EL
SUEÑO CUMPLIDO
SEGUNDA
PARTE
Pasado
el tiempo y ya en bachillerato, no veía la hora de llegar a los grados quinto y
sexto, que en este momento equivalentes al 10º y 11º, para aprender la física y
la química. Demostrando mucho interés por estos temas, junto con mi hermano,
logramos que los padres que regentaban el internado donde estudiábamos nos
encargaran la tarea de mantener organizado y limpio el laboratorio colegial.
Propósito que no era difícil alcanzar porque para los compañeros era una tarea
poco apetecible debido a la gran cantidad de vasos y artículos de cristal fino, elementos eléctricos y equipos mecanicos que constantemente requerían limpieza y orden.
INSTRUMENTAL DIDÁCTICO DEL COLEGIO
Durante
los tiempos libres nos dedicamos a esa tarea pero al mismo tiempo aprovechábamos
para poner a funcionar la mayor cantidad de equipos posibles para ver en la
realidad lo que se nos había enseñado en la teoría.
LAS
PREOCUPACIONES SOBRE LA UNIVERSIDAD
Después
del noveno grado comenzó a asaltarme la inquietud de que posiblemente no tendría
el nivel académico necesario para ingresar a una carrera profesional. Existía
el paradigma de que la educación secundaria en los municipios no era tan buena
como el de las ciudades. Además los cupos en las universidades eran escasos y
sólo eran recibidos aquellos jóvenes que demostraran las mejores calificaciones
en los exámenes de admisión.
FACULTAD DE LA UNIVERSIDAD
Por
confesión y hacer honor a la verdad, mas no por hacer alarde ni exaltación de la
mediocridad, admito que no era un estudiante brillante. Una de las principales
dificultades era la falta de concentración ya que tenía una mente muy volátil y
fantástica. Me hacía falta disciplina y autodominio para mantener una idea fija
por el tiempo necesario para aprenderla. También no lograba retener ni
asimilar aquellos conceptos que no había comprendido y, especialmente, no les
encontraba justificación racional ni analítica. Lo memorístico no era mi especialidad.
JOVEN PENSATIVO
Para
acabar de ajustar, gastaba más tiempo del debido leyendo a Julio Verne e investigando otras
cosas que no correspondían al pensum académico y por ello me era insuficiente
el tiempo que demandaba el estudio de las materias reglamentarias. Una de esas
distracciones consistía en consultar sobre la tecnología del vuelo. Recuerdo
como investigué lo máximo posible en las enciclopedias disponibles en el
plantel sobre la forma de fabricar y hacer volar el bumerán.
NABOR SUAREZ.
Sacerdote y educador de juventudes
Me
asombraba como los aborígenes australianos habían inventado dicho elemento que
usaban tanto para cacería como arma de combate. Es una rara hélice que no se
sabe cómo lograron diseñar los ancestros de los australianos. Pero funciona
aerodinámicamente de la manera correcta para ejecutar un vuelo que tiene la
particularidad de regresar al mismo sitio desde donde se ha lanzado.
EL
EXTRAÑO BUMERÁN AUSTRALIANO
No
logré fabricarlo pero abrigaba la esperanza de que pudiera hacer alguno. Además buscaba todo cuanto estuviera relacionado con los aviones. En este campo
no era mucho lo que encontraba por que dichas bibliotecas eran ediciones de
hacía muchos años que se preservaban casi como elementos del patrimonio
histórico y cultural. Aunque eran suficientes para mantener un vivo interés que
después se me convirtió en un genuino objetivo de aprender la ciencia de construir
aeronaves.
Venciendo
las dificultades personales en el estudio, finalmente, logré sacar una buena
calificación en el último año para el grado de bachiller y presentar una
satisfactoria valoración en los exámenes que hace el gobierno de evaluación a
los estudiantes que han terminado el bachillerato. En el penúltimo año ya tenía
premeditado que estudiaría ingeniería aeronáutica. No se lo revelé a nadie y
cuando llegó el momento de la graduación se nos preguntaba a cada uno que profesión deseamos seguir en la vida. Yo contesté que sería el de la aviación
más sin indicar si era en el campo de la ingeniería o en el campo del pilotaje.
Por
supuesto que todos pensaron que yo sólo quería ser piloto pero ese no era mi
propósito. La razón de no ser tan específico era que en el ambiente parroquial
en que me encontraba esa profesión era considerada como de alta alcurnia social
y profesional y no quería que se me viera como un iluso si confesaba la
profesión real que deseaba. Ya de por sí era llamativo que un provinciano, como
nosotros lo éramos, quisiera ser piloto de aeronaves. Buscaba evitar los comentarios
imprudentes, desilusionantes y hasta posiblemente burlones de mis compañeros
que me hicieran perder la motivación de mi meta.
PILOTO
COMERCIAL
El
problema estaba era en que, para ese tiempo, en Colombia no habían facultades
de ingeniería aeronáutica. Eso implicaba estudiar en el exterior y mi familia no
disponía de los recursos económicos para que realizara esos estudios. Lo único a
lo cual podía aspirar era a hacerme piloto como lo más próximo a esa ciencia.
Más, sin embargo, las pocas academias que había en el país también cobraban
unas altas cuotas por la instrucción de vuelo.
CARTA Y COMPÁS DE NAVEGACIÓN
Ya
de por sí se habían hecho grandes esfuerzos económicos por parte de unos
generosos familiares por darme la educación básica y primaria. Nuestro padre
había muerto en una edad temprana y mucha de nuestra sobrevivencia dependía de
esa generosidad. No me sentía bien que yo fuese a pedir más esfuerzos y en
especial para un campo tan costoso.
ESCUELA "LOS HALCONES"
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