POLITICA,
RELIGIÓN Y VIOLENCIA
CAPITULO I
(Esta
crónica la cuenta mi madre Ligia Urán Rivera. Es parte de lo que a ella le
contaron y parte de lo que ella misma presenció).
Inspirados en una orientación de reivindicaciones, el General Rafael Uribe Uribe, a su paso por la población de Urrao, en abril de 1904, empujó la apertura del camino hacia el río Atrato. Palpó la apremiante necesidad de esa empresa comercial y estratégica, por los recientes acontecimientos de Panamá.
Inspirados en una orientación de reivindicaciones, el General Rafael Uribe Uribe, a su paso por la población de Urrao, en abril de 1904, empujó la apertura del camino hacia el río Atrato. Palpó la apremiante necesidad de esa empresa comercial y estratégica, por los recientes acontecimientos de Panamá.
Arengó brillantemente sobre el particular, como sabía hacerlo, y en la prensa de Medellín libró una campaña de éxito completo. Inmediatamente después, se constituyó en la capital de Antioquia una Junta autónoma para el fomento de esta vía y otra por Frontino. Los trabajos no tardaron en iniciarse. A esa empresa se vincularon muchos urraeños con la suscripcion de acciones.
El eminente republicano, con la clara visión de los problemas nacionales que lo caracterizaban, contempló el asunto, no sólo por los puntos de vista anotados, sino por otros aspectos. Como la posibilidad de las sequías del Magdalena, dificultades de tránsito por esta vía y alzas de las tarifas de las compañías fluviales que dificultaran los transportes.
Condenaba como error sustancial de Antioquia su conformidad con una sola salida forzada, porque se exponía a padecer los quebrantos de quienes quisieran explotarla. Comparaba la diferencia que hay entre la servidumbre que paga tributo y la emancipada que se basta a sí misma. Argüía que el porvenir estaba hacia el occidente, en el Chocó. Ángel J. Madrid
LA
POBLACIÓN ACTUALMENTE
El aprecio por el caudillo de los habitantes del hermoso valle de Urrao creció de manera plena. Luego lamentaron con dolor su muerte trágica en la ciudad de Bogotá viendo frustradas sus futuras aspiraciones de un mejor porvenir.
En gratitud le fue erigida una efigie de cuerpo entero en posición pedestre y de tamaño natural, que le fue contratada al escultor salamineño Jesús M. Agudelo. Efigie que fue colocada en 1934 en la plaza principal y en el lugar de la preponderante ubicación que por años ocupaba la antigua y tradicional "Fuente de los Cisnes",como la llamaban.
El monumento permaneció por 15 años en ese lugar. Era altamente apreciado no solo por el recordatorio del líder político, ya que esa población era de mayoría liberal, de lo cual se enorgullecían, sino por que, como obra de arte, reflejaba con mucha claridad artística la fisonomía del personaje. Se convirtió en un valioso patrimonio cultural y público.
LA ROTACIÓN DE LAS HEGEMONÍAS PARTIDISTAS
Antes
de la década de los años 30 se estaba dando una hegemonía conservadora en el gobierno. Pero
con la llegada a la presidencia de Enrique Olaya Herrera, del partido liberal,
a comienzos de esa década, por darse una facción en el partido conservador en
esas elecciones, se inició la hegemonía liberal. La misma que siguió por varias
elecciones.
En ese tiempo se dieron desmanes de particulares liberales contra conservadores para resarcir los atropellos y, simplemente, en las injusticias por las pocas oportunidades para gobernar, cometidos contra ellos en la hegemonía conservadora anterior. Incluso por los resquemores que aún no se apagaban del tiempo de “La Guerra de los Mil Días”. Atropellos que los conservadores dieron por admitidos o no suficientemente controlados por el gobierno liberal. Esta fue llamada de “La Primera Violencia Política”. La misma que aplacó, casi en su totalidad, las políticas del presidente liberal Alfonso López Pumarejo.
Para ese tiempo yo estaba joven y siempre me había tocado que los liberales siempre ganaran las elecciones. Al menos dentro del municipio de Urrao que era de mayoría liberal. Eso molestaba a los conservadores locales que se mantenían ofendidos porque no lograban ganar.
Cuando
llegaron las elecciones a mediados de los años 40 que eligió al conservador
Ospina Pérez. Se terminó la hegemonía liberal, por el mismo motivo por el cual
habían perdido el poder los conservadores a comienzos de los 30. Es decir, la
división partidista. Hasta muchos liberales votaron por Mariano ya que este les
prometió buen trato en su gobierno para conquistarlos. Al comienzo fue bueno y
cumplía como presidente.
Luego se inició un periodo de retaliación de sus copartidarios. Las llamadas chusmas conservadoras en contubernio con los Chulavitas o policía corrupta, politizada, primaria y violenta de origen boyacense. Todo indicaba que él no la promovía ni la escondía pero tampoco contenía ni castigaba. Se afirma que, incluso, trataba de controlar y acabar esos atropellos. Mas los afectados lo acusaban de ser culpable. Se justificaban recordando los abusos de los liberales contra los conservadores durante su anterior dominio del gobierno en los años 30. Al final del periodo ya había desengañado a sus electores. Y los liberales estaban exaltados con el asesinato de su jefe Jorge Eliécer Gaitán.
