Necesidad de los soldados profesionales.
13. Alojamiento. En una
ocasión llegó a nuestro despacho el Mayor Comandante de la FUTACAL con una inquietud,
la de hacer un reconocimiento a su hombres. No era nada especial sino casi que su
deber como su Comandante inmediato y el nuestro como superior de la Base
Aérea. Consideraba que las precarias condiciones campamentarias en que estaban los
soldados deberían mejorarse.
Campamento
temporal. Internet.
Sabía
que no disponíamos de recurso para construirles un alojamiento estable y mejor
que el de sus simples carpas de campaña temporales a la orilla
del río que se había convertido en alojamiento permanente. En un lugar más sano al que tenían
entre la selva y las vegas del río, húmedo e insalubre debido a la presencia de
zancudos y malaria.
Como pretendía no ser un simple trasmisor de inconvenientes a su superior, sin antes haber hecho el mejor esfuerzo de encontrar solución con sus recursos, se acompañaba de una propuesta factible que corregiría el problema. Así fuese algo simple que no lograra todo lo que debía hacerse por los soldados. Pero estimularía a sus hombres y nos aseguraba que ellos darían más si hacíamos ese pequeño esfuerzo para mejorar su calidad de vida.
Como pretendía no ser un simple trasmisor de inconvenientes a su superior, sin antes haber hecho el mejor esfuerzo de encontrar solución con sus recursos, se acompañaba de una propuesta factible que corregiría el problema. Así fuese algo simple que no lograra todo lo que debía hacerse por los soldados. Pero estimularía a sus hombres y nos aseguraba que ellos darían más si hacíamos ese pequeño esfuerzo para mejorar su calidad de vida.
La solicitud. Consistía
en que les permitiéramos vivir dentro de las instalaciones de Base Aérea haciendo
uso apropiado de los recursos y manteniendo un comportamiento adecuado. En
especial en lo relacionado con el personal femenino. Debían acomodarse al
prudente trato social y comunitario y las formas de vida militar propia de la Fuerza
Aérea . Inicialmente se pretendía seguir usando las carpas en algún lugar disponible entre las edificaciones. Pero el Mayor pensó que hasta si fuera posible permitirles acomodarse bajo el techo de uno de los corredores exteriores de la vieja casona, que hacía de barraca, habitada por la Infantería de Aviación. El solo hecho de permanecer bajo techo les sería muy favorable.
Aérea . Inicialmente se pretendía seguir usando las carpas en algún lugar disponible entre las edificaciones. Pero el Mayor pensó que hasta si fuera posible permitirles acomodarse bajo el techo de uno de los corredores exteriores de la vieja casona, que hacía de barraca, habitada por la Infantería de Aviación. El solo hecho de permanecer bajo techo les sería muy favorable.
Tal sugerencia
nos causó cierta duda pues estaban por delante las advertencias que nos habían
hecho cuando llegamos a asumir el cargo. De mantenerlos alejados de la Base y en general de la Infantería de Aviación de soldados regulares, que no estaba
bajo el mando directo del Mayor del Ejército, comandante de la FUTACAL, sino de otro Mayor de
la FAC.
Eso podría
provocar roces entre tropas y hasta entre los mismos comandantes de los dos
destacamentos. De por sí el Mayor Comandante de la Infantería Aérea, inicialmente, nos expresó el temor que sus soldados regulares se contagiaran de
los famosos malos hábitos de la FUTACAL. Le explicamos las bondades que
podríamos lograr para beneficio de todos, sin dejar de ofrecer que, si las cosas
no resultaban, tomaríamos las medidas correctivas y podíamos deshacer el
intento.
Los
dos oficiales nos aseguraron que podían manejar adecuadamente los impases que
se presentaran usando la sinergia que produciría la unión de todos nuestros esfuerzos.
Con esa seguridad y la confianza que nos habían demostrado los dos oficiales, con sus cualidades de mando, aceptamos.
El Comandante de la Infantería de
Aviación. Para hacer honor al mérito, es necesario evidenciar que
las capacidades y los esfuerzos del Mayor de la FAC, Comandante de la
Infantería de Aviación, eran similares a los del Mayor Comandante de la
FUTACAL.
