AERONAUTAS Y CRONISTAS

martes, 15 de octubre de 2019

CARTAS PASTORALES DE MONSEÑOR BUILES TERCERA PARTE


CARTAS PASTORALES DE MONSEÑOR MIGUEL ÁNGEL BUILES 1949 – 1957
TERCERA PARTE
11 de febrero de 1949.
Sobre el liberalismo en acción.
El comunismo universal tiene dividida en dos partes la humanidad: la revolución del 9 de abril de 1948 dejó los campos políticos colombianos perfectamente alineados con nuevos y primitivos mojones: el comunismo y el orden cristiano. Así lo quiso el liberalismo, que ese día dejó de ser, aunque conserve su nombre. Directivas foráneas bajo el mando del Kremlin lanzaron la turbamulta liberal sin Dios a los horrores sin precedentes. Presenciamos adicionados los más horrendos sacrilegios contra la divina eucaristía, contra los sacerdotes, las vírgenes, los templos, las imágenes y las cosas sagradas. Cuando corrió la sangre de los colombianos, como ríos en toda la extensión de la República.
La gran convención del liberalismo declaró que rendía su tributo de admiración al pueblo liberal que 9 de abril, al saberse el cobarde asesinato del jefe supremo de la colectividad, Jorge Eliécer Gaitán, se lanzó a las calles y plazas a protestar contra ese execrable atentado. El 24 de mayo el periódico el correo de Medellín, publicaba el manifiesto del liberalismo, donde se declara que: el liberalismo colombianas un partido de izquierda. Es decir, contra Dios, contra la religión, contra la patria. Porque las izquierdas no admiten a Dios ni a la religión ni tienen patria.
Un diputado expresó que si el liberalismo tenía necesidad de hacer otro 9 de abril, lo haría. Luego sí fue el liberalismo el autócrata del funesto día. Han llegado hasta llamar glorioso para su partido ese nefasto 9 de abril. Es una gloria sino deshonor, vergüenza y desprestigio. Los primeros desde ese día no han sido sancionados porque así lo quiso liberalismo por la ley de amnistía. La prensa liberal está excitado ya al asesinato de los obispos y al clero. El soviético ruso ha contaminado manera las directivas y las masas liberales de nuestro país las directivas de nuestro país.
Entonces el liberalismo es un vestido con el cual se cubre la bestia comunista. El mismo liberalismo, individualista como es, va girando hacia el socialismo colectivista, que volverá dentro de poco en sangre, lágrimas y miserias al mundo entero. Destruir al orden social en el mundo entero, como la desgraciada Rusia acaba de acontecer.
El siete de este mes de febrero de 1949 la chusma liberal de Bogotá, en inmensa muchedumbre, gritaban mueras al Papa, al cardenal Mícar y al gobierno legítimo. La prueba de que liberalismo se ha tocado el comunismo cristiano y ateo. La fidelidad al patrimonio de la civilización cristiana y su valerosa defensa es la clave del tesoro que jamás puede sacrificarse ningún pasajero provecho. Nuestros tiempos necesitan hombres “tempestuosos” para el combate por la verdad. Es el liberalismo comunista, quien se prepara a librar su postrera batalla contra Cristo y contra la Iglesia. Vamos a indicar entonces la conducta que deben observar los venerables sacerdotes en los asuntos políticos que se roza con la religión:
Sobre el liberalismo: el liberalismo es un error religioso, filosófico, social y jurídico, que consiste en proclamar la absoluta independencia autonomía del hombre. Es un sistema que secunda el racionalismo o naturalismo, en el fondo, racionalismo puro. El liberalismo es una doctrina multiforme que emancipa al hombre con relación a Dios. Los errores del liberalismo son la negación de Dios, o sea el ateísmo. La soberanía de la razón y, por lo mismo, el rechazo absoluto del dominio de Dios. Muchos imitadores de Lucifer, que con nombre de libertad defienden una licencia absurda. Los partidarios de ese sistema quieren ser llamados liberales.
El primer grado el liberalismo es el radical. En filosofía pretende los naturalistas y racionalistas. El naturalismo, la soberanía de la razón humana, que negando la divina se hace así propia sumo principio y fuente. El juez de la verdad. Que en el no hay ninguna potestad divina a quién obedecer, sino que cada uno es ley para sí, de modo que nace entonces la moral que se llama independiente. Es una licencia sin límites. Porque una vez establecido nadie tiene autoridad sobre el hombre.
Suele tener la potestad pública de su primer origen en la multitud. De aquí que el poder sea proporcional al número y la mayoría del pueblo será autora de todo derecho y obligación.
Nota: entonces para Monseñor Builes la democracia es un anti cristianismo.
 En cuanto a la cosa pública, la facultad de mandarse separa el verdadero principio. El que establece lo que se ha de hacer y omitir y se deja al arbitrio de la multitud más numerosa, lo cual es una pendiente que conduce a la tiranía. Rechazando el señorío de Dios en el hombre y arma la multitud con la creencia de su propia soberanía, se precipitará entonces fácilmente a promover turbulencias y servicios.
Nota: Monseñor Builes no practicaba el mandato de dar al César lo del César y a Dios lo de Dios. El gobierno y la autoridad laica no existe para él porque son potestades sólo divinas que se pueden realizar por medio de la iglesia únicamente la católica, apostólica y romana.
El segundo grado de liberalismo es el mitigado. No todos los practicantes de liberalismo asienten a las anteriores opiniones aterradoras. Muchos de ellos, obligados por la fuerza de la verdad, afirman que la libertad de género en prisión y aún abierta licencia. Es, pues, necesario que la norma, constante religiosa, de que nuestra vida se vive, no sólo de la ley eterna, sino también de todas las leyes que ha dado Dios, infinitamente sabio y poderoso.
Nota: entonces para Monseñor Builes no hay derecho en el ser humano para dictarse leyes si estas no están conexadas y relacionadas única y exclusivamente con la potestad y el poder divino.
El tercer grado de liberalismo es más moderado. Pero no más consecuentes consigo mismo dice que se agregue según las leyes divinas, la vida y costumbres de los particulares, pero no las del Estado. Porque a las cosas públicas es permitido apartarse de los preceptos de Dios y no tenerlos en cuenta al establecer las leyes. Lo absurdo que es esta idea es que sólo Dios es el principio de toda honestidad y justicia.
