AERONAUTAS Y CRONISTAS

viernes, 31 de enero de 2014

40 DIAS EN EL VAUPES. PARTE 14



40 DÍAS EN EL VAUPÉS
 1950
PARTE 14
•         SOBRE LOS ALIMENTOS INDÍGENAS. Observé en estos largos viajes que los seis u ocho indios marinos que llevaba nuestra canoa, no tenían sino un panero con fariña. Ni carne ni de tocino ni grasa ni sal ni frutas ni un plátano ni café ni en absoluto de todo aquello que usamos los de fuera. Sólo cuando toldábamos temprano se lograba la tarde para pescar y siempre que les fuera favorable la suerte, mezclaban esa horrible fariña con algún pez asado sin sal.
Cuando empieza la cosecha de gusanos hacen asados de gusanos en un pequeño zarzo encima del fogón, un poco alto, hasta que se tuesta. Los que guardan luego en cestos para tener buena mesa para varios meses, guisado que les sabe a paraíso. Cuando comen estos gusanos los pobres indios se ponen oliendo no propiamente a lirios y jazmines, de modo que apenas lo resisten los demás indios, sus hermanos. También las hormigas les dan abastecimiento para tiempo. Me cuentan los padres que en la época de la cosecha salen millones y toda la gente se va al lugar, les quitan con la uña del pulgar los cuernos y a la boca con ellas, sin cocinar. Esto también me hace recordar la narración que se hace en la Vorágine con respecto al asalto de las hormigas Tambochas que son capaces de comer hombres y animales.

•         EL ASEO. Una de las cosas que más me atormentó y que a hace sufrir bastante a los misioneros es el desaseo de estos pobres salvajes. Las paredes y los postes son las toallas donde se secan las manos. Y siempre los indios sacan con las manos de la misma olla el alimento y beben en la misma cuya. Las camas son siempre hamacas. Esas hamacas saben siempre de sudor y grasa, pero jamás de agua y jabón. Hay por esas malocas una verdadera inundación de pulgas y chinches. El casabe va de ordinario bajo el sobaco, no siempre limpio.

FAMILIA INDIGENA
•         EL MATRIMONIO. Es costumbre y como ley muy laudable, que los de una misma tribu no se casan entre sí. Cuando el joven cumple los 20 años, puesto que no hay noviazgo, los padres van a otras tribus y rebuscan una muchacha que bien puede ser desconocida del muchacho, quien quedará contento con la que le presenten, bonito fea, con la única condición de que sea buena trabajadora y que le dé hijos que alegren el hogar.
Los padres de la novia ponen obstáculos, diciendo que no pueden prescindir de su hija, porque la necesitan para los quehaceres de la casa. Los padres del joven ofrecen regalos como ropa, machetes, cigarrillos y se retiran. Algunas semanas después el papá del novio vuelve acompañado de algunos amigos suyos en busca de la niña. Se esconden cerca y cuando llega a la ocasión la rapta. Hacen protestas y pasan luego a la amenaza. Pero esto es pura palabrería indígena porque parten, entonces, todos a correr, y sin ceremonia alguna ponen la muchacha en manos del marido. Algún tiempo después los papás de la novia visitan a su hija. Pero el marido le hace al suegro algún regalo.
Es otro método de hacer el matrimonio. Yo te doy mi hija para que tú hijo, y tú me das la tuya para mi muchacho. Si en los primeros meses la mujer parece ser débil, el marido la devuelve a sus padres y se ha disuelto el contrato. Pero si el primer hijo nace antes que la disolución, el matrimonio se ha consolidado. Apenas nace el niño, el Papa se tiene que recoger por tres días en sus hamacas y sólo puede comer hormigas tres veces al día. La madre sólo puede comer, frutas y ñame. Como la mandioca es sumamente venenosa cuando pasa por el rayo, ese veneno se elimina si se cocina por tres horas. Se sirve de bebida, como el agua de panela o claro de mazamorra antioqueña.
13 noviembre. Día domingo. El padre Elorza completó su mes de tensiones con nosotros en la correría y se vuelven en las horas de la mañana a Montfort, adonde llegará entre 10 a 12 días. Si hubiera camino por tierra, serian dos días.

