AERONAUTAS Y CRONISTAS

miércoles, 25 de septiembre de 2013

VOTO MILITAR


EL VOTO MILITAR


AMIGOS ACORADOS.

LA COJA CONSTITUCIÓN.
Por ser un derecho constitucional general a “todos” los ciudadanos, ricos y pobres, ilustrados e iletrados, incluidos los militares, no se puede eliminar el voto militar. Lo único que es factible es LA REDUCCIÓN VOLUNTARIA DE LOS DERECHOS CIVILES, pero a titulo personal. Cuando juramos bandera admitimos, conscientemente y voluntariamente que no votaríamos. No fue que se nos impusiera sino que aceptamos. Porque por libre albedrio solicitamos ingresar a las filas militares, como profesionales remunerados, de tiempo completo, dedicación exclusiva, disponibilidad permanente y sacrificio total.

Este fue uno de los temas que no se discutieron con claridad en la Asamblea Nacional Constituyente, por no haber nombrado aun militar en ella, que supiese del tema.  O nos ausentamos o nos cerraron la entrada a ella, pero la constitución nos quedó coja en el tema.

Una de las formas que se les ocurrió a los asamblesitas, para hacer real el principio del “apartidismo” en las filas, es la renuncia voluntaria individual del militar al derecho de elegir y ser elegido para mantener la independencia y la imparcialidad ideológica. Y, supuestamente, para crear la apoliticidad del militar. Algo que es imposible. Puesto que pretender que un militar sea totalmente desinteresado y desprendido de los intereses del su pueblo es quitarle su justificación de ser. Pero que al sentenciarlo la misma Constitución se convirtió en exigencia y no en opción.


EL SOLDADO CON TODOS SUS DERECHOS


RECORDEMOS HISTORIA.
Dicha medida fue la considerada necesaria en los tiempos del presidente Olaya Herrera, (Presidente liberal después de años de hegemonía conservadora) hasta tanto el pueblo colombiano, incluido el militar, lograra el nivel de civilización democrática. Para que no involucrara la profesión de las armas con su punto de vista partidista ni con la preferencia electoral.

Recordemos que OH temía la “conservatización” del Ejército, influenciado por muchos años de sucesivos gobiernos conservadores. Por ello promovió el fortalecimiento de una “Policia Nacional” con inclinación de ideologia  “liberalizante”. Lo apropiado a su partido liberal que lo llevó al cargo. (Partidismo político entre las filas. En ese tiempo existían policías regionales y locales manipuladas políticamente). Y en lugar de corregir lo militar, lo que hizo fue deformar lo policial. Grave error.

Se creyó que suprimiendo el voto militar, que es una expresión política y no facciosa o partidista, como los opacos de ideas solo son capaces de ver, los hombres en armas no tendrían posibilidades de contaminarse con las tendencias de los grupos políticos, sin dejar de tener criterios políticos. 

Así cada uno tenga intenciones y preferencias políticas privadas, en un acto de entrega al bien de la nación, que cada cual decida, individualmente e independientemente, delegar su parecer a la voluntad del resto de sus compatriotas. Aunque es factible que en su interior puede estar imbuido de inclinaciones políticas. No dogmáticas ni culturales de la profesión militar. Las que el mismo no pueden totalmente controlar ni manipular por estr dentro de una jerarquía  estructural. Pero eso es a nivel individual y por tanto no indican inclinaciones partidistas institucionales. 

La corrección del error del partidismo en las filas, que intentó el gobierno de ese tiempo con esa medida, fue tardía. Además de inadecuada, inefectiva, desviada y nada práctica. Quizás, debido al trauma y la distracción que causó el conflicto con el Perú, pasó desapercibido el desafuero. Las secuelas se vieron 20 años mas tarde con la brutal “Violencia Política” de la década de los años 50, confirmando que había sido un error garrafal, que se pretendió corregir con una medida inocua.

Recordada la historia, para aprender los errores que no debemos repetir y tomar así los buenos caminos, regresemos al presente. Es otro error y es imposible creer que las FF AA sean apartidistas puras. Ellas lo son de naturaleza. Ellas siempre toman partido por el bien de la nación.

De por si son un partido muy bien identificado que tiene claros símbolos. El Tricolor, el Escudo y el Himno Nacional, que han sido su norte. Con ellos, desde hace muchos años, han forjado su fama y han sido las instituciones más confiables, duraderas y estables de nuestra democracia.
Son un coun nente son tificado que que tiene o levnteresado y s¿desprednido de lso mponente mayoritario del tejido social. Es lo válido hasta ahora. Por lo cual pedirles que no voten para quitarles sus bases políticas es un despropósito contra el fundamental principio de la ideología democrática.



MESA DE VOTACIÓN MILITAR


EL DERECHO.
Los hombres armados deben votar porque es un derecho fundamental constitucional de todo ciudadano que no se puede recortar con una ley menor, así se tenga, por ahora, el derecho individual de abstenerse.
Que tampoco, el buen ciudadano, debe hacer uso de esa alternativa, puesto que ya existe la opción del voto en blanco.

Además, nuestra cultura democrática ha crecido tanto que ya es suficiente como para que los militares no nos “partidaticemosm o faccionemos” por hacer uso de ese derecho. Si no creemos esto, es porque están sucediendo dos cosas. La primera es que seguimos siendo muy primarios y elementales en cuanto a los asuntos políticos o creemos que lo somos sin serlo. Nos inclino por lo segundo.

