AERONAUTAS Y CRONISTAS

jueves, 31 de octubre de 2013

CONCORDIA. FRENESI Y GUERRA. CAPITULO 11


CONCORDIA. FRENESÍ Y GUERRA

CAPITULO 11

LOS DESERTORES O VOLTEAREPAS.

Ciudadanos liberales por miedo debieron abjurar de su partido y asumieron tres actitudes: soplones, señalador o verdugos implacables para disparar o degollador o torturar. Ejemplos: Manuel Caro (La Muerte), Pedro Luis Duque de Betulia, el Capitán Velázquez, célebre por sus fechorías en Concordia y Betulia. Surgió de las canteras liberales y hoy figura como tal en los Llanos Orientales. (El famoso Cheito Velázquez, ex militar de rango suboficial y grado de Sargento, que formó y comandó la más fuerte guerrilla liberal en la región de Puerto López, Meta. Al final se voló hacia Venezuela con considerable dinero bajo el engaño de hacer una compra de armas. Allá fue capturado y procesado pero no fue posible que las autoridades lo extraditaran hacia Colombia por la eficaz defensa que le hicieron algunos abogados colombianos. Las guerrillas liberales del Llano lo perseguían por esa tradición).

EL SILENCIO DE LA IGLESIA, LOS GREMIOS Y DEFENSORES ESPONTÁNEOS

La Iglesia católica fue muda: no existe un documento de protesta. Obispos como Monseñor Builes hicieron la apología de los genocidios y Pio XII predicaba que todos los católicos debían ser falangistas. No levantó la voz ante el asesinato de 6 millones de judíos. A través del Vaticano permitió la salida de centenares de miembros de la SS alemana.

Los curas fueron cómplices de la muerte de infelices campesinos, asesinatos a sangre fría, sacados al amanecer de las cárceles en volquetas hacia mataderos oficiales improvisados. Las academias de medicina callaron como un pez. Lo mismo los colegios, abogados y asociaciones de ingenieros. La cruz roja nacional fue sorda y muda y no hizo presencia en el terreno de la contienda. La fiebre del fútbol tendió una cortina de humo sobre los acontecimientos y por ello era patrocinada por todos los niveles de gobierno.

En noviembre del 49 aparecen dos nuevos elementos en la guerra: los sacerdotes sectarios y los chóferes públicos quienes eran los encargados de repartir las consignas los primeros. Los segundos en llevar a las víctimas a los mataderos en unos vehículos oficiales. Julián Uribe Restrepo se presentó ante su hijo, quien era el secretario de gobierno conservador, a defender a los liberales de la persecución pero este último se negó a recibirlo. el Dr. Tulio Ospina de altas cualidades de demócrata y hombre de bien se presentó ante su hermano  Mariano Ospina Pérez, en ese entonces presidente de la República, a defender a los liberales de Itagüí. Éste le dijo que obraba según los informes del alcalde y del juez de esa población. Desde ese día rompió con su hermano. Muchos conservadores dieron su vida por defender a liberales.

LA SITUACIÓN EN CÓRDOBA

En diciembre del 49 viaje a Córdoba por asuntos personales. Carlos Arango, en el Ébano, fue asesinado por las autoridades a golpe de culata. Bernardo Doval fue sacado dentro de un barril de Rionuevo. Antonio Vélez, en Callejas, tuvo que abandonar la población en paños menores por la persecución de Francisco Palacio, alcalde de Tierralta. Nabor Ospina, de Sagún, Urabá, fue muerto por el liberalismo. Los Mejías y un Pompilio, el expolicía de Puertotejada, autor de la muerte del inspector fueron condenados a 18 años por un consejo de guerra. Padilla, el inspector de Juancito fue destituido por comandar una columna de guerrilleros liberales en Urabá. La situación del Alto Sinú idéntica a la del suroeste.

APARECEN LAS GUERRILLAS DE AUTODEFENSA LIBERAL

De regreso a Concordia el médico Carlos Torrente empezó a tener fricciones con el profesor de matemáticas y copartidario Miguel Ángel Garcés.

