AERONAUTAS Y CRONISTAS

sábado, 12 de octubre de 2013

CAPITULO III POLITICA RELIGION Y VIOLENCIA


CAPITULO III
LA IGLESIA EN LA TORMENTA
De la discordia no se salvó ni la misma iglesia. Había algunos sacerdotes, con muchas influencias sociales y en la administración de los asuntos públicos, que tomaron partido. Sus favorecidos eran los conservadores ya que estos promulgaban la preponderancia de la iglesia en el pueblo. Era el partido que se oponía a las propuestas que los liberales venían haciendo desde comienzo de siglo por una mayor intervención del gobierno en varios asuntos sociales. Temas tales como una reforma al concordato, la educación oficial, la reducción de los privilegios tributarios de la iglesia, el registro civil de los nacimientos, la celebración de los matrimonios por vía civil y oficial, y otras cosas que disminuían el poder eclesial.
Hasta desde los pulpitos se llegó a incitar la persecución liberal. Se negaban a ese partido o se ponía cortapisas a los bautizos, los matrimonios, la educación en los colegios religiosos. La mayoría de los colegios eran de la iglesia que dominaba en ese campo por la deficiencia del gobierno en atender esa necesidad pública. También se ponían cortapisas a la extrema unción para los moribundos. Y hasta los servicios fúnebres de los difuntos.
En este último caso, aun desde antes de la “Vida Mala”, ya se habían dado discriminaciones espirituales. Un sacerdote que fue muy apreciado por las gentes de Urrao fue el padre Crespo. Sacerdote que hizo mucho por el mejoramiento social con educación, caridades, colegios, obras de beneficio colectivo y organización en general de la comunidad. Tanto fue la gratitud que a su muerte, el pueblo, con la misma devoción con que había erigido la estatua de Rafael Uribe Uribe, le hizo otra de igual magnitud para colocar sobre su tumba en el cementerio donde actualmente se encuentra. Aunque no pudo salvarse en vida de algunos deslices que son ejemplo histórico para lo que debemos evitar. Como por ejemplo el negar la inhumación de los difuntos que no estuviesen registrados debidamente como bautizados y declarados católicos para merecer descansar en el cementerio local administrado por la parroquia.

Para comienzo de la década de 1920 los liberales locales se vieron en la obligación de construir un cementerio de manejo particular. Ser liberal era motivo de discriminación religiosa aun después de muerto.  Al comienzo solo fue un lote que por ironía era contiguo al Cementerio Católico que regentaba el párroco. Fue creado, por los liberales para enterrar allí a quienes se les impedía el acceso al Cementerio Católico, por haberse suicidado, por ser ateos, comunistas, protestantes, haber muerto sin confesión, excomulgados o ser visto como delincuentes altamente reconocidos. El mismo que se conoció como “El Cementerio Libre o Laico”. Casi que quisieron decir “Cementerio Liberal”, porque los liberales no eran bienvenidos en el católico, que solo debía ser para los conservadores. Pero el suceso que más promovió su construcción fue lo acontecido en 1921.

El general Rafael Barrera, personaje que participó en La Guerra de los Mil Días, se fue a vivir a Urrao, por recomendación médica. Al morir allí en ese año y negarle el párroco Ceferino Crespo y García, sacerdote intolerante con las ideas políticas, a enterrarlo en el cementerio católico por ser liberal, Se le llevó al Cementerio Laico, en medio de una numerosa comitiva. (Durante muchos años los militares declaraban su partido político y sus ideologías sociales. Asunto que fue prohibido años después porque era propiciador a la filtración del partidismo en la milicia. Y fue fatal en las filas de la policía durante la cruel violencia policía de la década de 1950).   El acto produjo la ira del levita y la excomunión de los asistentes. Los partidarios del acto mejoraron las instalaciones y construyeron una elegante portada con una elaborada reja metálica a lo largo de la fachada. Parecía competir, por ironía, con la hermosa y similar que había construido el padre Crespo para el Cementerio Católico siendo ambos cementerios contiguos.

LA FACHADA DEL CEMENTERIO LIBRE, LAICO O GENERAL. A LA DERECHA Y POR FUERA DE LA FOTO, QUEDA LA DEL CATÓLICO EN URRAO

Cuando años después se terminó la violencia fascista de “La Vida Mala”, el cementerio fue suprimido por un gobierno conservador del municipio que reflexionó sobre la inadecuada diferencia, pero su fachada fue demolida. Los fallecidos se volvieron a enterrar en el católico. En la actualidad no queda nada de esa obra. Debió dejarse como memorador de épocas pasadas o como mínimo como obra arquitectónica histórica o de valor estético urbano.

ACTOS DE PERDÓN
No todos fueron retrógrados. Después de pasada la época de la Vida Mala se dieron actos de cordura, reflexión y reconciliación, tanto política como religiosa.

Durante la era del terror, no pocos liberales debieron refugiarse en los montes vecinos, algunos haciendo parte de la guerrilla liberal que dirigía el Capitán Franco. Quienes murieron en combates y era difícil recuperar sus restos o por negativas de la iglesia, se les daba sepultura en las veredas o en el Cementerio Libre.

Finaliza esta dolorosa etapa de nuestra vida nacional y municipal, con la llegada al poder del militar Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), por golpe de estado apoyado por sectores del partido liberal y conservador. En general la burguesía que se dio cuenta que era incapaz de gobernar y mantener el orden. La misma que, luego, en 1957 paralizó el país con una huelga patronal para derrocarlo porque se estaba haciendo demasiado fuerte políticamente y les impedía regresar la dominio de la nación.
Se vio la necesidad de trasladar los restos de los familiares muertos, al tradicional cementerio católico local. Eso unificaba las mentalidades en el criterio de que después de muertos no debían prolongarse las diferencias tenidas en vida. Para el efecto y de acuerdo con el samaritano párroco, Manuel Arcila, fueron exhumadas tanto las tumbas de las veredas, montes y las del Cementerio Libre. Los despojos fueron trasladados a la población en donde se les hacía la velación y llevados al camposanto. Eran concurridos y tristes desfiles conocidos como “entierros colectivos”.
UNO DE LOS ENTIERROS COLECTIVOS EN URRAO
Se dice que allí iban los restos de Luis Delio Mejía, más conocido como El Míster. Legendario guerrillero liberal muerto en combate. Y Lino Porras, educador fusilado por las tropas del gobierno, quien compuso cantos y poesías sobre la Vida Mala, y muchos otros. (Continua).