Si un militar hace mal uso de su autoridad para hacer proselitismo político en las filas, entonces, hay que extirparlo, en lugar de prohibir el voto para todos. Porque lo que estamos haciendo es castigar, de antemano y en montón, a la mayoría de los buenos y correctos, presumiendo que son o serán malos en el manejo de ese derecho, si no se les prohíbe.
Mas eso es nivelar por lo bajo, poniendo a todos en la canasta de los malos, cuando la mayoría es buena. Lo real es que solo unos pocos pueden ser o podrán ser los malos. Y la nivelación se hace es por lo alto y valioso. No por lo bajo y menor. es algo inválido.

El razonamiento restrictor, es para que el comandante se evite el inconveniente de tener que castigar a unos pocos malos. Lo cual resulta una tarea molesta, pero perjudicando a muchos buenos. Siendo uno de los deberes normales de todo superior el ejercer la autoidad sancionatoria.
Si se restringe a todos el voto, entonces, lo que estamos es pretendiendo no tener que sancionar porque que eso resulta muy incómodo. Por al evitarnos una incomodidad de mando, que es inherente al oficio y a la profesión, somos arbitrarios con todos, en montonera.

Una manera de manejar las cosas que demuestra la incompetencia militar de los superiores y crea resquemores en los subalternos buenos, quienes ven limitados sus derechos sin motivo. No es posible que nadie actúe mal de antemano y por ello se merezca una limitación de su derecho natural y civilizado de la vida moderna. Y de las democracias actuales.

Los militares activos tienen el derecho de votar en una forma tan natural y sin ninguna afectación del servicio, que hasta nadie se interesará por debatir este asunto. No hacerlo es evidenciar lo parroquiales, provinciales y primitivos, que somos los colombianos en el manejo de los asuntos políticos y de nuestras supuesta sagrada democracia.

Los militares no somos “apolíticos”, lo que si somos es “apartidistas”, que es otra cosa. Sin embargo, mezclamos las ideas en una forma tan confusa que nos perdemos en temas tan elementales como lo es esta clara diferencia.

EL CASO AJENO.
Chávez puso el voto militar por estos mismos motivos. Es decir que coincidimos en la misma idea. En Venezuela surgió un gran temor porque eso no funcionara correctamente cuando comenzaran los militares a votar.
Los no conformes argumentaban la falta de madurez política, no solo en todo el país sino en especial en las mismas fuerzas armadas, debido a su falta de cordura para asumir un derecho que no habían ejercido nunca y, por lo tanto, no habían aprendido a usar correctamente.

Esta idea la sacaron de los criterios de Bolívar cuando escribió quejándose de la incapacidad de su pueblo para ejercer los derechos republicanos debido a 300 años de vivir en monarquía y esclavitud. Sin embargo, Chávez corrió el riesgo y lo implantó. Ignoró el temor de su amando Bolívar. El decía que, así fuese a la fuerza de equivocarse, tenían que aprender los militares a usar ese derecho. Él fue bastante atrevido y lo hizo.

Parece que ha sido bien usado en la práctica en forma general. Aunque hay que admitir que unos pocos oficiales lo han mal interpretado. Los que se pasaron a la deliberación política. Lo que fue una distorsión inconveniente. Algunos han participaron en mítines y actos públicos políticos, vistiendo uniformes, echando discursos y controvirtiendo al gobierno. Por supuesto contra el mismo Chávez. Es decir que a Chávez le salió un poco el tiro por la culata, al comienzo. Pero fue un riesgo calculado.

Mas Chávez recurrió a los reglamentos. Aplacó con energia a los descarriados. Puso a las Fuerzas Armadas en su línea correcta de conducta y no ha querido por nada echar para atrás ese derecho. Que, incluso, es más amplio. Pues involucra el derecho de los militares a opinar sobre asuntos políticos y de gobierno, mas no a deliberar y controvertir en actos públicos, por medio de agremiaciones partidistas, el desempeño del gobierno. Pero la opción del voto existe. Para ese caso, por medio del conducto regular y dentro de la reserva profesional.

Como puede verse, es una situación bastante atípica en el contexto de la profesión de las armas en Latinoamérica y muy avanzada para la época. Aunque, la verdad, es que también es un poco peligrosa. Todo dependen de la madures mental, la formación democrática y la civilización cultural. Pero eso es lo que le gustaba a Chávez y en eso se mantuvo.

Si eso le sale bien a los venezolanos, como parece que les está saliendo, se tendrá que reconocerles que se han adelantado a todos los países de Latinoamérica y a nuestra cultura local colombiana. Por supuesto, a Venezuela le ha costado inconvenientes pero los ha superado y ese criterio se está afianzado.
Ya nadie habla del asunto con preocupación, aunque al comienzo fue motivo de muchas discusiones, dudas, temores, especulaciones y opiniones. Pero Chávez se salió con las suyas.



ELLAS PUEDEN VOTAR


El articulo 328 de la constitución venezolana dice: “La Fuerza Armada Nacional constituye una organización esencialmente profesional, sin militancia política”. A los militares en servicio activo se les da el derecho al sufragio sin que se les esté permitido optar a cargos de elección popular, ni a participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político. (art. 330).