El
componente del Ejército de la FUTACAL dejó sus vegas en el río y se instaló en
los corredores externos de la barraca de tropa de aviación. Con ello, quedaban en
condiciones de vida similares a los Infantes de Marina, que vivían en el puerto
sobre el río Orteguaza y la Infantería de Aviación. Los infantes de marina tenían un alojamiento
en tierra firme. Otros en unos planchones flotantes techados. Y permanecían al
pie de sus seis artilladas lanchas de combate, dotadas de potentes motores fuera
de borda.
La visita. Después
de algún tiempo fuimos a averiguar personalmente como era la nueva situación de
los soldados de la FUTACAL bajo su nueva ubicación. Esperábamos, que por el traslado a un mejor lugar de alojamiento, que nos recibirían de buenas maneras. No
vimos las expresiones de cordialidad que acostumbra la tropa agradecida con sus
comandantes interesados por ayudarlos a corregir sus necesidades. Pero lo entendíamos.
Ellos se habían sentido, por mucho tiempo, demasiado ignorados. Aún guardaban algo de pasados resentimientos contra todo lo que fuese presencia de autoridad. Y en los últimos años las cosas no habían mejorado por lo que se merecían. Además de creerse soldados superiores por ser profesionales, voluntarios, con retribución salarial y permanentes. Todo lo contrario a los soldados regulares del servicio militar, obligatorio, temporal y sin soldada. Entre ellos también se dan las clases sociales que se generan cuando es poco el nivel académico y formativo escolar en la mentalidad humana.
Podíamos
justificarlos, en algo, con el hecho de que en la conciencia colectiva de todo
el Ejército es tradición pensar que el espíritu militar en la Fuerza Aérea es
relajado y bastante “civilista”. Como peyorativamente lo denominan para
demostrar su desacuerdo con nuestras costumbres internas de la FAC. Todo porque usamos
menos expresiones verbales groseras y las actitudes propias de su rudo espíritu militar
tradicional. Lo que para ellos, supuestamente, debe terminar en demostraciones
de aprecio del subalterno con su superior. Protocolo que es con frecuencia
fingido, porque cae en la simple exigencia del superior, mas no por sentimiento
auténtico del subalterno.
Por
eso su actitud era displicente, nos ignoraban, no usaban las obligatorias y habituales
cortesías militares. Es su forma de demostrar cierto aire de arrogancia que los
haga ver indispensables ante la autoridad. Y para demostrar a sus inevitables superiores,
no importaba el grado que tuviesen, que los preferían más bien alejados. Cercanos
para lo que necesitaban pero retirados cuando no les eran necesarios. Una
actitud rentista y utilitarista, por interés material, que desarrollan las
tropas cuando pierden el sentido de pertenencia.
Ignorancias fingidas. Lo
que observábamos con claridad pero sin inmutarnos, también fingidamente. Haciendo como
que no nos importaba su irreverencia actitudinal. La de ignorar deliberadamente
el ceremonial militar cotidiano. Normas tan arraigadas y exigidas dentro de la cultura
militar para demostrar el constante, y hasta molesto, reconocimiento de la autoridad.
Comportamientos despreciativos que las tropas suelen usar para indicar que desconocen
la subordinación debida.
Nuestro
postizo desinterés por el asunto era para hacerles creer, premeditadamente, que
tal vez no nos dábamos cuenta de lo que hacían. Y que si ellos habían logrado transmitirnos
su mensaje subliminal, no nos importaba. O ya fuese por nuestra pobreza de
espíritu, debilidad en la autoridad o hasta temor o recato en reaccionar como precisamente
ellos esperaban que sucediera. que en caso de ser exigente les daría derecho para tener otro buen motivo, provocado, para justificar su forma de actuar y demostrar más rechazo.
Idéntico
al aire de autosuficiencia, casi que de soberbia, que demuestran los dirigentes
sindicalistas que con ello buscan influenciar dudas y presiones sicológicas sobre
los directivos empresariales para lograr sus exigencias laborales. Querían que
se les viera como si fuesen una agremiación de empleados que podían demandar beneficios.
Con una pequeña diferencia, que eran un sindicato armado castigado penalmente
por la ley. Todo eso lo toleramos.
