AERONAUTAS Y CRONISTAS

sábado, 8 de marzo de 2014

SUR PARTE 12 Y 13



PARTE 12
CAPTURA DE AVIÓN ENEMIGO CON CAÑÓN DE GUADUA Y BATALLÓN COSTEÑO
•         No era el único enfermo, casi todos lo estaban. Aquello más que un batallón, parecía un inmenso hospital. El Coronel Gálviz se dirigió por radio al Ministerio de Guerra, solicitando aviones para evacuar los enfermos graves hacia los hospitales del interior. A menudo los aviones del gobierno transportaban por la frontera periodistas y hasta mujeres con el objeto de que dijeran lo contrario en sus entrevistas con los periódicos capitalinos. Sin embargo al coronel Gálviz le contestaron que no había aviones.
•         Entre el ingeniero Juan B. González y un tarro de guadua, capturaron a un aviador peruano con su aparato. El aviador acuatizó en las aguas, sobre el río Caquetá, según dijo, lo había hecho desorientado, creyendo que aquello era una guarnición peruana. El tarro de guadua estaba ahí sobre dos ruedas de madera, simulando un cañón, lo que asustó a nuestro hombre. En el último momento quiso arrancar vuelo nuevamente, pero fue obligado atracar con el argumento más convincente y positivo de la pistola del ingeniero González. Llevado a Puerto Leguízamo se le instaló en el mejor aposento del hospital María Teresa, con una guardia especial. Los oficiales colombianos le hacían visita y le prestaban novelas. Después lo enviaron a Güepí con un teniente y unos cuantos litros de aguardiente.
•         "Uno de Tropa" fue nombrado guarda de almacén de vestuario y equipo que era todo maremágnum. Se dio a la tarea de organizar aquel manicomio y lo consiguió de tal manera que parecía hasta estético. En el mes de noviembre del año 33 se aproximaba el momento del relevo para aquellos pobres soldados que languidecían de fiebre y el deseo de volver a sus hogares. En este mes le correspondía al batallón de antioqueños puros "El Girardot" y a los pocos santandereano de "El García Rovira", que más que los soldados antioqueños eran "mas machos" pero indisciplinados. Quizá por el carácter peculiar de su raza altiva y dominadora, no consentían que se les mandara.
CARTEL LLAMANDO A LA DEFENSA NACIONAL

•         Empezaron, entonces a ser evacuados los enfermos en pequeños grupos. Las penalidades del retorno eran muchas, pero en nada comparables a las pasadas. "Uno de Tropa" ya había sido atrapado por las enfermedades de la manigua. A pesar de las fiebres violentas no quiso ir al hospital. En el almacén dormía y cuando la fiebre lo agobiaba, deliraba entre unas y otras dosis de quinina.
•         También llegó una compañía de costeños que iba destinada al Putumayo. Su entrada al puerto fue algo conmovedor. Eran los primeros soldados que llegaban hasta Caucayá en vehículos de ruedas. Por la carretera entre el Puerto Leguízamo y la Tagua. No parecían soldados sino un grupo de abigarrados que si hubiera tomado como pordioseros. Con los trajes deshilachados y sucios que decían de las penalidades del viaje. Los presentó ante el Coronel Gálviz, el teniente Carreño. El Coronel preguntó: porque vienen tan sucios y rotos. Ellos contestaron: esto es porque venimos desde Barranquilla. En todas las guarniciones hemos pedido y en ninguna se nos ha dado nada. Y así siguieron rumbo a Tarapacá. Con los mismos vestidos que llevaban sobre sus carnes sudorosas desde hacía dos meses y en un viaje a través de toda la República.
•         Para colmo de sus torturas, el Teniente que los comandaba se portaba mal con ellos y multiplicaba las asperezas de su diaria jornada. La suerte le llegó en Tarapacá. Acaeció en el Putumayo, este oficial que no supo comprender a sus heroicos soldados que, aunque pudieron salvarlo no lo hicieron y lo dejaron perecer, sordos a sus gritos de auxilio.
•         El Capitán Moreno Díaz y el Teniente Rojas llegaron de El Encanto. Poco después de ellos vinieron unos soldados evacuados de la misma guarnición. Contaron que el Capitán lloraba en El Encanto como una niña lamentándose que no iba salir vivo de aquel lugar. Rojas atropelló a un soldado y para qué los compañeros de este, justamente enojados, no encaran el incalificable abuso de autoridad, lo trasladaron. Un émulo de aquel, el Teniente Gómez Solórzano ensayaba las ametralladoras colocándolas sobre las espaldas de sus soldados y que por faltas baladíes, los azotaba con sable, en medio de la jornada.
•         Al teniente Rojas le oyó "Uno de Tropa" llamar a un suboficial y como éste no parecía ligero, gritaba desaforadamente: Donde se meterá es hijo de puta que no viene, que no viene? Lindo modo de tratar a la tropa en campaña y en aquellos climas. Y esto no es sino un detalle que pinta la serie de humillaciones a que estaban sometidos los soldados colombianos que ya temían más a los jefes que al enemigo. Después nos culpan de no tener patriotismo, decía el Cabo Gómez al ver esto.


