El fantasma fuera de control.
25. La llamada.
Una mañana nos llamó el oficial de operaciones de turno del Centro de Operaciones aéreas del comando de la FAC, COFA, en Bogotá. Su intención era informarnos que uno de los aviones Fantasma volaría a la pista de Puerto Leguízamo, sobre el río Putumayo, para disponerse a efectuar operaciones contrainsurgentes y antinarcóticos en conjunto con la Base Naval y el Batallón del Ejército ubicado en la Tagua. Todo por orden y dirección del COFA. Pista que está a unos 140 kilómetros al sur de la Base de Tres Esquinas.
Una mañana nos llamó el oficial de operaciones de turno del Centro de Operaciones aéreas del comando de la FAC, COFA, en Bogotá. Su intención era informarnos que uno de los aviones Fantasma volaría a la pista de Puerto Leguízamo, sobre el río Putumayo, para disponerse a efectuar operaciones contrainsurgentes y antinarcóticos en conjunto con la Base Naval y el Batallón del Ejército ubicado en la Tagua. Todo por orden y dirección del COFA. Pista que está a unos 140 kilómetros al sur de la Base de Tres Esquinas.
Para
ello nos informaba una serie de detalles, especialmente sobre nuestros deberes
con el uso de esa aeronave. Por su forma de expresarse y la asignación verbal
de responsabilidades nos entró la duda de quién era el comandante directo, el
responsable del empleo de la aeronave. No era claro si nos estaban transfiriendo el mando operacional de la aeronave.
La línea de mando.
Por ello preguntamos si era esa era la intención. Y que de ser así no solo debimos ser informados con más antelación sobre los objetivos y tareas que el avión debía cumplir y sobre las obligaciones que adquiríamos. Y que, aunque fuese de última hora, nos diese toda la información disponible para nosotros poder planificar con detalle. Para no solo lograr los mayores resultados sino saber hasta dónde podíamos asumir los riesgos que ello implicaba. La solicitud no fue de buen agrado del oficial encargado en Bogotá, en ese momento, de las operaciones a nivel central.
Por ello preguntamos si era esa era la intención. Y que de ser así no solo debimos ser informados con más antelación sobre los objetivos y tareas que el avión debía cumplir y sobre las obligaciones que adquiríamos. Y que, aunque fuese de última hora, nos diese toda la información disponible para nosotros poder planificar con detalle. Para no solo lograr los mayores resultados sino saber hasta dónde podíamos asumir los riesgos que ello implicaba. La solicitud no fue de buen agrado del oficial encargado en Bogotá, en ese momento, de las operaciones a nivel central.
Si eso
era una delegación del comando sobre el avión, necesitábamos que se nos lo
dijera explícitamente, para que quedase en el registro de voz del sistema. El
oficial nos afirmó que no estaba ni pretendía, delegarnos el mando y que solo
nos estaba informando para que prestásemos nuestra colaboración y supiésemos, simplemente, que esa aeronave estaría sobrevolando la periferia de nuestra jurisdicción
aérea.
Entonces
le respondimos que así lo haríamos y queda claro para nosotros que el mando
seguía siendo y centralizado en el COFA y por eso no éramos delegatarios de
dicha operación. Asunto fundamental que sea definido en lo operacional.
Las previsiones operativas.
El oficial se inquietó y preguntó el motivo de porqué pedíamos que fuésemos tan específico en ese aspecto. Parece que no era un oficial bien entrando en el manejo de operaciones aéreas. Entonces le explicamos que nosotros le recomendábamos no efectuar la operación de esa manera. Considerábamos que esa pista no estaba apropiada para que la operara el Fantasma. Que en caso de que él nos delegara el mando, le ordenaríamos operar desde nuestra Base Aérea de Tres Esquinas.