Cuando dos oficiales, un Coronel y un Teniente Coronel, fueron postulados por el MVR (el partido de Chávez) como candidatos para ser gobernadores del estado de Cojedes, fueron desautorizados de inmediato por Chávez. Y le dijo a los altos mandos de la Fuerza Armada que tenían que iniciar y profundizar un proceso revolucionario hacia dentro. 

En estas circunstancias han surgido unos 5 o 6 oficiales, que se salieron del cause reglamentario para luego regresar a la normalidad. La cosa se volvió a deteriorar cuando se creo la oposición al gobierno que culminó con el momentáneo golpe de estado que lo sacó del poder 24 horas para luego volverse a reinstalar. En esos sucesos participaron unos 10 o 12 oficiales, que fueron aplacados y ahora todo está dentro de la normalidad.
Para eso fue necesario la licencia de unos 12 generales y otros tantos otros oficiales, que sin haber sido partidarios activos de la refriega si fueron descalificados por haber sido pasivos en no impedir con eficacia el descarrilamiento de esos oficiales salidos de los limites permitidos por la ley y la Constitución.

Esos fueron los dolores del parto del nacimiento de esa nueva doctrina democrática y electoral de los militares venezolanos. Ahora la criatura está creciendo sana y vigorosa y tenemos la impresión de que no habrá más inconvenientes relacionados con ese asunto. Esperemos que así sea.

LAS INTERPRETACIONES.
No puede interpretarse la posición del voto militar como el propiciar el ingreso de la política a los batallones, cuando la política ha estado siempre en ellos. Puesto que donde exista pueblo colombiano habrá política.

Los hombres en armas somos pueblo, provenimos del pueblo, trabajamos por el bien del pueblo y tenemos que estudiar y conocer e intersarnoas en las cosa de nuestro pueblo. Lo que no debe entrar, y estar por afuera de las unidades militares, es el partidismo, la facción y el grupismo, así sea solo ideológico. Ese si es rechazable con toda contundencia por ser totalmente opuesto e incompatible con las armas.

Rechazamos en las filas la acción partidista, que es de naturaleza vaporosa. Pero no podemos expulsar el componente político. Eso seria sacar a los hombres, que son de naturaleza tangible, de los batallones.  Estos dejarían de existir por sustracción de materia.

El voto militar es algo muy civilizado, moderno. Es de gentes cultas y maduras en asuntos políticos, el que los militares activos ejerzan el voto con naturalidad espontánea, sin controversias. Solo en la silenciosa reflexión individual y con una demostración de sanos pensamientos por el bien de la patria. Porque las batallas modernas son más de mente que de impulso, musculo o fuerza física. En definitiva, las contiendas son ya más de inteligencia.



EL TIENE DERECHO A VOTAR


Así son las FF AA modernizadas y acordes con los tiempos actuales. Temer a esa etapa evolutiva del ser humano, es admitir que aun nos falta mucho progreso y desarrollo planificado. Porque el avance lo dejamos en manos de la evolución espontánea y sin previsión. Y de esa manera las cosas toman el peligroso proceso del ensayo error y de la mutación casual. Algo inadmisible en el tiempo actual.

Coronel Iván González

domingo, 22 de septiembre de 2013

DESORDENES PROVOCADORES


 

DE NUESTRA HISTORIA MILITAR

DESORDENES PROVOCADORES

 
Recordemos apreciaciones de los militares colombianos que han tenido trascendencia nacional. Del libro “GERRA DE LOS MIL DÍAS EN PANAMÁ”. Memorias de la Guerra del General Víctor Manuel Salazar, extraigo el siguiente pensamiento, que encuentro perfectamente válido en el momento.

 


FIRMA DEL PACTO EN EL WINSCONSING

 
“Es una verdad histórica, arto demostrada por la experiencia, que los pueblos entregados desenfrenadamente a las agitaciones revolucionarias se hacen acreedores al desdén, cuando no al desprecio, de las naciones poseedoras de un mejor grado de cultura. Si Colombia hubiera sabido mantener el imperio de la paz, podemos estar seguros que el criminal atentado de la desmembración (de Panamá), difícilmente se habría consumado. No hay nada que refrene tanto la insana ambición del poderoso (los Estados Unidos y ahora Nicaragua), como la actitud ordenada, decorosa y firme de los débiles. Pero obramos insensatamente con haber llevado la guerra al istmo, trayéndonos así el rayo de una codicia que nos hirió a mansalva y sobre seguro”   – los paréntesis son míos –




 
MAPA DE COLOMBIA EN 1890


Con gran sorpresa no hemos comprendido nuestra propia realidad después de cien años de estar persistiendo en el mismo error. La vida turbulenta y desorganizada que tenemos, incomoda y estimula a las naciones codiciosas, que no dudarán en amenazarnos argumentando cuidar sus intereses. La invasión a Irak lo confirma. Necesitamos estabilidad interna para que nos puedan ver como nación confiable a nivel mundial.

Como dice el refrán: “Quien no aprende de su pasado, está condenado a repetirlo”

 

Coronel Iván Darío González Urán.

lunes, 16 de septiembre de 2013

LAS CATEDRAS DE LA GUERRA


LAS CÁTEDRAS ACADEMICAS DE LA GUERRA

El Ministro de Defensa dijo hace poco por los medios de comunicación: “si me dicen que aparece un grupo armado, la fuerza militar podrá ser empleada con los límites y la proporción que señala esta ley. Siempre pensando en proteger a los ciudadanos de cualquier amenaza que afecte su tranquilidad”.

