AERONAUTAS Y CRONISTAS

sábado, 30 de noviembre de 2013

EL LIBRO ROJO DEL PUTUMAYO. CAPITULO 1

 

EL LIBRO ROJO DEL PUTUMAYO

N. THOMSON

LONDRES.

CAPITULO 1

Por una casual coincidencia, el próximo año se cumplen los 100 años de la publicación de la invasión al territorio colombiano más los atropellos de los peruanos a nuestra nación, con lo que ahora nos está sucediendo con el archipiélago de San Andrés y Providencia. Por ello les resultará muy interesante conocer un resumen de dichos acontecimientos. Ellos fueron publicados en un libro titulado "El Libro Rojo del Putumayo”.

Encontraran falta de concatenación y continuidad en los conceptos debido a que el libro es una recopilación de testimonios y opiniones sobre el tema. Además de algo de repetición. Pero en este resumen es poco comparado con el libro original, ya que yo los suprimí en lo posible para lograr compactación y facilidad de lectura.

Calculo que este resumen me saldrá en unas diez partes. Pero no se desanimen en leerlas porque es un panorama geopolítico, geoeconómico, militar estratégico, histórico y sobre todo en soberanía nacional de mucha aplicación en la cultura castrense nacional. para nuestros nuevos estudiantes de las catedras militares, tanto de profesión como de afición y les seria de mucha ilustración.

Coronel Iván González

PRÓLOGO

·       La región amazónica se convirtió, desde la segunda mitad del siglo XIX, en el principal proveedor de caucho natural para el mercado mundial. Una multitud de familias indígenas y campesinas gastaban su vida en el cotidiano trajín de extraerlo. Cada semana, llevaban a la barraca del propietario quien recibe el caucho y como contraprestación les daba herramientas, las medicinas y otras mercancías que les había adelantado previamente. Este avance creaba una relación de endeudamiento permanente, casi imposible saltar por parte de los trabajadores. Laso y obligación que no rompían ni con la muerte pues con frecuencia las deudas pasaban de una generación a otra. El sindicalista patrón controlaba las pesas y medidas e imponía los precios de la goma y las mercancías.

·       A finales del siglo XIX un grupo de caucheros se había enriquecido de manera notable surgiendo el grupo social denominado los “varones del caucho.” La opulencia de Manaos, reflejaba la rentabilidad del negocio. Se dice, incluso, que su élite enviaba a lavar la ropa a Lisboa y en su teatro se gozaba de los mejores espectáculos del mundo.

·       En la década de 1870 los hermanos Reyes, colombianos, (Rafael fue presidente años después) exploraron las selvas del pie de monte del Putumayo y el Caquetá y organizaron una poderosa empresa de extracción pequeña. La corteza cargada en la espalda por los nativos hasta puertos como Sofía o Cuembí, en el río Putumayo, desde donde era transportada, por río, hacia el Brasil. En 1884 cayó en forma abrupta del precio de la quina y la empresa debió ser cerrada. El puerto de Bocón, fue el epicentro de las actividades extractivas.

·       El caucho cosechado en el pie de monte se sacaba a lomo de indio, por las sinuosas trochas y caminos que unían las estaciones de caucho con las poblaciones del acto Magdalena, hasta llegar a la ciudad de Neiva. Los caminos principales eran el que partía de Mocoa y subiendo la cordillera hacia el occidente llegaba Pasto. El otro también partía de Mocoa, hacia el norte por entre cañones que salían al valle del alto Magdalena. La otra salía de Florencia para cruzar la cordillera oriental por el boquerón llamado Gabinete para luego descender al valle del Magdalena a la altura de la población de Altamira. La otra salida de las cabeceras del río Caguán para remontar el río Pato, cruzando una pequeña hondonada llamada las Perlas, luego remontar la cordillera pasando por un pequeño valle denominado Balsillas para descender, posteriormente, por Algeciras, a la ciudad de Neiva.

·       Muchas de esas familias, que se quedaron sin trabajo, se internaron en la selva para extraer caucho. Optaron por descender por el río Caquetá, una tierra en gran parte ignota, debido a la presencia de los formidables y temibles raudales de Araracuara. Algunos fueron hasta los ríos Cahuinarí, Igaraparaná y Caraparaná. El bajo Caquetá y Putumayo estaba habitado por 100,000 personas. Éstas comunidades practicaban una agricultura de rose y quema itinerante, la cacería, la pesca y la recolección de diversos productos.

·       Algunos grupos tuvieron relación con traficantes de esclavos brasileros que acostumbraban remontar los ríos Caquetá y Putumayo, al remo, desde la segunda mitad del siglo XVIII. Con ellos intercambiaban hachas de acero y otros implementos por huérfanos y prisioneros de guerra indígenas. En otras ocasiones, los traficantes de esclavos asaltaban las malocas y se llevaron por la fuerza a los aborígenes.

·       Julio César Arana, el fundador y principal socio de la Casa Arana, era de origen peruano. En sus años mozos recorrió las principales poblaciones del Amazonas comerciando sombreros y artículos. Logró hacerse a un capital que le permitió comprar varias lanchas para comerciar por el Amazonas y el Napo. Así descubrió el río Putumayo y pudo constatar sus promisorias riquezas naturales y humanas. En 1902 se asoció con los propietarios del campamento de “Indiana”, la actual “Chorrera”, en el río Igaraparaná. En 1903. La Casa Arana Hermanos, rápidamente, se apoderó, mezclando compra y coacción, de los diversos campamentos fundados por los caucheros colombianos. 10 años después controlaba una extensa zona del Putumayo y era un influyente comerciante en la ciudad de Iquitos.