El oficial se inquietó y preguntó el motivo de porqué pedíamos que fuésemos tan específico en ese aspecto. Parece que no era un oficial bien entrando en el manejo de operaciones aéreas. Entonces le explicamos que nosotros le recomendábamos no efectuar la operación de esa manera. Considerábamos que esa pista no estaba apropiada para que la operara el Fantasma. Que en caso de que él nos delegara el mando, le ordenaríamos operar desde nuestra Base Aérea de Tres Esquinas.
Pensó
que estábamos menospreciando sus capacidades de cálculos operacionales y nos
explicó que habían tenido en cuenta la longitud, el ancho y el tipo de
superficie de la pista y demás detalles. Que sus previsiones eran apropiadas
pues las habían estudiado con la tripulación, basados en la información
aeronáutica disponible. Que por eso ya habían ordenado la operación y que no
cambiaría de decisión.
De
todas formas insistimos contra argumentando. Nuestros motivos eran su corta
longitud y ancho. Y aunque los ingenieros militares la habían construido hacía
pocos años ya mostraba superficie dispareja por falta de un buen afirmado. Que
el avión debía operar con considerable peso por la cantidad de combustible que
debería llevar más el peso del armamento.
Pero lo más importante. Aunque era pavimentada la cubría una delgada capa de musgo que había proliferado sobre ella por el clima húmedo, lluvioso y cálido de la región, que la hacía resbalosa. El bajo coeficiente de fricción era lo suficientemente bajo como para no arriesgar la aeronave operándola. Sobre ese aspecto teníamos nuestra cotidiana experiencia con nuestra pista lisa y fangosa, cuando llovía .
Pero lo más importante. Aunque era pavimentada la cubría una delgada capa de musgo que había proliferado sobre ella por el clima húmedo, lluvioso y cálido de la región, que la hacía resbalosa. El bajo coeficiente de fricción era lo suficientemente bajo como para no arriesgar la aeronave operándola. Sobre ese aspecto teníamos nuestra cotidiana experiencia con nuestra pista lisa y fangosa, cuando llovía .
Nos
dijo que, de todas formas, ellos ya habían decidido operar. Ante tal
determinación no insistimos. Aunque sabíamos que debíamos estar atentos para
ayudar en la operación en cuanto nos fuese posible. Que era lo que el oficial
buscaba.
El percance.
En las horas de la tarde nos informaron que el Fantasma se había salido de la pista en Leguízamo y que pedían ayuda para rescatarlo lo más rápido y en la mejor forma posible. Preguntaban si podíamos enviar personal y equipo para ello. Sugerían que podíamos utilizar nuestro C 47. Pero no solo no sabíamos y ellos no nos informaban en qué posición había quedado el avión, para saber si estaba bloqueando la pista. Ni cuánto espacio lateral se disponía y si era suficiente para que nuestro C 47 pudiera franquearlo con seguridad. También los riesgoso porque podía sufrir el mismo inconveniente. Y que además nuestro avión menor, el Beaver, estaba en los talleres de Bogotá en mantenimiento técnico. Así que no teníamos facilidad de un rescate rápido.
En las horas de la tarde nos informaron que el Fantasma se había salido de la pista en Leguízamo y que pedían ayuda para rescatarlo lo más rápido y en la mejor forma posible. Preguntaban si podíamos enviar personal y equipo para ello. Sugerían que podíamos utilizar nuestro C 47. Pero no solo no sabíamos y ellos no nos informaban en qué posición había quedado el avión, para saber si estaba bloqueando la pista. Ni cuánto espacio lateral se disponía y si era suficiente para que nuestro C 47 pudiera franquearlo con seguridad. También los riesgoso porque podía sufrir el mismo inconveniente. Y que además nuestro avión menor, el Beaver, estaba en los talleres de Bogotá en mantenimiento técnico. Así que no teníamos facilidad de un rescate rápido.
La
anterior pista que había sido construida con su superficie cubierta con una
malla metálica corrugada cuando la guerra con el Perú y que está más próxima al
pueblo, ya había sido olvidada y no estaba operable.
