CAMBIOS
DE DOCTRINA
Coronel Iván González U.
Marzo 2001
Introducción.
Compartimos el resumen de conceptos
doctrinarios sobre los cuales nos basamos en las acciones contraterroristas y
antinarcóticos durante dos años en la Base Aérea de Tres
Esquinas, Caquetá. Entre las cuales las más significativas fueron la
contribución a la operación Conquista 2. La contención del intento de invasión
a la ciudad de Florencia. Y la participación con en apoyo a la Base Miliar de
Las Delicias.
LO MENTAL Y LO REAL
Una de la habilidades para diseñar
operaciones militares y comandar tropas, es la de aprender y adaptar técnicas y
criterios, con rapidez, de si mismo y del enemigo. Pero es evidente que tenemos
una cultura para lo académico y otra para lo real. Esa separación entre lo
analítico y lo práctico, no nos ha permitido diseñar, ubicar y aplicar, efectivas
unidades militares, para evitar que concentraciones guerrilleras las sorprendan
en zonas aisladas.
Preocupante la capacidad, cantidad y
oportunidad de reacción, para apoyar a destacamentos asaltados en lugares
remotos y de difícil acceso. O que sean puestos militares con iniciativa y con
capacidad ofensiva, como factor preventivo de agresiones. También, no se
entiende la baja capacidad de esas Bases de Avanzada, como suelen llamarse, para
resistir un ataque y la consiguiente contraofensiva. Como sucedió con la Base
de Las Delicias.
La consecuencia es que si no disponemos
de la capacidad de apoyo necesaria, es indispensable diseñarlas con la capacidad
de resistencia y contrachoque autónomo. O en su lugar crear bases fuertes donde
la resistencia a un ataque o potencia de contrachoque que sea el principal
disuasor de ataques enemigos.
Eso implica la adecuada táctica que no
solo aproveche las ventajas tradicionales de la guerra sino también las de la
organización interna y, en especial, su modo de operación, adaptándose a las
características del combate. Es la doctrina de combate que requerimos.
Es obligante
hacer una evaluación de sana autocrítica para encontrar el origen de los
errores y encontrar soluciones. Necesitamos de un cambio de doctrina, política
y concepto operacional. Esta propuesta es producto de referencias históricas y
experiencias personales.
Existe diferencia en lo que pregonamos y
lo que practicamos. Mientras en lo primero sostenemos que son normales las
confrontaciones, otra es lo que pensamos cuando tenemos que contener los
ataques que surgen de la iniciativa del enemigo.
Es una malsana costumbre pensar
únicamente en que debe evitarse el ataque enemigo a toda costa. Incluso hasta el punto de abandonar la
acción ofensiva como medida preventiva de un contraataque. Es frecuente
escuchar el criterio de que ser atacados es un grabe error en inteligencia,
previsión, falta de mantener la ventaja de poder e insuficiente ofensiva
preventiva que genere protección defensiva.
Por supuesto, cuando somos atacados ha existido
algún grado de deficiencia en alguna o la mayoría, de estas áreas. Sin embargo,
siendo plenamente previsivos y efectivos en todos y cada uno de estos campos,
eso no nos da garantía total de prevenir las acciones ofensivas enemigas.
Es un razonamiento autoinculpatorio el
insistir en el concepto de que ser atacados, es el principal error militar,
cuando es lo natural en un conflicto. En algún momento el enemigo tomara
también sus iniciativas. Es tan desproporcionado este criterio que ha sido aplicado
en la toma de decisiones, hasta tal punto que es un fuerte limitador del
desempeño profesional del militar colombiano.
Es muy corriente en los comentarios y en
nuestras tradiciones militares, que son parte de las ponderaciones informales que
hacen los comandantes, considerar que ser blanco de un ataque es motivo para
descalificar totalmente al involucrado. De esa forma los comandantes tienen el
estigma y la certeza total de perder, con un solo ataque enemigo, todo un
prestigio profesional duramente logrado con grandes esfuerzos y éxitos de
combate. Existe la hoja de vida formal y la informal.
Como la doctrina militar al respecto ha
sido tan severa en ese sentido, es razonable que, con frecuencia, resulta mejor
no provocar al enemigo para evitar una respuesta. Es preferible la pasividad
por ser mas conveniente y seguro para el reconocimiento profesional, que los
meritos y el escalonamiento de rango que se puede obtener con la iniciativa de
combate y la actitud ofensiva.
Esta es una de las razones principales
donde debemos hacer un cambio de raíz en nuestra doctrina militar. Ha sido
bastante evidente esa forma de pensar dentro de las costumbres militares. Y es
razonable ver como muchos comandantes se han abstenido de emprender acciones
ofensivas por temor a provocar a un enemigo que luego repercutirá en su
valoración. Además de tener la
incertidumbre constante de no poder contener las descalificaciones de
incompetencia por recibir ataques enemigos, que tienen alguna factibilidad de
previsión, así sea remota, desde los razonamientos de escritorio.
El militar se expone a la paradoja de
ser descalificado cuando pierde en un ataque, que asumió porque lo considero
necesario, que cuando por su pasividad y falta de ofensiva permite o propicia un ataque enemigo. En ambas circunstancias
está arriesgando su prestigio.
Sin embargo, debemos ser conscientes que el
ataque enemigo es una consecuencia completamente inevitable en los conflictos.
Lo importante es estar preparado para resistir el ataque y comprender, en lugar
de juzgar negativamente con deméritos a nuestros hombres.
