AERONAUTAS Y CRONISTAS

sábado, 26 de octubre de 2013

CONCORDIA. FRENESI Y GUERRA.. CAPITULO 6


CONCORDIA. FRENESÍ Y GUERRA

CAPITULO 6

LA SITUACIÓN EN URRAO

En Urrao comenzaba la hegemonía conservadora. Había candentes debates en el Congreso que repercutían en el orden público de los pueblos. Cambiaban a los inspectores de policía liberales por conservadores agresivos y provocadores. Nombraban alcaldes con antecedentes penales con respectivas consignas políticas. Estaban muy influenciados por la falange española hasta el punto del fanatismo.

Me ordenaron trasladarme a esa población de gente agreste y risueña situada sobre el hermoso valle del Penderisco. Tierra muy plana poblada por muchos madereros de oficio, abundante leche, cerdos por toda parte, variedades de quesos, el frijol silvestre y encantadores maizales. Campesinos parecidos a los del oriente antioqueño pero su prototipo está por fuera de lo común del mestizo ya que es alto, trigueño y blanco. Un microclima que permite toda clase de producción agrícola. Es despensa del suroeste antioqueño, se autoabastece y aunque es de bajos salarios el campesino sobrevive. Con una amplia plaza donde tiene una estatua del General Uribe Uribe ya que el municipio es 95% liberal.

Un día nos dio por investigar el secreto hidráulico de los meandros del río y para ello ascendimos por su cauce armados de un manómetro y una Cañabrava. Arriba de la boca de la Cartagena encontramos dos Sabaletas reventadas porque alguien estaba pescando con dinamita. Más arriba encontramos un paseo que parecía un cuadro campestre de Goya. Era el alcalde de Venecia acompañado de unos ciudadanos de Betulia y entre ellos Gilberto Arango Arias (Marañas) que tenía una chaqueta amarilla, una boina roja, y apenas una patilla recortada. El alcalde arrojó unos tacos de dinamita. Todos ellos fumaban cigarrillo a base de mariguana, bailaban y se tiraban al río vestidos. Presentaban estado de excitación permanente y algunos parecían alucinados. El alcalde me ofreció tirar dinamita pero yo le reusé diciendo que estaba prohibido.

Luego me ofreció un cigarrillo de mariguana o si prefería Pangola, él era uno de los que había descubierto la acción alucinógena de este pasto. Le contesté que para mis actuaciones no necesitaba elevador. Sacó una botella de Tapetuza. El  expendio estaba a una cuadra de la plaza y las autoridades no impedían su venta por miedo. La celebración se debía a que al médico José Ignacio González lo iban a despedir porque era liberal y lo mismo le pasaría a los alcaldes de Salgar, Concordia y Betulia a quienes iban a reemplazar por alcaldes conservadores. Le agradecí el informe al típico funcionario público violador de las leyes regresando en esa misma noche a Concordia.

EN BOLOMBOLO

A mitad de agosto recibí la comunicación de mi destitución y debía trasladarme a Bolombolo. Corregimiento de Venecia. Está sobre la vía del ferrocarril con una plazoleta llena de prostíbulos de donde sale una calle hacia el puente y el otro extremo un camino de Herradura hacia Venecia. Prostitutas a granel de las maravillosas caucanas de amor libre. Temperaturas de hasta 37°. Remolino de automotores de todo suroeste, carencia de agua potable, regular servicio de luz eléctrica. Una iglesia en construcción presidida por el padre Quintero muy politizado conservador de armas tomar. Población 98% liberal. Antiguamente se llamó San Joaquín y pertenecía a la finca de Echeverri. Finca desde Titiribí hasta el puente de Bolombolo. Sus vaqueros eran excelentes enlazadores que perseguían a los nativos de San Joaquín para cazarlos.

León de Greiff lo menciona en sus poesías en 176 ocasiones. El poeta vivió entre este puerto y la mansa en la vía de El Troncal durante los años 27 y 28 y los habitantes lo catalogan como el intelectual más grande que ha pisado su suelo. En este lugar varias personas han hecho grandes fortunas como Hilario González. Echeverri. los Ruiz y Toro, Rafael Salazar, Carlos y Gabriel Trujillo, Esteban Huerta y Ernesto Garcés Soto.