La
única alternativa era enviar el rescate por el río Caquetá para desembarcar en
La Tagua y pasar los 25 kilómetros del istmo entre el río Caquetá y el Putumayo,
donde queda la pista. Algo que se demoraría, porque el asunto era complejo y por
ello le sugerimos enviar un avión liviano con personal y que la tripulación,
que afortunadamente no sufrió ninguna lesión, buscara la máxima ayuda en la
cercana Base Naval de Puerto Leguízamo, sobre el Putumayo.
Avión
fuera de lugar en Tres Esquinas
La
situación era bastante angustiante para el oficial de operaciones que no había
admitido nuestras recomendaciones y la necesidad de efectuar, ya no una
operación de combate, sino de rescate. Por ello le ofrecimos la máxima
colaboración quedándonos a la expectativa de lo que decidiera. O en que podíamos
hacer o necesitaran o les pudiésemos aportar.
Del
asunto no volvimos a tener noticias. Luego supimos que habían logrado sacar el
avión de la cuneta y vuelto a poner sobre la pista. No sufrió daños
considerables y en un corto tiempo lo sacaron volando de regreso a los talleres
para inspección mayor. Por supuesto que no pudo participar en las planeadas operaciones
y no supimos si, debido a lo sucedido, las habían cancelado.
Se repite.
Eso aconteció en 1998. En los primeros meses del 2016 nos enteramos que otro avión Fantasma, posiblemente el mismo avión, había efectuado operación similar pero con destino Tres Esquinas. Y también se había salido de la pista (veer la foto). Este tipo de riesgos eran comunes a nosotros y habíamos aprendido a manejar localmente a base de experiencia. Pero no eran suficientemente conocidos por tripulaciones que no acostumbraban visitar esos lugares. Pistas con las consabidas deficiencias en infraestructura aeroportuaria. Por ello la importancia de dejarse asesorar.
Eso aconteció en 1998. En los primeros meses del 2016 nos enteramos que otro avión Fantasma, posiblemente el mismo avión, había efectuado operación similar pero con destino Tres Esquinas. Y también se había salido de la pista (veer la foto). Este tipo de riesgos eran comunes a nosotros y habíamos aprendido a manejar localmente a base de experiencia. Pero no eran suficientemente conocidos por tripulaciones que no acostumbraban visitar esos lugares. Pistas con las consabidas deficiencias en infraestructura aeroportuaria. Por ello la importancia de dejarse asesorar.
Nuestro
entorno operacional en Tres Esquinas, en los años 1995/96 era difícil y
riesgoso. Afortunadamente nada peligroso en la operación aérea nos aconteció.
Además de que es importante aceptar las recomendaciones de quienes tienen algún
conocimiento del área donde se opera. Y que todavía no se planifica usando los
antecedentes históricos y las experiencias adquiridas. Es una lástima que
sigamos ignorando tanto la información disponible como el aprendizaje ajeno.
Cultivos
de coca entre la selva
En la ofensiva.
Destrucción de laboratorios.
Con la FUTACAL lanzamos una operación de ataque ofensivo en profundidad a una de las más grandes instalaciones de procesamiento de coca al oriente de la Base Aérea. Destruimos varios de los laboratorios, aproximadamente unos seis, en el sector del caserío de Remolinos del Caguán. El principal centro de producción de coca en la región. Después, con otra operación antinarcóticos. En unión con la policía nacional. Supimos que ese complejo era más grande que el famoso Tranquilandia destruido años antes. Pero no se conocía porque habían perfeccionado y sofisticado el mimetismo y por ello más discreto. Como lo descubierto resultó ser mayor de lo que la información de inteligencia nos había indicado, se hizo evidente la necesidad de terminar la operación con un bombardeo.
