AERONAUTAS Y CRONISTAS

lunes, 3 de febrero de 2014

40 DIAS EN EL VAUPES. PARTE 17



40 DÍAS EN EL VAUPÉS
1950
PARTE 17
•         COSTUMBRES Y LEYENDAS. Mientras los poderosos dueños del aire resuelven venir por nosotros, prosigo anotando algo más en estas crónicas diarias, sobre costumbres y leyendas de nuestras tribus. Las leyendas que trae el libro del padre Giacone. Nuestros indios no hablan nunca de Dios y se habla mucho del diablo, en cuyo honor se celebran las orgías y bailes más groseros, del cual tienen interesantes leyendas.
•         EL DIABLO. Antiguamente un diablo llamado Yamacurú mataba mucha gente y por eso todo el mundo le odiaba. Lo buscaban para matarlo pero nadie podía verlo. Cierta viuda recibió la visita de Yamacurú quien le dijo: quiero vivir contigo y desapareció. Después, cuando la india estaba pescando, Yamacurú le hacía acercar los peces para que los pescara con facilidad.  Entonces ella le dijo: yo te dejaré entrar a mi casa si me enseñas cómo se cogen los peces. Ven cuando quieras que yo te abriré las puertas. Por la noche Yamacurú se presentó en casa de la viuda y le trajo muchas carnes asadas al humo de todos los animales de la selva. Yamacurú vino todas las noches. Comía y vivía con ella. Entonces los hijos de la viuda supieron lo que estaba pasando y se indignaron. Resolvieron irse de la casa al otro lado del monte.
  CUYA O TOTUMA
Cuando la india salía de la maloca para ir a la chagra a sembrar, dejaba en ella una cuya con caldo para Yamacurú. Un día estando ella trabajando en la roza, los hijos entraron a la casa y mezclaron veneno en la cuya donde bebía Yamacurú. Cuando Yamacurú regresó se bebió el caldo.
La india llegó procedente de la chagra y lo encontró muerto. La viuda quiso sepultar el cadáver en la tierra pero no se dejó y éste se fue al firmamento entre las estrellas que rodean la Cruz del Sur, donde está.
De la mala vida de la viuda le nació un hijo. Cuando ella se iba al baño los otros hijos entraban a la casa para ver a su hermanito. Cuando estaba algo crecido lo aprendieron y lo llevaron al monte donde lo amarraron junto a una mata de batata. El niño comía las hojas de esta planta y creció muy de prisa. Cuando fueron a verlo, dio un salto porque se había convertido en un venado. Por supuesto que Yamacurú vivirá muy contento sepultado entre los luceros y el hijo muy feliz trocado en venado de la selva. Por eso cuando la india esta esperando, no come venado porque teme que el hijo se le convierta en venado.
•         LOS PUERCOS DE MONTE. Los Macues andaban por el bosque en busca de frutas para comer. “Pagé” tomó una gran canasta para llenarla de frutas de un gran racimo que tocaba el suelo. Llevó las frutas al riachuelo, las lavó bien y luego les entregó a los demás Macues que comieron con gran alegría. Como éste les traía todos los días un cesto lleno, le preguntaron dónde encontraba tantas frutas. Él les mostró la gran plantación pero le recomendó lavar bien las frutas antes de comerlas. Los Macues muy contentos, pero desobedientes, fueron a las frutas y no se preocuparon en lavarlas y se las comieron sucias. En castigo se volvieron puercos de monte.
•         CAPIRICULÍ. Fue el Dios de los Tarianos. Tenía un hijo muy hermoso e intrépido. El padre le dejó ir a dar un paseo por el mundo para que conociera todos los hombres y pudiese gobernar bien cuando fuera el jefe de la tribu. Había una vieja hechicera que se enamoró del hijo de Capiriculi, pero éste no quiso que su hijo se casara con ella. Entonces la hechicera le hizo un fetiche al niño volviéndolo invisible y se lo llevó. El hijo de Capiriculi le servía a la vieja en todo: trabajaba, cazaba, traía agua, encendía el fuego y preparaba el casabe, mientras la vieja se dedicaba a sus brujerías. Cuando el niño creció quiso arrojarlo de su casa porque se había vuelto galgo y se entrometía en sus fetiches. Entonces la bruja resolvió hacerlo visible y lo arrojó de la casa.
El joven regresó donde su padre y le pidió protección. El padre quiso ayudar a su hijo y le entregó un pedazo de tierra para que sembrara plantaciones. Después le enseñó a casar con la flecha y otras armas. El hijo de Capiriculi estaba feliz cazaba y sembraba. Un día llegó hasta la trocha de los Macues y allí encontró una mujer Macú muy hermosa que llevaba a la espalda un enorme sesto. El muchacho viéndola rendida de cansancio quiso ayudarla. Aun sabiendo que estos indios eran los esclavos de las demás tribus. Tomó el canasto y llegó hasta la maloca de la mujer. Su padre viendo que su hijo se había vuelto Macú se indignó y le cobró un odio profundo.

PESADA CARGA
Un día el padre llamó a su hijo y le apostrofó: No puedes cargar el canasto de la Macú porque ellos son nuestros esclavos. Tú te has hecho bajo y voy a castigarte. El padre creó un marrano silvestre llamado Cotia y lo envió a la chagra del hijo para que se comience todo el maíz, la yuca y la caña e hiciera estragos en la plantación. El joven se puso triste viendo que toda su roza había sido destrozada. Vio a la Cotia y se abalanzó a matarlo pero éste se fugó. La Cotia fue donde el padre y le dijo que ya no volvería más a la chagra de su hijo porque éste le quería matar. El hijo fue a hablar con su padre diciéndole que no le castigara más y que le dejara descansar.
Años después hubo una gran fiesta entre los animales y la Cotia quiso asistir llevando una maleta. Pero el hijo de Capiriculi la persiguió para matarla. Esta debió abandonar su maleta y ahora los viajeros que navegan por el río Papurí pueden ver la maleta escondida cerca de la cueva donde se ocultó convertida en una piedra.
Llamé a Ricardo de Anchieta, indio Tucano. Conoce la piedra situada en la orilla, arriba de Teresita, cerca la desembocadura el río. Se llama precisamente la Piedra de Guara, en Tucano.