jueves, 30 de enero de 2014

40 DIAS EN EL VAUPES. PARTE 13



40 DÍAS EN EL VAUPÉS
 1950
PARTE 13
•         DE NUEVO AL RÍO. Como no hay iglesia dieron un martillazo a un azadón que hacía de campana y de esta manera todas las gentes acuden al servicio religioso. Vamos hacer lo posible para llegar hoy a Mitú. Madrugamos y salimos confiados en que el motor seguiría con energía y con constancia. No llegamos a Mitú. Nos quedamos a dormir en la cachivera de Vacinabá, con mucho pesar, pero no hubo remedio. Enseguida nos acostamos en las terribles hamacas. Digo terribles, porque en estas benditas se duerme muy penosamente. Puede ser la falta de costumbre. ¿Si yo no aguanto más las poquitas noches, como aguantarán mis pobres misioneros toda o casi toda su vida?
LA HAMACA
•         REGRESO A MITÚ. 10 noviembre. A las dos y media, por lo menos, hemos de estar en Mitú. El motor se lució hoy, y pasamos felices a la cachivera de Guacunabá la de Tatú. Este Tatú, que significa "armadillo", tienen tremendos saltos de agua de unos 3 m de altura en la pequeña extensión de 4 m, por el cual la canoa es precisamente arrastrada y en hombros de los pobres bogas. Pero qué habilidad asombrosa la de estos indios. Al mediodía estuvimos en Mitú, después de 23 días de una corredera plagada de obstáculos y llena de peligros de toda clase. Ahora sí conocí con toda claridad lo que son estas misiones del sur y el oriente colombiano. Con inmensa alegría veo cumplidos mis sueños y mis ideales porque esta misión llena a cabalidad la misión primaria del Seminario Pontificio de Misiones. Creo que de esta visita va a resultar mucho bien para el Seminario de Misiones, para las religiones y para la patria, además de mucha gloria para ellos.
CASA MISIONAL
•         EN ESPERA DEL AVIÓN. Nos anuncian de la comisaria que de hoy al lunes vendrá el avión y podremos volar a Bogotá. De modo que el día no tenía más descanso que una visita al campo de aviación cuya terminación ha confiado el gobierno a los padres Javerianos de esta prefectura.

•         LOS ORIGENES. Los tucanos se consideran superiores a todas las demás tribus y en efecto observé que son muy orgullosos, al paso de los Macues, que consideran inferiores. Los Tucanos dicen que se vinieron de Colombia cuando entraron los conquistadores huyendo de ellos, mientras que los Macues estaban habitando ya aquí. Los Tarianos conservan la tradición de que vinieron de Venezuela, también huyendo de los conquistadores. Los Tarianos se llaman hijos del trabajo.  Los Gananos, que son los que mayor número habitan en las orillas del Vaupés, dicen que ellos emigraron como los anteriores del alto Orinoco. Es probable que viniesen de los huérfanos de la isla de Guanhaní.

•         LOS MACUES. Piensan que es verdad lo que dicen de ellos las otras tribus, que son los esclavos de los demás, por lo cual no necesitan vestirse y edifican sus malocas en el monte, porque no tienen derecho ni de los ríos ni de las chagras. Pobres gentes. Los Macues que encontré por todos los poblados y malocas, indefectiblemente estaban separado de los demás, no se acercaban tampoco al misionero como los otros, persuadidos como están de su inferioridad. Estos fueron los que más me conmovieron. Pobrecitos los Macues porque son los más atrasados, los más tristes, los más desgraciados, lo más refractarios a la civilización. Los Macues son, en efecto, los señores de la selva, porque la conocen como la palma de su propia mano. Las otras tribus los maltratan y les pegan, sin que ellos reaccionen siquiera, víctimas como son de ese secular complejo de inferioridad. Son muy resistentes para el trabajo.

