AERONAUTAS Y CRONISTAS

viernes, 1 de junio de 2018

29. ENTRE LEONES Y RATONES


29. El combate en Las Delicias.
El motivo. El General Rumor comenzó a causar graves efectos al enemigo. Como se dice, les salió el tiro por la culata. La actitud de la población había comenzado a crearles una exigente hostilidad. Entonces debieron pensar en otra acción desesperada. Para ello ejecutaron el ataque a la Base del Ejército en Las Delicias, encabezadas por algunos de los negociadores en Cuba.

Como no dio resultado y quedaron, nuevamente, tan mal con las marchas campesinas, como supuestos defensores de la agricultura coquera, pasaron de la presión social impuesta, a la ofensiva militar abierta. Y creyeron triunfar con la destrucción de la base militar de Las Delicias. En ella asesinaron varias decenas de soldados, dejaron heridos a otros tantos, secuestraron al resto y destruyeron la Base.

El resultado fue inverso porque llamaron la atención de la conciencia colectiva colombiana. Se rompió la indiferencia nacional con la región, por muchos años. Comenzaron a sufrir el retroceso de ese disparo mal planeado en cuanto a lo político y sicosocial. Sin prever los efectos colaterales de una acción armada.
Fueron totalmente rechazados por la evidencia que demostraron de su barbarie. Arrinconados, enmontados, aguantando hambre, muertos de miedo, ciegos y diciendo incoherencias. Fue un acto de desespero porque el impacto real sobre nuestro poder nacional de combate fue insignificante.

Así las noticias lo presentaran como un gigantesco descalabro militar que era motivo para pensar en que las FF AA  estábamos sufriendo una casi derrota completa.
La magnificación de los hechos era un buen atractivo para captar audiencias dentro de la competitiva vida periodística. Para los que sabíamos del real impacto de ese combate sobre el poder militar nacional, sólo era una momentánea y ligera pérdida de moral de combate local y un somero debilitamiento de la mentalidad nacional en la confianza en las FF AA para contener la amenaza terrorista.
Para los ilegales era otra arma más en su dogma de empleo de todas las formas de lucha.


De todas maneras, nos desconsolaba el hecho de que para apretar el disparador de los bombardeos se debía pedir tanto permiso a los indecisos militares burócratas de Bogotá.
Lo evidencia el hecho que, después de ese combate llegaron 11 Generales inquietos a Tres Esquinas. Dentro de ellos dos bastante preocupados porque les contáramos la historia de primera mano de lo acontecido. Y la mayoría con la preintención de ver cómo habíamos fallado, para poder inculpar a alguien, porque la responsabilidad no podía trascender al poder central atrincherado en sus escritorios. 

Si el GASUR debía cambiar de mentalidad para llegar al CACOM, la cúpula sí que debía mutar sus anquilosadas doctrinas. Como las evidenció el Capitán británico de caballería. Norman Dixon en su libro “Sobre la Sicología de la Incompetencia Militar”. 

El relevo. La Operación Conquista 2 se había paralizado casi completamente por las marchas campesinas pero la tropa del Batallón de La Tagua, que estaba haciendo el cierre de la desembocadura del río Caguán, aún permanecía allí. El comando del Batallón le envió un destacamento de relevo. Necesitaban un descanso de combate.

Los del Caguán fueron enviados a la Base de las Delicias donde, aunque no era un lugar de descanso, por lo menos, tendría una menor amenaza. Pasaba a la retaguardia de la Operación Conquista 2. La nueva ubicación les daría un relativo receso sin modificar ni debilitar el esquema de las operaciones.

El comandante. El Capitán Comandante de la tropa ya había estado en esa Base anteriormente, y por ello era buen conocedor del lugar, así como lo relativo a las fortalezas y debilidades del destacamento.

Se encontraba desmotivado. Había pedido el retiro de la institución, por voluntad propia. No se le había dado el permiso de desacuartelamiento demorando su salida sin motivo aparente. Posiblemente debido a las dificultades de remplazo por la necesidad creada por la Conquista 2 de bloquear el Caguán y, por otra parte, por las razones ya dichas. Sobre la resistencia que el personal ponía para ir a esos destinos aduciendo toda clase de inconvenientes personales o profesionales.

