RUSIA TAL COMO
YO LA HE VISTO
En 1920, 3 años
después de la sangrienta revolución comunista rusa liderada por Lenin, George
Wells visitó la nación. Estas fueron las impresiones, de su larga crónica, que
he resumido, sobre el cambio de gobierno, de ideología política y de resultados.
En la ciudad de Petrogrado
es donde más observa el impresionante derrumbe de la sociedad rusa. Monumentos
y palacios están mudos y vacíos. Ya no queda nada de la pasada gloria. Casi todo
está absorbido por la lucha contra el hambre. Hoy, todas las tiendas han dejado
de existir. La población decrece cada día. La mayor parte los habitantes mueren
de inanición. Pocos tienen ya dos trajes o más de una muda de ropa interior,
además de gastada y remendada.
Las tiendas tienen el
aspecto de restos de náufragos. La pintura se ha cuarteado. Los cristales, de
los que fueron escaparates, están rotos o quebrados. Llenos de grafitis y
míseros restos de mercancías sin valor. Los grandes bazares orientales están
igualmente cerrados.
Es desesperada la
lucha de las autoridades para mantener el control sobre la distribución de los
artículos esenciales para la vida. E impedir que los especuladores hagan subir,
a alturas vertiginosas, los precios de la poca comida que queda. La gente
camina siempre de prisa. Como queriendo huir de sí mismos.
Los tranvías
funcionan solo hasta las 6 de la tarde. Es el único medio de transporte. En las
horas pico de movimiento callejero, la gente se pega a los carros para subir y
se amontonan dónde quepan. Cuando termina la jornada laboral, grande racimos
humanos se cuelgan de ellos, de dónde se pueda. La calzada está sin reparar
desde hace tres o cuatro años. Los pisos de madera desaparecieron. Han sido arrancados
para encender fuego.
Un paseo en auto es
una terrible aventura. Los carros, que han sobrevivido a la tormenta, utilizan
el petróleo bruto. Cuando arrancan lanzan una
espesa nube de humo azulado y con un ruido de ametralladoras en acción.
Las casas de madera han sido demolidas para suministrar combustible en el frío
invierno.
Todo el mundo tiene
aspecto de miseria. Cada cual parece condenado a llevar un bulto. La gente está
mal vestida. Desfilan a toda prisa, dando la impresión de que la población
entera huyera. Muchos han vuelto a la vía campesina. Otros se han ido al
extranjero. La mortalidad es de 81 por mil. La población está profundamente
deprimida.
Los bultos que cargan
los transeúntes son de raciones de víveres distribuidos con parsimonia por la
administración pública. O son mercancías destinadas al mercado negro para poder
conseguir lo que el gobierno no les suministra. Casi todas las cosas escasean
como resultado del hundimiento general de la organización social.
La circulación
monetaria está en plena crisis. Las ciudades luchan contra él acaparamiento, el
mercantilismo del hambre, la lucha feroz por la posesión de comestibles y el
control total de la disponibilidad. Sin el razonamiento, la producción agrícola
es casi imposible de controlar.
La población
indisciplinada se abandonó a la comodidad de no trabajar esperando la caridad.
La carencia es cruel. Todo comercio es calificado de especulación de un
capitalismo injusto. La venta de alimentos se practica de manera pintoresca en
las esquinas de las calles. Muchos negocios clandestinos tienen que suplir la
insuficiencia de las raciones oficiales.
Todas las estaciones
del tren tienen una multitud de campesinos que esperan el paso de las máquinas
para vender sus productos de manera informal. Ellos son los únicos que tienen
aspecto de bien alimentados. Son los más prósperos porque se suplen de su
propia producción. Pero no tienen la necesaria comercialización.
Mientras se mantenga
el gobierno comunista no se introducirá ningún cambio, porque esa situación le
conviene para poder dominar y controlar a la población.
Los incidentes y
choques de algunos inconformes con la fuerza pública van en aumento. Y son
amplificados por la prensa oficial que las transforma en insurrección. Cuando
apenas son ligeras protestas. Porque no pueden hacer exigencias mayores a menos
de que se expongan a la represión violenta.
Todas las clases
sociales están en profunda indigencia. La producción industrial se derrumba. En
ninguna parte se encuentra objetos manufacturados nuevos. Como los domésticos
de uso corriente.
Las medicinas faltan.
Las ligeras indisposiciones degeneran fácilmente en enfermedades graves. Las
personas parecen estar con una salud precaria. Si alguien cae realmente enfermo
ya su situación se hace siniestra. En los hospitales todo falta y está en
condiciones deplorable. Sólo se hacen intervenciones quirúrgicas una vez a la
semana. Los demás días los enfermos deben esperar.
El arte, la
literatura, la ciencia y todos los refinamientos, que nosotros entendemos por
civilización, se encuentran
comprometidos. Toda la investigación ha caído en un desastre completo. No queda
nadie que quiera comprar libros o cuadros.
La nueva organización
social se dedica, entonces, a combatir el robo, el asesinato y la anarquía más
espantosa. Los intelectuales se vieron condenados a las peores privaciones y
hundidos en la más negra miseria. Quienes protestan o critican el régimen, son
condenados a prisión o enviados al destierro a la remota Siberia.
Los supervivientes
del mundo científico, como el psicólogo Pavlov, premio Nobel, nos hacía
preguntas sobre el progreso de la ciencia en el mundo exterior de Rusia. No
tenía ningún contacto con sus colegas de otras naciones. Es un bloqueo
intelectual completo.