Allí conocí a Jesús González (El Indio). Negociante de Concordia que tenía numerosas propiedades y era un hombre respetuoso, blanco, de cara avenida, se la pasaba viajando de pueblo en pueblo haciendo negocios. Admirador de la guerra con el Perú por la moratoria que lo había salvado de la quiebra ya que gran parte de sus fincas estaban hipotecadas. Huía por tres años de sus acreedores y todos los días le daban ganas de degollarse. Tenía 2500 cuadras entre Concordia y Salgar. Fue contrabandista de tabaco teniendo que cruzar el río Cauca ha nado huyendo a los resguardos. Junto a Alfonso Montoya era dueño de una de las carboneras en Amagá y una finca cercana a Concordia.

Roberto Velázquez propietario de la Boca de la Colonia y del famoso burro al cual le traían yeguas de todo el suroeste. A Luis Felipe Vélez dueño de El Piñón, hermano de Martín Emilio Veles propietario de Cabildo. A José Pizano dueño de la finca la Herradura a cuyos pies vivió el poeta León de Greiff. A Santiago Ángel (Don Zas) dueño de Zabaleta y quien fuera fundador de la población de Palermo en Támesis. A Ramón Emilio Romero de la fonda de Cangrejo. Luis Uribe propietario de la Aguada y de su hijo Alberto. Hilario González dueño de todos los alrededores de Bolombolo y los principales locales.

Al mayordomo de Las Arepas finca en el municipio de Tarso propiedad del padre Sierra consejero del obispo de Jericó acompañado también del mayordomo de las en hacienda Túnez de los Ospinas (la fundada por Mariano Ospina Rodriguez cuando se fugó después del atentado a Simón Bolívar). Finca de 2000 cuadras en Fredonia. Nos cruzamos con Juan Esteban Huerta quien iba acompañado de varios negociantes de Jericó, tierra del célebre Tulio Simón Santamaría quien en la década del 10 fue dueño de toda la Pintada, Támesis y Valparaíso. Constantemente vendía fincas para satisfacer sus gustos de sibarita. Viajó a Europa trayendo de París 12 deliciosas consortes licenciándolas en Jericó. Dijo que me vendía una finca como lo había hecho con la finca Morrón a un colega mío. Durante varios años insistió en esa promesa cuando en ese tiempo valían a $500 la cuadra que hoy está entre 70 y 100 mil. Siempre he sido alérgico al dinero.

Las fincas están cercadas por árboles de Matarratón de donde hoy se extrae la proteína foliar. La deforestación es casi total. Y el hacha ha creado un paisaje monótono y a veces aburrido en la zona del Cauca. En especial la tierra para Corrales donde siembran maíz y donde hay zonas que, sin agotarse, han dado hasta 40 cosechas continuas y sin abono.

De Anzá para abajo el río Cauca se le llama el Cauca de los pobres porque en ese entonces el bajo caucano no ha sido descubierto como potencial agrícola ganadero. Entre Anzá y la Pintada se llama el Cauca de los ricos donde se encuentran indiscutiblemente las mejores ganaderías. Típicos antioqueños creadores de riqueza e imaginativos. De la Virginia a Puerto Tejada es el Cauca de la caña de azúcar y de los establecimientos paneleros, el algodón y la agricultura mecanizada. Es el Cauca en los millonarios.

PARA ALTAMIRA Y EL COMBATE DE AGUACATAL

Me trasladaron al corregimiento de Altamira en el municipio de Betulia. Municipio sin agua potable, pésimo servicio de energía eléctrica, clima templado, casco urbano en una hondonada. Tierras geológicas más fértiles que las de Concordia. Segregado de Anzá, se encuentra entre Concordia y Urrao. En el camino a Altamira pasamos por la vereda Aguacatal en donde se libró el célebre combate del día 18 enero 1900 entre las fuerzas conservadoras del gobierno, conducidas por los Generales Fructuoso Escobar, de Jericó y José Vicente Vázquez. Y por los Coroneles Valeriano Arango y Luis Ángel Ochoa también de Jericó.

Las fuerzas liberales las comandaban los Generales Cándido Tolosa, boyacense, y Manuel Antonio Ángel. El Coronel Gorgonio Uribe Fernández (General Piedra), primo hermano del General Uribe Uribe, el Coronel Alberto Restrepo Trujillo, hermano mayor de Ñito Restrepo y abuelo del doctor Diego Calle Restrepo. Y el Coronel Ricardo Mejía. El General Piedra recibió una herida de bala en la frente a consecuencia de la cual murió en Concordia a los dos meses.

La mayor parte de las fuerzas revolucionarias provenían del suroeste dirigidas por el General Piedra. A la cabeza del destacamento iba Alberto Restrepo Toro y pernoctaron la víspera del combate en el alto de San Luis, a 5 km de la plaza de Concordia. Enviaron a comprar petróleo con el fin de limpiar el armamento que habían enterrado en esa región. El joven Ernesto Toro Vélez murió en el Chocó a causa de las heridas recibidas en la contienda. Se calcula en unos 8000 los combatientes De ambos bandos.

