AERONAUTAS Y CRONISTAS

jueves, 31 de octubre de 2013

CONCORDIA. FRENESI Y GUERRA. CAPITULO 11


CONCORDIA. FRENESÍ Y GUERRA

CAPITULO 11

LOS DESERTORES O VOLTEAREPAS.

Ciudadanos liberales por miedo debieron abjurar de su partido y asumieron tres actitudes: soplones, señalador o verdugos implacables para disparar o degollador o torturar. Ejemplos: Manuel Caro (La Muerte), Pedro Luis Duque de Betulia, el Capitán Velázquez, célebre por sus fechorías en Concordia y Betulia. Surgió de las canteras liberales y hoy figura como tal en los Llanos Orientales. (El famoso Cheito Velázquez, ex militar de rango suboficial y grado de Sargento, que formó y comandó la más fuerte guerrilla liberal en la región de Puerto López, Meta. Al final se voló hacia Venezuela con considerable dinero bajo el engaño de hacer una compra de armas. Allá fue capturado y procesado pero no fue posible que las autoridades lo extraditaran hacia Colombia por la eficaz defensa que le hicieron algunos abogados colombianos. Las guerrillas liberales del Llano lo perseguían por esa tradición).

EL SILENCIO DE LA IGLESIA, LOS GREMIOS Y DEFENSORES ESPONTÁNEOS

La Iglesia católica fue muda: no existe un documento de protesta. Obispos como Monseñor Builes hicieron la apología de los genocidios y Pio XII predicaba que todos los católicos debían ser falangistas. No levantó la voz ante el asesinato de 6 millones de judíos. A través del Vaticano permitió la salida de centenares de miembros de la SS alemana.

Los curas fueron cómplices de la muerte de infelices campesinos, asesinatos a sangre fría, sacados al amanecer de las cárceles en volquetas hacia mataderos oficiales improvisados. Las academias de medicina callaron como un pez. Lo mismo los colegios, abogados y asociaciones de ingenieros. La cruz roja nacional fue sorda y muda y no hizo presencia en el terreno de la contienda. La fiebre del fútbol tendió una cortina de humo sobre los acontecimientos y por ello era patrocinada por todos los niveles de gobierno.

En noviembre del 49 aparecen dos nuevos elementos en la guerra: los sacerdotes sectarios y los chóferes públicos quienes eran los encargados de repartir las consignas los primeros. Los segundos en llevar a las víctimas a los mataderos en unos vehículos oficiales. Julián Uribe Restrepo se presentó ante su hijo, quien era el secretario de gobierno conservador, a defender a los liberales de la persecución pero este último se negó a recibirlo. el Dr. Tulio Ospina de altas cualidades de demócrata y hombre de bien se presentó ante su hermano  Mariano Ospina Pérez, en ese entonces presidente de la República, a defender a los liberales de Itagüí. Éste le dijo que obraba según los informes del alcalde y del juez de esa población. Desde ese día rompió con su hermano. Muchos conservadores dieron su vida por defender a liberales.

LA SITUACIÓN EN CÓRDOBA

En diciembre del 49 viaje a Córdoba por asuntos personales. Carlos Arango, en el Ébano, fue asesinado por las autoridades a golpe de culata. Bernardo Doval fue sacado dentro de un barril de Rionuevo. Antonio Vélez, en Callejas, tuvo que abandonar la población en paños menores por la persecución de Francisco Palacio, alcalde de Tierralta. Nabor Ospina, de Sagún, Urabá, fue muerto por el liberalismo. Los Mejías y un Pompilio, el expolicía de Puertotejada, autor de la muerte del inspector fueron condenados a 18 años por un consejo de guerra. Padilla, el inspector de Juancito fue destituido por comandar una columna de guerrilleros liberales en Urabá. La situación del Alto Sinú idéntica a la del suroeste.

APARECEN LAS GUERRILLAS DE AUTODEFENSA LIBERAL

De regreso a Concordia el médico Carlos Torrente empezó a tener fricciones con el profesor de matemáticas y copartidario Miguel Ángel Garcés.

En noviembre del 49 el Partido Conservador se salió de su cauce. Hizo de innumerables ciudadanos asesinos. Había que llevar a las buenas o las malas a Laureano Gómez a la presidencia. El directorio liberal nacional declaró la tensión en las votaciones y de una manera vaga y vacilante se comprometió con el movimiento guerrillero liberal. Guerrillas espontáneas e improvisadas de autodefensa, que en 1953 llegaron a contarse en unos 20,000 integrantes. Mucho entusiasmo, y poca capacidad de fuego. Acción Sin ideas. En el suroeste el movimiento guerrillero tuvo su epicentro en la región de Pavón, Urrao, hermoso e idílico valle fértil, de clima frío, con salidas hacia el Carmen de Atrato y especialmente al macizo del Penderisco lo cual le permitía a la guerrilla móvil desplazarse a los municipios de Salgar, Bolívar, Concordia y Betulia.

SE FORMA UN REBELDE

Llevaron a Concordia, proveniente de Betulia, a Octavio Caro (Arracacho), quien presentaba un tiro de bala a nivel de los muslos acompañado de dos de los policías que me acompañaron la víspera a Betulia. Campesino honrado y trabajador, corazón limpio y manos encallecidas. Todas las mañanas, José Luis Piedrahita y Leopoldo Muñoz, acompañados de varios concordianos, me preguntaban por el estado de salud y la salida del hospital de Octavio Caro. Octavio consiguió un revólver y se madrugó descendiendo por la calle la Amelí, siguió por la vereda Piedra de Candela, después a Morelia e ingresó al valle del Penderisco. En Pavón se constituyó en uno de los más aguerridos y valientes guerrilleros. Aceptó la amnistía del 53. Se hizo funcionario público y hace poco se jubiló.

LOS PATROCINADORES Y LA GUERRILLA DEL SUROESTE

La dirección liberal nacional DLN, patrocinó la conformación de las guerrillas liberales en cabeza de Alfonso López Pumarejo y Carlos Lleras Restrepo. El directorio liberal de Antioquia DLA dirigido por Alberto Jaramillo, Guillermo Londoño y Froilán Montoya, se comprometieron subrepticiamente con el movimiento guerrillero del departamento. El allanamiento de sus oficinas por parte de civiles, policías y detectives, fue lo que causó la reacción lógica para que estallara el movimiento guerrillero en Antioquia. La mayor parte de sus componentes fueron campesinos sencillos e inocentes de lo que acontecía. Hubo hasta ex militares retirados (Cheito, El Pálido), cuadros medios a nivel de Cabos y Sargentos. Expolicías y exsoldados. Eran peleas que hacían a puños o con escopetas o con revólver y con el terrible machete. La capacidad de fuego y la logística no se tuvieron en cuenta. La lucha era de autodefensa. Políticamente se quería precipitar un golpe de estado del cual se logró pero después de un terrible baño de sangre.

La guerrilla del suroeste era de carácter móvil, romántica, mal armada, pero con mística. Con un gran jefe que tenía profundos conocimientos militares y conocedor del terreno: el andino Juan de Jesús Franco (Capitán Franco), quien era expolicía. Tuvo su cuartel móvil unas veces en el valle de Pavón y otras en las veredas Santana, Mandé y Rioabajo. Tuvo una gran zona ganadera, el municipio de Urrao. Una región panelera en Concordia y unas salinas en Betulia. La guerrilla necesitaba proteínas, calorías y sal. Allí estaba como pez en el agua. Una hermosa acción pero sin ideas políticas trascendentes. Después de la amnistía del 53 continuaron las mismas injusticias sociales y los mismos terratenientes.

