LAS DELICIAS (XI)
LOS PRIMEROS RESCATADOS
Treinta minutos después llamamos: Torre Tres
Esquinas, Tres Esquinas; helicóptero FAC 4122… FAC 4122. Contestaron: Siga FAC
4122, Control Tres Esquinas”. Informamos la hora de llegada y el número de
heridos. Encontramos el punto de aterrizaje en la oscuridad, señalizado solo
con los precarios medios de iluminación disponible en el lugar. Mecheros, luces
de los pocos vehículos y linternas hacían de señalaros en el lugar de
aterrizaje. Adicionalmente habían puesto en operación todos los medios de
generación eléctrica disponibles para ayudarnos. Habían prendido el alumbrado
público, las dependencias y viviendas, para que en algo nos sirvieran de
orientación a la aeronave. Se pretendía crear una mancha de luz en medio de la
infinita selva.
Tres Esquinas era una base aérea enclavada en
medio de la jungla con el fin de hacer presencia nacional y desarrollo
fronterizo. Misión asignada desde el ya olvidado conflicto con el Perú y por
ello sin dotación especifica como unidad de combate y poder aéreo. Aterrizamos
y pronto, aparecieron las destellantes luces de las ambulancias mezcladas con
las voces de los médicos y las enfermeras.
Sin embargo, no era el fin de tan dramático
rescate. Faltaba trasladar a los heridos a un centro de salud con mejores
servicios. Transcurrieron 20 minutos cuando, desde lo profundo del negro cielo,
se escuchó el distintivo rumor de un avión Hércules ambulancia que se
aproximaba. No lo veíamos ni entendíamos cómo conseguiría aterrizar, más si lo
sentimos sobre nosotros trayendo una esperanza de salvación.
De repente y cuando más próximo se sentía, la
potente luz de una bengala abrió un gran hueco en lo alto de la ignota bóveda
celeste e iluminó el espacio. Instantáneamente la noche se había convertido en
día. El avión apareció suspendido en el aire, dentro de una resplandeciente burbuja
de luz, cual musculoso y alado Dios griego, que acude a cuidar de sus
guerreros.
ALADO DIOS GRIEGO
La silueta, en forma de cruz, giró majestuosa
para aterrizar contrastando con el negro fondo del cielo. Cuando tocó tierra,
dejó en claro su llegada con un potente chillido de ruedas, frenos y una nube
de humo de caucho quemado. Los motores rugiendo a máxima potencia para contener
la veloz y pesada mole salvadora. Sus hélices brillaron en cuatro grandes
círculos reflejando los últimos destellos de la bengala. Todos nos unimos a la
celebración con gritos de espontáneo júbilo. Lo había logrado y los
sobrevivientes se salvarían.
Rápidamente embarcamos a los soldados y, a la
media noche, despegó desapareciendo nuevamente en el oscuro velo. Exhaustos y
complacidos respiramos profundo por la satisfacción de una nueva misión
cumplida con aquel fatídico rescate. Nuestro mejor premio fue el saber que
estos hombres pronto llegarían a un lugar donde curarían sus heridas debidas a
su invaluable valor y entrega a la patria.
Las condiciones meteorológicas empeoraron con
nubes bajas, espesa neblina y algo de llovizna, que no permitían otro vuelo
seguro del helicóptero. De por si esa operación había sido muy peligrosa ya que
el helicóptero ni la tripulación no estaban equipados para operación nocturna.
Los que quedaron fueron rescatados al otro día cuando las condiciones fueron
favorables.
Después de estos hechos las cosas comenzaron a cambiar significativamente para las Fuerzas Armadas en su lucha contra los inhumanos y violentos. El cansancio no lo sentíamos porque nos embargaba el gratificante estimulo del deber cumplido.
Mayor Ricardo Torres. Coronel Iván González. Oficiales FAC.
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http://www.canalrcnmsn.com/node/69992