Por el contrario, ser blanco de ataques enemigos puede ser indicación de múltiples factores positivos. Demuestran la entrega a los riesgos propios de la profesión, el deseo de ser victorioso, el empeño de afrontar un enemigo real y efectivo, el rechazo a la cómoda y pasiva posición de no correr el peligro o por ser descalificado por una agresión no suficientemente prevenida y calculada.
Por estar hostigando considerablemente
la amenaza, induciéndola a acciones desesperadas para deshacerse del acoso. O la
forma como un enemigo busca hacer una demostración de falsa superioridad, como
recurso de salvamento.
SOBRE LA DOCTRINA DE UBICACIÓN
DE LAS UNIDADES
La configuración
geosocial y geopolítica del país es de ciudades. Somos núcleos concentrados de
población urbana con despoblamiento campestre. Tenemos migración hacia la
ciudad y centralismo administrativo, económico, cultural y geopolítico. Por tal
razón, las unidades militares mayores, históricamente, han sido emplazadas, en
los cascos urbanos. Han asumido mas funciones de control ciudadano que de
defensa territorial, desplegando actividades de naturaleza policial.
Muchas de
nuestras bases militares menores están alejadas, sin vías de aproximación para
apoyos terrestres, ni fluviales, ni marítimos y, con frecuencia, sin la
garantía del apoyo aéreo. Este último, aunque es altamente flexible, rápido y
tiene la superioridad aérea, también tiene sus limitaciones, como las
meteorológicas.
Por eso, las bases
militares fijas, que han resultado arrasadas por el enemigo, debieron ser
calculadas como unidades atacables, (aspecto inevitable) mas no vencibles
(factor calculable), según la magnitud de la amenaza existente en su sector. El
resultado ha sido el de una configuraron del dispositivo donde los fuertes
batallones bien dotados están en los cascos urbanos, donde es menor la amenaza,
y de destacamentos débiles, sin la adecuada protección, en las zonas remotas.
La consecuencia ha sido su destrucción con altas pérdidas de hombres. Es decir,
aplicamos la doctrina de la defensiva desde los grandes poblados, en lugar que
la ofensiva en las líneas de choque lejanas.
Quizás en el
pasado (Décadas del 50, 60 y 70) la acción revolucionaria estaba muy arraigada
en las masas universitarias y en las doctrinas revolucionarias sindicales, que
causaban graves desórdenes urbanos buscando afectar las actividades
productivas. Estos fenómenos se han reducido con el cambio de actitud en los
ambientes estudiantiles, con la llegada de nuevas generaciones de pedagogos.
Los que muchos fueron adoctrinados en ideologías revolucionarias importadas de
los países comunistas. Ya hay un sentido nacionalista mas autentico en todos
los niveles, con la lenta aparición de agremiaciones laborales constructivas,
en lugar destructivas y con el significativo incremento de la capacidad policial
para controlar los desordenes urbanos.
De esa forma se reducido
la ruralización de la insurgencia alejando la confrontación hacia áreas remotas
donde prevalece el pequeño poblado sin autoridad armada. Ha sido la conversión
de la insurgencia urbana, con supuestas ideologías sociales, en delincuencia
común y terrorismo rural. Lo que era en el pasado la causa de la inseguridad en
las ciudades se traslado al campo con otra configuración ideológica.
Desde allí hace
múltiples intentos de retornar a los núcleos de poder económico y político que
existe en las ciudades. Ese cambio de configuración ha ameritado, hace años,
una transformación radical de la doctrina militar adecuándola al nuevo perfil
del problema.
Se requiere,
entonces, menos Unidades Militares. Y las que se conformen deben ser fuertes,
agresivas, disuasoras y sobretodo sin rentabilidad alguna para un ataque
enemigo. Que, aunque fijas, sean
realmente efectivas para poner en peligro la supervivencia del enemigo. Que
estén dentro de las mismas áreas que ocupa la insurgencia. Normalmente sectores
selváticos, de poca infraestructura vial y bajo desarrollo social, pero ricas
en recursos naturales y de economías florecientes.
Son los sectores
preferidos por los terroristas porque les proporcionan el ocultamiento, la dispersión
y el despoblamiento de la poca presencia humano. Siendo así, la lógica misión
de nuestras fuerzas es la actuar de disuasoras, de contención y
primordialmente, de eliminación de la amenaza con operaciones ofensivas en
profundidad. Con capacidad de dominio y control de amplio y largo alcance,
basada más en las maniobras, el movimiento, la rapidez, la sorpresa, la furtividad,
la iniciativa y la duración, que la de la simple presencia y convivencia en el
lugar.
Si la mayoría de nuestros Batallones se
ubican próximos a las líneas enemigas y se confunden con el medio rural, la
amenaza se verá desplazada y perderá el medio donde se ha mimetizado durante
muchos años. Perdida la clandestinidad queda como pez fuera del agua, con
limitación para la subsistencia y sin posibilidad de movimiento.
SOBRE
LA DOCTRINA OPERACIONAL
Además de la ubicación y de la doctrina,
se debe aplicar la actitud operacional. La estrategia fundamental es la de
tener unidades fuertes y visibles. Donde el ataque enemigo resulte una acción
superflua y hasta peligrosa por el contragolpe. Pero de ninguna forma vencibles,
como si ha sucedido con muchas bases militares menores. Muchos de los actuales
emplazamientos ha sido establecidos con propósitos de presencia, pero sin
capacidad de agredir y hasta, en muchas ocasiones, de defenderse de los ataques
enemigos.
