AERONAUTAS Y CRONISTAS

sábado, 25 de enero de 2014

40 DIAS EN EL VAUPES. PARTE 10




40 DÍAS EN EL VAUPÉS
PARTE 10

•         RARA IMAGEN. No habiendome quedó pieza seca y habiéndose mojado totalmente la maleta me tuve que vestir la bata de baño, la que me ceñí bien elegantemente con un cordón. Me puse mis botines blancos sin medias, y heme aquí un animal raro, objeto de admiración de todos, cuando me paseaba solo junto al río.

•         SAN MARTÍN NOS VALGA. Cuantas peripecias. El motor está emperrado desde ayer. Se le acaricia, se le seca, se le ruega, y es, como el diablo, ranchado, sin una chispa, y si le excita y se apaga al minuto. Entonces todos nos trocamos en marinos. Ahora si he podido ver bien la resistencia de estos queridos indios. Por raticos solamente y renegando, servía el motor un poco. Llegamos a la cachivera de Yundú y recibimos la orden de salir a la trocha.

EL PEQUE PEQUE
Un motor de podadora de jardín al cual se le acopla un eje para la propela

COMENTARIO: El Peque Peques una denominación que proviene del Brasil Amazónico. Pero algunos aborígenes del bajo Caguán y del medio Caquetá, en Colombia, en ocasiones llaman a este improvisado motor fuera de borda, cuando es fabricado por ellos mismos, como el Taca Taca, por imitación del ruido que hace por el silenciador del escape. Años después de cuando viví en esas regiones, un familiar que trabajaba en el departamento de ventas de una connotada firma comercial distribuidora de potentes, elegantes y modernos motores de diseño industrial para votes deportivos de alta velocidad en Medellín, conversamos sobre el tema y me expresé de esa forma recordando a los primitivos colonos remotos de la selva. Eso le causo hilaridad y me hizo algunas observaciones un poco burlonas porque según él nunca había escuchado esa expresión. Me di cuenta, de inmediato, que él no había vivido como yo en esas regiones y por eso no tenía por qué conocerla, aunque se daba algunas ínfulas de ser muy experto del tema. A pesar de que me molestó un poco decidí aceptar, no dando explicaciones a su displicencia. Entendí la diferencia entre ambos y además que el silencio es más elocuente que la palabra. Y a palabras necias oídos sordos. Así él siguió creyendo que su concepto era totalmente válido. Ahora le queda clara la razón de mi fingida humildad, que es la mayor de las soberbias. Los detalles le dicen que de él se trata. Fin de mi comentario.  

•         GARANTÍA MÉDICA. Al comenzar esta trocha encontramos en puras cenizas las malocas y las hierbas del contorno. Preguntamos la causa y nos dijeron: vivía en allí el Payé (médico, curandero, soplador) llamado Marcelino, quien habiendo sido llamado por un enfermo, no le resultó y el enfermo se murió. Como el indio es sumamente vengativo, se reunieron los amigos de la familia del muerto en número de 10. Ya armados de escopetas prendieron fuego a la maloca. La mujer huyó al monte y el pobre payé no tuvo más recursos que lanzarse al río donde, sin embargo, sufrió un impacto en un dedo. Hoy está abajo en Yavaraté porque, si vuelve al lugar, la venganza inexorable volverá también.

•         VARIAS COSAS. Pregunté por la manera como pagan los servicios médicos. Dijeron que principalmente con canoas, los vestidos del paciente, si es hombre u otros objetos. Seguimos nuestro viaje admirando las pajas o yerbas de verde intenso, llamadas carurú, que según los indios producen sal. Pero será tan reducida la cantidad de sal que procesa la hierba que no es explotable y nuestros indios siguen comiendo sin sal, mientras logran conseguir alguna onza traída por blancos. Nadie puede subir una cachivera cuando peligra la vida y saber cuantas penalidades acompañan estos viajes, sino cuando se hace. Se nos entró la noche.