Agregamos, por supuesto. Para eso contaremos la siguiente anécdota que vivimos y que ratifica nuestra afirmación.
Durante nuestros años en el servicio activo en la FAC, nos incomodaba ver la falta de determinación y las restricciones burocráticas para actuar con contundencia y según los principios de la guerra. En especial el de la sorpresa y la oportunidad. Con frecuencia aparecían blancos valederos que ofrecían todas las características apropiadas para ejecutar bombardeos con la mejor rentabilidad. Pero la forma de hacer las cosas y los torpes criterios acostumbrados dentro de las tradiciones militares paralizaban toda acción categórica y efectiva.

Y esa inconformidad se nos acrecentaba cuando nos vimos limitados por esa torpe manera de pensar. Después de haber destruido varios laboratorios de coca al oriente de la Base Aérea de Tres Esquinas, se hizo evidente la necesidad de terminar la operación con un poderoso bombardeo. Solicitamos esa operación al Centro de Operaciones FAC, quien la negó aduciendo argumentos seudocientíficos y técnicos. Los que tanto gustaban al oficial superior que en ese momento lo dirigía. Mas, no por lo razonables sino para evitar el tener que tomar tal decisión personalmente. Responsabilidad a la cual temía. O, como mínimo para evadir el incómodo trámite a instancias superiores.
 
 

Mirage 5


Pensaba que si hacia esa gestión los incomodaba con una solicitud sobre algo trascendente y esa inoportunidad lo exponía a una respuesta contraproducente a sus aspiraciones de escalamiento profesionales. El mismo oficial que era famoso por su análisis académicos de todo cuanto se debía hacer para evadir las acciones prácticas, reales y productivas. Claro que también sabíamos de sus prevenciones para no tener que ejecutar los complejos procedimientos para lograr la autorización de otras instancias de mayor autoridad.

Pues el enemigo aprovechó esa debilidad y meses después atacó la famosa Base Militar de las Delicias, con las nefastas consecuencias que conocemos. Con motivo del suceso, llegó a Tres Esquinas toda una constelaciones de Soles y Estrellas, más grande que la Vía Láctea, a averiguar por lo que había acontecido. Pero bajo la presunción de encontrar en que habíamos fallado para descubrir un culpable en quien descargar las consecuencias y desviar la atención de las demás responsabilidades.

En especial las que pudieran conducir e implicar a las alteas esferas del centro de la galaxia del nivel central. Los mismos que nos obstaculizaban son sus dudas, faltas de decisión y leguleyadas, a quienes estábamos en la periferia del cosmos nacional y donde realizábamos las verdaderas operaciones de combate. Así estábamos atrapados por su poderosa fuerza gravitacional.

Después de esa avalancha de lumbreras cósmicas, que amenazaban con destruinos con sus coletazos de cometas fugases, 8 días después, con los ánimos y las emociones más apaciguadas y de último, llegó el sol que más alumbraba: El Comandante General de las FF MM. Afortunadamente, era una persona más permeable y menos prevenida. Es una persona más comprensible y sin esa actitud precalculada de perseguidora de los rangos inferiores para demostrar sus altos poderes a los subalternos o para impresionar favorablemente a sus superiores. Nos impresionó con su actitud amable, receptiva, deseosa de saber sinceramente y sin ningún prejuicio precalculado, la realidad de nuestras circunstancias en la primera línea de batalla. Con el deseo de aportar para solucionar y apoyar en lugar de perseguir y acusar. Con un pensamiento proactivo, permeable, racional, comprensivo y contribuidor. Sin deseos de persecución ni recriminación. Facetas propias de un buen líder que acompaña a quienes sufren los apremios más directos de la confrontación.

Los anteriores mandos también habían llegado expresando, de antemano, sus intenciones en ese mismo sentido, mas era evidente que esas explicaciones no pedidas ni necesarias para con un subalterno, eran postizas y solo debidas a la gravedad de lo acontecido. Nunca antes se habían interesado por la realidad que se vivía en esa región del país a pesar de haberla puesto en evidencia con nuestras solicitudes fracasadas de apoyo de combate con eficaces bombardeos y el no retiro del componente aéreo que inicialmente disponíamos. Estaban inquietos no por la amenaza real sino por las críticas que surgían como relámpagos en los medios de comunicación. Las mismas que eran la comidilla de la eficacia institucional en la capacidad de combate y la eficacia en el control de la amenaza pública armada de los grupos terroristas fortalecidos en esa área de la nación.

El general Harol Bedoya nos propuso un dialogo cordial y eso nos abrió las puertas para intentar poner en evidencia lo que tanto nos inquietaba y teníamos reprimido.


RIO ORTEGUAZA


Llegó directo a la oficina donde le explicamos los hechos. Luego lo invitamos a tomar un refresco en el casino de oficiales y con el fin de mostrarle la base aérea. Además de lograr un ambiente más relajado que el acartonado de la seria atmosfera de la oficina de los comandantes militares.

El casino está a la orilla del sereno y majestuoso rio Orteguaza. Su terraza posterior brinda una bonita vista sobre el cauce donde se ve la selva densa que cubre la otra orilla. Habíamos notado que quería ver la selva pues nos preguntó que si esa era ya jungla virgen del Amazonas, como una forma de captar de cerca al ambiente en que vivíamos y la situación más real de nuestro entorno. Estaba impresionado por su proximidad y la forma como rodea todo el complejo militar en un abrazo de gigante natural indomable.