Con la FUTACAL lanzamos una operación de ataque ofensivo en profundidad a una de las más grandes instalaciones de procesamiento de coca al oriente de la Base Aérea. Destruimos varios de los laboratorios, aproximadamente unos seis, en el sector del caserío de Remolinos del Caguán. El principal centro de producción de coca en la región. Después, con otra operación antinarcóticos. En unión con la policía nacional. Supimos que ese complejo era más grande que el famoso Tranquilandia destruido años antes. Pero no se conocía porque habían perfeccionado y sofisticado el mimetismo y por ello más discreto. Como lo descubierto resultó ser mayor de lo que la información de inteligencia nos había indicado, se hizo evidente la necesidad de terminar la operación con un bombardeo.
Blanco de oportunidad.
Se ameritaba porque el enemigo que cuidaba el complejo se replegó y atrincheró en sus alrededores ante la sorpresa. Eran numerosas las enramadas, el blanco estaba identificado y la columna de humo, de los incendios, era perfectamente visible en medio de la selva.
Era un marcador y señalizador perfecto para orientar la dirección del disparo. El clima totalmente despejado y el viento en calma, eran favorables. Magnífica oportunidad para crear un fuerte impacto sicológico para desmoralizar la intención de lucha del enemigo. Así no se hiciesen bajas físicas.
Se ameritaba porque el enemigo que cuidaba el complejo se replegó y atrincheró en sus alrededores ante la sorpresa. Eran numerosas las enramadas, el blanco estaba identificado y la columna de humo, de los incendios, era perfectamente visible en medio de la selva.
Era un marcador y señalizador perfecto para orientar la dirección del disparo. El clima totalmente despejado y el viento en calma, eran favorables. Magnífica oportunidad para crear un fuerte impacto sicológico para desmoralizar la intención de lucha del enemigo. Así no se hiciesen bajas físicas.
La
valoración poscombate, por medio de los reconocimientos hechos por el
helicóptero que prestó el apoyo de fuego aéreo a las tropas de tierra, indicaba
que con un bombardeo era bastante probable que se dieran bajas. El enemigo
estaba muy próximo al lugar. Resultó ser un valioso y rentable blanco de
oportunidad aprovechable.
Las refinadas cátedras de guerra.
Solicitamos
la operación de bombardeo al Centro de Operaciones FAC, COFA, quien la negó
aduciendo argumentos seudocientíficos y técnicos. Los que tanto gustaban al
oficial superior que en ese momento lo dirigía.
Mas, no por lo razonables sino para evitar el tener que tomar tal decisión personalmente. Responsabilidad a la cual temía. O, como mínimo para evadir el incómodo trámite a instancias superiores. Porque el EMC le había recomendado al Comandante General de las Fuerzas Militares, CGFFMM y este había ordenado que las operaciones de bombardeo aéreo en un frente combate solo las podía autorizar él.
Mas, no por lo razonables sino para evitar el tener que tomar tal decisión personalmente. Responsabilidad a la cual temía. O, como mínimo para evadir el incómodo trámite a instancias superiores. Porque el EMC le había recomendado al Comandante General de las Fuerzas Militares, CGFFMM y este había ordenado que las operaciones de bombardeo aéreo en un frente combate solo las podía autorizar él.
Decisión que se tomó apresuradamente por los inconvenientes jurídicos y en especial, por los comentarios periodísticos mal intencionados. Los suscitados, hacía poco tiempo, por un bombardeo ejecutado por un helicóptero en los Llanos Orientales.
Eso contradecía la necesidad de un comandante a reunir la mayor fuerza posible. Lo que significa no estar solo sino buscar la ayuda de otros. Por eso siempre se tiende a combatir en compañía haciendo muy extraño que la solicitud fuese rechazada. La propuesta no causó ninguna impresión favorable de tal manera que cualquier idea en ese sentido no se aplicaría y menos propagaría para ser usada en la fuerza otras situaciones similares.
