AERONAUTAS Y CRONISTAS

miércoles, 9 de mayo de 2018

4. ENTRE LEONES Y RATONES



4. Los intereses políticos y diplomáticos. En los años 90, paradójicamente, quienes se interesaron por el GASUR después de 60 años de su creación, fueron los norteamericanos. Ellos estaban empeñados en combatir el narcotráfico. Necesitaban un punto de lanzamiento de operaciones que se encontrara en medio de la gigantesca zona cocalera del Caquetá, la que habían visualizado satelitalmente. Basados en el Plan Colombia contra los narcóticos, decidieron poner sus ojos en la vieja y olvidada Base Aérea de Tres Esquinas, perdida en medio de la jungla.

Como la Fuerza Aérea no disponía de recursos para mejorar la infraestructura, la embajada de los Estados Unidos había contratado las obras y para ello había exigido un mínimo de seguridad.

El Comandante, anterior a nosotros, había iniciado una serie de mejoras de las instalaciones con los norteamericanos. La principal era la pista de aterrizaje que permitiera la llegada de aviones pesados. En especial, durante los fuertes períodos de invierno, que con frecuencia impedían las operaciones de los vuelos, vitales para el abastecimiento de la unidad.

También para los que requería la importante Base Naval fronteriza de la Armada Nacional, en Puerto Leguízamo, sobre el río Putumayo en el límite con el Perú. Tarea de la cual se había completado solo la mitad de la pista, cuando se detuvieron los trabajos, casi coincidiendo con nuestra llegada.

Errores de planificación. El problema fue el incumplimiento de la ejecución de las obras. Detención debida a un mal estudio, por parte del contratista, sobre las fuentes geológicas de materiales de construcción. Por ese error las obras se habían paralizado.

El contratista era una firma de ingenieros de Barranquilla como las que hoy en día son famosas por los contratos incumplidos con el estado y los escándalos judiciales de sobornos a altos funcionarios oficiales corrompidos.

En esos lugares es difícil encontrar piedra dura, en beta sólida o suelta, del tamaño natural apropiado para construcciones civiles. En los ríos hay muchas playas pero son de arena delgada silícea y casi no contienen canto rodado de mediano ni grueso calibre.
Para conseguir la cantidad de esas especificaciones es necesario extraer, transportar, lavar y clasificar mucha cantidad de material bruto del fondo de los ríos. Tarea de selección que no se podía hacer en el mismo lugar de explotación por lo difícil de la seguridad para las instalaciones, la maquinaria y el personal.

Debía extraerse y llevarse a la Base y procesarla sin poder evitar el tener que movilizar mucho material para conseguir la suficiente cantidad útil. Sobraba demasiada arena delgada que se desechaba en altos montículos en un sector alejado de las obras. Mientras que era escaso y por ello costoso, los del tamaño requerido para la preparación del concreto.

Se basaron solo en una apreciación somera sin analizar realmente la composición de las fuentes de materia prima. Simplemente vieron muchas playas en los ríos sin medir su composición y la concentración. Pensaron con la misma mentalidad usada con relación a los ríos de montaña del resto de país, donde eso es casi que innecesario hacerlo. En ellos los detritos de los ríos contienen toda clase y calidad de materiales para las obras de ingeniería. Ingeniería que podríamos llamar de montaña pero nada de selva amazónica.

En casos tan específicos como estos, donde el mismo contratista tiene que producir la materia prima desde el origen, porque no existen proveedores, se requiere hacer una valoración minuciosa de todos los múltiples factores que el proceso demanda. Incluido lo que los militares llamamos, el análisis del terreno. Es decir los factores periféricos como la vegetación o cubierta del suelo, la hidrografía, el clima, la topografía, las vías de comunicación y otros. En especial la seguridad que es inevitablemente e inherente a las obras de ingeniería, así no parezca, de gran importancia en ellas. En especial en ese lugar.

Errores de cálculo operacional. La seguridad para proteger los equipos y el personal que, en la medida en que se alejan de la base de lanzamiento de las operaciones de combate para dar seguridad, también se hace costosa y riesgosa, demandando mayor despliegue de potencia de combate. La amenaza aumentaba en forma geométrica. En esa dirección estaban los núcleos insurgentes que dominaban el poblado de Solita y los demás del piedemonte cordillerano. Núcleos urbanos bastante controlados y hasta adeptos a los terroristas.
Además de los demás ríos que, aunque son numerosos, tenían presencia enemiga. Los ríos, en estas regiones, son las arterias de comunicación, desplazamiento y abastecimientos de los frentes guerrilleros.  