Mientras tomábamos el refresco, contemplando la poderosa naturaleza, el oficial ayudante se nos acercó para informarnos que una escuadrilla de aviones Mirage había salido de la base aérea de Palanquero, ubicada en la Dorada, Caldas. Procedía a hacer una pasada baja sobre Tres Esquinas en un acto de solidaridad y demostración de fuerza para levantar la moral. Un acompañamiento de iniciativa del comando central de la FAC en esos momentos difíciles por los efectos adverso que había dejado el combate de las Delicias.

Era la oportunidad especial para poner en evidencia las limitaciones que teníamos para combatir con efectividad debido los complejos procedimientos para obtener una autorización de bombardeo cuando era necesaria. Le contamos al general sobre los aviones que estaban próximos y algo incrédulo nos pidió que le ratificáramos esa información. Así lo hicimos y le aseguramos que en poco tiempo pasarían los aviones sobre nosotros. Así fue, tan solo unos minutos cuando aparecieron los aviones con un gran rugido de turbinas, a poca altura, creando una fuerte impresión por su velocidad y expresión de fuerza.
Después de eso le explicamos que esas ocasiones de oportunidad requerían la toma de decisiones inmediatas cuando fuese necesario hacer uso de su potente capacidad de fuego. Que no se podía demorar porque los aviones consumían grandes cantidades combustible y tenían que regresar después de un ataque hasta el centro del país.

 
ALOJAMIENTOS

 

El general nos preguntó que si así lo hacíamos cuando los motivos lo ameritaban. Nos dimos cuenta que él no estaba enterado que él era la única la persona que tenía la potestad para ordenar o autorizar el bombardeo. Vi que debíamos explicarle con respetuosa diplomacia sobre sus únicas y exclusivas atribuciones.

Periféricamente le dijimos que por intermedio del comando de la FAC se había ordenado tramitar esas solicitudes a él. Pero que era muy limitante y difícil que una persona tan ocupada pudiera atender asuntos tan ocasionales, alejados del teatro de las operaciones y sin el debido conocimiento de circunstancias tan repentinas. Le dimos la impresión de los difícil que resultaba para él evaluar asuntos de como la oportunidad, la sorpresa y la flexibilidad, principios fundamentales de la guerra. Se quedó callado un momento, como meditando el asunto, para luego añadir que había que revaluar esa situación.

Cambiamos de tema pero quedamos con la satisfacción de poder decir lo que sus subalternos inmediatos no se atrevían. Porque según ellos eso era evidenciar una falencia o, como mínimo, una dificultad del comandante lo cual era considerado un irrespeto a su autoridad. Anacronismo que rige con todas las teorías del manejo de un conflicto y la eficacia del uso del poder militar.

Aunque las circunstancias difíciles sobre el prestigio institucional a nivel nacional, que habían surgido con motivo del fracaso en el combate de Las Delicias, nos habían facilitado el ingreso a ese escabroso tema de oficinas, también estábamos dando satisfacción a nuestro deseo de ser reales combatientes y sin ataduras procedimentales injustificadas. Y demostrar que estábamos no solo necesitados de más autonomía operacional sino también nuestro deseo de actuar con la fuerza que demandaban las circunstancias.

Sin olvidar que habíamos asumido el cargo, también, para evidenciar nuestro disgusto con la forma como se manejaban, a nivel central, las batallas acontecidas en la periferia nacional. Apreciaciones que, con frecuencia, estaban alejadas de la realidad local. Deseábamos, con fervor, dar cabida plena al empeño que habíamos puesto por ser más la cabeza de ratón que combatía con arrojo en la primera línea, que la cola del poderoso león que solo espanta moscas en la retaguardia. El que no era temible a nadie en esos lugares.

Luego las cosas comenzaron a cambiar. Esos academistas teóricos, que usan el excesivo conocimiento de la ciencia militar, para evadir la capacidad de acción institucional y ser eficaces, ya fuese por temor de cometer un error que truncase su carrera que los paralizaba en los momentos cruciales del combate, fueron revaluados. No pasó mucho tiempo como para ese mismo oficial teórico no actuaras con contundencia en otra circunstancia y fue despedido. Se confirmaron nuestras dudas de su idoneidad que siempre nos daba cuando dictaba sus lucidas cátedras tecnológicas y científicas.

La amplia brecha entre lo académico y lo real comenzó a cerrarse. En la contundencia militar es inapropiada la presencia de aquellos que se esfuerzan demasiado en sus estudios para sacar los primeros puestos y recibir los elogiosos reconocimientos exorbitantes para quienes los ocupan. Y cuando se llega el momento dela verdad son totalmente incompetentes en el campo real donde, supuestamente, son los que mejor usarán su altas calificaciones estudiantiles. No son capaces de poner en aplicación a lo aprendido evidenciando que solo estudiaron para obtener los ascensos, que le da réditos personales y no para elevar la eficacias institucional que es lo trascendental.

De esa forma la misma institución, con sus acumulados estímulos profesionales en los primeros puestos y nada para los demás, que también lograron méritos en sus esfuerzos, propicia esa forma de pensar. Ella ha suscitado una fiera competencia de vanidades y orgullos que deprecia los verdaderos méritos y valores de militares con considerables virtudes. Muchos de ellos, luego, aprovechan ese prestigio para logra puestos cómodos y privilegios, no exentos de tráfico de influencias, donde los riesgos de combate o los de promoción profesional sean los mínimos. Cuando supuestamente los más capacitados deberían ser los que más involucradas deberían estar en la lucha. Actitud que se ha convertido en una poderosa cultura que en lugar de favorecer a la institución militar, la perjudica.  