•         SUS SECRETOS. Viven de frutas salvajes, insectos, sus hormigas, gusanos, pesca y caza, lagartos, ranas. Son los Macues los que mejor preparan él “ipadú” (especie cocaína) y son los únicos que poseen el secreto del “Curare”, activísimo veneno para las flechas y a nadie se lo comunican por ningún motivo. Para prepararlo cuecen a fuego lento hierbas durante dos días hasta formar un lodo gelatinoso tóxico tan violento que en una insignificante partícula inyectada en cualquier animal con la flecha, lo mata inmediatamente. Para estos utilizan hojas y raíces que ellos saben escoger de la selva. Se procuran sal cocinando los huesos de los animales de caza hasta reblandecerlos y reducirlos a polvo, mezclándolos con pimienta (ají) y aquí tienen de condimentos en vez de sal.

•         UN CUADRO DE DOLOR. Llegamos a la maloca de Gabriel de Macucú y entre el puerto y la maloca ví un cuadro desolador. Bajo un techo infeliz de unos 3 m por 4, había dos hombres y una mujer indios. Me miraron con ojos infinitamente tristes. Uno de ellos enfermo desde hacía seis días, mordido por una serpiente. La mujer enflaquecida, de unos ojos profundos, juntaban las astillas del fogón que no cocía alimento alguno aunque estaba cerca la hora del almuerzo. Otro hombre sentado en su hamaca, desnudo, silenciosos, también retraído, hermano del enfermo. Pregunté a Gabriel Temuco que hablaba algo español. Éste me contestó que eran sus trabajadores. Y le pregunté que porqué estaban tirados en ese rancho infeliz, al aire libre, en pleno monte, sobre todo el picado por serpiente, teniendo ustedes esa maloca grande. Me dijo que los Macues no tienen derecho a pisar la maloca ni a vivir con él. Y también veo que no tienen tampoco derecho a la comida. Él me dijo ellos comen fariña solamente. Los Macues no pueden pisar las malocas de los otros indios. Los Macues para los demás no son gente. Los Macues son descendientes del agua. Son los parias y sin embargo son hijos del Dios del cielo.

•         SIN AVIÓN. Cuando llegó el avión Catalina, que probablemente nos llevaría a Bogotá, nos dijo, muy amablemente, el Capitán que también nos había traído hace un mes, que tenía que hacer otro viaje hasta la Apoporis, para dormir esa noche en Caburú. Que sólo mañana lunes llegaría a Bogotá. Por lo cual para evitar los vuelos de comercio, inútiles para los ministerios y cansones por demás, volvería el martes 14 y nos llevaría ese mismo día a Bogotá.
  