El liberalismo católico. Vamos a refutar el liberalismo católico, que no puede existir, porque son términos contradictorios y que se excluyen. Católico es el que enseña la fe cristiana, y sobre todo, el catecismo. Lo que hay en la tierra fue todo creado por causa del hombre, para ayudarle a conseguir su fin. Por consiguiente, nada le aprovecha al hombre ganar el mundo si pierde el alma. Por lo tanto el catolicismo confiesa que es falsa, perniciosa, mortífera en grado sumo, detestable la prosperidad de la vida presente que se adquiere con perjuicio de la vida eterna.
La profesión del liberal. Celebra y aprueba los llamados inmortales principios revolucionarios del año de 1789 que proclama la independencia de las cosas humanas respecto de las divinas. El apartamiento del orden civil respecto a la ley religiosa, la desarticulación del régimen de las cosas temporales, que César dominio de Dios, César orden del hombre a la vida eterna, y sólo se miran las cosas tocantes a la vida presente. La expulsión del principio democrático del mundo y la ruptura definitiva de toda humana asociada con la Iglesia y con Dios. Por lo tanto hay incompatibilidad entre el liberalismo y el catolicismo.
Muchos liberales moderados, campesinos, que son liberales por atavismo, o porque les suena bien la palabra o porque les nace, dicen ellos, quienes por nada en la vida consienten en dejar de ser católicos, pero que tampoco quieren dejar de ser liberales y se gastan su cabeza abrigando cómo conciliar el catolicismo con el liberalismo. Pero los refutamos diciéndoles que no puede haber participación entre la justicia con la iniquidad. No se puede, pues, ser liberales católicos a la vez.
Sardá y Sardany en su obra el “liberalismo es pecado” provocó la respuesta de su santidad Pío IX: el 18 de junio de 1871 les habló diciéndoles: esas máximas perniciosas llamadas católicas liberales son verdaderamente la causa de la ruina de los estados, éstas no han sido de la petición de Francia. Siempre condenaba el liberalismo católico.
El círculo de San Ambrosio de Milán el 6 de marzo de 1873 se expresó: algunos intentan poner alianza entre la luz y las tinieblas a favor de las doctrinas llamadas católico liberales.
El obispo de Quimper, el 28 de julio de 1873, recibió la siguiente aclaración del Papa: no se apartarán tales asociaciones de la obediencia debida a la Iglesia refiriéndose a la Asamblea General de las asociaciones católicas. Pero pudieran ponerla en la resbaladiza senda del error si se ponen a discutir las opiniones llamadas liberales las cuales, por la influencia, pueden profesar máximas muy perniciosas. Procuren, pues, evitar estas emboscadas, y esfuércense en asestar sus tiros contra ese insidioso enemigo, y ciertamente merece también de la religión y de la patria.
Nota: Comunicado papal redactado bajo ideas genéricas pero en términos bélicos. Para las mentes de los ingenuos es la bendición divina para una guerra religiosa, justa y fanática.
Las libertades absolutas en Colombia.
Libertad de cultos. La declaró el Partido Liberal colombiano el 14 de agosto de 1935 cuando dijo: el Partido Liberal. Proclama la libertad de cultos. Y este principio fue consignado en la constitución en el artículo 13 el 5 de agosto de 1936 cuando la constitución dice: se garantiza la libertad de todos los cultos que no sean contrarios a la moral cristiana de las leyes
Nota: Monseñor Builes no acepta ni siquiera la salvedad del artículo constitucional porque simplemente no puede existir la libertad de cultos porque para él sólo existe un culto y por ello no existe esa libertad. Porque es una libertad de liberales de ideas excluyentes.
La salvedad es perfectamente inoperante, ya que la moral cristiana es la cuarta, intérprete y maestra de la verdad. Libertad de cultos está en gran manera contraria la virtud de la religión. Su fundamento es el profesar la religión que le acomode o el de no profesar ninguna. Muy al contrario, entre todas las obligaciones del ser humano, de adorar a Dios.
Siendo, pues, necesario del Estado profesar una religión, hará profesar la única verdadera, la cual sin dificultad se conoce, singularmente en los pueblos católicos. Esta religión es, pues, la que han de conservar los que gobiernan. Queremos advertir que una libertad religiosa de ese gobierno es dañosísima a la libertad verdadera, tanto de los que gobiernan como de los gobernados.
Doctrina de liberalismo colombiano: el 18 de enero de 1947, Jorge Eliécer Gaitán, dice: el liberalismo reafirma su fe en los principios de libertad de palabra, de prensa etcétera.
La doctrina Pontificia de León XIII: la libertad de hablar y de imprimir cuanto place es apenas necesario. Negar el derecho en semejante libertad cuando se ejerce sin templanza sino traspasando toda moderación y todo límite. Hay derecho para propagar en la sociedad libre lo verdadero y lo honesto para que se extienda su beneficio. Pero en cuanto a las opiniones falsas que corrompen el alma y las costumbres, es justo que la que la pública autoridad las cohíba.
Sobre la libertad de enseñanza el liberalismo dijo el 14 agosto de 1935 lo siguiente: el Partido Liberal considera la educación nacional gratuita, única, laica y obligatoria teniendo como base la selección del mérito. Rechaza los dogmas reaccionarios.
Ésa doctrina liberal, perfectamente materialista, fue incorporada a la constitución nacional por medio del artículo 14. Con ello se derrocaban lo mandado por la constitución del 86 la cual ordenaba que la educación pública fuera organizada y dirigida en concordancia con la Iglesia Católica.
Por el contrario la nueva constitución estableció la libertad de enseñanza aunque dejando al Estado, sin embargo, la suprema inspección y vigilancia de los institutos docentes, públicos y privados. Con ello contradijo la doctrina Pontificia de León XIII donde había establecido de que sólo la verdad debe llenar el entendimiento y por eso repugna la razón esa libertad demente pretendiendo serle lícito enseñarlo todo según su capricho. Licencia que nunca puede conceder al público la autoridad del Estado sin infracción de sus deberes.
Igualmente Pío XI cuando dijo que es contraria a los principios fundamentales de la educación la escuela llamada neutra polaca, de la que está excluida la religión. Tal escuela no es prácticamente imposible, porque de hecho tiene hacerse antirreligiosa. La asistencia a las escuelas acatólicas, neutras, comunistas, es decir, las abiertas indiferentemente a católicos y acatólicos sin distinción, está prohibida a los niños católicos. No basta solo el hecho de que en ella se de institución religiosa o, como es frecuente, con excesiva parsimonia, para que una escuela resulte conforme los derechos de la Iglesia. De tal manera de manera que la religión debe ser el verdadero fundamento y corona de toda la instrucción, en todos los grados incluidos tanto el elemental, como el medio, y como el superior.