LAS TROPAS LIBERALES

El Capitán Franco tuvo una brigada de excelentes fusileros casi todos provenientes de la cantera urraeña. De Betulia, tierra con antecedentes guerrilleros, concretamente la vereda la San Mateo, donde operó durante la Guerra de los 1000 días el guerrillero Roberto Escobar Torres, acudieron muchos de apellido Caro, Dávila, Castillo, Rueda y Vargas. De Salgar, en especial del cañón del Barroso, surgieron Paul Urrea, Aníbal Morales, Manuel Rodas y sus hermanos. Los de apellido Castrillón hijos de Zoila y Bonifacio. Y los Sepúlveda. De Concordia los Mejía, los Londoño, Conrado Castrillón, reservista, Sixto Tulio Zapata, expolicía, los Muñoz de Morelia y los Ortiz de Sampayo. Del valle del Cauca llegaron, en especial de Ansermanuevo, soldados del Emilio Arango, Luis Delia Mejía Palacio (el Míster), “Chepe Metralla y el Capitán Pantera”. De Medellín muchos que sólo fueron conocidos por el apodo: el Pollo, Bambú, la Carricera, la Ralladura, Mejoral, Terror, Arepo, Minuto, Guatijano, Tarzán, Cacho y otros más. Hubo mujeres como Joaquina Céspedes, Zoila Bedoya y Luisa Meza.

LOS COMBATES Y CRÍMENES DE AMBOS LADOS

En el cañón del río Barroso durante los 3 años hubo 13 combates. 10 fueron ganados por la guerrilla. La batalla de El Danubio quedó en tablas. Perdieron los combates de La Boca de las Andes donde fue herido y hecho prisionero Joaquín Montoya (Quinillo). Este fue humillado y escupido en la plaza de Salgar por la chusma conservadora. En el combate de la boca de Santa Lucía, cerca del caserío de la Aldea, fue herido Fabio Borrego. En el combate de la Gurría cerca de Concordia, Miguel Borrego (Pata de Cabra) recibió un tiro de fusil. El disparo le destruyó la cara y sin asistencia médica se recuperó perfectamente. En el combate entre las veredas Santa Lucía y las Andes, Manuel Rodas (Barroseño), cruzó con un tiro de fusil a dos policías. En el combate de Selva Alegre pereció el Capitán Pantera y Aníbal Morales. Pablo Urrea se atrincheró en una ceja de monte provocando varias bajas a la policía.

En el Danubio tomó parte el Capitán Franco. La policía y el ejército de Urrao, bien atrincherados, lo esperaron en una quebrada. Franco logró salirse después de tener varias bajas usando las mismas bestias de trinchera. Allí perecieron dos soldados boyacense es excombatientes de Corea. Fueron traídos a Concordia en donde se les dio sepultura. El 13 junio del 53 se presentó el último combate entre la clara y la Santa Lucía pereciendo varios policías en una emboscada tendida por los Castrillón y los Rodas. Un arma muy temida en las emboscadas fue la carabina San Cristóbal, terrible arma de salón.

En la vereda las Andes una expedición punitiva conservadora comandada por Luis Quintero, Luis Vanegas, y Marcos Zapata y “Cáscara Amarga”, hizo prisioneras a 13 mujeres matando a 12, entre ellas a Rosa Muñoz. Anatolio Muñoz Velázquez huyó herida. El Yerbal y el caserío de Luciano Restrepo se convirtieron en veredas mártires de Betulia. En Urrao fueron todas las veredas. En Salgar la Clara y las Andes. En Concordia, Morelia y el Socorro.

La guerrilla conocía muy bien el terreno en Salgar. Para ello el Capitán Franco utilizaba a sus auxiliares Manuel Rodas y Paul Urrea. A principios del 50 Rodas mató a dos policías en una emboscada cercana al Puente de Troya. Luis Londoño, jefe de policía y el alcalde buscaron el chivo expiatorio haciendo preso a todo el vecindario y en el cuartel fusilaron a dos hermanos de apellido Durango. La orden impartida desde Bogotá era: 10 muertos liberales por un conservador. En esta siniestra política de muerte intervino el pensamiento de Luis Ignacio Andrade quien con su jefe Laureano Gómez, vivían en el inquisidor siglo XVII. Las veredas La Gulunga, la Chaquiro y El Concilio, se convirtieron en una verdadera necrópolis por las tradicionales familias rivales que crearon un sistema de autodefensa contra las autoridades. En el camino viejo a Salgar llegue a contar 68 tumbas. En el cañón del Barroso imperaba la consigna de "sangre y fuego". El caserío la Clara quedó en cenizas. Y en venganza el Capitán Franco incendió la finca de la Liborina de Martín Suárez, finquero sectario quien entregó dos humildes trabajadores en manos de Luis Londoño y compañía, asesinando a uno de ellos en el río San Juan. El otro recibió muerte en la finca Sabaleticas.

José Ignacio González Escobar

miércoles, 30 de octubre de 2013

CONCORDIA. FRENESI Y GUERRA. CAPITULO 10


 

CONCORDIA. FRENESÍ Y GUERRA

CAPITULO 10

EL ABALEO, EL JURAMENTO HIPOCRÁTICO Y EL REMORDIMIENTO.

A las 10 de la noche en una de las esquinas de la plaza se presentó un abaleo con un herido. Iván Mejía ensayó un revólver contra un ciudadano liberal. Coincidencialmente el pasaba frente a la cantina en donde Iván estaba bebiendo fracturándole una pierna. Al mismo tiempo en el café el Danubio, Miguel Laverde, el mismo que horas antes me había amenazado con Chúmara, ya todo ebrio y rabioso, mandó la mano contra el mostrador de vidrio lesionándose tres tendones extensores. En el hospital trabajé hasta las horas del amanecer atendiendo a los dos heridos. Laverde no se quiso acostar. No pronunció palabra. Permaneció sentado en un taburete observando el acto quirúrgico. Terminado no quiso quedarse en el hospital, ni dio las gracias, ni pidió la cuenta y se madrugó para Medellín con el antebrazo enyesado. Allá consulto médicos los cuales encontraron muy satisfactorio el trabajo efectuado en el hospital. Regresó a los ocho días presentándose en mi consultorio con el directorio conservador a pedir la cuenta. Dijeron que no me daban la administración del hospital porque yo era liberal pero que les diera el nombre de un médico de confianza conservador, que yo trabajara con él y por ello sería respetado y acatado.

APOYO PROFESIONAL

El 19 octubre 49 se presentaron a mi consultorio los conservadores Jesús María Arias, Alejandro García, Pablo González, Luis Felipe y José Manuel Betancourt y Juan Laverde. Tomó la palabra Avelino González Toro para decirme que me apoyarían como ciudadano y como médico, que debía quedarme en la población. Acepté la proposición. Inmediatamente Juan Laverde me llevó a su casa para ver a su hermano Víctor Laverde guíen hacia un mes había sufrido una fractura de una pierna. Nombré al doctor Carlos Torrente Llano para administrar el hospital. Tolimense, quien era un brillante internista y obstetra, buen vestir, siempre de camisa blanca, sombrero fino, amigo de la literatura universal y colombiana, conocedor como pocos del folclor colombiano, amigo personal del dueto Los Tolimenses, gran admirador de Carlos Julio Ramírez y qué diremos de las trovas y troveros, tocaba la guitarra y excelente conversador. Entonces María nos preparó un apartamento dentro del hotel con una tercera cama para ser ocupada por cualquier huésped distinguido que llegara. Una noche tuvimos como vecino a un hijo de Mariano Ospina Pérez, quien, ametralladora en mano, vino a sacar un ganado de la finca La Palmera.

Torrente fue nombrado médico oficial después de que el directorio conservador de Concordia consultó al directorio conservador del Tolima y al municipio de Santa Isabel de donde era oriundo su padre. Lo acompañé en su misión de manejar el hospital, cuando se requiriera de dos médicos, haciéndolo de manera gratuita a pesar de que me ofreció la mitad de su sueldo por esa ayuda. La noche en que yo bebiera el debería estar en guardia médica y viceversa. Yo le informaría las quejas o peligros que escuchara de los liberales y el me informaría de las que proviniese de las autoridades y de la chusma conservadoras, ya que el notablato conservador si me estimaba.