Esta nueva era de violencia conservadora seria llamada “La Segunda Violencia Política”. La que fue más agresiva que la anterior liberal. Se estaba repitiendo la historia. Y los mismos motivos que suscitaron la rebelión liberal contra el gobierno conservador que ocasionaron “La Confrontación de los Mil Días” en los primeros 3 años del siglo XX.
LOS ABUSOS
La
diferencia entre los dos partidos se venía fraguando a nivel nacional, por
algunos sucesos contra los liberales desde tiempos anteriores, como ya se ha
contado, a comienzos del siglo. Luego en los inicios de los años 30 con la
hegemonía liberal, se siguió con la hegemonía conservadora, que desbancó del
poder a la hegemonía liberal a finales de los años 30. Y, en especial, a
finales de los años 40 cuando en 1948 los liberales acusaron al presidente
conservador, Mariano Ospina, de ser el responsable de la muerte de su principal
caudillo Jorge Eliécer Gaitán.
Hecho que desató una gran revuelta en la capital causando graves daños y una reacción política antigobiernista, por parte de los liberales, en todo el país. La que fue respondida con otra contrareacción violenta de parte del gobierno. Se inició “La Segunda Violencia Política”, que en la región del suroeste antioqueño se dio en llamar la época de “La Vida Mala”
Al final del mandato de Mariano se estaba haciendo la campaña para las elecciones que nombrarían al sucesor. El candidato único del partido conservador era Laureano Gómez. Laureano temía mucho que debido al desprestigio del partido conservador ocasionado por el débil gobierno de Mariano, por la muerte de Gaitán y por la evidente mayoría liberal, que no ganase y le pidió a Mariano que lo dejara actuar.
Esa acción era la aplicación de las políticas de tipo franquista para ejercer la autoridad, que estaban en boga y de moda en el ámbito americano. Algo similar a cuando los alemanes trataron de crear sus sociedades nacionalsocialista en Colombia durante el tiempo de Hitler en la segunda guerra mundial. Franco era el personaje a quien Laureano admiraba. Para exaltar la bondad de esa política española en América, del caudillo ibérico, quiso hacer una expresión de adhesión con las políticas del partido conservador. Esa manifestación fue la donación que hizo el generalísimo de una imagen de la Virgen de Fátima, que también era muy venerada en esos tiempos por sus grandes milagros y aparición.
AEROFOTOGRAFIA
Tal libertad de acción también incluía el derecho de usar a las Fuerzas Armadas, que en conjunción con los particulares conservadores malos, los Chusmeros, se dedicarían a perseguir, aplanchar y acosar a los liberales para que no salieran a votar por su candidato. O para que votaran por él.
Lo acontecido fue terrible. Los campesinos salían al pueblo los domingos a mercar y por el solo hecho de ser liberales, así fuesen gente buena, los señalaban los "Godos" a las autoridades locales. En especial a la policía que era muy conservadora y mala. Lo más corriente, era llamar “Godos” a los conservadores malos. Porque también existían los conservadores muy buenos, que no solo no hacían maldades a los liberales sino que incluso hasta los favorecieron. A eso no se les daba ese apelativo. Aunque, luego, se generalizó el termino para todos los conservadores en la medida en que crecieron los odios políticos.
A su vez, los Godos llamaban Manzanillos a los liberales sin hacer distinción de buenos ni malos. A los liberales que estaban en los montes también los llamaban “Chusmeros, Bandoleros o Pájaros”.
Como los liberales no estaban en el poder, los consideraban insurgentes y subversivos. El partido liberal fue considerado por los conservadores como una ideología de doctrina comunista. Que por ser contraria a la propiedad privada y de carácter socialista, era odiada por todos los gamonales, patrones y caciques locales de mayoría conservadora. Ser liberal era lo mismo que ser comunista con la respectiva condena y estigmatización de la iglesia católica que ejercía una poderosa influencia en la conciencia colectiva de toda la nación. En especial en las gentes humildes y de poca educación, pero honorables, trabajadores y buenos del área rural.
Encarcelaban sin acusación alguna para provocar una natural resistencia que, aunque en parte justificada, era el motivo para usar la fuerza aporreando a los afectados.
De la
persecución no se salvaban tampoco los liberales residentes del casco urbano. Y
a los conservadores buenos, los Godos les reprochaban el que no participaran en
sus tropelías y no se declararan en favor de sus malas acciones. El ser neutral
era demérito así fuese de su mismo partido. Ser copartidario no los salvaba del
mal miramiento de los Godos.
A los que caían en la desgracia los arrastraban por los empedrados. Les daban con los sables y patadas. Los insultaban. Muchos lograban salir de la cárcel al otro día. A los demás se los llevaban por la carretera a una curva que llamaba la “Vuelta de la Oreja” entre Concordia y Bolombolo. Algunos los desaparecían echándolos al río Cauca o los encontraban muertos en cañadas profundas.
Muchos liberales debieron convertirse en conservadores para salvarse de las "aplanchadas" o por solo miedo. A esos los llamaban los “voltearepas”, que era una ofensa imperdonable. En especial a los que no tenían firmes sus convicciones políticas. Los demás, que no cambiaron de partido, se atemorizaron de tal forma que cuando llegaron las elecciones votaron por el candidato único conservador. Porque tampoco había más alternativa para votar ya que no había candidato liberal. Así Laureano llego al poder.
