EL PODER AÉREO CONTRA LA GUERRILLA
CADETE DE PRIMERA CLASE DONALO R. BRUNK
ACADEMIA DE LA USAF
Revista Soldier
Schokm. Otoño 1995
Las guerras contra movimientos
insurgentes y
grupos guerrilleros son más frecuentes que las
guerras convencionales. La Guerra del Golfo
nos demostró que la USAF logró formular tácticas y estrategias muy adecuadas
para luchar contra un enemigo convencional acostumbrado al método de guerra
soviético.
Sin embargo, los conflictos en Vietnam y Bosnia nos han demostrado
que la doctrina de la Fuerza Aérea
podría tener algunas fallas que reducen la efectividad del poder aéreo contra determinados grupos subversivos. Al comparar la doctrina que
actualmente emplea la USAF en los conflictos de baja intensidad con las ideas
de Mao Zedong, Hilsman, Clausevvitz, Che Guevara y Larry Cable, estas fallas
son evidentes, en tanto que las medidas correctivas se vuelven aparentes.
Entender la naturaleza de la insurrección es el primer paso en la
senda de la victoria. Tal como se plantea en el Folleto 3-20 de la Fuerza
Aérea, los movimientos subversivos no pretenden derrotar al ejército enemigo
en una batalla campal. Realmente, su meta es más bien producir un cambio
político o social. El folleto hace alusión a los movimientos subversivos, sin
embargo, no se refiere específicamente a las características de un grupo
subversivo y los de un ejército convencional. Por el contrario, se clasifica a la guerra de guerrillas
como una simple versión de guerra convencional.
Propone la aplicación de las mismas armas, tácticas y estrategias pero a menor escala.
Si para matar a un elefante el cazador tiene que disparar dos
veces un cañón, para matar un pato ¿Tendrá que disparar el cañón una sola vez?
La respuesta, por
supuesto, es NO. cada tipo de
cacería precisa de diferentes armas, estrategias y tácticas.
En el Folleto se debería recalcar que las diferencias entre una
fuerza guerrillera y un ejército convencional convierten la idea de un
bombardeo estratégico en un absurdo. Un comandante puede fácilmente emplear la
forma tradicional norteamericana de hacer la guerra, la cual pretende destruir
al enemigo en el campo de batalla mediante la aplicación de una maquinaria
bélica abrumadora. Tal como se demostró en la Guerra de Secesión, en la II
Guerra Mundial y en la Guerra del Golfo Pérsico.
Sin embargo, la conformación y los objetivos de los movimientos insurgentes no son los mismos que las
de un ejército convencional. Por ejemplo, una fuerza
insurgente no necesita una gran cantidad de abastos. El Viet Cong se
abastecía de lo que producía la tierra o
procuraba alimentos de las aldeas vecinas, en lugar de depender principalmente
de largas rutas de abastecimiento. El bombardeo de fábricas, vías de
comunicación, o fuentes de energía eléctrica, con el fin de impedir el
abastecimiento de las tropas no afecta tanto a los insurgentes como a las
fuerzas bélicas convencionales.
Aunque USAF no sugiere que se deba destruir la capacidad de
producción industrial del enemigo, tampoco hace ver específicamente que esos
esfuerzos serian inútiles. Lo más probable es que la mayoría de los
comandantes, no muy versados en combatir la insurrección, empleen la doctrina
tradicional de bombardear al enemigo masivamente hasta abatir su espíritu de
lucha o su capacidad de combate.
Para detener a una guerrilla, los estrategas primero deben determinar las necesidades de la guerrilla y luego
enfocar su campaña aérea en impedir que esas necesidades se vean satisfechas
Hay muchas teorías sobre cómo llevar esto a cabo con éxito. Pero hay diez elementos claves que contribuyen al
éxito de la insurrección, los cuales brotan de las ideas que al respecto han
planteado los más grandes genios militares. Entre ellos, Mao, Che Guevara,
Clausewitz y otros. Los que planean las campañas aéreas deben comprender a
cabalidad estos puntos si han de lograr neutralizarlos:
Primero, los mencionados pensadores plantean que la guerrilla debe prolongar la guerra. La guerrilla no posee el personal o el poder de fuego que se requiere para vencer a una fuerza convencional en un ataque masivo. Por consiguiente, debe prolongar la guerra y apuntarse pequeñas victorias. O, por lo menos, impedir ser derrotada. Se ha visto a lo largo de la historia que a los movimientos insurgentes más famosos les tomó muchos años establecer su supremacía. La II Guerra de los Seminólas duró siete años. El conflicto de Vietnam persistió desde finales de la II Guerra Mundial hasta mediados de 1970.