Otro error importante, dentro de bastantes, consistió en no evaluar los considerables cambios de nivel de los ríos y su profundidad. Factor importante porque de ello depende si las dragas deben succionan del fondo o cargar en las playas. O para evitar que no contenga demasiada materia orgánica. En el fondo predomina la graba pesada y en las playas la arena ligera.

Draga de succión. Internet.

También para la navegación de los bongos que en verano encallan en los bancos de arena, lo cual hace casi imposible el transporte fluvial en tiempo de bajo nivel. Cuando no había suficiente agua para succionar se intentó cargar con palas mecánicas llevadas en los planchones y trabajando en las playas, pero era poco lo que se podía cargar pues estos se atascaban por la poca profundidad del río. Y eso a pesar de que estos planchones son de fondos planos y poco calado. Equipos de diseño fluvial distinto al oceánico.

El equipo apropiado habría sido las dragas de cadenas de cucharas que se usaban en la explotación de oro en los ríos y regiones de aluvión en el Chocó. Las famosas dragas que abrieron los canales y formaron los carillones en Condoto e Istmina, que aún se pueden ver, aunque ya bastantes cubiertos por la selva en las cabeceras de los ríos Atrato y San Juan que están próximos. Donde creemos que si reactivara esa explotación aurífera no solo se ejecutaría la apertura del canal interoceánico a nivel sino que se autocostearía con su producción del precioso metal. Pero esa posibilidad no la evaluó el contratista.

Trataron de corregir la imprevisión acercándose lo máximo posible a la cordillera donde esperaban encontrar material pesado navegando aguas arriba por el río Caquetá. Eso ayudó bastante pero entre más se remonta el río los caudales son menores. Y ya sabemos lo que eso significa. Además de las mencionadas dificultades con la seguridad.

El equipo tales como la clasificadora, las plantas eléctricas, cargadores, volquetas, mezcladoras de concreto, palas hidráulicas, además del cemento, acero de construcción, junto con otros materiales y víveres eran llevados del centro del país hasta Florencia donde se embarcaba en el río Orteguaza en los planchones. otras veces por la vía de Solita. Se navegaba 120 Kms hacia el sur hasta Tres Esquinas. Trasporte que también demandaba escolta fluvial.  

Fueron demasiados factores que debieron ser calculados según las épocas de invierno, el lugar de explotación, la existencia de material adecuado, la distancia, la seguridad, la pluviometría, la navegación, la amenaza, la clasificación, el rendimiento, el equipo y los costos. En la sola consecución de los materiales se gastaron mucho más de  lo previsto, que después hizo falta para terminar la obra.

Similitudes. Las actividades de ingeniería, en estos casos, son bastante similares a las operaciones militares de minuciosa previsión. Donde son incontables las variables de toda índole y las logísticas son básicas. Un proyecto de ingeniería de esta clase debe verse casi como una planificación de guerra. Prima el factor organizativo sobre el económico y el material.

Por eso a los militares nos hace falta planificar como ingenieros. Pero a los ingenieros y administradores civiles como si fueran militares. En este caso estábamos los dos, pero sin armonía en el lado logístico. Ellos nos pedían seguridad en profundidad y, en ocasiones por fuera de nuestra guarnición. La que fue definida según lo que para ellos era su confiable cálculo de ingeniería. Pero así se la proporcionáramos, dentro o fuera de la guarnición, ellos no tuvieron éxito en la explotación de las canteras, el posterior transporte y el proceso del material.

Una Fuerza de Tarea Conjunta. Por razón de la seguridad de las obras, los norteamericanos pidieron y fue ordenada, la creación de una suficiente capacidad de choque, con perfil fundamental, de fuerza defensiva. Esa fue la doctrina que estableció para esa fuerza el EMC. Por lo cual se conformó la Fuerza de Tarea Conjunta Cándido Leguízamo, FUTACAL. Para ello, se envió al GASUR, inicialmente, tres Compañías de Contraguerrilla del Ejército, tres Elementos de Combate Fluvial de la Armada Nacional y una Contraguerrilla de la Infantería de Aviación. La FAC aportó un componente aéreo integrado con un helicóptero liviano artillado, un helicóptero mediano armado, y un avión mediano. Además de los ya existentes y viejos, pero muy nobles, resistentes y flexibles Beaver y C 47. Útil para casi todo lo logístico, menos en capacidad de fuego.

