33. Cambio de tema. Las
circunstancias desfavorables del prestigio institucional, surgido con motivo
del combate de Las Delicias, nos habían facilitado la salida de ese escabroso
tema de oficinas. Aunque también estábamos dando satisfacción a nuestro deseo
de combatir sin ataduras procedimentales injustificadas. Como las existentes en
el EMC. Y demostrar que estábamos no sólo necesitados de más autonomía
operacional sino también poder actuar con toda la fuerza que demandaban las circunstancias
reales y no tan teóricas.
Sin
olvidar que uno de los motivos por los cuales asumimos el cargo fue para
evidenciar nuestros disgustos con la forma como se manejaban, a nivel central,
las batallas acontecidas en la periferia nacional.
Apreciaciones que, con frecuencia, estaban alejadas de la realidad local donde se da la confrontación. Deseábamos, con fervor, dar cabida plena al empeño que habíamos puesto por ser más la cabeza del ratón que combatía con arrojo en la primera línea, que la cola del león, que solo espanta moscas en la retaguardia. El que no era temible a nadie en esos lugares.
Apreciaciones que, con frecuencia, estaban alejadas de la realidad local donde se da la confrontación. Deseábamos, con fervor, dar cabida plena al empeño que habíamos puesto por ser más la cabeza del ratón que combatía con arrojo en la primera línea, que la cola del león, que solo espanta moscas en la retaguardia. El que no era temible a nadie en esos lugares.
Otros cambios. Luego
las cosas comenzaron a cambiar. Los tradicionalismos centralistas se fueron lentamente
revaluando. Los academistas retóricos, que usan el excesivo conocimiento de la
ciencia militar para evadir la capacidad de acción institucional, estaban
quedando en entredicho. Así fuese por temor de cometer un error que truncase su
carrera, que los paralizaba en los momentos cruciales del combate.
El hecho fue que no pasó mucho tiempo como para que ese mismo oficial que negó el bombardeo y que exponía profundos razonamientos catedráticos, no actuara con contundencia en otra situación real y por ello fuera despedido. Se confirmaron nuestras dudas sobre su idoneidad para ejecutar cuando dictaban sus lúcidos análisis tecnológicos y científicos.
El hecho fue que no pasó mucho tiempo como para que ese mismo oficial que negó el bombardeo y que exponía profundos razonamientos catedráticos, no actuara con contundencia en otra situación real y por ello fuera despedido. Se confirmaron nuestras dudas sobre su idoneidad para ejecutar cuando dictaban sus lúcidos análisis tecnológicos y científicos.
Entre mente y músculo. La
amplia brecha entre lo académico y lo real comenzó a cerrarse. En la
contundencia militar es inapropiada la presencia de aquellos que se esfuerzan
demasiado en los estudios para sacar los primeros puestos. Pero solo para recibir
los elogiosos y exorbitantes reconocimientos. Que cuando se llega el momento de
la verdad son totalmente incompetentes en la ejecución, donde, supuestamente,
son los que mejor aplicarán las altas calificaciones estudiantiles.
No son capaces de hacer funcionar lo aprendido, evidenciando que solo estudiaron para obtener los ascensos, que les dan réditos personales, y no para elevar la eficacia institucional, que es lo trascendental.
No son capaces de hacer funcionar lo aprendido, evidenciando que solo estudiaron para obtener los ascensos, que les dan réditos personales, y no para elevar la eficacia institucional, que es lo trascendental.
La maratón profesional. De
esa manera, la misma institución, con sus acumulados estímulos profesionales en
los primeros puestos y nada para los demás, que también logran méritos,
propicia esa forma de pensar. Y peor aún, cuando se cree que para quienes no se
enfrascan en competir con métodos poco
ecuánimes o antiéticos por el prestigio y las fama, son los que deben ser
destinados para los frentes de combate a manera de castigo o demérito.
En la misma forma como los ayudantes de Bolívar le recomendaban mandar al General Maza a las misiones más difíciles para deshacerse de un compañero que los incomodaba con su comportamiento que les dejaba en evidencia sus debilidades para combatir. Y como este lo sabía, solía reportar el cumplimiento de las órdenes con sus lacónicos partes llenos de ironía burlona para todos: Misión toda cumplida. Sin prisioneros. Maza aún vive.