En cambio, unidades mayores y potentes, no
solo desestimulan el ataque enemigo sino que pueden desplegar operaciones
furtivas, usando el mimetismo y el secreto de la maniobra, en una amplia región
donde su influencia es primordialmente operacional antes que presencial.
Generan la mencionada, pero no lograda seguridad de área, por medio de movimientos
en profundidad y maniobras activas, antes que por su localización pasiva dentro
de una segura instalación militar.
Ellas pueden y deben sorprender al
enemigo con emboscadas en las rutas de desplazamiento, con asaltos a las áreas
de influencia, con acción de hostigamiento armado y sicológico, con negación
del apoyo social, con impedimento al reagrupamiento y la organización. Desarticulando
las líneas, la cadena de mando, la autoridad y destruyendo el apoyo poblacional
que logran con amenazas y atemorizando a los desprotegidos y pocos habitantes
del lugar. Además estas unidades pueden dificultar la acción del enemigo. Al
mismo tiempo que demuestran solidaridad con la población para ganar su adhesión
e impedir el flujo de información indispensable.
Es mejor pocas unidades musculosas y
potentes, con alta capacidad de retaliación por medio del lanzamiento de
ataques sorpresivos y recuperaciones relámpagos. Que hagan infiltraciones
encubiertas y recuperaciones abiertas, dejando desubicado al enemigo. Que
dispongan de capacidad de reacción con control territorial por su largo alcance
y mejor capacidad operacional. Que se pueden dar el lujo de mantener la
presencia estática, puntual e identificable por el enemigo. Pero que al mismo tiempo con su
sola existencia lo desmoraliza.
Que el enemigo sepa que si intenta un
ataque será un fracaso porque no tiene posibilidad de éxito debido a su
capacidad de defensa, resistencia y retaliación. Un caso de ello fue el ataque
a la Base Aérea de Palanquero en la noche de fin de año en 1952. O los dos
bombardeos con cilindros a la Escuela Marco Fidel de Cali en 1999. No como ha
sucedido con unidades menores que han resultado destruidas en la ya larga lista
de casos donde hemos tenidos considerables perdidas.
Es lo contrario a lo acostumbrado hasta
el momento. Una gran cantidad de pequeñas unidades minúsculas sin suficiente
capacidad de autoprotección, desperdigadas y sin posibilidad de apoyo. Que ha
resultado copadas por un enemigo, que ha podido aglomerar medios suficientes
para atacar con alta probabilidad de éxito.
SOBRE
LA DOCTRINA DE LA MANIOBRA
Si la penetración es furtiva, los
repliegues se tienen que hacer con recuperaciones de tropas y dispositivos
abiertos, imprevistos, sorpresivos y organizados, de impacto sicológica. Son
demostraciones de fuerza que causen sentimientos de vulnerabilidad, indefensión
y debilidad al enemigo cuando son penetrados sus esquemas de información y
alerta temprana. Se le produce la sensación de inferioridad relativa por el
miedo que infunde el tener que enfrentar un contrincante con muchos deseos de
combate y alta moral para derrotarlo.
Ese mismo impacto atrae y pone de
nuestra parte la voluntad y el respaldó de los moradores. El mismo que pierde el
enemigo. Dejan la impresión de una verdadera fuerza militar protectora,
actuante y solidaria, con las necesidades de seguridad de los campesinos. Les crea
confianza y sensación de autoridad y orden, siendo atraídos a nuestro favor,
creándose las redes de apoyo y participación comunitaria, que aumentan la
gobernabilidad del Estado.
Como el enemigo
es de naturaleza rural, de estructura dispersa, mimetismo poblacional, acostumbrado
a la vida de supervivencia con los mínimos recursos y desplazamiento constante,
las unidades que las enfrentan tienen que accionar acorde con esas
características. Pero sin reducción de la capacidad de amortiguamiento de los
ataques. Que resultan inútiles por la protección que le brinda su unidad
suficientemente protegida. Y de dónde puede lanzar nuevas operaciones con hostilidad
constante. Porque no es una unidad débil y desguarnecida. Y menos sin la
suficiente protección de apoyos debidos a la atomización y la distancia dentro
de su jurisdicción.
Eso se logra con
movimientos, maniobras y operaciones continuas, en lugar de una localización
inactividad en espera de reaccionar cuando sea agredida, sin tomar la
iniciativa.
Lo anterior
implica unidades grandes, así sean menos, pero con mayor rango de acción. Antes
que muchas sin ningún alcance operacional. Que sean bien dotadas y fuertes. Por
supuesto, siempre se piensa que son costosas, pero que resultan más productivas
bajo el concepto de economía de escala. Como las cargas económicas resultan
prohibitivas, para el presupuesto disponible. No es el caso pretender montar
una considerable cantidad de bases grandes. La solución lógica es la de cambiar
la doctrina de muchas débiles por pocas fuertes.
Es eliminar
tanta unidad pequeña vulnerable, con reducida capacidad de cobertura, y
agruparlas creando emplazamientos con poder de acciones en profundidad. Disuasoras
de ataques por su tamaño y dominio territorial con operaciones a larga
distancia. Además, se genera economía por sinergia operacional.