El instrumental para
investigar es todo de fabricación anticuada. Incluso nos han preguntado si les
podríamos enviar literatura científica. Y víveres. Porque a pesar de todo, para ellos, después del alimento, lo principal es el
saber.
Lenin nos impresionó
con tantas concepciones erróneas sobre la psicología del trabajador occidental.
Sostiene la obstinada y absurda tesis de que lo que pasa en Rusia es la
revolución social tal como la profetizó Marx. Sus escritos se limitan a recoger
las ideas, y las frases estereotipadas del marxismo doctrinario. Repetidas
mecánicamente con ciega y fanática obsesión.
Sin análisis de
contexto por falta de comprensión racional ni lógico. El único lenguaje que
pueden usar los comunistas, para confundir y adoctrinar a sus adeptos de poca
ilustración. El comunismo es la espina dorsal de Rusia. Pero desprovista de
vértebras flexibles que no se pueden curvar sino mediante la adulación y la
deferencia con Moscú.
Las iglesias están
abiertas y bajo sus puertas hay una gran cantidad de mendigos que acuden a la
caridad de los fieles. En el famoso santuario de la virgen de Iberia, muchas
campesinas besan las piedras del umbral a falta de algo más sagrado. Además, en
la pared de enfrente, grabado en un panel de yeso, los primeros revolucionarios de Moscú, escribieron,
“La Religión es el Opio al Pueblo”.
La tolerancia
religiosa sólo admite al ateísmo y no a las otras convicciones. No sé toleran
sentimientos religiosos de ningún otro punto de vista.
Los protocolos para
una entrevista con Lenin fueron fastidiosos. El Kremlin está bien cerrado y es
de difícil acceso. Hay un sinfín de formalidades donde los centinelas toman
exageradas precauciones. Lo cual se comprende debido a una dictadura.
Lenin, en 1918,
consideraba la revolución social como un fin en sí misma. Después cuando las cosas no resultaron tan
ventajosas, cambio el concepto. Que sus resultados dependen de los trabajadores
del mundo occidental. Los que deberían unirse a ellos para eliminar el
capitalismo. De esa forma invoca muchas excusas por el retraso, en dar al país
que domina, un orden social nuevo y mejor.
Los marxistas se
ponen furiosos cuando preguntamos si todo se estaba haciendo como debería
hacerse y del modo más inteligente posible. Se incomodan porque Lenin les había
prometido el paraíso en la tierra, cuando se hubiesen desembarazado de la que,
para ellos es la tiranía de las leyes.
Otra justificación de
Lenin es que la revolución rusa es sólo el comienzo de una era de experiencias
ilimitadas. Únicamente para destruir el capitalismo. Por eso no ha salido tan bien.
Entonces emprendió la tarea de ensayar métodos sucesivos hasta que descubriera
la mejor solución final. Pero sin importar el sufrimiento generado durante el
proceso.
Para ello las
ciudades deberían ser mucho más pequeñas. Totalmente diferentes a las actuales.
Así eso implicara su muerte y su completa sustitución. La mayoría de las
ciudades se disgregarían y terminarían por desaparecer. Que Rusia necesita
reconstruir todo y hacer algo enteramente nuevo.
Es decir, la nación debería
ser primordialmente rural y agrícola. De mínima concentración urbana. Como si
fuese innecesaria la reunión de esfuerzos para desarrollar complejos procesos
industriales, académicos y comerciales. Decía que esa transformación era una
consecuencia necesaria para implantar la teoría del colectivismo.
Lenin, como todo buen
marxista, se burla de los utopistas.
Pero terminó siendo víctima de su propio utopía.
Dice que la
producción agrícola no se debe únicamente a los campesinos. Aunque basa el
progreso en ellos. Por eso está intentando nuevas explotaciones agrícolas y que
los resultados que ha tenido dan mucha esperanza. Que se extenderá a todas las
provincias. Los campesinos tradicionales, que para el comunismo son
propietarios egoístas e ignorantes, no sabrán nada de eso hasta que llegue su
turno de expropiación.
Lenin tiene una
conciencia ilimitada en todo lo que hace. Dice que los que vuelvan dentro de 10
años se darán cuenta de lo que han realizado con éxito. Pero no se dan cuenta
de que no era necesario derribar completamente el sistema social y económico
existente para que su nuevo sistema pudiera comenzar a funcionar.
Como si todo lo
construido por la humanidad, durante muchos siglos, hubiese sido un extenso error, que el descubrió y él tiene
que ser su salvador. Por eso adoptó los dogmas marxistas de la lucha de clases
y la supresión total del capitalismo, como preludio esencial e inevitable para
llegar a la dictadura del proletariado. Incluida la justificada confrontación
violenta.
Porque el capitalismo
moderno es incurablemente rapaz y refractario a todo perfeccionamiento. Porque
el capitalismo impide toda administración de los recursos nacionales con vistas
al interés general. Por ello, periódicamente, traerá de nuevo la guerra al
mundo. Las guerras son debidas a la organización capitalista de la sociedad. No
existen las guerras por motivos nacionalistas.
Está obsesionado con
la idea de que el capitalismo pretende impresionar la mentalidad rusa ofreciéndole
ayuda económica para reconocer su gobierno. Ayudarlos contra la agresión del
Japón construyendo una base naval americana en la costa rusa del Pacifico.
Todos estos proyectos sólo son con intención de crear una lucha
ideológica, y económica por los mejores
trozos de los recursos naturales del planeta.
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