Para hacer notar la nobleza y el respeto de la comunidad de ser médicos, comprábamos el mismo paño para hacernos los vestidos, las mismas corbatas y usábamos el mismo estilo de zapatos. Visité a Bruno González en Medellín quien habitaba cerca al cementerio de los pobres después de su huida. Me dijo que debía permanecer en Concordia porque existían muchos enfermos en el sector campesino, familias demasiado buenas, tanto liberales como conservadoras, y que si no me era suficiente pusiera una farmacia que él me prestaría el dinero

ESTRATEGIA POLÍTICA

A las tres de la tarde en el bar la Bastilla habría una reunión política con líderes liberales del suroeste por qué el directorio liberal de Antioquia fue allanado por detectives y policías días antes. (Posiblemente la misma que menciona el capitán Franco como el motivo de su rebelión que lo llevó a la conformación de la guerrilla liberal de Urrao). La reunión la iba a hacer el doctor Fernando Agudelo Villa en el barrio Aranjuez pero fue bloqueada por las autoridades de turno.
La estrategia era la siguiente: el próximo domingo el partido conservador crearía problemas de orden público en ciertas poblaciones del país con sus autoridades y brigadas de choque. El Partido Liberal se vería obligado a responder con las armas. El plan para el suroeste tenía como epicentro las poblaciones de Urrao, Betulia y Bolombolo. El plan nos pareció infantil y peligroso siendo rechazado y enterrado. El problema en el fondo buscaba era un golpe de estado por parte del Ejército. Las guerrillas liberales debía ser algo pasivas, asustar con su presencia y no comprometerse con crímenes atroces. Salí de la reunión un poco desilusionados y amargado

SUERTE MATRIMONIAL

Me marché para Concordia en compañía del médico Angelberto Guevara, santandereano, quien trabajaría en Bolívar. Nos invitaron a una fiesta la casa de Petra Escobar y Pablo González. Allí encontramos a dos hermanas, una morena y otra rubia. Angelberto me propuso un carisellazo. Lanzó la moneda y ganó eligiendo a la rubia. Yo me quedé con la morena, quien es mi esposa. Ante eso Angelberto se quedó en Concordia pero la plaza no daba para tres médicos. Tiramos otro carisello y yo gané. Angelberto ejerció en Pereira y en la actualidad trabaja en un hospital de los Estados Unidos.

EL ASALTO EN BETULIA

El señor Jesús María Muñoz de Betulia vino a buscarme porque su señora estaba de parto y era primeriza, diciéndome que no tuviera miedo de ir porque él pertenecía al partido conservador y al clan de los Muñoz eran los nuevos mandones en ese municipio. Llegamos a su casa y atendí a su señora hasta las tres de la mañana. Ésa noche las brigadas de choque fascistas conservadoras de Betulia habían atacado e incendiado la vereda El Yerbal. Allí mataron a un campesino y a un niño menor de edad.

El alcalde preocupado los amenazó con hacer una investigación que provocó una manifestación frente a la alcaldía. La orden dada por la chusma conservadora de Betulia fue la de que a partir de las dos de la tarde ningún manzanillo debía estar en la plaza pública o sus alrededores. Era parte de la orden proveniente de la capital de Antioquia quienes habían decidido crear un problema de orden público para llevar al cierre del parlamento escogiendo para ello las poblaciones de Bello, Itagüí y Betulia.

Cuando la brigada me vio avanzó hacia mi persona compuesta por Leopoldo Muñoz (Poldo), José Luis Piedrahita, Jaime Mejía, Manuel Caro (La Muerte), Pedro Luis Duque (El Mono), Darío Mejía (El Panadero) y varios más. Un individuo rechoncho y barbado sacó una peinilla diciéndome, médico HP, comunista. Óscar Agudelo logró contenerlo. Jesús María Muñoz, el mismo que me había llamado para atender el parto, detuvo a su primo Poldo. Un joven de pantalón corto llamado Jaime Arcila salió corriendo. El Mono Duque gritaba vivas al partido conservador manipulando un revólver del que se le fue un tiro hiriendo a uno de sus compañeros quien cayó al suelo. El barbado se me abalanzó con una peinilla en la mano. Le puse la rodilla y el hombre se fue al piso. Se convirtió aquello en una querella entre conservadores de Betulia donde unos me atacaban y otros me defendían.

Óscar Agudelo, conservador de Bello e inspector de higiene que acababa de llegar de Altamira y con quien me dirigía a almorzar a la casa de Julián Vélez, también conservador, que nos había invitado me cubrió durante varios metros llegando al centro de la plaza donde me encontré frente a frente con el Mono Duque, quien con mano temblorosa me hizo cuatro disparos a quemarropa. Uno de ellos penetró mi maletín de médico donde llevaba un frasco de alcohol y otro de ácido nítrico para hacer análisis de orina los cuales estallaron destilandose los productos y generando un húmero quemante. Con el maletín neutralice el revólver que traía oculto debajo de una ruana José Luis Piedrahita. Con el humo creyeron que se trataba de una bomba y salieron corriendo. Salí despavorido tumbando mesas de carnicería, desparramando cuchillos, hachas, tocinos, carnes, bultos de maíz y de frijol.

Una hermosa rubia de ojos verdes, dueña de un almacén y Julián Vélez, cuentan que me hicieron más de 30 disparos. Del Mono Duque recibí uno en la mano y otro en la pierna izquierda el cual es la causa de cierta cojera que me da por épocas. No sé cómo llegué al consultorio al lado de la alcaldía donde el alcalde y la policía me protegieron.

El señor Bernardo Giraldo dijo que había varios muertos en la plaza. Me desmoralice sentándome en un taburete. Lleno de terror pánico no podía caminar ni hablar. En un momento creí que la policía me iba asesinar. El alcalde cuadró una camioneta para llevarme a Concordia y al llegar a La Raya me di cuenta que venía acompañado de dos policías en la banca de atrás y de dos heridos: el Mono Duque con un balazo en el bajo vientre y un vendedor de maíz con un impacto en el tórax.

Los heridos sobrevivieron después de las cirugías practicadas en el hospital de Concordia. Pensé en abandonar a Concordia pero Torrente amenazó con seguirme lo que suscitó una caravana de vehículos organizada entre los dos alcaldes y encabezada por el sacerdote Manuel Salvador Vargas para pedirme excusas. Estaban sin médico y que cuando me necesitaran me enviarían una escolta. Desde entonces visito ese rico municipio cafetero, conozco todas sus veredas, tanto en horas del día, la noche y a sus gentes necesitadas.

LAS BRIGADAS DE CHOQUE FASCISTAS DE LA CHUSMA CONSERVADORA

En Bolívar tiene origen una brigada de choque fascista armada de un carro con fuertes sogas. En Andes y Urrao arrancaron las estatuas de Rafael Uribe Uribe. En esta última población, acompañados por concordianos. La cabeza del monumento la trajeron a la tienda en Concordia de Teófilo Escobar colocándola en el orinal. Posteriormente la llevaron al bar Roma del barrio Guayaquil en Medellín. El medallón de Ñito Restrepo fue dinamitado lo mismo que la estatua de Uribe Uribe en Salgar por una brigada de bolivianos y concordianos. Aparecieron, pues, los destructores de estatuas siendo su jefe el boliviano Antonio María Puerta. En Bolombolo la brigada la comandaba Miguel Laverde quien era inspector de policía. El jefe intelectual Antonio María Restrepo, quienes pagaban cabeza de liberal a $50. Siendo este poblado cruce obligado del río Cauca y puerta de ingreso al suroeste, registraban todos los vehículos pasajeros humillando y aplanchando. Uno de ellos fue Eduardo Parra registrador en el municipio de Andes que escribía con el seudónimo de Tartarín Moreira. El doctor Torrente me contó que sus copartidarios enfermos del hospital fueron sacados con bayoneta y revólver a las mesas de votación.

TENEBROSO VIAJE

El segundo domingo de diciembre del 49 llamó el doctor Carlos Mario Londoño, secretario de gobierno departamental, quien días antes en Bolombolo en una reunión de alcaldes clavó un cuchillo sobre una mesa diciendo que así se iba a tratar al Partido Liberal y lo cumplió. Me ordenó ir al Betulia urgentemente porque había heridos y muertos. Llegó a Bolombolo un automóvil con cinco policías santandereanos y boyacenses. Me acomodaron en el puesto de adelante. Hernán Arias insistió en acompañarme por amistad en vista del inminente peligro que corría y llamando a su primo Rafael se subieron a los estribos laterales del vehículo. Llegando a la vereda Piedra de Candela uno de los policías de atrás, borracho, le dio con el quepis al de adelante y lo trató de HP boyacense. Este saco el yatagán y lo amenazó con él. El otro desaseguró el fusil dentro el vehículo. Yo casi me desmayo, estaba dentro de la caldera del diablo. Afortunadamente los otros tres policías intervinieron, hicieron detener el carro y desarmaron a sus compañeros.