En la misma forma como los ayudantes de Bolívar le recomendaban mandar al General Maza a las misiones más difíciles para deshacerse de un compañero que los incomodaba con su comportamiento que les dejaba en evidencia sus debilidades para combatir. Y como este lo sabía, solía reportar el cumplimiento de las órdenes con sus lacónicos partes llenos de ironía burlona para todos: Misión toda cumplida. Sin prisioneros. Maza aún vive.
Es
necesario reconocer los esfuerzos de quienes se empeñan en capacitarse para ser
lo más idóneos profesionalmente para el bien institucional. Pero sin degradar a
los que no lo hacen, por evitar la vanidad pero son incompetentes. No por incapacidad y por lo
cual se les suele ver como los menos competentes y que por eso son los
predestinados a las operaciones que los demás esquivan. Porque habiendo en esas
personas prudentes valores bastante útiles no los emplean en los cargos con
menores riesgos por una franca lucha por los cargos no peligrosos. Por ello no solo se dan ínfulas de destrezas
imaginarias y coraje militar, pero con la mente puesta en el interés individual
antes que en lo fundamental.
Se requiere la competencia por ser propiciadora de la superación. Sin
que sea una fiera carrera de vanidades y orgullos que deprecia los verdaderos méritos
y valores militares. Muchos, con celos profesionales, aprovechan ese prestigio
para lograr puestos cómodos y privilegios. Y, eso sin estar exentos de tráfico de
influencias.
Donde los riesgos de combate o de no lograr la promoción profesional, sean los mínimos. Cuando supuestamente los más capacitados deberían ser los que más involucrados deberían estar en la lucha. Actitud que se ha convertido en una poderosa cultura, que en lugar de favorecer a la institución militar la perjudica.
Donde los riesgos de combate o de no lograr la promoción profesional, sean los mínimos. Cuando supuestamente los más capacitados deberían ser los que más involucrados deberían estar en la lucha. Actitud que se ha convertido en una poderosa cultura, que en lugar de favorecer a la institución militar la perjudica.
Insignia
de Almirante. Internet.
El Almirante Comandante General. Después
de la visita del señor General del Ejército, comandante General, con quien aconteció
el asunto de los Mirage, este se retiró del cargo y fue remplazado el señor Almirante más antiguo del país. Como parte de su familiarización con
su nueva responsabilidad también nos visitó en Tres Esquinas para recibir la
información directamente del lugar de los hechos. Lo acompañó el comandante de
la FAC. El mismo que nos había visitado cuando inauguramos la planta de
tratamiento de aguas. Se les dio todo un recuento de los hechos y quedaron
enterados de lo acontecido y de nuestras circunstancias. Tanto en recursos para
combatir como los para vivir.
No
supimos si la idea del cambio de las órdenes sobre el uso de los bombarderos
fue transferida en el relevo del mando pero quedamos, por lo menos, con la
satisfacción de haberlo informado al Comandante anterior. El hecho es que, años
después, con motivo de las negociaciones en La Habana, esa facultad fue nuevamente
truncada. Porque fue la presidencia, la máxima autoridad nacional en el empleo
del poder aéreo, quien suspendió el uso de tan vital capacidad de combate.
Conclusiones.
Tratábamos de
controlar la parte emocional, que en estos casos es más peligrosa que la
racional. Sin dejarnos llevar por la sensibilidad porque debíamos concentrarnos
con lo operativo. Cuando se dan instrucciones sabiendo que pueden costar vidas
o evitar rescates posteriores, se siente una combinación de sensaciones que se
deben moderar.
Primero, es la emoción y la euforia de la adrenalina que fluye con muchos deseos y empeño por colaborar. Y segundo. Al mismo tiempo hay mucha tristeza debido a la adversidad, al darse cuenta que no podíamos hacer lo que queríamos hacer, sintiendo física impotencia.
Primero, es la emoción y la euforia de la adrenalina que fluye con muchos deseos y empeño por colaborar. Y segundo. Al mismo tiempo hay mucha tristeza debido a la adversidad, al darse cuenta que no podíamos hacer lo que queríamos hacer, sintiendo física impotencia.