El sacro espacio vital. El visitarlos
en su lugar de permanencia y ver sus costumbres fue, para ellos, una violación al
santuario de su círculo vital. Sentían que se estaban exponiendo a ser
supervisados en su intimidad y que de ello podrían surgir reclamaciones que
deseaban evitar. Además de procurar minimizar la posibilidad de que se les pidiera
su opinión de si estaban satisfechos con las mejoras que habían recibido. Lo
que podría usarse como motivo para pedirles más resultados o agradecimientos cual
obligación moral del superior de exigir. Preguntas previstas por ellos de incómodas por tener que responder y que piensan que se hacen con intencionalidad cizañosa.
Eran precisamente las formas de pensar que buscábamos cambiar. Y vimos que aún
faltaba bastante.
Encontramos
que sus condiciones de vida habían mejorado significativamente. Si es que así
podría llamarse. Porque aun dormían en hamacas que colgaban para pasar la noche
entre los estantillos que sostenían el techo del corredor exterior de la barraca
de la Infantería de Aviación. Las retiraban en el día para disponer de espacio,
preparaban algunos alimentos en pequeñas estufas o reverberos de gasolina y no
tenían un depósito donde guardar los equipos, víveres y armamento. Nos pareció
que, de todas formas, estaban en condiciones bastante deprimentes.
Una barraca. Por
eso le comentamos al Mayor que les propusiera que ellos pusieran la mano de obra
y nosotros les podíamos facilitar el terreno y algunos materiales. Además de
las herramientas para que construyeran un alojamiento propio de madera. Les prestaríamos
las motosierras con el combustible con que podían sacar de la selva la madera requerida.
Lo aceptaron y se inició la tarea.
Habíamos previsto un alojamiento aproximado de unos 80 metros cuadrado. Pero después de dos meses habían construido casi el doble. Además de camarotes. Se les dieron colchonetas, material para el techo y un suelocemento. Ellos pusieron también las puntillas y demás materiales. Era de cancel, con buena ventilación y protegidos de las lluvias y los soles que en esa región son fuertes.
Habíamos previsto un alojamiento aproximado de unos 80 metros cuadrado. Pero después de dos meses habían construido casi el doble. Además de camarotes. Se les dieron colchonetas, material para el techo y un suelocemento. Ellos pusieron también las puntillas y demás materiales. Era de cancel, con buena ventilación y protegidos de las lluvias y los soles que en esa región son fuertes.
Barracón
de madera
El
cambio de actitud no solo había hecho su ingreso en los suboficiales, que
pintaron sus casas, sino en la misma tropa. La moral de combate fue subiendo
como la espuma. Estaban tan agradecidos como dispuestos a las operaciones.
La ladrillera.
Mejorar lo logrado. El barracón
que construyeron los soldados de la FUTACAL con madera no era suficiente. Era necesario
complementarlo con otras facilidades inmediatas. Necesitaban una batería de
baños, una cocina donde preparan alimentos con despensa y comedor, fundamentalmente. Pensamos
que debería ser de mejores materiales. Nos estábamos metiendo de maestros constructores
por pura necesidad.
Teníamos
dos máquinas de hacer bloques y adoquines de cemento. Años anteriores habían
producido mucho adoquín de concreto con el que pavimentaron un buen trayecto de
la vía principal de la Base. El inconveniente era que resultaba costoso llevar cemento
por vía aérea porque por vía fluvial se había vuelto peligroso. Los bandoleros
tenían casi bloqueado y dominaban el río.
En un
caserío intermedio entre la ciudad de Florencia y la Base Aérea habían
asesinado al gobernador del Caquetá. Tres alcaldes del municipio de Solano, el
único casco urbano aledaño a la Base Aérea, y varios concejales. Además de particulares
que se habían negado o no habían podido pagar las extorsiones.
Volver a las ideas originales. En la
región no se encuentra material duro pues no hay vetas de roca ni aluvión
pesado. El disponible está a muchos kilómetros, es costoso, demorado y es complicado
transportarlo por río. Era necesario otra alternativa. La solución era producir
ladrillos cocidos de arcilla ferrosa, la que abunda en la región. La idea surgió
porque, cuando hicimos mantenimiento al aire acondicionado en la oficina, nos dimos
cuenta que, para ello, no había sido necesario poner el tradicional chasis de ángulos
de hierro para sostenerlo. Las paredes de ladrillo cocido eran tan gruesas que
lo sostenían sin el soporte.