Primero, los mencionados pensadores plantean que la guerrilla debe prolongar la guerra. La guerrilla no posee el personal o el poder de fuego que se requiere para vencer a una fuerza convencional en un ataque masivo. Por consiguiente, debe prolongar la guerra y apuntarse pequeñas victorias. O, por lo menos, impedir ser derrotada. Se ha visto a lo largo de la historia que a los movimientos insurgentes más famosos les tomó muchos años establecer su supremacía. La II Guerra de los Seminólas duró siete años. El conflicto de Vietnam persistió desde finales de la II Guerra Mundial hasta mediados de 1970.
Segundo,
también indican que el teatro del conflicto debe estar constituido por una
extensa región. Pero solamente lo suficientemente grande como para poderse esconder en ella.
Tercero. Igualmente sustentan que el terreno debe ser
accidentado. Mao razona esta opinión diciendo que no necesariamente debe ser
accidentado siempre y cuando la región sea suficientemente extensa. Pero que los movimientos insurgentes, de más éxito,
han triunfado en lugares donde el terreno es escarpado.
Cuarto, Mao señala que un
insurgente necesita bases seguras donde
entrenar, organizar y llevar a cabo sus operaciones.
Sexto. Hilsman y Mao explican que las fuerzas insurgentes no toman arraigo. Los movimientos insurgentes
no puede darse el lujo de perder sus efectivos. De manera que deben estar
dispuestos a ceder terreno a cambio de la seguridad y pensar en continuar la
lucha otro día.
Séptimo, Hilsman plantea que la seguridad de un insurgente estriba en su movilidad. Cuando
formaba parte del Destacamento 101 en Burma, cayó en cuenta que la inmovilidad
significa una muerte segura.
Octavo, Mao sostiene que los insurgentes deben ejercer siempre la iniciativa. Esto
desgasta al enemigo y, a cambio, permite a los rebeldes escoger el sitio del
ataque.
Noveno. El Che Guevara anotó que la fuerza guerrillera debe mantener flexibilidad táctica.
Por último. Los insurgentes deben evitar a toda costa el encuentro
con el enemigo donde esté mejor apertrechado.
Estos
diez elementos son una recopilación de las ideas de famosos expertos en insurrección
y guerra no convencional, y su importancia ha sido demostrada hasta la saciedad
desde el Siglo XIX.
El
insurgente lucha por establecer algún tipo de cambio político. Por
consiguiente, el ejército debe concentrar su atención en ese objetivo Antes de
ponerse a concebir los medios más eficaces para contrarrestar estos diez
elementos, nuestros planificadores deben conocer las herramientas con que
cuentan los insurgentes.
El Dr.
Larry Cable nos dice que los contrainsurgentes y los insurgentes luchan entre sí aplicando principalmente dos herramientas y que la correcta
aplicación de estas herramientas determinará quién es el vencedor.
La primera herramienta consiste en lo que se denomina la “Percepción Popular de Legitimidad”
PPL. La segunda, consiste
en la “Capacidad Creíble de Coerción”
CCC.
La PPL
es la herramienta más fuerte y de mayor duración. Puede ser utilizada por ambos
bandos en sus respectivos esfuerzos por establecerse como la legítima autoridad
en la zona. La población va a identificarse con quien crean que posee la
legítima autoridad. Se menciona la legitimidad como un importante elemento del
Conflicto de Baja Intensidad CBI y el folleto USAF le concede cierto grado de
utilidad. A manera de ejemplo, los colonos norteamericanos no veían al Rey
Jorge III como su legítima autoridad. Esto obligó al monarca a utilizar la CCC,
a fin de mantener el control.
Por otra
parte. Con la CCC un comandante pretende obligar a la población a que acate sus
mandatos. Hay tres elementos que deben
tomarse en consideración para que la CCC sea eficaz:
Presencia. Persistencia y Paciencia PPP. El ejército despliega "Presencia"
al involucrarse con la población local.
Al no rendirse, demuestra
"Persistencia." Y "Paciencia'’ al enfocar su atención en el objetivo final y no desgastándose en los
eventos de cada día.