Es probable que una sugerencia de esa magnitud debe haber parecido excesivamente teórica y muy difícil de llevar a la práctica. Una manera de pensar que se consideraba sin mérito para ser tenida en cuenta y por lo tanto ni siquiera merecedora de ser expresada. Había quedado demostrado lo difícil que es para un militar, adoctrinado en procedimientos de guerra regular, el hacer un cambio mental hacia otros métodos de combate, como los requeridos por la guerra irregular.
Porque tiene un esquema formado sobre la forma de ejecutar sólo una clase de procedimientos. Y por ello limitado a hacer un esfuerzo tesonero de iniciativa para pensar en cualquier otra forma que le permitieran ganar un combate. Y es más cómodo afianzarse solo en las condiciones teóricas que se le indujeron en el pasado. Posteriores hechos dados por la desastrosa toma de la Base Militar de las Delicias mostraron que habíamos tenido razón solicitando un bombardeo, como mínimo disuasor, en ese momento.
Los altos cargos de las Fuerzas Armadas, como los que se suponía eran los Centros de Operaciones para la toma de decisiones en tiempo real, y los habíamos visto cuando estuvimos en el EMC, no concebían la importancia oportuna del empleo de medios de guerra regular, en momento oportuno, contra blancos en nuestro conflicto de baja intensidad.
Era desconocido aquel criterio que establece la importancia de la retroalimentación que proviene desde los escalones subordinados hasta el más alto rango y la importancia que esto tiene para el comportamiento de la tropa, que se encuentra en el frente guerra. Relacionan las más altas las exigencias que se les hacen, exponiendo su vida, con la confianza mutua que debe existir de parte de quienes los dirigen para sumir las consecuencias de sus decisiones. Y por lo tanto cuanto mayor será el rendimiento de combate.
La simple autoridad militar por sí sola no es suficiente. Pues a los soldados se les está pidiendo que expongan mucho y esa demanda es necesario compensarla con otro criterio que es fundamental: el dominio de sus convicciones y de su espíritu por parte de un buen liderazgo.
El hecho de que se tuviesen aplicar tantos protocolos limitaba enormemente la capacidad bélica contra el enemigo. Porque, al mismo tiempo que le ponía no solo el deber de producir resultados sino también todas las responsabilidades de mando, se le exponían a que, después, se le acusara de exceso de fuerza o inapropiado uso de ella. Habiendo sido limitado para adoptar iniciativas valiosas que exigían actuación inmediata para aprovechar momentos favorables de ocasión.
La ambigüedad del mando.
Como
nunca recibimos una orden explícita de que podríamos adelantar operaciones
ofensivas y de ataque, sin previo aviso, sólo podíamos proceder con mucho
cuidado y paso a paso según las medidas tomara el enemigo y eso nos sacaba de
la posibilidad de tomar la iniciativa. Porque no sabíamos cómo era que se
deseaba que se desarrollará la confrontación y cómo debía ser conducida, de
acuerdo a los imperativos de índole político. Que desconocíamos porque no se
nos proporcionaron aunque si pedíamos.
Lo que suponíamos era que ni siquiera en el alto mando se conocían los criterios hacia dónde se dirigía el conflicto y por lo tanto nuestras operaciones.
Lo que suponíamos era que ni siquiera en el alto mando se conocían los criterios hacia dónde se dirigía el conflicto y por lo tanto nuestras operaciones.
No hay nada más peligroso que una guerra conducida estratégicamente sin los altos e indispensables criterios políticos. Porque en lo político y en el nivel estratégico lo militar puede y debe recomendar pero no decidir. Sin embargo, en el nivel táctico lo político tiene que supeditarse a lo militar. Porque, en ese campo, se invierte la prioridad en cuanto respecta a la conducción del combate.
De esa forma las tropas no tienen doble comandante que siempre termina en una fatal confusión para lo que ellas deben hacer. Desconocimiento analítico que los dirigentes políticos normalmente tienen, pero tampoco los militares se lo evidencian.