En noviembre del 49 el Partido Conservador se salió de su cauce. Hizo de innumerables ciudadanos asesinos. Había que llevar a las buenas o las malas a Laureano Gómez a la presidencia. El directorio liberal nacional declaró la tensión en las votaciones y de una manera vaga y vacilante se comprometió con el movimiento guerrillero liberal. Guerrillas espontáneas e improvisadas de autodefensa, que en 1953 llegaron a contarse en unos 20,000 integrantes. Mucho entusiasmo, y poca capacidad de fuego. Acción Sin ideas. En el suroeste el movimiento guerrillero tuvo su epicentro en la región de Pavón, Urrao, hermoso e idílico valle fértil, de clima frío, con salidas hacia el Carmen de Atrato y especialmente al macizo del Penderisco lo cual le permitía a la guerrilla móvil desplazarse a los municipios de Salgar, Bolívar, Concordia y Betulia.

SE FORMA UN REBELDE

Llevaron a Concordia, proveniente de Betulia, a Octavio Caro (Arracacho), quien presentaba un tiro de bala a nivel de los muslos acompañado de dos de los policías que me acompañaron la víspera a Betulia. Campesino honrado y trabajador, corazón limpio y manos encallecidas. Todas las mañanas, José Luis Piedrahita y Leopoldo Muñoz, acompañados de varios concordianos, me preguntaban por el estado de salud y la salida del hospital de Octavio Caro. Octavio consiguió un revólver y se madrugó descendiendo por la calle la Amelí, siguió por la vereda Piedra de Candela, después a Morelia e ingresó al valle del Penderisco. En Pavón se constituyó en uno de los más aguerridos y valientes guerrilleros. Aceptó la amnistía del 53. Se hizo funcionario público y hace poco se jubiló.

LOS PATROCINADORES Y LA GUERRILLA DEL SUROESTE

La dirección liberal nacional DLN, patrocinó la conformación de las guerrillas liberales en cabeza de Alfonso López Pumarejo y Carlos Lleras Restrepo. El directorio liberal de Antioquia DLA dirigido por Alberto Jaramillo, Guillermo Londoño y Froilán Montoya, se comprometieron subrepticiamente con el movimiento guerrillero del departamento. El allanamiento de sus oficinas por parte de civiles, policías y detectives, fue lo que causó la reacción lógica para que estallara el movimiento guerrillero en Antioquia. La mayor parte de sus componentes fueron campesinos sencillos e inocentes de lo que acontecía. Hubo hasta ex militares retirados (Cheito, El Pálido), cuadros medios a nivel de Cabos y Sargentos. Expolicías y exsoldados. Eran peleas que hacían a puños o con escopetas o con revólver y con el terrible machete. La capacidad de fuego y la logística no se tuvieron en cuenta. La lucha era de autodefensa. Políticamente se quería precipitar un golpe de estado del cual se logró pero después de un terrible baño de sangre.

La guerrilla del suroeste era de carácter móvil, romántica, mal armada, pero con mística. Con un gran jefe que tenía profundos conocimientos militares y conocedor del terreno: el andino Juan de Jesús Franco (Capitán Franco), quien era expolicía. Tuvo su cuartel móvil unas veces en el valle de Pavón y otras en las veredas Santana, Mandé y Rioabajo. Tuvo una gran zona ganadera, el municipio de Urrao. Una región panelera en Concordia y unas salinas en Betulia. La guerrilla necesitaba proteínas, calorías y sal. Allí estaba como pez en el agua. Una hermosa acción pero sin ideas políticas trascendentes. Después de la amnistía del 53 continuaron las mismas injusticias sociales y los mismos terratenientes.

LAS TROPAS LIBERALES

El Capitán Franco tuvo una brigada de excelentes fusileros casi todos provenientes de la cantera urraeña. De Betulia, tierra con antecedentes guerrilleros, concretamente la vereda la San Mateo, donde operó durante la Guerra de los 1000 días el guerrillero Roberto Escobar Torres, acudieron muchos de apellido Caro, Dávila, Castillo, Rueda y Vargas. De Salgar, en especial del cañón del Barroso, surgieron Paul Urrea, Aníbal Morales, Manuel Rodas y sus hermanos. Los de apellido Castrillón hijos de Zoila y Bonifacio. Y los Sepúlveda. De Concordia los Mejía, los Londoño, Conrado Castrillón, reservista, Sixto Tulio Zapata, expolicía, los Muñoz de Morelia y los Ortiz de Sampayo. Del valle del Cauca llegaron, en especial de Ansermanuevo, soldados del Emilio Arango, Luis Delia Mejía Palacio (el Míster), “Chepe Metralla y el Capitán Pantera”. De Medellín muchos que sólo fueron conocidos por el apodo: el Pollo, Bambú, la Carricera, la Ralladura, Mejoral, Terror, Arepo, Minuto, Guatijano, Tarzán, Cacho y otros más. Hubo mujeres como Joaquina Céspedes, Zoila Bedoya y Luisa Meza.