A Betulia llegue presa de un mareo aterrador. Brigadas de policías conservadoras armadas hasta los dientes recorrían el pueblo. Lanzaban tacos de dinamita. Esperaban un ataque de la guerrilla con quien, en la tarde, habían sostenido un combate en la vereda los Animes. Fue muerto Darío Cadavid y herido su hermano. El coordinador de las brigadas era nada menos que Pedro Cardona, armado de un descomunal sable. Eugenio Arango sostenía un pavoroso Grass. Cardona me facilitó un vehículo para transportar al herido a Concordia para poderlo intervenir quirúrgicamente.

PERFIL DEL CHUSMERO CONSERVADOR Y SUS EXPEDICIONES PUNITIVAS

En la guerra civil del 49 apareció un nuevo elemento: el chusmero conservador. Hombre amaestrado y patrocinado por las autoridades, sin escrúpulos. En unos había una mística por el Partido Conservador y otros iban detrás del móvil económico. Un sectarismo rayano en la desesperación. Armados por los directorios conservadores y por las alcaldías de cada municipio. Se acrecentó el mercado de las armas de todos los calibres. El directorio conservador de Antioquia, en la Playa con el Palo, tuvo en el patio posterior un polígono de tiro. Los cuarteles de policía instruían a sus copartidarios en el arte de la matanza. Los Jefe de la chusma de Bello fueron Miguel Velázquez y Leonel Gómez quienes llegaron a tener casi el mismo poder político que el gobernador de turno. En Bolívar, los jefes fueron Jesús Rodríguez y Chúmara. En Concordia, Miguel Laverde. En Betulia José Luis Piedrahita y Leopoldo Muñoz. En Bolombolo, Antonio María Restrepo. En Salgar, Luis Quintero (Gestas) a quien en compañía de Luis Vanegas, y Marcos Zapata, Emiliano Rueda y “Cáscara Amarga” les contabilizaron 109 asesinatos.

José Ignacio González Escobar

martes, 29 de octubre de 2013

CONCORDIA. FRENESI Y GUERRA. CAPITULO 9


CONCORDIA. FRENESÍ Y GUERRA

CAPITULO 9

VISITAS DE OSPINA A BOLÍVAR.

Bolívar fue visitado en 1945, en plena campaña electoral, por Mariano Ospina Pérez a quien se le acercó un campesino liberal preguntándole si iba a ser Presidente de la República, recibiendo la enfática respuesta de un sí. El campesino respondió: ¡Bueno es saberlo, para ir cogiendo al monte!

Durante su segunda visita en 1948, estando en ejercicio de la presidencia y pasado los sucesos del 9 abril, en plena cabalgata, jineteaba el mejor ejemplar caballar del municipio. El caballo corcoveó casi derribando al Presidente. Gabriel González (Botija), de Concordia, le gritó: “No lo tumbaron el 9 abril los liberales y los comunistas, para que lo venga tumbar este táparo de caballo”. Inmediatamente el dueño del caballo llamó a Gabriel reclamándole, no por lo del 9 de abril sino por el maltrato a su caballo.

El padre Bernardo Restrepo Peláez convirtió el púlpito en una cátedra de antiliberalismo. En la puerta del directorio conservador de Bolívar hacían presencia una mujer vestida de azul de apellido Villa, cuchillo en mano, el cual lo enterraba en las masas glúteas de los señalados. Y un joven de 13 años con una peinilla, quien empezaba el aplanchamiento.

CHÚMARA Y PESOTE

Las brigadas de choque tuvieron hombres de armas tomar, fanáticos políticos, sin escrúpulos y excelentes tiradores de revólver: Jesús María Vélez (Chúmara), Fernando Gutiérrez (Fernandito) e Iván Agudelo (Pesote). Pesote en compañía de Fernandito, por cuestiones de competencia, dieron muerte al concordiano Manuel Toro. Pesote, que acostumbraba vestir a lo charro mexicano, con dos revólveres al cinto, tomó parte en la quema de varias máquinas de caña de hacendados liberales. Una tarde lo vieron salir de la zona de tolerancia de Bolívar con un sombrero de mariachi, una chaqueta azul y el resto desnudo. Dos escobas amarradas a los testículos y un revólver gritando viva el Partido Conservador. En otra ocasión se presentó al alcalde Jesús Rodríguez para dictarle su decreto: "Todas las casas de la población debían ser pintada de azul".
En los funerales de Ricardo Restrepo, quien mató a dos liberales en Hispania, hizo colocar el féretro al pie de la estatua de Bolívar en plena plaza de ese municipio, comparándolo a este. En 1950 mató a un inspector de policía en Salgar. Yo, en su borrascosa vida, tuve seis encuentros con él: en octubre del 49 en un garito de Salgar. En el mismo mes en la plaza de Concordia. Posteriormente en el puente de Bolombolo. En la fonda El Remolino. Otra noche en el Puente de Zinc. Después en Bolombolo cuando le arrebate de sus garras a Gorgonio Zapata.

LAS FONDAS CAMINERAS

Las fondas del suroeste crearon una especie de subcultura. Anexa a la venta de comestibles funcionaba la respectiva gallera con pesebrera, patios y explanadas. En esta última se libraban los duelos a machete. Familias enteras desaparecieron a golpes de machete. Sobresalieron en estos duelos el boliviano Roberto Agudelo y Manuel Pérez quienes lucharon a machete por espacio de dos horas al cabo de las cuales, ambos contrincantes, sin ningún rasguño, se dieron las manos y pactaron amistad. Después Pérez fue muerto cerca de esta fonda por una familia numerosa de una de sus víctimas. Los Vascos de El Concilio.

Elisa Torres Guzmán, junto con un policía, fue macheteada por uno de los Vasco en la fonda de La Hondura. Los Vasco y los Foronda, antes de la guerra civil, durante ella y hoy en día, sostienen un duelo a muerte. El camino viejo de El Concilio a Salgar presenta unas 60 tumbas.

Durante la guerra de 1949 muchas familias congelaron sus odios porque ya la lucha era contra la autoridad política o contra las expediciones de la chusma y José Londoño, jefe de la policía de Salgar. Las fondas camineras de La Popa las oficiaba el mandamás, el Nieto Castilla. En Salgar, la fonda Santa Clara. Después la de El Barroso. En límites con Bolívar, la Hondura. Después la de Remolino y la de San Gregorio. Estas fondas me hacen recordar la subcultura y los actos antisociales que practicamos por las mismas calendas en los alrededores de Bello pero en la forma deportiva del fútbol.

PARTIDA DE DESCONCIERTO

El 14 octubre 1949, Ernesto Ruiz, alicorado, me abrazó llevándome a una de las mesas de la cantina y felicitándome por mi liberalismo. Tenía una gran noticia que darme: el grupo liberal de Concordia que él dirigía estaba bastante incómodo con las actuaciones del alcalde Bernardo Jaramillo y sobre todo la de su jefe de policía Domingo Gómez a quien había que matar. Esa noche iba a ocurrir algo grave en la población.

Permanecí callado y agradeciéndole el informe me despedí de mano e inmediatamente me fui a comunicarle a Bruno González. Bruno no creía en las amenazas para esa noche. Salí desconcertado, tomé mi equipaje y me enruté hacia Medellín. En Bolombolo recibí otras noticias. En Betania se contaban dos muertos, en Fredonia los conservadores atacaron el directorio liberal, los amagaseños provocaban a los titiribíseños. Yo había notado dentro del liberalismo dos líneas: la blanda civilizada de los notables y la dura, impulsiva y beligerante de origen gaitanista.