Los EE
UU utilizaron la CCC en contra de los Indios Seminólas durante su campaña
expansionista en la Florida a comienzos del Siglo XIX. Pese a que los Seminólas
nunca reconocieron al Ejército como legítima autoridad. Le faltó al Ejército
establecer la P/P de Legitimidad y Autoridad. Solo convinieron en ser
reubicados luego de que el Ejército quemó sus hogares y sus cosechas.

En el Folleto 3-20 se analiza el significado de persistencia y paciencia en el contexto de "perseverancia." No se menciona la presencia como elemento de coerción. Tal como lo hace la Policía al realizar sus rondas, el Ejército debe desplegar una determinada visibilidad o presencia para ser eficaz.
Por lo
general, un gobierno adquiere legitimidad a través de la adopción de medidas
políticas. Haciendo obras que beneficien a la población. Protegiendo a sus
ciudadanos o conduciendo programas de reconstrucción nacional.
En
contraposición a lo anterior, un gobierno ejerce coerción estableciendo zonas
de seguridad militar para la población local. Llevando a cabo patrullajes. Racionando
los recursos. Reubicando a la población y persiguiendo a los insurgentes.
Larry
Cable señala que para establecer un gobierno legítimo debe eliminar el apoyo de
los elementos auxiliadores con que toda organización cuenta. Pero que el núcleo
conformado por los radicales ideológicos y armados casi siempre persiste. El Ejército,
mediante la coerción, debe eliminar o capturar a aquellos elementos que
conforman el grupo radical.
Grecia
es un buen ejemplo de la teoría de Cable. Después de la II Guerra Mundial los
comunistas trataron de tomar el país. Los EE UU ayudaron a Grecia a establecer
un gobierno legítimo y posteriormente colaboraron con ese gobierno
legitimizado, mediante operaciones militares a eliminar el núcleo de
comunistas.
Para emplear correctamente la CCC. Deben neutralizarse o
eliminarse los diez elementos que contribuyen al éxito de la insurrección.
La doctrina de la USAF debe, por consiguiente, planear sus acciones a la medida
de estos factores.
Algunos
de ellos no pueden contrarrestarse con medidas aéreas:
Primero.
El poder aéreo generalmente no es el factor determinante del tiempo de duración
de la guerra, tal como quedó demostrado en Vietnam. El Viet Cong, pese a la
derrota de Tet, pudo replegarse y reagruparse hasta que el momento fuera
propicio. Puesto que el plan concebido por el Viet Cong fue el de prolongar el
conflicto. La USAF debía continuar bombardeando fábricas y líneas ferroviarias
mientras la guerrilla se congregaba en sus aldeas a planear el siguiente
ataque.
Segundó.
Lo que sí puede el poder aéreo es achicar el tamaño de una región. Una región muy extensa propicia la movilidad.
Las aeronaves pueden efectivamente reducir el tamaño de una región haciendo que
esa región sea accesible a sus fuerzas aliadas. Cuando Clausewitz y Mao
escribieron que era necesario contar con una región amplia, ellos presumieron
que el tamaño de una región impediría el acceso de las tropas convencionales a
ciertas zonas de esa región. Pero no sabían que mediante el uso del poder aéreo sus enemigos tienen acceso a
cualquier parte del mundo.
La
tercera medida. El terreno accidentado contribuye a la seguridad tanto de las
bases como a la de las tropas en su desplazamiento hacia y desde una zona El poder aéreo puede anular esta facilidad. Con el reconocimiento aéreo. El uso de
equipo de visión nocturna. Mediante sensores térmicos, las aeronaves pueden localizar las bases desde el aire. El rastreo de los elementos guerrilleros por entre la selva
luego de un ataque puede ser un tanto difícil, pero con los últimos avances de
la tecnología, esto se hace cada vez más fácil.
La cuarta se relaciona con la anterior. Con las aeronaves
se pueden
infiltrar comandos en un área determinada. Proveer apoyo aéreo cercano a esos comandos. Y atacar las bases de operaciones enemigas directamente. La
base de operaciones es un área crítica para el insurgente, si la pierde es muy
difícil ganar la guerra y hasta perderla. Lo más seguro es que los líderes
guerrilleros al darse cuenta de que su base ha sido descubierta la reubiquen en
otro sitio. Los planificadores de las incursiones aéreas militares deben
mantenerse continuamente al acecho de esos movimientos.