40 DIAS EN EL VAUPES. PARTE 11



40 DÍAS EN EL VAUPÉS
PARTE 11
•         NATAPÍ-CACHIVERA. Nos recogimos hasta la cintura nuestras sotanas, al hombro los zapatos, nos echamos la bendición y echamos andar entre el agua. No era ésta tan honda que nos hundiéramos y tan torrentosa que nos arrastrara. Pero perdí mi santo equilibrio por culpa de la mucha lama de la larga roca inclinada de la orilla. Rodé y rodé, ahora sobre la maleta, luego la maleta sobre mi. Me esperaba el río, pero los factores favorecieron: la espía (grueso lazo de la quilla de la canoa, ya amarrada la orilla) y el padre Elorza, sin arrojar lejos sus propios tercios, me echó mano de dónde pudo. No sé cómo él, a manera de gato cazador, con rapidez felina, echo mano, al mismo tiempo de las orejas de la maleta y creo que las mías, y arriba los dos, maleta y obispo. Ni me rompí el cráneo ni las rodillas ni los codos. Fui de buenas. Lo dice maravillosamente saltimbanqui con mis saltos mortales "a estas horas". Sin consecuencias desagradables.
•         SOLEMNE GOLPE. Como desgraciadamente si las tuvo la que me di esta noche en la posada la selva. Me levanté a tomarme un poco de agua fresca y me fui de golpe con las rodillas y los codos sobre las imprudentes rocas que me recibieron de malos modos y me pusieron morados el codo derecho y la rodilla. Todavía estoy de luto en esas dos cuasi extremidades de mi cuerpo humano, morados rodilla y codo. Por salir en el oscuro.
•         INVENTANDO LA PALANCA. El vicario Javerianos dijo: vamos establecer el método de las palancas que usan los bogas en nuestros ríos del norte. Diciendo y haciendo, hizo cortar una barra resistente y la aplicó a la labor con bastante buen resultado. Animado por el éxito prosiguió ayudando hasta que habiéndose reducido gracias al agotamiento el caudal del río, el prefecto dijo: padre no sigua que se cae al rio. No había acabado de hablar cuando ¡chumblúm! A lo mas hondo con palo y todo. Por fortuna se agarró muy bien de la canoa. Por lamerse mejor le tocará a mí el turno. Estamos en la maloca y después de tender mi hamaca, no la abrí lo suficiente para aprobarla y me senté. Bien, de espaldas en aquel cemento. Dicen los padres que mi sotana quedó atrás como mapamundi desde la cintura y desde nombres de nuestros derechos.
•         LEYENDA DE LA TAPIRA. De cómo la Tapira perdió en tiempos pasados la supremacía sobre los demás animales. "Antiguamente la Tapira era la reina de los animales. Su bramido era más fuerte que el del tigre. Todos los animales le temían. Era dueña de todas las frutas del bosque. Su morada estaba edificada sobre un monte donde había toda clase de frutas. Nadie se atrevía a subir a aquella montaña y la Tapira nunca bajaba de ella, ni siquiera para beber agua. Sus nietos le llevaban agua sirviéndose de unas hojas. Un día, cansado de tantos viajes inútiles le rogaron que fuera a deber en la quebrada, garapé. Aceptó la propuesta y bajo. Como el agua está muy fresca, limpia y buena, no sólo bebió sino que se bañó. Entretanto los demás animales aprovecharon la ausencia de la Tapira subieron y tiraron por tierra, con la mayor rapidez, todos los árboles frutales. Luego, huyeron cargados de frutas.
 
TAPIRA
•         Cuando la Tapira regreso vio todos los árboles derribados, llena de cólera, rugió con tanta fuerza y furor, que los árboles que rodeaban la mansión dejaron caer sus hojas. La trapera persiguió a los demás animales hasta que los cansó. Les quitó todas las frutas a los animales.
Cuando solo le queda el último, éste le pidió prestado el pito grande que ella usaba. La Tapira se lo prestó. El macaco se lo cambió maliciosamente por otro semejante, subiéndose luego un árbol altísimo. La Tapira, antes de retirarse quiso usar pito para asustar los animales, pero en vez de producir el grito de siempre, produjo solamente un destemplado chillido que arrancó una sonora carcajada a todos los animales. Por eso la Tapira perdió la supremacía sobre todos ellos, pasando el macaco, cuando ruge, a hace estremecer las selvas."
•         POCAS PROVISIONES. 4 noviembre. Lo más grave hoy es la situación de la caja que conduce los víveres, que es verdaderamente de angustia por la desaparición casi absolutas de provisiones. He aquí porque el almuerzo que siempre nos ha llevado media hora, se despachó en diez minutos. "Sin bien lo sabe, presto reza", dice el adagio.
•         EL PEZ CARIBE. Pensaba en un pobre joven indio que encontramos ayer mordidos por un pez carnívoro, el Caribe, en una corva, y el pobre muchacho no da un paso. Monseñor Valencia lo vendó y no aplicó nada porque no llevamos remedio. Cuán útiles por esos mundos son esas drogas que sobran en las farmacias. Es el Caribe un pez de aterradora voracidad y fiereza y nada siempre en manada. De modo que acometen siempre reunidos contra su víctima y en un santiamén dan cuenta de ellas. Es eso también me recordó el pasaje de La Vorágine donde se describe la muy fea muerte de Barrera.