El movimiento. En operaciones de defensa del GASUR se incluían operaciones en profundidad y presencia, para conquista dominio y control territorial. Usábamos tácticas de despliegues furtivos y asaltos sorpresivos. Seguidos de combate y que terminaban con repliegues abiertos y rápidos para causar impacto sicosocial. El enemigo y los colonos se sorprendían sobre la forma de como podíamos infiltrar su áreas sin ser detectados. Luego, de cómo hacíamos alardes de maniobra y movimiento en las retirada sin que se nos pudiera contener.
Es decir algo totalmente diferente a lo que el recatado EMC pensaba que debía ser con sus ideas de guerra regular en conflicto internacional semiadaptados a la confrontación irregular. Contradecíamos las reglas dadas por el nivel superior pero no teníamos más alternativa. Y poníamos a prueba las ideas que no gustaban en esos escritorios de la encumbrada y lejana capital. De los resultados dependía la valoración de acierto o desacierto de nuestros argumentos para proceder a la modernización de las viejas doctrinas. 

La táctica. Las cosas en la frontera nacional eran diferentes a como las veían los teóricos centrales. Nuestro criterio, basado en la realidad, era el de la táctica ofensiva como defensa activa estratégica, en lugar de la defensiva pasiva con actitud evasiva e inactiva. 

Con ello mortificábamos y hostilizábamos la amenaza haciéndole perder su reconocimiento como autoridad dentro de la población local. Les dañábamos sus planes y la organización. Poníamos en riesgo su existencia, trastornábamos sus fuentes económicas, perturbábamos sus planes, rompíamos la línea de mando, limitábamos el fortalecimiento, hacíamos perder el control y su posicionamiento social e impedíamos sus objetivos.

Diferente concepción. La seguridad de área, territorial y periférica en profundidad, era lo que demandaba la clase de amenaza y en lo que se basaba nuestro perfil operacional. Además de una seguridad individual y cercana, de autoprotección de nuestras instalaciones.

Sin embargo, los ingenieros civiles pensaban que la seguridad debía ser puntual, estática, próxima y permanentemente a su lado. Solo estaban satisfechos si veían las lanchas de combate fluvial acoderadas a sus equipos de extracción. Ingenieros que se apoyaban en los operarios para que los respaldaran en las exigencias que nos hacían relacionadas con su seguridad. Ellos los sometían con las habituales amenazas laborales ´diciendo que los despedían por  abandono del trabajo, si no se hacia la seguridad abajo sus errados puntos de vista, siendo desconocedores del tema militar.

De hacerse como ellos pensaban, esa concentración de tropas y trabajadores convertía, a protegidos y protectores, en un rentable blanco de ataque para el enemigo. El enemigo podía impactar la logística y la fuerza de combate con un solo disparo.
Es decir estábamos entre dos criterios totalmente opuestos y extremos. El que se nos dio desde los mandos superiores y los que nos exigían los clientes. Y ambos se contraponían al nuestro, que buscaba el equilibrio racional y de área, según las circunstancias. 

Otros contradictores. El contratista también se consideraba con derecho a dar su opinión y hasta exigir. Se basaba en el hecho que estaban trabajando para los norteamericanos y que la embajada en Colombia tenía peso político en los asuntos internos.

Creían que su seguridad debía ser de tipo policivo. Como la que una empresa de seguridad privada contrata con porteros de bancos o para almacenes comerciales. Ellos pensaban que nuestra tropa de combate debería ser casi una armadura o escudo individual protector de trayectorias de disparos como si fuésemos sus chalecos antibalas.

Por el contrario, nosotros, teníamos la convicción que debíamos tener flexibilidad, oportunidad, mimetismo, sorpresa, despliegue y otros conceptos. Varios de los cuales pertenecen a las teorías generales sobre la guerra regular de Carl Von Clausewitz pero llevados a la guerra de baja intensidad, que es diferente a la tratada por el famoso teórico. Y aunque esta era una guerra irregular, muchas de sus ideas son aplicables siempre y cuando sean adaptadas correctamente.

Y no era que nuestras apreciaciones fuesen tampoco infalibles y totalmente certeras. Como acostumbran los particulares exigir cuando suelen decir, para pedir con fuerza, que se les “garantice”. 

Término habitual en la argumentación sindical. Sabiendo que en seguridad todo esquema siempre tiene sus falencias. La seguridad completa es siempre una utopía analítica e imaginaria. Algún riesgo existe y más en estos casos cuando el margen de incertidumbre no se puede reducir completamente. Solo se puede lograr un mínimo aceptable y el resto es peligro que se tiene que asumir.