IMAGEN 1

·       La compañía se organizó en torno a dos grandes distritos: la Chorrera sobre el Igaraparaná, y el Encanto, en la región del río Caraparaná. Cada uno de estos distritos estaba bajo la dirección de un capataz y contaba con empleados de gente de color, traído de la colonia inglesa de Barbados a disposición de los caucheros. Los distritos controlaban los barracones de dónde provenía el caucho que se acopiaba en ellos y sus empleados se encargaban de que la gente cumpliese con las cuotas de caucho asignadas por medio de la autoridad que ejercía un jefe o capital. Los nativos eran obligados a traer el caucho a la barraca cada 10 días. Dos o tres veces al año todo el mundo se desplazaba, a pie, hacia la Chorrera o el Encanto. Hombres, mujeres y niños cargaban el pesado producto de toda la temporada.

·       Desde 1903 comenzaron a llegar al gobierno colombiano diversas cartas y rumores sobre los atropellos contra los indígenas y caucheros colombianos, por parte de la Casa Arana. El Periódico informó sobre la posibilidad de un conflicto entre las dos naciones debido a una eventual invasión peruana al Putumayo. En 1910 se encontraba en la jefatura del estado pionero de la colonización del Amazonas, el general Rafael Reyes, y las denuncias no lo conmovieron. Se comentaba en los altos círculos oficiales de la capital que restaba importancia a estas revelaciones con el argumento de que eran cosas de caucheros. Ni siquiera, en 1908 con la publicación del libro del general Rafael Uribe Uribe, “Por la América del Sur”.

·       El ingeniero W. E. Hardenburg partido de Panamá y a través del Putumayo y el río Magdalena, llegó a la región con el propósito de construir un ferrocarril en 1907. En este viaje pudo presenciar el asalto del campamento colombiano de La Unión, (como el de La Pedrera, Tarapacá y Leticia) sobre el río Caraparaná, por parte de tropas peruanas y trabajadores de Arana. Fueron tomados como prisioneros y llevados a Iquitos donde fueron liberados solo ellos por ser norteamericanos.

·       Hardenburg contó que la Casa Arana había implantado un auténtico régimen de esclavitud. Los indígenas eran obligados a trabajar duras jornadas, carecían de alimentos, no podían cultivar, cazar y pescar, les arrebataban sus mujeres a quienes convertían en concubinas. Aquellas familias indígenas que no cumplieran con las cuotas de caucho eran severamente castigadas, torturadas en el cepo e incluso asesinadas. Numerosos nativos fueron mutilados, destrozados por los perros, quemados, condenados a la inanición, ahogados o muertos a balazos. Morían en los barracones invadidos por epidemias. La población activa desaparecía rápidamente como consecuencia del genocidio.

 
·       La Casa Arana se había transformado, en 1908, en la Peruvian Amazon Company PAC, inscrita en Londres como una compañía inglesa. Su socio mayoritario era Julio César Arana. Arana se presentaba asimismo como un civilizador de pueblos salvajes y caníbales.

 

jueves, 28 de noviembre de 2013

LA ARARACUARA


ESTIMADOS AERONAUTAS:
 
Recorriendo el país se pueden encontrar lugares exóticos. Uno de ellos es la Araracuara.

A media distancia entre el nacimiento del río Caquetá, en la cordillera oriental, y su desembocadura en el Amazonas, se encuentra un promontorio de roca de poca altura, romo en su cima por naturaleza y por la acción del hombre, como lo explicaré mas adelante, que sobresale de la selva espesa. El río, durante años, corto la peña y creo un estrecho cañón de unos 80 metros de ancho, 100 metros de profundidad y unos 500 metros de longitud. Son dos paredes paralelas verticales, de peña desnuda. El río que, normalmente, corre lento por muchos kilómetros sobre el suelo selvático, casi plano, repentinamente se enfurece de manera atemorizante librando el inusual desnivel.

 
GARGANTA

Por lo cerrado de la garganta, toma velocidad creando un fuerte torrente enloquecido que levanta vapor y truena con violencia. A la salida hay un amplio lago que nuevamente apacigua las aguas y sigue su tranquila marcha.
 
 
LAGO DE SALIDA
 
 
Debido a estos rápidos la navegación se parte en dos, la inferior y la superior. Ninguna embarcación puede sobrepasar a menos que sean arriesgados navegantes de deportes extremos. Para salvar el obstáculo, se construyó una trocha semicarreteable que une los dos lados para trasbordar las mercancías y las personas.

 
 
RAUDALES


Debido a lo aislado e inaccesible del lugar, hace años, el gobierno creó una colonia prisión en el lugar, de donde no se sabe que alguien pudiese escapar. Para mantener ocupados a los detenidos, resocializarlos, mejorar el acceso para los abastecimientos, así como la presencia nacional, violada años antes por los caucheros de la Casa Arana, se les dio la tarea de construir una pista sobre la roca.



PISTA SOBRE LA COLINA. ANTES DELA PISTA SE APRECIAN LOS ACANTILADOS
 

Cuando se baja del avión, una de las curiosidades que se ven son los cortes hechos en la peña por los cinceles de los presidiarios en su titánica labor. Las cunetas y todo el piso fueron labrados en la piedra de la colina. La pista inicia justo en el borde del acantilado del río y termina en el lado opuesto del promontorio. Así que es como aterrizar y despegar de un portaviones.
 
 
PISO DE LA PISTA EN ROCA LABRADA
 
Cuando volábamos por esa región, ya no existía la Colonia Prisión. Sin embargo, en el pequeño poblado que se formó a la orilla del río, Puerto Arturo, vivían bastantes expresidiarios que habían cumplido la pena y voluntariamente quisieron quedarse cuando la colonia fue trasladada a la Isla Prisión de la Gorgona. Con ellos, y a su pedido, se quedó el último de los médicos que prestó sus servicios en la antigua penitenciaria. Atendía el pequeño hospital que el gobierno decidió dejar. El doctor Restrepo, paisa de origen, hacia un apostolado social. En algunas ocasiones le llevábamos periódicos, revistas o vino para solventar su necesidad intelectual y procurar algo de comunicación. Aunque el ya estaba acostumbrado a un franciscano aislamiento. La radio casi no entraba y menos la televisión. El nos correspondía con amabilidades cuando debimos pernoctar en el lugar.

