AERONAUTAS Y CRONISTAS

viernes, 7 de febrero de 2020

MODERNIZACIÓN MILITAR 2



MODERNIZACIÓN MILITAR 2

CAMPO SOLIDARIDAD CÍVICA Y SICOSOCIAL

El soldado solo

Esta es mi Colombia. Quiero compartir con ustedes (mis amigos en la red) una experiencia desgarradora que vivimos Juliana y yo el sábado pasado (posiblemente el 20 de Abr) Me encontraba estacionada en la Calle 117 con carrera 9 en Bogotá, no lejos del Cantón Militar del Norte, esperando que Juliana bajara porque allí está prohibido estacionar, cuando de la nada se me apareció un soldado, de la edad de mi hijo Jaime Enrique o quizás un poquito mayor. Se me acercó a preguntarme que tan lejos quedaba la autopista.
Venía con su uniforme de camuflaje, que decía su apellido (VEGA) y el escudo que dice Batallón Contraguerrilla. Le dije que aproximadamente a unas 15 o 18 cuadras y que lo mejor era que se fuera derecho por la 116. Luego me preguntó que para qué lado era la 116. Entonces me di cuenta que realmente estaba desorientado y le pregunté qué necesitaba en la autopista. Su respuesta fue, que tenía que coger una flota para irse a su casa en Sogamoso. Ante esto le dije que mejor se fuera hacia la 127 porque las flotas pasaban por la autopista pero solo de la 127 hacia el norte. Su cara se asombró aún más porque se ve que no tenía ni idea donde era la 127.





Me puse a conversarle y me contó que acababa de llegar de Arauca, donde hacia dos días había combatido a la guerrilla y en el combate murieron 18 compañeros y se salvaron 12. Sin embargo, cuando su mamá llamó de Sogamoso al comando a preguntar por él, le dijeron que había muerto. La mamá sufría del corazón, le dio un infarto y murió.

Al muchacho no le dijeron nada en Arauca, solo que el viernes en la noche cuando regresó al comando le dijeron: "entregue el armamento que usted sale mañana para Bogotá en el helicóptero con el General". Él hasta se puso contento. Cuando el helicóptero llegó a la 106 con 9, allí un Sargento le dijo la verdad: que su mamá había muerto y tenía 8 días de permiso para irse a Sogamoso al entierro.
 Al muchacho lo soltaron en esta "jungla" Bogotana, sin más razón, ni piedad, ni indicación, excepto "vaya a la autopista que allá consigue la flota".

Cuando se topó conmigo traía una cara entre asombro, dolor, desubique, que yo no se las puedo describir. Solo sé que en ese momento vi a mi propio hijo y sentí una impotencia, una rabia conmigo misma, pues cuando él me habló del combate que había librado, yo ni siquiera me había enterado de ese combate. Ya estamos tan desensibilizados con esta guerra absurda que no le ponemos bolas a las noticias.

Por supuesto que fui cobarde y no le admití a este joven (casi niño) que yo, su compatriota, no estaba enterada del combate donde él casi pierde la vida por nosotros. Esperé a Juliana y por supuesto hice lo que tocaba, lo monté al carro y lo llevé hasta la estación de la flota Libertadores en la paralela con 165.

En el camino nos contó que solo tenía una hermanita de 12 años, que era soldado regular y llevaba 15 meses prestando el Servicio Militar. Su incertidumbre sobre su futuro y el de su hermana, sobre cuánto tiempo más le faltaba para completar el servicio (los regulares prestan 18 meses), su incredulidad sobre porque no se fijaron bien antes de decirle a su mamá que él había fallecido.




En fin, era tal el desconcierto de este muchacho que Juliana y yo estábamos hechas trizas. Cuando llegamos a la estación no sabía como agradecernos. Finalmente se me ocurrió preguntarle si tenía plata para el pasaje, me dijo que no, pero que no me preocupara porque él hablaba con el chofer para que lo llevara gratis.

Le compramos el pasaje y mi hija además le dio cualquier centavo que tenía en su billetera para que se comprara un pan y una gaseosa. Cuando salimos de allí nos echamos a llorar por sentirnos miserables, impotentes, egoístas, insensibles. Todos los calificativos negativos nos caben a personas como nosotras que REALMENTE no sabemos lo que es esta guerra. Yo personalmente sentí rabia.

¿Cómo es posible que echaran a ese muchacho a la jungla bogotana, con semejante noticia a cuestas sin ni siquiera acercarlo a la flota? ¿Qué clase de insensibles nos hemos vuelto? Pienso que Dios puso a ese muchacho en mi camino para mostrarme en carne y hueso quienes son los que están luchando esta guerra absurda.

Por eso quise compartir esto con ustedes, para que por lo menos cada noche nos acordemos de orar por estos valientes muchachos y sus madres que viven la angustia en forma permanente. Les juro que ese muchacho pudo haber sido mi hijo, o el de uno de ustedes. “No podemos seguir haciéndonos los de la vista gorda, solo porque la desgracia no nos ha tocado a la puerta."




Sin importar tus creencias religiosas o políticas, acuérdate todos los días de aquellos colombianos que mueren, que son heridos, que son desplazados, que están siendo ignorados y que sufren a diario sin la menor solidaridad. Haz votos para que entre todos derrotemos no solo a los violentos, sino también a nuestra peor reacción negativa: la indiferencia. Comparte este mensaje con cuantos puedas, para que entre todos formemos una cadena de reacción positiva.

LUZ  ESTELLA  GONZÁLEZ  E.
Secretaria Gerencia General. PRODESAL S.A.