Sobre la libertad de conciencia la doctrina liberal simplemente dice: el Estado garantiza la libertad de conciencia. Pero la doctrina Pontificia establece: se pregona la libertad de conciencia, que, si se toma en el sentido del ser lícito a uno, según le agrade, dar o no dar culto a Dios, queda suficientemente refutada con lo que ya dicho. Pero puede también tomarse en el sentido de ser lícito, según su conciencia, seguir en la sociedad la voluntad de Dios. Esa libertad verdadera, digna de los hijos de Dios, está por encima de toda injusticia y violencia. Al contrario los autores del liberalismo, que dan al Estado un poder despótico y sin límites y pregona que hemos de vivir sin tener para nada en cuenta a Dios, no conocen esa libertad.
Sobre el matrimonio la doctrina liberal declara: el Partido Liberal considera que la vida civil debe estar regida por la ley civil, y que el divorcio debe llevarse a la legislación nacional. Por el contrario doctrina de la Iglesia permanece y aquella ley de Dios única irrefutable: no separe el hombre lo que Dios ha unido. Ley que no puede anular los decretos de los hombres, y las convenciones de los pueblos y la voluntad de ningún legislador.
El liberalismo colombiano y las izquierdas. La doctrina liberal aprobada en la convención del 18 de enero de 1947 dice: el liberalismo proclama su solidaridad con todas las fuerzas políticas de izquierda que en el continente americano luchan por ejercer efectiva la democracia. El liberalismo colombiano es un partido de izquierda.
Por otra parte la doctrina Pontificia de Pío XI en 1931 dice: si acaso el socialismo, como todos los errores, tiene una parte de verdad, el concepto de la sociedad es inconciliable con el verdadero cristianismo. Socialismo religioso, socialismo cristiano, son términos contradictorios. Nadie puede al mismo tiempo ser católico y socialista verdadero. Con cuánto dolor vemos, no pocos hijos nuestros, que dejan el campo de la Iglesia vuelan a engrosar las filas del socialismo. Otros, por indiferencia, ponen su nombre en asociaciones socialistas. Lamentable es en verdad, quienes, llamándose católicos, apenas se acuerdan de la sublime ley de la justicia de la calidad.
Y lo más grave, no temen oprimir a los obreros pobres por espíritu de lucro. Hay además quienes abusan de la misma religión y se cubren con su nombre en sus actuaciones injustas, para defenderse de las reclamaciones completamente justas de los obreros. Esos hombres son la causa de que la Iglesia haya podido ser acusado de inclinarse al partido de los ricos.
Nota: estas ideas expresadas el 15 de mayo de 1931 por el Pontífice reforzaron y potenciaron en gran parte lo que posteriormente dio en llamarse la famosa Teología de la Liberación de la Iglesia. Palabras que malinterpretadas fueron utilizadas para justificar la diferencia y, luego, la lucha de clases según la riqueza o la pobreza. Cayendo en acciones totalmente inhumanas de, incluso, muchos miembros del clero.
Sobre el comunismo, con el que simpatizan los liberales del mismo Pío XI dijo: el comunismo es intrínsecamente perverso. No se puede permitir que colaboren con el los que quieren salvar la civilización.
El liberalismo colombiano y la educación. Lo que el liberalismo ha realizado últimamente sobre la educación, en contra de las disposiciones de la Iglesia, lo expresamos en nuestra parte pastoral de Cuaresma el año de 1945. Allí se escribió el grado profundo de religiosidad de los legisladores colombianos. Se probó que la perversión de sus ideas religiosas y filosóficas cuentan los mismos derechos a la libertad al error. Siendo así que el error no tiene derechos. Los monopolios injustísimos de parte del Estado contra todo derecho.
La condenación del liberalismo Pío IX, el 27 de septiembre de 1852 en alocución y de León XIII el 17 de septiembre de 1863 en encíclica, condenan expresamente liberalismo colombiano cuando dijo: condenamos el naturalismo y el racionalismo, que constituyen el primer y segundo grado del liberalismo.
Y a los que dicen:
Que la Iglesia no es una sociedad perfecta e independiente.
Que a la autoridad civil toca declarar cuáles son los derechos de la Iglesia y los límites en que pueden ejercer.
Que la potestad eclesiástica no puede ejercer su autoridad sin el consentimiento del gobierno civil.
Que la Iglesia no tiene potestad para definir la religión católica como la única y verdadera.
Que la Iglesia no tiene motivo  y legítimo derecho de adquirir y poseer.
Que a los sagrados ministros de la Iglesia debe excluirse enteramente del dominio y cuidado de las cosas temporales.
Que no es lícito a los obispos publicar, sin la autorización de la potestad civil.
Que el Estado tiene derecho sin límites.
Que debe desaparecer el fuero eclesiástico para las causas tanto civiles como criminales de los clérigos.
Que en el conflicto entre las leyes eclesiásticas y civiles prevalece el derecho civil. Que la autoridad civil puede mezclarse con las cosas que pertenecen al régimen espiritual.
Que la autoridad civil puede juzgar a los pastores de la Iglesia.
Que la autoridad civil puede juzgar las disposiciones para recibir los sacramentos. Que la autoridad civil, por derecho propio, puede presentar a los obispos.
Que la filosofía, la moral y las leyes civiles, pueden y deben desviarse de la autoridad divina.
Que el sacramento del matrimonio no es sino una cosa accesoria, un contrato en el que se puede separarse de él.
Que el vínculo del matrimonio no es indisoluble.
Que la autoridad civil puede sancionar el divorcio absoluto.
Que en virtud del contrato meramente civil puede haber verdadero matrimonio entre cristianos.
Que no es malo el contrato cuando se excluye el sacramento.
Que el Romano Pontífice puede y debe transigir con el progreso, el liberalismo y la civilización moderna.
Todos estos errores y otros muchos, los ha sostenido y llevado a la práctica el liberalismo en nuestra patria. Por lo tanto, el liberalismo es pecado.