PEZ CARIBE
•         INVASORES EN TARACUA. 5 noviembre. Volvemos al Oaxaca no hay esperanzado de que el motor del fin diera chispa. Vana ilusión. Una bobina está quemada y la otra no da señales de vida. La comida, una sopa bien caliente, más agua que "gente", pues entre ellas sólo había flotantes unos pedacitos de chicharrón de Guagua. Casabe y a dormir. No dormimos porque la maloca estaba sola. Llegarían a la medianoche y nos reñirían. A las 2:30 de la noche empezaron a llegar alumbrando con cáscaras de Tupi. Pero quedaron todos ellos extasiados al contemplar la multitud de hamacas extrañas colgadas aquí y allá. Nosotros no nos dimos por notificados, ni los dueños nos tomaron razón de nuestra conducta, se fueron a una gran cocina contigua a nuestra maloca y allí pernoctaron, dejándonos tranquilos. Al amanecer no nos riñeron por nuestra osadía. Antes, más bien, nos ayudaron a desayunar. Si el motor no se compone, nos quedaremos bogando este río por 10 días sin llegar a Mitú. A las 2 PM prendió eñ motor y siguió trabajando oficiosamente. Todos los padres y los bogas dejaron sus remos y respiramos.


40 DIAS EN EL VAUPES. PARTE 5



40 DÍAS EN EL VAUPÉS
 1950
PARTE 5
•         PERIPECIAS. Los 30 metros de las bocas del Yí, se han convertido en tres, y así empezamos a navegar sopesando a cada golpe de remo con las rocas y maderos caídos que hay que esquivar y romper a machete. No pasa una hora sin que los viajeros tengamos que saltar a tierra y caminar troche arriba hasta que los bogas hayan salvado mil obstáculos al parecer invencibles. El padre Gil ha resultado desafortunado. Como iba sin sombrero y no dio una mirada a un nido de hormigas pequeñas, les rozó y aquí fue Troya. Un velo movible de mil líneas le cubrió en un instante la cabeza la cara y el cuello. Picaban como los diablillos arrancando los pedazos. Yo estaba inmediatamente detrás disfrutando, como buen logrero, de la trocha y disfruté también de mi partecita de hormigas.
•         UN ANTIOQUEÑO. Nos asustan un poco los bogas, porque creen que no llegaremos al "Parador" que significa un varadero, único lugar este donde hay una maloca, donde podríamos pernoctar. Pero es cobardía pensar en dormir bajo los árboles. Los bogas tienen que llevar la carga a hombro, que es la canoa, 1.000 o 2.500 metros. Canoas que navegan por tierra. Nos tocó cruzar por diversos pantanales en los que nos teníamos que llevar los zapatos al cuello amarrados con los cordones. Nos lavamos en las fuentes de un antioqueño de nombre Emiliano Zapata, el dueño de la maloca, que me condujo a su casa. No pueden faltar estos antioqueños en ninguna parte, me decía mi mismo, y así es. Como yo mismo viniendo del nordeste antioqueño. Este colono nacido en Yolombó, es el empresario del parador. Se casó con una india, con ánimos de no volver por esos mundos donde matan por una cuarta de tierra, cuando aquí puede coger 1 millón de kilómetros. Nos tenía gallina preparada con tajadas de plátano largas como lenguas de vacas, y café sin azúcar.

