AERONAUTAS Y CRONISTAS

miércoles, 9 de mayo de 2018

2. ENTRE LEONES Y RATONES


2. La duda primordial. Nuestra duda consistía en consultar con la familia al respecto puesto que debíamos tener en cuenta su predisposición y consentimiento. Sabíamos que la familia debía tolerar algunas restricciones e incomodidades que eran a todas luces inevitables. Si ellos no la admitían nosotros tampoco. Quiso el Comandante saber de qué se trataba la inquietud personal. Le respondimos que deseábamos saber la opinión de la familia. Le pareció bien y así quedamos.

Debió imaginarse que se debía a que no haríamos lo que algunos otros hacían. Se alejaban de la familia dejándola en el origen mientras ellos permanecían desmotivados en el destino. Nada bueno institucionalmente. Lo que no nos era ni pensable ni tolerable. La conjunción familiar era fundamental. Sin ellos no iríamos a ninguna parte. En caso de no recibir el consentimiento familiar sabíamos perfectamente cuál era la determinación que debíamos tomar. Que no era otra sino el retiro del servicio debiéndose la institución buscar otro candidato.

Desde cuando iniciamos la carrera militar establecimos una norma personal inviolable: "Si la profesión interfería en nuestra vida familiar, nos retirábamos de inmediato. Y si fuese al contrario, nos divorciábamos sin dudarlo". Nos era claro que estábamos en tiempo de retiro, pero aspirábamos que fuese en el siguiente grado para lograr una mejor jubilación salarial. Aunque si era necesario lo haríamos en ese momento.

Así fue. Consultamos y la familia aceptó de buena forma la destinación. Casi que esperábamos que fuese lo contrario para tener un buen pretexto de terminar nuestra carrera profesional sin pensarlo mucho. Pero no fue. Cuando a la mañana siguiente dimos la respuesta positiva, el Comandante mostró cara de satisfacción. Aunque solía ser una persona bastante inexpresiva que lo hacía parecer osco, insensible y sin emociones. En años anteriores habíamos volado con frecuencia juntos. El pedía que nos programaran de tripulantes porque le gustaba compartir con personas calladas y serias. Como también solíamos comportarnos cuando hacíamos parte del mismo equipo de vuelo.

La reacción: Nos dijo que le agradaba la decisión tomada, como él esperaba que así fuese. Que tenía puesto todo el interés en que tuviésemos muchos éxitos en esa misión. Que sabía que se lograrían por nuestro intermedio debido a nuestro talante personal. Que no nos había comunicado, en nuestra charla del día anterior, el objetivo primordial pero que ahora nos lo manifestaba.

La “Base Aérea” de Tres Esquinas, como solíamos llamarla para darle algo de preponderancia, porque realmente era un “Grupo Aéreo”, el nivel inferior en la clasificación de unidades aéreas en la FAC, estaba planeada para convertirse, algunos años después, en un “Comando Aéreo de Combate”, CACOM. La más alta categoría.

En ese momento no nos dijo el motivo. Después supimos que dicha idea y plan había surgido de la misión militar norteamericana en Colombia, a la que pertenecía el oficial USAF burlón. El mismo quien pidió entrevistarnos. Ellos eran los interesados en reforzar la capacidad del poder militar de ese lugar para convertirlo en un punto de apoyo y lanzamiento de operaciones contra el narcotráfico. Como ya lo estaban haciendo invirtiendo gran cantidad de dinero en obras. Para algo tenían que servir las imprudentes intervenciones de los extranjeros en asuntos nacionales y había que sacarle provecho a la injerencia externa en asuntos internos.

Un gran salto. La revelación fue una sorpresa para nosotros pues eso parecía imposible. Demandaba mucho esfuerzo hacer ese salto de una sola vez. Especialmente porque exigía un cambio de mentalidad en su gente. Sabíamos muy bien que las personas enviadas estaban desmotivadas porque se sentían rechazadas porque pensaban que era un desprecio.

Solo le expresamos que eso requería varios años y mucha logística. No dio explicaciones. De seguro sabía que la cosa no era fácil y que los recursos eran escasos. Posiblemente por eso se limitó a ratificar que debíamos iniciar el proceso para que eso se cumpliera de la mejor manera y lo más pronto posible. Para ello tendríamos mucha autonomía y que contáramos con su respaldo y la mejor ayuda posible.