El primero y más grande prelado que cae víctima del liberalismo es el Ilustrísimo Monseñor Mosquera. Razón por la cual Pío IX pronunció la siguiente alocución: nuestro venerable hermano Manuel José de Mosquera, arzobispo de Bogotá, cura fue abrumado de angustias porque nunca dejó de protestar vigorosamente contra aquellas leyes. Nuestro obispo de Cartagena y nuestro Vicario de la diócesis de Santa Marta, habían recibido del mismo gobierno, intimaciones relativas al concurso de las parroquias. Porque no vacilaron en rechazar dicha intimación. También el obispo de nueva Pamplona. Todos condenados y declarados de todo nulas y de ningún valor todas aquellas cosas que aquí han sido sancionadas por la potestad civil. Con tanto menosprecio de la potestad del Iglesia y de esta santa sede.
Aflígenos un increíble dolor sobre la manera cruel y vergonzosa con que la Iglesia católica trastornada y atormentada por el gobierno de la República de la nueva Granada. Y que dicho gobierno se esfuerce en conculcar y destruir nuestra santísima religión. Desde hace dos años a esta parte ha publicado dicho gobierno leyes y decretos criminales, en gran manera contrarios a la autoridad de la Iglesia Católica.
Se prohibió a los ministros ejercer, sin licencia de la autoridad civil. Los bienes de la Iglesia han sido usurpados y vendidos, lo que ha privado de sus rentas a las parroquias, a los religiosos y el clero, a los hospitales de las casas de refugio, a las asociaciones piadosas de las capellanías. Es sancionada la libertad de cultos. Son suprimidos todas las corporaciones religiosas. Completamente prohibida su existencia. Es prohibida también la promulgación de todas las letras apostólicas. Imponen la pena de destierro los eclesiásticos y la multa y cárcel a los seglares que rehusaron obedecer la orden. Además sean castigados de destierro los individuos que rehusaron someterse a la ley relativa al despojo de los bienes del Iglesia. Y que todos los eclesiásticos, en manera alguna, para desempeñar los deberes de su ministerio, sin que antes no juraren someterse a la constitución de la República de la Nueva Granada y al mismo tiempo se imponen una pena de destierro.
Los eclesiásticos religiosos que justamente se han opuesto a las malvadas orden del gobierno, han sido encarcelados, o destinados al destierro. Pasan su vida en la selva, las vírgenes consagradas a Dios arrojadas de sus conventos y reducidas a la última miseria. Se vieron obligadas acogerse caritativamente en sus casas de algunos fieles piadosos. Pero el gobierno, furioso por esta cogida, las amenazó con expulsarlos de las casas, de dichos bienes y dispersarlos. Los templos sagrados y los conventos convertidos en cuarteles. Nos quejamos pues, y reprobamos todos los gravísimos daños e injurias inferidos por el gobierno a la Iglesia.
Carta al general Mosquera enviada por su santidad Gregorio XVI el 17 de septiembre de 1845 al Presidente de la República, Tomás Cipriano de Mosquera. Conocimos con suma admiración, la ley dada ayer 25 del próximo pasado del mes de abril. Porque por esta ley de tal manera es atacada la potestad del Iglesia y su libertad por el poder civil. Por tanto, te pedimos encarecidamente, a nuestro sumo celo, digno de un varón cristiano, para que no sólo se revoque prontamente la ley, sino también para que en lo sucesivo se conserven ilesos los derechos del Iglesia.
En los años transcurridos desde 1930 hasta 1946 se dieron leyes y se dictaron disposiciones tan contrarias a los derechos del Iglesia en nuestra patria. Que bien puede decir nuestro Pontífice reinante Gregorio XVI: en realidad no podemos explicar el dolor de nuestra alma al leer estas leyes. Toda esta legislación culminó con el aterrado 9 de abril. No podrá jamás borrarse la fecha calorífica del sacrilegio el 9 de abril.
La condena del liberalismo colombiano por parte de los obispos.
Hemos expuesto la condenación del liberalismo por León XIII en sus tres formas: el ateísmo, la soberanía sobre la razón y el rechazo del dominio de Dios en el Estado. Las condenas fueron así:
Monseñor Bernardo Herrera: en carta al doctor Rafael Uribe Uribe le dijo: el liberalismo, no niega Dios, tiene, sin embargo, el afán de que el ciudadano sea, en cierto modo, distinto del hombre moral. Se sostiene que las leyes divinas deben regir la vida de los particulares, pero no las del Estado, en los asuntos públicos es lícito apartarse de los mandamientos de Dios. Para Rafael Uribe Uribe cualquier intervención hecha, en nombre de Dios, es violación de los derechos del hombre, quien puede usar absolutamente su libertad para arreglar y dirigir las cosas de la vida. Todo esto es atacar la soberanía nacional. La consecuencia la separación de la Iglesia y el Estado. Y aquí un principio que ningún católico puede admitir como tesis y que nos ponen en pugna con el liberalismo.
Nota: no. porque la soberanía nacional es precisamente la que sostienen el soberano derecho del individuo a profesar con libertad una religión y por eso es que el Estado no puede proclamar una religión oficial porque perdería su imparcialidad.
Muchos no aprueban la separación de la Iglesia del Estado pero creen en la práctica, que conviene que la Iglesia, condescienda con las políticas de los pueblos. Este parecer es bueno si se entiende una condescendencia racional, en atención a la esperanza cierta de algún gran bien. Otra cosa es cuando se trata de prácticas de doctrinas ilícitas introducidas por la corrupción de las costumbres y las falsas opiniones.
Nota: todos, tanto políticos como eclesiásticos, caen en estas discusiones en los mismos errores de generalización, tergiversación, concatenación impropia, sofismas de expresión, más poblada por fanatismos recalcitrantes, impermeabilidad racional, invasión de potestades.
Felizmente no son muchos los liberales ateos y los liberales naturalistas y racionalistas de nuestra patria. Pero si son muchos los que sostienen ese liberalismo político del hombre doble, es decir, con una mentalidad en la vida privada y otra la vida civil pública.
Monseñor Esteban Rojas: pasada la guerra de los 1.000 días Rafael Uribe y escribió de cómo el liberalismo político de Colombia no es un pecado. El obispo de la zona Esteban Rojas le respondía el 2 de octubre de 1912: ¿Quién es el que pretende la muerte y perdición de la humanidad y de las armas liberales? ¿Nosotros que le señalamos la meta de la recta razón? Es su señoría quien se empeña en hacerles perder de vista esta meta. Las explicaciones de Monseñor Rojas prueban plenamente que el Partido Liberal de Colombia tiene como canon fundamental el gobernar la humanidad prescindiendo de la revelación.