De esta
experiencia, tanto nosotros como el país, aprendimos lo que debíamos mejorar en
el campo militar. Actualmente somos más fuertes. Tenemos más equipo para el
combate nocturno, mayor capacidad de reacción y de sorpresa, y estamos mejor
preparados.
Confirmamos que
conocíamos mucha teoría analítica pero nunca la habíamos verificación con la
realidad. Las doctrinas suele ser muy generales y las simulaciones, por más
reales que sean, nunca se aproximan a la verdad. En esas situaciones pudimos
ver cómo funcionaban nuestros criterios y eran útiles en la vida práctica en un
momento específico.
El caso de las
Delicias solo fue un evento intermedio de muchos reveses anteriores y de otros
posteriores. Por mencionar solo unos pocos, como los de Girasoles, Patascoy,
Puerres, la Hormiga, Orito, El Billar, La Carpa, Dagua, Miraflores, Mitú y
demás. Recordemos que una patrulla completa de nuestros hombres fue masacrada
en el Cauca durante los diálogos en Cuba. Sin posibilidad de apoyarla con fuego
aéreo por la orden de no bombardear al enemigo. Quien sí tenía toda la libertad
de actuar a pesar de haberse acordado el cese al fuego.
Eso no
significa que hayamos sido vencidos en la guerra sino que las cosas, aun siendo
buenas, deben mejorar. Son oportunidades para ganar en lugar de perder. Y para
ello no se puede evaluar ignorando que se hizo mucho y lo mejor posible, sin concentrarnos
en solo valorar lo poco imposible de hacer.
Aprendimos que
se debe tener en cuenta la parte emocional del ser humano para así tomar las
decisiones de mayor conveniencia. Y que quienes juzgan los hechos deben ser expertos y conocedores
de tales circunstancias. Los mismos hechos que, hasta para los profesionales de
las armas, les resultan difíciles de comprender y analizar.
Bastante más para quienes no los han experimentado y solo tienen referencias didácticas y dialécticas en discusiones bizantinas de contexto. O teorías filosóficas en las academias del derecho y las leyes. En especial en los tribunales judiciales a quienes también se les nota claras empatías más por la ilegalidad que por la legalidad procedente de los adoctrinamientos universitarios en su vida de estudiantes.
Bastante más para quienes no los han experimentado y solo tienen referencias didácticas y dialécticas en discusiones bizantinas de contexto. O teorías filosóficas en las academias del derecho y las leyes. En especial en los tribunales judiciales a quienes también se les nota claras empatías más por la ilegalidad que por la legalidad procedente de los adoctrinamientos universitarios en su vida de estudiantes.
En estos
acontecimientos, lo vivencial es siempre lejano a lo ideal. Vivirlos y
sentirlos por experiencia propia es diferente a escucharlos y calificarlos, por
referencia ajena.
La justicia. Si los sucesos militares han de juzgarse, quienes mejor los pueden sopesar
son aquellos quienes los vivieron y los contaron. Aunque no son los más
apropiados en cuanto la equidad para valorarlos, por ser parte interesada. Pero sí
son quienes más se pueden aproximar a la verdad.
Por acción u omisión, por exceso o por defecto, con o sin intención, por quitar o agregar, por exagerar o reducir y por intereses patrióticos, también los tribunales militares pueden ser subjetivos y los actores, no son los aptos para sentenciarlos objetivamente, pero sí para esclarecerlos.
La justicia
ordinaria es experta en procesar hechos de diversa índole. Sin embargo, las
victorias y las derrotas militares, son de tal complejidad que requieren
especialización en el tema. Los tribunales regulares podrán juzgar por lo que
saben y se les cuenta, más nunca por lo vivido. Por ello ha existido la
justicia militar desde su mas antiguo origen de la profesión de las armas.
Es evidente que
el sistema de justicia ordinaria carece de la multitud de oportunidades
vivenciales, así tenga los intelectuales, para acertar en sus conclusiones.
Aunque ilustrada en el campo académico no lo es tanto en la experiencia
operacional. De tal forma que no resultan ser tan poco los más aptos para disculpar
o inculpar.