Las influencias. Los trabajadores y sus ingenieros directivos locales, presionaban a los altos directivos externos de la compañía contratista para que nos exigieran en ese sentido. Bajo criterios de seguridad laboral o de compromiso contractual, con los diplomáticos que les habían asignado el proyecto.

Por intermedio de ellos podían influenciar sobre nuestro gobierno nacional y, desde luego, este sobre nuestros superiores militares y su EMC. Los que también eran permeables porque desconocían los detalles de lo que acontecía en el terreno y en la maniobra. Y seguían siendo militares incondicionales reverenciales a todo cuanto los extranjeros les exigieran. Nada había cambiado desde cuando salimos de esa leonera. De esa manera, los civiles demostraban su ignorancia sobre los asuntos militares pero con posibilidad de fuerte influencia indirecta.

Nos distraía mucho y debíamos evitar hasta dar explicaciones, con el fin de prevenir o atenuar conflictos indirectos con nuestros superiores o los diplomáticos. Tratábamos de satisfacer lo mejor posible los requerimientos. Aunque siempre bajo el temor de que si se daban satisfacción a esas exigencias particulares y el dispositivo fallaba, fácilmente estaban dispuestos a mostrarlo como error nuestro. No de su errada doctrina y personales caprichos.

Lo que vimos hacer cuando allí estuvimos y ya lo comentamos. O, también, si fuese lo contrario, que si nuestro esquema también fallase, se nos podía acusar de no actuar en ese tema bajo criterios básicos militares.  Y el contratista, fácilmente, podía aducir falencia sobre la seguridad de nuestra parte para justificar la paralización de las obras o para pedir adiciones económicas. El procedimiento habitual de todas nuestras empresas de ingeniería que licitan con el gobierno.

Confrontación. Asuntos que no contribuían a la armonía entre los dos. El miedo no les permitía entender nuestra posición y nosotros no podíamos comprender sus desconocimientos.  En este y en los demás campos mencionados. Los que, normalmente, no eran sobre la parte académica de la ingeniería civil sino de la administración y la gerencia científica.

Ellos se consideraban aptos para definir cómo debía ser la seguridad aunque nosotros no interveníamos en sus métodos de ingeniería, así viésemos que estaban cometiendo errores, como los ya mencionados y otros que se dieron. Y los que más adelante mencionaremos. Los que fueron el motivo básico de su descalabro en el cumplimiento del contrato.

Y no pudieron nunca argumentar que se había debido a insuficiente seguridad, porque, a pesar de las dificultades y discrepancias, siempre se les mantuvo libres de peligro. Les manteníamos contenida y alejada la amenaza. Pero ellos no eran capaces de visualizar nuestra prudencia con sus asuntos internos de ingeniería para correspondernos con sus exigencias sobre nuestros criterios íntimos sobre la seguridad.
Si en el campo militar hay soberbia, lo es más en el campo civil que la militar y eso destruye la armonía. El fanatismo es ciego.

La inteligencia. Las operaciones de inteligencia eran difíciles, debido al miedo y el hermetismo al que el enemigo había sometido a la población. Sospechábamos que era muy factible que estuviésemos despertando un león dormido. Pero esta fiera montaraz insurgente la preferíamos a la fiera urbana burocrática del EMC.

De todas formas no desistíamos en mantener una posición media entre ofensiva y defensiva. Buscábamos salir de la extrema pasividad del pasado que, con el tiempo, se había convertido en peligrosa inacción y debilidad. Hacíamos lo posible. Aunque restringidos por los recursos, el desconocimiento de la magnitud de la amenaza y las pocas ventajas que eran necesarias.
Teníamos que aprovechar las escasas oportunidades de éxito y los sorpresivos blancos de ocasión que fuesen rentables. Se requería un adecuado equilibrio entre fortalezas y debilidades. Entre amenazas y oportunidades.

Aunque la situación de seguridad era bastante crítica, denominábamos el lugar con el término de Base Aérea. Más para darnos cierta preponderancia institucional y automotivación sicológica, igualándonos con las verdaderas Bases Aéreas, pero con eso no hacíamos mérito a la verdad. Éramos realmente un simple Grupo Aéreo de presencia local. Por supuesto muy poco de lo que es un Comando de Combate. Aunque cuando era de exigencias, se nos decía que si debíamos serlo y como tal actuar. Realidad que los comandantes anteriores no se habían atrevido a evidenciar antes su superiores. 


El primer hangar. Internet.

No hay comentarios:

Publicar un comentario