Y ante la ambigüedad y la falta de claridad sobreentendíamos que teníamos libertad incluso para actuar aún en lo estratégico porque no teníamos dirección. Y que, en caso de darse esa dirección, teníamos claro que solo llegaría hasta el ataque y en el ataque mismo. Porque es cuestión, exclusiva, del comandante local conducir su iniciativa, tenacidad y dureza por sí mismo. Y que por ello no sólo no actuaría para buscar simplemente honores, sino que tampoco se le endilgarían culpas en caso de no lograr resultados e incluso de sufrir fracasos. Puesto que esto último era lo que se había acostumbrado dentro de la cultura institucional.
Aunque es fundamental que quienes comandan las tropas deben estar libres de presiones psicológicas y aprensiones que le limiten su actuación. Puesto que algunos se cohíben casi hasta el límite de correr graves peligros bajo el temor de ser enjuiciados, por exceso en la acción o por omisión. Y en ello lo mejor es el dejar de hacer o hacer exclusivamente lo que le diga. Aun viendo que puede hacer más. De esa forma evita deméritos así no haga méritos. Y es lo primero lo que cuenta para seguir ascendiendo en el escalafón.
Destrucción
de laboratorios
La opinión periodística.
El
campo militar se ve considerablemente cohibido para operar, según lo exige la
confrontación, y convierten en comentarios, opiniones en sucesos reales
sobrepasando la diferencia entre los dos. Para ello aducen descalificaciones
fundamentadas en supuestos sentimientos humanísticos totalmente subjetivos.
Opiniones periodísticas particulares que las cuentan haciéndolas parecer como
representativas del pensamiento colectivo y la opinión general del pueblo, sin
serlo. O del medio que las difunde, quien si puede tomar posición de opinión.
Cuando una cosa es el medio de comunicación y otra el hecho escueto de la
noticia.
De tal manera y como mínimo, atenúan lo que para ellos es una bárbara crueldad aduciendo uso excesivo de la fuerza. Valoraciones que se hacen sin suficientes conocimientos del infierno que es un combate. Personas que creen que un combate se debe regir teniendo en cuenta consideraciones celestiales.
Cuando son todo lo contrario. La realidad de lo que en ellos acontece son atrocidades infernales. Y aunque no se puede hacer ni lo uno ni lo otro, tampoco son las noticias quienes deben establece subjetivamente el punto de equilibrio, prudencia o racionalidad, porque no son los jueces de la guerra. Ni los calificadores de lo que es el uso racional y proporcional de la fuerza.
La conjunción.
De esa forma, se juntaron las limitaciones de unos militares demasiado academistas, con las opiniones periodísticas para negar lo solicitado. Lo que, regularmente termina en ser un poderosos desestimulantes en la moral de combate y del esfuerzo y la entrega de las tropas.
Ellas están en la primera línea de fuego luchando con ardor. Al mismo tiempo ven como las fuerzas de retaguardia, conformada por los altos mandos lejanos, quienes los habían mandado a combatir, no apoyaban con igual entusiasmo esa lucha. Los que desconocían la realidad nacional y creían que estábamos: “Sin Novedad en el Frente”. Como la novela de Erich Maria Remarque.
De esa forma, se juntaron las limitaciones de unos militares demasiado academistas, con las opiniones periodísticas para negar lo solicitado. Lo que, regularmente termina en ser un poderosos desestimulantes en la moral de combate y del esfuerzo y la entrega de las tropas.
Ellas están en la primera línea de fuego luchando con ardor. Al mismo tiempo ven como las fuerzas de retaguardia, conformada por los altos mandos lejanos, quienes los habían mandado a combatir, no apoyaban con igual entusiasmo esa lucha. Los que desconocían la realidad nacional y creían que estábamos: “Sin Novedad en el Frente”. Como la novela de Erich Maria Remarque.
La frustración.
Una las principales características de poderío de una Fuerza Aérea habían quedado truncada con esa restricción. La de la disponibilidad y decisión de una persona, que su deber es el de responder por un ocupado cargo de interés nacional, como lo es el Comandante General.