TRES ESTRATEGIAS

En el bar La Bastilla de Medellín fui abordado por unos seis jóvenes que gritaban vivas al partido conservador. Los encabezaba un joven alto, desgarbado, estudiante de medicina. Era Tulio Bayer quien posteriormente viraría hacia la izquierda. Al reconocerme me pidió excusas. A los conservadores, los liberales, le habían servido un buen plato condimentado adelantando las elecciones para la presidencia. Los sucesos del 9 abril más el mote de comunistas que nos endilgaba Laureano Gómez, a través de su periódico El Siglo, fueron las tres estrategias conservadoras que llevaron al Partido Liberal al borde de la anarquía y la disolución.

EMPIEZAN LOS APLANCHAMIENTOS

A la salida del estadio tuve un pálpito de que algo debía estar sucediendo en Concordia. Dos detectives llegaron a mi casa citándome a la Secretaría de salud donde encontré a los médicos Gonzalo Gallegos y Murillo quien estaba bastante ofuscado. Me dijo que debía haber estado en el municipio de Concordia porque era un abandono del puesto. Concordia estaba sin médicos oficiales y había dos muertos. En Itagüí los liberales habían matado también a un policía. Al doctor Bruno González y Alberto Sierra los habían hecho abandonar la población. Debía regresar a Concordia hacer las necropsias. Exigí protección y me enviaron con dos detectives.

Llegamos a Concordia a las 12 del día y en ese instante se me abalanzó la chusma recientemente conformada. Recuerdo entre ellos a Antonio González, José Ortiz, Abelardo Ruiz, Hernán Ruiz, Rafael Laverde, Eduardo Vasco y un policía. Carlos Borrego me cogió de la corbata pidiendo me identificara políticamente. Inmediatamente intervinieron los detectives. El alcalde Bernardo Jaramillo complacientemente observaba los acontecimientos desde la ventana de la alcaldía. La mayor parte de las puertas y ventanas de las casas permanecían cerradas, el ambiente era lúgubre y pesado.

Doña María me contó que el sábado y el domingo pasados un señor de nombre Miguel Laverde con varios acompañantes, peinilla y revólver en mano, habían ido a solicitarme. La tienda de Pablito Restrepo fue saqueada, el directorio liberal incendiado. Los campesinos de tres veredas fueron sacados a golpes de peinilla de las tiendas por el alcalde y la policía. Se habían iniciado los aplanchamientos en el municipio de Concordia.

Ese 14 de octubre fue escogido por los conservadores para iniciar la violencia masiva en todo el país porque se conmemoraba el aniversario del nacimiento del general Uribe Uribe. Al doctor Bernardo Ospina lo atacaron haciéndolo ir de Betulia. Al doctor Jesús María Mejía de Salgar. Los liberales de Concordia e Itagüí se dejaron provocar matando a un policía en cada una de estas poblaciones.

NECROPSIA DE DUELO

Fui al hospital por los instrumentos para las necropsias y el personal me contó que por poco la chusma enardecida mata al doctor Bruno González. Sobretodo al doctor Gustavo Sierra quien tuvo que huir subrepticiamente. Existía una primitiva y bárbara costumbre: la de hacer las necropsias en los cementerios y en presencia de los duelos y curiosos.

Una de ellas era la de un agente de policía municipal llamado Gabriel González (Tonono) oriundo de Concordia y quien fue muerto por equivocación. En la calle que conduce al barrio de tolerancia, en compañía de Francisco Arredondo (Chico), le dispararon desde una barranca matándolo. En el cementerio, Gabriel González (Botijo) empezó a gritar y hacer tiros al aire. El alcalde le llamó la atención fuertemente a él y a sus acompañantes. Éste se protegió tras un eucalipto del cementerio desafiando al alcalde para que se dieran bala ya que el muerto era su primo. Yo sin perder la serenidad abandoné del cementerio.

LA SAMARITANA.

El carro de Hernán Betancourt me transportaría a Bolombolo pero al cruzar la plaza principal me llamó un individuo diciéndome que necesitaba conversar conmigo en la tienda de Emiliano Restrepo. Allí había dos individuos compañeros de Miguel Laverde. Acepté y me pidieron que les explicara por qué no había encontrado la bala en el cuerpo de Tonono. Les di una explicación sencilla que no aceptaron. En vista de los reclamos descarados y en tono grosero de uno de ellos, que resultó ser el mismo que 12 días antes conocí en el garito de Salgar vestido de charro mexicano y dos revólveres al cinto, Jesús María Vélez (Chúmara), traté de que la conversación fuera una charla lisonjera la cual no fue entendida por su compañero Fernandito Gutiérrez quien, con la lengua, trataba de saborearme. En un momento creí que me iba tirar el vaso de cerveza.

Un frío tenebroso invadió mi mente. Estaba frente al rey de una de las chusmas más conservadoras del suroeste antioqueño y su acompañante era una especie de guardaespaldas. Varios parroquianos que estaban en el establecimiento, empezaron a retirarse. Juan Laverde que atendía el negocio y servía los tragos trató de defenderme siendo rechazado por Chúmara. En ese momento entró una mujer trigueña, alta, garbosa y burguesa. Le pidió un paquete de maizena a Juan y hacía como que lo examinaba. Éste le pasó una nota rápidamente.

Había cometido un grave error: el no haberme marchado hacia Medellín. Pensé que Fernandito era quien iba a dispararme. Miguel Laverde me dijo que no había encontrado el proyectil porque el muerto era conservador y yo era liberal. Chúmara intervino diciéndome que abandonara la población cuanto antes porque no me merecía un tiro sino cinco.

En ese instante llegaron los detectives que habían sido llamados por la elegante samaritana de filiación conservadora que había entrado en la tienda. Había seguido los acontecimientos desde la tienda de Emiliano Restrepo. Uno de los detectives, conocía a Miguel Laverde y le puso, con cierta sonrisita, la mano sobre el hombro. El otro me llamó a la acera. Acababa de salir de un túnel tenebroso y espinoso. Miré hacia la Iglesia que me pareció un hermoso monumento arquitectónico y por cuyo atrio iba la garboso y generosa samaritana. La cual, noblemente, me había rescatado de las garras de una muerte prematura de parte de tres conservadores que, de armas tomar, me iban a proporcionar. Tratábase de Ofelia Montoya. Viajaría al otro día.

José Ignacio González Escobar

lunes, 28 de octubre de 2013

CONCORDIA. FRENESI Y GUERRA. CAPITULO 8


CONCORDIA. FRENESÍ Y GUERRA

CAPITULO 8

CULTURA DE APOSTADORES Y LUDÓPATAS.

Arturo Vargas de Concordia, trigueño, juguetón, era y es el decano de las apuestas entre los caballos, seguido por el salgareño Hilario Salazar. El 29 septiembre 1983 Arturo Vargas hecho una carrera entre Bolombolo y Concordia. Un caballo de Titiribí financiado por el trabajo legal de los finqueros del suroeste antioqueño y una yegua traída de Pereira, por la clase emergente, producto del trabajo ilegal, por 50 millones de pesos. Ganó el caballo el cual murió a los dos meses.

El amor por los dados tenía la siguiente escala: Salgar, Concordia, Bolívar, Betulia, Andes, Fredonia y Urrao. Los gallos: Urrao, Salgar Fredonia, Andes y Concordia. Las carreras de caballos: Concordia, Salgar, Jericó, Bolívar, Fredonia y Andes. En el juego de dominó y cartas sobresalía Francisco Luis Colorado (el Overo). Hombre hosco, dispéptico que no sonreía nunca. Se presentaba en ese tiempo el tahúr profesional y el ocasional. El tahúr profesional hombre frío, calculador, parecido al prestamista, sin sentimientos de solidaridad humana. El tahúr es individualista. Hace del juego una profesión y su modus vivendi. Considera al juego como la máxima pasión superior al poder, a la sexualidad, a la amistad y al amor. La familia es secundaria. En muchos de ellos hay un componente machista. En otros un hastío por la vida. Nada por fuera del juego le interesa. Otros son masoquistas. Tienen el pálpito o la intuición de que van a perder y sigue jugando. El juego es como un escape y una concreción de complejos. Realmente es una institución y una enfermedad. Tiene sus rivalidades y crea una comunicación con los jugadores de otros pueblos formando una especie de hermandad, moviendo festivales, patrocinando hospitales, sociedades de mejoras públicas e instituciones de beneficencia a través de las alcaldías.