CAPITULO II
LA PEREGRINACIÓN
A
finales de la década de 1940 y coincidiendo con la campaña presidencial, no
sabemos cómo el caudillo y ferviente católico, general Francisco Franco de España,
se enteró de las simpatías políticas a su doctrina, que se denominó como el
“Franquismo”, en un lejano municipio de Colombia. Es de suponer que fue por
medio de la iglesia católica con ayuda de algunos políticos, como Laureano, que
era la única que tenía capacidad de llegar hasta las esferas europeas, saltando
el océano Atlántico, para hacer alguna gestión ante el poderoso y famoso
caudillo español.
El hecho es que debido a eso y a las fuertes devociones a la virgen santísima, que acercaba al franquismo español con el conservatismo colombiano, decidido donar una imagen de la virgen de Fátima que fue traída de Europa en peregrinación nacional. Pretendía, supuestamente, aplacar los ánimos desbordados de la confrontación bipartidista política entre conservadores y liberales, que flagelaba a la nación. La misma que tenía muchos componentes religiosos. El principal líder del partido conservador, Laureano Gómez, tenía mucha simpatía por las ideas fascistas y franquistas. Es factible que el fuese el eslabón perdido de dicha donación.
Una de las rutas seleccionadas para esa peregrinación de la virgen por Colombia, fue la que conduce de Medellín a Urrao por la vía de Bolombolo, Concordia y Betulia. Cuando la virgen llegó a esa primera población, muchos adeptos y gentes de Concordia, que se encuentra en la parte alta de la cordillera occidental, bajaron hasta el ardiente cañón del río Cauca a recibirla y acompañarla en la subida de la montaña. En especial, personas del partido conservador que se hacían notar ante los liberales autodesignándose fuertes simpatizantes de la iglesia católica. Y acusaban de ateos y comunistas a los liberales, lo que era una descalificación social y doctrinaria inadmisible. Expresaban su desprecio a los del partido contrario, los liberales, a quienes acusaban de opuestos al catolicismo.
MEZCLA DE RELIGIÓN Y POLÍTICA.
Cuando
la virgen llegó a la plaza de Concordia, el anda fue detenida al frente del
despacho de la alcaldía municipal para lanzar elogios y discursos de adhesión y
amor a la divinidad. Los caudillos conservadores, que se habían autoerigido defensores
de la religión y de sus emblemas, como el de la virgen, se opusieron a que a
ella se aproximaran los creyentes que fuesen de partido liberal.
Quizás bajo efectos del alcohol, algunos conservadores subieron a la plataforma que portaba la imagen adornada de flores y palomas. Estos Godos eran chusmeros de mala clase. Que yo recuerde entre otros: Hernán Ruiz. Hernán Betancur y Rafael Laverde, a quien le decían la “Niña de Pello”, que era tan malo como feo.
En
forma emotiva no solo hicieron elogios de la imagen divina sino que reprocharon
a sus contrarios partidistas liberales calificándolos de poca fe. Les impedían
acercarse a la imagen y les pedían que se retiraran porque ellos no tenían
derecho de estar cerca del icono sagrado, usando términos ofensivos y palabras
groseras del más alto calibre. Porque los liberales estaban condenados, en vida, al castigo del fuego eterno en el infierno.
Al derecho de aproximarse, admirar y adorar a la imagen sacra solo lo tenían los
conservadores.
Situación que ofendió a los liberales puesto que si los conservadores se consideraban con el privilegio de compartir el lugar de preponderancia que tenía la imagen ante el pueblo, no solo era una gran violación de la sagrada imagen sino que ellos tenían méritos para una igual oportunidad. Además ellos no se consideraban menos creyentes que sus contrarios.
En ese tiempo era muy importante, social y espiritualmente, que su lealtad religiosa no se pusiese en entre dicho. Menos por parte de quienes no eran los indicados, los conservadores, para esa clase de valoraciones. La actitud demostrada enardecía la confrontación entre los dos partidos puesto que consideraban de ofensa el mezclar la religión con las ideas políticas.
SE PROPAGA EL INCENDIO DE LA CONFRONTACIÓN NACIONAL AL NIVEL MUNICIPAL
De
allí siguió la virgen a Betulia donde se repitieren hechos similares a los de Concordia,
ya que muchos de los actuantes de Bolombolo y Concordia habían decidió
acompañar la procesión hasta su destino final en Urrao. Estos personajes conservadores vieron
la oportunidad, en los actos religiosos, para presentar a la gente de Urrao, municipio
de mayoría liberal, sus reclamos por no plegarse a la política conservadora del
gobierno que ejercía la autoridad en el momento por medio del presidente conservador Mariano Ospina Pérez. Reproche contra los liberales de Urrao que era imposible que
los conservadores de la región pudieran hacer en cualquier otra circunstancia.
Eso habría sido francamente peligroso a su integridad personal.
LA PRIMERA ETAPA DE LA CONFRONTACIÓN
Muchos
de los conservadores malos de Concordia, los Godos, se fueron acompañando a la
virgen. El 12 de octubre de 1949, hacia las siete de la noche, llegó a Urrao la
peregrinación que traía la adorada imagen.
