíble porque su suspensión es indestructible y poderosa. De muelles de ballesta y alto rango de recorrido para tolerar terrenos muy irregulares. Como se necesitaron en la guerra. las tropas solían equiparlos con herramientas adicionales tales como palas, hacha o cajas con cadenas para las ruedas cuando se viajaba sobre nieve o arena blanda. Y fundas laterales portafusiles. o los de correo militar con alforjas o maletas laterales para transportar encomiendas o víveres. 

Con 64 años y sigue tan juvenil como cuando salió de la agencia. No ha sido reparado el motor ni ha tenido cambios. Excepto que se le agregó el soporte lateral de la rueda de repuesto para dar mejor comodidad de abordaje por la compuerta trasera. Antes la tenía atrás sobre un chasis abisagrado. Aun el parabrisas es abatible. La cabina es de cubierta blanda, de imitación lona, que por deterioro se le ha renovado varias veces.

Incluso el instrumental, la manivela de arranque, la bomba de gasolina, con su característico vaso de vidrio y el filtro de aire del carburador tipo húmedo con aceite y lavable, son originales. Tal como fueron diseñados para operar en el desierto donde no se tenía facilidad para conseguir el filtro de repuesto y se saturaba con frecuencia debido a que se contaminaba rápido con la arena del desierto. o la nieve en las planicies rusas.

Nunca ha tenido las canastillas para los bidones de gasolina o agua adicional. Ni el soporte de la pala ni el de la antena de radio ni el punto de anclaje para armamento, ni las luces tácticas, porque este es una versión civil del original modelo militar.

Solo se le hizo cambio del voltaje del sistema eléctrico pasando de 6v. a 12v. para mejor respuesta en el arranque, confiabilidad, alumbrado y aditamentos adicionales.


La partida de Cauca Viejo para el ultimo viaje de viejos amigos

LA HISTORIA DE DON WILLYS.

DESFILE DE SILLETEROS 15 08 2022