AERONAUTAS Y CRONISTAS

miércoles, 29 de enero de 2014

40 DIAS EN EL VAUPES. PARTE 12



40 DÍAS EN EL VAUPÉS
 1950
PARTE 12
•         INGRESANDO A COLOMBIA. Esta tarde, después de seis días de jornadas, llegamos a bocas del que era el lugar hasta donde llegó la invasión brasilera, límite por consiguiente con dicha república y lugar donde reside el retén sostén o vigilante de nuestra frontera. Este amable centinela de nuestra patria, responde al nombre de José del Carmen Bejarano, cundinamarqués. Amable y atento nos vino a visitar a la casa muy vecina donde pernoctamos. Volví a sentir molestia por la dolorosa expoliación y de nuevo comprendí que si el gobierno colombiano no guarnece estas fronteras, el apetito insaciable hará volverá a la carga a los "insaciables". Pienso que la mejor manera de impedirlo es hacer caminos y carreteras y campos de aterrizaje, y provoca la inmigración de familias cristianas del interior.
 MACUCU CACHIVERA
•         HACIA TIPIACA. 7 de noviembre. el motor trabajo muy bien hasta la maloca del jefe del activo Gabriel de Macucú, situada en la cachivera Macucú. Gabriel tenía una fuerte infección en una mano desde hacía cuatro días por lo cual nos rogó alguna medicina. Le aplicamos dioxogen. Lo mismo con uno de los mozos, picado de culebras. Dos terribles horas nos gastó la bendita cachivera. Apoco divisamos la gente de Tipiaca. Al entrar tuvimos con gran pena, el humo y las llamaradas de la maloca del jefe indio del pueblo que se incendió mientras nos recibían en el puerto. Encontramos los preparativos para el cachirí que se va haciendo en cada maloca. Especialmente en este mes de diciembre hasta la Navidad. Al fin de año y principios del siguiente, se celebran con entusiasmo febril estos cachiríes, abandonando las labores.
•         LA LEYENDA DE UAKTÍ. Es natural que el que lea estas líneas desee conocer en qué consiste. El cachirí es el nombre que le dan al demonio de quien de su existencia nadie duda. Dicen que el Uaktí es muy malo y que hace a los hombres el mayor mal posible. Los indios tienen miedo al Uaktí. A cualquier figura que represente al demonio, enseguida le arrancan los ojos las uñas para que no los vea y también en señal de desprecio con en el pasado. Hace tiempo dos niños salieron por futas y el Uaktí los secuestró y como condición para devolverlos le dijo a los indios que debían estar con de su lado y que ellos deberían seguir todas sus instrucciones. Entonces les enseñó cómo debiera ser la fiesta del cachirí.
•         LA FIESTA. Se llama Juruparí-Uaktí y Dabucurí, como fiesta en general, consta de tres partes. Primero. Recepción del Uaktí en el puerto. Segundo. Entrega de las afrentas de los convidados. Tercero. Danzas, cantos y guerrillas. La víspera se reúnen todos en lugar de la fiesta para pintarse y adornarse, trabajo que dura varias horas, entre carcajadas y los más variados comentarios. La fiesta se comienza siempre al anochecer. Los hombres embadurnados de aceites y pinturas. Con sus instrumentos de música en las manos, se dirigen al puerto. Apenas se toca por primera vez la trompeta del Juruparí. Este es un tubo de madera largo que parece como un clarinete ordinario. Produce un ruido cavernoso profundo y penetrante. El sonido se parece al mugido de un toro.

JURUPARI
•         OFRENDAS. A las mujeres les está prohibido ver al Juruparí so pena de muerte. Se dirigen en fila a la plaza de la maloca donde se va a celebrar las fiestas, y dan vueltas y revueltas alrededor del Juruparí. Terminadas esas evoluciones entran a luz a la maloca todos los hombres. Las mujeres salen de sus escondites y ban a tomar parte en la danza. Entonces los convidados entregan Bakzaiá (Jefe de la fiesta) los presentes que le habían reído. Antes de comenzar la danza, las mujeres llevan a los hombres, grandes cuyas o totumas de cachirí. Todos beben grandes sorbos, sin respirar.
•         EL FUROR. Un círculo formado por parejas de hombres y mujeres, unido sencillamente por la mano de cada uno sobre el hombro de su pareja, danza al son de toscos instrumentos y entonan diversos cantos que terminan casi siempre con gritos y silbidos. Al principio de la fiesta hay completa separación entre hombres y mujeres. Con las bebidas fermentadas se calientan la cabeza y debilitan las piernas de manera lastimosa hasta no poder dar siquiera dos pasos en línea recta. Desde ese momento ya no hay separación de sexos y comienzan las groserías. Las liviandades y las peleas son frecuentes con heridas a veces mortales. Cuando no muertes violentas, como consecuencia, hay tristeza, con deseo de venganza.
•         LOS NIÑOS. Tales fiestas duran 2 días. Los niños de pecho sufren las más deplorables consecuencias, porque las mamás, durante esos días, nada comen, preocupadas sólo por beber y bailar. Los indios Tarianos que viven cerca de la misión de Yavaraté en estos últimos ocho años, habiendo ellos abandonado por la influencia del misionero esas orgías y desórdenes y habiendo morigerado sus hombres, los niños crecen más fuertes y sanos.
•         EL REMATE. El viajero que llega a una maloca después de un dabucurí contempla un cuadro degradante y desolador. Hombres tendidos por los suelos y por todas partes la inmundicia más asquerosa. Mujeres que parecen demonios con sus cabellos en desorden, horriblemente pintadas y llevando en brazos niños enflaquecidas de manera inconcebible. El remate de la borrachera es el Caapí, a saber la infusión de la cáscara del Cipo, árbol del mismo nombre. El fin es embriagarse dejando al sujeto en una especie de somnolencia y privación momentánea de los sentidos. La persona permanece extraña a todos. Cosas pequeñas le parecen extremadamente grandes. Las figuras más extrañas, las escenas más curiosas, y todo lo que cada uno siente, pasa completamente desapercibido para los demás.