Este hecho
fue aprovechado por los conservadores y fascistas de Urrao, que los había de
los dos partidos, y tanto de los locales como de los visitantes llegados con la
romería, para lanzar arengas contra el partido liberal, dizque por ateo. Además,
se produjeron varios desmanes contra los liberales como golpizas, asaltos a sus
casas y demás cosas, azuzados, entre otros, por el párroco Luis Elías Zapata
Hincapié.
Como eso no fue suficiente, después de guardada la virgen, pusieron cargas explosivas a la estatua del líder liberal Rafael Uribe Uribe, que detonaron a la una de la mañana y con lazos tirados por una volqueta la terminaron de derribar. La misma que estaba en el centro del parque, como ya se dijo. El pueblo se levantó y guardó silencio en vista del temor que suscitaba lo que estaba pasando.
Urrao estaba en sana paz a pesar de que la violencia ya había iniciado en muchas otras partes de Colombia. Desde ese momento se prendió Urrao. Los conservadores locales se apoderaron del pueblo para atemorizar a los liberales aprovechando la autoridad política conservadora. Debido a eso se formaron las guerrillas liberales de autodefensa y venganza por el río Pabón contra los conservadores.
CONFLUENCIA DE LOS TRES RÍOS, DE ABAJO HACIA ARRIBA: EL PABÓN, EL PENDERISCO Y LA QUEBRADA LA SAN JOSÉ
El Valle del Pabón fue el feudo de operaciones del apodado y legendario “Capitán Franco” liberal. Juan de Jesús Franco Yepes, nacido en el pueblo de Andes, era abogado de Medellín de doctrina política independiente. Pero debido a una golpiza que le dieron los conservadores mientras asistía a una reunión de liberales en la sede de ese partido, a donde fue por curiosidad para saber cuáles eran sus ideologías, decidió viajar a esa región y hacerse guerrillero liberal para vengar la injusta afrenta. Había intentado una acción legal pero no logró nada con ella.
Por su preparación académica, sus dotes de líder y su deseo de reprimir el atropello, se hizo caudillo y dio mucha guerra a las tropas del gobierno. Tanto a la policía regular, que era en gran parte departamental, a la Policía Política (Popol), a los Chulavitas (Policía de la vereda Chulavita del municipio de Boavita en Boyacá, recalcitrantemente Goda y violenta), al Ejército Nacional y a los Pájaros (conservadores civiles que señalaban y ayudaban a las fuerzas oficiales, Policía y Ejército, a perseguir liberales). Cuando asumió Rojas Pinilla, Franco se amnistió y disolvió su grupo armado de Manzanillos, que habían convertido este valle en una microrepública independiente.
En esas confrontaciones murieron muchos inocentes. Incluso hasta un grupo de trabajadores que hacían mantenimiento a la carretera entre Urrao y Betulia por parte de una de las cuadrillas de liberales enmontados. Se consideraba que todo el que fuera funcionario oficial debía ser conservador malo o por el solo hecho de aportar su capacidad laboral al gobierno, considerado indigno e ilegitimo.
Inicialmente las gentes devotas y dolientes, colocaron cruces sobre el talud de la carretera donde fueron sacrificados los trabajadores o Carreteros, como se les llamaba, para preservar su memoria y recordar el crimen. Luego fueron movidas un poco debido a la necesidad de mejorar el trazado de la vía pero se les hizo un monumento mejor y más digno. Actualmente puede verse al lado derecho de la carretera en dirección a Urrao.
ESTE PUENTE SOBRE EL RÍO PENDERISCO, EN LA VEREDA LA MAGDALENA, SIRVIÓ DE PATÍBULO OFICIAL DE LOS FASCISTAS CONSERVADORES DURANTE “LA VIDA MALA” (1949-1953). ALLÍ, LANZABAN A SUS VÍCTIMAS AL RÍO.
CAPITULO III
LA IGLESIA EN LA TORMENTA
De la
discordia no se salvó ni la misma iglesia. Había algunos sacerdotes que tomaron
partido, con muchas influencia social y en la administración pública. Sus
favorecidos eran los conservadores ya que estos promulgaban la preponderancia
de la iglesia en el pueblo. Era el partido que se oponía a las propuestas que
los liberales venían haciendo desde comienzo de siglo por una mayor intervención
del gobierno en varios asuntos públicos y que eran dominio de la iglesia. Temas tales como una reforma al
concordato, la educación oficial, la reducción de los privilegios tributarios
de la iglesia, el registro civil de los nacimientos, la celebración de los
matrimonios por vía civil y otras cosa que disminuían el poder eclesial.
Hasta desde los púlpitos se llegó a incitar la persecución liberal. Se negaban a los de ese partido o se les ponía cortapisas a los bautizos, los matrimonios, la educación en los colegios religioso y el entierro de los difuntos en los cementerios católicos. La mayoría de los colegios eran de la iglesia que dominaba en ese campo por la deficiencia del gobierno en atender esa necesidad pública. También se ponían cortapisas a la extrema unción para los moribundos. Y hasta los servicios fúnebres de los difuntos.
