SEXTA
PARTE
También
llego a ser tan exacta que muchos de los ataques en la segunda guerra mundial
se hicieron bajo esa técnica. Operación que demandaba dedicación completa de un
navegante que coordinaba con los pilotos y los artilleros bombarderos para el
lanzamiento exacto de las armas. No disponían de las ayudas modernas
electrónicas para llegar a los blancos, además de tener que sortear amenazas
enemigas.
APRENDIENDO LA
NAVEGACIÓN
Cuando
se podía se hacían procedimientos de aproximación de no precisión o de baja
precisión por medio de las ayudas de radio como los ADF y los VOR. Eran muy
escasos los aeródromos con radio ayudas de precisión. La navegación y las aproximaciones
por radar no se hacían. No existían ningunas de las ayudas tales como los sistemas
RNAV, Loran o Inerciales. Los Omega, Doppler y otros solo en los últimos años.
Por supuesto que la navegación satelital eran inexistentes hasta cuando,
finalmente, fue liberado del uso exclusivamente militar y dieron dar a conocer
este sistema.
CONSTELACIÓN SATELITAL DEL GPS
El alcance
de las señales de radio no era la mejor ya que la altura de vuelo acostumbrada también
es baja por ser unos aviones sin presurización y de poco rendimiento. Así que
las estaciones de radio comerciales preferidas para navegar eran las
comerciales más potentes, como la Radio Difusora Nacional o la Radio Sutatensa,
entre otras. Los radiofaros aeronáuticos eran de poca potencia, solo en proximidades
de los aeródromos y más bien escasos. Por todo eso se llegó a ordenar no volar
instrumentos nocturnos en algunos de esos aviones. Aunque tratando de ayudar al
máximo las tropas de tierra, en ocasiones nos llegaba la noche y teníamos que
hacerlo de todos modos. En especial cuando los malos tiempos y los fenómenos
meteorológicos retardaban las operaciones.
Por lo
lentos, el vuelo de lo que se daba en llamar “ El vuelo de Paisajeo” es una diversión
en los tramos largos. Nos entreteníamos identificando constantemente los
accidentes geográficos, los ríos por sus cauces, tamaños, direcciones y colores.
Las poblaciones por sus cascos urbanos, carreteras, puentes y cultivos. Se
llega a conocer tanto el país que hasta las fincas y los hatos de los Llanos se
aprendían. El suelo patrio me llego a
ser tan familiar como el piso de mi propia casa. Cuando comencé a volar deseaba
también aprovechar para a viajar y conocer, en especial el país.
LOS
DC 6
Mis compañeros
me pedían con frecuencia que los remplazara en muchos de los vuelos que les asignaban.
En especial cuando eran los fines de semana cuando ellos viajaban a visitar su
novias. Eso hizo que acumulara muchas horas de vuelo durante los tres años en
el grado de Subteniente. Lo que a su vez también mejoraba mis ingresos. Por eso
durante los primeros diez años casi ni pensaba en comprometerme en familia con el
fin de disponer de la plena libertad de gozar esas experiencias. Ya para el
grado de Capitán, después de satisfecha la mayoría de esa afición, reduje las correrías
me estabilice familiarmente, como finalmente lo hice para más satisfacciones. Ya
tenía más tiempo para dedicarme a compartir ampliamente con la familia.
FAMILIA
DEL MILITAR
Esas
máquinas demandaban mucha atención en muchos aspectos. Por supuesto que era una
operación fatigosa y estresante, pero ponía a prueba las destrezas del piloto.
Imponía un conocimiento íntimo de la máquina, sus rendimientos y de las técnicas
de pilotaje. Si se entraba en emergencia exigía una dedicación a toda prueba.
Así que cada vuelo era una batalla, un riesgo y una aventura constate que
consumía mucha adrenalina.
Fueron
bastantes las emergencias por pérdida de motores. Por su edad y sus múltiples reparaciones,
esas situaciones eran hasta frecuentes y nada ajenas al diario trascurrir. Al comienzo
me dio por llevar la cuenta de ellas pero después deduciendo que serían más de
lo previsto, decidí no contar y dejar que solo las circunstancias lo decidieran.
No valía la pena y parecía una inapropiada costumbre morbosa el seguir enumerando
cosas que no tenían nada de agradable. Aunque el resultado fue que nos convertimos
en peritos de sortear inconvenientes no exentos de sustos y temores. Era
consciente que en algún momento podía suceder algo irremediablemente peligroso.
Algunas de las cuales contaré por separado en otras crónicas.
La principal
satisfacción de estos riesgos y de tener que superar tantas dificultades,
estaba en el servicio que se prestaba. Era estimulante el ver la alegría de los
Soldados cuando recibían los abastecimientos mensuales de víveres, los correos
de sus seres queridos y familiares. Las dotaciones nuevas, las medicinas, la
llegada del pagador, el sacerdote y las noticias. Los que salían de licencia
saltaban de alegría. Los enfermos y los heridos ponían todas sus esperanzas en
estos apoyos.
LOS
SOLDADOS
Los paracaidistas se alistaban
con mucho tiempo y en forma muy cuidados para realizar sus saltos que les
hacían sentir su valor corriendo el riesgo de salir al vacío confiando en volar
con sus equipos. Se entrenaban con detalle y esperaban el avión con paciencia
desde varis horas antes de nuestra llegada.
Ponían una sagrada emoción en el cumplimiento de sus misiones de asaltos
aerotransportados para estar preparados, si fuese necesario, para sorprender a
un enemigo. Siempre los admiré porque nunca me sentí capaces de hacer tal
maniobra. El salto militar en paracaídas demanda mucho de coraje.
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