 BOGANDO
•         HACIA EL PACA. El 20 octubre salimos del pie del nacimiento del Yí hasta dónde puede meterse nuestra canoa en el río Paca. Tenemos que andar otros 2.500 m en el parador. Y estos son los que recorren nuestra canoa. Seguimos con las mismas dificultades de todos los días. A medida que andamos aumenta su caudal de aguas prietas como el color de vino de uvas negras, tinto pero más negro que tinto. Pero se nos llegó la noche y hubimos de pasar en la maloca abandonada del caño Güepí. Esta, medio derruida, sin caminos recién pisados, las malezas crecidas junto a los muros y en el patio. Esa noche llovió a cántaros y el cielo nos regaló con sus truenos y relámpagos.
•         PLANTA EXOTICA. La palma que se llama "tipuñas", a la hora precisa en que se cae la noche, abre sus racimos y deja caer unas flores blancas como azahares pero duras y consistentes, sumamente estimadas por los indios para varios usos. Entre otros para preparar con ellas el pescado que queda riquísimo con la grasa vegetal que contiene. Y para fabricar el cachire, bebida fermentada que usan en las fiestas en las que se emborrachan y bailan.
•         VESTIDO. Nuestros indios están prácticamente desnudos. En las residencias misionales se visten todos o casi todos, por respeto sacerdote y a las agrupaciones de convertidos. El indio pagano se va civilizando, al paso que cristiano se va paganizando.
•         PACA ABAJO. Al mediodía y bajo los rayos tremendos de un sol de fuego llegamos a Pilóncachivera, hoy Guadalajara, apertura del indio Abel Sierra, cristiano y civilizado. Padecimos en la mañana los más fuertes ardores, presagio de cercana tormenta en la tarde. Así fue: no bien salimos de Pilóncachivera cuando se desató el torrencial aguacero. En la selva las tormentas son abundantísimas. El agua cae muy cerrada y en grandes gotas que todo lo moja e inunda. Las lluvias no duran mucho pero es abundantísima. Además se acompaña de grandes truenos y relámpagos, vientos enfurecidos que sacuden los árboles y las ramas con violencia dando silbidos y ruidos extraños. Hay grandes ecos que se propagan en el firmamento y a lo largo de toda la inmensa vegetación. Es un espectáculo impresionante. Cuando terminó el aguacero nuestros zapatos arrojaban hacia arriba el agua que les sobraba, que no era poca.


CACHIVERAS
•         SE ASUSTAN. Tuvimos que pasar por mucho barro y por humedales. Eran las cinco de la tarde cuando entramos a Vacaricuara. Hay casitas, cura y la pequeña pero simpática iglesita. La misión sostiene 13 cabezas de ganado. Son los padres Javerianos que tienen allí su capital. Que hace las veces de inspector en todos los aspectos mientras viene sacerdote. Salió el que hace de jefes a encontrarnos pero los acompañantes huyeron al monte por temor natural que tienen a los blancos. Cerenados al conocer la voz del padre regresaron y le dieron explicación: creímos que era un blanco colombiano. Éste fue el primer pueblito hallado en cuatro días de peligrosísima jornada se llaman Vacaricaura. Pregunté si mismo: que significa Piracuara. Contestaron: significa cueva de los peces. ¿Y Araracuara? "Cueva de las guacamayas".
•         PRIMER GANADO. El 22 octubre, empacar y fuera, allí tienen los padres el primer acto de ganado perteneciente a la misión, unas 13 cabezas de las cuales cuatro son de leche. Como estaba deseoso de tomar un poco de leche pedí acorralar a los terneros pero los bribonzuelos se volaron. Así que sólo pudimos alcanzar a exprimir una tasa humeante, cuyo atractivo no pudimos resistir. Por la tarde fuimos al campo de aviación abierto por la Compañía Rubber y dirigido por el padre Andrés, Montfortiano, para su avioncito o para cualquier Douglas, pues el campo tiene 1.200 m.

40 DIAS EN EL VAUPES. PARTE 9



40 DÍAS EN EL VAUPÉS
1950
PARTE 9
•         NOSTALGIA. Consolados por la labor del día nos acostamos a dormir. Noche oscura, silenciosa: canta la cachivera, vate el viento, los grillos no cesan en su chirrido eterno, el alma se acongoja, la soledad apremia, la garganta se anuda, unas lágrimas furtivas caen sobre mi almohada de pajas fogueadas por el calor ambiente y por el fardo de mi cabeza. Pobres mis hijos, pensaba, en este Papurí tan lejano que les alborota las nostalgias de los mundos abiertos que han dejado. Podrían sucumbir del tedio mortal en la maraña solitaria y sembrada de tristeza, sino los sostiene el divino principal misionero. O Dios de las soledades. Socorred a mis hijos en esta misión y en todas las misiones.

•         DESCANSO. La pasamos felices con nuestros queridos indios. Vamos a conocer los dos pueblitos aledaños, La Estrella y África, son amables. En Teresita como en todas partes, los indios dependen del misionero bajo todos los aspectos. Había no menos de 500 indígenas, contando los brasileños del otro lado del río, para quienes son también los Javieres, las gracias de Dios.