En este último caso, aun desde antes de la “Vida Mala”, ya se habían dado discriminaciones espirituales. Un sacerdote que fue muy apreciado por las gentes de Urrao fue el padre Crespo. Sacerdote que hizo mucho por el mejoramiento social con educación, caridades, colegios, obras de beneficio colectivo y organización en general de la comunidad. Tanto fue la gratitud que a su muerte el pueblo, con la misma devoción con que había erigido la estatua de Rafael Uribe Uribe, le hizo otra de igual magnitud para colocar sobre su tumba en el cementerio local donde actualmente se encuentra.
Aunque no pudo salvarse en vida de algunos deslices que son ejemplo histórico de lo que debemos evitar. Como por ejemplo el negar la inhumación de los difuntos que no estuviesen registrados debidamente como bautizados y declarados católicos para merecer descansar en el cementerio local administrado por la parroquia.
Por ello, para comienzo de la década de 1920 los liberales locales se vieron en la obligación de construir un cementerio de manejo particular. Ser liberal era motivo de discriminación religiosa aun después de muerto. Al comienzo solo fue un lote que, por ironía, era contiguo al Cementerio Católico que regentaba el párroco. Fue creado, por los liberales para enterrar allí a quienes se les impedía el acceso al Cementerio Católico, por haberse suicidado, por ser ateos, comunistas, protestantes, haber muerto sin confesión, excomulgados o ser visto como delincuentes altamente reconocidos. El mismo que se conoció como “El Cementerio Libre o Laico”. Casi que quisieron decir “Cementerio Liberal”, porque los liberales no eran bienvenidos en el católico, que solo debía ser para los conservadores. Pero el suceso que más promovió su construcción fue lo acontecido en 1921.
El General Rafael Barrera, personaje que participó en La Guerra de los Mil Días, se fue a vivir a Urrao, por recomendación médica. Al morir allí en ese año y negarle el párroco Ceferino Crespo y García, sacerdote intolerante con las ideas políticas del liberalismo, a enterrarlo en el cementerio católico por ser liberal, se llevó al Cementerio Laico, en medio de una numerosa comitiva. El acto produjo la ira del levita y la excomunión de los asistentes. Los partidarios del acto mejoraron las instalaciones y construyeron una elegante portada con una elaborada reja metálica a lo largo de la fachada. Parecía competir, por ironía, con la hermosa y similar que había construido el padre Crespo para el Cementerio Católico siendo ambos cementerios contiguos.
LA FACHADA DEL CEMENTERIO LIBRE, LAICO O GENERAL. A LA DERECHA Y POR FUERA DE LA FOTO, QUEDA LA DEL CATÓLICO
Cuando años después se terminó la violencia de “La Vida Mala”. El cementerio fue suprimido por un gobierno conservador del municipio que reflexionó sobre la inadecuada diferencia, y su fachada fue demolida. Los fallecidos se pasaron al católico. En la actualidad no queda nada de esa obra. Debió dejarse como memorador de épocas pasadas o como mínimo como obra arquitectónica histórica o de valor estético urbano.
ACTOS DE PERDÓN
No
todos fueron retrógrados. Después de pasada la época de la Vida Mala se dieron
actos de cordura, reflexión y reconciliación, tanto política como religiosa.
Durante la "Era del Terror", no pocos liberales debieron refugiarse en los montes vecinos, algunos haciendo parte de la guerrilla liberal que dirigía el Capitán Franco. Quienes murieron en combates y ser difícil recuperar sus restos o por negativas de la iglesia, se les daba sepultura en las veredas o en el Cementerio Libre.
Finalizada esta dolorosa etapa de nuestra vida nacional y municipal, con la llegada al poder del militar Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), por golpe de estado apoyado por sectores del partido liberal y conservador, se vio la necesidad de trasladar los restos de los familiares muertos, al tradicional cementerio católico local. Eso unificaba las mentalidades en el criterio de que después de muertos no debían prolongarse las diferencias tenidas en vida. Para el efecto y de acuerdo con el samaritano párroco, Manuel Arcila, fueron exhumadas las tumbas de las veredas y del Cementerio Libre. Los despojos fueron trasladados a la población en donde se les hacía la velación y llevados al camposanto catolico. Eran concurridos y tristes desfiles conocidos como “entierros colectivos”.
Se dice que allí iban los restos de Luis Delio Mejía, más conocido como "El Míster". Legendario guerrillero liberal muerto en combate. Y Lino Porras, educador fusilado por las tropas del gobierno, quien compuso cantos y poesías sobre la Vida Mala, y muchos otros.
CAPITULO IV
VIOLENCIA EN CONCORDIA
La
violencia en Concordia, que ya se había prendido ligeramente, cogió fuerza. En Concordia
se dieron conservadores muy buenos ante quienes las esposas de los liberales acudían
para que intervinieran ante las autoridades por sus maridos encarcelados y
maltratados. Ellas temían que si pasaban la noche en prisión, en medio de la oscuridad
fueran a ser llevados al “Curva de la Oreja o al Puente de la Vieja” o a la
vereda Morelia, donde solían masacrarlos. Estos conservadores debían hablar con
el alcalde Bernardo Jaramillo. Un godo muy malo, nombrado por el gobernador también
conservador, como era en ese tiempo. Estos gestores conservadores debían adquirir
el compromiso de responder por el buen comportamiento de sus protegidos
liberales.