Los preparativos del ataque. La destrucción de la Base Militar de Las Delicias ya la venían valorando las FARC desde hacía algún tiempo. Calcularon la capacidad de reacción, el aislamiento, las posibilidades de apoyo y las condiciones del área para una aproximación furtiva, usando la densa selva que la rodea.

Los narcoterroristas adelantaron una minuciosa acción de inteligencia de las defensas activas y pasivas de la unidad. Estudiaron con detalle el terreno, los lugares de donde sacarían el recurso humano y de armamento para el asalto. 
Decidieron que debían emplear una correlación de fuerza de choque de 4 a 1 en hombres y armamento para el asalto. Y de 6 a 1 considerando los apoyos. 400 narcobandoleros contra los aproximados 100 soldados de dotación en Las Delicias.

Evaluaron la distancia, confluencia y mimetismo de las vías de aproximación. Como el ya mencionado río Mecaya y su compañeros, que fluyen paralelos aproximándose al lugar del ataque. Calcularon la capacidad de reacción, el aislamiento, las posibilidades de apoyo y las condiciones del área para el acercamiento sin crear sospechas ni filtración de su planeamiento y movilización.

Elaboraron una maqueta de las instalaciones y del terreno e hicieron prácticas simuladas del ataque. Todo lo registraron documentalmente. Hasta lo plasmaron en ayudas audiovisuales, las cuales usaron para perfeccionar la maniobra. Todo eso lo supimos después de la toma de la Base por medio de documentos abandonados por los insurgentes ante la fuerte presión a que fueron sometidos durante nuestra posterior persecución.

El ataque. Para el comandante del GASUR, el día 30 de agosto de 1996 las labores habituales terminaron sin inconvenientes. Como a las 19:30 horas se presentó el Mayor Comandante de la FUTACAL para informar que había recibido comunicación del Batallón de la Tagua, en la que se pedía estar alerta para un posible apoyo aéreo en Las Delicias, donde había sucedido algo, sin saber que podría ser. La solicitud era más de alerta que un requerimiento claro de apoyo de combate.

Trinchera de combate.

El lenguaje. La claridad, precisión, concisión y oportunidad, son fundamentales en estos casos. Como lo debió ser durante nuestra participación de apoyo al combate de la policía antinarcóticos o el manejo operacional del avión Fantasma o la decisión de un bombardeo o la permanencia del componente aéreo en Tres Esquinas o el rol para una operación de contención en el Caguán o de una turba enfurecida de población civil, en un rápido recuento. Eso en cuanto lo operacional. Lo logístico ya fue narrado.   

Con frecuencia se transmiten ideas bastante etéreas debido a la confusión y el desconcierto, que caen en la imaginación y sin forma clara el propósito. Por ello no es definible si es solo una inicial y simple alerta o una solicitud definida o una exigencia categórica. Los niveles de lo pretendido son vaporosos.

La alerta. Estando de noche y como no teníamos capacidad aérea ofensiva, de manera preventiva llamamos a Bogotá, al Centro de Operaciones de la Fuerza Aérea COFA. El mismo donde en ocasión anterior habíamos pedido el bombardeo cuando atacamos al enemigo en Remolinos del Caguán. 

Teníamos la esperanza, aunque con bastantes dudas, que en esta oportunidad si fuésemos creíbles. Se trataba de informar y alertar sobre una factible solicitud positiva posterior de apoyo nocturno con fuego aéreo cercano. Posiblemente con bombardeo, ametrallamiento y cohetería. Sin poder decir cuando, aunque si el lugar, Las Delicias.

Un ametrallamiento, desde el aire con armas automáticas montadas en aeronaves y el disparo de cohetería con cabezas explosivas, también es un bombardeo. Pero como la restricción de no bombardear no fue claramente especificada por el gobierno nacional ni fue pedida por los altos mandos, aunque era necesaria, considerábamos que el uso de esa configuración armada no era bombardeo. Que ese concepto se limitaba sólo al disparo de armas explosivas de alto poder de caída parabólica.

Por la indefinición de la orden podíamos evadir en algo la restricción. Aunque a riesgo de luego ser descalificados por errada interpretación y por ello motivo de acusación. Habían siempre cosas indefinidas de ambos lados: los que pedían apoyos y quienes los autorizaban. O, después, calificaban si las cosas no salían como ellos, luego, considerarían que debió ser. Aquel principio de: Claro, preciso, conciso y oportuno, de las comunicaciones militares, era solo teoría de salón y nada de doctrina y menos de ocasión.