ESCUADRILLA EN TQS


Además, el combate de Las Delicias y sus implicaciones posteriores fueron motivo de muchas revalidaciones sobre las doctrinas operacionales, que han conducido a un proceso constante de modernización. En especial la forma de la operación conjunta entre fuerzas donde los asuntos puramente aeronáuticos, marítimos y terrestres se han especificado con más detalle para evitar las contraproducentes injerencias y celos internos entre fuerzas. Al mismo tiempo que las acciones compartidas se han fortalecido dando resultados de mayor envergadura contra el terrorismo. Como lo podemos ver en los actuales tiempos.

Después de estos sucesos la Fuerza Aérea comenzó a utilizar más el bombardeo de blancos planeados con excelentes resultados. Ya es una operación común. Antes era muy raro hacer bombardeos. Solo fue significativo cuando se atacó el campamento terroristas de Casa Verde en el Meta. De resto se tienen muy pocos casos. Ahora es frecuente.

La tecnología fue mejorada para evitar situaciones riesgosas como la sucedida en Santo Domingo en Casanare o en San Vicente del Caguán cuando se ejecutaron bombardeos desde helicópteros sin las debidas políticas, criterios y procedimientos al respecto. En ambas acciones surgieron graves consecuencias, tanto materiales como en la moral institucional. Situación que evidenciamos suscitando una solicitud de mejora de tecnología y doctrina de nuestra parte. Hecho que incomodó y hasta causó enojo a los altos mandos (es otra historia). Sin embargo, aún no hemos llegado el aprovechamiento de los blancos de oportunidad, como el que se presentó cuando destruimos los laboratorios en la región de la población de Remolinos del Caguán en Caquetá.

La delegación es una doctrina de comando que causa todavía muchos miedos debido a que existe la preconcepción cultural de que el subalterno es un incapaz. Pero a la hora de pedirle resultados si se le reclama autonomía, iniciativa y creatividad en el conflicto. Conceptos que demandan, de antemano el criterio de delegación. Si un superior sospecha o sabe con evidencia que existe ineptidud en los niveles inferiores y por ello no delega, es debido a que ese mismo superior no lo ha entrenado y capacitado adecuadamente. Criterio que lo cohíbe para delegar. Mas, con ello, está reconociendo su incompetencia cono superior. Todo superior tiene la obligación fundamental de entrenar bien a las tropas. Es una responsabilidad primordial de toda jerarquía. 

En ocasiones es necesario sufrir reveses que induzcan a reflexiones atrevidas para progresar en los cambios de mentalidad. Los que no son lograble por la vía de la fuerza de los análisis ni la autocrítica interna, solo por la imposición de las circunstancias. Proceso evolutivos, que no deberían ser traumáticos, por ser logrables por medio de la lógica racional. En oportunidades no solo es inevitable sino obligación evidente el relevo generacional como las únicas formas para lograr cambios debido al fuerte enquistamiento de las inercias y los paradigmas históricos. Las que nadie se atreve a poner en tela juicio dentro de las instituciones altamente rígidas, históricas, conservadoras, tradicionalistas, paquidérmicas, macrocefálicas y piramidales. Con muchos esfuerzos estamos pasando de la era de la mula a la era del jet. Cambios que la nueva Colombia disfrutará y agradecerá.

lunes, 9 de septiembre de 2013

LAS DELICIAS (XI)

LAS DELICIAS (XI)
LOS PRIMEROS RESCATADOS
Treinta minutos después llamamos: Torre Tres Esquinas, Tres Esquinas; helicóptero FAC 4122… FAC 4122. Contestaron: Siga FAC 4122, Control Tres Esquinas”. Informamos la hora de llegada y el número de heridos. Encontramos el punto de aterrizaje en la oscuridad, señalizado solo con los precarios medios de iluminación disponible en el lugar. Mecheros, luces de los pocos vehículos y linternas hacían de señalaros en el lugar de aterrizaje. Adicionalmente habían puesto en operación todos los medios de generación eléctrica disponibles para ayudarnos. Habían prendido el alumbrado público, las dependencias y viviendas, para que en algo nos sirvieran de orientación a la aeronave. Se pretendía crear una mancha de luz en medio de la infinita selva.
Tres Esquinas era una base aérea enclavada en medio de la jungla con el fin de hacer presencia nacional y desarrollo fronterizo. Misión asignada desde el ya olvidado conflicto con el Perú y por ello sin dotación especifica como unidad de combate y poder aéreo. Aterrizamos y pronto, aparecieron las destellantes luces de las ambulancias mezcladas con las voces de los médicos y las enfermeras.
Sin embargo, no era el fin de tan dramático rescate. Faltaba trasladar a los heridos a un centro de salud con mejores servicios. Transcurrieron 20 minutos cuando, desde lo profundo del negro cielo, se escuchó el distintivo rumor de un avión Hércules ambulancia que se aproximaba. No lo veíamos ni entendíamos cómo conseguiría aterrizar, más si lo sentimos sobre nosotros trayendo una esperanza de salvación.
De repente y cuando más próximo se sentía, la potente luz de una bengala abrió un gran hueco en lo alto de la ignota bóveda celeste e iluminó el espacio. Instantáneamente la noche se había convertido en día. El avión apareció suspendido en el aire, dentro de una resplandeciente burbuja de luz, cual musculoso y alado Dios griego, que acude a cuidar de sus guerreros.