PARTE 13
LOS DE LA RESERVA. EL ESPECTÁCULO AÉREO Y LA PISTA
• Un Cabo primero se enloqueció, el cabo 501, todos lo miraban lastimosamente. De los oficiales que llegaron con "Uno de Tropa" estaba uno de los últimos que quedaba aún en la frontera. El Capitán le dijo que fuera a recostarse en unas pajas, pero este le contestó, echándole madrazos, que qué le pasaba. Que más bien se fuera a buscar marranos a la selva como lo hacía "Uno de Tropa". Los soldados se reían socarronamente pero no por mucho tiempo porque después cada uno se llevaba su buena parte. También se enloqueció el soldado Mantilla y en un viaje a "El Encanto" no volvió más. Por no alcanzar los favores de una india se voló los sesos de un tiro de fusil, en el puerto de "Calderón".
•         Llegaron los oficiales de la Reserva. Apuestos, elegantes, enguantados y limpios. Formaban un contraste irrisorio con el ambiente lluvioso y las veredas enlodadas de Caucayá. Hablaban melosamente al Coronel para que no los enviaran a sus respectivos destinos en la frontera. Vivian aterrados del contacto con los moscos y de la proeza de haber llegado al Putumayo. Se sentían héroes y miraban a todo el mundo con desdén, como desde un pedestal. En tres meses los habían hecho oficiales y tenían que aprender de sus subordinados hasta las voces del manto. Así eran muchos aunque no todos los oficiales de la Reserva.

 
MANIFESTACION DE RESPALDO EN MEDELLIN

•         El coronel Gálviz fue el valiente y noble comandante que tuvo que abandonar a los pocos soldados con los que llegó a Puerto Leguízamo. Había ya que una verdadera guarnición militar, con campamentos, con casinos, con hospitales y hasta con una tentativa de urbanización general. Le dijo a "Uno de Tropa" que en el próximo grupo de evacuados lo pondría listas. Al Coronel Gálviz del batallón Pichincha número 10, se le debía, más que a nadie, el progreso de Puerto Leguízamo. Para no hablar sino de uno de los sectores en que el Coronel Rubén Galvis puso directamente su mano, su recia voluntad de trabajo y de progreso.
•         Los aviones colombianos dieron un espectáculo emocionante: seis aviones de caza y dos de bombardeo, se mecieron sonoramente sobre la esmeralda de la selva. Los primeros parecían enormes coleópteros, con su garbo su velocidad asombrosa. Pesados se mostraban imponentes y potentes. Los segundos, acuatizaban abriendo en las aguas tranquilas del pardo río, un asa profunda que se rellenaba con rabiosos remolinos de espuma, semejante a blanco acervo de algodón deshilado. Tras unos pocos minutos de demora en Puerto Leguízamo siguieron su rumbo veloz al bajo Putumayo.
•         Comentario. LA PISTA. Años después construyó una pista para aviones con ruedas, al lado del pueblo y perpendicular al rio Putumayo. La primera parte era en subida y la otra horizontal. De tal manera que cuando se aterrizaba el piloto solo veía la primer parte dando la impresión que el avion C 47 no alcanzaría a frenar por la poca distancia disponible que podía ver. Después de llegar a la otra mitad aparecía el resto para alivio del piloto cuando ya creia llegar al final sin detener el avion. Por este efecto visual, un avion se estrelló intentando un aterrizaje demasiado corto en el cual pereció uno de los pilotos de la FAC por los comienzos de los 70.
•         Como en el área es muy difícil conseguir piedra y el suelo es de arcilla roja expansiva, que es muy lisa cuando se moja por las frecuentes lluvias en invierno, se cubrió con una maya de gruesa lámina de hierro perforada. De las usadas por las tropas de MacArthur en el Pacifico durante la segunda guerra mundial.  Esta lámina traqueteaba estruendosamente cuando el avion la pisaba a alta velocidad. Con los años se oxidó y el peso del avion levantaba puntas filosas. El piloto debía frenar con mucho cuidado para no cortar las llantas del avion. Los lugareños la soldaban lo mejor que podían puesto que de no repararla el avion no llegaba. Servicio aéreo fundamental para la superveniencia de la región, de la colonización y, por supuesto, de la soberanía nacional. Muchos años después los ingenieros militares construyeron la actual en pavimento. Fin de comentario.