AERONAUTAS Y CRONISTAS

viernes, 4 de abril de 2014

EL SUEÑO CUMPLIDO. PRIMERA PARTE

EL SUEÑO CUMPLIDO
PRIMERA PARTE

Hasta los ocho años de edad, la mínima para ingresar a la escuela, vivíamos en una finca cafetera en el municipio de Concordia llamada "El Pedrero".

FINCA DE "EL PEDRERO"

Queda en las estribaciones de la cordillera occidental con vista al cañón del río Cauca en el departamento de Antioquia. Es un paisaje grandioso donde se puede observar, al otro lado del río, las faldas de la cordillera central llenas de fincas de ganado, cafetales y muchos cultivos de frutas y pancoger. Y el pintoresco “Cerro Tuza”, que es un pico de roca en forma de pirámide alta y afilada.

CERRO TUZA

El Ferrocarril de Antioquia bajaba de Medellín por el cañón de la quebrada Amagá y después por la Zinifaná hasta su desembocadura en el río Cauca en donde torcía hacia el sur siguiendo la orilla del río en dirección a la estación de Bolombolo.  Después la de Puente Iglesias y más lejos la de La Pintada para continuar hacia el muy lejano departamento del Valle del Cauca.

Desde la casa se escuchaba y se podía observar, especialmente en la noche, el característico traqueteo de las locomotoras de vapor y la luz del reflector que transcurría en enigmático serpentear por las estribaciones de las montañas. Como niños, que no teníamos contacto con tales medios de transporte y tan avanzados inventos, era toda una curiosidad ese fenómeno.

CAÑÓN DEL RÍO CAUCA

Consultábamos a nuestro padre quien trataba de explicarnos con los términos más sencillos esos fenómenos. Nos enseñó a imitar el traqueteo de los émbolos y las correderas. Las que distribuían el vapor para mover las bielas y las ruedas de la locomotora, palmoteando alternadamente con una mano en una pierna y con la otra el pecho. Así nos divertíamos creyéndonos todos unos operarios de tan poderosas maquinas que corrían entre las montañas anunciando su titánico transitar.


LAS PODEROSAS LOCOMOTORAS DEL FERROCARRIL

Usaba su habilidad pedagógica, que había adquirido de estudiante en la normal de Medellín y su posterior desempeño de docente como joven profesor en el municipio de Yolombó. Actividad que dejó cuando comenzó a descubrir que existían situaciones irregulares en el manejo de la profesión que no estaban propiamente dirigidos al mejoramiento de la cultura social. Situación que lo llevó a dedicarse al cultivo del café. Sin embargo, nunca dejó su gran afición por la lectura debido a su avidez por el conocimiento y el mejoramiento continuo. La misma que hacia en las horas del anoche a la luz de una vela porque no se disponíamos de electricidad.

Procuraba darnos claridad de todo cuanto nos inquietaba como niños preguntones que todo lo querían saber antes de tiempo. En raras ocasiones pasaban por el cielo aviones que desataba un torrente de inquietudes. No era fácil explicar la forma como el avión podía mantenerse en el aire y como lograra avanzar apoyándose sólo en un elemento tan volátil como el aire. Nos mencionaba las hélices que era impulsada por potentes motores y para hacerse entender debía recurrir a muchos gestos con las manos que sin embargo en lugar de disipar las dudas nos creaban más curiosidades.

EL AVIÓN DC 3

Uno de los hermanos de mi madre era telegrafista en el pueblo y nos visitaba durante las vacaciones. En ese tiempo la telegrafía era el único medio rápido de comunicación entre los pueblos por medio del código Morse. Este trasmitía las letras del alfabeto con golpes de un continuo martilleo de conexiones y desconexiones de potentes electroimanes. Los que eran activados por un interruptor manual que daba paso a la corriente eléctrica de artesanales baterías que se fabricaban caseramente.

BATERÍAS ARTESANALES

De esa forma un telegrafista estaba en la cúspide del conocimiento y el desarrollo tecnológico. El mismo tio que después de ser descontinuado por cambio de tecnología nos regaló ese manipulador y es ahora un recuerdo familiar.

MANIPULADOR TELEGRÁFICO DE MORSE
(El antecesor del actual ratón de computador)

Aprovechando su disponibilidad y sus habilidades, nuestro padre le explicó y pidió que nos fabricara una hélice de madera para que pudiéramos ver cómo funcionaba. No se limitó a hacer una figura estática sino que aplicando un poco de creatividad le colocó un palillo central que servía de eje. Al comienzo solo la hacíamos girar friccionando entre las palmas de las manos.

HÉLICE DE MANOS

Como de esa manera le daba un bajo impulso y se elevaba poco, se ingenió otro método. Introdujo la varilla de la hélice por el orificio de un listón y a través de otra perforación lateral también podía pasar una cuerda en sentido perpendicular que se enrollaba en el eje de la hélice. Al tirar de la cuerda la hacía girar con velocidad como a un trompo y cuando la piola se terminaba liberaba a la hélice que por su inercia salía volando alto.

LANZADERA PARA LA HÉLICE O PARA UN TROMPO

Era un gran invento que nos asombraba a todos y nos permitía comprender la forma como el hombre había logrado hacer que los aviones pudieran volar.
Años más tarde descubrimos que en las ferias del pueblo se vendía un alambre enrollado en espiral que se introducía a través de un carrete de madera, en los que se embobinaban los hilos de coser, que servía para empujar una hélice hecha de latón. La hélice tenía un orificio cuadrado en el centro por donde pasaba el alambre enroscado de tal forma que al ser empujada por el tubo deslizante comenzaba a girar. Cuando terminaba la espiral salía volando. Un divertido juguete para hacer volar la imaginación.

HÉLICE DE ESPIRAL



Por todas estas circunstancias se fue creando una inquietud por los inventos, los desarrollos técnicos y un incontenible deseo de saber sobre cómo funcionaba todo. En especial lo que estaba relacionado con la mecánica, la carpintería, la electricidad y la ciencia en general. Antes de ingresar a la educación primaria fue cuando hice el paseo al municipio de Urrao donde aconteció el “Sueño de Volar” que ya he contado en crónica anterior.

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