En una oportunidad le pedimos que nos contara algo propio de la región en asuntos de medicina natural. Dijo no conocer mucho al respecto porque no le había prestado atención al tema. Solo recordaba que en una o dos oportunidades le habían comentado que algunas mujeres nativas, únicamente ellas y no los hombres, sabían de una planta que si la consumían quedaban estériles. Pero que si deseaban recuperar la fertilidad, tomaban otra y recobraban la reproducción. Eso no lo había comprobado pero se lo habían narrado. Eran tribus que vivían más bien lejos y se mantenían bastante aisladas. 

En una de las quedadas charlamos sobre la pesca en el río. Para nuestra curiosidad, pero de la manera más normal para ellos, nos hablaron sobre ejemplares de un tamaño y peso que asombraba. Como no podíamos creer lo que nos contaban preguntamos si tenían alguno para verlo. Nos invitaron a pasar, en canoa, al otro lado de río, donde la orilla era mas panda, para mostrarnos. La pesca la guardaban refrigerada en cuartos fríos en espera de cuando llegaran aviones de carga para mandar al mercado de Bogotá.

 


Cuan grande seria nuestra sorpresa al ver unas bestias que descabezadas colgaban desde el techo del refrigerador, tan alto como una habitación, de garfios de carnicero y la cola llegaba doblando sobre el piso. El espesor, en la parte mas ancha, era tal que rodeados entre los brazos, los dedos no alcanzaban a tocarse. No supimos cuantos kilos podrían pesar pero no seria raro que fuese lo mismo que un novillo.

La curiosidad se centró en la técnica de pesca. Como estos los atrapan en el lago que se forma a la salida de los raudales, y los colonos dicen que ellos emigran río arriba, la deducción es que los grandes peces llegan al remanso. Y ante la imposibilidad de remontar los rápidos, se quedan engordando en el lago y quizás en periodos de reproducción. No era muy científica la deducción pero era la única explicación factible al gran tamaño de estos peces de río.

Los pescadores hacían flotadores con galones vacíos de plásticos, de vistoso color amarrillo, que les sobraban de los embaces del aceite usado en los motores fuera de borda de su botes. Eso los hace visibles a la distancia. Además, algunos, acondicionaban una batería con un bombillo de linterna que, cuando el pez jala la cuerda del anzuelo, se prende en la noche y pueden ver que habían atrapado la carnada.

El anzuelo lo hacen con varillas de acero de construcción bastante grueso y en la punta afilada colocan la carnada que es un pollo completo. La cuerda es una manila.

Iniciaban una atenta vigilancia viendo cuan rápido el galón se hunde y esperan de que sea cada vez mas lenta, en la medida en que el pez se canse de tanto intentar escapar al fondo. Cuando eso se logra, con suavidad lo llevan a la orilla donde la profundidad no sobrepasa la cintura de un hombre. Uno o dos botes se colocan a cada lado del cansado pez y, entre varios, lo arponean a una orden simultánea, sosteniendo lo suficiente para que otro pescador, de pie y entre el agua, le corte la columna, detrás de la cabeza. Usan una cierra de motor o a un baquiano con hacha. Ya muerto lo destripan lanzando las vísceras al río para alimento de los que están en capilla. Lo sacan y lo refrigeran en espera del avión.

En la televisión presentan documentales donde un pescador se dedica a encontrar “monstruos de río” en diversas partes del mundo, incluido el Amazonas. Pero lo que saca no es ni la tercer parte de lo que los colonos pescan en este extraño lugar de la selva colombiana.

Otra de las curiosidades que experimentamos fue la de un colono que por medio del doctor nos dijo que quería narrarnos sus aventuras. Nos relató unas extrañas historias vividas en la selva. Se había perdido y duró bastante tiempo sobreviviendo a punta de raíces y alimañas que podía conseguir. Eso lo llevó a unos delirios donde veía grandes monstruos, se sentía perseguido de fantasma y demonios, que lo querían confundir. Con los días, logró entrar en contacto con indígenas que lo ayudaron a salir de la selva. Años después, historias iguales leímos en un libro titulado, “Mi alma se la dejo al diablo” de un afamado periodista escritor de crónicas de la selva colombiana.

 
ENIGMATICA MANIGUA


En otra oportunidad, con motivo de una comisión científica holandesa, que patrocinaba investigaciones en el amazonas, junto con el embajador y el general Matallana, los trasportamos a ese exótico lugar. Los extranjeros quisieron aproximarse a los rápidos y los colonos nos llevaron en sus botes, hasta donde se podía. Debido al movimiento del oleaje, el general debió asirse mejor del bote dejando caer al agua su bastón de mando.
 
 
Que allí debe estar pues los lugareños dijeron que era casi imposible recuperarlo. Si no es que una de las grandes bestias no se lo ha engullido y un pescador lo encuentre en las tripas de su pesca.

Con los años, los norteamericanos, en coordinación con el gobierno colombiano y en aplicación del plan contra los narcóticos, instalaron un radar militar para interceptar los aviones ilegales. Tanto la base militar que protegía las instalación como los mismos operadores del radar, eran abastecidos por medio de aviones militares que periódicamente aterrizaban en la vieja pista hecha por los penitenciarios. Este plan se acabó después.

Luego, el gobierno se comprometió a instalar un radar civil de vigilancia por medio de la Aeronáutica Civil. La estación funcionaba de manera automática enviando las señales a los centros de control de navegación en el interior del país. Pero con una planeación tan insuficiente que no consideraron la debida seguridad. El resultado final fue que la insurgencia voló el costoso complejo tecnológico, echando a perder bastantes millones de dólares debido a la pobre previsión de las autoridades aeronáuticas encargadas.


