AERONAUTAS Y CRONISTAS

miércoles, 10 de febrero de 2016

ORACIÓN FAC



Luís E. Sandoya compuso una oración para los pilotos de la Fuerza Aérea Colombia que es aplicable a todos los hombres del aire. Tanto a los militares como a los civiles. A los que vuelan a remo o a vela. A los de vuelo libre o a motor. A los que vuelan por presión o por densidad. Y a los que vuelan de cualquier forma. Incluidos los pilotos imaginarios, los reales o los irreales. 

Oración que es evocada con reverencia en la ceremonia de graduación para exaltar la entrega patriótica y la dedicación al deber.

El vuelo es la mas grande sensación de libertad y el mas dulce estado de inmensidad. Porque algo de razón se tiene el pensar que no se es totalmente cuerdo cuando un hombre se introduce en un tubo de aluminio, cargado de combustible inflamable para subir a mucha altura y a gran velocidad. Y cabalga  sobre un brioso volcán de fuego, rodeado de toneladas de poderosos explosivos que, cuando se liberan sobre el enemigo, desatan huracanes de furia para proteger a la patria.

Muchos se han inspirado en el vuelo. Como el poeta medio loco antioqueño Epifanio Mejía, quien voló con la pluma cuando compuso las letras de una de las mayores exaltaciones a la libertad, “El Himno Antioqueño”:

“¡Oh libertad que perfumas las montañas de mi tierra, deja que aspiren mis hijos tus olorosas esencias!
Nací libre como el viento de las selvas antioqueñas, como el cóndor de los Andes que de monte en monte vuela.
Pichón de águila que nace sobre el pico de una peña, siempre le gusta las cumbres donde los vientos refrescan”.

Aeronautas, disfruten la bonita inspiración de Sandoya.

ORACIÓN A LOS AVIADORES DE MI PATRIA

A vosotros, moradores únicos entre las rosas de los vientos.

A vosotros, que sobre el tiempo y el espacio movéis un acero de canciones y de hélices.

A vosotros, que con mirada juvenil y empeño heroico penetráis en el cielo de la patria para saber que es nuestro.

A vosotros, que desde las alturas miráis bajo la tierra maternal, ceñida de horizontes y surcada la faz con el silencio de los ríos.


A vosotros que, entre las nubes y el abismo, montáis guardia de águilas sobre la montaña y sobre el mar, para que sea pura y sosegada la frente de los hombres.

A vosotros, compañeros de la estrella más alta y que, sin embargo, se extingue a veces para que encendáis la candela de vuestro corazón.

A vosotros, erguidos contra lo imposible y sus quimeras.

A vosotros, amigos, entrego mi voz y mi cantar. 

Porque a vuestro lado se mira la ilusión y los rosales se empinan con amor.

Porque, con vosotros, es dulce viajar como los pájaros hacia lo eternamente azul.

Porque, con vosotros, la mañana se torna en lejanía y la tarde es más bella cuando reposa sobre el mundo.













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