Quienes juzgan
esos hechos, no sólo debe ser imparciales sino, también, idóneos y
especializados en calificar hechos históricos. Esas dos circunstancias
anteriores son la razón por la cual las naciones han creado la Justicia
Castrense, mal llamada Justicia Penal Militar.
Ella tiene las
mayores luces para ver con acierto, ya que sus magistrados están próximos
a los campos de batalla, palpan las circunstancias que rodean los
acontecimientos y han visto tanto el gozo de las victorias como el dolor de las
derrotas.
Tienen amplia experiencia adquirida durante un largo actuar profesional, ponderando el comportamiento de los hombres en armas o durante prolongadas vidas en estrados judiciales, calificando combates.
Tienen amplia experiencia adquirida durante un largo actuar profesional, ponderando el comportamiento de los hombres en armas o durante prolongadas vidas en estrados judiciales, calificando combates.
Es quien puede
saber, con mayor acierto, La veracidad o la deformación de la realidad.
Estando, pues, en medio de las dos partes, la más o menos interesada y la más o
menos ilustrada, es la alternativa menos mala y por ello la mejor para juzgar
la guerra. No será la ideal ni la perfección absoluta, porque la perfección completa,
dentro el ser humano es una utopía inexistente. Pero es siempre lo mejor que
podemos alcanzar.
Es la única
forma de cerrar la diferencia entre el ser y el deber ser o entre lo real y lo
ideal. Ya que nos es imposible lograr, en el mundo terrenal la pulcritud celestial,
estamos obligados a juzgar dentro de las posibilidades más perfectas, que
nuestra mente nos pueda dar. Y esa aproximación es la que nos ofrece una
potente Justicia Castrense, con doctrinas y dogmas, amplia y claramente
establecidos. Y con mucho conocimiento de los acontecimientos militares y del
entorno que los condicionan y los influyen.
Avión
militar carguero. Austero transporte funerario para los héroes.
El sacrifico de
las tropas, en la batalla de las Delicias, fue una valiosa lección de entrega,
sacrificio y lealtad patriótica, que nos condujo a reflexionar sobre la guerra
que hemos librado por tantos años. De tal forma que la sangre de sus soldados
fertilizó las doctrinas militares futuras, donde han germinado los éxitos que
en el presente estamos cosechando. Así sean más tardíos que oportunos de lo que deben ser.
Su sacrificio no fue inútil ni estéril. Es fecundo y por ello, en lugar de condenas y descalificaciones, merecen nuestros honores y recompensas. Para esos valientes un: “Dios se los pague”. Aunque ellos suelen contestar en su coloquial y sencillo lenguaje, cuando reciben esa esperanza: “Él si paga, aunque se demora mucho”.
Aspiramos a que esta simple crónica sea solo una muy pequeña parte de la inmensa deuda que con ellos tenemos.
Su sacrificio no fue inútil ni estéril. Es fecundo y por ello, en lugar de condenas y descalificaciones, merecen nuestros honores y recompensas. Para esos valientes un: “Dios se los pague”. Aunque ellos suelen contestar en su coloquial y sencillo lenguaje, cuando reciben esa esperanza: “Él si paga, aunque se demora mucho”.
Aspiramos a que esta simple crónica sea solo una muy pequeña parte de la inmensa deuda que con ellos tenemos.
Tumba para
el Capitán heroico.
Acostumbramos
pensar que lo militar es la causa cuando realmente es el efecto. Quien más
anhela no tener que combatir es el soldado, ya que es quien más sufre los
dolores de la guerra.
En las democracias, el soldado, está supeditado a las circunstancias sociales y a los designios políticos. El militar es consciente que le obliga corregir con dolor, en los arrasados campos de la guerra, lo que sus líderes civiles no han sabido sembrar con amor, en los fértiles campos de la paz.
En las democracias, el soldado, está supeditado a las circunstancias sociales y a los designios políticos. El militar es consciente que le obliga corregir con dolor, en los arrasados campos de la guerra, lo que sus líderes civiles no han sabido sembrar con amor, en los fértiles campos de la paz.
Por tanto, el
militar merece especial consideración, como el del fuero de la Justicia
Castrense, que lo juzgue con acierto. Donde la primera intención no sea la de
presumir la culpa sino la inocencia, como ordena el máximo mandato, la
Constitución.