Algunos de esos espontáneos abogados conservadores, como fueron los hermanos Hernán y Francisco José González Gonzalez, lo único que podían hacer era aconsejar a los liberados de la prisión de comprar los víveres y marcharse pronto a sus casas y fincas, porque en el pueblo no podían asegurarles que no fueran perseguidos. Además temían que si se emborrachaban, cometieran desmanes que darían motivo para ser capturados de nuevo. Solo bastaba con lanzar un “Viva el Partido Liberal” para ser acusados de revoltosos e incitadores a la rebelión. Motivo de cárcel inmediata y sin orden judicial.
LA HUIDA DE LOS MÉDICOS Y LOS SARASOLAS
Don
Manuel González quien fue un conservador muy bueno, salvó a mucha gente escondiéndolos.
Él y otros compañeros sacaron al médico Bruno de su consultorio porque se
enteraron de que lo buscaban para encarcelarlo. El medico Bruno era muy
apreciado porque era buen galeno y hacia muchos favores a la gente, caritativo
y honorable. Había sido el gestor de la construcción del magnífico hospital
local. Para eso le pusieron un carro a la salida del pueblo para que pudieran
escaparse ileso hacia Medellín. También se fueron al hospital a sacar al doctor
Sierra, que era el jefe del hospital. No era de Concordia pero lo buscaban por razones
partidistas.
Les pidieron que no cargaran ni siquiera las maletas por la prontitud. Ellos se encargaban de mandarlas después. El doctor Bruno muy ofendido dijo que no perdonaba a Concordia y no regresó jamás.
Los Sarasolas, dos hermanos que vivían cerca a nuestra casa también fueron perseguidos. Don Manuel González hizo parte de los que sacaron escondidos a los médicos. Los sacó en la noche del pueblo. Para eso debían volarse rápidamente por los subterráneos, solares y patios traseros de las casas. De esa forma debían llegar hasta el cementerio, a la salida del pueblo, donde los esperaría un carro para trasladarse a Medellín.
Las esposas y en general las mujeres, normalmente en el pueblo, no corrían peligro pero estaban con miedo. Por eso nos solicitaron que las dejáramos pasar la noche en nuestra casa y compañía. La casa tenía un corredor exterior que le daba la vuelta. Cuando los chusmeros llegaron por los hermanos Sarasola y no los encontraron en sus casas, sospecharon que podrían estar en la nuestra.
A las 8 de la noche escuchábamos conversaciones en voz baja y que alguien fumaba en nuestro corredor. Eran muchos Godos esperando por si alguien salía o se abría alguna ventana para atraparlos. Nosotros guardamos silencio como hasta las 4 de la mañana, hora en la que se fueron en vista de no lograr nada dejando las colillas en el suelo.
De esa misma forma fueron muchos los que debieron de huir del pueblo. Paradójicamente Don Manuel Gonzalez era un conservador bueno, hermano de Antonio González, apodado "Murrungo". Este último un godo muy malo.
INDISCRIMINADO ODIO Y LA BALACERA
La
efervescencia era tal que hasta en cosas personales se reflejaba la discordia. Los
colores distintivos de los dos partidos eran el azul para los conservadores o
Godos y el rojo para los liberales o Manzanillos. Como Concordia era de similar
número de población conservadora y liberal, pero el gobierno local era conservador,
era reprochable vestir prendas rojas a riesgo de ser aporreado.
Aun así, yo salí a mercar, con mis hermanos menores, a la plaza del pueblo en los toldos que se instalaban los domingos, día de mercado. Al llegar a la esquina del parque, donde estaba la tienda del señor Pipe Betancur se prendió la plaza. Solo se escuchaba bala y la gente corriendo. Los toldos del mercado y las tiendas se quedaron vacíos. Todo mundo se escondía.
Yo preguntaba que pasaba. Don Pipe nos dijo que entráramos a su tienda, que la policía y los Godos estaban echando bala y matando gente liberal. No sabíamos para donde correr. Nos metimos a la trastienda donde nos tubo escondidos hasta cuando se calmó la balacera. Logramos salir pero ese día ya no hicimos compras.
Ese domingo mi hermana Marina trabajaba en la Registraduría. Estaba en compañía con una amiga que era maestra en la vereda de Yarumal. Debido a la bala cruzada no podían salir de la oficina para ir a la casa a almorzar. Aníbal Gonzalez, les dijo que podían estar tranquilas que él las acompañaría hasta la casa, como así fue. Después de prendido Concordia se incendiaron los demás pueblos como Andes, Bolívar y Salgar.
Después sacaron al alcalde, Bernardo Jaramillo, por malo y nombraron a Aníbal González, persona del mismo pueblo. Pero Aníbal fue peor. Con los allegados y conocidos se portaba bien pero con los demás era diferente.
EL PROPÓSITO
Lo que
se pretendía no era cosa diferente a impedir que el liberalismo participara en
las elecciones presidenciales que se llevarían a cabo al siguiente mes de
noviembre. Cosa que se logró plenamente, a sangre y fuego, garantizando la
presidencia del candidato único conservador Laureano Gómez. Algo que no era
difícil puesto que los liberales habían decidido, unilateralmente, no presentar
candidato de su partido a la presidencia arguyendo falta de garantías.