Nos dijeron que harían lo posible aunque todo indicaba que sería muy difícil debido a que se encontraban copados con múltiples operaciones en diversas partes del país. Los insurgentes habían atacado esa noche otras poblaciones (27), en diversos lugares para debilitar la capacidad de apoyo en su operación central sobre Las Delicias.

Alrededor de las 20:00 horas nos llega otra comunicación de la Tagua donde se nos dijo que el Capitán había llamado para anunciar que la situación era muy grave. Que los estaban atacando, los bombardeaban y que necesitaba toda la ayuda posible. La comunicación se había cortado y no se sabían más detalles.
Los sobrevivientes contaron, luego, que después de ese mensaje volaron la caseta de comunicaciones, no hubo más llamados y el Capitán se dedicó a dirigir el combate y la defensa de su unidad.

El requerimiento de apoyo aéreo. Pedimos al COFA, en Bogotá, un apoyo de ametrallamiento aéreo e iluminación. El apoyo más factible saldría de la Base Aérea de Villavicencio, que se encuentra a unos 400 km del lugar del combate. Gran parte de la capacidad de ametrallamiento simultáneo de la FAC ya estaba comprometida. Tal recurso de poder aéreo estaba bastante disperso por el territorio nacional.

Un detalle llamativo, casi que pintoresco del momento, fue que además de la solicitud telefónica al COFA, para que se nos prestara la suficiente atención, aunque dudábamos, por parecer para ellos de exagerados, reforzamos con un mensaje telegráfico directo con clasificación de prioridad, al Señor Comandante de la Fuerza Aérea Colombiana. Queríamos que quedara un registro documental físico así hubiese una grabación de audio de nuestra llamada telefónica en el COFA.

Como no era horario de oficinas, estábamos en máximo apremio y no era oportuno seguir los estrictos protocolos de elaboración de un mensaje con todas las reglas de cortesía para la correspondencia militar, que es muy diplomática y más para tan alto mando, lo hicimos a puño y letra. Y la remisión fue fotostática por vía fax. En el pedíamos el apoyo y enfatizábamos que el combate se encontraba, en ese momento, en progreso. Sin las normas de codificación ni clasificación requeridas.

Pero estábamos seguros que causaría el efecto deseado. Y así fue, el señor General Jefe de Operaciones Aéreas de la FAC nos respondió con una llamada personalmente, a pesar de lo avanzado de la noche, para ratificar. Hasta preguntó si nosotros habíamos elaborado el documento. A manera de curiosidad, más que de inconformidad, por lo inusual y coloquial.  

A la media noche nos llamaron de Bogotá diciendo que habían mandado una escuadrilla de apoyo. En su trayectoria directa al blanco pasarían próximos a la Base de Tres Esquinas.


Los alojamientos destruidos 

El apoyo. Sobrevolaron Las Delicias a la una y media de la mañana con dificultades de visibilidad por niebla, humo del combate y la oscuridad para visualizar los puntos a batir. Para intentar una identificación lanzaron bengalas. Así pudieron hacer ametrallamientos hacia las posiciones que se suponían serían las enemigas.

Fue importante el efecto pues lograron que disminuyera la intensidad del combate. El que se hacía visible por los fogonazos de las explosiones del bombardeo enemigo, con cilindros bombas artesanales, pero destructivos, las trayectorias de las balas trazadoras y el resplandor de los incendios. Era lo que se captaba desde el aire en la oscuridad de la noche.

Difícil situación. Después de una hora de disuasión, la escuadrilla aérea nos llamó para informar que suspendía el apoyo para regresar a Villavicencio por agotamiento del combustible. Que podía permanecer otra hora más si le asegurábamos el aterrizaje en la Base de Tres Esquinas. Posibilidad que era bastante remota y riesgosa.
No disponíamos de las facilidades para asegurar un aterrizaje nocturno confiable. Tales como ayudas de radionavegación, procedimientos de aproximación, un piso duro con demarcación y alumbrado de pista.

El ceilómetro. Hasta nos faltaba la meteorología básica, que es fundamental, tal como la medición de visibilidad horizontal y la altura de nubes. Debido a esa grave limitación, habíamos pensado, en meses anteriores, fabricar un ceilómetro artesanal, lo que no nos fue posible debido a la prioridad de otros factores y la escasez de recursos.