Buenas intenciones. Aseguramos que así lo haríamos lo que, nuevamente, le complació. Después de despedirnos y al momento de nosotros cruzar la puerta, cuando ya salíamos de su despacho, dijo, repentinamente, que nos deseaba mucho suerte y que por ello nos iría muy bien.
Volteamos, saludamos militarmente y respondimos con enérgico “Si Señor” y partimos. No supimos interpretar, en ese momento, que quería decir con el: “Nos iría muy bien”. Ni en qué sentido ni magnitud. Si en lo profesional o lo personal, aunque pensamos que podría ser en ambos aspectos. Esa dualidad y simultaneidad solo fue evidente con el tiempo.

Unas excelentes intenciones. En especial provenientes de una persona que, en su costumbre habitual, era la de dar órdenes secamente, aunque con buenos modales. Y que se cumplieran sin esperar que tuviese importancia la satisfacción personal y la autoestima de quien las debían cumplir.  Sabíamos, por lo bien que lo conocíamos, que no era por antipatía con todos los subalternos, sino porque era su comportamiento regular.

Acostumbraba ser jovial y amigable pero solo con un círculo de amigos y compañeros de profesión, lo que era una característica de su personalidad. Corrillo que no nos gustaba por ser un grupo cercano de aduladores que buscaban aprovechar su autoridad para sacar ventajas particulares.  Por ello, a ese grupo de privilegiados no pertenecíamos ni deseábamos pertenecer. Pero guardándole el máximo respeto y el mejor acatamiento. No solo tenia su ganada jerarquía profesional sino también sus méritos personales.

Una oportunidad. Así fue. Vimos en la asignación una buena oportunidad y una fortaleza, en lugar de una amenaza o una debilidad. Situación que luego aprovechamos para sacar reconocimientos institucionales y profesionales, como así aconteció después. Los demás candidatos factibles para ser asignados a ese destino, respiraron con aire de tranquilidad. 

Por supuesto, siempre sostuvieron, en sus comentarios, que había recaído la elección en nosotros más por nuestros pobres méritos que nos hacían merecedores al castigo, a si no hubiese sido por deméritos. Lo que quería decir, de otra forma, que quienes lograron espantar el fantasma de ese nombramiento eran ellos, los de mayores merecimientos y valores. Y por supuesto muchos miedos.

LOS RATONES
PRIMERA PARTE.
LA LOGÍSTICA

El GASUR. El denominado oficialmente Grupo Aéreo del Sur GASUR, es la unidad militar, más frecuentemente llamada, Base Aérea de Tres Esquinas. Lo de Base por lo ya explicado y lo segundo por su ubicación en la confluencia de los ríos Caquetá y Orteguaza, que forma un triángulo hidrográfico dentro de una amplia área selvática.
Las instalaciones están sobre la ribera y a lo largo de este último río. Está rodeada de selva espesa y extensa. No tiene acceso carreteable ni conexión eléctrica con la red nacional. Solo se podía llegar por aire o agua. Las emisoras y la televisión eran deficientes. Por supuesto el Internet no existía. La telefónica era escasa. Sólo la militar de comando era confiable y permanente.
Para la mitad de la década de 1990 la situación en esa región era bastante crítica en cuanto a la seguridad. Tanto de la misma Base como la regional, además de poca posibilidad de dominio y control, territorial y social.

Su clasificación no llegaba ni siquiera a ser una real Base Aérea ni de apoyo logístico militar y menos un Comando de Combate, CACOM. Era algo minúsculo y remoto. De poca importancia militar y nacional. Solo fue tenida en cuenta durante el conflicto con el Perú. Luego, fue casi que olvidada porque la amenaza había pasado hacía mucho tiempo. Volvió a ser conocida hasta finales de 1996 cuando se dio el doloroso combate de Las Delicias.

Ahora, si se mira por medio satelital se pueden ver muchas instalaciones nuevas. Entre ellas se aprecian oscuros techos que son las antiguas construcciones. Haciendo una selección se tiene idea de lo simple que era en ese tiempo.  

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