Avion Catalina en el Olaya Herrera

miércoles, 29 de enero de 2014

40 DIAS EN EL VAUPES. PARTE 12



40 DÍAS EN EL VAUPÉS
 1950
PARTE 12
•         INGRESANDO A COLOMBIA. Esta tarde, después de seis días de jornadas, llegamos a bocas del que era el lugar hasta donde llegó la invasión brasilera, límite por consiguiente con dicha república y lugar donde reside el retén sostén o vigilante de nuestra frontera. Este amable centinela de nuestra patria, responde al nombre de José del Carmen Bejarano, cundinamarqués. Amable y atento nos vino a visitar a la casa muy vecina donde pernoctamos. Volví a sentir molestia por la dolorosa expoliación y de nuevo comprendí que si el gobierno colombiano no guarnece estas fronteras, el apetito insaciable hará volverá a la carga a los "insaciables". Pienso que la mejor manera de impedirlo es hacer caminos y carreteras y campos de aterrizaje, y provoca la inmigración de familias cristianas del interior.
 MACUCU CACHIVERA
•         HACIA TIPIACA. 7 de noviembre. el motor trabajo muy bien hasta la maloca del jefe del activo Gabriel de Macucú, situada en la cachivera Macucú. Gabriel tenía una fuerte infección en una mano desde hacía cuatro días por lo cual nos rogó alguna medicina. Le aplicamos dioxogen. Lo mismo con uno de los mozos, picado de culebras. Dos terribles horas nos gastó la bendita cachivera. Apoco divisamos la gente de Tipiaca. Al entrar tuvimos con gran pena, el humo y las llamaradas de la maloca del jefe indio del pueblo que se incendió mientras nos recibían en el puerto. Encontramos los preparativos para el cachirí que se va haciendo en cada maloca. Especialmente en este mes de diciembre hasta la Navidad. Al fin de año y principios del siguiente, se celebran con entusiasmo febril estos cachiríes, abandonando las labores.
•         LA LEYENDA DE UAKTÍ. Es natural que el que lea estas líneas desee conocer en qué consiste. El cachirí es el nombre que le dan al demonio de quien de su existencia nadie duda. Dicen que el Uaktí es muy malo y que hace a los hombres el mayor mal posible. Los indios tienen miedo al Uaktí. A cualquier figura que represente al demonio, enseguida le arrancan los ojos las uñas para que no los vea y también en señal de desprecio con en el pasado. Hace tiempo dos niños salieron por futas y el Uaktí los secuestró y como condición para devolverlos le dijo a los indios que debían estar con de su lado y que ellos deberían seguir todas sus instrucciones. Entonces les enseñó cómo debiera ser la fiesta del cachirí.
•         LA FIESTA. Se llama Juruparí-Uaktí y Dabucurí, como fiesta en general, consta de tres partes. Primero. Recepción del Uaktí en el puerto. Segundo. Entrega de las afrentas de los convidados. Tercero. Danzas, cantos y guerrillas. La víspera se reúnen todos en lugar de la fiesta para pintarse y adornarse, trabajo que dura varias horas, entre carcajadas y los más variados comentarios. La fiesta se comienza siempre al anochecer. Los hombres embadurnados de aceites y pinturas. Con sus instrumentos de música en las manos, se dirigen al puerto. Apenas se toca por primera vez la trompeta del Juruparí. Este es un tubo de madera largo que parece como un clarinete ordinario. Produce un ruido cavernoso profundo y penetrante. El sonido se parece al mugido de un toro.

JURUPARI
•         OFRENDAS. A las mujeres les está prohibido ver al Juruparí so pena de muerte. Se dirigen en fila a la plaza de la maloca donde se va a celebrar las fiestas, y dan vueltas y revueltas alrededor del Juruparí. Terminadas esas evoluciones entran a luz a la maloca todos los hombres. Las mujeres salen de sus escondites y ban a tomar parte en la danza. Entonces los convidados entregan Bakzaiá (Jefe de la fiesta) los presentes que le habían reído. Antes de comenzar la danza, las mujeres llevan a los hombres, grandes cuyas o totumas de cachirí. Todos beben grandes sorbos, sin respirar.
•         EL FUROR. Un círculo formado por parejas de hombres y mujeres, unido sencillamente por la mano de cada uno sobre el hombro de su pareja, danza al son de toscos instrumentos y entonan diversos cantos que terminan casi siempre con gritos y silbidos. Al principio de la fiesta hay completa separación entre hombres y mujeres. Con las bebidas fermentadas se calientan la cabeza y debilitan las piernas de manera lastimosa hasta no poder dar siquiera dos pasos en línea recta. Desde ese momento ya no hay separación de sexos y comienzan las groserías. Las liviandades y las peleas son frecuentes con heridas a veces mortales. Cuando no muertes violentas, como consecuencia, hay tristeza, con deseo de venganza.
•         LOS NIÑOS. Tales fiestas duran 2 días. Los niños de pecho sufren las más deplorables consecuencias, porque las mamás, durante esos días, nada comen, preocupadas sólo por beber y bailar. Los indios Tarianos que viven cerca de la misión de Yavaraté en estos últimos ocho años, habiendo ellos abandonado por la influencia del misionero esas orgías y desórdenes y habiendo morigerado sus hombres, los niños crecen más fuertes y sanos.
•         EL REMATE. El viajero que llega a una maloca después de un dabucurí contempla un cuadro degradante y desolador. Hombres tendidos por los suelos y por todas partes la inmundicia más asquerosa. Mujeres que parecen demonios con sus cabellos en desorden, horriblemente pintadas y llevando en brazos niños enflaquecidas de manera inconcebible. El remate de la borrachera es el Caapí, a saber la infusión de la cáscara del Cipo, árbol del mismo nombre. El fin es embriagarse dejando al sujeto en una especie de somnolencia y privación momentánea de los sentidos. La persona permanece extraña a todos. Cosas pequeñas le parecen extremadamente grandes. Las figuras más extrañas, las escenas más curiosas, y todo lo que cada uno siente, pasa completamente desapercibido para los demás.