La cooperativa de municipalidades estaba construyendo un hospital regional en Concordia. El autor intelectual de la obra fue el doctor Bruno González. Concordia se había constituido en un centro médico. Lázaro Restrepo, representante a la Cámara presentó la ley y sacaba las partidas anuales del presupuesto nacional.

FAMOSO BURRO

En Concordia se encontraba el famoso burro de La Coruña y el caballo Mago de la Herradura. Alberto Uribe, uno de los dueños de la finca La Aguada, criaba hermosos ejemplares caballares. Alberto Uribe era sagaz, atrevido, conversador afortunado aficionado por las fincas y los caballares. Se hizo cliente de La Bolsa acompañado de Gabriel González (Botijo), ciudadano hipertiroidano y exagerado. Prototipo de antioqueño.

CEMENTERIO LAICO

Luis Felipe Posada llegó a Concordia antes de la muerte de Rafael Núñez. Fue un gran escribiente, buen vestir, caligrafía maravillosa, humor de mil maravillas, aguardientero y cierta sensibilidad social. Era una especie de abogado de los pobres en el tiempo libre después de la oficina. Era una especie de memorialista, defensor entre otros de la Mona García. Murió en 1937 como librepensador. Fue enterrado en la orilla la carretera en el cementerio como en una especie de cementerio laico. (Para finales de los años 60 aún se podía ver una pequeña tumba cubierta por una lámina de zinc y rodeada con un alambre de puas para que no la dañara el ganando que pasta en el potrero. Quedaba en la parte alta del talud de la carretera justo al frente del cementerio católico donde los chicuelos curiosos solían asomarse con cierto temor para ver cuál era el misterio que contenía).

PERSONAJES DE TIRIBI

Una noche nos saturamos del versificador tomando la palabra poeta Jorge Quijano. Titiribí ha sido un semillero de pueblos y de hombres notables en todos los ramos del saber humano: Uribes, Posadas, Vélez, González, Restrepos. Personas de versos desbocados y picantes. La marca de éstos está en la finca llamada Los Micos.

Su riqueza minera atrajo a numerosas familias extranjeras como los Johnsons, Wolffs, Moores, Freydells, y el conde francés Gustavo Adolfo de Bourmont. Louis de Girardot, nacido en París, (padre de Atanasio) fue uno de los primeros que explotó los minerales del zancudo. Los Freydell construyeron la barca de los pobres que en el día de la inauguración se ahogó en el río Cauca Alberto. Los Wolffs fueron magníficos manipuladores del hierro. El célebre cuentista, filósofo y minero Efe Gomes, de Fredonia, autor de Guayabo Negro vivió y trabajó en Titiribí. Baldomero Zanini Cano, maestro de uno de sus colegios, siendo novio de Cecilia, hermana de Benito Restrepo no gustó a la Restrepería por su color negro. Cariolano Amador, millonario célebre por sus frivolidades y extravagancias que hicieron historia. Le llevó al rey de España un jarrón con su correspondiente palangana fabricada con cuatro libras de oro puro. Adquirió el título de Conde de Amador, fundó el Banco de El Zancudo. Cuando se quebró trató de vender acciones de este banco en la Bolsa de París.

El ingeniero inglés Tyrrel Moore hizo un montaje minero desconocido en Antioquia y en Latinoamérica y elaboró el plano de la población de Bolívar.

En 1748 Francisco Pacheco denunció una mina de beta cerca al río Amagá. Los minerales de El Zancudo fueron en un principio propiedad de José María Uribe Restrepo y luego pasaron a manos de Cariolano Amador. Francisco Quijano fue un próspero comerciante que llegó a tener 40 buenas haciendas. Ruperto Echeverri tuvo una hacienda que iba desde los alrededores de Titiribí hasta Bolombolo llamada San Joaquín.

El pueblo fue trasladado de Sitioviejo a su actual ubicación en 1815. La población tenía una vocación minera con salero andaluz de mujeres elegantes y hermosas. Hombres con fama de conversadores, bien vestidos, el típico cachaco, el pueblo amante de las corridas de toros, la literatura, caballistas, tahúres, pendencieros, magníficos jinetes. Ciudadanos que descollaron en la medicina, ingeniería, el derecho, en los campos de batalla. Filósofos como el famoso Masato Y copleros como Indalecio Ortiz.

Fueron fundadores de Concordia y Andes con sus respectivas fracciones de Jardín, Betania Bolívar y Salgar. Los Restrepos, González y Londoños salgareños, son los mismos de Concordia.

DE BOLÍVAR

El boliviano es audaz, hiperemotivo, emprendedor, gran negociante. Famosas sus fondas camineras de Farallón, Alfonso López, Ventorrillo y Remolino. El arriero quiere a sus mulas. Alegra las veredas por donde pasa, es el correo de la región, traer la última noticia y el chisme fresco, glotón desde comidas frías, calientes, mal preparadas, emplea un lenguaje con palabras de grueso calibre. En su peregrinaje compra productos baratos para después venderlos caros. Muchos de ellos han hecho grandes fortunas. Individuos dispépticos con una gran predisposición a la úlcera duodenal. Sucios, crudos, amigos de la intemperie y se enorgullecen de su oficio. Famosas fueron las recuas de mulas de Urrao a la vereda de Piedra de Candela. De San Mateo a Concordia. De San Mateo a Cangrejo. El Salgar a Bolívar y de esta a Andes pasando por Betania. Todos los caminos de herrería conducían a Titiribí, municipio que por su producción minera engullía los productos del pancoger, ganados y cerdos producidos en Concordia.

CAUSAS DE LA GUERRA CIVIL DEL 49

·       La dialéctica entre liberales y conservadores por la concepción del estado: Autoridad, intervención, moneda, reforma agraria, participación religiosa, pérdida de poder.

·       Complejo de inferioridad del partido de gobierno ante las nuevas elecciones.

·       El 9 abril 48 que dio lugar a la muerte de Jorge Eliezer Gaitán.

·       La perpetuación en los puestos públicos según la afiliación partidista.

·       Los odios heredados de las contiendas del siglo pasado como la guerra de los 1000 días

·       El nuevo orden conservador implícito en la pax romana y no en el diálogo.

·       El contagio mental y cultural de la guerra civil española. Derechas colombianas indicando a sus iguales franceses y españoles. Mariano Ospina y Laureano Gómez imitando al general franco la formación de brigadas de choque, las expediciones punitivas en los municipios, las armas oficiales para estas, las consignas, los eslóganes iniciadores. El famoso "paseo" al amanecer. Los fusilamientos de los cementerios, cunetas y precipicios con deguello con previa tortura por parte de funcionarios oficiales. Las técnicas de muerte de los falangistas en España fueron las mismas que presenciamos en el suroeste.

·       La rigidez de la propiedad privada y la carencia de reforma agraria. Las tierras planas y fértiles valles dedicados a la ganadería y las vertientes erosionadas estériles a los cultivos.

·       Gobiernos al servicio de terratenientes e intereses extranjeros.

·       Carencia de un plan de desarrollo económico sólido que ignora al hombre colombiano.

·       La universidad colombiana fabricando títulos que ignora las riquezas sociales, humanas y materiales de la nación. Sectarismo y rigidez de la religión católica con curas que llegaron a decir que matar liberales no era pecado.

·       Influencia del machista folclor mexicano que eran el abrevadero del carácter sentimental del pueblo.

·       El semen retenido de los colombianos por medio de la represión a la sexualidad por medio del adoctrinamiento en un irracional puritanismo.

·       La legislación equivocada parlamentaria como la de la ley para anticipar las elecciones presidenciales.

·       La ley de nacionalización de la policía sin adecuadas formación nacionalista y cívica, por medio de la cual llegaron los guardianes del orden traídos de otros municipios y diversos departamentos que no conocían a la comunidad, al delincuente ni lo diferenciaban con el hombre de bien.

·       El móvil económico del enriquecimiento rápido atrincherado en banderas partidistas.

·       La contrarrevolución conservadora que pretendía eliminar el reformismo instaurado por Partido Liberal a partir de 1926. Como la propiedad privada pero con función social e intervencionismo del estado.