Durante el gobierno de Gaviria, la
política de paz sufrió un gran traspié a pesar del éxito de la ofensiva
militar. La toma de Casa Verde (1990) la presentamos como un gran triunfo
militar. Logramos desalojar al enemigo de su santuario y eso lo debilitó
temporalmente. Sin embargo, debemos admitir que, en gran parte, fue el
repliegue de la guerrilla del Guayabero hacia el Yarí. Como mas tarde, en 1996,
lo vinimos a saber, con la operación Conquista Dos en el Caquetá.
Después de eso, las FARC se
reorganizaron en fuerzas que llegaron a lograr penetrar instalaciones militares
importantes, como el Batallón de Armenia y por supuesto múltiples puestos y
estaciones de Policía.
La serie de
ataques contra las instalaciones militares causaron considerables derrotas
seguidas desde 1995 y dieron la impresión de una insurgencia triunfante con
capacidad de combatir con técnicas de guerra regular. Reveces iniciados con los
combates en Patascoy y se prolongaron hasta el de Coreguaje el 22 de Jun del
2001. Sin embargo, las tropas fueron aprendiendo cada vez más a responder mejor
a este tipo de ataques.
Ante considerables derrotas militares,
desde Puerres hasta Mitú, el Ejército tomó la decisión de cambiar su estructura
y el concepto operativo. Mejoró la logística, la inteligencia y el armamento.
Fue una especie de reingeniería no calculada sino circunstancial. En donde
concentraba sus fuerzas en unidades más grandes y al mismo tiempo conquistaba más
movilidad y labores de inteligencia. Fue su respuesta a una insurgencia que se
le estaba igualando en confrontaciones con características de combates de
guerra convencional.
Política que no se continuó ni implantó como
doctrina en todas las FF MM.
Los cambios de
apreciación, después de que fueron destruidas varias de nuestras bases, se ha
logrado en parte, lo indispensable de las operaciones
conjuntas entre las tres Fuerzas Militares. Agrupadas en unidades fuertes y
sólidas. Acción que en esos años se daba por la fuerza de las circunstancias y
de manera espontánea, sin planificación ni como política de comando, sino solo
por el impulso de la generación espontánea.
Circunstancia
que hizo que no continuara afianzándose ese criterio que, de seguro, habría
evitado desastres como el de Iscuandé.
Ahora la
implantación de la doctrina, que ha partido del más alto nivel organizacional,
con los Comandos Conjuntos, es
lógico que resulten en la reaparición de las unidades conjuntas potentes, como se ha estado presentando. De tal
manera que los colombianos creemos que las FF AA han mejorado hasta el punto de
hacer posible una victoria militar. Han mejorado en parte por las inteligentes
reformas aplicadas por el alto mando militar y en parte por la ayuda de los EE UU.
Pero no es claro cuánto se ha logrado.
Mientras tanto la insurgencia también
ensayó la conformación de unidades mayores, temporales, flotantes, producto del
reagrupamiento momentáneo para una acción mayor, siendo luego dispersadas para
evitar su identificación y localización. Después de un ataque significativo,
como el de Las Delicias, pasaban a ser el simple y pequeño frente guerrillero
dedicado a azolar una reducida región.
Así recorría y copaba un territorio
planteando batallas típicas de la guerra de movimientos. Es de admitir que en
ese cambio de concepto también sufrió grandes reveses como los de Puerto Rico y
Puerto Lleras donde se le causaron considerables bajas.
Las últimas
operaciones evidenciaron algo sustancial, la anticipación y su secuela
inmediata, el gran poder de combate de la sorpresa. Ya fuese con operaciones
furtivas terrestres, con el fuego aéreo directo o con la rápida penetración del
asalto helicoportado. Con ello la aviación del Ejército y la FAC ha descargado
golpes devastadores.
La estrategia de golpear de manera relámpago ha sido la más
positiva para nosotros y la tenemos que seguir aplicando con más tecnología.
Acción que solo es posible si se tiene unidades agrupadas y comandadas de
manera conjunta. Operaciones de esa índole solo pueden partir de unidades
grandes que aglutinan todos los medios necesarios para actuar con tal
contundencia. Como lo hecho cuando la recuperación de Mitú lanzada desde el
cantón militar de Apiay.
Si algo demostró la guerra de Afganistán
es la capacidad de infiltración con un alto poder aéreo. La verdad es que no es
la solución completa de un conflicto pero es parte importante de la decisiva
acción combinada. Bien valdría la pena evaluar el esfuerzo militar colombiano y
pensar en este nuevo modelo de combate que puede cambiar la actual situación
militar.
SOBRE LA COMPOSICIÓN DE LA
TROPA
ADAPTACIÓN AL
ENTORNO
El militares
colombiano, principalmente en los mandos, es de cultura y costumbres citadinas.
O, como mínimo, tiene gran inclinación por la vida urbana debido al atraso del
campo. La condición de vida y las costumbres lo jalonan hacia las poblaciones
mayores. Al menos espera, con frecuencia, que su permanencia en las áreas
remotas y de combates, llamadas Zonas de Orden Público, sean solo temporales.
El combatiente, no importa su rango, aspira, por natural y legítimo deseo, no
durar demasiado en las zonas donde se presentan continuos enfrentamientos y
busca regresar, tan pronto le sea posible, a su modo de vida familiar y social,
el urbano, que le es seguro y tradicional
Sin embargo, si
dispone de unidades bien dotadas, donde se justifica la costosa inversión al
ser compartida por un número considerable de tropas, se sentirá mas
predispuesto y tendrá mas deseos a mantenerse dentro del área de operaciones. La
incomodidad de unidades remotas y aisladas seria llevadera reduciéndose el
impulso de buscar la más agradable vida de la ciudad. Con mejores medios de
recuperación y descanso se atenúan los motivos personales para no estar en
ellas.