Si estos lugares se explotaran adecuadamente serian una gran fuente de riqueza como recurso turístico ecológico. Y de preservación científica de la gigantesca cuenca amazónica, de interés para toda la humanidad.

Luego les cuento más.  Cordialmente: Coronel Iván González

miércoles, 27 de noviembre de 2013

CRÓNICAS DE UN CURA PAISA. CAPÍTULO 12


CRÓNICAS DE UN CURA PAISA

POR EL PADRE ANTONIO MARÍA PALACIO VÉLEZ

CAPÍTULO 12

LOS BURROS

Otro día lo vi amolando en una piedra el cuasisemexmachete que no le podía faltar en sus viajes misionales. Fue a Necoclí donde Lo estaban aguardando. Y aunque éste es un pueblo muy viejo aquí no hay casa cural. En la noche lo alojaron en una casa que estaban construyendo y apenas tenía concluido el techo y sólo estaban zancos. Hicieron una escalera hecha de un solo palo donde hicieron muescas que conducía a un zarzo hecho de astillas y virutas de Maqué que colocadas sobre las vigas le desearon muy buena noche.

Como a las 10 de la noche llegó un individuo que amarró un burro de uno de los estantillos de la casa con el fin de tenerlo seguro y luego se retiró. El padre no se dio cuenta de esto. Cuando, he aquí, como a las dos de la mañana, llegó otro burro por allí, que andaba suelto, y se dio cuenta que ahí estaba amarrado un rival suyo. Quiso aprovechar la ocasión para desembarazarse de, y sin más preámbulo, dio un rebuzno de desafío, y se agarró con los dientes del hombrillo del burro amarrado y empezó la trifulca. Con la cuerda del amarrado se enredaron ambos burros y se estaban ahorcando. Con la bulla que hicieron los animales el padre Manuelito sintió unos ronquidos ya casi agónicos.

Sobresaltado el padre, sin saber de qué se trataba, pero figurando que algo grave pasaba en el piso de abajo de su domicilio en zancos, lo primero que se acordó en aquellos trágicos momentos fue de su lengua de zapo. Y acto seguido lo desenvainó y así, en el oscuro, echó escalera abajo blandiendo el arma en actitud de defensa de sus lares y solución de tamaña trifulca.

 
BURRO BULLANGUERO
 
Allí se dio cuenta de la crítica situación de los burros. Viendo que si no intervenía pronto uno de ellos se iba a ahorcar, optó por cortar, como medida de urgencia, la cuerda en la que estaban enredados los dos animales. Como estaba oscuro, así a tientas, metió la mano. Empuñó algo que él creyó que era la cuerda, quitó la mano y mando el tajo. Y tran, al suelo cayó un pedazo de jeta de burro. Como notó que nada había logrado en el intento, porque los animales seguían enredados, pasó la mano por encima de la nuca del otro burro y se dio cuenta de que aún tenía el lazo. Allí mismo con la alegría que embargó a Arquímedes exclamó: Eureka y lanzó otro viaje con su lengua de zapo.

El si le cortó la amarradero al burro pero también le hizo una chamba en la nuca desde la raíz de la oreja casi hasta el hombrillo.

Los burros resueltos y aunque cortados y a los chorros de sangre siguieron la batalla. El padre Manuelito teniendo todavía desenvainada en la mano la damasquina hoja de acero, llena de peos de burro y chorreada de sangre, dijo con aire solemne: ahora sí. Ya están sueltos. Que se diviertan como puedan que para eso son machos.

Después, con la tranquilidad de quien tiene la conciencia y cree haber hecho una buena acción, echó otra vez escalera arriba en dirección al zarzo, colocó la lengua de zapo desenvainada al pie de la cabecera y se durmió de nuevo. Al día siguiente al salir de la capilla vio el padre Manuelito al frente de la puerta de la inspectoría a dos burros y un gran gentío. La gente reunida, al ver al padre, los señalaban con el dedo y acto seguido llamaron a la inspectoría. El inspector en tono grave, muy serio y severo, le dijo: ¿padre conoce usted los burros?

El padre Manuelito con su mirada inquieta y con la velocidad del rayo que recorre grandes distancias en un segundo le dio más de 10 vistazos a los burros desde las orejas hasta la punta de la cola. Allí pudo reparar que uno de los burros tenía una sonrisa permanente a causa del machetazo de la noche anterior que le tumbó casi toda la jeta. Al otro burro le vio en la nuca una chamba tan abierta que parecía una trinchera alemana. Contestó: si, los conozco. Estos dos burros eran los que se estaban ahorcando anoche enredados en un lazo en el piso de abajo de mi residencia privada. Para evitar que se estrangularan tuve que bajar y cortarle las amarraderas.

Pues se metió usted en la grande, le dijo el inspector. Vea cómo puso a estos animales y luego añadió, sacando de un rincón de la inspectoría el machete manchado de sangre y lleno de pelos de burro: ¿conoce usted, padre, está arma?

Padre Manuelito clavó los ojos en el famoso machete y le dijo: usted fue el que se metió en la sin salida señor inspector, por este machete es mío. Lo tenía yo allá en mi residencia privada y sepa que toda residencia es sagrada y por lo tanto inviolable. Usted la ha violado sacando de allí este machete sin permiso del propietario. Cepa, pues, que se ha hecho reo de una causa muy negra. Mas, como yo no tengo intenciones en perjudicarlo, lo único que le exijo es que me entregue mi machete ahora mismo y quedamos en paz. Y, sin más palabras, el inspector le entregó su famosa lengua de zapo y el dueño de los burros los cogieron de cabestro y se fue con ellos. Y el tumulto se disolvió todo como si nada hubiera pasado.

EL PERDÓN.

