40
DÍAS EN EL VAUPÉS
1950
PARTE
5
• PERIPECIAS. Los 30 metros de las bocas
del Yí, se han convertido en tres, y así empezamos a navegar sopesando a cada
golpe de remo con las rocas y maderos caídos que hay que esquivar y romper a
machete. No pasa una hora sin que los viajeros tengamos que saltar a tierra y
caminar troche arriba hasta que los bogas hayan salvado mil obstáculos al
parecer invencibles. El padre Gil ha resultado desafortunado. Como iba sin
sombrero y no dio una mirada a un nido de hormigas pequeñas, les rozó y aquí
fue Troya. Un velo movible de mil líneas le cubrió en un instante la cabeza la
cara y el cuello. Picaban como los diablillos arrancando los pedazos. Yo estaba
inmediatamente detrás disfrutando, como buen logrero, de la trocha y disfruté
también de mi partecita de hormigas.
• UN ANTIOQUEÑO. Nos asustan un poco los
bogas, porque creen que no llegaremos al "Parador" que significa un
varadero, único lugar este donde hay una maloca, donde podríamos pernoctar.
Pero es cobardía pensar en dormir bajo los árboles. Los bogas tienen que llevar
la carga a hombro, que es la canoa, 1.000 o 2.500 metros. Canoas que navegan
por tierra. Nos tocó cruzar por diversos pantanales en los que nos teníamos que
llevar los zapatos al cuello amarrados con los cordones. Nos lavamos en las
fuentes de un antioqueño de nombre Emiliano Zapata, el dueño de la maloca, que
me condujo a su casa. No pueden faltar estos antioqueños en ninguna parte, me
decía mi mismo, y así es. Como yo mismo viniendo del nordeste antioqueño. Este
colono nacido en Yolombó, es el empresario del parador. Se casó con una india,
con ánimos de no volver por esos mundos donde matan por una cuarta de tierra,
cuando aquí puede coger 1 millón de kilómetros. Nos tenía gallina preparada con
tajadas de plátano largas como lenguas de vacas, y café sin azúcar.
BOGANDO
• HACIA EL PACA. El 20 octubre salimos
del pie del nacimiento del Yí hasta dónde puede meterse nuestra canoa en el río
Paca. Tenemos que andar otros 2.500 m en el parador. Y estos son los que
recorren nuestra canoa. Seguimos con las mismas dificultades de todos los días.
A medida que andamos aumenta su caudal de aguas prietas como el color de vino
de uvas negras, tinto pero más negro que tinto. Pero se nos llegó la noche y
hubimos de pasar en la maloca abandonada del caño Güepí. Esta, medio derruida,
sin caminos recién pisados, las malezas crecidas junto a los muros y en el
patio. Esa noche llovió a cántaros y el cielo nos regaló con sus truenos y
relámpagos.
• PLANTA EXOTICA. La palma que se llama
"tipuñas", a la hora precisa en que se cae la noche, abre sus racimos
y deja caer unas flores blancas como azahares pero duras y consistentes,
sumamente estimadas por los indios para varios usos. Entre otros para preparar
con ellas el pescado que queda riquísimo con la grasa vegetal que contiene. Y
para fabricar el cachire, bebida fermentada que usan en las fiestas en las que
se emborrachan y bailan.
• VESTIDO. Nuestros indios están
prácticamente desnudos. En las residencias misionales se visten todos o casi
todos, por respeto sacerdote y a las agrupaciones de convertidos. El indio
pagano se va civilizando, al paso que cristiano se va paganizando.
• PACA ABAJO. Al mediodía y bajo los
rayos tremendos de un sol de fuego llegamos a Pilóncachivera, hoy Guadalajara,
apertura del indio Abel Sierra, cristiano y civilizado. Padecimos en la mañana
los más fuertes ardores, presagio de cercana tormenta en la tarde. Así fue: no
bien salimos de Pilóncachivera cuando se desató el torrencial aguacero. En la
selva las tormentas son abundantísimas. El agua cae muy cerrada y en grandes
gotas que todo lo moja e inunda. Las lluvias no duran mucho pero es
abundantísima. Además se acompaña de grandes truenos y relámpagos, vientos
enfurecidos que sacuden los árboles y las ramas con violencia dando silbidos y
ruidos extraños. Hay grandes ecos que se propagan en el firmamento y a lo largo
de toda la inmensa vegetación. Es un espectáculo impresionante. Cuando terminó
el aguacero nuestros zapatos arrojaban hacia arriba el agua que les sobraba,
que no era poca.
CACHIVERAS
• SE ASUSTAN. Tuvimos que pasar por mucho
barro y por humedales. Eran las cinco de la tarde cuando entramos a
Vacaricuara. Hay casitas, cura y la pequeña pero simpática iglesita. La misión
sostiene 13 cabezas de ganado. Son los padres Javerianos que tienen allí su
capital. Que hace las veces de inspector en todos los aspectos mientras viene
sacerdote. Salió el que hace de jefes a encontrarnos pero los acompañantes
huyeron al monte por temor natural que tienen a los blancos. Cerenados al
conocer la voz del padre regresaron y le dieron explicación: creímos que era un
blanco colombiano. Éste fue el primer pueblito hallado en cuatro días de
peligrosísima jornada se llaman Vacaricaura. Pregunté si mismo: que significa
Piracuara. Contestaron: significa cueva de los peces. ¿Y Araracuara?
"Cueva de las guacamayas".
• PRIMER GANADO. El 22 octubre, empacar y
fuera, allí tienen los padres el primer acto de ganado perteneciente a la
misión, unas 13 cabezas de las cuales cuatro son de leche. Como estaba deseoso
de tomar un poco de leche pedí acorralar a los terneros pero los bribonzuelos
se volaron. Así que sólo pudimos alcanzar a exprimir una tasa humeante, cuyo
atractivo no pudimos resistir. Por la tarde fuimos al campo de aviación abierto
por la Compañía Rubber y dirigido por el padre Andrés, Montfortiano, para su
avioncito o para cualquier Douglas, pues el campo tiene 1.200 m.
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