Por eso Uribe no se debe atrever a decir que su partido no tiene nada en común con el racionalismo. Bien claro. Aparece aquí el segundo grado de liberalismo o sea el racionalismo. Ostenta su señoría engañar al pueblo con algunas otras palabras pontificias dadas para otras naciones y forzadamente y erradamente traídas al Partido Liberal colombiano, condenado directa y expresamente por dos veces por los dos pontífices en 1852 y 1863. Por lo tanto no es recto del Partido Liberal colombiano pretende gobernar con prescindencia de los derechos divinos.
Por eso prometo formalmente que lo demuestre. Y si no lo demuestra su argumentación, no viene al caso, quedará la mía en pie la de que pertenecer al partido es una ofensa a Dios. Su señoría niega la autoridad doctrinal de los papas metiéndose para su desgracia en un terreno que le extraña de peso y el cual no sabe dónde pisa.
Nota: lo mismo hace el obispo metiéndose en los terrenos políticos en los que él tampoco sabe dónde pisa.
El solo hecho imprescindible es la realización revelada, es despreciarla y atacarla. Pero el Partido Liberal colombiano nunca, ni en guerra, ni cuando no está en el poder, nunca, repito, ha prescindido de la religión católica. Siempre la tiene entre los ojos para aborrecerla y atacarla. Su señoría misma lo confiesa ocupando páginas enteras en lanzar expresiones durísimas contra la Iglesia y terribles amenazas para cuando sea gobernante.
Monseñor Ezequiel Moreno obispo de Pasto. Decía: es el liberalismo el gran enemigo de la Iglesia en la sociedad, y debemos atacarlo con tanta más valentía cuando mayor es el daño que hace. En su testamento antes de morir escribió diciendo que el liberalismo es pecado.
Monseñor Ismael Perdomo, obispo de Ibagué y luego arzobispo de Bogotá y primado de Colombia. En 1912 demuestra que liberalismo es malo, que no puede admitirse la tesis de que liberalismo político colombiano respeta. Es necesario demostrar que los católicos pueden, sin pecado, apoyar un partido que profesa doctrinas condenadas por la Iglesia. Es necesario demostrar que no pecan los fieles apoyando el liberalismo, que no hay pecado en apoyar a liberalismo, representante de doctrinas condenadas por la Iglesia para que puedan continuar sus hostilidades.
La conferencia episcopal del año 24, declara que liberalismo es anticristiano, a pesar de los esfuerzos que hace la secta por ocultar el carácter. No ha mucho tiempo que, en circunstancias conocidas de todos, el liberalismo se asoció públicamente y de manera ostentosa a las logias masónicas, desafiando así los sentimientos católicos de esta ciudad capital.
Han transcurrido ya muchos años desde que un tribunal francés lanzó la idea de que en Chile el clericalismo es el verdadero enemigo de la Iglesia y se hizo la ilusión de que con estas aseveraciones se evitaría el descontento de la masa católica. Ese modo de hablar llegó a América. Lo que hay de cierto, las doctrinas de liberalismo no son respetuosos de la religión. Al contrario, el liberalismo, doctrinas y prácticas están en abierta oposición a la Iglesia. Es una secta anticristiana, no obstante su pretensión de ser solo partido político.
Nota: desde los comienzos de la nación el naciente partido liberal se adhirió a las ideas de cambio de la revolución francesa y eso implicó reducir el poder de la ya muy influyente Iglesia en la política dentro del gobierno del pueblo. Como la Iglesia suponía, debió ser usada mucha fuerza de autoridad que ofendió a los prelados quienes por años predicaron contra el partido. Rencor que largamente acumulado encontró propicio explotar con violencia 9 de abril de 1948.
La conferencia episcopal de 1948 dijo a raíz de los tremendos acontecimientos del 9 de abril, reunida en Bogotá en junio de dicho año, condenó los errores del liberalismo doctrinario en lo referente a los puntos de religión y moral. Llamó la atención de los fieles sobre algunos funestos errores del liberalismo en el que no se pueden progresar sin mengua de la integridad y pureza de la doctrina católica. Entre ellos están: sobre la educación a la que considera como función propia y exclusiva del Estado aislando a la población de las verdades reveladas y desconocer los derechos que sobre ella tiene, antes que el Estado, la Iglesia.
Nota: la Iglesia sembró vientos y cosecha tempestades.
Sobre la escuela única y laica. El laicismo, pretendemos emancipar al hombre de la fe religiosa tanto en la vida privada como en la vía pública. Y la escuela laica única abiertamente con los derechos sobrenaturales de la Iglesia.
Sobre la indiferencia religiosa explica: es totalmente incompatible con la Iglesia Católica porque permite ser indiferente profesar cualquier religión. Condenamos el decir que el mejor orden de la sociedad exige que la sociedad humana se gobierne sin tener en cuenta para nada la religión, como si ella no existiera, o al menos, sin hacer diferencia alguna entre la verdadera y las falsas religiones.
Sobre la libertad de cultos: pensar en materia de religión, entre formas diversas y aún contrarias, no hay ninguna diferencia, solo da como resultado el ateísmo. Ya Pío IX había condenado las siguientes proposiciones: todo hombre tiene libertad para abrazar y profesar la religión que a la luz de la razón parezca verdadera. Que pueden los hombres hallar el camino de la salvación en el culto de una religión cualquiera.
Sobre el matrimonio civil y divorcio vincular: el liberalismo afirma que entre católicos puede celebrarse el matrimonio rescindiendo de la legislación canónica y con la intervención exclusiva de la autoridad civil, es decir, del sagrado carácter de Sacramento. León XIII afirmó: los que niegan que el matrimonio sagrado pervierten su fundamento natural, contrarían la divina Providencia. Condenó las siguientes proposiciones: ninguna razón en que dice que Cristo delegó el matrimonio a la dignidad de sacramento. Por derecho natural el vínculo del matrimonio no es indisoluble y puede ser sancionado por la autoridad civil. Estos perniciosos errores no pueden tropezarse con un católico.