Pasó algo grave. Me pasó con el padre Manuelito y le guardaba yo un resentimiento en lo más hondo del alma. Es verdad que yo lo perdone pero aún me parece imposible que yo lo hubiera podido perdonar. A causa de lo repugnante que es el cangrejo que hay en Turbo y lo asqueroso que es ese animal, le dije que me parecía raro que hubiese individuos tan cochinos que se lo comieran. Nada más porque dijeran que eran gente bien distinguida. Le dije que por nada en mi vida comería yo cangrejo. Comerá, me dijo el padre marianito, y lo haré comer. Pues sepa, le dije, que hasta ese día en que me haga comer cangrejo guardaremos amistad.

 
CANGREJO URABEÑO

 
Pasados unos días una noche me dijo: ya ve cómo es la vida, que no comería jamás cangrejo y ya comió. Allí mismo me fui entropando. Me enojé con él y con las hermanas Carmelitas que nos atendían. Poco faltó para que me lo tragara vivo. Y si no lo hice fue porque en ese mismo instante sentía que las tripas se me hacían nudos, se me subían a la garganta como con ánimo de hacerme voltear el estómago.
 
 
SOPA DE CANGREJO
 
Tal fue la repugnancia y el asco que sentí. Hay que ver el fastidio que le causa a uno el ver el caldo que les sale de ese buche aguamasudo cuando el padre Marianito se los rompe con el palo. Es cosa de hacerle dar náuseas hasta un perro al de este líquido azul viscoso que emana de la boca cuando se están muriendo. El estómago me daba saltos mortales.

Con los años lo perdoné pero no olvido la repugnancia que me causó dicha gracia.

FIN

Nota: con esta  parte final terminamos un capitulo mas de las historias que hacen parte de nuestras tradiciones y aventuras antioqueñas. Las mismas que muestran la forma de como se conquistó y se creó la cultura paisa.
Después de un receso corto reanudaremos el recuento resumido de otros asuntos de interés general.
Cordialmente: Coronel Iván González.

martes, 26 de noviembre de 2013

CRÓNICAS DE UN CURA PAISA. CAPÍTULO 11


 

CRÓNICAS DE UN CURA PAISA

POR EL PADRE ANTONIO MARÍA PALACIO VÉLEZ

CAPÍTULO 11

EL PADRE MANUEL RESTREPO PIEDRAHITA.

El padre Piedrahita o Manuelito como cariñosamente lo llamábamos, era oriundo de la población de Guasabra corregimiento de Santafé de Antioquia. Es de mediana estatura, bien conformado, cara graciosa y de ojos negros e inquietos que se movilizan de arriba a abajo con la rapidez del rayo recorriendo a la persona que está hablando con él. En una ocasión le hice notar eso y me dijo: es para que la persona que me está hablando no se me vaya.

Yo me hallaba en Turbo y allí llegó a finales de 1942. Al instante se dio a la tarea de arreglar su equipaje misional para dirigirse a Acandí pueblo lindante con la frontera de Panamá. Su equipaje consistía en lo necesario para celebrar la misa, algunas municiones de boca, unos frasquitos con medicinas para los que pudiera ocurrir, un Cristo que le diera fuerzas y apoyo en el mar y en aquellos pantaneros.

EL MACHETE

Y algo que le vi colocando con mucho esmero en su equipaje, una especie de lo que en algún otro tiempo debió ser machete. Era una vida que no se sabía si era de acero o de moho. En una extremidad tenía una especie de cacha roñosa. La hoja en la angosta y no pude saber si era de la generación que llaman machete o peinilla. Se parecía más a una lengua de sapo que ha machete. Le pregunté cuánto le había costado y me dijo que en Quibdó se la habían dado por 50 centavos. Hay que tener en cuenta de que esos tiempos, a causa de la guerra, habían subido todas las letras, sobre todo la U la eñe y la a. Allí,  un machete que medio se pudiera mostrar valía de 10 a 12 pesos. La vaina de ese machete, lengua de sapo, creo que la encontró botada a la orilla de arroyo, según estaba de deteriorada, sucia, vieja y fea.

 
Al verlo colocar con tanto esmero en su equipaje este instrumento le pregunté: ¿padre, para qué lleva eso? Poniéndose de pie me dijo con mucho énfasis: ¿no ha leído usted que en el Evangelio, Jesucristo le dijo a sus apóstoles que el que no tuviera espada vendiera su túnica y la comprara? Ya puede usted comprender plenamente lo que burlonamente llama lengua de sapo y lo indispensable que te va a ser que estas correrías. No tuve nada que objetar y en silencio continué ayudando lo a empacar sus cosas.

LOS CANGREJOS

La población de Turbo está infectada por miles de millares de cangrejos nocturnos que nadie puede calcular su número. En la casa rural vivía con nosotros legiones de esos animales y eran tan grandes que parecían palas De vapor. Con sus tentáculos tan alargados que parecían pulpos de esos que menciona Julio Verne en su famosa novela titulada “20,000 Leguas de Viaje Submarino”. Estaban provistos de tenazas tan grandes que infundían pavor al más resuelto. Al que agarran con ellas no lo sueltan, aunque chille. Basta decirles que en casi todas las casas de Turbo tienen cerdos y nunca los argollan por que éstos quedan argollados de por vida cuando los cerdos, buscando alimento, remueven la tierra con el hocico. Y ahí, cuando por desgracia llega, con su trabajo de excavación, a la temible línea Maginot donde tiene su residencia uno de esos cangrejos q S hay allá. Porque sin más “alto, quien vive” ni pedir el santo y seña lo agárrate el hocico con esas enormes tenazas y hasta luego pétalo. El cerdo, al mismo tiempo que da chillido, y con tan desenfrenado modo que arranca al feroz cangrejo la tenaza pero, eso sí, queda argollado para siempre.