No hagamos
inculpaciones para condenar sino conclusiones para mejorar. La mejor justicia
es la que corrige en lugar de degradar. Incluso para disolver el rencor que produce el dar tanto por la nación y recibir de ella improperio. No la vengadora
sino la reparadora. La que es constructora en lugar de destructora.
Tres Esquinas. Inexpugnable.
Lo que vino luego. De lo
que aconteció después nos lo da la crónica de Orlando Restrepo con el título de
“Tres esquinas, inexpugnable”. Publicada en la prensa nacional, que
trascribimos.
“La
gigantesca carpa verde oliva parece un hangar para aviones. Emerge, desafiante,
desde un costado de la pista de aterrizaje. Fuera de ella, antenas parabólicas
y otras estructuras metálicas miran al cielo y escudriñan cada movimiento que
se produce en los miles de kilómetros de las selvas y llanuras del sur de
Colombia.
“La descomunal instalación, que esconde en su interior equipos de inteligencia y tecnología de punta en comunicaciones. Fue levantada en menos de dos meses por asesores estadounidenses en Tres Esquinas (Caquetá). Una antigua base aérea construida durante la guerra contra Perú, situada a una hora y 20 minutos de Bogotá, por avión, y en medio de 77.000 hectáreas de cultivos de hoja de coca.
Su
estratégica posición, cerca de las zonas de producción cocalera más importante
del país (Putumayo, Caquetá y noroccidente del Amazonas), pesó para que el
gobierno de EE UU concentrara sus esfuerzos en convertir a Tres Esquinas en la
fortaleza antinarcóticos más grande de Colombia.
La mayor parte de la ayuda estadounidense, 1.300 millones de dólares aprobados por la Cámara de Representantes del Congreso de ese país, será destinada a esta base. Una fortaleza abanderada de la nueva batalla contra el cultivo, producción y comercio de coca.
La mayor parte de la ayuda estadounidense, 1.300 millones de dólares aprobados por la Cámara de Representantes del Congreso de ese país, será destinada a esta base. Una fortaleza abanderada de la nueva batalla contra el cultivo, producción y comercio de coca.
De
arriba a abajo. Selva. Pista. Casas. Hospital y río.
En
Tres Esquinas, bajo la carpa, oficiales de las FF MM de Colombia coordinan
desde ella, la más grande fuerza élite del país: 8.000 hombres de la FUTACAL y
el recientemente creado Batallón contra el narcotráfico del Ejército, apoyados
por miembros de las otras fuerzas y de la Policía Nacional.
Selva
pantanosa alrededor de la carpa, en una actividad febril. Militares de la FAC,
el Ejército, la Infantería de Marina y la Policía Antinarcóticos acarrean sacos
de arena y forman una trinchera cercana a la malla periférica. Para ellos, esto
es solo seguridad preventiva.
Uno de los uniformados que ayudan a levantar la trinchera es el soldado Martínez, un bogotano de 21 años que llegó el miércoles a la Base. El no cree en un ataque de la guerrilla. Con toda esta selva sería suicida que la guerrilla intentara un asalto. No saldrían vivos, dice con vehemencia.
Uno de los uniformados que ayudan a levantar la trinchera es el soldado Martínez, un bogotano de 21 años que llegó el miércoles a la Base. El no cree en un ataque de la guerrilla. Con toda esta selva sería suicida que la guerrilla intentara un asalto. No saldrían vivos, dice con vehemencia.
En
apariencia, la afirmación del militar es cierta. Tres Esquinas, una guarnición
de 1.500 hectáreas, es casi inaccesible. Sobre la margen izquierda del río
Orteguaza, en el que confluye el río Caquetá, la Base está resguardada por
espesa selva, ríos, pantanos y soporta siete meses de lluvia ininterrumpida
cada año.
Es un
aislamiento aparente, porque los aviones no tienen limitaciones de tiempo ni de
condiciones atmosféricas. Pueden llegar las 24 horas del día desde cualquier
punto del país, sostiene el Coronel Mario Alberto Rodríguez, comandante del
Grupo Aéreo del Sur, unidad que existió hasta hace dos años”.