Recordamos que esas dependencias administrativas fueron construidas con razón de la guerra con el Perú y con especificaciones de instalación militar. Un espesor tal que hasta resistía un impacto de artillería. Como no encontraron material rocoso debieron fabricar el ladrillo y produjeron lo que llamamos “piedra artificial”. ¿Cómo lo hicieron? Teníamos que averiguarlo y repetir la historia.
Recordamos que esas dependencias administrativas fueron construidas con razón de la guerra con el Perú y con especificaciones de instalación militar. Un espesor tal que hasta resistía un impacto de artillería. Como no encontraron material rocoso debieron fabricar el ladrillo y produjeron lo que llamamos “piedra artificial”. ¿Cómo lo hicieron? Teníamos que averiguarlo y repetir la historia.
Aprendiendo. El aprendizaje sería empírico.
Para ayudarnos visitamos unas ladrilleras en el municipio de Madrid en Cundinamarca.
Resultaron de dimensiones industriales no apropiadas para nuestra necesidad. Son hornos de túnel de proceso continuo, bastante largos para producción en gran
cantidad. Se introduce un tren de planchones con carretas sobre rieles cargados
con ladrillos crudos que se desplazan lentamente y que, sin detenerse, permanece
el tiempo necesario para solidificar los ladrillos. Se alimentan con carbón mineral
molido por bocas superiores con un mecanismo dosificador en forma constante. Había
que buscar algo más artesanal.
En visita
a Leticia, la capital el Amazonas, preguntamos por una ladrillera viendo que muchos
edificios estaban construidos con ladrillo. En el batallón nos dijeron que allí existía la única ladrillera y justo era propiedad el batallón que producía para la venta.
Nos llamó la atención que un batallón estuviese produciendo ladrillo. El origen fue una solución que en tiempo atrás el Capitán Alvaro Valencia Tovar, actualmente General fallecido, había construido un horno para producir los ladrillos requeridos para construir el aeropuerto. Los ladrillos iniciales habían sido llevados desde Cartagena. Navegando por el Atlántico ingresaban por el río Amazonas hasta Leticia. La misma travesía que a comienzos de siglo hicieron las primeras tropas enviadas para contener la segunda invasión del Perú a Colombia.
Nos llamó la atención que un batallón estuviese produciendo ladrillo. El origen fue una solución que en tiempo atrás el Capitán Alvaro Valencia Tovar, actualmente General fallecido, había construido un horno para producir los ladrillos requeridos para construir el aeropuerto. Los ladrillos iniciales habían sido llevados desde Cartagena. Navegando por el Atlántico ingresaban por el río Amazonas hasta Leticia. La misma travesía que a comienzos de siglo hicieron las primeras tropas enviadas para contener la segunda invasión del Perú a Colombia.
Un largo
viaje que no justificaba tan descomunal esfuerzo para llevar un material de
construcción. Pedimos ver esa maravilla, para nosotros, porque para el batallón
era algo militarmente intrascendente. Se veía como una desviación de su misión
principal de seguridad fronteriza y soberanía, así fuese una fuente de recursos
económicos.
El horno
aún funcionaba después de muchos años. Es una instalación grande de magnífico
diseño. Era lo que buscábamos. Casi idéntico a los bosquejos imaginativos a
mano alzada que habíamos pintado en nuestras libretas diarias de notas. De allí
sacamos buenas ideas.
Visto otro horno, casi que completamente derruido en Florencia, también nos ayudó. De cada una de estas visitas teníamos alguna enseñanza. Procederíamos por la vía del ensayo error pero no dejaríamos perder la iniciativa.
Intento fallido.
Hicimos sacar arcilla para hacer un ensayo inicial para ver qué sucedía. Unos
soldados hicieron unos ladrillos manualmente, se dejaron secar al sol. Se metieron
en un hueco en suelo sobre el cual prendimos fuego. Lógicamente que después
supimos que de esa manera era imposible lograr algo. El material debía ser de
buena calidad. El que escogimos contenía
mucha arena, necesitaba maceración, un mejor moldeado, secado a la sombra para que
no se agrietara, porque eran arcilla expansiva y, con el calor de esa hoguera, no se lograba petrificar. El intento solo produjo sonrisas chistosas en nuestra
presencia y burlas en ausencia.
