AERONAUTAS Y CRONISTAS

martes, 26 de mayo de 2020

LA MUERTE DEL CAPITÁN FRANCO


YO VI EL CADÁVER DEL CAPITÁN FRANCO
Por Rodrigo Maya Blandón

Ese 29 de junio de 1959 vi, con mi asombro de niño, el cadáver del Capitán Franco sobre el muelle del río San Jorge, en Montelíbano, Córdoba. Mi papá, Eugenio Maya (Geno) y los pinganillos y los Velásquez, arrieros como mi padre, estaban confundidos y llenos de ira. Habíamos bajado ese día desde San José de Uré con 80 mulas cargadas de arroz. Yo era el sangrero, encargado de abrir puertas y portillos y de cuidar aperos y aparejos. Pero no resistí la curiosidad de ver a uno de mis héroes, muerto como cualquier mortal. Estaba ahí, rodeado de paisas y chilapos que no sabían que actitud tomar.

Habíamos llegado hacía pocos meses, desde Titiribí en el suroeste de Antioquia. Los Velásquez habían comprado fincas en esa agreste región y se habían llevado a los mejores arrieros para sacar, de las llanuras de San José de Uré, la abundante cosecha de arroz hasta Montelíbano. Y en esas aventuras, siempre estaba Geno Maya con su prole.

A mis 12 años, yo ya estaba signado de violencia. El capitán Franco era mi héroe. Los cuentos que mi madre nos contaba cuando llegaba la noche,  eran historias reales de la más cruel violencia: “A Toño Rico, el primo de su papá, lo mataron los policías chulavitas en Salgar. Tenía una carnicería y allí lo torturaron quitándole el hollejo de las palmas de las manos y de los pies y haciéndolo caminar en cuatro patas sobre el piso regado de sal”. Y luego seguía con la muerte violenta y salvaje del tío Eduardo, su hermano, a quien lo mataron en Moritos y lo echaron al Cauca. “Estuvo tres días en un remolino con otros cinco muertos, dando vueltas, hasta que el papá Vicente, con otros campesinos, los rescataron. Los llevaron en mulas a enterrarlos a Concordia y el cura no dejó, porque eran liberales. Ahí quedaron enterrados en el muladar”.  Y terminaba con las escenas justicieras y valientes del Capitán Franco en Urrao. Y mi papá nos contaba que en las cargas de las mulas, le llevaba balas y armas de fuego que le enviaban del directorio Liberal.

Antes de llegar la noche de ese 29 de junio, mi papá me encerró en la Pensión y siguió bebiendo en las cantinas del muelle, donde la colonia paisa ahogó con licor el dolor y la rabia que sentían por la muerte de un guerrero noble al que admiraban y consideraban como a su salvador.  Después se supo que lo habían matado a machete dos de sus compañeros de lucha que lo acompañaban en la chalupa. Estos, contaron como si fuera una proeza, que en un asalto le habían robado los ahorros a una familia conservadora. El capitán los reconvino duramente por haber faltado a la ética de la guerrilla liberal que él comandaba y se armó la gresca. Murieron a machete vil, El Gordo y el capitán Franco. 

Otros afirman que fueron asesinados en una celada tendida por el gobierno de turno, igual a la que les costó la vida a los demás líderes guerrilleros liberales que se acogieron a la amnistía: Guadalupe Salcedo, Eliseo Velásquez, Germán González,  el Gurre y otros tantos que se creyeron el cuento de la paz…


LA MUERTE DE EDUARDO FRANCO ISAZA


RECUERDOS DE UN VIEJO COMBATIENTE DE LA GUERRILLA LIBERAL DEL LLANO
Vienen a mi memoria recuerdos que pasaron de generación en generación. El hotel Yanuba de Sogamoso donde se reunían los liberales en torno de la mesa de una valerosa mujer, Margarita Chaparro, al calor de unos tragos y unas cartas a fraguar la insurrección liberal en Casanare. Por esa mesa pasaban las órdenes que venían de la capital de la dirección nacional liberal. Me pregunto si Cesar Gaviria Trujillo ha dedicado unos minutos de su vida a enaltecer la obra y el servicio al liberalismo de estos héroes
Allí pernoctaban Eliseo Velásquez (suboficial del ejército expulsado por insubordinación), Guadalupe Salcedo, Eduardo Fonseca Galán y cuanto liberal que llegaba de la capital a coger la trocha del Cusiana. Esta es la historia patria que tiramos al olvido. Tal vez por eso esta patria no tiene horizonte, no tenemos recuerdos, no tenemos batallas que recordar. El Llano es algo como de otro mundo como nuestros héroes populares.

No sé qué será de la vida de Eduardo Fonseca Galán, otro jefe de las
guerrillas liberales. Eran hombres, de convicciones, con un ideario por el cual valía la pena dar la vida. Forjaron con su ejemplo el temple del colombiano. Nunca este país del olvido les rindió el homenaje al valor, al servicio y a la entrega por su pueblo.

Muy triste que Eduardo Franco Isaza tenga un entierro de tercera como el que esta teniendo el partido liberal. A Eduardo Franco Isaza siempre lo llevare en mi memoria, con un remordimiento infinito por haberme perdido la oportunidad de departir unas horas con él. Un hombre de verdad, con horizonte y lealtad a unas ideas, un hombre libre. Eduardo: ya no hay trapo rojo ni partido e ideas liberales que defender. Descanse en paz.
Eduardo Franco Isaza nació en Sogamoso (Boyacá), en la finca "el revés". Con Eliseo Velásquez y Guadalupe Salcedo, fueron los jefes de la insurrección liberal, conocida como las guerrillas liberales del llano. Murió un icono de la política. Hijo de una familia burguesa entrego de lleno su vida por la causa liberal, traicionados por Carlos Lleras Restrepo.
Guadalupe Salcedo murió asesinado al salir de una tienda en Bogotá, no sé cómo sería la muerte de Eliseo Velásquez, pero se por recuerdos ancestrales que llegaron a tener mas de 10.000 hombres en armas. Es increíble que un país liberal no le rinda honores al último caudillo popular que aun vivía. Sus restos deberían ser colocados en cámara ardiente en el capitolio nacional y rendírsele el tributo que no se le reconoció en vida. Paz en su tumba.