Una de las
frecuentes quejas no es el peligro de la guerra, sino la falta de medios y
calidad de vida que se tiene que soportar en la medida en que las instalaciones
son mas alejadas, pequeñas, mal dotadas y rudimentarias. La situación logística
es un factor que mina más el espíritu de combate que los riesgos del conflicto.
ACEPTACIÓN DEL
MEDIO
La forma más
efectiva de solucionar esa realidad, que se da dentro de las filas, consiste en
aumentar el personal de origen rural. Para el combatiente, en los tres rangos,
oficial, suboficial y soldados, no resulta tan incómodo ni pesado como lo es
para el militar oriundo de la ciudad. Que debe aprender a vivir en el campo. Al soldado campesino le resulta natural
permanecer en su mismo lugar de origen donde logra con facilidad el
reconocimiento grupal y el posicionamiento social.
Lo normal es que
aspire a ser parte de un Ejército localizado en su tierra y no en las ciudades,
que lo aleja de su entorno natural en donde está adaptado. Es decir, lo contrario
de quien es extraído de una ciudad y llevado al ambiente rural. El espíritu de
cuerpo que se desarrolla entre un soldado campesino y la población local es de importante
empatía, más que la que logra una persona desadaptada del entorno y por ello no
de la mayor confianza. De esas circunstancias resulta la compaginación del
individuo con la institución al mismo tiempo que con su grupo social, donde
convive y del cual recibe respaldo o rechazo según los resultados.
Para
contrarrestar esta circunstancia, nada mas practico que un ejército de
conformación campesina. Es un ejército de naturaleza local y con el respaldo de
su propia gente. La similitud en el modo de vida rural entre un ejército local
y un enemigo de iguales características, es una vital ventaja para enfrentar la
amenaza. Una persona desconocida y de evidentes comportamientos no
acostumbrados resulta un extraño y hasta es visto como un extranjero quien no
es grato brindarte plena aceptación.
OTRAS FORMAS DE
TROPA.
Paralelismo que
debió lograrse con el Servicio Militar Rural propuesto por el Gr. Fernando
Landazabal si se hubiese implantado plenamente. O las iniciativas similar y
legales, que desde hace años se han planteado, con diversos nombres. Tenemos
las llamadas Milicias Voluntarias, Milicias Ciudadanas, Policía Rural, Defensa
Rural, Defensa Civil, Guardia Civil, Servicio Civil, Vigilancia Civil, Guardia
Nacional, Protección Ciudadana, Fuerzas de Apoyo, Fuerzas de Seguridad Local,
Grupos de Apoyo, Convivir, Autodefensas Legales, Fuerzas Paramilitares,
Ejercito de Primera Línea, Reservas, Redes de Apoyo, etc. Propuestas que se han
disuelto mas por la discusión del termino con el cual se les debe denominar que
por su utilidad real y funcionalidad practica.
Son
instituciones inmersas y permanentes, en el mismo sitio donde han de combatir,
el área rural, porque es de donde surge, subsiste y actúa el enemigo. El solo
hecho de conformarlas con la gente del lugar, es una negación del principal
recurso del terrorista, el humano. Limitando al enemigo la posibilidad de
dotarse de hombres por sola sustracción de materia.
Pues muchos
jóvenes se enlistan en las filas de la insurgencia por necesidad económica o
buscando confianza para su futuro. O hasta por simple admiración deseando
emular el poder y la autoridad que demuestran el poder que ejercen con la
amenaza de las armas.
Y de esa forma
compensar su sentido de inferioridad ante el resto de la sociedad a la cual ven
como injusta discriminadora. En todos los sentidos ante las diferencias en
calidad de vida entre la ciudad y el campo. Lo cual termina en rencor social
desde los tempranos días de su vida. Pues piensan que esa autoridad foránea,
que solo llega a atropellar, no le dará la oportunidad de ingresar a su filas
para satisfacer su orgullo personal. Ni será una vía de escalamiento social.
Sin opción de tener reconocimiento ni sentido de pertenencia en un estrato con
mejores oportunidades. Debiendo optar por la vía de los rebeldes que lo
adoctrinan sobe su deber de defender a su pueblo y su cultura local.
Las unidades militares
pequeñas son una tentación que por su tamaño incitan al enemigo a atacarlas
debido a su reducida capacidad de combate y falta de apoyo. Porque pueden ser
vencibles y copables. Y no pueden sustentarse solo en una desproporcionada confianza
en si mismas sin fundamento real. O en su alto patriotismo, deseo de servir a
la nación y heroísmo, hasta el máximo sacrifico. A eso hay que agregarle es un
enemigo que no desaprovecha la oportunidad de arrasarlas. A las que no se debe
temer por su baja resistencia ya que no son temibles ni letales. Como fue el
caso de Las Delicias.
EJEMPLOS
HISTÓRICOS DE REVESES Y ACIERTOS.
Tenemos ejemplos históricos, en ambos
sentidos, de la valides de esta teoría. En donde hemos tenido lamentables derrotas.
Como fue la toma de las Bases de La Pedrera y El Encanto a comienzos del siglo
pasado.
