AERONAUTAS Y CRONISTAS

jueves, 30 de enero de 2014

40 DIAS EN EL VAUPES. PARTE 13



40 DÍAS EN EL VAUPÉS
 1950
PARTE 13
•         DE NUEVO AL RÍO. Como no hay iglesia dieron un martillazo a un azadón que hacía de campana y de esta manera todas las gentes acuden al servicio religioso. Vamos hacer lo posible para llegar hoy a Mitú. Madrugamos y salimos confiados en que el motor seguiría con energía y con constancia. No llegamos a Mitú. Nos quedamos a dormir en la cachivera de Vacinabá, con mucho pesar, pero no hubo remedio. Enseguida nos acostamos en las terribles hamacas. Digo terribles, porque en estas benditas se duerme muy penosamente. Puede ser la falta de costumbre. ¿Si yo no aguanto más las poquitas noches, como aguantarán mis pobres misioneros toda o casi toda su vida?
LA HAMACA
•         REGRESO A MITÚ. 10 noviembre. A las dos y media, por lo menos, hemos de estar en Mitú. El motor se lució hoy, y pasamos felices a la cachivera de Guacunabá la de Tatú. Este Tatú, que significa "armadillo", tienen tremendos saltos de agua de unos 3 m de altura en la pequeña extensión de 4 m, por el cual la canoa es precisamente arrastrada y en hombros de los pobres bogas. Pero qué habilidad asombrosa la de estos indios. Al mediodía estuvimos en Mitú, después de 23 días de una corredera plagada de obstáculos y llena de peligros de toda clase. Ahora sí conocí con toda claridad lo que son estas misiones del sur y el oriente colombiano. Con inmensa alegría veo cumplidos mis sueños y mis ideales porque esta misión llena a cabalidad la misión primaria del Seminario Pontificio de Misiones. Creo que de esta visita va a resultar mucho bien para el Seminario de Misiones, para las religiones y para la patria, además de mucha gloria para ellos.
CASA MISIONAL
•         EN ESPERA DEL AVIÓN. Nos anuncian de la comisaria que de hoy al lunes vendrá el avión y podremos volar a Bogotá. De modo que el día no tenía más descanso que una visita al campo de aviación cuya terminación ha confiado el gobierno a los padres Javerianos de esta prefectura.

•         LOS ORIGENES. Los tucanos se consideran superiores a todas las demás tribus y en efecto observé que son muy orgullosos, al paso de los Macues, que consideran inferiores. Los Tucanos dicen que se vinieron de Colombia cuando entraron los conquistadores huyendo de ellos, mientras que los Macues estaban habitando ya aquí. Los Tarianos conservan la tradición de que vinieron de Venezuela, también huyendo de los conquistadores. Los Tarianos se llaman hijos del trabajo.  Los Gananos, que son los que mayor número habitan en las orillas del Vaupés, dicen que ellos emigraron como los anteriores del alto Orinoco. Es probable que viniesen de los huérfanos de la isla de Guanhaní.

•         LOS MACUES. Piensan que es verdad lo que dicen de ellos las otras tribus, que son los esclavos de los demás, por lo cual no necesitan vestirse y edifican sus malocas en el monte, porque no tienen derecho ni de los ríos ni de las chagras. Pobres gentes. Los Macues que encontré por todos los poblados y malocas, indefectiblemente estaban separado de los demás, no se acercaban tampoco al misionero como los otros, persuadidos como están de su inferioridad. Estos fueron los que más me conmovieron. Pobrecitos los Macues porque son los más atrasados, los más tristes, los más desgraciados, lo más refractarios a la civilización. Los Macues son, en efecto, los señores de la selva, porque la conocen como la palma de su propia mano. Las otras tribus los maltratan y les pegan, sin que ellos reaccionen siquiera, víctimas como son de ese secular complejo de inferioridad. Son muy resistentes para el trabajo.

•         SUS SECRETOS. Viven de frutas salvajes, insectos, sus hormigas, gusanos, pesca y caza, lagartos, ranas. Son los Macues los que mejor preparan él “ipadú” (especie cocaína) y son los únicos que poseen el secreto del “Curare”, activísimo veneno para las flechas y a nadie se lo comunican por ningún motivo. Para prepararlo cuecen a fuego lento hierbas durante dos días hasta formar un lodo gelatinoso tóxico tan violento que en una insignificante partícula inyectada en cualquier animal con la flecha, lo mata inmediatamente. Para estos utilizan hojas y raíces que ellos saben escoger de la selva. Se procuran sal cocinando los huesos de los animales de caza hasta reblandecerlos y reducirlos a polvo, mezclándolos con pimienta (ají) y aquí tienen de condimentos en vez de sal.

•         UN CUADRO DE DOLOR. Llegamos a la maloca de Gabriel de Macucú y entre el puerto y la maloca ví un cuadro desolador. Bajo un techo infeliz de unos 3 m por 4, había dos hombres y una mujer indios. Me miraron con ojos infinitamente tristes. Uno de ellos enfermo desde hacía seis días, mordido por una serpiente. La mujer enflaquecida, de unos ojos profundos, juntaban las astillas del fogón que no cocía alimento alguno aunque estaba cerca la hora del almuerzo. Otro hombre sentado en su hamaca, desnudo, silenciosos, también retraído, hermano del enfermo. Pregunté a Gabriel Temuco que hablaba algo español. Éste me contestó que eran sus trabajadores. Y le pregunté que porqué estaban tirados en ese rancho infeliz, al aire libre, en pleno monte, sobre todo el picado por serpiente, teniendo ustedes esa maloca grande. Me dijo que los Macues no tienen derecho a pisar la maloca ni a vivir con él. Y también veo que no tienen tampoco derecho a la comida. Él me dijo ellos comen fariña solamente. Los Macues no pueden pisar las malocas de los otros indios. Los Macues para los demás no son gente. Los Macues son descendientes del agua. Son los parias y sin embargo son hijos del Dios del cielo.

•         SIN AVIÓN. Cuando llegó el avión Catalina, que probablemente nos llevaría a Bogotá, nos dijo, muy amablemente, el Capitán que también nos había traído hace un mes, que tenía que hacer otro viaje hasta la Apoporis, para dormir esa noche en Caburú. Que sólo mañana lunes llegaría a Bogotá. Por lo cual para evitar los vuelos de comercio, inútiles para los ministerios y cansones por demás, volvería el martes 14 y nos llevaría ese mismo día a Bogotá.
  
Avion Catalina en el Olaya Herrera