Se basaban en la persecución que les hacia el presidente Ospina y en la muerte de su líder Gaitán. Con este hecho se inició, ya en serio, la “época De la violencia”, que los campesinos bautizaron como “La Vida Mala” (1949-53)
LA CALMA INTERMEDIA Y EL REGRESO DE URIBE
La
hecatombe duro todo el tiempo que estuvo Laureano en la presidencia hasta cuando
Rojas Pinilla lo sacó de la presidencia. El general mandó de tal forma que el país regresó paulatinamente
a la calma. El General dio amnistía a todos los alzados en armas, perdonó los
delitos y aseguró que no haría retaliación contra los que entregaran las armas.
Si se comprometían a salir del monte y se portaban bien no les aplicaría
cárcel. Lo importante era que el país se apaciguara. Al comienzo los liberales encuadrillados,
enguerrillados y enmontados, fueron recelosos y solo los más guapos salian. Al final, todos
se sometieron. Solo quedaron dos pequeños reductos en zonas selváticas y
alejadas. Como no les pasó nada a los últimos, los siguió el resto, que fueron
casi todos, hasta que llegó la paz a los pueblos. Solo unos pocos siguieron en
el monte.
Por
esa razón los habitantes de Urrao decidieron no olvidar a su líder liberal y se
propusieron restablecer la derribada estatua de Rafael Uribe. Debieron recoger
las partes que se habían diseminado en distintos sitios. Algunos las habían guardado
como recuerdo.
Lograron recuperar en su mayoría el monumento. Formaron casi todo el cuerpo. Faltaba una parte importante, la cabeza. Alguien recordó que estaba en Concordia porque esa noche de la destrucción del monumento, los Godos se la habían llevado como trofeo. En Concordia le amarraron una cuerda a la cabeza y le daban patadas al tiempo que le gritaban: “Ya que sos tan guapo, párate”. Se reían y burlaban. La entraron a la tienda del concordiano Teófilo Escobar colocándola en el orinal. Posteriormente, cierto grupo de conservadores, la llevaron a la plaza de Cisneros de Medellín y también la colocaron con la boca hacia arriba en el piso del baño del café Roma, de Guayaquil.
Después, alguien supo de la reconstrucción y la mandó para Urrao. Se armó la estatua que pusieron, de nuevo, en el centro del parque en 1959. La restauración fue adelantada por el mismo artista que la esculpió por encargo de varios dirigentes liberales.
En tiempos más recientes, con motivo de una remodelación de la plaza, fue puesta a un costado de la misma plaza donde actualmente se encuentra con una placa recordatoria de las fechas de la construcción, de la destrucción y de la restauración.
CAPITULO V
LA SEGUNDA ETAPA DE LA CONFRONTACIÓN
De
todas formas quedaron unos pocos liberales que no se acogieron a la oferta de
Rojas. Se volvieron a organizar y rearmar. Que es la guerrilla que conocemos
hoy en día. Un poco antes se había creado la de Tirofijo en Urrao. No sabemos si es otro
Tirofijo diferente al del Tolima.
Se formaron otros jefes guerrilleros como Alfonso Flórez, apodado el Pálido y José Chavarriaga. Cuando los conservadores lograron matarlo en el corregimiento del Socorro, montaron su cuerpo en una mula y lo llevaron a Concordia. En el zaguán de la alcaldía lo pusieron sentado en un taburete y le prendieron velas cual burlesco velorio de difunto. Los Godos pasaban y le daban patadas diciéndole: “Tan guapo, párate de ahí” eso duró cómo dos días.
DERECHA JOSÉ CHAVARRIAGA,
“CAPITÁN CONEJO”
Otros que se hicieron jefes guerrilleros liberales fueron un Vélez y Germán Gonzalez apodado “German Gurre”, que se fue para la guerrilla después de ser aporreado por los Godos.
LA APALEADA DE “CHICHE” EN CONCORDIA
Rafael
Mejía, fue un Capitán del Ejército oriundo de Concordia. El ya había estado en Concordia
habiendo matado a muchos. Le había incendiado las casas a la gente campesina de
la vereda de Morelia. Se le robaba las cosechas y a los que no mató cortándoles
la cabeza, los hizo huir. Junto con otros chusmeros, como Víctor Laverde, les
robó las tierras a varios campesinos y se hicieron ricos. Rafael y Víctor no tenían
un peso y resultaron dueños de casas, fincas y carros.
Estando Aníbal González de alcalde me tocó ver como maderiaron a "Chiche Gonzalez, hermano de Germán González, apodado "El Gurre". El motivo fue porque no les decía donde estaba su hermano Germán, que era liberal, y para provocar que German se presentara a las autoridades. Germán se había enfrentado a las autoridades con éxito y no lograban cazarlo. Además temían sus habilidades para evadirlos y defenderse de la persecución.
Nosotros
vivíamos en una casa de dos plantas que estaba a una cuadra antes de subir a la
plaza por la vía de ingreso a la población. Tenía un corredor en el segundo
piso con puertas y ventanas de postigo hacia la calle. Estábamos las mujeres
solas porque mi esposo Hernán no llegó temprano a la casa habiéndose quedado
hasta tarde en la plaza, como a veces lo hacía por ser día domingo de descanso.