ALADO DIOS GRIEGO

La silueta, en forma de cruz, giró majestuosa para aterrizar contrastando con el negro fondo del cielo. Cuando tocó tierra, dejó en claro su llegada con un potente chillido de ruedas, frenos y una nube de humo de caucho quemado. Los motores rugiendo a máxima potencia para contener la veloz y pesada mole salvadora. Sus hélices brillaron en cuatro grandes círculos reflejando los últimos destellos de la bengala. Todos nos unimos a la celebración con gritos de espontáneo júbilo. Lo había logrado y los sobrevivientes se salvarían.

Rápidamente embarcamos a los soldados y, a la media noche, despegó desapareciendo nuevamente en el oscuro velo. Exhaustos y complacidos respiramos profundo por la satisfacción de una nueva misión cumplida con aquel fatídico rescate. Nuestro mejor premio fue el saber que estos hombres pronto llegarían a un lugar donde curarían sus heridas debidas a su invaluable valor y entrega a la patria.

Las condiciones meteorológicas empeoraron con nubes bajas, espesa neblina y algo de llovizna, que no permitían otro vuelo seguro del helicóptero. De por si esa operación había sido muy peligrosa ya que el helicóptero ni la tripulación no estaban equipados para operación nocturna. Los que quedaron fueron rescatados al otro día cuando las condiciones fueron favorables.

Después de estos hechos las cosas comenzaron a cambiar significativamente para las Fuerzas Armadas en su lucha contra los inhumanos y violentos. El cansancio no lo sentíamos porque nos embargaba el gratificante estimulo del deber cumplido.

Mayor Ricardo Torres.  Coronel Iván González. Oficiales FAC.



miércoles, 4 de septiembre de 2013

LAS DELICIAS (X)


LAS DELICIAS (X)

TESTIMONIO DE UN RESCATE DE COMBATE

Para el año de 1996 las Fuerzas Armadas habían sufrido varios descalabros de combate en el sur occidente de Colombia. De infortunado recuerdo, ente otros, se tienen los de la Hormiga. Puerres, Orito, Patascoy y Las Delicias.

El 30 de agosto de 1996, 415 terroristas del bloque sur de las Farc arrasaron por sorpresa la base militar de Las Delicias. Al cabo de un desigual combate, murieron 31 militares, 60 fueron secuestrados y 15 quedaron heridos de gravedad. Este es el testimonio vivido y narrado por el Mayor Ricardo Torres, copiloto del primer helicóptero militar que aterrizó en el lugar de los hechos.

Eran las cuatro y media de la tarde cuando despegamos del Batallón Joaquín Paris en San José del Guaviare con rumbo a la población de Las Delicias en el departamento del Putumayo. Volamos en un Black Hawk de la Fuerza Aérea Colombiana. Yo era el copiloto de una tripulación de 4 personas que recibimos la orden de evacuar soldados heridos en combate.

Sobrevolamos durante dos horas y media sobre selva espesa, infinita y profunda. A la mitad del camino, nuestra cabina, que hasta ese momento vivió un ambiente fraternal y tranquilo, se fue quedando en silencio y se llenó de inquietantes secretos. La noche cayó sobre nosotros trayendo consigo un paisaje siniestro, tenso y enigmático, como preludio de acontecimientos fatídicos. Debajo, la jungla era cada vez era más primitiva e intrigante.
 

ANOCHECIENDO SOBRE LA SELVA

Después de recorrer 450 kilómetros llamamos repetidas veces: Ejercito, Ejército, de rotor... Ejército, Ejercito, de rotor... A la espera de una respuesta, imaginaba aquellos hombres tratando de sintonizar los radios cuando sintieran el rumor de nuestra nave. Lo único que escuchábamos era la lluvia de la estática atmosférica. El sistema de navegación marcó las coordenadas del pueblo justo debajo de nosotros, pero no podíamos verlo. Todo estaba oscuro. Hicimos varios giros, hasta que surgió debajo de una bruma densa, “Creo que es ahí!”, dijo el Capitán“. Miré y apareció un caserío desolado y destruido por la barbarie. Construcciones incendiadas, escombros, postes y cuerdas, formaban desordenada telaraña junto a pequeñas embarcaciones hundidas a la orilla del río.

Buscábamos un soldado, un campesino o alguna luz, pero nada apareció. Pensamos seguir hacia la base militar, el GASUR, más cercana, ubicada a 60 kilómetros sobre el río Orteguaza, pero no teníamos suficiente combustible en el depósito que alimentaba los motores. Era indispensable aterrizar en aquel pueblo fantasma donde los terroristas nos debían esperar o de lo contrario caeríamos en la selva. Pensamos en una emboscada preparada. Era inevitable entrar repeliendo posible fuego enemigo. Nuestra situación era crítica. En ese instante todas las posibilidades pasaron por la mente, desde la idea de arborizar, caer sobre algún cultivo ilegal o entrar en combate frontal.

Todas las alternativas eran peligrosas, pero el deber era llegar luchando contra el enemigo o contra el riesgo de un accidente para rescatar a los heroicos heridos. Descendimos a poca altura donde identificamos lo que parecían ser personas acostadas en el suelo y bultos en movimiento. Pensé que los habíamos sorprendido, aunque era raro que no se ocultaran. Eran soldados caídos valientemente y el movimiento era de cerdos salvajes husmeando en ellos. El comandante de la aeronave tomó las precauciones necesarias y ordenó alistar las ametralladoras.