El choque se produjo en la finca de Joaquín Vélez perteneciente a los señores Rafael Mejía y Gabriel Saldarriaga.
Daniel Escobar (el Hachero), quien en un acto de locura mató en Envigado (en la actual Aguacatala) a seis personas con hacha. A raíz de su comportamiento en el combate de Aguacatal (en Betulia) fue indultado gracias a los argumentos de Antonio José Restrepo y del general Uribe Uribe, quienes fueron sus defensores.

Daniel propuso a Tolosa cambiar el plan de combate dividiendo las fuerzas rebeldes entre grupos. Uno combatiría por la Quebrada en León y los otros dos esperarían en la vereda San Antonio para caer sobre las fuerzas gobiernistas. Tolosa no aceptó la propuesta que hubiera sido efectiva. Entró por un solo lado todas las fuerzas revolucionarias. Tampoco aceptó la propuesta de Alberto y Roberto Escobar Torres, guerrilleros de La San Mateo quienes propusieron atraer a las tropas conservadoras a los llanos del Tigre y el Penderisco. Los revolucionarios quedaron entre dos fuegos.

Se enfrentaron el Grass y el machete. Este último, el general Uribe Uribe lo modeló en forma de la peinilla actual más liviana y larga y más fácil de manejo. Las fuerzas del gobierno emplearon el Grass, invención de los prusianos. El recular de esta arma fracturaba la clavícula sobre el hombro de quien la disparaba. En el contrario hacia estragos como si le hubiera pasado un buldócer quedando como un bagazo trapichero.

Por el gobierno intervinieron los batallones Támesis y Montoya, fuertemente armados y atrincherados de antemano. Por parte de los revolucionarios la brigada concordiana fue indudablemente la de mejor comportamiento, dirigida por Olegario Montoya. No soltando la bandera ni aun cuando tocaron a degüello. El Concordiano Laverde, quien lleva una libra de panela, no quiso comerla antes dejándola para comer con la carne goda, según dijo. Fue uno de los primeros en caer cuando una bala de Grass le destrozó el pecho.
El contingente de Andes, dirigido por el General Piedra, Carlos, Julián y Manuel Tobón, padre y tíos de Jorge Tobón Restrepo ("Uno de Tropa" quien escribió el libro “Sur” sobre el conflicto con el Perú) , en los primeros disparos huyeron y al otro día temprano aparecieron en la plaza de Andes en donde recibieron el apodo de “Las Poyas”.

El continente liberal de Rio Negro regresó a ese municipio y al preguntársele por donde había cruzado el río Cauca dijo que ignoraban dicho río. También participó el Antonio Parra padre de Ricardo Parra Toro (Tartarín Moreira). En 1964 en las barrancas aún se encuentran plomos y restos de esqueletos.

A raíz del triunfo conservador en La Aguacatal se desató una persecución por parte de las autoridades envalentonadas por el triunfo. El medico Wenceslao Villa de Concordia atendió el Coronel Ricardo Mejía de sus heridas y por ello estuvo preso. Eduardo Quevedo Peña se vio obligado a huir a la costa. El “negro coreana”, en el año 10, gritó en la plaza de Concordia un viva al Partido Liberal y recibió un tiro de carabina de manos de un jefe conservador que había estado en Aguacatal.

En el archivo de Concordia se guarda una carta de Antonio Gutiérrez, jefe conservador de Betulia, donde pide al alcalde de Concordia que le envié dos Grass para ir “tortoliando liberales”. Al otro día del combate, Antonio Gutiérrez celebró un baile en la población de Betulia para festejar la supuesta muerte de Roberto Torres Escobar, el guerrillero. En 1904 el general Uribe Uribe, después de visitar a Urrao, se trasladó a la hacienda San Mateo a saludar a uno de sus mejores soldados, el guerrillero Roberto Torres Escobar. Después pasó a saludar a Alberto Restrepo Toro. Alberto se refugió en su finca en Salgar pero posteriormente fue herido en la plaza de una puñalada, la cual probablemente le provocó una hemotorax.

Los batallones conservadores triunfantes fueron llevados a Santander para pelear en la batalla de Palonegro el 13 mayo de 1900.

Los odios y las venganzas de la guerra civil de los mil días y el del combate de Aguacatal afloraron en muchas personas del suroeste durante la guerra civil del 49.