·       Los odios de ciertas comunidades y familias, estimulados a nivel federal y parroquial buscando un predominio económico.

APLANCHADORES, CURAS Y TRANSPORTADORES DINAMITEROS DE BELLO

En la década del 40, Bello políticamente se conoció con el nombre de "el arca de Noé". Tierra de arribistas políticos, de quijotes, de correveidiles. El epicentro de estas actividades fue el concejo municipal donde hubo un concejal muerto y fue herido Jorge Villa Moreno. El presidente Belisario Betancur, en su época cavernícola y antiliberal, dirigió unas elecciones revólver en mano. En una manifestación política de tinte laurianista recibió una pedrada en la cabeza. Bello constituyose en un fortín laurianista y en la década del 60 fue un reducto Rojaspinillista., En donde operó el cuartel general de este movimiento en el país.

Chepe Correa desde la alcaldía impartía consignas de aplanchamientos y de muerte, habiéndose constituido esta población en la primera escuela de Antioquia de “la granizada en medio del aguacero” o de la famosa "hora del té", nacional y universalmente conocidos como los "aplanchamientos". Los principales instructores de esta siniestra técnica política fueron: Miguel Velázquez, Chepe Correa, Leonel Gómez, el policía de sobrenombre "chencha" y los civiles apodados el Pozo, el Pastelero y otros. Los sacerdotes, como Rogelio Arango por esa época párroco, desde el púlpito predicaban la muerte y el destierro de la ideología liberal y la de sus seguidores.

Miguel Agudelo era transportador, dueño de los carros de escalera llamados el Pampero y el Diamante. Uno de ellos conducido por el individuo (Gruyo) y el otro por Miguel Velázquez, estuvieron repletos de conservadores de Bello para llevarlos al incendio de Rionegro. Tuvieron mala suerte porque llevaron demasiada dinamita que cuando estallaba creaba unas corrientes de aire que pagaban los incendios provocados por la gasolina que habían esparcido con anterioridad. Los conservadores de Bello quedaron marcados eternamente para la historia de nuestras contiendas políticas por la acción criminal y pirómana contra la indefensa y liberal Rionegro.

Marco Fidel Suárez tuvo dos terribles enemigos, Laureano Gómez y Alfonso López Pumarejo, los cuales opacaron su obra de gobierno.

José Ignacio González Escobar

domingo, 27 de octubre de 2013

CONCORDIA. FRENESI Y GUERRA. CAPITULO 7


CONCORDIA. FRENESÍ Y GUERRA

CAPITULO 7

EL INSPECTOR CARMONA.

Altamira carecía de acueducto y sólo se disponía de unos baños públicos en la parte baja de la población, la fiebre tifoidea azotaba la región. Regresando de los baños, a las cinco, de la tarde vemos que la gente corría cerrando puertas y ventanas de las casas. El inspector en estado de ebriedad, Pedro Cardona, quien con una pistola en la mano, con la otra daba empellones a un campesino. Este era recibido por la peinilla de un policía en el típico y clásico aplanchamiento de moda en las zonas rurales del país, invento macabro del Partido Conservador.

Una mujer jaló a mis dos compañeros hacia un sótano y cerró la puerta. Por la ventana de la oficina del inspector se asomó un policía de cara bruñida con un FA. Logré salir del ángulo de mira de su cañón poniéndome detrás del inspector, el cual parecía un energúmeno gritando al policía que disparara. Incontrolable terror se apoderaba de mí y me impedía casi que caminar. Logré llegar hasta la telegrafía haciendo de tripas corazón y puse un telegrama a la Secretaría de higiene comunicando mi situación.

Observando al maestro Pacho y al cura Morales, en el centro de la plazoleta, cogía ánimos para llegar al hotel. Encontré al compañero Jorge y Fernando sentados en el comedor. Habían llegado a través de los subterráneos. En ese instante llegó el barbero inspector Pedro Cardona, aun pistola en mano temblorosa, seguido del policía del FA. Cardona en Medellín había dinamitado la casa del exgobernador Alberto Jaramillo y siendo hombre de confianza de la Secretaría de gobierno fue enviado a exterminar al liberalismo en la región de Altamira. Mostró un pasquín que le habían impuesto la víspera y que según él, yo era el autor.

En el fondo del hotel vi llegar al maestro Pacho y al cura por detrás del inspector. Le explicaron que nosotros habíamos amanecido en Betulia y que acabamos de llegar como empleados públicos a prestar un servicio a la comunidad y no a destruir. Cardona no aceptaba la argumentación. Era un ataúd con su humanidad amortajada dentro de él. No razonaba. Era un verdadero caso de paranoia y con delirio de persecución. El policía lo convenció y logró llevárselo. El padre Morales nos aconsejó que nos fuéramos.

Esa noche salimos diciendo que íbamos hacia la vereda de El Cangrejo pero en realidad dimos la vuelta pasando nuevamente por la vereda Aguacatal, siguiendo el mismo camino que tomaron los heridos del combate en enero de 1900. Al amanecer llegamos a Betulia caminando 30 km. En el hotelito de Betulia el propietario estaba preocupado porque le enviaron una boleta ordenándole abandonar la población y amenazándolo con violar las hijas.

ELEMENTO CLAVE

Aparece en la guerra civil colombiana un elemento clave vital, investido de autoridad con órdenes y consignas venidas del alto gobierno nacional, el alcalde y el inspector de policía politizados. La Chusma. Elementos agresivos, muchos con antecedentes penales, armados hasta los dientes y provocadores. Estaban rodeados por las chusmas de origen conservadora, envalentonados, patrocinados y armados por los directorios conservadores municipales de cada lugar. Carnetizaron a todo mundo. Los comerciantes y finqueros conservadores reciben dinamita, escopetas, revólveres y un elemento esencial, la peinilla, iniciándose los aplanchamientos (la famosa hora del té). Eran empleados públicos intermedios, gobernadores, alcaldes e inspectores, sin escrúpulos y cuidando su puesto mas otros enardecidos y sintiendo el momento político. Era gente ignorante, sectarios e inhumanos zorreros. Se rodeaban del lumpen proveniente de la población desocupada, marginados, revanchistas, delincuentes comunes, aventureros y fanáticos políticos. Los boticarios, sin caciques, buscaban el poder en río revuelto. Los negociantes apoderándose de bienes comprando a precios irrisorios.

El ser humano en todas las épocas y lugares, especialmente el elemento campesino, no aceptan la humillación, ya sea de palabra o de hecho. Por eso se fue creando una reacción política inevitable.

LA PROCESIÓN DE MORELIA

En la vereda Piedra de Candela, cerca de Tres Puertos, se iniciaba la procesión de la virgen de las Mercedes. Seiscientos jinetes y Amazonas en caballares singulares de toda clase, colores y categorías, formaban la cabalgata. Encabezaba el evento el trovador Salvo Ruiz, Rosa Restrepo y Marta González y sus hijas, venían a rendirle homenaje a la virgen. Un recorrido de 8 km después del cual venían los sermones, gritos a la virgen, voladores y vivas al Partido Conservador, que no agradaban a la mayoría de los caballistas.  En la zona de tolerancia, a la entrada de Concordia, al ruido de unos disparos cayó muerto un campesino de Burgos y la procesión continuó. Ya en la plaza un campesino cae del capacete de uno de los vehículos desnucándose. Sonaban estrepitosamente los gritos de los vehículos y las campanas de la iglesia tocando a rebato. El padre anuncia la llegada de la Virgen de Fátima. Los caballistas aceleran y frenan las bestias produciendo un chirrido. Extravagantes jinetes y espectadores entran en un frenesí alcohólico hasta el siguiente día.

LA FONDA DE SALVO

En 1918 Salvo Ruiz puso una fonda caminera por donde se conducía a La Clara. Se llamaba Patiobonito en un terreno que le vendió Emilio Restrepo cuando recién había llegado con su esposa Hildaura de las minas de Titiribí. De la carretera de Urrao a Concordia sólo existía el trazó. Salvo nació en Concordia. No conoció a Antonio José Restrepo pues éste había abandonado el suroeste antioqueño hacía mucho tiempo. Organizó un negocio de carnicería, fábrica de velas, tienda de abarrotes, gayera y un garito. Manejaba el triple y la lengua. Hernando Zea de Morelia empleaba un taburete como instrumento de percusión. Se trovaba las 24 horas del día.