El
quinto elemento, que hace referencia a un buen liderazgo y una eficaz
dirigencia, podría ser difícil de afectar. Las operaciones aéreas
difícilmente podrán desmejorar la calidad del liderazgo guerrillero, a menos
que en una misión aérea perezca uno de sus líderes.
El sexto
elemento. Con el poder aéreo se puede alterar seriamente la capacidad
despliegue o retirada del enemigo. En el pasado, el insurgente no se quedaba a
luchar en un sitio determinado si no quería. Cuando una fuerza poderosa atacaba
desde una dirección, el insurgente se replegaba hasta donde la fuerza enemiga
no pudiera adentrarse más. Solo aumentaba la distancia entre él y el
adversario. Gracias a la movilidad, rapidez, oportunidad, alcance y sorpresa, que brinda el poder aéreo, ahora es posible obligar a los insurgentes a
continuar luchando. Mediante el uso de fuerzas de asalto,
paracaidistas y apoyo aéreo cercano es posible impedir el repliegue de los
insurgentes y, por ende, obligarlos a combatir deteriorando su capacidad de
lucha en muchos aspectos. Para ello lo único que necesita la Fuerza Aérea es un
buen suministro de información. En especial la de superficie se agrega a la inteligencia
aérea.
A la
Fuerza Aérea le puede resultar difícil afectar el séptimo elemento. La premisa
de que la seguridad del enemigo yace en la movilidad, en una espesa jungla o
terreno escarpado, la Fuerza Aérea va a experimentar dificultades para eliminar
esa seguridad a pesar de su alta velocidad. Aunque que las aeronaves pueden patrullar y encontrar las rutas enemigas de
desplazamiento, la guerrilla simplemente cambiará esas rutas,
obligando así a las aeronaves a trabajar más arduamente para que la guerrilla
no tome la delantera.
En
cambio, la Fuerza Aérea si puede afectar
seriamente el octavo elemento, al igual que ejercer la iniciativa. Los que abogan por la
conveniencia del empleo del poder aéreo han defendido por mucho tiempo que uno
de sus mayores beneficios es el hecho de que puede desplazarse en una misión
ofensiva. Facilitando a la infantería adelantar una posición defensiva. Llevar a cabo un repliegue o cualquier otra maniobra
táctica de combate. En un conflicto de baja intensidad, a las fuerzas
guerrilleras les es imperativo tomar la iniciativa a fin de marcar el ritmo del
conflicto. Mediante el empleo de ataques aéreos esporádicos de lugares
estratégicos, el poder aéreo puede reducir la habilidad de la guerrilla para
iniciar los ataques y de esta manera obligarlos a reaccionar en lugar de ser
ellos los que marquen el paso del conflicto.
El noveno elemento, cual es desplegar
flexibilidad táctica, es difícil de afectar con medidas aéreas. La Fuerza Aérea
debe desplegar, por lo menos, el mismo grado de flexibilidad que la ''guerrilla.
Es difícil destruir la
flexibilidad táctica del enemigo, pero lo que la Fuerza Aérea puede hacer es contener y disuadir, utilizando aeronaves
dotadas de la capacidad bélica necesaria para realizar una variedad de
funciones y misiones. Usando aeronaves multipropósito y de rápida conversión.
Que fácilmente puedan hacer desde reconocimiento hastas ametrallamiento,
logística y demás actividades. Porque lo que cuenta no es disponer de un alto
poder de fuego que pueda destruir grandes bancos estratégicos sino flexibilidad
según la situación. Porque es imposible matar un mosquito con un bate.
La flexibilidad táctica está
directamente vinculada al décimo y último elemento: Evitar confrontar al enemigo donde se encuentre mejor
apertrechado. Como es el caso del uso de la población simpatizante para
mimetizarse o como escudo humano.
La principal táctica de la guerrilla en el campo es
encontrar los puntos débiles del enemigo y luego explotarlos. Por lo general, el número de seguidores
de la guerrilla no es mayor que el número de efectivos con que cuenta un
ejército convencional. Por consiguiente la Fuerza Aérea debe concentrar sus esfuerzos en atacar
unidades pequeñas y solas, quizá aisladas, sobre las cuales pueda tener ventaja táctica. Para arrebatar esa misma
ventaja al enemigo.