En el presente tenemos las Bases de:
(“A”sesinados. “H”eridos.
“S”ecuestrados)
Orito 1992 (26
A.)
Trasandino 1994 (17 A.)
Patascoy (22 A.)
Puerres (10 A . 18 S.)
Las Delicias (30 A. 27 H. 60 S.)
El Billar (62 A. 27 S.)
La Hormiga (33 A. H. 28)
Riosucio (Choco) (42 A. 43 H. 21 S.)
La Uribe (75 A. 107 S.)
Miraflores (16 A. 63 S.)
Mitú (16
A. 63 S.)
Dabeiba (61
A.)
Dagua (19
A.)
Coreguaje (30 A.)
Iscuandé (15
A. 25 H.)
Arauca 06 - 04 – 05 (18 A.)
Teteyé 22 – 06 –
05 (22 A.)
Bagadó. 26 12 05 (8
A. 26 S.)
Vista Hermosa 27
12 05 (28 A . 26 H)
Como ejemplos exitosos, que confirman
estas teorías, tenemos la ubicación estratégica de la unidad militar de La
Arandia. Aunque externa al caso urbano de Florencia, no es factible que pueda
ser tomada por los terroristas. Ni siquiera se vio amenazada cuando el
desplazamiento forzado por las FARC de 45.000 colonos con intenciones de
invadir la ciudad de Florencia. Por retaliación y para detener la operación
Conquista Dos, que los golpeó en el corazón de sus dominios.
Por el contrario, se ha convertido en
una unidad que controla un amplio territorio habiendo hecho replegar a las FARC
hacia áreas alejadas, selváticas y despobladas, donde están siendo diezmadas
con operaciones en profundidad.
Tenemos el caso del Grupo Aéreo del
Oriente, sobre el río Terecay, (Marandúa), en el Vichada. La amenaza ha estado
rondando por la región, pero no le ha sido factible intentar un ataque exitoso
contra su infraestructura. Su efecto operacional, en un extenso territorio, ha
causado evidente reducción y entorpecimiento del principal negocio financiero
del enemigo, el narcotráfico.
Ejemplos de más trayectoria lo
constituye la Unidad de la Armada Nacional en Puerto Leguízamo. Y la Base Aérea
de Tres Esquinas en el Caquetá, provenientes desde la guerra con el Perú.
Esta última unidad estuvo prácticamente
reducida a una condición de subsistencia básica y en algunas ocasiones se
propuso el desmantelamiento. Sin embargo, ha resistió varios ataques, logrando
mantener la fortaleza suficiente sin haber estado en inminente riesgo de ser
destruida y dominada. Sus capacidades de amortiguamiento, resistencia y
reacción fueron factores disuasores por el alto costo para el enemigo y sin casi
ninguna garantía de éxito, como ya había sucedido en dos ataques anteriores.
En Las Delicias el enemigo uso una correlación
de fuerzas de cuatro a uno. La que contra Tres Esquinas le era bastante difícil
de lograr por su tamaño. Era, de antemano, el principal obstáculo para intentar
un asalto. Situación mucho más remota ahora, cuando se ha convertido en una
potente unidad de combate.
La base militar de Las Delicias fue
atacada debido a su menor tamaño con respecto a la Base Aérea de Tres Esquinas
al norte. Y el Batallón del Ejército en La Tagua y la Base Naval de Puerto Leguízamo
al sur. Estando a similares distancias de tan solo unos 70 kilómetros en ambas
direcciones por vía fluvial. Aunque no era un blanco tan rentable en cuanto a impacto
estratégico pero si táctico. Por eso fue atacada por ser un blanco fácil de
vencer.
Por el contrario, en los últimos diez
años, La Base de Tres Esquinas pasó de ser el Pequeño Grupo Aéreo del Sur que
fue durante 60 años, creado después del conflicto con el Perú, al actual
Comando Aéreo de Combate 6. Ha sido objeto de potenciación operacional contra
el narcotráfico y el terrorismo.
Y para demostrar que estábamos
convencidos de las bondades de la nueva y diferente concepción que pregonábamos
de como asumir el conflicto, replegamos nuestro puesto militar destacado en el
caso urbano del municipio de Solano. A tan solo ocho kilómetros de distancia y a
donde había sido destacado unos diez años antes. De igual forma y por las
mismas apreciaciones habíamos recomendado, levantar la base de Las Delicias
hacia su unidad madre, el Batallón de La Tagua. Sugerencia que no fue acogida. Algunos
desconocedores del aspecto estratégico, diferente, nuevo y más amplio de nuestra doctrina lo calificaron
como una retirad por miedo. Pero no sabían que estábamos en una trasformación sobre
otra forma de combatir en un conflicto de baja intensidad y de guerra irregular.
El Grupo Aéreo del Sur GASUR, ganó su
actual importancia estratégica, partiendo de una acción continua de
repotenciación desde 1995 cuando demostró lo efectivo que resultaba el estar
próximos al enemigo. En posición de avanzada ofensiva y ratificándose como
punto fundamental de reacción y lanzamiento de operaciones contundentes,
después de la lamentable perdida de la Base de Las Delicias.
Actualmente, y sin haber sido un plan
premeditado durante esos años, solo por la fuerza de las circunstancias, ha llegado
a ser uno de los principales bastiones contra la insurgencia en Colombia,
cuando se hizo evidente que las FARC se habían acantonado en los Llanos del
Yarí. Por ello fue el centro de comando de la Operación Conquista Dos.