LOS COMBATES Y CRÍMENES DE AMBOS LADOS

En el cañón del río Barroso durante los 3 años hubo 13 combates. 10 fueron ganados por la guerrilla. La batalla de El Danubio quedó en tablas. Perdieron los combates de La Boca de las Andes donde fue herido y hecho prisionero Joaquín Montoya (Quinillo). Este fue humillado y escupido en la plaza de Salgar por la chusma conservadora. En el combate de la boca de Santa Lucía, cerca del caserío de la Aldea, fue herido Fabio Borrego. En el combate de la Gurría cerca de Concordia, Miguel Borrego (Pata de Cabra) recibió un tiro de fusil. El disparo le destruyó la cara y sin asistencia médica se recuperó perfectamente. En el combate entre las veredas Santa Lucía y las Andes, Manuel Rodas (Barroseño), cruzó con un tiro de fusil a dos policías. En el combate de Selva Alegre pereció el Capitán Pantera y Aníbal Morales. Pablo Urrea se atrincheró en una ceja de monte provocando varias bajas a la policía.

En el Danubio tomó parte el Capitán Franco. La policía y el ejército de Urrao, bien atrincherados, lo esperaron en una quebrada. Franco logró salirse después de tener varias bajas usando las mismas bestias de trinchera. Allí perecieron dos soldados boyacense es excombatientes de Corea. Fueron traídos a Concordia en donde se les dio sepultura. El 13 junio del 53 se presentó el último combate entre la clara y la Santa Lucía pereciendo varios policías en una emboscada tendida por los Castrillón y los Rodas. Un arma muy temida en las emboscadas fue la carabina San Cristóbal, terrible arma de salón.

En la vereda las Andes una expedición punitiva conservadora comandada por Luis Quintero, Luis Vanegas, y Marcos Zapata y “Cáscara Amarga”, hizo prisioneras a 13 mujeres matando a 12, entre ellas a Rosa Muñoz. Anatolio Muñoz Velázquez huyó herida. El Yerbal y el caserío de Luciano Restrepo se convirtieron en veredas mártires de Betulia. En Urrao fueron todas las veredas. En Salgar la Clara y las Andes. En Concordia, Morelia y el Socorro.

La guerrilla conocía muy bien el terreno en Salgar. Para ello el Capitán Franco utilizaba a sus auxiliares Manuel Rodas y Paul Urrea. A principios del 50 Rodas mató a dos policías en una emboscada cercana al Puente de Troya. Luis Londoño, jefe de policía y el alcalde buscaron el chivo expiatorio haciendo preso a todo el vecindario y en el cuartel fusilaron a dos hermanos de apellido Durango. La orden impartida desde Bogotá era: 10 muertos liberales por un conservador. En esta siniestra política de muerte intervino el pensamiento de Luis Ignacio Andrade quien con su jefe Laureano Gómez, vivían en el inquisidor siglo XVII. Las veredas La Gulunga, la Chaquiro y El Concilio, se convirtieron en una verdadera necrópolis por las tradicionales familias rivales que crearon un sistema de autodefensa contra las autoridades. En el camino viejo a Salgar llegue a contar 68 tumbas. En el cañón del Barroso imperaba la consigna de "sangre y fuego". El caserío la Clara quedó en cenizas. Y en venganza el Capitán Franco incendió la finca de la Liborina de Martín Suárez, finquero sectario quien entregó dos humildes trabajadores en manos de Luis Londoño y compañía, asesinando a uno de ellos en el río San Juan. El otro recibió muerte en la finca Sabaleticas.

José Ignacio González Escobar