En este
rango se encuentran los blancos de ocasión, que pueden ser muy rentables como
blancos de oportunidad. Por ello las unidades combate en el aire deben disponer
de flexibilidad por parte del comando central para que las tripulaciones, en
coordinación directa con los comandantes en el terreno, puedan actuar.
Con
ataques individualizados y de emboscada, la guerrilla aspira debilitar a las
tropas que cuentan con un número mayor
de efectivos, hasta que los números se igualen. Como la guerrilla espera y le conviene que la guerra se prolongue,
dispone de todo el tiempo del mundo para desgastar al enemigo. El poder aéreo puede utilizarse para contrarrestar esa
táctica.
REFLEXIONES
ADICIONALES
El comandante del teatro de operaciones debe colocar sus aeronaves de tal manera que puedan negar al enemigo aquellos puntos de mayor probabilidad de ataque en el
menor tiempo posible. El asunto está en llegar a esos puntos
antes que la guerrilla pueda explotar su ventaja táctica, negándole así, la opción
de debilitar o desgastar a un ejército más numeroso.
El
Folleto no analiza estos elementos adecuadamente. En él se tratan muchas
misiones, tales como el Apoyo Aéreo Cercano (CAS), el apoyo de fuego, la
reacción inmediata y el reconocimiento. Sin embargo, en el folleto no se
establece la relación entre estas misiones y los diez elementos. Ni a nada de
importancia substancial, si hemos de ser sinceros. Se señala que estas son las
misiones que conviene realizar, pero no describe en suficiente detalle cómo es
que estas misiones van a contribuir a derrotar la insurrección.
Le otorga
mérito a algunas ideas importantes que mejoran la efectividad cuando se trata
de contrarrestar un movimiento insurgente. En él se indica que la insurrección
con la que más probablemente nos enfrentemos es aquella que se basa en las tres
fases de la insurrección de que habla Mao. También analiza la importancia de
las operaciones psicológicas. Ofrece una explicación en cuanto a cómo el
ejército anfitrión debe estar organizado para funcionar a su nivel más alto de
eficiencia v efectividad.
El folleto
también hace referencia a conflictos de baja intensidad no son
de insurrección y contrainsurrección. Particularmente se refiere al terrorismo y a las operaciones en tiempo de paz.
Además, incluye otras ideas importantes que un comandante debe tener presente
durante un conflicto de baja intensidad.
Si bien
es cierto que el folleto contiene mucha
información y, que en efecto, brinda a los comandantes
orientación, en alguna medida, hay que admitir que no explica cómo usar e implementar el poder aéreo.
Un comandante necesita saber cómo utilizar, de la mejor manera posible, los poderosos
recursos a su disposición. Sin este conocimiento el poder aéreo es como una bomba accionada
por láser que carece de haz lasérico para ser dirigida. Así la bomba se desplazará
sin dirección y hasta puede perjudicar la operación si yerra el blanco.
La
respuesta al problema consiste en analizar los elementos claves que he descrito
anteriormente y luego profundizar en el actual poder aéreo de que se dispone
para encontrar la forma de enfrentar estos diez elementos. Yo he comentado
apenas unas pocas formas de contrarrestar estos elementos, pero las
posibilidades son muchas y nuestros líderes deben tener suficiente
autonomía como para dar rienda suelta a la creatividad.
Debemos
tener presente que los diez elementos claves que se mencionan en este documento
representan el pensamiento de los genios en materia de guerra no convencional:
Mao, Che Guevara, Hilsman, Clausewitz y Cable. Estas ideas han sido probadas
una y otra vez en todas partes del globo terráqueo. Sabiendo el papel vital que
estos elementos juegan en la insurrección, es responsabilidad de la dirigencia analizarlos
y encontrar sus propias formas de combatir. Según los
recursos disponibles y las características propias del terreno, clima,
cobertura, oportunidad y demás.
Nota: Muchos de estos aspectos los identificamos cuando pensamos en el concepto de la Aviación Contrainsurgente ACOIN, por el año de 1994. Luego los comprobamos, especialmente, en 1995.
Nota: Muchos de estos aspectos los identificamos cuando pensamos en el concepto de la Aviación Contrainsurgente ACOIN, por el año de 1994. Luego los comprobamos, especialmente, en 1995.
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