SOBRE LOS
REPLIEGUES.
A continuación
se da un ejemplo de cómo evaluar las circunstancias para entrar a controlar una
región conquistada con unidades de las características mencionadas. Ese mismo
procedimiento se debe aplicar a áreas de similar perfil como lo es en el Chocó,
Nariño, Putumayo, Guainia, etc.
Si usamos la
tradición migratoria de la amenaza de las FARC, desde sus comienzos en los años
cincuenta hasta el día de hoy, podemos hacer una hipotética proyección de su
próximo destino.
El principio del
largo itinerario fue Marquetalia. Luego Riochiquito. El cañón del Río Pato,
Colombia (Huila). La Uribe (Casa Verde) y, por último, El Yarí. No es confiable
asegurar el próximo derrotero, pero si válidamente presumible. En vista de la
pérdida de los valiosos llanos del Yarí. La infraestructura de las zonas
cocaleras del Caquetá y el Putumayo. La desconexión del apoyo poblacional. Los
cierres militares de ríos y trochas hacia el interior del país. Hacia el
occidente por Florencia y Neiva, como hacia el norte por la Macarena.
Solo les quedan tres
direcciones de repliegue. Si es que puede llamarse de esa forma. Porque fue más
bien una desbandada que trató de resarcirse con la toma de Mitú por tan solo unos
pocos días. Pero que también fue luego neutralizada.
Los frentes occidentales
aposentados en la estribación de la cordillera deberán tomar al sur del Huila,
norte del Cauca y sur Valle. A donde, tiempo después se dirigió Alfonso Cano. Los
del sur del Caquetá y Putumayo deberán buscar la frontera ecuatoriana buscando
cobijo en el vecino país. Donde, luego, descubrimos a Raúl Reyes. Y los frentes
de la cuenca del río Caguán y el río Yarí, hacia el oriente en dirección a San
José del Guaviare y Mitú. En donde fue dado de baja el Mono Jojoy, después de la
muerte del histórico bandolero Tirofijo. Dispersión que fue fatal en su capacidad
de combate. Ya que después comenzaron a darse éxitos militares contundentes y emblemáticos.
Dentro de bastantes sobresale la operación Jaque.
El oriente implicaba
adentrarse en la selva en dirección a las antiguas zonas caucheras de la
Tristemente célebre Casa Arana, perdiendo los principales centros de dominio y
control tales como las pistas de aterrizaje. Y poblados como Tunía, Candilejas,
Caquetania, Canadá el Recreo, etc. Y la estructura de su línea de mando.
Es decir, hacia el
departamento del Amazonas. Es el inminente riesgo que ahora pesa sobre lugares
como la excolonia prisión de la exótica Araracuara, La Chorrera y los
recorridos de los ríos Guaviare, Yarí, Caquetá, Igaraparaná y Putumayo,
primordialmente. Por algo esos parajes fueron escogidos para emplazar los
gigantescos complejos cocaleros de Tranquilandia y Villacoca en el pasado.
En años
recientes se tiene la experiencia de la destrucción la infraestructura del
radar que fue instalado por la Aerocivil, un alto costo (20 Millones de
dólares) por no haber considerado el real e inminente peligro que corría esa sofisticada
infraestructura de alta tecnología sin adecuada protección, a pesar de haber
sido advertido.
PRÓXIMOS OBJETIVOS
El Ejército se
ha preparado para recuperar la zona del Caguán como lo demuestra la efectividad
demoledora con las operaciones de los últimos años dentro de las cuales están
la denominada “Siete de Agosto” y “Plan Colombia”
Y si la
planificación de la acción a seguir poscombates es la de poner bajo dominio y
control las áreas conquistadas y hacer contención de los reductos que se hallan
difundido en repliegue, como ultima acción de sobrevivencia hacia los
territorios selváticos, entonces es inminente pensar en crear las unidades
militares en estos territorios avanzados que aseguren el objetivo.
O, al menos, que
las amenazas no se presentarán, al menos, en un mediano plazo. Eso es la
seguridad que la población colonizante necesita para que inicie los procesos de
inversión, adecuación de tierras, explotación agrícola y desarrollo de la
infraestructura básica para la comodidad y la permanencia duradera. En explotaciones
licitas de la tierra y sin la esclavización de las fuerzas terroristas. Que no solo
los obligan a cultivar ilícitos sino que los chantajean, amenazan, roban, matan
y exigen incorporación de sus hijos a las filas criminales.
Este panorama
nos indica que en la región de los Llanos de el Yarí es indispensable el montaje
de unidades militares con las características ya mencionadas. Y debe ser una
doctrina aplicable en todo el territorio nacional. Similar razonamiento debe darse
en el bajo Guaviare, Inírida, Guainía y Vichada. También en diversos sitios de
la planicie del Pacífico, en especial al sur y el norte, pues la región central
tiene la presencia de la Base Naval de Bahía Málaga. Está es otro fuerte
militar que es ejemplo de unidad donde se aplicó el criterio ya expuesto y por
ello no ha tenido ningún intento de arrasamiento. Por el contrario ha tenido
significativos éxitos de combate.
Hay que cambiar
la mentalidad de unas FF MM urbanas y cosmopolitas para ir a la ofensiva en las
zonas remotas de la periferia nacional. Lo que evidenciamos en otra crónica de
este mismo Blog. Tituladas “Entre Leones y Ratones”.
