SÉPTIMA PARTE
LOS PARACAIDISTAS
Algo
que nos dolía y por eso procurábamos prestar la ayuda necesaria de la mejor
forma era el cumplir con la promesa de no abandonar a subalternos, compañeros y
superiores cuando ellos habían cumplido con su máximo y ultimo deber. Los
héroes inmolados en combate que sabían que se les cumpliría la palabra de llegar
al lugar donde quedaba su morada eterna. Todo eso nos impulsaba a cumplir lo
máximo y de la mejor manera también con nuestra misión.
Los desastres
naturales también se atendían en cuanto podíamos. Inundaciones donde las gentes
quedaban aisladas. Los evacuábamos a lugares seguros. Les llevábamos abastecimientos
recogidos por la Cruz Roja, la Defensa Civil y otros organismos de socorro. Se hacían
brigadas de salud en zonas remotas donde los servicios médicos eran escasos.
Los organismos del gobierno también recibían auxilio trasportando profesores, médicos,
enfermeros, policías, suministros, junto a muchos equipos y materiales de todo
uso.
RESCATE
EN LA TRAGEDIA DE ARMERO
Para
eso fue invaluable la flexibilidad, resistencia y capacidad de operación de los
legendarios C 47. Después de sus servicios en la Segunda Guerra Mundial todavía
toleraban las pistas disparejas, blandas y cortas. Muchas de ellas ni siquiera
figuraban ni estaban oficializadas en el Manual de Rutas Aéreas. Las rutas
debían ser trazadas y calculadas en forma puramente manual usando cartas de
navegación, compas, regla de escala y trasportador. Además del computador
mecánico para navegantes. Eso se hacía desde el día anterior recopilando los
datos en el “Plan de Navegación”, que muchos pilotos jóvenes, después,
confundían con el Plan de Vuelo que se entrega en las dependencias de la
autoridad aeronáutica.
REGLA
DE CALCULO DE NAVEGACIÓN
No
tenían servicio de información meteorológica. Las señas las daban los baquianos
que hacían de empíricos controladores aéreos que por medio del telégrafo y
radios de aficionados comunicaban la noche anterior alguna idea sobre la
nubosidad, el estado de la pista. Le informaban a los moradores no invadir los
predios del primitivo aeropuerto para evitar un accidente. No solo por usarla
como vía publica sino por tenerla invadida con sus ganados. Los mismos que
prestaban el servicio de poda del prado cuando no se anunciaban la llegada de
los aviones.
CARTA
L 26.
(Estas
cartas se editaban con tintas luminiscentes que al ser alumbradas con linternas
de luz negra, disponibles en las cabinas, resaltaban los colores facilitando la
lectura. La penumbra durante la noche era necesaria no solo por razones de
combate sino para facilitar la lectura del instrumental que era todo análogo y con marcas y manecillas fosforescentes, que irradiaban luz al ser estimuladas con las linternas violetas).
Todo
esto hacia casi que cotidiano el convivir con los riesgos y eran tan naturales
que ni caíamos en la cuanta que estábamos próximos a cruzar la línea del no
retorno. La satisfacción del deber cumplido era superior a cualquier temor que por ello nos pasaba desapercibido. Además de volar por tantas y diversas regiones
sin itinerarios, los mismos que por lo repetidos y rutinarios se hacen mecánicos. Toda
misión de vuelo era un enigma, algo nuevo y fantástico. No había lugar ni
región del país donde no se vieran cosas diferentes, paisajes exóticos,
rincones por descubrir y aventuras por vivir. Tanto por las altas cordilleras,
las montañas, los valles, las inmensa selva amazónica o la del océano Pacifico.
En los profundos rincones de los Llanos orientales en donde siempre había un
misterio por descubrir.
TRAZANDO
LA NAVEGACIÓN
Después
de considerables años en estas correrías, llegó el momento de la jubilación. Mantenía
aún la inquietud por la original aspiración juvenil. Así que nuevamente me
alisté para regresar a la universidad y estudiar la ingeniería aeronáutica. Me
di a la tarea de cumplir con el viejo anhelo. Algunas de las materias ya las había
cursado con anterioridad. Sin embargo decidí estudiarlas nuevamente. Como la
aerodinámica que sería la tercera vez que la hacía. Ya la había visto en los
estudios básicos como alumno de vuelo y después durante las clases en la especialidad
de Seguridad Aérea. Rama dedicada a la prevención e investigación de desastres
aéreos.
PLAN DE NAVEGACIÓN
La había aprendido desde los aspectos de la operación de vuelo mas no
la conocía desde el punto de vista de la ingeniería. En verdad que resultó
diferente y muy interesante junto a otras materias complementarias para los
ingenieros. De esa forma me deshacía de inquietud que traía desde joven.
Para
algunas personas era una curiosidad que yo, a mi edad y después de jubilado, decidiera estudiar y emprender una nueva profesión. Cuando me preguntaban al
respecto explicaba que era simplemente por el placer de hacer lo que tanto
había anhelado. A la cual no había podido dar satisfacción a esa vieja aspiración.
Además el deseo de conocer nunca se acaba si se tiene inquietud por el conocimiento.
El mismo que le ha permitido al hombre ejecutar hazañas tan asombrosas como la
de poder surcar los aires de una manera rápida, cómoda y, sobre todo, con
seguridad. De esa manera quedó cumplido el viejo sueño. Más que por un diploma
era por un placer.
El
ser humano siempre ha querido poderse mover en forma oportuna y a grandes
distancias para ampliar su radio de acción y aumentar las posibilidades de
mejorar la calidad de la vida humana. o para simplemente satisfacer sus deseos
de aventura, de exploración y de conocimientos.
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