Salvo parecía vivir como los filósofos y los escritores: del cuento. Hombre muy querido y humano, no permitía desmanes ni peleas, desarmaba a los buscapleitos con una trova. Bebía pero no jugaba. En 1925 vendió la fonda y se trasladó a Concordia en donde puso un negocio de mala muerte en la Amelí. Posteriormente tuvo una tienda cerca la plaza donde permaneció casi 20 años. Vivió unos días en la finca El Abejero en donde se le murió una hija trasladándose más tarde al corregimiento La Clara. Trovó con Zoila Toro e Indalecio Henao.

NUEVO DUEÑO DE PATIOBONITO

En 1925, Patiobonito pasó a manos de Eugenio Restrepo Montoya, hijo único, soltero, entre blanco y colorado, de pulcro vestir, soberbio, apuesto galán de mujeres, aguardientero, jugador continuo de dado, cazador, amante de las buenas bestias, gran chalán. Dio mucha fama a la gallera y el garito, tanto por todo el suroeste como por los departamentos del alrededor. Se hizo amigo del sirio libanés Jorge Tafur quien portaba dos pistolas al cinto. Tipo de gitano quien trajo un troquel para fabricar moneda, negociando billetes falsos. Estafó a Pedro Garcés, hombre honorable. Pereció en confusos hechos en manos de Jorge Tafur.

Eugenio también se hacía acompañar de Modesto, Rubén y Pedro Grajales. Un día un campesino de Urrao pasaba por el lugar con unos cerdos en dirección a Concordia y un perro de caza se abalanzó sobre los animales. El hombre castigó con un zurriago al animal. Eugenio le llamó la atención por ello amenazándolo que de repetir ese castigo no llegarían sus cerdos al destino. Los cerdos no llegaron jamás. Tampoco el hombre a Urrao. Los hijos de Reynaldo Montoya lo buscaron en el departamento del Valle y lo machetearon.

REPUBLICA INDEPENDIENTE

Cuando se abrió la carretera a Urrao los constructores encontraron ocho esqueletos. El fondeadero de Patiobonito tenía su cementerio. Las autoridades de Concordia no hicieron un levantamiento. La vereda de Piedra de Candela, de Eugenio Restrepo constituyose en lo que hoy se conoce como una “república independiente”. Se prohibía que los hombres bailasen con las mujeres, norma que persistió hasta 1970. Era una república solo para hombres Desde la época de salvo Ruiz la fonda caminera de Patiobonito mantenía unos observadores en el filo hacia Concordia los cuales seguían los movimientos de la autoridad.

Allí se encontraban personajes como Luis Cuervo, hombres de armas tomar, quien decía que matar a una persona era como matar a un conejito. Carlos Lema de los lados de Jericó, fue administrador de rentas, siendo su señora la maestra de la vereda la Tarquí. Tenía en su haber la muerte de Bernardito González en un duelo a cuchillo.

Al que buscará camorra, Eugenio y sus socios le mostraban un estuche en donde había diversas armas de fuego, machetes y cuchillos para que escogiera el arma que quisiera. Si era domesticado y aprobaba el examen de admisión, pertenecía a la “gallada”. Eugenio Restrepo le disparó a Ramón Betancour. Relatan que durante 10 años no pasó una semana sin un asesinato o un herido en el lugar. Piedra de Cande era un monumento a la impunidad, la ley del revólver, la ley de la selva, el paraíso de la trova y el repentismo.

LA PEREGRINACIÓN

Me presentaron a Jaime Posada Vélez. Al brillante profesor de matemáticas Miguel Ángel Garcés Vélez. Al maestro Hernando Restrepo Macías, quien recordaba a Luis Felipe Posada, poeta menor con cierta gracia quien vivió en Concordia y también prefería a Porfirio Barba Jacob y al maestro Guillermo Valencia, así como a los duetos de Antaño y al de Juan Pulido y Margarita Cueto. A Gilberto Maya Vélez amante de las trovas de Salvo. A Jaime Posada aficionado a la música napolitana. Yo mostraba simpatía por Carlos Julio Ramírez y la poesía de León de Greiff.

Hicimos una peregrinación por Salgar con el fin de asistir a la feria pasando luego a Bolombolo para reproducir al baile de la popa. Escuchar a Ramón Antigua y las trovadoras Saturnina Balzán y Zoila Toro. Invitaríamos a Diego Calle y al poeta Jorge Quijano. Luego a El Troncal para rendir homenaje a León de Greiff y para celebrar el centenario de Antonio José Restrepo. Me acompañaron Hernán Arias, Jaime Posada, Gabriel González (Botijo) y Gilberto Maya.

Yo debía, en el recorrido, encontrar en La Clara a Salvo Ruiz para presentarle excusas porque hacía un mes le había formulado a su hija y le cobré dos pesos. Al hombre no le gustó alegando que él se llamaba Salvo Ruiz. Yo insistí no conocerlo Y de mala gana me pagó. Esa misma tarde en uno de los cafés de Concordia se presentó una gran algarabía y movimiento humano alrededor de este típico personaje. Tratábase del trovador que yo había atenido. Era generoso, pacífico y disponía de una gran audiencia. Desde entonces estudio los copleros antioqueños.

En La Clara se dio todo una tertulia de canto, trova Y poesía. Era una contienda entre concordianos y salgareños, con la única excepción del maestro Salvo que estaba fuera de concurso. Por eso sería el jurado. Un estudiante de Salgar de apellido Uranga, inició el concurso de canto conociendo todo el repertorio de Gardel, Magaldy y Alberto Gómez. También Agustín Lara, María Guerrero, Morales Calvo, Tartarín Moreira, Obdulio y Julián, un extraordinario caso de memoria auditiva musical. Fue el ganador.

Celina imitaba a Toña la Negra y calificó. En el campo del imitar un campesino de Concordia llamado Mario Diosa. Fue una fiesta de la antioqueñidad y de los valores regionales del suroeste. Al otro día ingresamos en una romería de bohemios a Salgar. El Quinillo se arrodilló y después de tomarse de un solo sorbo la cerveza, gritó que desde pequeño era liberal siendo lo más bello que había en la tierra y dispuesto hacerse matar por ese partido. Pasaba la mitad de la vida de aserrador en la montaña de Urrao y la otra mitad de vagabundo. Fue guerrillero de Franco. Presentaba cicatrices sobre cicatrices.

EN SALGAR

El Salgareño se caracterice caracteriza por su espíritu emprendedor, audaz, excelente trabajador, individualista, vengativo, extraordinario negociante, caballista y tahúr. Hizo presencia un caballo cuyo cuello no dejaba ver al jinete. Lo montaba el jinete de Alberto Uribe. Salvo Ruiz se perdió en medio de la multitud de sus admiradores, que eran sobre todo mujeres y niños. Jaime Posada buscó a sus primos Ochoa y Vélez. Eucario Montoya, Jesús Urrea y Gilberto Maya buscaron a sus familiares. Yo me fui a saludar a los médicos Gonzalo Salgado y Jesús María Mejía. También quien me contó la tensión política existente en la población.

Los Posadas, Vélez y Ochoas invitaron a conocer la vereda la Margarita, a un cuarto de hora de la plaza de Salgar.  Me montaron en la mula de propiedad de Luis Felipe Vélez. Animal noble y manso que pasaba por ser el mejor ejemplar mular del departamento. La hacienda Margarita era la primera finca no sólo el Salgar sino en todo el suroeste. Cerca quedaba la finca de Alberto Restrepo quien la construyó con más de 1.000 rastras de comino, un portal de entrada y de salida, innumerables ventanillas en forma de castillo. Especie de fortaleza donde Fidel Ochoa, hijo de Abelardo tenían un fantástico yegüerizo produciendo ejemplares que salían para todo el país. Exportaban a Panamá y Venezuela siendo la familia Ochoa el orgullo del municipio.

José Ignacio González Escobar