La seguridad también se ha fortalecido. En
las instalaciones construidas por EE UU, la base cuenta con equipos técnicos
para recibir imágenes satelitales y para interceptar señales de radioteléfono
en los departamentos de Caquetá, Putumayo y Amazonas.
Los equipos son manejados conjuntamente por militares colombianos y asesores estadounidenses. También controla las estaciones de radar de Tres Esquinas, Marandúa, Araracuara y Mecana.
Los equipos son manejados conjuntamente por militares colombianos y asesores estadounidenses. También controla las estaciones de radar de Tres Esquinas, Marandúa, Araracuara y Mecana.
El
radar
¿Otro
Vietnam? Pero el aislamiento geográfico de la base podría ser contraproducente.
En opinión de un estadounidense experto en movimientos contrainsurgentes
durante la guerra en Centroamérica, Tres Esquinas puede considerarse la Dien
Bien Phu colombiano.
El experto se refiera a una base militar francesa, situada en lo profundo de la selva indochina, y tomada por las fuerzas norvietnamitas en 1953, durante la guerra de Vietnam. Su aislamiento fue su perdición.
Todo es posible, pero estamos alerta las 24 horas del día. Tenemos facilidad de movilización y un sistema de detección de aeronaves y de grupos de personas en la selva. Tampoco descuidamos los centinelas en los alrededores, agrega el coronel Rodríguez.
El experto se refiera a una base militar francesa, situada en lo profundo de la selva indochina, y tomada por las fuerzas norvietnamitas en 1953, durante la guerra de Vietnam. Su aislamiento fue su perdición.
Todo es posible, pero estamos alerta las 24 horas del día. Tenemos facilidad de movilización y un sistema de detección de aeronaves y de grupos de personas en la selva. Tampoco descuidamos los centinelas en los alrededores, agrega el coronel Rodríguez.
Pista
actual
El
oficial señala la pista de aterrizaje, de 2.060 metros de longitud, que está en
el lado opuesto a la margen del río Orteguaza. La pista es el eje en torno al
cual fueron construidas las instalaciones: hangares, sedes administrativas,
alojamientos, casinos y centros de reentrenamiento para oficiales, suboficiales
y soldados. Al igual que un pequeño barrio, Mandalay, para 60 familias que trabajan
en la guarnición. El pequeño pueblo tiene una escuela, iglesia, un hospital de
segundo nivel y tiendas comunales.
En la
Base permanecen un promedio de 15 aeronaves, entre helicópteros Bell 212 y
Hughes 500 y aviones Caraván y Gavilán, que realizan vuelos de seguridad día y
noche. Cerca de la pista, como un pequeño cultivo de hongos verdes, se levantan
las tiendas de campaña de los soldados del batallón contra el narcotráfico del
Ejército. Desde hace unos meses construyen trincheras y defensas antiaéreas,
saben que permanecerán allí por mucho tiempo y quieren estar preparados.
Estamos
rodeados de 2.500 terroristas del bloque sur de las FARC, son ocho frentes, que
tienen el monopolio del comercio de la coca y nosotros venimos a acabar con
eso, asegura el general Mario Montoya Uribe, actual comandante de la Fuerza de
Tarea Conjunta.
Él y sus 8.000 hombres tendrán la tarea de utilizar los recursos estadounidenses y mostrar resultados contra el narcotráfico, a corto plazo, en una zona donde está más del 55 por ciento de los cultivos de hoja de coca de Colombia. Estos cultivos producen anualmente 517 toneladas y con ellas la guerrilla se gana aproximadamente 1.800 millones de dólares.
Él y sus 8.000 hombres tendrán la tarea de utilizar los recursos estadounidenses y mostrar resultados contra el narcotráfico, a corto plazo, en una zona donde está más del 55 por ciento de los cultivos de hoja de coca de Colombia. Estos cultivos producen anualmente 517 toneladas y con ellas la guerrilla se gana aproximadamente 1.800 millones de dólares.
Son casi las 5 de la tarde. Grupos de 20 soldados pasan trotando por las calles de barro rojo que unen las distintas instalaciones de la Base. Revisan sus armas y el oficial señala, entonces, una leyenda escrita sobre madera en uno de los cambuches de los soldados: “Dios concede la victoria a la constancia”.
Las modernas obras actuales.
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