Monseñor Rafael María Carrasquilla pregonó: los liberales colombianos pueden clasificarse corifeos, que profesan los errores del liberalismo y los pusieron en práctica la constitución en las leyes. Los moderados, que conocen aquellos errores pero hacen profesión el no seguir al punto. Una gran masa ignorante que no profesa los errores liberales, pero que, por tradición familiar lleva el nombre liberal, sin querer separarse el Iglesia
El liberalismo comunista. El liberalismo se ha tornado ya de liberalismo propiamente dicho al comunismo real, encubierto por la vestidura del liberalismo. La prueba del 9 de abril confirma que sea declarado izquierdista. El liberalismo colombiano desea que las normas soviéticas sean las que rijan en nuestros pueblos americanos.
Nota: lo que el socialismo y el comunismo hizo al sacramental gobierno zarista y a las adoradas monarquías, lo hizo el liberalismo a la autoridad de la Iglesia. Por eso la Iglesia asoció a ambos como la misma amenaza dentro de la cual surgió la Iglesia ortodoxa rusa. La altísima rigidez de ideas y de dogmas de la iglesia también ha propiciado el surgimiento del protestantismo, el enciclopedismo, la ilustración, la masonería, el localismo, el izquierdismo, el librepensamiento, el populismo o el laicismo liberal de conciencia.
Intervención del clero la política. Lo prescribió la conferencia episcopal de 1913: llámese política el arte de gobernar. Mas, como los hombres tienen diversas opiniones sobre esto, resulta inevitable la formación de diversos grupos o partidos políticos y la consiguiente lucha entre ellos. Es una corruptela llama política el conjunto de pasiones que habitan en estos partidos, y los medios que emplean, para triunfar y hostilizarse mutuamente. Por eso el concilio dispone que son errores, acerca del derecho y el deber que tiene el clero a intervenir en política, cuando están por medio los intereses de la religión prescribiendo que: abstenerse el clero, prudentemente, en las cuestiones tocantes asuntos meramente políticos y civiles sobre los cuales pueden existir diversas opiniones. Por eso queda prohibido: tratar en público cuestiones meramente políticas. Sobre todo a los asuntos a la predicación, lo que sería convertir el púlpito en tribuna profana.
Nota: como los militares políticos pero apartidistas. La Iglesia si ordenó la apoliticidad. Pero el obispo Miguel Angel Builes difunde las ideas pero no las practica. Porque fue un auténtico Demóstenes del partidismo.
Formar parte de Comités de carácter político. Miren como desde un lugar superior que es deber suyo, trabajar por unir los ánimos de todos los ciudadanos y extinguir los odios antes de comenzarlos. La Santa Sede ha declarado que no es prohibido a los ministros de la Iglesia hacer uso de sus derechos, pero le recomienda el que se guarden bien dejarse llevar por la pasión del partido y no traspasar los límites de la moderación. No omitan esfuerzos los pastores para preservar a los fieles de los escándalos.
Enseñen con diligencia los deberes que tienen relación con las elecciones, explicándoles que la misma ley que otorga a los ciudadanos el derecho de sufragio, les impone grave obligación de dar el mayor bien a la república. A aquellos que  venden su voto o que lo dan a un candidato del reputado como infiel, inducen a otros a sufragar por él. Y cuando ocurran particulares y extraordinarias circunstancias, guárdense de resolver nada antes de consultar al obispo. No omitan advertir la gravísima obligación que tienen los ciudadanos de trabajar siempre por el mayor bien de la patria y de la religión. Absténganse de favorecer más a un partido salvo que uno de ellos sea abiertamente hostil a la religión. Y el liberalismo izquierdista es abiertamente hostil a la religión. Al aproximarse las elecciones instruirán a los fieles acerca de la culpabilidad de los fraudes electorales y principalmente sobre la gravedad del perjurio. En todo tiempo debe mostrarse el sacerdote modelo de circunspección y cordura.
La conducta en la predicación. Instruyese al pueblo claramente y con toda exactitud en aquellas cosas que merecen la mala nota del liberalismo. Téngase mucho cuidado de no ser tema constante el hablar contra el liberalismo. Conviene más explicar sencilla y claramente la verdad que refutar el error. La refutación directa de los errores liberales se hará cuando recién las circunstancias, pues no todas son oportunas. Predicarán con ánimo calmado y sereno para no aparecer guiado por odio o por cualquier otra pasión, sino por el deseo del bien de sus hermanos. Se abstendrán expresiones vulgares y ofensivas, de ataques y alusiones personales de desahucio.
En el confesionario. Si el penitente declara expresamente que es liberal o que se deduce de lo que dice en la confesión, habrá que averiguar si admite o no, errores condenados por la Santa Sede. Para obtener la declaración explícita penitente, deben hacerse las preguntas con tino y prudencia. Si el penitente acepta sinceramente lo que enseña la Iglesia y su entera sumisión al magisterio de la Iglesia, debe impartirse la absolución. Si el penitente se obstina en su error mostrándose revertir contumaz, para que negarle la solución, porque es indigno de ella.
En cuanto a la cooperación. Entre los actos más eficaces de cooperación están los siguientes: Tomar parte voluntariamente en las revoluciones para derrotar a la autoridad legítima. Votar y comprometer a otros que sufren por cantidades hostiles a la Iglesia. Sostener, difundir y favorecer la mala prensa. En cuanto al nombre, si el penitente está dispuesto a prestar cooperación activa al liberalismo hostil a la Iglesia procure, el confesor, inducir que no haga ostentación de dicho nombre, pero no aleccionar esto so pena de negarle la absolución. Cuando el penitente persista gravemente en materia de liberalismo, el sacerdote interrogará prudentemente sobre la materia, máxime si hay el peligro de reincidencia. En cuanto a la protesta. Los afiliados acepta reprobar pueden ser absuelto con la sola retracción del confesor y reparando el escándalo del mejor modo posible. La anterior línea de conducta es aplicable también a los penitentes que profesan principios liberales reprobados.
La conducta cerca de los otros sacramentos por parte del clero. Los sacerdotes se deben cuidar el condescender con los errores, para ganarse a los extraviados y enumera con indulgencia los pecados, por el deseo de salvar a los pecadores.
INTERVENCIÓN EN POLÍTICA DE LA IGLESIA
Nota: lo que viene a continuación son normas de doctrina eclesiástica que parecen casi que el dictado de los cánones para la doctrina militar colombiana. Por eso, las palabras del obispo Miguel Angel Builes, en Santa Roza de Osos en el tiempo de violencia política, permiten un perfecto paralelo. Con tan solo la excepción que una es la iglesia y otra la milicia, pero que son de exacta aplicación en las circunstancias actuales. Como si hubiesen sido para las inquietudes de las FF AA del presente. Pretendo con el recordatorio de estas predicas religiosas ayudar a dar claridad a los titubeos que se ven dentro de las filas militares.