Pero no nos dábamos por vencidos aunque fuesen reproches personales. Pero que no admitíamos que llegasen a cualquier asomo de irrespeto o deterioro de autoridad. En lo particular podía hacerse pero nunca en lo profesional, sin que generara una acción disciplinaria.
Pero no nos dábamos por vencidos aunque fuesen reproches personales. Pero que no admitíamos que llegasen a cualquier asomo de irrespeto o deterioro de autoridad. En lo particular podía hacerse pero nunca en lo profesional, sin que generara una acción disciplinaria.
El buen curioso. El desilusionante ensayo fue
observado por un soldado de la FUTACAL que no dijo nada. Tal vez por timidez o
por evitar ser considerado imprudente por sus compañeros.
Entre los soldados se dan situaciones donde se critican entre ellos cuando se muestran colaboradores con sus superiores. Temen ser calificados de lambones y cepilleros, buscando beneficios individuales. Lo que limita sus buenas intenciones de ser proactivos y mostrar sentido de pertenencia con la institución. Creen que esa no es la forma de lograr el posicionamiento grupal ni el reconocimiento social. Piensa que lo correcto es que, colectiva y culturalmente deben ser opuestos, limitadores y reacios a colaborar con todo lo que sea autoridad. Pensamiento que se debía cambiar.
Entre los soldados se dan situaciones donde se critican entre ellos cuando se muestran colaboradores con sus superiores. Temen ser calificados de lambones y cepilleros, buscando beneficios individuales. Lo que limita sus buenas intenciones de ser proactivos y mostrar sentido de pertenencia con la institución. Creen que esa no es la forma de lograr el posicionamiento grupal ni el reconocimiento social. Piensa que lo correcto es que, colectiva y culturalmente deben ser opuestos, limitadores y reacios a colaborar con todo lo que sea autoridad. Pensamiento que se debía cambiar.
Pero alguna
inquietud le quedó y como supo que no desistíamos, decidió hablar al Mayor Ingeniero
del Ejército, su Comandante de su agrupación. Le sugirió que nos comentara que de
esa manera no se harían nunca ladrillos. Que él tenía una somera experiencia pues
en el municipio de Garzón, Huila, su padre tenía una ladrillera y veía cómo los
hacía. Con sus ideas podía ayudar si estábamos dispuestos a aceptar su apoyo,
si le facilitamos la ayuda de otros 4 compañeros.
Pues de inmediato le mandamos decir que no solo era bienvenida su contribución sino que lo nombrábamos Director del Proyecto. Que contara con todo nuestro respaldo y colaboración. En el país de los ciegos el tuerto es rey. Dejamos de dirigir el trabajo y le dimos libre albedrío asegurándole que sí tampoco le resultaba no le haríamos ningún reclamo.
Pues de inmediato le mandamos decir que no solo era bienvenida su contribución sino que lo nombrábamos Director del Proyecto. Que contara con todo nuestro respaldo y colaboración. En el país de los ciegos el tuerto es rey. Dejamos de dirigir el trabajo y le dimos libre albedrío asegurándole que sí tampoco le resultaba no le haríamos ningún reclamo.
El ingeniero ladrillero. Para estimularlo lo exoneramos
de sus pesados deberes de patrullaje y combate, junto con sus ayudantes. Con ello
dábamos un mensaje indirecto a sus compañeros quienes verían que la iniciativa
se recompensaba. Sin importar que fuese considerado de “regalado” (quienes dan
más de lo debido o exigido). Término despectivo para descalificar a los
colaboradores para mantenerlos dentro del redil de los remisos al buen
desempeño. Porque con su actitud colaboradora los hace quedar mal. Y no solo que se
valoraba la creatividad en asuntos administrativos, sino que, esa misma doctrina,
se extendía a la del combate y las operaciones.
Un cambio de mentalidad fundamental en el objetivo final del CACOM. Había que sacar ventaja a la adversidad y la envidia puede ser usada para romper malos paradigmas y hacer que se pase del comportamiento obstaculizador a la actitud proactiva.
Un cambio de mentalidad fundamental en el objetivo final del CACOM. Había que sacar ventaja a la adversidad y la envidia puede ser usada para romper malos paradigmas y hacer que se pase del comportamiento obstaculizador a la actitud proactiva.
Era necesario
complementar con más información de cómo habían producido los ladrillos
en 1930.
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