VOLANDO TRAGADO POR LA SELVA

De inmediato, pusimos máxima disposición de combate, se posicionaron los escudos protectores de cabina y se desaseguraron las armas. Los pilotos con las manos sobre los controles de vuelo, los artilleros ajustaron los chalecos blindados y empuñando las ametralladoras con el índice en el disparador. Todos con los ojos buscando en lo profundo. Estábamos alertas, callados, con la adrenalina calcinando el miedo, el sudor escurriendo por el cuello y los corazones palpitando aceleradamente.

Muy bajos, las ráfagas de los rotores avivaban las cenizas, apartaban los árboles agitando las ramas, levantando hojas y polvo en diabólicos remolinos. El peligro era latente pero seguíamos vivos, ni un disparo ni explosiones ni gritos, nada. En vuelo lento, casi tocando el piso, el helicóptero se deslizaba, cual ángel de la noche explorando entre las ruinas de una antigua civilización extinta. Creí estar en un lejano asteroide en búsqueda de una patrulla perdida durante una fallida exploración espacial. Con las lámparas alumbramos las construcciones incendiadas, los rincones y las destruidas torres de los valientes vigías.


LA DESTRUCCIÓN

 La pegajosa humedad, con fétido y penetrante olor sepulcral, entró por las puertas de los artilleros. Era el vaho de los cadáveres que convertían el aire en irrespirable y nauseabundo gas. Nos invadió la desolación y el espectro de la muerte. En la plaza de armas, llena de cráteres por el intenso bombardeo, antes cancha para deportes, yacían 18 cuerpos: 5 incinerados junto a las trincheras, 8 caídos dentro de las ruinas y 5 ahogados en la orilla del río. Las víctimas de un cruento final.

El fuerte e inevitable viento de la máquina, agitaba a los heroicos patriotas inmolados pero no vencidos, inermes, cubiertos con los harapos del destruido equipo militar. Algunos, con los ojos abiertos en sus pálidos rostros, mostraban el último gesto de valor. Nos aproximábamos al tiempo que nos empeñábamos en detectar cualquier señal de peligro.

De repente, notamos ligeros destellos de luz titilando con suaves movimientos en la oscuridad. De inmediato detuvimos el vuelo pensando en el ataque frontal. Giraron las ametralladoras, quietud, máxima alerta y tensión con los nervios a punto de reventar. Solo el silbido de las turbinas y el golpe seco del rotor, pero no se escuchaban disparos.

Como sombras, surgiendo de tumbas, comenzaron a aproximarse siluetas arrastrando los pies y levantando los brazos en actitud de suplicantes zombis. Caminaban tambaleantes implorando ayuda. Cuando el potente chorro de luz del reflector del helicóptero los cubrió, aparecieron sus fantasmales figuras. Encontramos lo que habíamos venido a buscar desde el lejano Guaviare, de donde habíamos partido esa tarde, a muchas millas de distancia de la amazónica selva al oriente del país, sin saber lo que nos esperaba. Eran los sobrevivientes de la arrasada Base Militar de Las Delicias, sobre el río Caquetá. Parecían seres del otro mundo que solo el brillo de sus ojos lo negaba, porque el resto era igual: lodo, hilachas, sangre, sudor y lágrimas.

 

LAS RUINAS AL DÍA SIGUIENTE
Aterrizamos casi a las siete de la noche entre lo que había sido su albergue. Caminé hacia ellos y me sorprendió un Teniente médico de la Armada acompañado de un enfermero y 22 heridos. Había llegado antes que nosotros, subiendo por el río, desde la Base Naval destacada en la frontera con el Perú. Algunos, en estado grave, tenían no menos de 4 y 5 impactos de bala en distintas partes del cuerpo; otros intentaban caminar aunque solo conseguían arrastrarse.
Debíamos partir pronto, el enemigo podía estar acechando cerca. Unos acostados y otros sentados, pero al final no cabían todos en el helicóptero. Prioridad, se abordaron los más graves. Ningún soldado deseaba quedarse a la espera de otro vuelo y confundían al oficial con sus gritos de angustia. Era una situación inevitable así fuese dolorosa. Los menos afectados para después.

Mientras tanto, mi Capitán al mando del helicóptero, había abastecido la nave con los últimos 50 galones del combustible de reserva, que habíamos previsto llevar en un bidón auxiliar. Aceleramos los motores y despegamos mientras yo miraba por la ventanilla a quienes se quedaban por falta de cupo. En sus ojos se veía la angustia de tener que soportar el miedo de permanecer por más tiempo en el sitio. Volamos hacia la base aérea de Tres Esquinas.

En la cabina había un ambiente nauseabundo que emanaba de las heridas descompuestas que se mezclaba con el acre olor de la sangre y el sulfuroso humo de las armas que impregnaba sus cuerpos, empapados con el sudor causado por el fuerte calor tropical. Además de los lamentos y el negro abrazo de la oscuridad de un infinito espacio selvático. Era como estar en el infierno. Al instante perdimos de vista la diferencia entre el cielo y la tierra. Era el panorama de un mundo sin horizontes.


LAS TRINCHERAS. ÚLTIMAS DEFENSAS