Algunos también se rieron de esa nueva idea loca, porque no sabían la importancia y el alto valor que tiene ese dispositivo en condiciones de vital apremio.

Con un reflector se ilumina la base de las nubes y con un cálculo trigonométrico se mide la altura. Dato importante para la tripulación,  pues le indica la altura hasta la que necesitará descender sin visibilidad para encontrar el espacio despejado indispensable sobre el terreno para disidir si intenta aterrizar o aborta la maniobra. Lo que llamamos “Altura de Techo de Nubes”.

Además ver los espacios o huecos de nubosidad por donde el avión puede penetrar con las mejores posibilidades de identificar los obstáculos. La mancha de luz dentro de las nubes le indica la posición exacta debajo de la cual se encuentra el aeródromo. Con ello efectuar un patrón de aproximación de baja precisión pero de mucha ayuda a falta de mejores y mas modernos métodos de alta precisión.

La meteorología la mediamos a puro ojímetro, que era nuestro ceilómetro empírico. En esa oportunidad vimos lo importante que sería contar con ese dispositivo , así fuese al estilo y técnicas antiguas pero funcional. Como se hizo durante la segunda guerra mundial. No estábamos lejos de esas épocas debido a nuestro atraso técnico. Los controladores aéreos necesitaban esas facilidades para poder dar tan necesaria información al avión.

Reflectores en Gibraltar

Pensando en eso, meses antes, habíamos preguntado mucho si habían visto algo similar. Sospechábamos que debió  existir antes. Alguien recordó un poco con nuestra descripción. Nos llevó a ver lo que estaba abandonado en la maleza en muy mal estado. Un voluminoso armatoste que aun conservada el espejo parabólico Pensamos que era un dinosaurio que debió proceder de un viejo buque de escolta de convoyes en el oscuro Atlántico norte durante la segunda guerra mundial.
Los que se usaban para comunicarse en forma silenciosa en las noches. Se ve que algún día habían dispuesto de esa facilidad en Tres Esquinas. No era recuperable. Pensamos que podíamos fácilmente fabricar uno moderno más pequeño y potente con menor consumo de energía. Pero no se nos dio el momento, pues nadie más sabía del tema para colaborar.


Operarios de reflector

El faro. La otra ayuda, el faro giratorio de aeródromo. Para la ubicación y el acercamiento a la trayectoria de aproximación para el aterrizaje. Lo habíamos visto. Aún estaba en el extremo de una alta torre metálica al pie de nuestra oficina. No funcionaba desde hacía muchos años. Tantos que ni los más viejos recordaban cuando había dejado de iluminar. Como mínimo 50 años. También habíamos pensado en recuperarlo pero nadie en la Base savia como se hacía.
Nosotros no disponíamos del tiempo para esa otra aventura de restauración de antigüedades y menos que se nos dotaran de uno moderno.

Quienes asignaban los presupuestos pensaban en tiempos de paz, la de Bogotá. No la de guerra, en la selva, que era otro mundo. Éramos un asteroide errante en medio del cosmos que pocos sabían dónde se encontraba. Como Rommel en el norte del África.

Es esencial para los pilotos porque les permite medir la distancia al destino según el tiempo de demora entre el destello verde y el amarillo, usando un cálculo de triangulación. Y, sobre todo, enfocar el eje de una pista no iluminada, desde la  distancia necesaria de maniobra y sin necesidad de tenerla a la vista, durante la aproximación. De esa forma poder llegar a la altura mínima de decisión de aterrizaje en forma segura. Porque los pilotos saben que están dentro del cono de aproximación y procediendo por la zona libre de obstáculos. Tal certeza se logra por medio de un procedimiento de vuelo prediseñado y ya, igualmente, bastante olvidado.
Como el del aterrizaje nocturno, sin ninguna ayuda de tierra usando el lanzamiento de bengala. El que se debió hacer, a la siguiente noche, para rescatar los soldados sobrevivientes del combate. 


CIRCUITO DE AERÓDROMO VIRANDO SOBRE EL FARO GIRATORIO DE TORRE PARA ENCONTRAR LA TRAYECTORIA DE ENFRENTAMIENTO DE LA PISTA EN LA OSCURIDAD O EN CONDICIONES DE POCA VISIBILIDAD 

No hay comentarios:

Publicar un comentario