Es una ayuda de profunda reflexión para los militares de lo que debe ser el pensamiento de la ortodoxia fundamental de la profesión militar. Son parte y resumen de una de sus muchas y famosas cartas pastorales. La del 11 de febrero de 1949. Aun así resulte extenso. Que fueron publicadas y difundidas por la iglesia por todos los medios. En especial los pulpitos.
Los hombres de ls FF AA  han de sacar, con inteligencias y juicios razonamiento, sus propias conclusiones. Adaptando las ideas benéficas e ignorando aquellas que no consideren provechosas a su profesión.
LA POLÍTICA, LA IGLESIA Y EL VOTO ECLESIÁSTICO.
La intervención del clero en las elecciones. Mucho se ha repetido que la acción de la Iglesia (léase la milicia) debe mantenerse fuera y por encima de los partidos políticos. Pero esto es muy distinto de la prudente y obligatoria intervención cuando entran en juego los intereses de la Iglesia. Los sacerdotes (léase los militares) debemos intervenir con nuestra autoridad en asuntos meramente políticos. Más si la política está relacionada con la religión (la milicia), si la política toca el altar (el cuartel), como enseña Pío X, entonces no solamente podemos, sino que debemos intervenir en esa política.
Lo que dicen los papas: Censúrese la conducta de los que juzgan que la Iglesia se debe doblegar y acomodarse a lo que desea la prudencia en el gobierno de las naciones. En nuestra patria, el liberalismo (la política) ha exigido a la Iglesia cosas que no están en conformidad con la verdad y la justicia. Lejos de contribuir a esas aspiraciones nobles, el liberalismo ha servido para favorecer la inconformidad y la viciosa libertad conformándose un concubinato legal.
Para que no falte la benéfica cooperación de los católicos (el pueblo) en asuntos públicos, esfuércense los obispos (los altos mandos) en grabar profundamente en los ánimos de sus fieles (los subalternos), la idea de que el no querer tomar parte en la política es vicioso. Que equivale a no interesarse por el bien común y no trabajar por él. En cuanto que los católicos (los militares) se ven impedidos a portarse con integridad y entereza, porque así es como se lo enseña la fe que profesan (lo enseña la doctrina militar). Por el contrario, si permanecen inactivos, tomarán con facilidad las riendas aquellos cuyas opiniones no dan grandes esperanzas de salvación.
Nota: como cuando tomaron las riendas del gobierno Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez convirtiéndose en un caso extremo. Obligando a los militares a hacerse al poder porque la acción política civil dejó salir de las manos la gobernabilidad de la nación. Por tal motivo fue una inevitable necesidad social del General Rojas Pinilla asumir el gobierno nacional sin corresponderle, por naturaleza, a los militares desempeñar esa función social.
Por lo cual los clérigos (los superiores) deben amonestar a menudo a los fieles (subalternos) a que cuando lo exijan los intereses de la religión (la sociedad y la milicia) no se impidan, por algún motivo justo y peculiar, en intervenir en dirigir la cosa pública, para que, por su autoría, se conformen las instituciones y las leyes a las reglas de la justicia.
Sobre lo que opinan los obispos colombianos. La Santa Sede (la cúpula militar) ha trazado las normas específicas que deben seguir en el régimen de la Iglesia (la milicia) en Colombia, en cuanto a los asuntos que se relacionan con el orden civil y político. Sobre el derecho que tienen a tomar parte en los asuntos públicos. Por ser ciudadanos de Colombia, tienen el deber de instruir a los fieles (subalternos) en lo que se relaciona con la vida social y el orden político. Esas normas son:
Primero. Deben inculcar claramente la concordia de voluntades, la conservación de la paz, mediante el acatamiento debido a las autoridades legítimas y a las leyes que rigen en la República.
Segundo. Emplear su influjo a fin de obtener la unión entre los colombianos y procurar así el bien público.
Tercero. Enseñar a los fieles (subalternos) que, según la doctrina católica (militar), una ajusta y moderada intervención del clero (militares) en la vida pública, es benéfica a los derechos civiles que corresponden a todos los ciudadanos. Y que donde la causa de la Iglesia (nación) no es extraña a las controversias políticas, es propio del mismo oficio sacerdotal (militar).
Cuarto. Enseñar claramente a los fieles (las tropas) que, según la doctrina católica (militar) tienen obligación grave de cooperar al orden y la tranquilidad de la nación. Principalmente, dando su voto, cuando se trate de elegir a los que hayan de desempeñar las funciones públicas. Buscando las personas más idóneas (y con mayor prioridad el interés nacional no faccioso).
Quinto. Encarecer al clero (los oficiales y suboficiales) y a los fieles (los soldados) el cumplimiento de cuanto está expresado por la Santa Sede (la constitución).
Nota: hasta aquí las ponderadas ideas llegadas de Roma y a continuación las ideas que al respecto expone el obispo Gasparri.
El cardenal Gasparri al respecto de la doctrina dice: hay casos en que el clero y los católicos deben intervenir a una forma concreta en la política cuando la política ataca la religión (la milicia).Debe condenarse como errónea y perniciosa la opinión de aquellos que quieren separar la religión (la milicia) de la política. Siendo evidente que las leyes y el orden público no podrán ser eficaces ni proveer la paz y prosperidad de los pueblos, si no están informados los fieles (los militares) en los principios de la fe cristiana (de la doctrina militar).
Y de aquí se deduce el error de que obraría, según una falsa prudencia, aquel pastor (militar) que dejase de iluminar la mente de sus fieles (subalternos) sobre este punto o cuando protestase con la debida firmeza contra la autoridad política cuando inculca los derechos de la religión (de la milicia).
Cuando la lucha política se agita, entre los diferentes partidos, pero sin dañar en lo más mínimo los derechos de la Iglesia (la doctrina militar) los obispos (coroneles y generales) deben impedir cuidadosamente que lleguen a ser un instrumento de determinado partido. En este caso, el clero (el militar) debe observar la más estricta neutralidad. Y este es el verdadero sentido en que Roma (el Estado Mayor Conjunto) ha prohibido muchas veces y rigurosamente a los eclesiásticos (militares) la intervención en cuestiones políticas. Es un deber bastante arduo el de los obispos (coroneles) y del clero (los mandos) cuando entre los partidos se enciende la lucha, el mantenerse unidos, aun sacrificando el propio parecer, a fin de que mediante el trabajo organizado y constante, logren que las instituciones y las leyes inspiren las normas y la justicia. Y que el espíritu y la virtud benéfica de la religión (el orden público) penetren por todo el organismo de la nación.