•         LA ADUANA. 30 octubre. Misión de los padres salesianos, frente a la desembocadura del Papurí sobre el Vaupés. Tenemos que andar a pie. Como esta trocha está en puro bosque, no alcanzamos a ver la cachivera y ser testigos de las peripecias de nuestra pobre canoa sobre tantos precipicios que se suceden uno tras otro y que nuestra embarcación tiene que superar. Son tan hábiles estos indios en sus oficios marinos, que nada les pasó, y les ha ocurrido nada en nuestro viaje. Gracias a Dios. Llegaríamos a las cinco de la tarde a las bocas del Papurí sobre el Vaupés, pero no. Ya casi siendo las seis cuando vimos en la orilla izquierda, en la boca de una trocha, al señor Dimas Gómez, empleado de la aduana colombiana en este lugar, quien fue hasta la orilla para recibirnos. La aduana, situada en un bellísimo promontorio se embelesa la divisa panorámica, donde respiramos ampliamente el ver izar la bandera colombiana a nuestra llegada. Nuestra canoa baja sola la última cachivera y el Papurí ruge convulso y desafiante al morir engullido por el Vaupés.


EL RIO VAUPES

•         YAVARATÉ. 31 de octubre. Hoy amanecimos en la misión salesiana brasileña en tierras que fueron colombianas. Nos llevó el padre Antonio a mostrarnos todas las dependencias de la casa. La iglesia, salones, aulas, la casa de los padres, la casa de las hermanas con su colegio y talleres para niños indígenas, los huertos donde cultiva toda clase de hierbas silvestres con basuras caseras descompuestas. Los talleres de artes y oficios indígenas. Estos salesianos son admirables. A las tres nos llevó él padre Martínez Marthinus Maltan, gran sabio de origen alemán, salesiano de la casa, a conocer el observatorio de meteorología que les confió el gobierno de Río de Janeiro. Esto tiene su fin científico pero busca también la manera de asegurar la posesión de unos terrenos conquistados, y prevenir futuros reclamos de la despojada Colombia. Admirable el observatorio con sus termómetros, sus termógrafos y demás medidores, como el de la humedad, la altura, de la fuerza del sol, del viento, de la lluvia. Y, entretanto, Colombia no tiene sino un rancho de pobre, que no infunden ningún respeto al invasor.


MUSEO INDIGENA
•         EL MUSEO. Mientras termina la preparación de la canoa de quilla más honda, que nos prestan amablemente los padres para la subida a Mitú, vamos a conocer el museo indígena de la misión que está empezando a fundar el padre Enrique Fiorani. Algún día lo tendremos nosotros en Mitú pero, sobre todo, en Yarumal. Vamos por entre ambos ríos ya juntos en dirección del ángulo o punta de tierras colombianas que forman los dos ríos, y en donde están la aduana y el mojón de cemento. Igual al que habíamos visto en Melofranco, bajando hasta el Papurí. Repetimos: Así, con éste arreglo ignominioso se protocolizó en ese año el despojo que en fecha detestable consumó el Brasil fue el 1 enero el 12 enero 1933.
•         FUERZAS SIN COMIDA. Nuestra navegación comienza a esa hora, río arriba. Gastaremos buenos ocho días con motor, a remo limpio 14 días. Y no es que esté malo el motor, es que no tiene fuerza suficiente, pues dicen que es de 10 caballos no más. Atravesamos cinco cachivera más. Los pobres marinos tienen que llevar en peso, con el agua a la nuca, esta embarcación tan primitiva. Francamente yo no me explico de dónde sacan tanta fuerza estos bogas para remar y arrastrar la canoa por entre pedregales tremendos y corrientes pavorosas. No les veo comer sino fariña, fuera de algún banano y pedazo de carne que les da el padre. Si hasta hoy había querido mis indios, ahora sí que los amo de corazón. El calor del día nos tenía ardidos, no obstante los asperges continuos de los remos. Por la noche, encorvados, en nuestras hamacas dormimos poco.

•         DÍA DE ÁNIMAS. 2 noviembre. El desayuno resultó, no de ánimas, sino de primera, porque la jornada es larga y dura. Ya fusilados con el pan de Los Ángeles tres veces y con el pan material una vez, partimos hacia arriba. Casi hasta el medio día llovió, de modo que no avanzamos mucho y nos mojamos por parejo. Atravesamos cuatro cachiveras más. Esta no la pasamos porque ya se había llegado la noche y es sumamente peligrosa. En la noche usamos unas cáscaras largas, de una pulgada de ancho, ya secas, que hacen las veces de farol o vela. Esta cáscara se saca del árbol llamado Turí, que contiene una resina muy tenue y da una llama clarísima.