EL CAZADOR

El padre Manuelito era un excelente cazador de cangrejos. Todas las noches, armado de un palo, se dedicó a exterminar a nuestros indeseables compañeros de vivienda. En la aguzada lanza de su arma, ensartaba, por la mitad, a estos desgraciados animales. Enormes eran los bichos estos. Los tentáculos en los que ostentaban las tenazas medían no menos de 25 cm de largo y las patas que eran en número de 10 por cada uno medían hasta 20 cm. Cuando él padre Manuelito, cara y aire de triunfo los ponía en alto parecían molinos de viento en ejercicio cuando agónicos agitaban sus tentáculos.

EL CARRIEL

Un carriel de esos que usan los arrieros antioqueños, y en los que en ellos guardan holgadamente un lazo, media libra de cabuya en rama, una aguja de arria, un eslabón para sacar candela, dos tabacos, media libra de panela para tomar agua e el primer arroyo que encuentran, una navaja médica, un cuchillo tres rayas, un Cristo, una barbera, la baraja, un par de dados y la imagen de la virgen del Carmen.

 
EL CARRIEL

LA CULEBRA

Había una culebra llamada Verrugosa porque está brotada de verrugas. Es tan gruesa como una viga. Cuando un hombre la pisa, porque parecen más aún palo podrido atravesado en el camino a mi, ella levanta una cabeza tan grande como un carriel de nutria de ocho bolsillos.

Cuando una culebritas de esas levanta la cabeza la dirige al pie de quien la pisó y se la besa. De inmediato se le pone la barriga tan dura como si fuera un barril de acero, brota los ojos, lanza un berrido y en el mismo sitio se va para el otro mundo.

 LA SAPA.

Otro peligro, que está en los pantanos, es la Sapa. Vi a un individuo muy orondo fumando tabaco o su pipa, andando con un palo en la rodilla cuando sin darse cuenta ni saber cómo ni cuándo de nuestro cliente no queda sino el sombrero sobre el pantano. Sin más monumento de la vieja gorra de hoja de palma señalando el lugar donde se lo tragó la Sapa.

LA GUADAÑA

Algunas de las muertes que ocurren por allí pueden atribuirse a la guadaña de la muerte por qué hay muchos otros que se mueren sin saber por qué y sin más razón. Es el caso de un soldado acantonado en la guarnición de Turbo. Aconteció que estaban los soldados custodiando un avión de guerra en el campo de aterrizaje. A uno de ellos se le fue un tiro de Grass. La bala hizo impacto en el flanco izquierdo de la costilla del otro Soldado. Le votó todo el estómago y el proyectil salió por el otro costado y sin más razón ni motivo allí mismo se fue quedando muerto. Nada más porque le dio la gana de morirse por esa bobada.

Una de estas cosas le pasó al padre Manuelito. Aún que casi se ahoga cuando una ola lo subió en su lomo en un naufragio cerca de Acandí. Apenas veía que por allá muy lejos apenas asomaban las orejas del padre Manuelito entre el herbesón De las olas y las espumas desflecadas. Salió del mar con el estómago más templado que Tambor de guerra por el agua que había tragado. Al mismo tiempo que experimenté alegría por mi salvación también sentir tristeza por la muerte del padre Manuelito de quien creí haber sido segura. La verdad es que sobrevivió. En el naufragio sólo perdió su carriel. Como los tres días unos muchachos encontraron en la playa y no se atrevieron a cogerlo. Pronto se lo llevaron al padre y se lo mostraron. Éste lo reconoció de inmediato aunque estaba más feo que un sacrilegio y más sucio que la vara de un gallinero. Allí estaba todo su dinero que había guardado y con eso nos solventamos.

lunes, 25 de noviembre de 2013

CRÓNICAS DE UN CURA PAISA. CAPÍTULO 10


CRÓNICAS DE UN CURA PAISA

POR EL PADRE ANTONIO MARÍA PALACIO VÉLEZ

CAPÍTULO 10

EL INDIO JUAN.

El 13 de junio 1948 llegamos al río Sábalo. Sus terrenos pertenecen a la jurisdicción de Dabeiba. El día 14 llegamos al Tambo del indio Juan Caruya que vivía no lejos del río Tuburidó. Juan era un indio acomodado pues tenía una cementera de plátano maíz yuca y un poco de caña dulce, además de gallinas, cerdos, patos y tiseos que de noche dormían debajo del tambo. En el segundo piso del tambo tenía un fogón de tres piedras y un gran tronco llamado el madrino que le serbia de asiento al pie del fogón donde ingresaba una punta. De noche le cubrían la punta candente con ceniza y rescoldo para conservar el fuego hasta el otro día. En el piso se almacenaban racimos de plátano y maíz porque él salón también servía de troja. Para él día siguiente de la correría nos dio un almud de maíz para de la india nos hiciera unas arepas para qué lleváramos de fiambre.

El día 15 amanecí con fiebre. El indio se fue a cazar y antes de salir le encargó a la india que me cuidara y le entregó un manojito de ramas para qué me hiciera una bebida para la fiebre. Poco después que se fueron los cazadores me tomé la bebida que me hizo la india y una hora más tarde ya estaba sin fiebre y completamente bueno.

LA MESETA DEL TESORO

Después de la cena se pusieron a conversar sobre grandes tesoros y Belisario dijo que por allí cerca al río Tuburidó había un gran tesoro en un lugar donde se encontraba una mata de Guadua, una palma de Milpesos y un árbol de caucho. Le pregunté al indio si eso era cierto y me respondió que sí, que él sabía dónde estaba. Le ofrecí pagarle por llevarme al lugar donde estaba el tesoro y por cinco pesos se comprometió a ello.

LA BÚSQUEDA.

Durante cuatro días de recorrido no habíamos encontrado ninguna mata de Guadua así que era muy significativo que se pudiera sospechar que pudiera ser cierto lo relatado con el tesoro, si se encontraba esa mata.

Al final del día 16 llegamos al río Tuburidó que en ese lugar era muy caudaloso. Mientras los indios cortaban palos de Balso para hacer la balsa, yo aproveche para rezar mi breviario. Como ese día ya se nos hizo tarde construimos un cobertizo con hojas de Murrapo al pie de un árbol muy grande. Pasamos la noche sin novedad.