De lo contrario, si no se puede, como lo publicó León XIII en 1885, fácilmente se apoderaría de los poderes públicos, personas cuyas maneras de pensar no pueden ofrecer grandes esperanzas de saludable gobierno. Porque serían muchos los enemigos de la Iglesia (de la milicia) y muy poco sus amigos. Serán los sacerdotes (los comandantes) los principales cooperadores para fomentar la unión entre los fieles (los soldados), tanto con las palabras como con las obras y el ejemplo.
Con el fin de lograr ingresar dentro de los principios de la legalidad, en tiempos de elecciones, sino también proceder con gran circunspección y prudencia, aún para con los adversarios. De suerte que todos vean que el sacerdote, (el militar), en el campo político, se vale de un medio legal e indispensable para proveer la defensa de la religión (nación) y el verdadero bien de la patria.
Asimismo, es deber del clero (los comandantes) el formar la conciencia de los fieles (las tropas) acerca de sus deberes cuando se presentan las luchas políticas y las partidistas. Puesto que es claro que la religión (doctrina militar) ha de ser la guía de los católicos (las Fuerzas Armadas) no solo en la vida privada, sino también y con mayor razón, en la pública.
Es grato decir que la prohibición de tratar la política desde el púlpito (el atril del comandante) no puede extenderse aquellos argumentos que, aunque desgraciadamente son impugnados por los partidos políticos, tienen estrecha relación con la religión (la milicia) y con los principios más sólidos del orden civil.
Para instruir a los fieles (subalternos) en tales materias, podrán los sacerdotes (los superiores) valerse de las conferencias (las charlas de comando) conservando la necesaria moderación para con los adversarios. Se pueden y se deben defender con franqueza la doctrina y los derechos de la religión (la milicia).
Nota: hasta aquí las doctrinas del cardenal Gasparri referentes a la relación Iglesia gobierno. Siguen las de Monseñor Builes.
He aquí la intervención del clero en las elecciones. Intervención que en la práctica puede llegar hasta tener que decir privada o públicamente, a los fieles cuales son los candidatos por los cuales pueden votar en conciencia y delante de Dios y cuáles son los probos e idóneos. Para la suerte de la patria, el clero está obligado a conocer la lista de los de los liberales comunistas, para que se abstengan de votar por estos y voten por los candidatos católicos.
Los sacerdotes pueden y deben, en determinadas circunstancias, como las actuales, sentirse obligados a votar por candidatos que den garantías. Su carácter sacerdotal (al militar) no les debe privar de los derechos civiles, ni obren en ellos, la llamada por los juristas, la doctrina del capitis diminutio. Para restarles sus naturales derechos, queriendo reducirlos y recluirlos al secreto de las sacristías (los batallones), como lo hizo las constitución de Rionegro 1863, privando al clero de estos derechos civiles
Nota: como la privación del voto por parte de los políticos liberales a los militares en 1936.
Por tanto, el derecho de sufragar es para nosotros uno de los más sagrados e inalienables, sino queremos que, con procedimientos contrarios, nos regrese el enemigo de la Iglesia (de la milicia) a las humillaciones del pasado siglo.
Nota: Se refería Monseñor Builes a las del siglo XIX, para el caso de la iglesia. Y son las del siglo XX (1936) para el caso de los militares.
No importa que un partido político levante una bandera religiosa (promilitar) aun habiendo levantado el partido contrario un pabellón anticlerical (antimilitar).
Nota: lo militar nunca puede usarse y mucho menos prestarse para levantar banderas partidistas ni facciones. Porque si lo hace o lo admite, pierde la base fundamental de la neutralidad, que es lo primordial de su doctrina institucional y, por eso, las FF AA colapsarían cayendo en su propia autodestrucción.
No puede la Iglesia (la milicia) permanecer indiferente cuando los partidos preconizan la persecución y el otro la defensa de las doctrinas y de las instituciones católicas (la instituciones militares). De allí se deriva, como natural corolario, que la Iglesia si puede aceptar el apoyo que un partido le brinda y que debe corresponder a este servicio en forma cordial aunque con mesurada prudencia.
Nota: fue un error de Monseñor Builes decir que la Iglesia podía aceptar el apoyo de un partido. Porque, automáticamente, convierte a la Iglesia en partidista. Que en nuestro criterio militar no se puede admitir. Pero ella si puede.  Y en este concepto no la pueden imitar los militares.
Monseñor Builes debió saber que ha sido un eterno problema militar y un constante inconveniente social el que en Colombia, el querer hacer partidismo con la milicia y con la Iglesia. Amenaza de la que las FF AA se tienen que defender con mucho y constante esfuerzo.
Porque según el partido gobernante del momento y de las reprochables hegemonías, en ocasiones, se ha querido a los militares conservartizar y en otras liberalizar. Y hasta no han faltado intentos de conquistas y penetración en sus filas de ideas comunistoides.
Conclusión: hemos expuesto nuestra doctrina eclesiástica (militar). Pero en Colombia es una dificultad tremenda y de muy penosa y casi imposible superación, la confrontación partidista. Porque está caldeada en la ardorosa e implacable arena en la lucha política propia de este trópico. En el que se mezcla lo divino con lo humano. Los gustos con los prejuicios. Las pasiones con la verdad y la justicia. Las tradiciones de sangre y de familia con las ideas. Lo ideal y doctrinario con lo real. Con todo, al imponerse la verdad y la justicia y no caer en contradicciones que conduzca a la destrucción de los principios de la Iglesia (de la profesión de las armas).
El Liberalismo individualista se ha tocado en liberalismo marxista y multitudinario que no respeta ningún derecho divino y humano. Gravísimo peligro amenaza la Iglesia la patria si el liberalismo comunista gana las elecciones de junio venidero. Recordamos a nuestros amados diocesanos que no pueden votar por candidatos liberales izquierdistas. Y que todos los que aman su religión están en la obligación so pena de pecado mortal, de votar por candidatos que garanticen la defensa de los derechos de Dios y de la Iglesia.
Nota: Este es el final del resumen de todas cartas pastorales de Monseñor Builes en 1957.