UN LIBERTADOR RUGIDO
DE MOTORES Y DE HÉLICES
Si hay algo qué
ilustra el poder aéreo y la determinación de un pueblo para vivir en libertad y
democracia, es el puente aéreo de Berlín. Claramente contado por el periodista
político Willy Brand. Quién después fue canciller alemán.
Justo lo que no
vieron muchos países sobre el descomunal peligro comunista. Que entre nosotros
está más que suficientemente lustrado con los descalabros de Cuba y Venezuela.
Qué esos dos ejemplos nos sirvan para nunca imitar. Cómo lo han querido los
ignorantes izquierdistas colombianos.
Para entender hasta
dónde llega el atrevimiento del comunismo para someter a los pueblos por el
camino de la decadencia, es crucial no olvidar la historia de Berlín en 1948.
Las cuatro naciones
aliadas, vencedoras de Alemania, habían tomado la decisión de repartirse la
ciudad de Berlín en 4 sectores.
La ciudad había
quedado inmersa dentro del territorio conquistado por los rusos y por ello
suponían que les correspondía adueñarse de toda la ciudad capital.
Pero Stalin había
aceptado la partición de la ciudad porque no podía negar el inmenso apoyo qué,
en material militar, había recibido de los otros tres aliados occidentales.
Después de un corto
tiempo y mientras se perfeccionaban las negociaciones políticas, los norteamericanos,
ingleses y franceses decidieron unificar sus tres porciones de la ciudad para
facilitar el progreso y la restauración por los daños causados durante la
Guerra.
Lo cual fue mal visto
por los rusos, que no sólo querían tomarse toda la ciudad, sino imponer en ella
el modo de vida comunista.
Era un paso más de la
intención soviética de propagar a todo el mundo el comunismo. Como ya lo había
propuesto Lenin a finales de la década de 1910.
Ideología que había
demostrado ya su invalidez. Puesto que Stalin dependió de la ayuda capitalista
para atacar a Hitler. Auxilio en equipo militar que suplicaba con insistencia.
Además de presionar para que fuesen los otros tres aliados occidentales
quiénes atacaran de primero a Alemania.
Para el, después, encontrar un enemigo debilitado en el frente oriental y
lograr con facilidad los mejores beneficios de la guerra.
La intención de
Stalin era impulsar la socialización de Alemania y que no fuera reconstruida
con un sistema democrático de gobierno. Por eso se oponía resueltamente a la
rehabilitación económica de Alemania.
Intención que comenzó
a frustrarse con la opuesta resolución de los alemanes. Demostrada en la
derrota de los comunistas en las elecciones alemanas de 1946.
Por eso querían que
en la Alemania occidental pudieran germinar el estado militarista y fascista
para el comunismo hacerse al poder.
Pero la unificación
de las tres zonas de Berlín, adjudicadas a las potencias occidentales, se oponía
a esa meta soviética.
Entonces los rusos
comenzaron a tomar medidas de sometimiento impidiendo el tráfico de pasajeros y
toda clase de suministros del occidente al sector oriental soviético de la ciudad.
Querían sitiar por hambre, cerrando las vías férreas y fluviales. Sólo quedaba
disponible los 3 corredores aéreos. Por donde se abastecían las pequeñas tropas
americanas destacadas en el Berlín occidental, por parte de los tres aliados
democráticos.
Entonces estas tres
potencias decidieron utilizar los tres corredores aéreos de tan sólo 30 km de
ancho. No sólo para abastecer a sus tropas sino a toda la población del sector
de Berlín occidental.
Dos millones de
habitantes de Berlín oeste se veían amenazados a capitular por la penuria.
Nadie sabía durante cuánto tiempo y hasta qué punto podría ser aprovisionada la
población por vía aérea.
Fue así como el 26 de
junio fueron puestos en acción, para empezar, 32 bimotores DC 3 en vuelo hacia
Berlín llevando medicamentos, alimentos y correos. Tan sólo 4 semanas más
tarde, los aparatos americanos y británicos transportaban un promedio de 1.500 toneladas
diarias. Una verdadera proeza. Pero aún insuficiente para asegurar la
existencia de la población. El pueblo, por su parte, hacía toda clase de
sacrificios para ayudar a la resistencia contra la invasión comunista.
Los comandantes
occidentales estaban visiblemente presionados. Pues esperaban escuchar quejas y
lamentos. En vez de ello recibieron respaldo y gratitud por parte de la
población berlinesa. Algo completamente distinto a lo pensado.
La eficacia del
puente aéreo sobrepasó las mayores esperanzas. La organización de la operación,
las proezas de los aviadores y del personal de tierra, como la exacta
cooperación de las 9 bases aéreas militares de Alemania occidental, combinadas
con los aeropuertos civiles dentro de Berlín, lindaba con lo fantástico.
En septiembre y en un
solo día, fueron llevadas por aire a Berlín unas 7.000 toneladas. Y el 16 de
abril, del siguiente año, se llegó, incluso, a 1.400 aviones aterrizando.
Lo cual significaba
un avión cada 63 segundos. O sea, en un solo día, 8 mil toneladas.
Los obreros qué
descargaban los aviones, trabajaban 10 y 12 horas diarias. Ininterrumpidamente,
lograban descargar 10 toneladas en cinco o seis minutos.
Los comunistas
sostuvieron el bloqueo casi durante un año completo. En el cual se movilizaron
por aire más de dos millones de toneladas.
Los berlineses no
podrían haber mantenido su terreno sin la existencia del puente aéreo.
La mayoría de las
familias se sentían contentas cuando podían mantener un poco caliente alguna habitación
de su casa. Donde se cocinaba y al mismo tiempo se albergaban durante la fría
noche para ahorrar combustible.
La electricidad sólo
funcionaba 4 horas al día en dos períodos de 2 horas. En las largas noches de
invierno, la familia se sentaban en la cocina, a la luz de una vela,
hambrientos y tiritando de frío. Se abrigaban lo más que podían. No para salir
de la casa, sino para lograr dormir.
Una fábrica tras otra
se iban cerrando. Las pequeñas industrias no tenían otro remedio que atemperar
su horario al de la corriente eléctrica, así fuese en la madrugada. Los
empleados se trasladaban a pie o en bicicleta Pues estaba restringido el
tranvía los autobuses y el metro.
Pero lograron
sobrevivir gracias a un esperanzador rugido de motores y de hélices. Que
llegaba desde el cielo de Berlín y que prometía vivir en libertad.
A esas penurias es a
las que nos quiere llevar la izquierda en Colombia. Y contra las que, cada día
y noche, nuestra Fuerza Aérea lucha para liberarnos de la esclavitud y el
sufrimiento que trae el comunismo. Ya disfrazado de socialismo.
La historia no ha
cambiado. Se repite.
Coronel Iván
González.
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