El día 17 marchamos por una cuchilla arriba. Así es como una hora que estábamos subiendo cuando a pie de boca apareció un llano y en el estaba la mata de Guadua. Le pregunté al indio: ¿aquí es? Si, me respondió el indio.

El llano está hecho a tal nivel que parece como cortado, por la mano del hombre, en el declive de la montaña. Forma un triángulo equilátero de 100 m de lado. Su vértice libre está hacia el lado del río. El lado opuesto está hacia la montaña. Las otras dos caras están formadas por dos arroyos de poco caudal. El área es de una media cuadra de tierra (media manzana urbana rectangular que se enmarca dentro de 4 calles de 80 metros de largo cada una).
Cerca al vértice que da hacia el río y a unos 25 m está la mata de Guadua. Es un surco recto de unos 25 m de largo de Guadua Rayada. Es decir sus troncos tienen listas a lo largo alternadas entre verde y amarillo. Esta mata tiene no menos entre 3 a 4 siglos de existencia a juzgar por las cepas muertas de la Guadua, que se han secado, teniendo en cuenta que la Guadua tiene una vida bastante larga contando desde que nace hasta que se seca de puro vieja.

 
PIEDRA DE MOLER

Como a unos 20 m del surco de Guadua y hacia la parte de arriba del llano estaba, medio tapada por el capote, la mano y la piedra de moler en que molían los indios. Árboles hasta de dos abarcaduras habían nacido en el propio Llano. Después de recorrer el llano en todas las direcciones quede convencido que este tenía que ser el lugar de la leyenda y del tesoro. Le dije al indio: compadre. ¿Dónde es que está enterrado el tesoro? El sólo sacudió la cabeza y me respondió: Perdió cabeza compadre. Perdió cabeza. Y de esta respuesta no hubo modo de sacarlo a pesar de mi insistencia pues siempre repetía lo mismo.

EL SECRETO

Los indios, sobre todo los caciques, eran muy ricos en oro pero cuando llegó la conquista, ellos para librar su riqueza de la rapacidad de los españoles, los enterraban en lugares que ellos saben y que se transmiten, por tradición, de padres a hijos y de generación en generación. A ningún otro particular le revelan donde están enterrados sus tesoros. Ni por medio de recompensas ni amenazas ni por torturas ni aún por la misma muerte. Así se explica el por qué el indio siempre contestaba: perdió cabeza compadre. Lo que se puede interpretar como: no quiero decir o no puedo decir. Total que nada se pudo hacer.

En una hoja de papel hice un mapa más o menos exacto donde se encuentra aquel Llano. Después de haber estado varias horas en el lugar regresamos aquel día al tambo del indio Juan a quien, a pesar de todo, le pague lo prometido.

Quiero dejar constancia que quede muy agradecido de la generosa hospitalidad y de la atención que nos brindó aquel indio a mí y a mis compañeros que Dios les ha de pagar.

Cinco días gastamos de regreso para salir de aquella selva y llegar hasta Nutibara.

domingo, 24 de noviembre de 2013

CRÓNICAS DE UN CURA PAISA.CAPÍTULO 9


CRÓNICAS DE UN CURA PAISA

POR EL PADRE ANTONIO MARÍA PALACIO VÉLEZ

CAPÍTULO 9

COLORIDA FLORESTA

Qué panorama el que ofrece la selva florecida cuando se observa desde una eminencia del terreno. Parece una inmensa colcha de retazos de colores.

Entre él tupido follaje de verde oscuro hace resaltar su bella flor el Arisal, gran borla de color escarlata, acaso la más vistosa entre todas las flores tropicales. Los Yarumos, llamados los ancianos de la selva, por qué entre el ramaje oscuro ostentan sus hojas blancas. Más allá el Písamo cubiertos de flores al rojo vivo que semeja una llamarada entre los árboles. El Guayacán amarillo que cuando está despojado totalmente de sus hojas se cubre con la fronda de sus flores amarillas semejando un bloque compacto. Ya constelación de mariposas de oro del Chagualo ostentan sus macetas de color blanco y rosado de perfume embriagador. El Gualanday, semejante al Guayacán, porque también se despojó de sus hojas para cubrirse de flores azules violáceas. El Balso y el Majagua, semejante a bandadas de mariposas, dejan volar sus semillas envueltas en copos de lana blanca. Por allá, sobre los nudosos brazos de los árboles, ostentan los cardos las violáceas vestiduras de sus hojas y llenan los airosos penachos de sus espigas junto a las orquídeas de todos los colores que dejan colgar sus largos pétalos semejantes a largas lenguas de perros cansados.

Pero en los gruesos troncos de estos colosos trepan cuál gruesas manilas, haciendo maromas, los bejucos. El Uvito de monte de tallos semirojos dejando columpiar en los aires sus racimos de flores semejantes a corales. El Agraz bejuco de agua saturado de savia potable y tan abundante que calma la sed a los viajeros. Y una multitud de gruesos tallos que trepando en espirales suben hasta las copas donde mezclan la variedad de sus flores y la delicadeza de sus perfumes con las del árbol que los sostiene.

Aquí y allá alternando con los árboles se encuentran las palmeras en variedad de especies y tamaños desde la Carmaná y el Palmicho hasta la Chasaraza y el Chontaduro, el Mauenque, el Milposos y la Barrigona, elevando sus erguidos troncos erizados algunos de puas y otros lisos, rectos y largos como esbeltos pilares que sostienen el elegante plumaje de sus hojas. Y entre los racimos, verdes unos y otros más maduros, dejan caer al suelo sus semillas rojas.