En la noche, como a la una de la mañana, yo escuchaba conversaciones en voz baja provenientes de la calle. Habían bajado del parque el alcalde Aníbal Gonzalez con Víctor Laverde y con Rafael Mejía hasta el frente de la casa. Pude ver, por un entreabierto postigo, que Víctor Laverde estacionó un carro en la calle de esos camperos llamados jeeps. Lo tenía prendido y acelerado haciendo bulla para que no se sintiera lo que los otros estaban haciendo un poco más retirado.
Uno de los andenes era bajo con respecto a la vía y formaba un ligero canalón. Por esa acera bajaba Chiche muy borracho. Aníbal con sus compañeros y la policía lo alcanzaron y lo cogieron en ese zanjón. Lo aporrearon fuerte y muy feo, porque era liberal y hermano de German.
Con la
bulla mi mama se levantó y me preguntó sobre lo que estaba pasando. Se escuchaban
insultos. Le sugerí que mirara por el postigo semiabierto. Mas, no se contentó
con eso sino que abrió toda la ventana. Ellos se dieron cuenta, se sintieron
descubiertos, dejaron de golpear a Chiche y se fueron de regreso al parque.
Chiche como pudo se paró y caminó en dirección a su casa próxima a la nuestra.
Alguien avisó a Don Manuel Osorno y Don Jairo Fernández, liberales buenas personas, sobre lo que le había pasado a Chiche. Se juntaron con Don Manuel González, conservador y otros conservadores buenos. Llamaron al gobernador y le contaron lo que estaba haciendo Aníbal como alcalde. Como era factible que no les creyera le prometieron enviarle al agredido en las mismas condiciones como había quedado después de la paliza. Sin ni siquiera curarse y limpiarse las heridas. El gobernador, a su vez, prometió esperarlo. Sacarían a Chiche desde el cementerio en las afueras del pueblo donde le tendrían un carro dispuesto para ir a la cita con el gobernador para que lo viera.
El lunes muy temprano yo pasé por el frente del cementerio en compañía de mi esposo Hernán en dirección a la finca de El Pedrero, donde vivíamos. Yo le pregunté quién era esa persona maltratada que estaba en ese lugar, porque no lo reconocí. Me dijo que era Chiche que estaba esperando el carro para que lo despacharan para Medellín. Llegó donde el gobernador quien lo vio, lo mandó curar y al alcalde Aníbal lo destituyó.
LAS RETALIACIONES SOCIALES
Cuando
las cosas se aplacaron y Anibal ya no era alcalde, se mantenía en su casa de campo. Aníbal comenzó a salir al pueblo. Los liberales que no habían olvidado las afrentas que
hizo como alcalde y eran vengativos, le decían que se perdiera o de lo contrario
lo matarían. “De alguna de las dos te las vamos a cobrar”. Él se vio tan
acosado que le dijo a Estela Gonzalez, su esposa, que no podía resistir el asedio
social y se fueron del pueblo a vivir a Medellín. Como a los 3 años regresó
aburrido de la ciudad. Las amenazas se repitieron porque no le habían perdonado.
Otra vez se fue a Medellín y ya no pudo regresar jamás.
El conservador chusmero Antonio González, Murrungo, se mantuvo escondido en el pueblo confiado en la paz política de Rojas. Aunque se mantenía receloso aun de las incriminaciones de la conciencia colectiva del pueblo. Comenzó a salir al campo y a practicar su afición por la cacería y la pesca. Uno de los lugares que acostumbró fue por los montes de la finca El Pedrero. Él sabía que no corría peligro en eso lugares puesto que Hernán, mi esposo quien administraba la finca, era uno de los conservadores calificados dentro de los buenos. Con el no corría peligro de reproches y menos agresiones, aunque savia que no compartía sus tropelías como Godo. No le era del todo de su agrado que Antonio fuera cazar por esos lares, pues la gente todavía recordaba que Murrungo era visto como malo. Pero lo toleraba por contribuir a la convivencia.
Cuando Antonio tomó más confianza, se arriesgó a bajar hasta la orilla del río Cauca a pescar. Por esos lados vivían unos liberales vengativos quienes le salieron. Le dijeron que no lo mataban en consideración de los compañeros de pesquería. Pero si volvía, en la próxima oportunidad no quedaría vivo. Se fue del pueblo a vivir a Medellín hasta el final de sus días.
Laureano murió en España exiliado y Rojas, debió deponer su mandato por otras razones distintas a las de la violencia. Fue juzgado por el congreso, condenado a prisión que pago un tiempo en una nave fondeada en el Atlántico. Otro tiempo lo pasó en una Base Aérea remota y en medio de la selva, Tres Esquinas, en la confluencia del río Orteguaza con el Caquetá.
La violencia política se terminó en estos lados de Antioquia. Y se inició la violencia guerrillera comunista y liberal en otras partes del país. En especial al sur del Tolima, el Sumapaz al sur de Cundinamarca, el oriente del Huila y el piedemonte de los llanos orientales por el río Guayabero, el río Duda, el río Caguán y los ríos Pato. Que es otra historia.
LIGIA
URÁN R. IVÁN GONZÁLEZ U.
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