Claro que, actualmente, ya no es ni siquiera el Comandante General quien toma la decisión. Subió a la altísima categoría de las decisiones presidenciales. En lugar de mejorar retrocedimos. Pronto el Sargento artillero tendrá que consultar antes, en la casa de Nariño, el azimut del disparo de su pieza de artillería hacia un determinado blanco.
Una las principales características de poderío de una Fuerza Aérea habían quedado truncada con esa restricción. La de la disponibilidad y decisión de una persona, que su deber es el de responder por un ocupado cargo de interés nacional, como lo es el Comandante General.
Claro que, actualmente, ya no es ni siquiera el Comandante General quien toma la decisión. Subió a la altísima categoría de las decisiones presidenciales. En lugar de mejorar retrocedimos. Pronto el Sargento artillero tendrá que consultar antes, en la casa de Nariño, el azimut del disparo de su pieza de artillería hacia un determinado blanco.
El
Oficial de Operaciones Aéreas de turno, en el Centro de Operaciones Aéreas,
donde se deben tomar decisiones y dar órdenes inmediatas, pensaba que si hacia
esa gestión, incomodaría con una solicitud sobre algo intrascendente para él,
así fuese de vital importancia para nosotros. Y nosotros éramos unos
subalternos de menor interés en esas esferas.
Nuestra
inoportuna petición de bombardeo lo exponía a un rechazo contraproducente a
sus aspiraciones de escalamiento profesional. El mismo oficial que era famoso
porque con sus análisis teóricos y sus amplios conocimientos académicos evadía
las acciones prácticas, reales y funcionales.
Claro que también sabíamos de sus prevenciones para no tener que ejecutar los complejos procedimientos para lograr la autorización de otras instancias de mayor autoridad. Entonces el bombardeo no se ejecutó. perdimos la oportunidad de disuasión. Tiempo después vimos como la falta de esa determinación dio pie y confianza al enemigo para adelantar un cruento ataque a una de nuestras tropas aliadas en la Base Militar de Las Delicias.
Claro que también sabíamos de sus prevenciones para no tener que ejecutar los complejos procedimientos para lograr la autorización de otras instancias de mayor autoridad. Entonces el bombardeo no se ejecutó. perdimos la oportunidad de disuasión. Tiempo después vimos como la falta de esa determinación dio pie y confianza al enemigo para adelantar un cruento ataque a una de nuestras tropas aliadas en la Base Militar de Las Delicias.
Dimos oportunidad.
Pues el enemigo aprovechó esa debilidad y meses después atacó la Base Militar, con las nefastas consecuencias que conocemos. Estamos convencidos que si hubiésemos ejecutado el bombardeo en Remolinos del Caguán, habríamos evitado el ataque. No replegamos la Base de Las Delicias, cuando era evidente que se debía hacer. Ni pudimos efectuar al operación sobre el río Mecaya. Ni hicimos el solicitado bombardeo aéreo. Ni contuvimos el asalto posterior, que preveíamos, con el refuerzo de tropa. Aunque el salto le demostró al enemigo la determinación y el valor para el combate de nuestros soldados. Para poderlos vencer debió reunir una correlación de fuerzas de 4 a 1. Y sin embargo le costó bastantes pérdidas y hasta casi que debió desistir.
Pues el enemigo aprovechó esa debilidad y meses después atacó la Base Militar, con las nefastas consecuencias que conocemos. Estamos convencidos que si hubiésemos ejecutado el bombardeo en Remolinos del Caguán, habríamos evitado el ataque. No replegamos la Base de Las Delicias, cuando era evidente que se debía hacer. Ni pudimos efectuar al operación sobre el río Mecaya. Ni hicimos el solicitado bombardeo aéreo. Ni contuvimos el asalto posterior, que preveíamos, con el refuerzo de tropa. Aunque el salto le demostró al enemigo la determinación y el valor para el combate de nuestros soldados. Para poderlos vencer debió reunir una correlación de fuerzas de 4 a 1. Y sin embargo le costó bastantes pérdidas y hasta casi que debió desistir.
