AERONAUTAS Y CRONISTAS

martes, 3 de septiembre de 2019

UN LIBERTADOR RUGIDO DE MOTORES Y DE HÉLICES


UN LIBERTADOR RUGIDO DE MOTORES Y DE HÉLICES

Si hay algo qué ilustra el poder aéreo y la determinación de un pueblo para vivir en libertad y democracia, es el puente aéreo de Berlín. Claramente contado por el periodista político Willy Brand. Quién después fue canciller alemán.

Justo lo que no vieron muchos países sobre el descomunal peligro comunista. Que entre nosotros está más que suficientemente lustrado con los descalabros de Cuba y Venezuela. Qué esos dos ejemplos nos sirvan para nunca imitar. Cómo lo han querido los ignorantes izquierdistas colombianos.

Para entender hasta dónde llega el atrevimiento del comunismo para someter a los pueblos por el camino de la decadencia, es crucial no olvidar la historia de Berlín en 1948.

Las cuatro naciones aliadas, vencedoras de Alemania, habían tomado la decisión de repartirse la ciudad de Berlín en 4 sectores.
La ciudad había quedado inmersa dentro del territorio conquistado por los rusos y por ello suponían que les correspondía adueñarse de toda la ciudad capital.

Pero Stalin había aceptado la partición de la ciudad porque no podía negar el inmenso apoyo qué, en material militar, había recibido de los otros tres aliados occidentales.

Después de un corto tiempo y mientras se perfeccionaban las negociaciones políticas, los norteamericanos, ingleses y franceses decidieron unificar sus tres porciones de la ciudad para facilitar el progreso y la restauración por los daños causados durante la Guerra.

Lo cual fue mal visto por los rusos, que no sólo querían tomarse toda la ciudad, sino imponer en ella el modo de vida comunista.

Era un paso más de la intención soviética de propagar a todo el mundo el comunismo. Como ya lo había propuesto Lenin a finales de la década de 1910.

Ideología que había demostrado ya su invalidez. Puesto que Stalin dependió de la ayuda capitalista para atacar a Hitler. Auxilio en equipo militar que suplicaba con insistencia. Además de presionar para que fuesen los otros tres aliados occidentales quiénes  atacaran de primero a Alemania. Para el, después, encontrar un enemigo debilitado en el frente oriental y lograr con facilidad los mejores beneficios de la guerra.

La intención de Stalin era impulsar la socialización de Alemania y que no fuera reconstruida con un sistema democrático de gobierno. Por eso se oponía resueltamente a la rehabilitación económica de Alemania.

Intención que comenzó a frustrarse con la opuesta resolución de los alemanes. Demostrada en la derrota de los comunistas en las elecciones alemanas de 1946.
Por eso querían que en la Alemania occidental pudieran germinar el estado militarista y fascista para el comunismo hacerse al poder.

Pero la unificación de las tres zonas de Berlín, adjudicadas a las potencias occidentales, se oponía a esa meta soviética.

Entonces los rusos comenzaron a tomar medidas de sometimiento impidiendo el tráfico de pasajeros y toda clase de suministros del occidente al sector oriental soviético de la ciudad. Querían sitiar por hambre, cerrando las vías férreas y fluviales. Sólo quedaba disponible los 3 corredores aéreos. Por donde se abastecían las pequeñas tropas americanas destacadas en el Berlín occidental, por parte de los tres aliados democráticos.

Entonces estas tres potencias decidieron utilizar los tres corredores aéreos de tan sólo 30 km de ancho. No sólo para abastecer a sus tropas sino a toda la población del sector de Berlín occidental.
Dos millones de habitantes de Berlín oeste se veían amenazados a capitular por la penuria. Nadie sabía durante cuánto tiempo y hasta qué punto podría ser aprovisionada la población por vía aérea.

Fue así como el 26 de junio fueron puestos en acción, para empezar, 32 bimotores DC 3 en vuelo hacia Berlín llevando medicamentos, alimentos y correos. Tan sólo 4 semanas más tarde, los aparatos americanos y británicos transportaban un promedio de 1.500 toneladas diarias. Una verdadera proeza. Pero aún insuficiente para asegurar la existencia de la población. El pueblo, por su parte, hacía toda clase de sacrificios para ayudar a la resistencia contra la invasión comunista.

Los comandantes occidentales estaban visiblemente presionados. Pues esperaban escuchar quejas y lamentos. En vez de ello recibieron respaldo y gratitud por parte de la población berlinesa. Algo completamente distinto a lo pensado.

La eficacia del puente aéreo sobrepasó las mayores esperanzas. La organización de la operación, las proezas de los aviadores y del personal de tierra, como la exacta cooperación de las 9 bases aéreas militares de Alemania occidental, combinadas con los aeropuertos civiles dentro de Berlín, lindaba con lo fantástico.

En septiembre y en un solo día, fueron llevadas por aire a Berlín unas 7.000 toneladas. Y el 16 de abril, del siguiente año, se llegó, incluso, a 1.400 aviones aterrizando.
Lo cual significaba un avión cada 63 segundos. O sea, en un solo día, 8 mil toneladas.

Los obreros qué descargaban los aviones, trabajaban 10 y 12 horas diarias. Ininterrumpidamente, lograban descargar 10 toneladas en cinco o seis minutos.

Los comunistas sostuvieron el bloqueo casi durante un año completo. En el cual se movilizaron por aire más de dos millones de toneladas.
Los berlineses no podrían haber mantenido su terreno sin la existencia del puente aéreo.

La mayoría de las familias se sentían contentas cuando podían mantener un poco caliente alguna habitación de su casa. Donde se cocinaba y al mismo tiempo se albergaban durante la fría noche para ahorrar combustible.

La electricidad sólo funcionaba 4 horas al día en dos períodos de 2 horas. En las largas noches de invierno, la familia se sentaban en la cocina, a la luz de una vela, hambrientos y tiritando de frío. Se abrigaban lo más que podían. No para salir de la casa, sino para lograr dormir.

Una fábrica tras otra se iban cerrando. Las pequeñas industrias no tenían otro remedio que atemperar su horario al de la corriente eléctrica, así fuese en la madrugada. Los empleados se trasladaban a pie o en bicicleta Pues estaba restringido el tranvía los autobuses y el metro.

Pero lograron sobrevivir gracias a un esperanzador rugido de motores y de hélices. Que llegaba desde el cielo de Berlín y que prometía vivir en libertad.

A esas penurias es a las que nos quiere llevar la izquierda en Colombia. Y contra las que, cada día y noche, nuestra Fuerza Aérea lucha para liberarnos de la esclavitud y el sufrimiento que trae el comunismo. Ya disfrazado de socialismo.

La historia no ha cambiado. Se repite.
Coronel Iván González.


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