sábado, 25 de enero de 2014

40 DIAS EN EL VAUPES. PARTE 10




40 DÍAS EN EL VAUPÉS
PARTE 10

•         RARA IMAGEN. No habiendome quedó pieza seca y habiéndose mojado totalmente la maleta me tuve que vestir la bata de baño, la que me ceñí bien elegantemente con un cordón. Me puse mis botines blancos sin medias, y heme aquí un animal raro, objeto de admiración de todos, cuando me paseaba solo junto al río.

•         SAN MARTÍN NOS VALGA. Cuantas peripecias. El motor está emperrado desde ayer. Se le acaricia, se le seca, se le ruega, y es, como el diablo, ranchado, sin una chispa, y si le excita y se apaga al minuto. Entonces todos nos trocamos en marinos. Ahora si he podido ver bien la resistencia de estos queridos indios. Por raticos solamente y renegando, servía el motor un poco. Llegamos a la cachivera de Yundú y recibimos la orden de salir a la trocha.

EL PEQUE PEQUE
Un motor de podadora de jardín al cual se le acopla un eje para la propela

COMENTARIO: El Peque Peques una denominación que proviene del Brasil Amazónico. Pero algunos aborígenes del bajo Caguán y del medio Caquetá, en Colombia, en ocasiones llaman a este improvisado motor fuera de borda, cuando es fabricado por ellos mismos, como el Taca Taca, por imitación del ruido que hace por el silenciador del escape. Años después de cuando viví en esas regiones, un familiar que trabajaba en el departamento de ventas de una connotada firma comercial distribuidora de potentes, elegantes y modernos motores de diseño industrial para votes deportivos de alta velocidad en Medellín, conversamos sobre el tema y me expresé de esa forma recordando a los primitivos colonos remotos de la selva. Eso le causo hilaridad y me hizo algunas observaciones un poco burlonas porque según él nunca había escuchado esa expresión. Me di cuenta, de inmediato, que él no había vivido como yo en esas regiones y por eso no tenía por qué conocerla, aunque se daba algunas ínfulas de ser muy experto del tema. A pesar de que me molestó un poco decidí aceptar, no dando explicaciones a su displicencia. Entendí la diferencia entre ambos y además que el silencio es más elocuente que la palabra. Y a palabras necias oídos sordos. Así él siguió creyendo que su concepto era totalmente válido. Ahora le queda clara la razón de mi fingida humildad, que es la mayor de las soberbias. Los detalles le dicen que de él se trata. Fin de mi comentario.  

•         GARANTÍA MÉDICA. Al comenzar esta trocha encontramos en puras cenizas las malocas y las hierbas del contorno. Preguntamos la causa y nos dijeron: vivía en allí el Payé (médico, curandero, soplador) llamado Marcelino, quien habiendo sido llamado por un enfermo, no le resultó y el enfermo se murió. Como el indio es sumamente vengativo, se reunieron los amigos de la familia del muerto en número de 10. Ya armados de escopetas prendieron fuego a la maloca. La mujer huyó al monte y el pobre payé no tuvo más recursos que lanzarse al río donde, sin embargo, sufrió un impacto en un dedo. Hoy está abajo en Yavaraté porque, si vuelve al lugar, la venganza inexorable volverá también.

•         VARIAS COSAS. Pregunté por la manera como pagan los servicios médicos. Dijeron que principalmente con canoas, los vestidos del paciente, si es hombre u otros objetos. Seguimos nuestro viaje admirando las pajas o yerbas de verde intenso, llamadas carurú, que según los indios producen sal. Pero será tan reducida la cantidad de sal que procesa la hierba que no es explotable y nuestros indios siguen comiendo sin sal, mientras logran conseguir alguna onza traída por blancos. Nadie puede subir una cachivera cuando peligra la vida y saber cuantas penalidades acompañan estos viajes, sino cuando se hace. Se nos entró la noche.