Estas
situaciones no se pueden valorar con la absoluta certeza matemática que
acontecerán como se planea o se prevee. Porque sería predecir el futuro en
forma adivinatoria. Pero las valoraciones de contexto, fundamentadas en muchos
sucesos y lecciones históricas y, en especial, el comportamiento humano dentro
de la sicología de la guerra, son suficientemente válidas como recurso para la
mejor toma de decisiones. Ofrecimos un valioso blanco de oportunidad al enemigo
que él sí supo aprovechar. Lo que contaremos más adelante.
Norteamericano enojado.
Distintos objetivos.
Otros de los inconvenientes que teníamos no sólo eran de logística y de combate. También de influencias externas en nuestra forma de pensar y de hacer las cosas. Como la seguridad para el contratista de la pista, ya contado. Otro caso fue le siguiente.
En una oportunidad se presentó una comisión de militares norteamericanos que estaban patrocinando la modernización de la unidad. Querían buscar y que les recomendáramos el lugar más adecuado para la instalación del radar.
Otros de los inconvenientes que teníamos no sólo eran de logística y de combate. También de influencias externas en nuestra forma de pensar y de hacer las cosas. Como la seguridad para el contratista de la pista, ya contado. Otro caso fue le siguiente.
En una oportunidad se presentó una comisión de militares norteamericanos que estaban patrocinando la modernización de la unidad. Querían buscar y que les recomendáramos el lugar más adecuado para la instalación del radar.
Especialmente en lo atinente a la seguridad que podríamos darle a esa costosa
instalación. Por supuesto que esa ayuda de transferencia de tecnología militar. con un radar táctico, era un gran avance. No sólo para la Base sino para
la conversión al CACOM y, por supuesto, de la capacidad militar a nivel
nacional. Esa contribución les daba una justificación moral para hacernos esas
valoraciones militares. Sin embargo, en forma imprudente, a veces, ingresaban
en otros terrenos de apreciaciones políticas y sociales. Las que, aunque
aleatorias, eran más de nuestro fuero interno.
En la
visita un coronel comenzó a dar apreciaciones sobre los temas del narcotráfico
en el área y la forma como nosotros lo combatíamos. Se aproximaba sutilmente,
para evidenciar y ponderar su apoyo, a que no éramos muy decididos en ese
empeño. Como pretendiendo aclarar que no correspondíamos a su valiosa ayuda
militar.
Que el combate al narcotráfico era un asunto de vital importancia para la seguridad de su país y sobre todo un asunto de su interés nacional en cuanto a la salud pública. Cómo nos quedó en evidencia qué estaba haciendo injerencia en nuestros asuntos internos locales y hasta personales, no nacionales, decidimos contenerlo con diplomáticos procedimientos.
Que el combate al narcotráfico era un asunto de vital importancia para la seguridad de su país y sobre todo un asunto de su interés nacional en cuanto a la salud pública. Cómo nos quedó en evidencia qué estaba haciendo injerencia en nuestros asuntos internos locales y hasta personales, no nacionales, decidimos contenerlo con diplomáticos procedimientos.
Expresamos
que nuestro empeño por combatir el narcotráfico no era por proteger a su
juventud de los vicios. Que el consumo de sus jóvenes se debía a la falta de
una adecuada formación humana y educación escolar. Que lo hacíamos por asuntos
de nuestra seguridad nacional combatiendo el terrorismo en Colombia. El que era
financiado con sus compras de narcóticos. Ellos deberían proteger sus jóvenes
concentrándose, primordialmente, en la prevención. Que era lo fundamental para
combatir la adicción, mientras nosotros conteníamos la producción por el terrorismo que nos generaba su consumo. Y para cuidar
nuestros hijos del mismo mal.
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