 
SELVA VIRGEN

Por entre los intermedios que dejan los grandes árboles levantan la Iraca sus anchas hojas sostenidas por delgados, largos y rectos peciolos semejantes a varillas de hierro pintadas de un verde oscuro. Y de la elegante mata del Táparo de largas hojas y que en cuyo pie salen voluminosos capachos que al abrirse dejan al descubierto las blancas ramazones de sus flores. Y el tapiz de helechos y de musgos de todos los colores y variedades. Y que infinita variedad de matas que lucen entre sus hojas las flores en distintas formas y colores.

PERFUMADA MANIGUA.

Presentando a la vista todo una combinación de los colores en todos los tonos y el olfato una mezcla de sus aromas. Estos perfumes combinados sólo se perciben en la selva. Y sólo, de vez en cuando y de tarde en tarde, cuando al andar de los caminos se percibe por una ráfaga de viento que de un bosque cercano nos trae sus perfumes y nos hace sentir una combinación de esencias agradablemente raras que nos hace detener en el camino y aspirar profundo.

(Aromas que en su mayoría provienen de los alcaloides que genera la naturaleza con el fin de atraer insectos para la fecundación o aves para transportar sus semillas. O como un medio de competencia o guerra química con las demás plantas por los nutrientes del suelo, el agua superficial, la humedad del aire o la luz del sol. Pero que el hombre en su inteligencia los extrae concentrados para propósitos estéticos o como medio de lograr momentos placenteros para escapar de la realidad convirtiéndosele en indetenibles adicciones que le inutilizan la vida productiva.
O también para otros menos santos. Como el aroma del borrachero con el que crea alucinaciones en sus ritos religiosos o con propósitos medicinales.  Y para perder la conciencia y la capacidad de voluntad a quien quiere hacer victima de sus malas intenciones o hasta la muerte)   

FAUNA, RÍOS Y MEDICINAS

Enjambres de abejas al par que colibríes de plumaje verde esmeralda y oro, se ven en compañía de millares de mariposas cuyas brillantes alas se combinan con los pétalos de las flores. Ardillas y bandadas de monos saltan de un árbol a otro y cogen los dulces frutos que éstos les ofrecen en abundancia.

Existe la abeja  que es un poco más grande que la abeja de Castilla y también más brava que ella. Esta abeja es la que produce la llamada brea chocoana. La hormiga llamada Conga que es negra, andan siempre sola y mide una pulgada de largo. Es muy brava. Me aseguraron que cuando pica produce una fiebre que dura tres días.

Ríos de aguas cristalinas riegan estas tierras con remanso tan trasparentes que dejan ver perfectamente las arenas de sus fondos donde se ven pasar y pasar, como sombras de plata, grandes Sábalos que, sin temor a nadie porque nadie los perturba en aquellas soledades, juguetean con el líquido elemento.

En aquellas celdas hay plantas de alto valor medicinal. Y los indios que son los únicos que habitan y recorrer aquellas selvas son los mejores conocedores en botánica. Hechos por tradición, necesidad y experiencia, saben cuáles son las plantas que poseen propiedades curativas y cuales efectos nocivos. Son expertos en aprovechar y aplicar sus cualidades. A los indios no les dan caries en los dientes porque ellos mascan el bejuco Curadiente. Y esto los preserva que se les dañe la dentadura. Al indio no se le encanece el cabello con la vejez ni tampoco lo ataca la calvicie, por qué él sabe usar las plantas que previenen y atacan las enfermedades. En mi vida sacerdotal he tenido que tratar a muchos de los indios y nunca he visto ni oído que los indios sean atacados por el cáncer. Los indios no tienen más medios ni botica que sus plantas medicinales. Sin embargo son los que alcanzan más larga vida y resisten y se conservan mejor y más sanos.

El guia Belisario Torres conocía las plantas medicinales y me las mostraba. Me decía cómo se llamaban y para qué servían. La Pata de Lancha cuyas hojas suministradas en bebidas son un remedio infalible contra el paludismo. Está también el arbusto llamado Trompeta cuyo jugo extraído de sus semillas es eficaz contra el eccema. El bejuco un llamado Guaco que se emplean contra el efecto de las mordeduras de las serpientes. El bejuco Yagé que los indios usan para provocar alucinaciones en el individuo que lo toma.

Me mostró un árbol cuyo nombre no recuerdo y me aseguró que si uno toma una hoja y la restregar entre las manos y las acerca a la nariz, de inmediato, le provoca una abundante hemorragia nasal. También otro que al restregar sus hojas le detiene la hemorragia provocada por el primero.
También el Floripondio al que también llamamos Borrachero a causa del excesivo perfume que emana de sus flores. Hay tres clases de Borracheros en aquellas selvas. Unos producen flores blancas, amarillas o Rojas. El de flores blancas es muy similar a la Azucena y sólo les dura un día. El de flores amarillas es igual en tamaño a las blancas y las Rojas un poco más pequeñas. Las flores blancas produce una semilla negra que cercadas y molidas se usan para hacer el llamado Cacao Sabanero con el que los apaches adormecen a sus víctimas para robarles. No conozco las propiedades del Borrachero amarillo. Del Borrachero rojo los indios hace una bebida que llaman Tonga que se suministrará a un individuo para ponerlo energúmeno y tener alucinaciones.

EL ÁRBOL MANZANILLO

Cuando uno lo toca le produce un fuerte escozor y se les llena el cuerpo de unos granitos rojos produciendo fiebres durante tres días y tan hinchado que uno parece un sapo toreado. El árbol llamado Curbaril crece bastante y produce una resina llamada anime que cuando está seca y se echa al fuego produce abundante humo blanco y perfuma el ambiente con un aroma embriagador que huele mejor que el incienso y tan suave como la mirra. Es un bálsamo aunque de perfume diferente. Adoradilla, que no debe confundirse con el helechos del mismo nombre. Ese es un musgo de hilos como de 20 cm de largo. Es del color de la seda verde, es muy oloroso y tan suave como la seda. Los indios supersticiosos la usan en sus filtros amorosos.