CONCLUSIONES:
- Deben replegarse las bases pequeñas
expuestas a un enemigo, que ha crecido a tal punto de ser capas de demoler
esas unidades sin posibilidades de apoyo de combate efectivos. Incorporar o
conformar con ellas, unidades más potentes, que dominan y controlan una
región. Más por capacidad operacional. En lugar de bases con presencia local
pero sin ser verdaderas amenazas para el enemigo. Así se evita la fatal dispersión
actual que ha cobrado muchos reveses en combates.
- Ubicar las mencionadas unidades en
áreas próximas a las zonas propicias al surgimiento o donde ya existen amenazas,
en la frontera del desarrollo económico, agrícola y coquero. Es decir,
modificar la doctrina de las FF MM de perfil urbano por el de rural. No
solo bajo el concepto de adecuado lugar de emplazamiento, sino el de la
conformación de batallones oriundos de la región.
- Batallones de espíritu campesino,
para que se genere el concepto de defender lo propio. Al mismo tiempo se
produce la acción de contención contra la amenaza que se presenta sobre
los centros de mayor actividad industrial y comercial. Porque en ellos es
de donde se irradia la económica que ha de llegar al campo. En la periferia
nacional donde actualmente se esconde y prolifera el factor que impide y detiene
el desarrollo. Quitándole la posibilidad de incorporación a las filas a los
jóvenes víctimas de su intimidación. Por el solo hecho de agotar el
recurso humano en las regiones remotas, reclutando, por adelantando y para
la legalidad, antes que los haga la ilegalidad.
- Bien sabemos que la población rural
es de innato y cultural espíritu nacionalista. Es quien mejor ve el inmenso
valor de la tierra. Es quien sabe que la vida surge de ella y por eso la
ama. Es quien tiene la mejor predisposición a cuidarla y defenderla. Solo
necesita que quienes dirigen las fuerzas vivas de la nación, la ayudemos
en su patriótico y descomunal esfuerzo donde ha luchado bastante en solitario.
Siendo víctima de los delincuentes que lo han explotado
durante dos siglos de vida republicana. Estamos cambiando, pero es necesario
acelera y es el momento de trasformar para que ese respaldo sea real y efectivo.
- Aplicar los criterios de maniobra
continua, despliegue furtivo, sorpresivo y rápido, para negar la posibilidad
de adoctrinamiento, la organización, el atemorizamiento y el control poblacional
del enemigo. Imposibilitar a la ilegalidad, la generación de líneas de
mando que se forman cuando no hemos reducido al máximo la clandestinidad,
el mimetismo y la dispersión. Condiciones vitales para la conformación de
una insurgencia. Subversivos con espíritu bandoleril que prenden estar legitimados
por un tergiversado y mal entendido derecho a la insurrección, como lo
sostenía el General Santander.
- Crear unidades militares grandes, con
musculo y fuertes, para combatir un enemigo pequeño, móvil y disperso, es
lo mismo que usar un bate para matar un mosco. Eso es aplicar el criterio
básico de la guerra regular en un conflicto de naturaleza irregular.
Sin embargo, la idea no se desvalida en la medida en que
ellas son lugares seguros para de defensa, la recuperación y el lanzamiento de operaciones
y ataques de naturaleza irregular. Adaptando las operaciones a las características
y el perfil del enemigo.
Es decir, los medios son los mismos que disponemos para la
guerra regular, al mismo tiempo que las operaciones son ejecutadas bajo la
doctrina de la guerra irregular. Es la administración de medios dispuestos para
la guerra convencional dándoles la apropiada aplicación en las maniobras que
exige un conflicto no convencional.
Esa separación es la que nos ha impedido imponer la legalidad
sobre la ilegalidad. Es así como se logra el contacto entre lo que debe ser
visible contra lo clandestino, lo musculoso en la defensiva y ágil en la
ofensiva. Estructuras que resultan inatacable al mismo tiempo que letales al
enemigo.
- Si las fuerzas del desorden no han podido
vencer a las fuerzas del orden, es porque sin mucha academia militar ellas
han podido aprender, durante su larga vida de terroristas, lo que no de se
debe hacer para evitar perder la guerra, aunque sin ganarla.
Por el contrario, si las fuerzas del orden no hemos vencido
a las del desorden, es por tener la capacitación académica de lo que se debe
hacer para ganar la guerra, pero sin victoria. De esa forma llevamos medio
siglo en un conflicto de baja intensidad sin final a la vista.
- Los únicos que pueden ganar la
guerra son quienes primero sean capaces de aprender las dos cosas: Lo que
se debe hacer para vencer y lo que se debe dejar de hacer para evitar ser derrotado.
Por supuesto, a quien compete ganar la carrera es a las fuerzas del orden,
haciendo perdedor al desorden. Por ello necesitamos a los militares con más
experiencia, para aplicar lo apropiado y evitar lo inapropiado.
- Es factible que en circunstancias específicas
se requiera una forzada renovación de criterios, pero en la mayoría de los
casos siempre es preferible aprovechar el bagaje acumulado, así resulte
difícil de convencer y de adaptar a las nuevas ideas. Como mínimo, las imperfecciones
de los comandantes tienen valor porque ellas les muestran lo que se ha de
evitar y solo basta con enseñar el nuevo enfoque de cómo se ha de hacer.
“La historia
militar del siglo veinte está llena de esfuerzos por esquivar las dificultades
que implica implantar lo lógico y lo obvio”.
“Edward L. Katzenbach “
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